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»Relación histórica del luto de fe que se celebró en Madrid este año de 1680, con asistencia del Rey nuestro señor D. Carlos II, etc». Un tomo en 4.º, Madrid, impreso por Roque Miranda, 1680.

 

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Después se han vuelto a poner las escaleras interiores de los soportales, sacrificando esta comodidad del pueblo en general al tránsito de los carruajes.

 

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Permítase al autor de esta obrita recordar aquí que la reforma de esta hermosa Plaza, y la colocación en ella de la estatua de Felipe III (que de muchos años atrás venía indicando), fue adoptada por la Corporación municipal a propuesta suya, como concejal que era por los años 1846 al 50; y también que en representación de la misma Corporación solicitó, y obtuvo directamente de S. M. la Reina, la cesión de la estatua, propia de su Real patrimonio, que estaba en la Casa de Campo. Este monumento, obra de Felipe de Borgoña (el mismo escultor de la estatua ecuestre de Enrique IV que está en el Puente Nuevo de París), en   —287→   ningún sitio de Madrid está mejor colocado que en la Plaza Mayor, obra de dicho Monarca; y el Ayuntamiento de Madrid no podría tocar a él para removerle sin faltar a su propio acuerdo, a la conveniencia histórica, y, lo que es más, al favor que solicitó y obtuvo de la reina doña Isabel II.

Pero, establecida la República en 11 de Febrero de 1873, se quitó esta estatua en Junio de dicho año; mas después de la Restauración fue vuelta a colocar en su pedestal.

 

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En 1869 ha sido inútilmente demolida esta iglesia y su célebre torre para dejar un hueco más, pasando la parroquia a la iglesia de Santo Tomás, la misma que se incendió la noche del sábado 13 de Abril de 1872. La parroquialidad de Santa Cruz ha andado después de iglesia en iglesia, y hoy se halla en la del Carmen Calzado.

 

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La sustitución de los nombres antiguos de estas calles por los nuevos fue propuesta por mí como concejal.

 

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El señor D. José Antonio Armona, corregidor que fue de Madrid a fines del siglo anterior, dejó también escrita e inédita una obra importante sobre este asunto; titúlase Memorias cronológicas sobre el origen de la representación de comedias en España, formadas en 1785, por el corregidor de Madrid, don José Antonio de Armona. -Son dos tomos en 4.º, perfectamente manuscritos, de letra de Palomares, y encuadernados en tafilete. Después de la muerte de su autor, acaecida en 1792, debieron pasar a manos del señor Llaguno, de cuya almoneda los   —294→   adquirió nuestro amigo el señor don Toribio de Areytio, quien los ha cedido a la Real Academia de la Historia, permitiéndonos antes disfrutarlos. -Comprenden dichas Memorias un Discurso desde el origen de la representación de las comedias de España, y particularmente en Madrid, desde que por haberse hecho pública esta diversión, empezó a merecer las atenciones del Gobierno; y después de señalar los primeros ensayos dramáticos, anteriores y posteriores a Carlos V, se fija en los tiempos de Cervantes y de Lope de Vega, y empieza la historia de los Corrales de Madrid, fundados por los hospitales hacia 1560. -Inserta los diversos bandos, instrucciones y reglamentos dictados para su servicio desde 1584 (algunos muy curiosos), y otros varios documentos sobre la controversia de propiedad y disfrute entre los hospitales y la villa de Madrid, y sobre las prohibiciones y permisos de la representación de comedias; todo lo cual tuvo a la vista Pellicer para su curioso libro arriba citado, cuya publicación en 1804 quita mucho mérito a este manuscrito de Armona. Sin embargo, todavía tiene bastante, por contener dichos documentos íntegros, y otros varios que aquél no dio, como el Catálogo de los corregidores de Madrid (que insertamos en el Apéndice), el de los jueces protectores de teatros, la visita de las casas o corrales de la Cruz y del Príncipe hecha por la casa de aposento en 1606,   —295→   y dos vistas de las plantas de dichos corrales antiguos, con su distribución en patio, alojero, gradas, aposentos, rejillas, cazuela y tertulia, muy curiosas y detalladas. También incluye una planta del teatro de la Cruz, proyectado por D. Phelipe Jubara, y tres planos de fachada, corte y proscenio, firmados por don Manuel Martín Rodríguez, en 1785, sobrino y discípulo del célebre D. Ventura, de quien acaso eran aquellos planos. -Hace después la historia del teatro del Príncipe, obra del arquitecto Sacheti (que se, quemó en 1806), la de la representación de los Autos Sacramentales de Calderón, y finalmente, da varios estados de productos de los teatros de diferentes años; terminando el tomo primero con un bando o instrucción impreso, de dicho corregidor Armona, para el servicio de los mismos.

El segundo tomo, menos interesante, comprende un Discurso original sobre asentar sobre bases útiles y buenas los teatros y los cómicos, en lo moral y en lo político, escrito por el excelentísimo señor Duque de Híjar, y la correspondencia que medió entre él y el corregidor Armona sobre este Discurso, con todos los documentos que comprende el tomo anterior, que le remitió éste a aquél por vía de notas, y otros muchos trozos tomados de las obras de Caramuel, Cervantes, Candamo Luzán, Nasarre, etc., todos impresos y conocidos.

 

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Se ha renovado su fachada en 1867 con bastante buen gusto, y lo mismo el interior de la sala. Posteriormente ha vuelto a titularse Teatro Español, y con el derribo de la manzana de casas fronterizas, ha quedado en la linda plaza-jardín de Santa Ana.

 

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El licenciado D. JERÓNIMO VILLAIZÁN Y GARCÉS nació en Madrid, y fue bautizado en la parroquia de San Martín, a 9 de Junio de 1604. Fue hijo de Diego de Villaizán, boticario; siguió la carrera de la abogacía, cuya profesión ejerció muchos años, con grande aplauso, en los tribunales de la corte; distinguiéndose igualmente entre los literatos por su ameno ingenio y fecundidad en la poesía dramática; circunstancia que le valió el favor y hasta la amistad del rey Felipe IV. Entre las comedias de Villaizán que fueron impresas y han llegado hasta nosotros, la más apreciable es la que lleva por título Ofender con las finezas.

 

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Al fin se derribó esta manzana de casas, y regularizó y convirtió en square la plazuela. En su centro se ha colocado la estatua de Calderón dando frente al Teatro Español.

 

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El maestro HORTENSIO FÉLIX PARAVICINO nació en Madrid en 1580, con tan peregrino ingenio, que a los cinco años ya sabía leer, escribir y contar; concluida su carrera en Alcalá   —304→   y Salamanca, entró de religioso trinitario en esta ciudad; se graduó de doctor en teología, y después fue definidor de la provincia de Madrid predicador del Rey y Vicario general de su religión; habiendo hecho varios viajes a Italia y Flandes, y adquiriendo en todas partes una fama colosal por su elocuencia y sus abundantes escritos, publicados muchos de ellos bajo el nombre de D. Félix de Arteaga. Murió en el convento de Madrid, en 12 de Diciembre de 1633.