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El anzuelo de Fenisa

Félix Lope de Vega



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PERSONAJES
 
ACTORES
 
FENISA SRTA. ARÉVALO (ANTONIA).
DINARDASRTA. MORENO (MATILDE).
CELIASRTA. SAMPEDRO (MERCEDES).
LUCINDO SR. FUENTES (FRANCISCO).
OSORIOSR. BORRÁS (JAIME).
TRISTAN SR. SEPULVEDA (PEDRO).
ALBANO SR. CABRÉ (PEDRO).
CAMILOSR. ESTRELLA (FERNANDO).
DON FELIXSR. CEBALLOS (MANUEL).
FABIO SR. JEREZ (DELFÍN).
BERNARDO SR. MAXIMINO (ALEJANDRO)
MICER JACOBO SR. VIÑAS (CONSTANTE).
CAMPUZANO SR. CALVO (RAFAEL).
TRIVIÑOSR. SYLAS (GERMÁN).
OROZCOSR. POVEDANO (AGUSTÍN).
FABRICIOSR. PAREDE'S (ENRIQUE).
ESTACIO SR. POVEDANO (AGUSTÍN).
UN ESCUDERSR. ALCARÁZ (ANGEL).
OTRO ESCUDEROSR. MACÍAS (MANUEL).
Damas, marineros, niños, pajes, soldados y acompañamiento.
 

La acción en Sicilia. Siglo XVII.

 




ArribaAbajoActo primero


Cuadro primero

 

La playa de Palermo, en semicírculo, bordeando la bahía. A la derecha é izquierda, y en el foro, naves fondeadas. Es por la tarde, y al alzarse el telón aparecen ALBANO y CAMILO, conversando. Cruzan la escena marineros, mujeres, niños, algunas damas y galanes, que pasean.

 

Escena primera

 

CAMILO, ALBANO

 
CAMILO
¿En la arena del mar miras, Albano,
las estampas que deja tu Fenisa?
ALBANO
Por ellas sigo su desdén en vano,
por besar las arenas donde pisa.
CAMILO
¿Es tan lejano va el amor lejano
que de Sevilla te impulsó á Palermo?
ALBANO
¡Campo es aquel amor tan duro y yermo
que dá no más la flor del desvarío!
¡En otros ojos mi esperanza duermo!...
¡Hacia otros cielos mi oración envío!...
CAMILO
¿Puede el amor sustituirse?
ALBANO
¡Puede,
Camilo, que el amor lo puede todo!
CAMILO
Todo: si á todo cede.
ALBANO
¿Y quién no cede?
CAMILO
No ceden, ni el discreto, ni el altivo,
ni el prudente...
ALBANO
Pues yo no me acomodo
si no es cediendo en todo por Fenisa,
de cuyas gentilezas voy cautivo.
CAMILO
¡Aprisa vas en el amor!
ALBANO

 (Triste). 

Aprisa,
cuando no en el amor, en los desvelos!
CAMILO
¡Desvelos por la gran sacerdotisa
que Palermo sembró de liviandades!
ALBANO
¡Ellas son los motivos de mis celos!

 (Vergonzoso). 

CAMILO

 (Grave).  

Las virtudes, Albano, y calidades
de una mujer son justo fundamento
de amor, si la mujer es fiel y honesta
y cumple, del amor el mandamiento.
Mas donde sale una mujer como esta,
sintiendo del amor los escuadrones
en tal manera que, con menos gente
Alejandro ganó dos mil naciones;
donde hay un galán dentro y otro enfrente,
doce de á pie, cuarenta de á caballo,
tal en la posesión, tal pretendiente,
este de arnés, aquel de capisayo,
hoy de cuartel, mañana de trascoro...
¿Qué pides? ¿Que me calle? Pues me callo...
ALBANO
¡Qué manso que parece siempre el toro
al que está en la ventana! Y al letrado
¡qué cobarde el flamenco y tibio el moro!
El escribir un libro concertado
¡qué fácil le parece al ignorante!
¡Qué sencilla la cátedra al soldado!
¡Qué fácil se le antoja al estudiante
el conducir la nave al Occidente!
¡Y qué ligero el claustro al comerciante!
¡Qué sin valor un alto y elocuente
discurso, juzga el labrador grosero!...
¡Qué bien niega el amor quien no lo siente!
¡Amor no es calidad, gusto ni fuero!
Amor no es honra ni es mercadería.
Amor no es regidor ni caballero.
Amor es consonancia y armonía
luego de ser infierno de disgusto.
¡que por la noche es tan hermoso día!
Si eso es amor, seguid con vuestro gusto.
Yo solamente os digo que Fenisa
tal vez llegue en amor más de lo justo.
 

(Asoman por la izquierda FENISA y CELIA con mantos.)

 


Escena II

 

Dichos, FELISA y CELIA.

 
CELIA
Admirada y con razón,
Fenisa, de tu salida,
estoy en gran confusión.
FENISA
Sospecho que se te olvida,
Celia...
CELIA
¿Qué?
FENISA
Mi condición.
CELIA
No sé que tenga que ver
el venir a la Aduana
no siendo tu mercader.
Pues no eres tú muy liviana,
aunque eres libre mujer.
FENISA
Eso te ha de dar aviso
de que, sin causa, no vengo.
CELIA
¿Es amor?
FENISA
¡Tan de improviso!
Pero yo ¿cuándo lo tengo,
aunque me adore Narciso?...
Desde el primero que amé
y que á olvidar me enseñó,
tan diestra en no amar quedé
que de uno que me burló
en los demás me vengué.
Notablemente se arroja
una mujer á querer
cuando un gusto se le antoja,
pero más á aborrecer
cuando se cansa y se enoja.
Según corre entre los hombres
esto de amar con engaño,
de mi desdén no te asombres,
basta al cuerdo un desengaño.
¿Amor? No. ¡No me lo nombres!
No porque yo no perciba
sus regalos y su bien:
pero no es razón que viva
quien nació libre también
de un hombre libre cautiva.
Yo he dado en esta flaqueza
de burlar cuantos engaña
esto que llaman belleza
CAMILO

 (A ALBANO.) 

(Celia sola la acompaña.)
ALBANO

 (A CAMILO.) 

¿Celia?
CAMILO
No más...
ALBANO
¡Linda pieza!
Extraña imaginación
es venir á la Aduana
las dos solas.
CAMILO
Cosas son
de su condición liviana.
ALBANO
¡Conozco su condición!
Palermo es famoso puerto
de extranjeros y de tratos...
Algún lance ha descubierto.
CAMILO
Ella es de Circe un retrato...
De que te ha visto te advierto.
ALBANO
Hablalla será mejor.

 (A FENISA.) 

¿Dónde bueno?
FENISA
A ver el mar
que me agrada su furor.
ALBANO
Todo te suele agradar
cuando carece de amor.
Este desdén de las ondas,
esta perpétua contienda
te agrada... Mas no respondas...
¡Por lo que tiene de hacienda
pienso que su margen rondas!
¿En qué rico forastero,
en qué mercader famoso,
en qué extraño marinero
echas el anzuelo hermoso
para buscar su dinero?...
¿Qué es lo que buscas aquí,
en el puerto de este mar?
FENISA
Seguro estarás de mí
que no te vengo á buscar.
ALBANO
Yo, en cambio, te busco á tí.
FENISA
¿Qué me quieres?
ALBANO
Solo verte,
para alivio de una vida
que has condenado á la muerte.
FENISA
¿Me tomas por homicida?
ALBANO
No es poco bien conocerte.
FENISA
Albano, si no has sabido
esta condición que el cielo
me ha dado, que oigas te pido
porque cese tu desvelo
de competir con mi olvido.
Yo tuve en mi nacimiento
una estrella que me obliga
á que en este mar violento
peces busque, peces siga,
hasta que logre mi intento.
¿No has visto que un gran señor
va por los valles y cerros,
despeñado cazador,
ya con aves, ya con perros,
sin temer nieve ó calor?
Pues eso mesmo hay en mí;
pero apliquéme á pescar
y á eso vengo por aquí:
tiendo la red en el mar,
que es la estrella en que nací.
Ojos y boca son cebo
del anzuelo de este amor;
si pica y es simple y nuevo
dóile cuerda, y del favor
asido un año le llevo.
Si es ladino y está diestro,
aunque caiga, vuelve al mar,
porque ofendida me muestro
de que al no me aprovechar
ocupe el anzuelo nuestro.
Si yo viere la hermosura
mayor que naturaleza
ha dado á mortal criatura;
si viere más gentileza,
más tierno amor, más blandura;
si viere por mí llorar;
si me viere eternizar
más que Laura y que Beatriz;
si viere un mozo infeliz
de mis balcones colgar;
si viere que por Fenisa
Píramo se pasa el pecho
y Leandro nada aprisa...
¡mientras no viese provecho
todo era cosa de risa!...
CAMILO

 (A ALBANO.) 

¿Oístela?)
ALBANO
(Ya lo oí.)
Escucha, Fenisa.
FENISA
Dí.
ALBANO
Si hubiese quien te llorase,
te amase... y te regalase,
¿diérasle amor?
FENISA
Eso sí.
ALBANO
¿Con qué te contentarás
para prueba de este amor,
FENISA
Necio por extremo estás...
¿Quieres entender mejor?
ALBANO
Sí.
FENISA
Pues declárome más.
Quien tiene un jardín ¿qué hace?
Riega, regala, cultiva
la planta o árbol que nace,
para que después reciba
el fruto que satisface.
Quien tiene un caballo hermoso
asiste á verle comer
de su estancia cuidadoso;
¡hasta el herrar quiere ver
de sus estampas curioso!
Mira el freno y el bocado
que lengua y boca no ofenda,
tráele bien enjaezado
y por puntos le encomienda
al solícito criado.
Frontales le manda hacer
y rizar y componer
con batidas de bizarría,
¡y todo esto para un día
en que le quiere correr!...
¿Hazme entendido?
ALBANO
Bien creo
que te entiendo.
FENISA
Pues ¿qué, aguardas
á conocer mi deseo?...
 

(Hablan bajo ALBANO y FENISA. Por la izquierda. LUCINDO, en traje de mercader rico y TRISTÁN, su criado.)

 


Escena III

 

Dichos, LUCINDO y TRISTÁN

 
LUCINDO
¿Has contentado a los guardas
de la Aduana?
TRISTÁN
Tal creo.
Toda la carga está fuera.
No queda cosa en la nave.
LUCINDO
¡Oh, Palermo!
TRISTÁN
¿Qué te altera?
LUCINDO
¡Qué bien, tras navegar, sabe,
Tristán, la verde ribera!...
TRISTÁN
¿Lo dices por las mujeres
que pasean por la playa?
LUCINDO
¿Yo?
TRISTÁN
Como tanto las quieres,
recelo que tu amor vaya
por el mar de los placeres.
LUCINDO
Ya conozco el desengaño.
TRISTÁN
Ya mil veces esto has dicho
y has vuelto siempre al engaño.
LUCINDO
Sastre que conoce el paño
está libre de entredicho.
TRISTÁN
Dios te oiga y á mi también,
pues que sobre faldas vuelas.
LUCINDO
Diérame el turco su harén
y escapara... ¿A qué recelas?
TRISTÁN
Dios te oiga, repito, amén.
LUCINDO
Si mi padre aquí me envía
desde Valencia, Tristán,
con esta mercadería;
si mis deudos, que allá están,
con mi hacienda suya y mía,
y de lo que he de vender
tengo que cargar de trigo...
¿qué espacio para mujer
quedará, Tristán amigo?
TRISTÁN
Ni el fiar ni el porfiar,
ni el alzarse ni el quebrar,
ni el no pagar los señores,
ni el morirse los deudores,
ni la inclemencia del mar,
igualan á que se arroje
un mercader á querer,
ni hay pirata que despoje
como una hermosa mujer
que entre los brazos le coge.
¡Plegue al cielo, que te dure
aqueste conocimiento!...
ALBANO

 (A FENISA

¿Me dices, pues, que procure
regalarte?
FENISA
Así lo intento,
porque el amor se asegure.
Que no puede amor durar
sin fundamento y estribo.
ALBANO
¿Y qué es el estribo?
FENISA
El dar.
porque, no habiendo dativo,
todo es vano porfiar.
ALBANO
Voy á tratar de tu gusto.
Dame esta noche licencia.
FENISA
Si me regalas, ¿no es justo?
 

(Vase retirando ALBANO y dice á CAMILO.)

 
ALBANO
(Perdiendo voy la paciencia.)
(¿No os desapasiona aquí
verla interesada?)
ALBANO
(Es bella
y más me enloquece así.
Este interés y desdén
me obliga á ver si la venzo.)
 

 (Salen ALBANO y CAMILO por la derecha.) 



Escena IV

 

FENISA, CELIA, LUCINDO, TRISTÁN

 
FENISA

 (A CELIA.) 

(El hombre parece bien,)
CELIA

 (A FENISA.)  

(Pues llega á hablalle.)
FENISA
Comienzo.

 (Mirando á la derecha.) 

¿Fuéronse?
CELIA

 (Mirando á la derecha.) 

Ya no se ven.
FENISA
(¿Parécete pez el hombre
que me será de provecho?)
CELIA
(Llega y pregúntale el nombre.)
FENISA
(Por mi vida, que es bien hecho.)

 (A LUCINDO.) 

Dios os guarde, gentil hombre.
LUCINDO
Y á vos os dé un rico esposo
si sois libre, y si tenéis
marido, pues fué dichoso
en ser vuestro, le gocéis
sin pensamiento celoso.
¿Qué es lo que queréis de mí?
FENISA
¿Cuándo llegásteis aquí?
LUCINDO
Hoy ví la tierra y la aurora
juntas, mas el sol, señora,
hasta veros no lo ví.
FENISA
Con poética licencia
me habéis hecho vuestro sol.
LUCINDO
Diómela vuestra presencia.
FENISA
¿Qué nación?
LUCINDO
Soy español.
FENISA
¿De qué parte?
LUCINDO
De Valencia.
FENISA
Si fuérades de Toledo
tenía que preguntaros...
LUCINDO
Solo de Valencia puedo...
 

(Hablan bajo FENISA y LUCINDA.)

 
TRISTÁN

 (A CELIA

. ¿Puedo yo también hablaros?
CELIA
Bien podéis estando quedo.
TRISTÁN
Va de quedo y digo así.
¿Quién es aquesta su dama?
CELIA
Una dama.
TRISTÁN
¿Dama?
CELIA
Sí.
TRISTÁN
Y ¿de qué manera es dama?
CELIA
¿Eso me pregunta á mí?
TRISTÁN
¿Pues está mal preguntado?
CELIA
El ¿cómo es hombre?
TRISTÁN
Formado
de cuatro elementos soy;
tengo alma y cuerpo y estoy
de potencias adornado.
Diferénciome á mujer
en las barbas y el valor.
No me mande proceder,
sino advierta que, en rigor,
dama es oficio y no es ser.
Doncellas suelen decir
á muchas, sin advertir
que se han de diferenciar:
que hay doncellas de casar
y doncellas de servir.
Así, dama, ha de tener
su diferencia forzosa.
CELIA
Por lo menos, es mujer
discreta, gallarda, hermosa
y de honrado proceder
TRISTÁN
¿Y qué busca por aquí?
CELIA
Nuevas de un perdido hermano.
TRISTÁN
Peligro corréis así.
CELIA
¿Peligro?
TRISTÁN
Peligro. Es llano.
CELIA
¿No es tierra segura?
TRISTÁN
Sí.
Pero el mar, que estos altivos
peñascos quiere exceder
de sus límites nativos,
sin duda os quiere prender...
por pescados fugitivos.
CELIA
¡Lindo. bellaco!
TRISTÁN
¿Yo lindo?
CELIA
¡Tú conmigo españolizas!
FENISA

 (A LUCINDO.)  

Digo, mi bien, que me rindo.
LUCINDO
¡Renazco de mis cenizas!
FENISA
¿Cómo es tu nombre?
LUCINDO
Lucindo.
FENISA
Si nombre de luz tenías
¿qué mucho que me encendieses?
LUCINDO
Las desconfianzas mías
querría que conocieses
FENISA
¿Español y desconfías?
LUCINDO
¿Pues no ha de desconfiar
un forastero?
FENISA

 (Fingiendo arrebato.) 

No sé...
¡Nunca yo viniera al mar,
pues otro en su playa hallé
donde me pienso anegar!
LUCINDO

 (Sorprendido.) 

¿Que te he parecido bien?
FENISA
Tanto bien me has parecido,
que en lo que mis ojos ven,
no hay más que tú. ¿Qué has traído
en tus ojos? ¡Ay no más!...
¡No más me mires! ¿Qué es esto?
¡Jesús, qué hechizos me dás!
LUCINDO

 (Pasmado) 

¡Tan presto!
FENISA
¡Ay, Dios, vete presto!...
Mas espera... ¿Dónde vas?
LUCINDO
A la posada...
FENISA
¿Posada?
Si por mis deudos no fuera,
según me siento inclinada
en mi casa te la diera.
Pero... escúchame. Entrarás
diciendo que de mi hermano
sabes nuevas.
LUCINDO

 (Perplejo.) 

¿Nada más?
FENISA
Sígueme.
LUCINDO

 (Fogoso.) 

Dáme la mano
que te la quiero besar...
FENISA

 (Coqueta.) 

Quedos... A Celia hablaré
para que avisada esté.
LUCINDO
Y yo á este criado mío.
FENISA
Celia...
CELIA
Señora...
FENISA
(¡Un navío!)
(¡¡La fortuna que soñé!!)
LUCINDO
(¿No te lo digo, Tristán?)
TRISTÁN
(Pero, señor, por Jesús...
¡A mí con ese tús tús,
que soy más viejo que Adán!)
FENISA

 (A CELIA.) 

(Tápate y vamos de aquí,
que ya nos vendrán siguiendo.)
 

(Sale con CELIA, izquierda.)

 


Escena V

 

LUCINDO y TRISTÁN

 
TRISTÁN
¿Así te lo dijo?
LUCINDO
Así
TRISTÁN

 (Confuso.) 

Pues juro que no lo entiendo...
si no se burla de ti.
LUCINDO
¿De mí?... Pero, ¿qué la he dado?
TRISTÁN
¿Qué piensas tú que es mirar
y hablar tierno y regalado?
¡Escrituras de pagar
el amor hipotecado!
LUCINDO
Yo, Tristán, iré tras de ella,
no sólo por ser tan bella
sino porque puede ser
una principal mujer
ó alguna ilustre doncella.
TRISTÁN
¿Ilustre doncella? No.
Que mujer que tiene lustre
con alguno se lo dió.
LUCINDO
Pues siendo una dama ilustre,
¿qué pierdo en servirla yo?
TRISTÁN
¡Dama ilustre junto al mar!
LUCINDO
¿No pudo salir á ver?...
TRISTÁN
A ver si puede pescar.
Pescadora debe ser,
pues que te quiere enredar.
LUCINDO
¿Enredarme en mi dinero?
TRISTÁN
Sí tal.
LUCINDO
Mas si no he vendido,
puesto que vender espero
lo que á Sicilia he traído...
¡Que sea yo tu escudero!
¿No se lo darás después?
¡Bah!... Después que nos partamos...
Pero, vamos... que los pies
no mueve, porque vayamos.

 (Porfiando.) 

Es, que temo que les des
el dinerillo que llevas.

 (Dándole la bolsa.) 

Guarda tú la bolsa allá
Daca. Y temo que te atrevas
á dar la cadena.
Está
segura, con guardas nuevas.
Quítatela por mi vida.

 (Quitándose y dándole la cadena.) 

Toma, guárdala también.
No te enfades que te pida
esas dos sortijas.

 (Dándole las sortijas.) 

Bien.
Sin sortijas, sin dinero
y sin cadena voy.
Vamos,
que esta mujer es mar fiero
y en razon nos desnudamos
para pasarlo primero.
 

(Salen tras CELIA y FENISA.)

 


Escena VI

 

DINARDA, de camino, en traje de hombre, y BERNARDO y FABIO, detrás

 
DINARDA
Parece que escupe el mar
náufragos á la ribera.
BERNARDO
La tierra sé que me espera;
la tierra quiero besar.
FABIO
Madre es la tierra que alabo,
y como madre sustenta.
DINARDA
¡Oh, qué terrible tormenta!
BERNARDO
Por fin, doblamos el cabo
y tierra pudimos dar
sin ser pasto de un delfín.
FABIO
En tierra estamos, en fin...
camino de naufragar.
DINARDA
¿Qué habremos de hacer los tres,
ya que á Sicilia llegamos,
sin dineros y sin amos?
BERNARDO
Servir.
DINARDA
¿Servir?
FABIO
Servir, pues.
DINARDA
Yo pienso hacerme soldado
y con el sueldo tirar.
FABIO
Yo no me pienso soldar,
porque jamás fuí quebrado;
pero si hay un capitán
le llevaré la jineta.
DINARDA
¿Una persona sujeta?
FABIO
Cuantas nacieron lo están,
BERNARDO
¿Cuantas nacieron?
FABIO
Sí.
BERNARDO
¿Cómo?
FABIO
El rey, sirve de ser rey
de hacer justicia, y dar ley;
el señor de mayordomo,
de camarero, de ser
gentil hombre ó de la boca,
ó el oficio que le toca
a su pesar ó placer.
El prelado, de acudir
a su iglesia reverente,
al gobierno el Presidente,
el oidor también á oir;
el alguacil, á prender;
el alcalde, á castigar;
el que es letrado á abogar.
a defender ú ofender;
al proceso el escribano,
al enfermo el que es doctor,
el oficial al señor,
al hidalgo el que es villano.
La casada á su marido;
á su padre la doncella,
y el padre le sirve á ella
con la comida y vestido.
Mas, ¿de qué sirve alargarse?
¿Quién hay que no sirva aquí
en darse á comer así,
en vestirse y desnudarse?
Diógenes por su ventaja
solamente no sirvió...
porque la vida pasó
metido en una tinaja.
BERNARDO
Verdad es que á sí ó alguno
todos sirven; mas quisiera
que entre los tres no sirviera
ninguno, Fabio, á ninguno.
Los tres somos españoles
que en saliendo de su tierra
ó sea en paz ó sea en guerra
se hacen príncipes ó soles.
Haganlos lo mismo acá,
y pues de España vinimos,
parezcamos lo que fuímos.
DINARDA
Bien dice.
FABIO
Bien dicho está.
Oid. Echemos los tres
suertes quién será el señor,
y al que saliere, en rigor
sirvan los dos.
DINARDA
Justo es.
BERNARDO
Añadiremos un don.
Diremos que es caballero,
y aunque con poco dinero
tendrá mucha presunción.
Acudirá á los soldados,
acompañará al Virrey,
darále encomienda el Rey
y lucirá los criados
conque alguna principal
dama le avise y prevenga
de una aventura que tenga
ventura sin otra igual.
¿Qué os parece?
DINARDA
Que pareces
hombre despejado, en fin.
BERNARDO
¿No es mejor que un amo ruín?
DINARDA
Digo que sí treinta veces.
Porque es terrible servir
á un bellaco mentecato
que á tres gestos tire un plato.
FABIO
Sí, pero habéis de advertir
que en entrando en la posada
juntos hemos de comer,
porque señor no ha de haber
si está la puerta cerrada-
DINARDA
Bien dicho.
Pues va de suerte.
Tres reales tengo aquí.
FABIO
¿Son de España todos?
Sí.
Pues bien, ¿de qué nos advierte?
BERNARDO
Ponlos en este sombrero;
el uno es roal castellano,
el segundo valenciano
de Navarra el tercero.
Quien sacáre el de Castilla
es señor.
FABIO
Meto la mano.
He sacado el valenciano.
BERNARDO
Perdiste.
FABIO
No es maravilla.
BERNARDO
Saca tú.
DINARDA
Saco.
El que queda
me toca.
DINARDA
¡Y ser dueño á mí!
FABIO
¿Es el de Castilla?
DINARDA
Sí.
FABIO
El premio se te conceda.
BERNARDO
Por muchos años y buenos
seas dueño de los dos.
DINARDA
Para serviros y á Dios
puedo decir á lo menos.
FABIO
Con mil razones la suerte
cayó en tu gentil persona.
DINARDA
Quita el gentil y perdona.
BERNARDO
Va de nombre.
DINARDA
Venga.
BERNARDO
Advierte
que has de llamarte don Juan.
DINARDA
¿De qué?
BERNARDO
Escoge.
DINARDA
Escoger quiero,
que no seré yo el primero.
FABIO
Famoso nombre es Guzmán.
DINARDA
Usale ya cualesquiera.
FABIO
Coge el Mendoza.
DINARDA
Peor,
que no hay morisco aguador
que no se enmendoce.
DINARDA
Espera.
El Lara escojo y no más.
Don Juan de Lara es mi nombre.
BERNARDO
Por Dios, que vas gentil-hombre
DINARDA
¿Habéis de venir detrás?
BERNARDO
Pues, ¿eso dudas?
DINARDA

 (Pavoneándose.) 

Aquí
se ve la industria española.
¡Hola, pajes!
BERNARDO
¡Señor!
DINARDA
¡Hola!
FABIO
¡Señor!
DINARDA
¡Venid por aquí!...
 

(Salen los tres contoneándose cómicamente.)

 


 
 
Telón
 
 



Cuadro segundo

 

Sala en casa de FENISA. Estrado más vistoso que rico. Espejos, cuadros con asuntos de amantes célebres, tapices en las puertas, lámparas. Al alzarse el telón, LUCINDO, en pie, examina los cuadros complacido. FENISA está sentada indolentemente enredándole con sus artes de coqueta. En un rincón TRISTÁN habla con CELIA, sin perder de vista á su amo.

 

Escena VII

 

FENISA, CELIA, LUCINDO y TRISTÁN

 
FENISA
¿No te sientas, vida mía?
LUCINDO
No, que se va haciendo tarde.
FENISA
Ya que por amor no alarde,
alarde por cortesía...
LUCINDO
Alégrame tanto el ver
tu casa también compuesta,
que he tenido una gran fiesta
mirándola.
FENISA
Hazme un placer.
LUCINDO
¿Cuál?
FENISA
Que aquello de tu gusto
lo lleves á tu posada.
LUCINDO
¿Cómo he de llevarme nada?
FENISA
¿No? ¡pues me das un disgusto!...

  (pausa.) 

LUCINDO

 (Viendo un cuadro.)  

¡Qué bella Cleopatra!
FENISA
Bella
porque amando se mató...

 (Fingiendo tristeza.) 

¡Quién me dijera que yo
tal vez acabe como ella!
LUCINDO

 (Suspira.) 

¿Con áspides en el seno?
FENISA

 (Arrebatada.) 

Con tus ojos tentadores,
áspides que entre las flores
de tu mirar dan veneno.
TRISTÁN
(Sabe Dios qué, retahilas
de embustes le va ensartando!...)
FENISA

 (Acércase á LUCINDO.)  

Así voyme envenenando
mirándome en tus pupilas
TRISTÁN

 (Dando en la mesa un puñetazo.) 

¡Fuego de Dios!
 

(FENISA y LUCINDO, sobresaltados se separan.)

 
FENISA
¡Ay!
LUCINDO

 (Severo a TRISTÁN.) 

¿Qué fué
el gritar, ni cómo osaste?
Fué que como me avisaste
que te avisara, avisé.
Que se hace tarde, señor,
y que la Aduana espera.
LUCINDO
Tuvieses otra manera
de aviso, que no el furor
de gritar, como en la calle,
en casa tan principal.
TRISTÁN
(Agora es otro costal
tener que desenojalle.)
FENISA
Ve, Lucindo, que por mí
no has de dejar tu quehacer.
LUCINDO
Ni Aduana ni mercader
han de moverme de aquí.
TRISTÁN
(¡Buena la hicimos, Tristán!)
CELIA
(¿Quién te mete á redentor?)
TRISTÁN
(Yo, que veo á mi señor
con menos ropa que Adán.
¡Que sois todas!...
CELIA

 (Coqueteando.) 

(¿Yo también,
cuando apenas abro el pico?)
TRISTÁN

 (Dándose cuenta del intento.) 

¿Así? Pues haré el borrico, á quién.)
por ver quién engaña á quién.)
Dije todas, por decir;
que si voy á la verdad,

 (suspira.) 

¡Ay, mocedad, mocedad!
CELIA

 (Fingiendo enfado.) 

Esto me queda que oir:
¡tú viejo! ¡tú!...
TRISTÁN

 (Amartelado.) 

(¿Habrá ladrona?)
Mujer, viejo, carcamal,
tal vez no;. mas digo tal
en tocante á tu persona....
FENISA

 (A LUCINDO.) 

Mas, ¿cómo se me olvidó
regalarte? ¿En qué he pensado?
Celia...
CELIA
Señora...
FENISA

 (A CELIA.) 

(¿El criado
se resiste?)
CELIA
(Al fin, cayó.)
FENISA
(¿Qué piensas del amo?)
CELIA
(Que
no te fíes, que no es tonto.)
FENISA
(¿Lo echaste de ver tan pronto?)
CELIA
(La cadena. ¡se nos fué!)
FENISA

 (Mirando á LUCINDO disimuladamente.) 

(Verdad que no trae, cadena
el muy bellaco)
CELIA
(¿Qué tal?
¡A ver si nos sale mal
el paso!)
FENISA
(No te dé pena
del amo, que es cuenta mía.
Más ruín y solapado
es el criado...)
CELIA
(¡El criado
está ya para sangría!)

 (Siguen hablando.) 

TRISTÁN
(¡Señor., por todos los santos!...)
LUCINDO
(Tristán, que no y no te digo...)
Tal. (Señor, vendamos el trigo
y huyamos de estos encantos.)
LUCINDO
(Vendamos el trigo, pero
volvamos como centellas...)
TRISTÁN
(¡Si hay dinero y están ellas
es como si no hay dinero!)
LUCINDO
(Tranquilo aguarda, Tristán.)
TRISTÁN
(Mis dudas tengo, señor.)
FENISA
De la hostería es mejor...
CELIA
De la hostería vendrán.
 

(CELIA, tras de cuchichear con TRISTÁN, sale.)

 


Escena VIII

 

FENISA, LUCINDO, TRISTÁN

 
FENISA
Por la merienda envié,
TRISTÁN
(¡Dios nos coja confesados!)
FENISA
¿Gustas de dulces y helados?
LUCINDO
Gusto de mi dulce bien.
FENISA
Hablemos, Lucindo, un poco,
que, está en tu mano alegrarme.
TRISTÁN

 (A LUCINDO). 

(¿Qué vas á hacer?)
LUCINDO
(A sentarme).
TRISTÁN
(¡No te sientes!)
LUCINDO

 (Sentándose.) 

(¿Estás loco?)

 (A FENISA.)  

¿Qué te diré?
FENISA
Que me quieres
aunque mientas en tu aserto.
LUCINDO
Que te adoro ten por cierto.
FENISA
¿»Por cierto?» ¡Qué lindo eres!
¿Qué es «por cierto?», ¿No eres, dí,
español?
¿Pues no, lo ves,?
FENISA
El «por cierto» no lo es.
El talle y la lengua, sí.
Yo aseguro que en mil años
no ha pasado otro «por cierto»
á Italia.
LUCINDO
Que soy, te advierto,
nuevo por reinos extraños.
FENISA
¿Nunca dejaste Valencia?
LUCINDO
Siempre anduve por allá.
FENISA
El «por cierto» lo dirá.
Vale más en mi «conciencia»
ó por «mi honor» ó por «vida»
de «mi madre» á poder ser,
que de todo ha menester
quien como yo está afigida...
¿Vesme estar desatinada
de amor, y cuando te advierto,
me respondes un «por cierto,»
envuelto en agua rosada?
No, español; yo no te agrado
ó tú quieres bien allá.
¡Si ausencia penas te dá
es que estás enamorado!
Por mis ojos, por los tuyos,
por los de amor, aunque ciegos,
que te muevas á mis ruegos
y me encarezcas los suyos.
¿Son negros, garzos ó azules?
¿Qué pelo, qué humor, qué talle?
¿Pensaste agora en su talle?
¡Ea, no lo disimules!
En Valencia estás agora...
¿Y qué hay por Valencia, diga?
TRISTÁN
(¡Qué socarrona!)
LUCINDO
Hay, amiga,
que en Valencia se os adora.
Esto hay de nuevo; y si allá
algún gusto me entretuvo,
hasta veros vida tuvo
y porque os ví, muerto está.
Una mujer me quería
entre blanca y pelinegra,
con dineros en la suegra
y el ingenio en la alquería.
Enviámonos las almas
en papeles, cuatro meses,
con requiebros portugueses
trayendo este amor en palmas.
Víla en una huerta un día,
más cerca y menos hermosa;
habléla y me supo á sosa;
toquéla y estaba fría.
Enfrióse el corazón
y ofreciéndose esta ausencia.
no deje cosa en Valencia
fuera de la obligación.
FENISA
¡Ay de mi, que adiviné!
¡Que hombre en quien yo puse tanto
á otra amase!... ¡Si me espanto
de mí!...
LUCINDO
Escucha.
FENISA

 (Sollozando.) 

¡Déjame!
LUCINDO
¿Lloras? El lienzo desvía
TRISTÁN
(¿Hay semejante bellaca?)
LUCINDO
El sol de entre nieblas saca,
regalada prenda mía.
FENISA
No celos, humillación...

 (Furiosa.) 

¡A fe que tienes aquí
pruebas que ella te dió allí!
TRISTÁN
(¿En qué parará el turbión?)
FENISA
¡A fe que fué la cadena!
¡Por eso no la has traído!
LUCINDO
Que no llores más te pido.
¿La cadena te dá pena?
TRISTÁN
(Ya se ablanda... ¡Vive Dios!)
FENISA
Me apena, ofende y humilla.
LUCINDO
Caso es que habrá que decilla...

 (Incierto.) 

TRISTÁN
(Cadena, volved por vos.)
LUCINDO
Como no traigo dinero,
hasta vender, la envié...
Tristán... La cadena.
TRISTÁN
Fué
á casa de un usurero.
FENISA
¿Y qué dinero le dió?
TRISTÁN
No estaba y dejéla allí
quedando en volver.
FENISA
(Aquí
es donde me arriesgo yo.)
TRISTÁN
¿El dinero te ha faltado?

 (Impetuosa.) 

¡Celia!
CELIA

 (Dentro.) 

Señora
FENISA
¿No vienes?


Escena IX

 

Dichos, CELIA, LISEO, ESTACIO y dos escuderos

 
CELIA

 (Seguida de criados, con paño al hombro, tazas y confituras que disponen en una mesa) 

Aquí la merienda tienes.
FENISA
No probaré ni bocado.

 (A CELIA áspera.) 

Ve, Celia, y tráeme aquí
el escritorio pequeño.

 (Sale CELIA.) 

 (A LUCINDO, sonriente.) 

Aquí está el dulce y el dueño,
pues que ya lo eres de mí
TRISTÁN
(En esto de merendar
son ya palabras mayores.
¡Qué criados tan señores!)
LUCINDO
Se te debe amonestar.

 (A FENISA por TRISTÁN.) 

¡Tristán!
TRISTÁN
Señor...
LUCINDO
(¿Y ahora? ¿Es dama
ó no es dama? ¡Estos criados!)
TRISTÁN
(Muy bien puestos y adiestrados,
señor; pero á mí me escama...)
FENISA

 (A LUCINDO.)  

¿No bebes?
LUCINDO
Dame á beber.

 (Sirvele, un criado.) 

TRISTÁN
(¡No bebas!)
LUCINDO

 (Confuso.)  

(¿Y por qué así?)
TRISTÁN
(¡No bebas!)
FENISA
¿No bebes?
LUCINDO
Sí...
LUCINDO

 (Viendo las señas de TRISTÁN.) 

Estaba esperando, á ver
si me pasa este dolor
de cabeza...
FENISA
(Es cosa hecha.
Este el engaño sospecha
y he de engañarle mejor.)


Escena X

 

Dichos y CELIA, con un escritorio pequeño

 
CELIA

 (Malhumorada.) 

El escritorio pequeño.
FENISA
Acerca.
CELIA
Acerco.
FENISA
Estos días
tiene cuatro fruslerías.
Ven, Lucindo, gentil dueño.

 (Registrando en el escritorio.) 

Estos son guantes. Bien puedes
tomar estos cuatro pares.
LUCINDO
¡Son de ámbar!...
FENISA
Sí. No repares.
LUCINDO
Fenisa, tantas mercedes.
FENISA
Pastillas has menester,
no son limpias las posadas
Seis docenas perfumadas
me envió una monja ayer.
Toma, en este papel van.
¿Que tendré aquí más que darte?

 (Registrando.) 

TRISTÁN
(O es gran necia, ó es gran arte.)
LUCINDO
(Perdidos somos, Tristán.)
TRISTÁN
(En extraña confusión
te coloca esta mujer.)
FENISA

 (Sospechando de TRISTÁN.) 

Medias solía tener
de Nápoles... Y ocasión...
Tristán...
TRISTÁN
Señora...
FENISA
Aquí van
dos pares.
TRISTÁN
(Nos libre Dios.)
FENISA
También los hay para vos;
tomad...
LUCINDO
(¿Qué es esto, Tristán?)
TRISTÁN
(¿Qué ha de ser? Indias cifradas
en escritorios de amor.)
LUCINDO
Con tanto y tanto favor.
Las manos son ocupadas.
FENISA
Toma este bolsillo.
LUCINDO
Eso
no
FENISA
Toma.
LUCINDO
No. Escucha.
FENISA
Dí.
LUCINDO
Dineros suenan aquí
y lo mismo dice el peso.
FENISA
Cien escudos hallarás
mientras no tienes dinero,
y por lo que yo te quiero
te pido que pidas más;
que cuando muchos te sobren
me los pagarás si quieres
LUCINDO
¡Bendita entre las mujeres!...
TRISTÁN
(¡Verás cualido te los cobren
con réditos!)
LISEO

 (A ESTACIO.)  

(¿Qué pez es
este?)
ESTACIO
(Un rico valenciano.)
LISEO
(Ganando va por la mano.)
ESTACIO
(Atado va por los pies.
Cuando Fenisa le fía
hipotecado estará.)
LUCINDO
Fenisa, muy tarde es ya,
y también la hacienda mía
ha menester de cuidado.
FENISA
El cielo vaya contigo.
Con toda el alma te sigo,
pues el alma te has llevado.
LUCINDO
Cadenas de obligaciones
me ataron á la ventura,
pues sin la de tu hermosura
en las que llevo me pones.
LUCINDO
El mercader español
no podrá nunca pagarte
aun cuando pudiera darte
mar y tierra, luna y sol.
FENISA
Guárdeteme Dios mil años.
¡Hola! Acompañadle todos...
LUCINDO

 (A TRISTÁN.) 

(¿Qué esto?)
TRISTÁN
(Notables modos...)
LUCINDO
(¿De qué?)
TRISTÁN
(De amor ó de engaños.)
 

(Salen LUCINDO, TRISTÁN y los que acompañan, criados y escuderos.)

 


Escena XI

 

FENISA y CELIA

 
CELIA
A mucho te has atrevido...
FENISA
¡Esta es ganancia segura!
CELIA
Así Dios me dé ventura,
que pienso que lo han olido.
FENISA
¿Pues qué gusto puede haber
como avisar y engañar?


Escena XII

 

Dichas, el CAPITÁN OSORIO, DINARDA (de hombre), FABIO y BERNARDO

 
OSORIO
¿Puedo entrar?
FENISA
Puedes entrar.
OSORIO
Un huesped traigo á comer.
DINARDA
Vuesa merced, mi señora,
me tenga por su criado.
FENISA

 (A OSORIO.) 

Seais, señor, bien llegado.
¿Es de España?
OSORIO
Y llega ahora.
FENISA

 (A OSORIO.) 

¿Caballero?
OSORIO
¿No lo ves?
FENISA
¿Qué nombre?
OSORIO
Don Juan de Lara.
FENISA
Buena cara...
OSORIO
¡Linda cara!
FENISA
(Cara, manos, talle y pies.)
DINARDA

 (Empujada por BERNARDO y FABIO hacia FENISA.) 

Llegue á Sicilia en el día
de mi vida más dichoso,
pues ví el rostro más hermoso.
FENISA
Estimo la cortesía...
¿Y á qué venis?
DINARDA

 (Mirando á sus pajes.) 

¡Psé!... A servir
al Rey, con los alimentos
de padre y madre avarientos
en España, hasta morir.
¡Pajes!
BERNARDO
Señor...
DINARDA
Ofreced
vuestros respetos ahora.
BERNARDO

 (Saludando extremadamente). 

Señora mía...
FENISA
Señora...
FENISA
Agradezco la merced.
DINARDA
Llegué á un corro de soldados,
hallé al señor Capitán
que es de mi tierra, do están
deudos con deudas casados,
y ofrecióme su posada,
y para mayor favor
me trajo aquí.
FENISA
Es gran honor
y quedo muy obligada...
Persona tan principal

 (A CELIA.) 

(¡Dos pajes y talle lindo!
Celia, Celia... yo me rindo.)

 (A DINARDA.)  

(No le has parecido mal
y hay que seguir adelante.)
OSORIO

 (A CELIA.) 

¿Comemos, ó es que no hay modo?
CELIA
Ya está prevenido todo.
Comemos en el instante.

 (A FABIO por FENISA y DINARDA.) 

(Parece que hemos caído
de pie, Fabio.)
FABIO
(La picaña
se inclina al amor de España.)
BERNARDO
(Hablándose están de oído.)
En cuanto se entren me llego.
FABIO
¿A quién?
BERNARDO
Pues á la criada.
FABIO
Aquesa ya está tomada.
BERNARDO
Aqueso, niego y reniego,
que yo sé que está por mí
desde que el umbral pisé.
OSORIO

 (A FENISA

¿Ya me dáis celos?
FENISA
¿De qué?
¿No me enseñáis cortesía?
OSORIO
Sí, tal, que yo gusto mucho
que honréis al señor don Juan.
DINARDA

 (A FABIO y BERNARDO

(¡Tiernas las hembras están!)
FENISA
(Escucha, Celia.)
CELIA
(Ya escucho.)
FENISA
¿Viste qué gallardo?
CELIA
¡Sí!
FENISA
En mi vida tuve amor,
pero ya fuera mejor
no haber visto lo que ví.
De Sevilla dicen que, es,
CELIA
(De Sevilla y con buen nombre,
donde diz que cada hombre
acomete lo que tres...)
FENISA
(¡Ay, Celia, que estoy que fino
de mirarle!)
CELIA
(¡Es guapo mozo!...)
DINARDA

 (A sus pajes.) 

(¡En llegando el alborozo
habéis de andar con más tino!)
OSORIO
Venid, don Juan, á la mesa.
DINARDA
Pajes...
BERNARDO
Señor...
FABIO
(¡Bueno va!)
DINARDA

 (A los pajes.) 

(¡Ya pica!)
OSORIO

 (A FENISA.) 

¿Qué, picó ya?
DINARDA
(Ya me pesa)
FENISA
(¡Ya me pesa!) Telón





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