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ArribaActo tercero


Cuadro primero

 

Hostería, hospedaje de DINARDA. Estancia donde comen, beben y juegan soldados y mujeres de la aventura. Puertas alfondo y laterales. Mesas y taburetes. CELIA y ALBANO en una mesa de la izquierda.

 

Escena primera

 

CELIA y ALBANO, soldados y mujeres que no hablan.

 
CELIA
Unos tras de otros, sogas y calderos,
al fin en la hostería habemos dado.
Fenisa por don Juan, que de acá es huésped;
vos por Fenisa, que aún os quita el sueño,
y yo por mis oficios de doncella.
ALBANO
Yo vine acá, según es mi costumbre,
ignorando encontrarte; y aun sospecho
que cuanto de Fenisa me has contado
es chanza y buen humor.
CELIA
Há más de una hora
que por aquella puerta de allá enfrente,
de don Juan á la estancia se acogieron.
ALBANO
¿Fenisa y don Juan dices? ¿Luego es claro?
¿Tú los has visto juntos?
CELIA
Los he visto
y aun tú los puedes ver... Los celos deja
del capitán, que no es sino su cebo,
y atiende á que don Juan la trae loca.
ALBANO
¿Y de él?
CELIA
No te diría yo otro tanto.
Un galán tan galán y gentilhombre
que entro las bellas damas de Sevilla...
ALBANO
¿De Sevilla es don Juan?
CELIA
¿Qué te sorprende?
Es de Sevilla, noble y generoso,
tiene gentil figura y veinte años...
ALBANO
¿Y tú lo has visto junto con Dinarda?
CELIA
Como estamos tú y yo... pero más tiernos.
ALBANO
(Es mi Dinarda. ¡Agora ya no dudo!
¡Dinarda es que me ha visto amar á otra!)
CELIA
¿Conoces á don Juan tú por ventura?
Je robó alguna dama? ¿Le aborreces?
¿Cómo á su nombre estás descolorido?
ALBANO
Jamás le vi ni aún escuché tal nombre...

 (Pausa.) 

CELIA
Duro oficio es aqueste de doncella
de una señora tal como Fenisa.
Cuando no el esperar en este modo,
es algo más peor... Somos abejas,
labramos el panal ¡y otros lo comen!...
 

(Entra CAMILO y va derecho y con agitación á ALBANO. CELIA se aparta y luego váse derecha.)

 


Escena II

 

CAMILO, ALBANO

 
CAMILO
En vuestra busca he venido
por la ciudad descompuesto
y á gran ventura he tenido
hallaros
ALBANO
Pues ¿cómo es esto
que venís despavorido?
CAMILO
Un caballero portado,
español recién llegado,
solícito preguntaba
á dónde Albano paraba,
de un soldado á otro soldado.
Llegué, díjeselo, y luego
le pregunté qué os quería,
mostró algún desasosiego
y dijo que volvería,
sin que-bastase mi ruego.
Seguíle y en su posada
pregunté quién era...
ALBANO
¿Quién?
CAMILO
Ninguno me supo nada.
Fuíme al puerto, que también
fué indicación extremada,
y me dijeron allí
que un hombre como el que ví,
apenas desembarcado
de Sevilla, ha preguntado
con gran extremo por tí.
ALBANO
Y ese hombre ¿quién es?
CAMILO
Su nombre
un gran peligro te guarda:
don Félix es ese hombre...
ALBANO
¡El hermano de Dinarda!
Vamos, Camilo, que sé
que es hombre de corazón,
y pues tan mal le agravié
hiriéndole en la ocasión
aquella que te conté,
y está por medio el amor
que por su hermana hay en mí,
prudencia será valor,
que agora en mí dá el dolor
de la herida que le abrí...
 

(Salen izquierda.)

 


Escena III

 

CELIA, por la derecha, y los que no hablan.

 
Tienen que ver estas damas
que pasan de Enero á Enero,
más amores en sus tramas
que barcajes el barquero,
y cuando algún caballero
las trae á mal traer...
¡tienen que ver!
Tienen que ver en lo altivas
que son con los pretendientes,
blandas sólo á los presentes
y en lo demás pañas vivas,
y cuando caen cautivas
de un amor-anochecer
¡tienen que ver!
 

(Asoman por la izquierda FÉLIX, LUCINDO y TRISTÁN. CELIA, al verlos, da un grito, y se entra por donde salió.)

 
CELIA
¡Amo y criado aquí están!

 (Se entra.) 



Escena IV

 

DON FÉLIX, LUCINDO y TRISTÁN, con vestidos más ricos y lujosos.

 
LUCINDO
Por acá suelen caer
españoles á beber
en compañía de Tristán.
TRISTÁN
Por acá suelo acudir.
la grandísima señora
que se llevó en una hora
un siglo de bien vivir.
LUCINDO

 (A DON FÉLIX.) 

Gracias que vos al llegar
nos dísteis prendas mejores.
D. FÉLIX
En un cambio de favores
no hay favor, sino cambiar.

 (A LUCINDO.) 

Vos de Fenisa agraviado,
yo de Albano con afrentas,
hemos reunido las cuentas
para cobrar al contado.
Ella y él amigos; vos
y yo, deudos y allegados,
en tierra extraña juntados
por la venganza los dos.
Dios hará que nos cobremos
debidamente y por junto.
LUCINDO
Tristán, aún nos queda el punto
de la Aduana. ¿Qué haremos?
TRISTÁN
No hay sino disimular
y hacerse nuevas, señor.
D. FÉLIX
Sospecho que lo mejor
con mujeres, es no dar.
LUCINDO
No dar, mas sí prometer
cuanto su afán nos indique;
que no hay mujer que no pique
en promesas, si es mujer.
TRISTÁN
Mira bien si te has lucido
prometiendo...
LUCINDO
¡Ya soy diestro!
TRISTÁN
¡A buen hora eres maestro,
después que te han esprimido!
LUCINDO
Pues, ¿cómo quieres que aprenda
el hombre, sin el agravio?
¡De amor y hacienda, el más sabio
es quien perdió amor y hacienda!
De ambas cosas sabio soy,
pues que ambas cosas perdí,
y lo que sembrando fuí
ahora cosechando voy.
TRISTÁN
(¡Señor, que pasa el umbral
Fenisa, prepárate!)
 

(Por la derecha, FENISA y CELIA con mantos; al ver á LUCINDO y TRISTÁN, fingen sorpresa.)

 


Escena V

 

Dichos, FENISA y CELIA

 
LUCINDO

 (Fingiendo un gran dolor.) 

¡Fenisa!
FENISA
(Idem.) ¡Lucindo!
TRISTÁN
(¡A fe
que valen tal para cual!)
FENISA

 (A CELIA.) 

(¡Viene más engalanado!)

 (Con ternura.) 

¡Lucindo!
LUCINDO
¡Fenisa!
TRISTÁN

 (A LUCINDO, interponiéndose.) 

¡No!
¡No más, no más! Ya bastó
y sobró con lo pasado...
LUCINDO

 (A TRISTÁN, suplicando.) 

Tristán...
FENISA

 (Irritada.) 

¡Tristán!...
TRISTÁN
Agrio ó miel
el demonio que os entienda,
que esta segunda contienda
será un segundo Montiel.
Una ley tiene el amor,
mas el negocio otra ley:
«ni quito ni pongo rey,
pero ayudo á mi señor.»

 (A LUCINDO.) 

Sigue en tu locura vana
de amar quien burló tu fe,
que ya á tiempo me cuidé
de avisar en la Aduana,
y de allí no has de sacar
aceite, frutas ni sedas,
en tanto que no te quedas
libre de tan loco atar.
FENISA

 (A CELIA, por TRISTÁN.) 

(Ve y ofrécele y procura
contentalle.)  (A LUCINDO.)  La opinión
de un criado socarrón
más en mi honor me asegura.
LUCINDO

 (Disculpando á TRISTÁN.) 

Como viejo, es descortés
mas no escuches sus enojos.
FENISA

 (Acercándose tiernamente á LUCINDO.) 

¿Sabes algo de estos ojos?
¿Qué es lo que en sus niñas ves?
LUCINDO
Sé que estas niñas lo son
de tal forma en las mudanzas,
que dan nuevas esperanzas
después de la posesión

 (Siguen hablando.) 

TRISTÁN

 (Fingiéndose convencido.) 

(¿Aqueso habré de creer?
¿Piensas que me mamo el dedo?
Lo del vestido, concedo,
mas lo otro...)
CELIA
(Si lo has de ver
por tus ojos; allá están
los cuatrocientos ducados
en un bolsillo apartados,
con un rótulo: «A Tristán...»
Luego que cesó la broma
y dimos mano á la risa,
por encargo de Fenisa
fui á la posada...
TRISTÁN
¡Toma!
¡Agora me convenció!
Cierto, que fué una tapada
preguntando en la posada
por mi señor.
CELIA
¡Si era yo!
(¡Necio es!)
TRISTÁN
(¡Tonto me ha ercido!)
CELIA
Yo, que llevaba apartados
los cuatrocientos ducados.

 (Siguen hablando.) 

LUCINDO

 (A FENISA.) 

Sabe Dios que no he sentido
perder, Fenisa, el dinero,
sino el ver, como lo ví,
de tí burlado...
FENISA
¿De mí?
LUCINDO
Un amor tan verdadero.
FENISA
Yo solo quise probarte;
aquella excusa tracé
del dinero, con la fe
de una ruina evitarte,
pues viéndote generoso,
galán, cortés y sencillo,
quise poner tu bolsillo
en seguro cauteloso.
A poco que te partiste
mandé con Celia á buscarte...
y acababas de mudarte

 (Sollozando.) 

¡Qué buena noche me diste!
¡Qué caro me costó
haber querido y querer
probarte así.
LUCINDO
(¡Qué mujer!)
¿Luego aquella noche?
FENISA
¡Oh!
No sé cómo te refiero
aquel dolor sin igual
y aquel tanto y tanto mal
que me trujo tu dinero.
El bolso tuyo tomaba
en mis manos, y decía
cosas que, quien las oía,
enternecido quedaba.
LUCINDO
¿Es posible, mi señora,
que merezca con mi ausencia
lágrimas tuyas? ¡Oh, ciencia
del adivinar, traidora!
Bendito el llanto, mi bien.
Mas no es justo estar aquí.
Si tú me quieres así,
yo te quiero así también,
Con Tristán á la Aduana
iré á disponerlo todo
para vender en buen modo
mercancía valenciana,
porque al venderla te entregues
en la plata y en el oro,
pues me basta por tesoro
que tus ojos no me niegues.
¿Puédote agora abrazar?
FENISA
Agora y siempre, mi bien.
LUCINDO
Vete con Dios y preven
para esta noche cenar.
Que voy con aqueste hidalgo
en casa de un mercader
que merced me quiere hacer
por él, no por lo que valgo;
de que contra mercancías
tres mil ducados avance...
FENISA
¡Agora es bueno el percance!
Pues, ¿y yo?
LUCINDO
¿Que tú hallarías
quien me lo diese?
FENISA
Tal vez.
¿Para qué son?
LUCINDO
Para trigo,
que hay falta en Valencia.
FENISA
Digo
que sí, por segunda vez...
Sé por cierto caballero
que una dama de opinión
anda buscando ocasión
de colocar un dinero.
LUCINDO
Con trigo habrá gran ganancia,
pues no hay allá.
FENISA
Dices bien,
y yo haré que te lo den.
Pero, ¿será de importancia
el resguardo de tu hacienda?
LUCINDO
Del almacén donde está
daré las llaves.
FENISA
Será,
Lucindo, bastante prenda.

 (Pausa.) 

Advierte que han de querer
un treinta por ciento.
LUCINDO
Es cosa
cruel...
FENISA
Pues será forzosa.
LUCINDO
No es razón
FENISA
¡Pues lo ha de ser!
LUCINDO

 (Risueño.) 

Negocia en veinte, si tratan,
¡por vida de aquesos ojos!
FENISA
Veré de no darte enojos
por los tuyos, que me matan...
Allana lo de Tristán
y vete á la noche allí.
¿Celia?
CELIA
Señora.
FENISA

 (A LUCINDO.) 

De mí
fía, que te los darán.

 (A CELIA.) 

(¿Y el criado.)
CELIA
(Convencido.
¿Y el amo?)
FENISA
(Trae más caudal
y es mío.)
 

(Sale entre miradas tiernas á LUCINDO, por la izquierda, con CELIA.)

 
TRISTÁN
¡Cuerpo de tal,
que van que se lo han creído!...


Escena VI

 

DON FÉLIX, LUCINDO y TRISTÁN

 
D. FÉLIX
Jamás supe de mujer
tan ágil, mañosa y diestra...
si por los ojos maestra
más por el decir y hacer.
TRISTÁN
Aun viniendo preparados
tan astuta es y liviana,
que sospecho que esta lana
nos cuesta el ir trasquilados.
LUCINDO
De esta no escapa Tristán.
TRISTÁN
No sé qué diga, señor.
LUCINDO
Agora ya no hay amor,
agora sólo es afán
de venganza, cada instante
más celerado y más fiero
TRISTÁN
¡Con recobrar el dinero
es ya venganza bastante!
LUCINDO
Perdonad, don Félix; vos
por la vuestra que olvidamos,
y tras Albano vayamos
hasta que disponga Dios
que le encontremos.
D. FÉLIX
Sí tal,
que no por mostrar templanza
está fría mi venganza
del agravio fraternal.
TRISTÁN
Venguemos, Tristán, venguemos,
con Fenisa y con Albano,
y en viendo dinero á mano,
¡cobremos, Tristán, cobremos!
 

(Salen los tres por la izquierda.)

 


Escena VII

 

DINARDA, OSORIO

 
OSORIO
No hay para qué satisfacerme en nada.
Ya sé que sois honrado caballero,
mas al venir Fenisa á la posada
sin darme aviso, agravio considero.
Jamás neguéme cuando acongojada
solicitó el apoyo de mi acero
y harto reñí, por verla de señora,
para sufrir que así me pague agora.
DINARDA
Que estuviese Fenisa en mi aposento
no os niego, Osorio; mas también es llano
que os vino á ver.
OSORIO
Yo sé su pensamiento
y sé también su proceder liviano;
encarcelar al sol, prender el viento,
y hasta coger la luna con la mano,
cosas son más posibles y seguras
que gratitud de ciertas creaturas.
Yo sé que ha conservado el artificio
de pescar las haciendas extranjeras,
porque amor en mujeres de ese oficio
es cimbe de ambiciones y quimeras;
mas como el más espléndido edificio
que inmortal á los tiempos consideras
está sujeto al rayo, tú lo fuiste,
que con Fenisa, al fin, en tierra diste.
Ella te adora, yo lo sé, ¿qué dudas?
DINARDA
¿Y oféndote, por dicha, en que me adore?
OSORIO
Están las piedras, al milagro, mudas;
no dudes que tu ingenio se mejore;
pues al vencer astucia, mal y daño,
alcanzaste á engañar el mesmo engaño.
Mira: ninguna cosa estas mujeres
buscan ni intentan más que el casamiento.
Toca esta tecla si engañallas quieres;
haz con esta promesa un escarmiento.
A sus livianos gustos y placeres
debes con el casorio estar atento
y fiar en mi ciencia. ¿Hazme entendido?
DINARDA
¿Tú quieres que me finja su marido?
OSORIO
Don Juan, estas mujeres se previenen
viendo que se les corre la hermosura
y que si arrugas ó si canas tienen
no tienen casa ni pensión segura.
Si alcanzas tú que sus escudos suenen
músicas de oro por llamar al cura,
les mesmos que hoy tal vez estén desnudos
tal vez mañana estén llenos de escudos.


 
 
Telón
 
 



Cuadro segundo

 

El salón de FENISA en el primer acto. Al alzarse el telón, FENISA y CELIA examinan dos cofrecillos, dos llaves y varios papeles que habrá sobre una mesa de la estancia.

 

Escena primera

 

FENISA, CELIA

 
FENISA
¿Qué me dices agora de sospechas?
¿Es negocio seguro? ¿Está en la mano?
Mira bien: documentos, testimonios,
sellos, tasa, licencia, las dos llaves
del almacén...
CELIA
Seguro es todo agora.
Mas siendo tan enorme la ganancia...
hasta vella en tus manos no sosiego.
FENISA
¿Vendrá Tristán?
CELIA
Vendrá; Lucindo queda
en la Aduana.
FENISA
¡Ay, Celia, de pensallo
me fino y muero! ¡Mi don Juan y el oro!
¡Mis dos venturas y mis dos amantes!
CELIA
Mira si son los hombres rematados,
que una vez y otra y otra se les burla
y ciento y mil ¡y no abrirán los ojos!
FENISA
Los abren, sí, mas se les burla. ¡Mira
que el tal Lucindo! ¿Cuándo ni por pienso
pude yo imaginar que tras el lance
de los soldados, por acá volviera?
CELIA
¡Y agora vuelve y me lo dejas limpio
segunda vez! ¡Asina son los hombres!
FENISA
Todo está pronto, por si Tristán llega?
CELIA
Todo: los cofrecillos del dinero,
las llaves de la guarda, los papeles...
¿Iremos yo y Estacio en tu compaña?
FENISA
Y Fabricio que cargue con los cofres.
CELIA
Don Juan y Osorio vienen. ¿Vóyme?
FENISA
Queda;
que el padre de este amor es el negocio.
OSORIO

 (Dentro.) 

¡Já, já! No os dé rubor don Juan.
FENISA
¿Qué burlas?
 

(Entran por la izquierda OSORIO y DINARDA.)

 


Escena II

 

Dichos: OSORIO y DINARDA

 
DINARDA
Salud, bella Fenisa
OSORIO
¡Dios te guarde!
FENISA
¿Qué risas eran?
OSORIO
¡Chanzas inocentes!
FENISA

 (Aparte á OSORIO.) 

(Cierto dinero doy de avance á un rico
mercader, que me espera en la Aduana.
Dí que el dinero es tuyo y lo administras
de una noble señora de Palermo.)
OSORIO
(¡Negocio hecho! ¿A qué interés lo damos?)
FENISA
(¡Treinta por ciento!)
OSORIO
(¿Y qué resguardo en prenda?)
FENISA
(Sedas y paños de Valencia ricos
y cien pipas de aceite registradas.
De esto tengo las llaves y el seguro
de las guardas del rey, que sin mi orden
ni su dueño ni nadie tocar puede.)
OSORIO
(Bien va.)  (Por don JUAN.)  (Que no sospeche.)
 

(Durante esta escena el personaje se distraerá de manera que pueda hacer señas sin ser visto de ninguno de los otros dos.)

 
FENISA
¿Cómo callas,
don Juan?
OSORIO

 (Guiñando a don JUAN.) 

Porque está agora vergonzoso
de cierta pretensión
FENISA
¿Vuelven las chanzas?
OSORIO
¡Cómo que chanzas! Vive Dios que quise
sabiendo que has estado en su aposento
pasarle el corazón de parte á parte,

 (Guiñando á FENISA.) 

y vive Dios que me dejó sin cólera
cuando me habló de vuestro casamiento...
FENISA

 (Con arrebato.) 

¿Conmigo casamiento?
OSORIO

 (Guiñando á don JUAN.) 

Sí, contigo.
Yo viendo la ocasión de tu fortuna

 (Guiñando á don JUAN.) 

y que con él casada, si te lleva
á España, allí serás lo que quisieres,
quiero perder de mi derecho y gusto

 (Guiñando á FENISA.) 

con tal que ganes tú. ¡Don Juan de Lara
te demanda de esposa y señoría!
FENISA
¿Burlas?
OSORIO
Hablad, don Juan...
DINARDA
Es cierto.
FENISA
¡¡Cierto!!
OSORIO

 (Guiñando alternativamente á una y a otra.) 

¿Ves lo que te decía? Cierto era.
FENISA

 (A OSORIO.) 

Agora sé noblezas españolas.
Te daré el mesmo día de las bodas
una cadena de á dos mil ducados.
OSORIO
(Ya lo he dicho á don Juan que tienes oro.)
FENISA
Si él noblezas me dá, yo aporto un dote
que no baja de treinta mil escudos.
 

(Entra por la izquierda TRISTÁN.)

 


Escena III

 

Dichos y TRISTÁN

 
TRISTÁN
Lucindo, mi señor, queda esperándote
con los de la Aduana.
FENISA

 (Rápida.)  

Osorio, vamos.

 (A don JUAN.) 

Perdóname... Un negocio á andar me fuerza,
mas es cosa de instantes...
OSORIO
Tornaremos
presto, don Juan. En tanto, no os mováis.
FENISA

 (Acercándose enamorada.) 

Queda en tu casa, que tratar precisa
de este amor sin igual ¡Don Juan!
D. JUAN

 (Acercándose enamorado.) 

¡Fenisa!
¿Presto vuelves?
FENISA
Sí, presto...
OSORIO

 (Interponiéndose.) 

¡Vamos, vamos.
FENISA
Tú, Celia, díle á Estacio y á Fabricio
carguen ese dinero y que nos sigan.
OSORIO

 (Cogiendo los cofres.) 

No hacen falta, que yo cargo los cofres.
FENISA
Vamos, Tristán, Adiós...

 (A DINARDA.) 

DINARDA
¡Adiós, sol mío!
OSORIO

 (Desde el dintel guiñando á DINARDA.) 

¡Por Dios, don Juan, que son diez mil ducados!
 

(Salen todos menos DINARDA.)

 


Escena IV

 

DINARDA (Sonriendo.)

 
Cuenten luego novelas y ocasiones
de la imaginación más divertida,
que allá saldrá el romance de la vida
alegando mezquinas invenciones.
Por el amor de Albano y sus pasiones
cruzo el mar, me disfrazo decidida
y á la mujer que es más aborrecida,
fingiéndome don Juan, canto ilusiones.
Romper trató esta farsa y burda treta
y cien veces de Albano el pensamiento
á sus grillos me amarra y me sujeta.
¡Cumple, Amor, tu decreto soberano,
que he de seguir en el primer intento
hasta que de Fenisa libre á Albano!
 

(Sale ALBANO por la izquierda.)

 


Escena V

 

DINARDA, ALBANO

 
ALBANO
Mucho me huelgo de hallaros,
don Juan, solo y en tal puesto.
DINARDA
Y yo de veros y hablaros,
que también estoy dispuesto
á informarme y á informaros.
ALBANO
(¡Cuerpo de tal! ¡Que este sea
don Juan, y que no es Dinarda!
¿Quién ha de haber que lo crea?)
DIN
(Mucho el temor me acobarda,
pues conocerme desea.
Mas téngolo de negar
aunque supiese morir.)
Ya que me venís á hablar,
ó comenzar á decir
ó comenzar á escuchar.
ALBANO
Cuando en esta casa entrastes,
sabíades mi afición
por Fenisa; ¿á qué llegastes?
DINARDA
Porque tengo corazón,
cosa con que no contastes.
Cuando un hombre se aficiona
y una mujer se le encara
¿no es el amor quien le abona?
ALBANO
(¡La voz, el talle, la cara!
Es mi Dinarda en persona...)

 (Con arrebato.) 

Dí...
DINARDA
(Fríamente.) ¿Qué?
ALBANO
(Loco he de parar
con esta duda!)
DINARDA
¿Por qué
la pregunta comenzar
diciendo: dí?
ALBANO
Preguntar
vuestra patria y nombre fué...
DIN
¿Mi patria y mi nombre?
ALBANO
Sí,
DINARDA
¿Por qué?
ALBANO
No porque me asombre
el veros venir aquí
tan gallardo y gentilhombre,
que de ello no soy celoso,
mas para sólo saber
si sois hombre generoso,
porque con esta mujer
procedáis más cauteloso.
DINARDA

 (Burlona.) 

¡Qué gracia en eso tenéis!
¿De cautelas me advertís?
¡Sin duda que lo sabéis!
ALBANO
Vos, ¿para qué la servís?
DINARDA
Vos, ¿para qué la queréis?
ALBANO
Yo, por sólo entretener
la ausencia de una mujer
de quien desdichas me apartan,
¡desdichas que no se hartan
de mi duro padecer!
DINARDA
¿Sufrís por mujer ausente
y estáis por Fenisa loco?
¡Dejad que pasmarme intente
de caso tan sorprendente,
que el decir milagro es poco!
ALBANO
Como imagen la tenía
en el altar del respeto
donde el alma le ofrecía,
cuyo retrato perfecto,
aunque extraño, en vos vería...
DINARDA
Quisiera saber quién era
para escribille el engaño
que vuestra fe vitupera,
porque viendo el desengaño,
ausente, os aborreciera.
Que á una piedra mueve á risa
que aquí finjáis adorar
de pronto y con tanta prisa
y me vengáis á retar
por los celos de Fenisa.
Pues Albano, estad atento
á lo que os voy á decir:
De ese antiguo pensamiento
ni tengo que dirimir
ni vuestros engaños siento.
De esto que agora teméis
os dígo que no intentéis
entrar más en esta casa,
porque Fenisa se casa
ALBANO
¿Con quién?
DINARDA
Con... ¡Ya lo sabréis!
¿De qué os sirve preguntar
cuándo se casa esta dama?
¿No amáis otra... hasta matar?
¿No véis que en ello se infanta
la ausente, sin protestar?
ALBANO
(Agora que es ella creo,
sin más dudas. ¡Es Dinarda!)

 (De repente.) 

Pues que Fenisa se tarda,
Avenís á dar un paseo?

 (Sorprendida, mas reponiéndose.) 

¿Un paseo?
ALBANO
¿Os acobarda
no ver á Fenisa agora?
DINARDA

 (Naturalmente.) 

(No, que más tarde la veo.
ALBANO
¿Se casa pronto?
DINARDA
Tal creo.
ALBANO
¿Con quién me será traidora?
DINARDA
Ya os lo diré en el paseo.
 

(Salen DINARDA y ALBANO por la izquierda. Por la derecha entran CELIA y FENISA con mantos y algunas cajitas con regalos y joyas.)

 


Escena VI

 

CELIA, FENISA

 
CELIA
¿Estás contenta?
FENISA
No estuve
en mi vida más contenta,
pues que el amor me frecuenta
y la fortuna me sube.
Vuelvo acá con más dinero
camino de enriquecer,
y voy á ser la mujer
de mi don Juan, por quien muero...
¡Treinta por ciento he ganado
sin mas que ir á la Aduana!
CELIA
¡Treinta por ciento! ¡Qué ufana
á las guardas has dejado!
¿Y cómo Lucindo queda
de agradecido al favor?
Pues, ¿y Tristán? ¡Qué furor
de bendiciones en rueda!
¡A tí, á mí, nos bendecía
con una unción de beato!
¿Hay hombre tan mentecato?
FENISA

 (Dándole unas llaves.) 

De gran provecho es el día.
Las llaves del almacén
encierra en el escritorio.
¿A dónde fué Osorio?
CELIA
Osorio
fué por don Juan y tu bien.
FENISA
¡Ay, Celia, Celia!... Me muero
de gusto en imaginar
que he de venir á casar
con un noble caballero.
CELIA
Don Juan, ¿es conde ó marqués?
FENISA
No camines tan apriesa.
CELIA
Serás condesa ó marquesa
de la cabeza á los pies

 (Burlona.) 

Señora condesa, ¿da
vuestra excelencia licencia?
Un mercader de Valencia...
FENISA
¿Mercader? ¡Uf! ¡Quita alla!
Una dama no recibe
gentes de tan baja grey.
CELIA

 (A la puerta.) 

Señora... el señor Virrey
que por vuestros ojos vive...
FENISA

 (Como si se preparase á recibir al virrey.) 

Pase su alteza al estrado.
Señor, tan alto favor
tantas mercedes, señor...
CELIA

 (A gritos.) 

El señor conde es llegado

 (Ríen las dos.) 



Escena VIII

 

Dichas y OSORIO

 
OSORIO

 (Desde el umbral.) 

¡Cuerpo de tal! Bien gozamos
de nuestra famosa empresa.
CELIA
Mi señora la condesa
OSORIO

 (Suspira tristemente.) 

¿Cómo? ¿Ya condeseamos?
A decirte que lo esperes
me envía el señor don Juan...
FENISA
¡Oh, bravo Osorio galán,
que mi padre y dueño eres!

 (Saca una cadena.) 

Pues que me traes noticias
que son mi mayor tesoro,
esta cadena de oro
has de llevar en albricias.
OSORIO
Dejad dádivas agora,

 (Con dignidad, cómicamente triste.) 

Fenisa, que en tan solemne
día, la dádiva tiene
yo no sé qué de traidora
FENISA
¿Qué decís?
OSORIO
Digo, Fenisa,
que si entendéis que un hidalgo
como yo, os sirvió de algo
mientras subísteis aprisa...
¡cuerpo de tal! ¿Pues no dudo
en hablaros?
FENISA

 (Desconcertada.) 

No os entiendo,
Osorio.
OSORIO
¿Qué voy sintiendo,
que voz y semblante mudo?
¿Que no me entendéis ¿Que no?
¿Y en un tan solemne día
con esta cadena fría
queréis maniatarme? ¡Oh,
vuestra cadena guardad,
Fenisa, que mi decoro
harto más vale que el oro!...
FENISA
¿Cuál decoro? Hablad, hablad.
OSORIO

 (Enfático.) 

Fenisa, en aquestos ojos
terror de los extranjeros
que te daban sus dineros
¿nunca has visto más que enojos?
¿No ves, Fenisa, notorio
y tan claro como el sol
que mi desdén español
y que mi orgullo de Osorio
emprendieron peregrinos
los caminos soberanos
de tus ojos italianos
en lo bellos y asesinos?
FENISA
Tened, Osorio, tened
que á don Juan soy prometida.
OSORIO
Lo pagará con la vida
¡cuerpo de tal! ¡Tengo sed
de sangre y de muerte y
FENISA
Vos me lo habéis presentado,
hacia él me habéis inclinado,
¿quién es el culpable aquí?
¿Supe yo de vuestro amor
jamás? ¿Fuisteis galán mío?

 (OSORIO afirma ó niega secándose el llanto.) 

¿He dado yo mi albedrío
por prenda á vuestro favor?
Vos mesmo me autorizáis
con don Juan, y en un momento,
sin medir el pensamiento,
de pensamiento mudáis...

 (Suplicante.) 

Ved, bravo Osorio, si pesa
en vos detenerme el paso;
ved que, si con don Juan caso,
de Fenisa iré á condesa,
y advertir que si mis rudos

 (Intencionado.) 

conceptos amor no alcanzan,
mis manos sobre vos lanzan
tal lluvia de oro en escudos
que, al librar vuestro decoro
apaguen vuestro furor,
y de ser ciego de amor
paséis á ser ciego de oro...
Dejad, Osorio, que os diga
este bolso de doblones
con las buenas bendiciones
de vuestra mejor amiga...

 (Finge llorar de rabia, toma el bolso.) 

¡Cuerpo de tal! A no ser
por ser vos ¡ira de Dios!
(¿Serán buenos?) ¡Por ser vos,
Fenisa! ¡Podéis creer!
 

(DINARDA por la derecha, con sus pajes, que traen flores.)

 


Escena VIII

 

Dichos, DINARDA, BERNARDO y FABIO.

 
DINARDA

 (A FENISA.) 

Perdona si me he tardado.
FENISA
Al fin, don Juan, has venido.
DINARDA
Quien viene á ser tu marido
las flores le han retardado.
¡Finezas de un fino amor!
DINARDA
¡Pajes! Los ramos traed
FENISA

 (Toma las flores.) 

Celia, dad por la merced
á estos pajes.

 (A DINARDA, quitándose un anillo de brillantes.) 

Y al señor
doy este rico diamante,
prenda de amor fino y fuerte
DINARDA
Hasta el día de mi muerte
seré, Fenisa, constante...

 (Dale una joya.) 

Celia, toma, ¡que hay espacio
para todos en Fenisa...!
OSORIO
(¡Por Dios, que reparte aprisa
lo que juntó tan despacio.)
 

(Sale ALBANO por la derecha.)

 


Escena IX

 

Dichos, ALBANO, con una carta, y CAMILO

 
ALBANO
Después de que por mil años
goces, hermosa Fenisa,
al señor don Juan de Lara,
honra y valor de Sevilla,
sabe que, llegando al puerto
para saber si venía
á un cierto español, por quien
se me amenaza la vida,
ví una nave valenciana
que con su zalema y grita
izaba las blancas velas,
palomas que el viento henchía,
cuando un hombre en una barca
á grandes voces decía:
-«Albano, la carta esa
daréis mañana á Fenisa.»
En esto otro hombre que al puerto
la carta ya me traía,
me la dió; volviendo el rostro
á la nave que se iba
dije: -¡Yo se la daré!-
Y entonces, con mucha risa,
él y otro que gateaban
por los cordajes arriba,
agitando los sombreros
saludaron á Fenisa.
La nave, izando el trinquete,
se alejó de las orillas
y yo vine, cuidadoso
de saber lo que sería.
FENISA
¿Y la carta?
ALBANO

 (Dale una carta.) 

Esta es la carta.
FENISA
(La color tengo perdida.)
Abre, Osorio.
OSORIO

 (Leyendo.) 

Dice así;
«Pues con lágrimas fingidas
dos mil ducados sacaste»
FENISA
¡Ah, Lucindo!
DINARDA
¿Qué suspiras?
FENISA
(¡Válgame Dios! ¿Qué me pasa?
OSORIO

 (Leyendo.) 

«Con industria vengativa
los has devuelto y mil más...
Porque la caja tenía
-para poder engañarte-
diez varas todas son agua,
aunque en la primera había
solo diez libras de aceite
por engañarte.»
FENISA

 (Reponiéndose.) 

No sigas...
No sé a qué viene esa carta
ni quien habla de Fenisa
en tal pleito de villanos,
embaucadores... rapiñas.
El caso, don Juan, no importa,
que para la hacienda mía
tres mil ducados son humo...
DINARDA
Tu amor es el que me obliga,
que no tu hacienda.
ALBANO

 (A CAMILO.) 

(En probarme
se delata y acaricia.)

 (A FENISA.) 

Luego, ¿casas con don Juan?
FENISA
Albano, celos no pidas...
ALBANO
¿Celos de tí? Heridas grandes
cierran pequeñas heridas.
ALBANO

 (Mirando á DINARDA.) 

Donde hay sol, ya no hay estrellas,
que si él sale, ellas no brillan.
CELIA

 (A la puerta, gritando.) 

¡Fenisa! Dos embozados.
 

(Salen cubiertos del embozo DON FÉLIX y su paje DONATO.)

 


Escena última

 

Dichos, DON FÉLIX y DONATO

 
D. FÉLIX
Vuesas mercedes prosigan,
que somos gente de paz.
ALBANO
Antes parece enemiga.
Desembocen, ó por Dios
que los eche con más prisa
que entraron.
D. FÉLIX

 (Desembozándose.) 

¡Con prisa vengo
en arrancaros la vida!
ALBANO
¡Don Félix!
DINARDA

 (Interponiéndose.) 

¡Tened! (¡Mi hermano!)
FENISA

 (A OSORIO.) 

¿Osorio, no véis?
OSORIO
Fenisa,
veo y callo.
DINARDA
¿Por qué causa
esta reyerta? Decilla,
y antes que hablen las espadas
hablen las lenguas justicia.
ALBANO
Que en Sevilla hice á don Félix
peleando cierta herida...
DINARDA
No reclamo de esa ofensa,
sino de otra que es más mía.
ALBANO
¿Qué me reclamáis?
D. FÉLIX
Mi hermana
me daréis, ó vuestra vida.
ALBANO
Yo no sé de vuestra hermana.
DINARDA
Yo sí sé, por ser mi amiga.
Y si las manos os dáis
y á Dinarda Albano estima
por esposa, en este punto
haré que venga ella misma
á confirmar vuestras paces.
ALBANO
Esta es mi mano.
D. FÉLIX
Y la mía.
DINARDA
Pues esta que habla es Dinarda.
FENISA
¡Don Juan!
D. FÉLIX
¡Dinarda!
OSORIO
(Fenisa,
veo y callo, como os dije,
que esto y más lo presentía.)
FENISA
¿Y he de quedar tras de pobre,
burlada y escarnecida?
D. FÉLIX
Pobre no, que yo os acojo...
OSORIO
¡Volveremos á las mismas!
Mujeres de esta calaña
teniendo bolsas vecinas,
tenderán siempre á las bolsas






 
 
EL ANZUELO DE FENISA.
 
 

 
 
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