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Abajo

El árbol de fuego

Agustí Bartra



portada



dedicatoria



  —4→  

Obra traducida del catalán por el propio autor.

  —5→  

Dedicado:

A los que aman caminar de noche con la camisa desabrochada y cuyo corazón es como una noria llena de viento;

a los que saben abrir la mano para recibir la pequeña fruta fresca de las nubes;

a los que en las plazas de las grandes ciudades quieren levantar altares de ramas, agua y arco iris;

a los que ven el símbolo del crepúsculo en una mujer con una haldada de cerezas;

a los de sueño largo, cicatriz perenne y camaradería viril;

a los que no quieren llegar nunca a ninguna parte porque sienten que son la meta de su propia vida.

¡A los míos!





  —[6]→     —7→  

ArribaAbajo




ArribaAbajoRapsodias a un soldado muerto



EL ÁNGEL DE LA TIERRA

AbajoHe visto la hoguera de tu sangre
y he oído el redoblar de muerte repentina
de tu cuerpo contra el tambor de la tierra.
Que nadie toque -ni siquiera con manos de amor-
tu silencio ahora. La sombra de mis verdes alas  5
será la luz de tu reposo eterno.
Que nadie toque -ni siquiera con manos de amor-
—8→
tu silencio antes que una guirnalda,
trenzada con raíces y rayos,
ciña la columna de tu frente.  10

LA HIERBA

Que nadie, nadie le toque
si no es con lágrimas:
quiere tibio rocío
su frío abierto.

EL ÁNGEL DE LA TIERRA

Que nadie, nadie le toque  15
ni siquiera con manos de amor.

LOS CIPRESES

Árboles de rama oculta
venimos a danzar en corro.
No podemos llorarte hojas
ni podemos darte un beso.  20
Pero nos juntamos en muralla
para protegerte del ataúd negro
y del mármol de una lápida.
—9→

LA HIERBA

Rosas rojas se encendían en los horizontes:
flores efímeras de la voz de los cañones.  25

LOS CIPRESES

Árboles de rama oculta
-mástiles con vela flácida-
venimos a danzar en corro
y a hacerte de alta muralla.
Cada uno será una lanza  30
dentro de la tarde morada.

LA HIERBA

Rosas negras penden en los horizontes:
ceniza de la voz de los cañones.

LAS ENLUTADAS

¿Dónde yace la torre caída,
la verde espiga segada  35
en campos de gloria oscura?
Rómpete, muro, en ventanas
donde quepa la estatura
—10→
de nuestro dolor que canta.
Somos la fruta madura  40
de un árbol sin ramaje.

EL ÁNGEL DE LA TIERRA

Abre, viento, en cada pena,
una puerta de esperanza.

LAS ENLUTADAS

Para siempre los párpados se te han helado,
para siempre tendrás la boca de piedra,  45
para siempre te es inútil el aire.
Para siempre barca varada,
para siempre uva exprimida,
para siempre sol triste de recuerdo.

LA HIERBA

Rosas rojas se encendían en los horizontes:  50
flores efímeras de la voz de los cañones.

LAS ENLUTADAS

Cuerpo de quemada primavera,
alma de león y de balada,
corazón de campana blanca
—11→
llena de nidos de bondad  55
¿qué diremos de tu ausencia,
nosotras, cariátides trágicas,
a la luz que te admiraba
y a las proas que han nacido?
Por las rutas alucinadas  60
vamos dejando rastros
de certezas amargas,
sembrando rictus indelebles
y apoteosis de crespones.
Se han conmovido las nubes  65
en los cielos diáfanos de sueños
y han desgarrado crepúsculos
los vientos delirantes.
Herida de luna airada
el agua del río se para  70
en fantasmas de neblina
que expiran de madrugada
sobre los yermos...

LOS CIPRESES

¡Llevadle, el día de la paz,
el último farol velado de azul!  75
—12→

LAS ENLUTADAS

Ya no existen zarpas de lluvia,
ni polen de alba,
ni espadas de sol.
Ya comienza la victoria
temida de tus huesos.  80
Ya es inútil buscar iris
en la ausencia de tus ojos.

LA HIERBA

Y en la roca de tu pecho
¡ay!, ¡qué fuente de claveles
ha secado la muerte!  85

LAS ENLUTADAS

Te traemos espumas, mediterráneas
y nieve de cumbres pirenaicas,
nostalgias de rejas abandonadas,
sonidos de yunque y gemas de mina;
suspiros de núbiles grávidas de tristeza,  90
humo dormido en anchos espirales,
la sombra clara del olivo
—13→
y la blanca flor del almendro,
auras de inocencias olvidadas,
gavillas de esperanzas y haces de dolor.  95

LOS CIPRESES

¡Y picos de alondras muertas
y espinas de áloes!

EL ÁNGEL DE LA TIERRA

Permaneces «¡firmes!», en la inmortalidad de la patria,
invencible en la honda memoria del corazón,
luminoso y concreto en el espacio humano del espíritu.  100
La miel de las edades cerca de ti circula,
las águilas vuelan bajo tu mirada de triunfo.
Te he puesto una golondrina dentro de cada cartuchera
y una rosa blanca en la boca de tu fusil.

  —14→  


ArribaAbajoCiudad sin sueño


- Tres variaciones sobre un mismo tema -



1

ArribaAbajoEl viento, una fría agonía de viento sin huesos,
ulula por los desiertos del silencio
y llama desesperadamente a las puertas.
La noche ha perdido sus fronteras
y abre la boca, de sus tumbas.  5
Barbas de líquida hierba crecen en las fachadas.
Por avenidas de miedo y sombra
—15→
hay mujeres que caminan buscando, a tientas,
rastros de cabellos besados...
El corazón les palpita en los ojos  10
y una hoguera de lágrimas
se consume en la plaza de sus gargantas...
   Nadie duerme,
   nadie duerme.
... viento... tumbas... lágrimas...  15
   Nadie duerme.
   Hojarasca de alma
   dentro de la neblina.
   Nadie duerme.


2

-Soy un río -dice el río desde el umbral.  20
-Soy un árbol -dice el árbol desde el umbral.
   El viento silba como millones de hoces
   en la larga noche extraña.
   Sentadas sobre haces de lluvia
   las mujeres pálidas cantan.  25
—16→

-He aquí, mis peces y mi lodo grita el río alargando
sus manos de espuma.

-He aquí mis pájaros y mis flores -dice el árbol
extendiendo sus ramas.

   Pero nadie les escuchaba,
   nadie, nadie les veía.
   Cada oído tenía su muralla  30
   y cada mirada tenía su velo.
   Las mujeres pálidas cantaban.

-¡Eh!, ¡venid todos! Puedo venderos la historia de
una nube que se murió besándome -dice el río.
-¡Apresuráos! Puedo daros la historia de un cielo que
murió en mis brazos -dice el árbol.

   Pero las mujeres pálidas cantaban  35
   ya dormidas en la lluvia:

   «Hemos huido de nuestras casas
   cuando ha llegado el cuervo blanco.
   Hemos soltado nuestras cabelleras
—17→
   cuando hemos visto la paloma negra.  40
   Pajarero de la muerte, contéstanos:
   ¿Cuánto por un cuervo blanco?
   ¿Cuánto por una negra paloma?

-¡Huyamos! -dice el río- Quiero ver el mar.
-¡Huyamos! -murmura el árbol- Quiero enraizarme.  45
-Te enviaré un aire de sal.
-Para ti será mi primera hoja.


3

¿Qué te ronda, ciudad de presagios?
Veo batallones de olas
avanzando al ritmo  50
de una marcha oceánica,
cadenas de oro para los bosques
de brazos rotos:
mástiles para las velas
del Gran Sueño.  55
—18→
¡Y el alba, el alba no viene
con su dulce chasquido
de ancha bandera!

¡Dejadla sola!.
Encendiendo flores de gasolina dentro de las cloacas,
arrancando estrellas con su boca de tragedia.  60
   ... viento... lágrimas...

Envolviendo leyendas con pañuelos de despedida,
abriendo heridas amarillas con linternas de girasoles.
   ... las mujeres pálidas... la paloma negra...

Disparando incesantemente el obús de la luna  65
con su enorme cañón de tinieblas.
   ... nadie duerme... neblina...

Pisando pregarias por los suburbios sin pan,
cargando de pájaros autobuses sonámbulos.
   ... una nube... un cielo...  70

¡Y llorando sobre la vergüenza de la gloria,
   increpando al eterno insulto de los laureles!

  —19→  


ArribaAbajoEl hijo en el frente


ArribaAbajo   ¿Dónde estás?
   Aquel día cerraste la puerta como siempre y como
nunca.
   Hubieras podido decir: «Vuelvo enseguida.» O bien:
   «Hasta la noche, padre.»
   Sin ti mis días pasan lentos, como bestias exhaustas.  5
—20→
   Con el negro martillo de las esperas clavo en las paredes
desnudas del tiempo las imágenes de tu recuerdo
encendido.
   Siento el aire de tu dulce sonrisa luminosa en cada
nueva arruga de mi rostro.
   Y con mi voz de ceniza dispersa llamo al bronce alto
de tu vida.

   ¿Dónde estás?
   ¿Duermes ahora?  10
   ¿Qué paisajes torturados bajan de tus ojos a buscar las
figuras de tus sueños?
   ¿Qué enfriamiento de muertes súbitas hay en tus
manos honradas?
   Te veo entre millares, entre millones, individual y
anónimo fragmento de historia en marcha, hijo mío.
   Descansas, niño y titán, como una hoja caída y como
una montaña.
   Cerca de ti, encima de la espiga de luna de tu bayoneta,
luce la mariposa de la libertad.
 15

  —21→  


ArribaAbajoA un cañón


ArribaAbajo¡Qué azul esta noche de derrota y de astros!
Me apoyo contra ti. No acoges ni rehúsas mi cansada luz.
No existe dura estrella que pueda dejar rastros
en tu cuerpo de pétrea ceniza que solo calienta el odio del obús.

Tu boca concreta de pozo siniestro dicta cataclismos  5
a las vidas y paisajes. Escupes tu ronca hiel
sobre el miedo de los hombres, en súbitos bautismos.
La sangre, la hoja y el polvo dominas, exacto y cruel.

Tu frío va entrando en mi cuerpo sufriente.
Pero me dormiré, olvidado de toda bandera,  10
dentro de la estremecida sombra de tu negra simiente.
¿Por qué ha de ser tan suave este aire de primavera?

  —22→  


ArribaAbajoBesos


ArribaAbajo   Camino por vuestras muertes innominadas, bosques de
hijos caídos de mi patria.
   Me arrodillo en el umbral de la noche de vuestra mirada
extinta
   y las flores de mi vida cálida deposito sobre vuestro
frío heroico.
   Besos y besos os daré para vuestros labios de cielo
encendido.
—23→
   Besos para vuestros cabellos batidos por vientos de
batallas,
 5
   besos para vuestras sangres enraizadas, árboles de
eterno verdor.
   ¡Besos en el escudo de silencio de vuestras frentes!
    ¡Oh, ni una sola queja saldrá de mi alma!
    Solamente besos ahora. Solamente besos y besos.
    Besos para vuestras bocas de palabras vencidas,  10
    besos para vuestras manos forjadas por el martirio.
   ¡Oh!, ni una sola queja saldrá de mi alma cuando os bese
el corazón con la palabra de despedida.
    Besos solamente. Besos y más besos.

  —24→  


ArribaAbajoRegreso de la alta noche...


ArribaAbajo   Llevo en el pecho dureza de tinieblas.
   El viento ulula bajando de las cumbres.
   No sé qué amenaza, qué fuerza siniestra me acecha y
   acelera mi corazón y pone alas a mis miembros
cansados.

   ¡Correr! ¿Hacia dónde? Ya no existe Norte, ni Sur,
ni Este, ni Oeste.
 5
—25→
   ¡Correr nada más! Sin casi sentirme correr, entre una
locura de hierba y estrellas.
   Podría detenerme el recuerdo de un beso o el de una
mano que un día me acarició los cabellos.
    Una voz amiga podría embridar mi carrera nocturna.

   Y, de súbito, la alegría...
   Rasgando velos de muerte, una vital alegría se estremece
en mí como un pájaro anonadado de luz nueva.
 10
    Surtidores de música se levantan a cada nuevo paso mío.
    Todo lo que tocase se estremecería con un miedo núbil.
   Me detengo bajo los arcos de las ramas... Y la cuerda
de la tierra se tiende...

  —26→  


ArribaAbajoYacen allá lejos



1

El sol ya ha olvidado que están muertos,
pero lo saben aún las hormigas rojas
que suben por los muros hilos de uniforme,
y está segura de ello la blanca zarpa lenta de la cal
y la savia que eleva hasta la última hoja  5
su silencio de esqueletos ultrajados.
   ¿Quién osa reír por los prados en flor?
   ¡Detened vuestros caballos!
—27→


2

Por las calles de sus ciudades -asfalto y sombra-
niños celestes comen manzanas verdes.  10

   ¡Pero ellos yacen allá lejos!

Por escaleras de silencio suben gritos de madre
y la perra del alba lame el azúcar de sus huesos.

   ¡Pero ellos yacen allá lejos!
Vírgenes -gárgolas llenan de lágrimas de oro  15
el lago vacío de sus ausencias.

   ¡Pero ellos yacen allá lejos!

¡Qué insultos de victoria, de victoria y bronce,
en los nuevos monumentos!

   ¡Pero ellos yacen allá lejos!  20
—28→


3

Allá lejos con las jarcias rotas de sus sangres.
Allá lejos con tibieza de gusano en el mármol de sus cuerpos.
Allá lejos con las magnolias de piedra de sus calaveras.
   Allá lejos, allá lejos.
   Pero también en la altura  25
   de nuestra esperanza,
   en la sonrisa de futuro
   de la patria recobrada.
   -¿Quién calla en las cumbres iluminadas?
   -¡Soplad sobre el rescoldo!  30
ArribaAbajo      
Campo de Concentración de Agde, julio 1939

  —29→  


ArribaAbajoLos sacrificados


ArribaAbajoEs la culpa del mundo que sean raíz y silencio
dentro de la tierra que estremeció la brusca cólera de los cañones.
¡Nadie tiene el derecho de llorarlos. Que no se les venza de nuevo
con badajos, palabras y oraciones.

Solamente los grandes vientos, los grandes vientos salvajes  5
—30→
y la taciturna pureza de los cielos.
Solamente, en la resurrección de los paisajes,
la lenta ascensión de las albas fieles.

Nadie tiene el derecho de cantarlos. Su agonía
inclina la hierba que ha crecido sobre ellos.  10
Es el crimen del mundo que hayan muerto sin alegría
y que en un infinito sin sueño sus frentes se hayan roto.

Son como un río sin nombre en un país de añoranza,
lágrimas de tiempo, sollozo de primavera que no descansa.

  —31→  


ArribaAbajoVoz en la noche


ArribaAbajo   Encogido por trincheras y hospitales, acuciado por rojos
apocalipsis
   he callado demasiado.
   Desde los límites de mi miedo ignorado,
   desde mi tiniebla erizada de bayonetas florecidas de
luna y de cañones dormidos,
   esta noche quiero hablar.  5
    He de hablar como quien escupe un negro vómito de
sangre
—32→
   o como si lanzara una piedra iracunda contra el espejo
de la felicidad.
   ¿Quién es aquel que quiere que enmudezca?
    Ningún río de leones y plomo podría ahogar mi voz de
puño crispado.
   Quiero hablar a todo lo que canta y brilla y ríe en este
mundo.
 10
    ¡He de decirme!

   A vosotros hablo, indiferentes lejanos,
    vidas blandas y plácidas que habitáis ciudades y pueblos
sin círculos de hierro y fuego.
   Estáis rodeados de primaveras y cubiertos de cielos
tranquilos,
    pero me clavaré como una flecha en vuestras espaldas
glaciales,
 15
    caeré dentro de los nidos tibios de los regazos de
vuestras mujeres
   y haré bailar una sombra de harapos en los muros
intactos de vuestras casas.
—33→

   ¿Sabéis lo que es un héroe, vosotros?
    Conocéis a los que habéis encontrado en vuestros libros
de historia, rutilantes de muerte magnífica,
   fijados en una última acción perdurable:  20
    ¡los héroes pagados con gloria!

   Yo defiendo a mi tierra.
    Esta tierra mía de surcos vacíos y barcas varadas,
    rubia como la novia de los trigos, vestida de verde y
coronada de pájaros.
    Esta patria donde ahora nadie puede contemplar
las flores sin pensar en los caídos.
 25
    Su recuerdo pesa en mi frente con un lastre de madre
vieja
    y deposita los pétalos de mi infancia sobre el yunque de
mi corazón.
    ¿Dónde encontrará mi alma martillos suaves para
trabajarlos?
—34→
   Es preciso que sepáis de mí, de nosotros.
    Que os lance la soledad de millones como yo.  30
    Somos vidas curtidas por sudores y fríos, azotadas
por soles furiosos.
   Hombres que caminamos con ruido de cantimplora vacía
al costado
   y soportamos metrallas persistentes.
    Sobre la tierra dura hemos dormido durante meses y
meses sin ver el cielo estrellado,
   indiferentes al nacimiento de los astros y al milagro
del alba.
 35
   Masticamos canciones cuando las correas lastiman
nuestros cuerpos famélicos,
   disputamos compañeros caídos a los picos voraces de los
cuervos ¡oh, su horrible graznar y graznar!,
   y les cavamos inmóviles cunas de reposo donde lentamente
se borran sus formas.
   ¿Qué sabéis vosotros del cigarrillo y de la manta
compartidos,
   de las esperadas cartas con perfume de vida joven que
leemos poco a poco para que duren más?
 40
—35→
   ¿Qué sabéis del beso dado ante partidas definitivas,
    de la grandeza de nuestra miseria,
    de vivir diez muertes cada día,
    de este querer abrazar la mariposa del instante como si
fuera una columna?
   ¿Qué sabéis vosotros de este orgullo nuestro de fango
rebelde con estremecimiento de ala?
 45

  —36→  


ArribaAbajoPrimavera de Argelés


ArribaAbajo   Aquí arena y arena.
    Arena mil veces hollada, tierra sin caminos y sin
simiente.
   Sumergidos en caótico anonimato vivimos, febriles,
cercados por los espejismos de un nuevo destino.
   El cielo baja a besar las montañas, pero su beso
más largo es para el mar,
   allí donde el horizonte se dilata.  5
    En la playa cada cual busca una gaviota para su anhelo
    y piedras de colores para los ojos tan huérfanos ya de
luz de patria.
   Sentimos llegar el aire tibio de almas de flores, aliento
de una maravilla que no podemos ver.
   ¡Nadie sabe lo que daría por un árbol!
    Pero nadie ignora que el único color de primavera lo
tenemos oculto en la capa de los spahis que nos
vigilan.
 10

  —37→  


ArribaAbajoRefugiado


ArribaAbajoMe ha sido fácil tu rostro.
He penetrado hasta el corazón
de tu silencio.
Tú no sabes que he seguido
las velas de tu esperanza  5
y que he desgranado
las espigas de tu angustia.
Tú ignoras completamente
que he leído en tus ojos
que anoche soñaste  10
una virgen y un río.

  —38→  


ArribaAbajoNocturno de campo


ArribaAbajoContinúo siendo el mismo de siempre.
Cada día huyen mariposas de mi espíritu
y cada día mi boca liberta los pájaros de mis sonrisas.
Mi corazón continúa tejiendo sueño con todo lo que pierdo
y no hay crepúsculo que no siembre flores en mi frente.  5

Pronto vendré, amados.
Preparad ya vuestros mejores silencios
—39→
para que, dentro de ellos,
pueda hacer de mis estremecimientos palabras
y de mi fuego luz.  10

Vendré con mi noche también.
Una extraña y misteriosa compañera
con quien nunca me habéis visto.
Habéis conocido muchas noches mías,
noches de ciudades y de campos y de mares.  15
Sabéis cómo amo las noches azules,
grávidas de olor de tierra húmeda,
aquellas noches que, de súbito, caen detrás de nosotros,
como una fruta madura cae del árbol,
cuando ya hemos pasado y no sabemos si retroceder.  20

Para la noche que vendrá conmigo
os pido que le preparéis un lecho de flores
sobre el cual pueda caer su agonía
como sobre una aurora.
¡Oh misteriosa noche inefable!  25
Llevaré siempre la huella de sus besos lentos.
La arena de sol de sus ojos ha marcado mi alma
con estigmas de bellos misterios.
—40→
De viento, lluvia y sombra es su cuerpo
que palpita bajo su túnica de espuma marina.  30
Lágrimas brillan en la serpiente de alambre espinoso
que ciñe su esbeltez de virgen taciturna.
¡Oh la más inolvidable de mis noches!
Clavaré una de sus caricias en el ala de una alondra
para que suba a sembrarla a los surcos celestes.  35

Continúo siendo el mismo de siempre.
Un hilo de bondad me encadena,
pero no hay hierro violento que me domine.
Pronto llegaré, amados.
Trenzad ya vuestros mejores silencios  40
y no dejéis de cortar las rosas de ningún crepúsculo
para mi amada nocturna.
Su muerte se tenderá sobre ellas, lentamente,
como un velo segado por la hoz del aire.

  —41→  


ArribaAbajoPavillon T1. Alba


ArribaAbajo   Se ha roto el hilo de agua de mi sueño.
    ¿Por qué esta dulzura de rosas trémulas sobre nuestra
sucia realidad dormida?
   ¿Por qué este aéreo florecer cubriendo el río domesticado
donde flotan los frutos podridos de nuestras existencias?
    Pronto cantará la corneta
¡Gallo de trágico metal!

  —42→  


ArribaAbajoApocalipsis


ArribaAbajo«Escucha -me ha dicho una voz de sombra-
¿no oyes subir el Gran Miedo?
Todo vacila... Caen gusanos del sol negro...
Se ha roto el último crepúsculo
sobre las mariposas agonizantes.  5
La noche da el primer beso de tinieblas
a la reciente calavera del mundo.
Lincoln y Gog hablan con Jesús
—43→
en el puente de Brooklyn. ¡Londres!
Londres se ahorca con la cuerda de su Támesis:  10
«Well». Los grandes bosques sin viento se derrumban.
En Europa llora un niño. En Rusia no llora nadie.
África oculta sus leones y colmillos.
«¡Os abrazo, millones!-» Un soplo de cuartel
marchita la mascarilla de Beethoven.  15
Un niágara de florecillas busca, vacilando,
la tumba de la última muchacha muerta de amor.
Los ángeles tocan tambores de silencio.

Escucha, escucha, -continúa la voz de sombra-
Abre tu frente y escucha. Hierro en los ojos...  20
Mecánica en las piernas...
Banderas con sombras de cuervos.
Una revuelta de niños carga monumentos y cloacas
en los primeros trenes que salen para la Nada...»

  —44→  


ArribaAbajoCompañeros


ArribaAbajoHa cesado el chirrido de la noria.
El álamo extiende una sombra de muchacha
en la era. Las ranas croan...
He encerrado el crepúsculo afuera.
«¡Buenas noches, amigos!»  5
Quisiera decirles algo dulce y apacible,
llenar de paz luminosa
sus rostros desiertos.
—45→
Hoy caeré entre ellos
como una piedra en un lago.  10
Llevo en la mano un pájaro dócil
y no quiero que se despierte.
¿Cuántos millares de años hace que os conozco?
Me sois familiares como los ríos y los árboles.
¿No eres como un árbol, tú? ¿Como aquella encina?  15
Tendré que darte mi pájaro dormido.
Y tú no eres como un río
con tus ojos donde comienzan a brillar
las primeras estrellas?
«¡Acercadme el pan!» Han callado las ranas...  20

  —46→  


ArribaAbajoPalabras al hombre


Voici le temps des Assassins


Rimbaud                



ArribaAbajo   He aquí que caigo arrodillado con un infinito anhelo de
hablarte
    en este silencio de negros presagios,
    en esta espera final que te abre una agonía diferente en
cada ojo.
    Quisiera tocarte con cada una de mis palabras,
    entrar dentro de tu alma sencilla como el viento entra
en el valle.
 5
—47→
   Mañana, cuando volvamos a caminar, habrán quizás
quemado todas las flores.
    Nunca como ahora había advertido que hablarte es
hablarme,
    en qué medida mi voz es tu voz.
    Nuestra sangre sube lentamente, cansada, al corazón
    en donde se pierde en meandros sin estrellas,  10
    arrastrándose como una serpiente sedienta.
    Tú sabes que ya no existen dioses por los cuales
combatir,
    que en los mataderos no se mata sino que se es sacrificado,
    -y que la memoria ya no recuerda ningún canto guerrero.
    Los labios murmuran aún de vez en cuando fragmentos
de pregarias
 15
    como los últimos troncos del hogar, casi consumidos,
retienen las débiles llamas.
    Te sé marcado como un buey o como un árbol
    y tiemblas con un frío de niño solo.
   ¡Qué te importan las grandes verdades que gritan los
palacios y parlamentos!
    Tú no comprendes nada de la arquitectura del odio,  20
    pero sabes bien que las batallas se prolongan más allá
de los hospitales.
—48→
   Tú amas al mundo con sus caminos y sus mares,
    con sus pájaros y sus nubes.
    La tierra es bella con sus girasoles,
    las casas son bellas con sus niños.  25
    Tú quieres vivir poco a poco, como has crecido,
    y que el sol y la lluvia vayan madurando tu muerte.
    Que el día te corone con sus horas claras,
    que la noche se apoye en tus fuertes hombros.
    Más que el humo del incienso te gusta el vaho de los
rebaños,
 30
    de los grandes rebaños que parecen pueblos en movimiento.
    Vives para tus amores, tú mismo eres amor, pero si
mandan obedecerás.
    Estás solo y obedecerás con una triste obediencia de
siglos
    que, de repente, te sentirás colgada al cuello como una
esquila.
    ¡Dios mío! Quisiera poderte consolar, darte alguna
esperanza,
 35
    decirte que los cañones se han dormido para siempre y
sueñan armonías,
    que todas las balas se han convertido en mariposas,
    que la luz no peligra que la vistan de uniforme...



  —49→  

ArribaAbajoAcento en el tiempo




ArribaAbajoCanto corporal


El potente brazo del amor raja nuestros cuerpos y por las hendiduras de nuestra carne salen rayos de oro.


Djelal Eddin Rumi                



ArribaAbajo      Creed
       la voz
       del Cuerpo.
El habla por la carne y la sangre.
Es delicia y eternidad. No fango.  5
—50→
Es forma que se yergue
en la eterna armonía,
ritmo que danza,
fuego de alegría,
vital impulso  10
   cósmico.
Es espada y herida
gloriosa.
      Creed
       su  15
       voz.

   Millones de existencias que fueron se expresan en el
zumbido ardiente de sus venas,
    en el juego de sus huesos, color de la retina,
    curva dulce del vientre, piel, músculos y rostro.
    En todo lo que te afirma, que hace que te puedas ver,
tocar y sentir.
 20
    En todo lo que es tuyo y no lo es porque ellos persisten
en ti aún
    y porque te reclaman los destinos futuros que esperan
en los umbrales inviolados.
—51→

      Creed
       la voz
       del Cuerpo.  25

No vivirás ni morirás,
la hora no será hora,
la vida no será vida,
no existirá gusano ni ala
si no sientes la sencilla ley profunda  30
que estremece los cielos y la tierra inunda.

   Él no ha de ser el plomo del alma sino la lírica honda
que se dispara contra la muerte y el tiempo,
    medio y finalidad en sí mismo, llama y luz, sonido y
cuerda. ¡Arco de Hoy entre ayer y mañana!

       Creed
       su  35
       voz.

   Cuerpos solares, sinceridades rutilantes de desnudez,
miembros ágiles y armoniosos, maravilla orgánica,
    presencia de presencias con sombra muy vuestra:
¡HOMBRE Y MUJER!
—52→
   Habéis coincidido en la plenitud de vuestra gloria física,
habéis chocado como dos astros fugitivos de sus órbitas
estrechas.
 40
    ¡No esperéis! Sería una injuria a la grandeza de la vida.
    ¡Ahora! ¡Donde estéis! Lo han dicho las raíces, las
flores y los frutos. ¡Ahora!

Abrazaos en el lecho
ilimitado de las playas,
sobre la blanda hierba  45
de los campos (de noche
o de día, en el alba,
al atardecer),
bajo los árboles,
sobre el heno...  50
El amor os ha unido
en fuerte gavilla,
pecho sobre pecho,
diente contra diente,
un corazón a la derecha,  55
a la izquierda el otro.
—53→
Y después, guardados por un mundo de girasoles y ramas,
sentiréis como la vida escucha admirada, abierta, clara,

       Creed
       la voz  60
       del Cuerpo.

  —54→  


ArribaAbajoNo sabría decirte...


ArribaAbajoNo sabría decirte cómo te esperaba.
Ya me eras íntima y familiar
antes que llegaran las esperas,
en el presentimiento del presentimiento.
Todo estaba dispuesto desde siempre para recibirte,  5
tú que hubieras podido no llegar nunca,
tú que hubieras podido no pasar de ser anhelo
y larga ausencia de luz.
—55→
Todos los caminos me conducían a ti.
Te encontraba en el silencio de mis noches,  10
en el aire cálido de las tardes lentas,
en el perfume de las flores,
en la mirada de los niños.

¿Qué podrás ser en mi futuro
si has sido ya tanto en mi pasado,  15
conocida ignorada?

  —56→  


ArribaAbajoMis recuerdos de ti...


ArribaAbajoMis recuerdos de ti
son como si una corona de hormigas me ciñera la frente.
No sé... Amarte era como dirigir una carta al sol
desde las entrañas de las tinieblas,
como nacer bruscamente,  5
como morir poco a poco.
Era como si desde las cumbres de dos montañas muy alejadas
nos mostrásemos una estrella.
—57→
¿Te acuerdas?
¿Piensas en nuestras muertes de luz cayendo en silencio?  10
¿Y en mi boca escuchando las tempestades de tu frente,
bebiendo las ráfagas tibias de tu amor?

No me esperes. Llena de arena
los valles de la melancolía
y siembra sal en las llanuras del anhelo.  15
Nada puede volverme a ti
aunque me esperes, dulcemente intrépida,
bajo los arcos iris más anchos,
aunque te hayas adornado con anillos de raíces
y pendientes de insectos.  20
He de vivir más para mi voz
que para mi sangre y mis manos.
Quisiera, no obstante, que este Sena que miro ahora
desembocase a ti los besos que le echo,
que esta nube que contemplo  25
te persiguiera con su gota más pequeña.
—58→
Deja que continúe agitando las banderas de mis días,
que vacíe mis ojos en todos los paisajes que pasan.
No conocí la fiesta de tu cuerpo
pero aún me adorno con las flores de tu alma  30
galopando mis destinos convulsos.
A veces quisiera apuñalar la luz
y ahorcar todas las canciones alegres
a fin de quedarme más solo contigo
dentro de mi noche sin gritos y sin astros...  35

  —59→  


ArribaAbajoYo no estoy aquí ahora


ArribaAbajo   Yo no estoy aquí ahora,
    en este café inhóspito, cerca de este idiota que sonríe
porque tiene buenas cartas en la mano.
    Yo no tengo nada que ver con la fría dureza de las
mesas de mármol,
    como tampoco soy aquél cuya imagen se refleja en el
espejo del mostrador, entre botellas.
    Lo mismo da que esté aquí o deambulando por la ciudad
solitaria o tendido en un montón de paja con mis
compañeros.
 5
—60→
   Yo estoy contigo aún, -¡y hasta cuándo!-
    estoy mirándote por última vez, bebiendo tus facciones
conmovidas.
    Estoy dándote aun el trocito de corteza que arranqué
del árbol
    contra el cual te apoyaste unos momentos antes de
partir.
    Yo, ahora, con el polen dorado de mis pensamientos te
pinto en mi mundo interior
 10
    y eres más mía que nunca.
    Nada me cuesta llegar hasta donde descansas -¡oh
abandonada durmiente!-
    y con la visión de un río que he visto esta mañana, y
que mi ternura entibia, abrigarte el cuello desnudo.

   No, yo no estoy aquí ahora.
    Yo estoy a tu lado y soy el aire que se detiene en tu
frente y se duerme en tus labios.
 15
    Yo estoy contigo -ignorado quizás- con todas las
nubes y hojas que hemos visto juntos;
—61→
   abro de par en par la ventana de tu habitación y ordeno
a la noche que camine más despacio porque nadie
le robará el tesoro del alba.

   Yo no soy éste que está aquí ahora,
    sino aquél que se besa las manos porque conocen los
caminos de tu rostro inolvidable...

  —62→  


ArribaAbajoMuchacha


(Leyendo su carta)





1

ArribaAbajo   ... yendo hacia el mar, a cada lado del camino por
el cual pasaba, los campos de heno, bajo el
crepúsculo, ondeaban al beso del aire salobre...

¿Qué busca, qué busca,
por caminos de tarde,
la ancha angustia
de tu mirada?  5
—63→
En qué dulce agua
morirá el fuego
de tus labios
de virgen clara?
¡Eres voz esperando canción!  10


2

   ... cansados sones de campanas vinieron a tenderse sobre
los campos, y una nube comenzó a bajar de la montaña
para cubrirlos y protegerlos de la noche próxima...

¿La caída de qué lluvia
levantará la cabeza
de tu alegría?
¿El río de qué música  15
abogará tu silencio
de montaña sola?
¡Eres gavilla no atada!
—64→


3

   ... seguía caminando. Cogía, aquí y allá, una amapola.
Cuando tuve todo un ramo, lo cogí con las dos manos
y, levantándolo, canté...

Ya siento, ya siento  20
caer el mármol
de tu alma alta.
Ya se ahueca el aire
de mi larga espera
para recibir el himno  25
de tu sangre alada.

  —65→  


ArribaAbajoCuando yo llegue


ArribaAbajo   Cuando yo llegue llevándote la alta sabiduría de los bosques
   y el rumor de las anchas hojas de la noche,
   huecos diminutos nacerán en tu cuerpo de luna materna
   esperando la venida de mis besos serenos.

   Cuando yo llegue domaré el orgullo rubio de tu cabellera,  5
   robaré para el cielo de mañana luz de tus ojos
   y haré ovillos de aires con tus pensamientos.
—66→
   Cuando yo llegue las letras de tu nombre se encenderán
en la montaña
   y te despertaré de tu sueño de árbol de cansada adolescencia.

   ¡Cuántas raíces de tu alma abrazadas cuando yo llegue!  10
   ¡Cómo desclavaré de tu frente la golondrina de las esperas!

   Cuando yo llegue, fuerte de soledad como un mástil de
hinchada vela.
    morirá para siempre la muchacha que abrazaba al
viento
    y nacerás entre mis brazos a deslumbramiento y
plenitud.

  —67→  


ArribaAbajoTú no estas fría


ArribaAbajoAunque vivas tan lejos
en distancia y alma
tú no estás fría
en mi corazón.

(Con un remo me buscas  5
por la montaña)
—68→
Aunque estés tan lejos
de beso y abrazo
tú no estás fría
en mi recuerdo.  10

(Con una rama me buscas
por el mar azul)

Eres rayo de sol
en sepulcro de agua,
cera de tristeza  15
cayendo en lágrima.

Remo florido,
rama mojada,
sangre de crepúsculo
en vieja muralla.  20
No, tú no estás fría...

  —69→  


ArribaAbajoCumbres abruptas


ArribaAbajo¡Atormentada inmovilidad geológica!
Siempre el mismo cielo pesa sobre ti,
muda y lisa,
inmutable eternidad.

Nada puede fecundarte.  5
La reja efímera del rayo
no puede estremecerte.
—70→
Pero te desplomarías de placer
si una flor se abriese
en tus siglos de piedra.  10

Ningún consuelo de hoja sensible,
¡órgano-caos!, te sombrea nunca.
Ningún latido de vida tibia
te ha llenado un instante.

¿El alma de qué Beethoven  15
podría pacificarte
yaciendo sobre tu soledad
nocturna?

  —71→  


ArribaAbajoConsejo


ArribaAbajoId a la alameda
donde la sombra es clara.

Deja para él las cintas.
Arroja la cara
al agua.  5
Pero quédate con los labios.

(El sol-niño, travieso,
encaramado a las frondas,
mira las florecillas
estampadas en la falda de ella)  10

Id a la alameda.
Allí la hierba es blanda
y la tarde larga.

  —72→  


ArribaAbajoFuturo


ArribaAbajoNinguna puerta cerrará soledades hostiles,
los árboles se levantarán como himnos gigantescos.
Las noches, pacificadas, -lejos los aullidos de las fieras
y los pensamientos armándose para la lucha-
serán un descanso de la luz.  5
¡Nunca más lágrimas de dolor evitable!
¡Nunca más huir, poseer destruyendo!
La palabra será canto,
el paso danza.
Y los hombres caminarán, lentamente,  10
hacia los sueños de las vírgenes.

¡Oh, esperanza!

  —73→  


ArribaAbajoOda a un viejo


ArribaAbajoPareces un maridaje de neblina
y de sarmientos secos, viejo hermoso,
virilidad de sexo dormido
y blandura de músculos que se te incrustan
a los huesos como caracoles  5
en los troncos invernales.

¡Miradla! Su pupila de transparente mineral
tiene la sabia ignorancia
—74→
de los ojos de los niños
y la conciencia triste  10
de que las auroras están muertas
y todos los horizontes cerrados.
Los años han afilado sus muslos
y lleva el rastro de veinte mil lunas
en el muro roto de su frente.  15
La vida gira alrededor suyo
desgarrándole los frágiles hombros.

Sólo viéndote se comprende, viejo hermoso,
milagro de peña y ángel,
que has amado los cuerpos luminosos,  20
que era sagrado tu abrazo
y que penetrabas con una aspereza de eternidad.

¡Pasas! Y aún tu gesto de humo
hace retroceder la sangre estancada
de las calles olvidadas y siniestras,  25
las panteras de fuego del vicio
te miran inmóviles y atónitas
y las noches de lágrimas abiertas,
—75→
que van a la caza del hombre
por los corredores secretos del dolor,  30
no se atreven a pasar los umbrales
tranquilos de los crepúsculos...

¡Miradlo! Lleva oculta su alta
muerte armoniosa
dentro de su barba fluvial,  35
y su sonrisa espera la hora
en que el viento la trenzará en guirnalda
para ir a colgarla a la proa
de la muerte naciente.

  —76→  


ArribaAbajoNadie ha pensado en mi muerte...


ArribaAbajo   Nadie ha pensado en mi muerte.
    Nadie ha escogido aún la oscura cuna donde nacerá mi
esqueleto,
    donde mis labios serán un murmullo de canción húmeda
    y mis cabellos ceniza de mariposa otoñal.

   El mar no sabe que tendrá que extender el sonido de mi
vida en la harina de sus playas vírgenes.
 5
   Los pájaros ignoran que sus plumas perdidas escribirán
mi nombre en el corazón de las tempestades.
—77→
   Nadie ha pensado en mi muerte.
   Que un día mis lágrimas irán a cantar solas a los pies
del crepúsculo,
   mientras mi alma se abrirá con la alegría de un lago
acabado de nacer.

   Nadie ha pensado que me será necesario abandonar mi
sol a una jauría de sollozos
 10
   y que mis pensamientos se suicidarán con una cuerda
de espuma.

   Nadie ha pensado en mi muerte.
   Que llegará tiempo en que solo me ocupará sentir
crecer un rincón de hierba
   donde la luz vendrá a danzar con sus más frágiles
sandalias de aire.

  —78→  


ArribaAbajoEl náufrago


ArribaAbajoLa madre dice:
   Dejad muy abierta la puerta: esta noche quizás vendrá.
   Echad más leña al fuego y cortad, cortad más pan.

   (Las hermanas se miran y miran moviendo la cabeza.)
—79→
La madre dice:  5
   Alguien camina por mi corazón ¡No me puedo engañar!
   Acercadme hilo y aguja para zurcir el vestido que dejó.
   (Las hermanas se miran y miran moviendo la cabeza.)
Dice el mar
   Es inútil. Le he hecho un vestido de algas para toda la eternidad.  10

  —80→  


ArribaAbajoFilial


ArribaAbajo   Sufro, madre, porque he perdido aquella inmovilidad
en que te encontraba.
   Sufro de sentirte tan presente y tan lejana.
   Eres como una sombra de frescor extendida sobre
tórridas estepas desoladas,
   como un loto abierto dentro de un pozo de misterio,
   como una isla encadenada al sueño de un fantástico
marinero.
 5
—81→
   Quisiera que vinieses, madre, íntegra como un
plenilunio.
   Pero no sé cómo llamarte,
   no sé qué signo he de hacer para que vengas.
   ¿Venir he dicho?
   No, tú no puedes venir, tranquila ausencia nostálgica:  10
   te has alejado para siempre de mis ojos.
   Tengo muertes pequeñas, íntimas, que podrían
encerrarse dentro de lágrimas,
   muertes implacables y duras como mármol iluminado,
   y muertes anónimas que no resisten nunca mi solicitud.
   Pero la tuya, madre, es como si la tuviera esperando
agazapada en el silencio oscuro de mi sangre.
 15
   Hubo un tiempo en que yo solamente era la profunda
aspiración de tu feminidad irrealizada,
   y otro tiempo en que, ya anclado en tus entrañas, la
muerte hubiera sido doble si hubiese venido.
   Amabas el misterio del peso de mi vida y temías el
desgarramiento de dolor que exigían mis ojos ávidos
de luz.
   Porque sabías que al verme comenzarías a perderme.
—82→
   Me asomo ahora a mi infancia forzando puertas de
tiempo y arrancando convicciones.
 20
   (¿Hasta qué punto no soy yo aquél que se comía las
flores de las acacias y dibujaba pájaros en los
cristales empañados de invierno?
   ¿Hasta qué punto las golondrinas me son extrañas,
ignoro los grillos y he olvidado las florecillas
blancas de los campos?)

   ¡Condúceme a ella!
   Sopla el hielo de mis párpados y resucita besos en mi
frente.
   Despierta mi dócil tristeza y guíala hasta allí donde
quiera extenderse!
 25
   ¡Llámala, hecha mar!
   Hazlo, madre, antes que el alba ponga de nuevo sabor
de sol en mi boca.

  —83→  


ArribaAbajoMesías


ArribaAbajo   Va viniendo y implacablemente, con una crueldad de
amor que fuerza el porvenir.
   Él es el impulso nuevo, la imposición de formas inéditas,
la armonía irresistible del poder que anuncian
los tiempos.
   Será la voluntad de pureza en acción. Cambiará las
marchas gregarias en vuelos.
   No descenderá como un ángel, ni surgirá como un grito.
   Sencillamente: llegará y se extenderá. ¡Será!  5
—84→
   ¡Oh el amor de sus cóleras blancas!
   ¡Qué retroceso de estatuas por virtud de la bondad
dinámica de su gesto absoluto!
   Habrá un apaciguamiento en las estaciones y la
fecundidad llenará los moldes del tiempo.
   ¡Oh la cólera de su espíritu luminoso!

   ¡Las Nuevas Hambres! Son esperadas las Hambres
Azules como son esperadas las alturas de los
nuevos dolores.
 10
   ¡Revelación y rompimiento! Su silencio será una
irrupción gigantesca después de la agonía de los viejos
cantos,
   una maravilla imprevisible con una dureza de niño
milenario.
   Un movimiento de sus párpados sacudirá los cielos y
provocará aguaceros de estrellas.
   Llevará el misterio de las savias y de las plumas en su
corazón y dictará a las raíces y a las alas.
   ¡Constructor de Génesis! ¡Metafísico de la Alegría!
¡Purificador!
 15
—85→
   Asesino del sueño y de la caridad -¡Músico de la Sangre!-
abolirá la contemplación y el lento fluir de
las lágrimas.
   La sombra de sus manos inmensas enrejará los océanos.
   La humanidad danzará alrededor de cada una de sus
palabras.

   De la hierba al volcán, de los corales a las nebulosas,
del anhelo al acto, su gloria cubrirá la distancia.
   ¡Todos y él!  20
   En éxodo voluntario: del fango a las flores, de la arena
a los pájaros, de los fríos a las llamas, se seguirá
la razón suprema de su ser, el paso sonoro de su
viaje...

  —86→  


ArribaAbajoNocturno de París


ArribaAbajoRepentinamente vaciado de mundos extraños
como una agua detenida después de la muerte de los paisajes,
siento la agonía nocturna de la gran urbe.
Su aliento de vasta pregaria desesperada
-sin dirección ni fuerza porque Dios sólo es,  5
para los hombres, un gran desaliento
en un poco de sueño-
surca el desierto de mi rostro
—87→
y su múltiple intimidad me es fácil:
sollozo oscuro que se afina  10
en murmullo inteligible...

¡Ya te respiro y te enciendo!
Nacimiento de ritmo e imagen
que ha hecho de las esperas una gracia vulnerable.
¡Oh murallas del alma!: bloques de infinito  15
con impactos de silencio, alta dureza
hacia las estrellas.
¡Oh montañas del alma por donde caminan las palabras
y crecen los árboles del sentimiento!
Mi boca de canción bebe  20
en la fuente virgen de los nuevos aires.

Es preciso abrir más sendas,
cortar ya los troncos para las futuras piras.
¡Oh misión del grito en todos los que buscan el suplicio
para poder cantar con voz de raíces más hondas!  25

Nada me es extraño desde esta nueva ventana.
Intensamente deseado, la ciudad penetra mi soledad,
se abandona activamente, me besa los ojos
con su viento de espacios desvanecidos,
se me confía con una emoción de vuelo y despedida.  30
—88→
Un estremecimiento fabuloso gravita en la noche.
Nadie llora en la hora inmóvil.
Poco a poco todo va cesando de morir.
¡Oh estos pasos dentro de mi sangre
y el secreto crecimiento de las estatuas!  35
Debajo del asfalto de las grandes plazas
la tierra sueña en bosques
donde duermen bestias doradas.
Sé que el dolor envejece los ojos de los niños
cerca de la gran torre sin espaldas.  40
¡Qué solo el farol en la esquina!

Eres mía, ciudad de extraño destino.
Tengo las neblinas de tu ancho río benigno,
el temblor de tus últimas hojas amarillas,
-¡oh aquel árbol sucio contra el muro de la fábrica!-  45
el sonido de tus tristes campanas...

¿Qué quiere ahora esa presencia intrusa?
No te conozco, mujer.
No puedo hacer nada con tu riqueza compacta
mientras no se haya apagado en mi corazón  50
el rumor del paso de los ángeles...

  —89→  


ArribaDe mí


ArribaNadie podrá decirme por qué un niño, ebrio de lluvia,
llora flores de viento en un tiempo intacto de mi alma.
Es quizás para consolarlo que soy como soy
y que paso por el mundo como un beso desesperado
escuchando el corazón de mis sueños,  5
tomando el pulso a mis visiones,
-¡siempre de visión a silencio!-
buscando el camino de un éxtasis
entre la lágrima y la nube
—90→
Es quizás por él que siembro en el sol y que siego en la luna  10
y que he aprendido a hilar la piedra difícil de las noches
Es quizás por este niño que llora, ebrio de lluvia,
que columnas de imágenes sostienen mi verbo
y que camino, suavemente rápido, por las distancias.
Es por él, quizás para no oírle,  15
que mi voz salta de astro a astro
y que mi canto va a coronar emigrados crepúsculos.
En la alegría de mi sangre hay un ancho impulso de evasión
que se detiene ante la hoja trémula,
que se arrodilla dentro de la luz esbelta,  20
que captura el pájaro de la esperanza más alta.
Sé vivir la muerte de caídas supremas,
muero la vida de las ascensiones más puras,
comprendo que cada primavera
ha sido soñada durante millares de años.  25
Es por este niño, ebrio de lluvia,
siempre despierto en un tiempo intacto de mi alma,
que sé que Dios es un rayo dormido
en la eterna inocencia del universo.





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