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un objeto precisamente monstruoso no tiene que ver con la tragedia: Esquilo gustaba de dar semejantes espectáculos. Horacio dice: modicis instravit pulpita tignis. Pero ¡qué perspectiva no sería necesaria para representar su Prometeo, gigantón de grandeza desmesurada, tendido a lo largo boca arriba sobre el monte Caúcaso, y a Vulcano, que le clava de pies y manos, y un buitre que le abre el pecho y de cuando en cuando viene a pacer sus entrañas; y aquellos dioses que uno tras otro van bajando del cielo a insultarle con chanzas amargas en sus tormentos sólo por haber mostrado a los hombres el uso del fuego! Tan monstruoso es El Convidado de piedra, tragedia española, que por un gusto extravagante ha sido traducida en casi todas las lenguas, y no hay un año que los extranjeros no la representen.

 

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de la tragedia no se ha de pretender o exigir todo linaje de recreación: El deleite propio de la tragedia pinta vivamente el grande Agustino, lib. III, c. 2, de sus Confesiones, donde según la traducción del P. Pedro Ribadeneyra, dice así: ¿Qué quiere decir que cuando el hombre está mirando alguna representación llorosa y trágica que él no querría padecer, huelga detener dolor, y el tenerlo es deleite? ¿Qué es esto sino una miserable locura? Porque tanto más se mueve el hombre con estas cosas cuanto está menos libre de semejantes afectos. Aunque cuando el mismo hombre padece, se suele llamar miseria, y cuando se compadece, misericordia. Pero ¿qué misericordia puede haber en las cosas vanas y fingidas? En las cuales el que las oye no es movido para socorrer, sino sólo para tener dolor; y tanto más le agrada el autor de estas representaciones y vanidades cuanto es mayor el dolor que tiene cuando las oye. Y si cuando se representan aquellas calamidades de los hombres (ora sean antiguas, ora falsas), el que las está mirando no siente dolor, luego se parte enfadado y descontento; y si lo siente, estase quedo y atento, y derrama lágrimas con alegría. Luego, según esto, se aman también los dolores. Por cierto que todo hombre se quiere holgar, alegrar y gozar. Por ventura, puesto caso que ninguno huelgue de ser miserable, ¿huelga de ser misericordioso?   —117→   Y como no lo puede ser sin dolor, por esta razón los dolores son amados, y esto procede de aquella vena de amistad, etc. Si hay alguno que no se dé por del todo satisfecho con esta pintura del deleite propio de la tragedia, puede leer los Ensayos, a la verdad, muy filosóficos, del inglés David Hume sobre las pasiones y la tragedia, y al abate Melchor Cesaroti en su razonamiento sobre el mismo deleite. Véase también la relación física de las comedias y el corazón del hombre, del licenciado Vaamonde, que poco ha se publicó en Madrid, y es obra que merece particular atención por el juicio, piedad y tino con que está escrita.

 

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entre amigos: Aquí entiende por amigos los que son o deben serlo por el deudo y parentesco estrecho de consanguinidad o afinidad.

 

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o entre personas neutrales: Esto es, los indiferentes, que ni son amigos ni enemigos.

 

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Mas lo que se ha de mirar o atender es cuando: Como que en tales casos somos tanto más fácilmente movidos a terror o lástima cuanto esperábamos menos semejantes sucesos, y de parte de tales personas.

 

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donde se pone cometido el error antes del día de la representación: Quiere decir que se puede representar la acción de cualquiera de las dos maneras: o suponiendo antes el error cometido, y después descubrirlo y reconocerlo en el discurso de la tragedia; como Edipo, que por engaño mató a su padre Layo, y se casó con su madre Yocasta; y toda la tragedia va enlazada a fin de manifestar el engaño y sus terribles consecuencias, o representando el caso trágico, y el desengaño en la misma acción; como Telégono, que después de haber herido mortalmente en la batalla a su padre Ulises, inmediatamente lo reconoce y llora inconsolablemente.

 

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Lo tercero, en fin: Aquí entra la discreción del poeta para saber discernir y escoger entre los lances más o menos trágicos.

 

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y no ejecutarlo: Es decir, que no se ejecuta por algún impedimento involuntario.

 

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Así se ven obligados (los poetas) a recurrir a las familias en que acontecieron semejantes aventuras: Los Poetas castellanos, desde que salieron a luz la Nise lastimosa y Laureada, y el Cid Campeador con tanto aplauso, dejando el camino trillado de la Grecia, determinaron de buscar dentro de su patria y fuera de ella en las historias y novelas ilustres copiosos materiales, y efectivamente los hallaron. Especialmente Calderón, felicísimo como el que más en fingir de su cabeza lances, no   —118→   tanto terribles cuanto amorosos; v. g.: El Galán fantasma, La Dama Duende, Peor está que estaba, Las manos blancas no ofenden y todo lo tal. ¡Ojalá que este poeta hubiese sido tan juicioso como ingenioso! Véase a Horacio en el Arte Poética, vers. 285 y sigs.

 

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se ha dicho lo bastante: imagen. Si hay quien piense que aun en esta parte falta algo del texto, podrá acordarse que Aristóteles en todas sus obras es por extremo conciso, breve y compendioso, y que aquí recorre y desempeña las partes de la proposición.

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