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o insertar relaciones de un episodio en otro: Ha parecido hacer esta paráfrasis para mejor inteligencia del texto.

 

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y aun el episodio entero de una pieza diversa: Tales son nuestros entremeses. Estas y otras impropiedades cometen los poetas por dar gusto a los mirones, que luego se cansan de cosas serias. No sé por qué nuestra nación es tan calificada de seria, gustando tanto de reír, que a duras penas sufriría una tragedia sin gracioso. Mas no por eso se ha de echar la culpa, que no tienen, a los mejores poetas: échenla a los mirones; que si Interdum vulgus rectum videt, est ubi peccat. Horat. Sería de desear que, en punto a entremeses, sainetes y episodios, leyesen los poetas y representantes lo que con tanto juicio y religión escribía nuestro Montiano desde la pág. 39 de su Discurso II.

 

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y del que posea el primor de este arte: Los oradores romanos no se desdeñaban de aprender el modo de   —126→   accionar en la escuela de los farsantes Esopo y Roscio. Representaba éste con tanta propiedad, gracia y donaire, que decía Cicerón (pro Quinctio): Videri ore durissimo esse, qui prœsente eo gestum agere conaretur: qui vero cum ipso contenderent, eos, etiam siquid antea recti aut venusti habere visi sunt, id amittere... Etenim, quum artifex ejusmodi sit, ut solus dignus videatur esse, qui in scena spectetur; tum vir ejusmodi est, ut solus dignus videatur, qui eò non accedat. Donde querría yo se notase no menos esto último por los cristianos que lo primero por los representantes. Cuanto a Esopo, fue tan eficaz en persuadir y tan compuesto en el accionar, que, como Roscio, era reputado por el más docto en el arte, así él fue tenido por el más grave: Quœ gravis Æsopus, quœ doctus Roscius egit. Horat. Epist. 2, I. Lecciones excelentes sobre el ademán y gesto han dado varios españoles citados por Montiano e ilustrados en el mismo Discurso II, desde la pág. 69.

 

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por la ignorancia de estos ademanes ninguna tacha resulta en la poética: La razón es clara, por tocar esto a los actores y no al poeta.

 

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reprende Protágoras; que en vez de suplicar, mandaba el que dijo: Canta, diosa, el enojo: Este Protágoras censuraba el primer verso de la Ilíada, porque, invocando a la diosa, usa el poeta del modo imperativo, como si por él no se pudiese suplicar aún al Dios verdadero, diciendo nosotros cada día: Deus, in adjutorium meum intende: Adjuva nos, Deus, salutaris noster, y otras palabras semejantes con toda humildad y reverencia. Que si aquel delicado filósofo reprendiera el defecto de su lengua griega (así como también de la latina, y acaso de todas las demás) en el tutear a Dios, abatiendo el Señor o Don, que nosotros decimos, con el turuleque; como cuando, v. g., en latín se dice: Tu, Domine; Tú, Señor, aún se podría sufrir, y cierto que hay harta disonancia en que a superiores, iguales e inferiores hayamos de hablar de una misma manera. No sucede así en la riquísima y discretísima lengua vascongada, cuyos verbos llevan en su misma conjugación el modo propio, distinguiendo cada una de las tres dichas clases, y aun en la ínfima, o cuando hablamos con inferiores, tenemos modismo especial para diferencia de sexos; por ejemplo: emanbezagu decimos, hablando con respecto a superior nuestro: emanzaguzu, hablando con benevolencia y cariño a nuestro igual; mandando y en tono de superiores, decimos al inferior emanzaguc, si es varón; emanzagun, si hembra; cuando en griego, latín, castellano, etc., no hay salir del modo único imperativo imagen: da nobis; danos, etcétera. Que los tratamientos de Vuesamerced o Usted   —127→   y los demás, saben todos que no son modos propios de conjugación, sino unas suplefaltas, hijas de advenedizas y postizas de la lisonja. Y adviértase de paso, que en vascuence, esta antiquísima lengua en España, no hay nombre propio de diosa, ni hacía por cierto falta donde jamás se conoció tal embuste o quimera. Mas no se crea por lo dicho en orden a la diferencia de clases y sexos en la lengua vascongada, que las observe constantemente en todos los modos, números y personas. El tratamiento de cortesía que se da a los superiores berorri, berorrec, tan facticio, adulterino y advenedizo es en el vascuence como en el castellano el Usted o Vuesamerced a que corresponde. Y de la misma manera que el castellano dice haga, vea, perdone usted, así el vascongado dice: Berorrec eguindu; chacurrac eguindu; donde berorrec y chacurrac son terceras personas, y de ambas se dice eguindu, igualmente. El vascuence lindamente comienza a distinguir, es verdad; pero a vuelta de eso todo lo viene a confundir como las otras lenguas: Eguic dice mandando al varón inferior; eguin o eguinzan a la hembra inferior, y luego eguizu a varón y hembra iguales y superiores; y en plural eguizute o eguinzace a varones, hembras, superiores, inferiores e iguales, dando al traste con todas las distinciones comenzadas. En el dialecto navarro se dice a los superiores enguinbez en singular, y e guinbezate en plural, que equivale al haga usted y hagan ustedes.

 

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Las partes de toda suerte de habla: Estoy por decir que todo este párafo ha sido interpolado e injerto aquí por algún comentador griego, trasladándolo a la Poética importunamente de los libros logicales de Aristóteles, especialmente del que se dice imagen, o de la interpretación. De la misma opinión es Metastasio contra Dacier, que se empeñaba en que todo esto cuadra muy bien en este lugar.

 

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elemento, sílaba, conjunción: Nosotros decimos letra; los griegos de una y otra manera, y da la razón Dionisio Halic.

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por los gestos y situaciones de la boca: Por esta causa unas se dicen labiales, porque se pronuncian abriendo y cerrando los labios; otras dentales, otras palatinas, otras guturales, según que la lengua al pronunciarlas hiere los dientes, el paladar o la garganta. Dionisio Halicarnaseo, en el libro citado, declara esta diferencia de las letras de modo que puede servir para la inteligencia de nuestro texto:

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En suma, la vocal se pronuncia por sí sola sin presión de los labios, dientes, etc.... la semivocal con esta presión, y el sonido imperfecto de vocal que precede. La muda de ningún modo se pronuncia, si no se le añade sonido de alguna vocal, como b, e, d, p, k. Canseco, adoptando la lección Heinsiana de imagen en lugar de imagen, traduce así: Por las configuraciones de la boca, por sus mismas figuras, por la aspiración, etc.; página 91.

 

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en los nombres formados de dos dicciones no se usa: imagen, no se ve, no sucede.

 

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en Teodoro el doro no significa: Parece que sí, pues sabido es que ambas voces simples theos y doron significan por sí mismas.

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