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La Periodicomanía publicó numerosísimos epitafios, como el dedicado al Duende de los Cafés: «Este sepulcro que ves / de piedra muy bien labrado / es donde se halla enterrado / el Duende de los Cafés [...] Mal ajustado su cuenta / el primer número dio / y como no se vendió / murió el Duende de no-venta» (XXXIII, págs. 22-23).

En otras ocasiones define una determinada publicación, como en el caso de El Piénsalo Bien, con versos harto elocuentes: «Quien nísperos come, / y bebe cerveza, / espárragos chupa / y besa una vieja; / ni come, ni bebe, / ni chupa, ni besa» (VII, pág. 17).

Véase al respecto los siguientes ejemplos:

  • El Universal. Padece extenuación, flojedad en el sistema nervioso, inapetencias, sudores fríos. Método curativo. Tónicos: tintura de quina, baños termales, ejercicio a caballo.
  • El Espectador. Hemoptisis. Leche de burra, caldos ligeros, ácido nítrico y abstinencia de viandas saladas.
  • La Miscelánea. Flatos histéricos. Jarabe de adormideras blancas y de corteza de cidra, agua de canela, paseos, bailes y diversiones.
  • El Eco de Padilla. Vértigos. Purgas, sangrías y sanguijuelas, lavativas emolientes, agua nitrada y ejercicio moderado.
  • Diario Viejo de Madrid. Consunción, insomnios, vómitos, diarrea. Sueros, sustancia de pan y paños de agras y triaca al vientre.
  • El Censor. Calenturas intermitentes. Emético, quina y aguas de naranja, entre caldo y caldo.
  • El Relámpago. Calenturas biliosas. Los antisépticos y febrífugos; caldos de ternera y agua de nieve.
  • El Compadre del Holgazán. Reumatismo. Tintura de quina, y el uso de diaforéticos.
  • La Gaceta. Hidropesía. Asados y vino blanco: privación de agua y vegetales. Operación de la paracentesis y ejercicio continuado al aire libre (XLIII, págs. 19-20).
 

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Para los estudios cuantitativos, los historiadores de la prensa han utilizado las estadísticas oficiales (Guereña, 1982), el derecho de timbre abonado a la administración de Correos a partir de 1850 (Cabrera, Elorza, Valero & Vázquez, 1975; Castillo, 1975), el Registro de Contribución Industrial a partir de 1858 (Botrel, 1975) y las tiradas (Cabrera, Elorza, Valero & Vázquez, 1975), pero ninguna de estas fuentes es totalmente fidedigna.

 

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Por eso se tratará casi exclusivamente de la prensa de Madrid como reflejo de lo que se leía en España, sin olvidar la especificidad de la prensa de provincias, catalana, vasca, que se desarrolla mucho después de 1883. En 1850, casi el 90% de los periódicos que circulaban por correo procedían de Madrid (Seoane, 1983, pág. 17).

 

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El empleado no podía suscribirse a más de un periódico por año. De los 10.000 reales que ganaba durante la Restauración, le quedaban 50 reales para periódicos (Cazottes, 1982, pág. 8).

 

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La primera publicación española para niños fue Gaceta de los Niños, de 1798. Luego hasta 1840 no se publicó más que Minerva de la Juventud, en 1833 (Altabella, 1971; Vázquez. 1963).

 

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El Zurriago. Periódico político, Madrid, Imprenta de A. Fernández y al final en la de M. R. y Cerro, 1821-1823. Imprimió un total de 92 números -21 en 1821, 60 en 1822 y 11 en 1823-. De desigual periodicidad, con frecuencia insertaba una nota en la que se decía: «Este periódico se publicará de cuando en cuando, y por ahora no tiene día fijo». El 14 de enero de 1823 empezó a salir con el título de Apéndice al Zurriago. Fueron sus redactores Félix Mejía y Benigno Morales. El primero ya había fundado con anterioridad La Colmena, de idéntico corte satírico, y El Constitucional, también de corta vida.