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ArribaActo tercero

 

El aposento corto de la CONDESA DE VARRONE, la CONDESA sentada en una silla de brazos como consternada de dolor, y FAUSTINA contemplándola desde los bastidores de la derecha, sin salir a la escena.

 
FAUSTINA
¡Pobre señora! La pena
la tiene ya hace tres días
inconsolable, y de verla
me siento yo enternecida.
La hablaré: por Dios, Señora, 5

 (Sale.)  

no se desconsuele V. S.
de ese modo, que hasta ahora
no hemos tenido noticia
desgraciada del señor
Alfonso.
CONDESA
¡Ay mi Faustina!,
10
que no haber él parecido
a verme en estos tres días,
estando en París, y bueno,
no es posible: si por dicha
supiéramos donde está, 15
yo tal vez aliviaría
mi pena.
FAUSTINA
Pues sin embargo
que estoy un poco rendida
de haber corrido en su busca
todo el día, ofrezco a V. S. 20
en lo que resta de tarde
traer alguna noticia
de él, aunque me cueste andar
todo París.
CONDESA
Me lastima
el verte cansada, pero 25
sinceramente, Faustina,
tanto deseo saber
de Alfonso que admitiría
tu oferta.
FAUSTINA
Pues bien, yo iré,
mas será tomando V. S. 30
algún alimento antes.
CONDESA
Te aseguro por mi vida
que no tengo gana.
FAUSTINA
No,
pues V. S. me permita
—26→
que la diga que no voy. 35
¿Desde ayer a mediodía
con sólo un poco de caldo?
Eso no es justo.
CONDESA
Querida
Faustina, yo te prometo
cenar si traes noticia 40
favorable de mi Alfonso.
FAUSTINA
Bien, me conformo, y con prisa
me voy: Dios quiera que traiga
lo que espero.
 

(Parte por la derecha.)

 
CONDESA
¡Qué sencilla!

 (Viéndola partir.)  

¡Qué humana y qué cariñosa 45
es! Cuasi81 tan afligida
como yo está, y sin embargo
sólo a consolarme aspira.
Oh, Alfonso, ¡qué digno eres
del dolor que martiriza 50
mi corazón!
 

(Vuelve a salir por la derecha regocijada.)

 
FAUSTINA
¡Oh, Dios!
CONDESA
¡Qué!
¿De qué nace esa alegría?
¿Viene Alfonso?
FAUSTINA
No señora,
pero cuando yo salía
hallé en la escalera un hombre 55
que venía con gran prisa
a darnos recado suyo.
CONDESA
¿Y por qué no le traías
contigo?
FAUSTINA
Allí fuera está.
CONDESA
Corre, pues, que entre a mi vista. 60
 

(Parte FAUSTINA por la derecha.)

 
Amor, déjame cumplir
con la ley de agradecida
ahora, y después será tuya
toda la memoria mía.
 

(FAUSTINA conduciendo de la mano a NICOLÁS, y la CONDESA corriendo a recibirle a los bastidores.)

 
FAUSTINA
Entre usted.
CONDESA
Y bien, buen hombre,
65

  (Con inquietud82.)  

¿está con salud cumplida
mi bienhechor?
FAUSTINA
¿Vive aún?
CONDESA
¿Adónde está?

 (Con viveza.)  

FAUSTINA
Hablad aprisa.
NICOLÁS
Señoras, por Dios me dejen
respirar.

 (Limpiándose el sudor.) 

CONDESA
Trae una silla,
70
y que se siente.
NICOLÁS
Señora,
no es digna mi jerarquía
de ese honor: en pie estoy bien.
¡Qué Señora tan benigna
y tan llana! En esto son 75
bien pocas las que la imitan.
CONDESA
Yo ruego a usted que nos saque
del cuidado.
NICOLÁS
No se aflija
V. S. que el buen Alfonso
está en mi casa: él me envía 80
a informarla del estado
de su salud.
CONDESA
¡Pues qué! Diga

 (Sobresaltada.) 

usted, ¿está malo?
NICOLÁS
Ha estado,
y de peligro.
CONDESA
¡Ay Faustina!
FAUSTINA
Señora, si está mejor 85
por qué ha de afligirse V. S.
NICOLÁS
Y tan mejor, que ya clama
por comer. Ha quince días,
Señora, que el buen Alfonso,
llevado de la codicia 90
de ganar mayor jornal,
ha tomado más fatiga
que la que puede llevar
su edad. Luego la comida
me han dicho que no es muy buena; 95
trasnocha, y antes del día
se levanta para darme
toda la obra concluida.
De esto, y no querer con tiempo
remediarlo, ha ya tres días 100
que se le han originado
unas fiebres tan malignas,
que a no haber llamado yo
un buen médico, las lía
sin remedio; pero hoy ya 105
la sesión fue más benigna
y más corta.
CONDESA
Dios os llene,
por acción tan compasiva,
de salud.
  —27→  
NICOLÁS
V. S. crea
que aunque hice cuanto podía, 110
fue muy poco, porque aunque
gano mucho, es mi familia
muy crecida, y nada basta,
Señora. Esto me afligía
sobre manera. El mirar 115
en una edad tan crecida
a Alfonso, enfermo de riesgo,
y no poder ni aun mi misma
cama ofrecerle, llegaba
a afligir el alma mía. 120
CONDESA
Buen Dios, ¿que no tiene cama?
NICOLÁS
No señora; en una chica
porción de paja descansa
su cuerpo, y una cortina
vieja, que pude yo darle, 125
le defiende de esta fría
estación.
CONDESA
Ah pobre Alfonso,
¡y qué poco me lastiman
tus males, que al escucharlos
no me matan!
ALFONSO
Ha unos días
130
que está mi mujer en cama,
y por eso ni aun la mía
pude ofrecerle, y en otra
que tengo, aunque es algo chica,
duermen mis tres hijos.
CONDESA
Ah,
135
¡qué situación!
FAUSTINA
Afligida
me siento.
CONDESA
¡Yo descansando
en una cama mullida
y aseada, y tú tan sólo
por remediar mis desdichas, 140
en el duro suelo!
NICOLÁS
Yo,
Señora, me entristecía,
viendo que por no poderle
traer, las más medicinas
que el médico le mandaba 145
se agravaba cada día
su enfermedad.
CONDESA
Santo Dios.
FAUSTINA
¡Qué lástima!
NICOLÁS
Crea V. S.
que no sé cuando, ni en qué
ha empleado su codicia 150
el dinero que ha ganado.
Todos creen que sería
jugador.
CONDESA
Ah, ¡cuán injustas,
señor, fueron sus malicias!
Lo que usted llama ambición 155
es la mayor hidalguía
que cupo en hombre. Tan sólo
por socorrer mis continuas
miserias sacrificó
su salud, el postrer día 160
que estuvo aquí me dejó
aquella alma compasiva
el jornal que en la semana
ganó. Y cuanto él adquiría
con su industria y su sudor 165
era para mí. Yo misma
soy de su mal y miseria
la causa.
NICOLÁS
No lo creería
si V. S. no lo dijera.
CONDESA
Es su virtud peregrina, 170
y sin igual.
NICOLÁS
Ahora veo
el fin con que él me pedía
hoy que a V. S. no contara
sus trabajos.
CONDESA
Oh alma digna
y generosa.
NICOLÁS
Al momento
175
que vio en peligro su vida
tan solamente le oímos
repetir: pobre ama mía,
pobre Condesa, mas nunca
quiso daros la noticia 180
de su dolencia.
CONDESA
Es cruel:
él me quitó la alegría
de ir a cuidarle. Mas ya
que supimos este día
su situación, aliviarla 185
procuremos. Ve, Faustina,
y del cofre que hay afuera
saca dos sábanas limpias
y dos almohadas: sal luego,
y busca quien más aprisa 190
—28→
le lleve mi cama.
FAUSTINA
Voy.
NICOLÁS
Para qué, ¿si donde habita
no cabe?
FAUSTINA
¡Qué angustia!
CONDESA
Pues
saca dos sábanas finas
y dos almohadas, haremos 195
con ellas, y con la misma
paja en que está, de manera
que hasta tanto que se vista
esté con algún descanso.
NICOLÁS
Pero es el caso que V. S. 200
no podrá verlo, porque
sólo con escalerilla
de mano puede subirse.
CONDESA
No importa: corre, Faustina,
saca eso en tanto que yo 205
entro en mi cuarto. Ve aprisa:
y usted perdone, y espere
un instante.
 

(La CONDESA parte por la izquierda y FAUSTINA por la derecha.)

 
NICOLÁS
¡Qué benigna
y humilde es! No se ve mucho
de esto en su alta jerarquía. 210
Pobre Alfonso: cuando sepa
que está la Condesa misma
a verle perderá el juicio
de admiración y alegría.
 

(Vuelven a salir por donde entraron: FAUSTINA con alguna ropa blanca, y la CONDESA con una colcha, unos bizcochos y una botella con vino.)

 
FAUSTINA
Aquí está la ropa.
CONDESA
Bien,
215
yo voy aquí prevenida
de un poco de vino bueno
y bizcochos: si se quita
la fiebre, tal vez con esto
se le fortalecería 220
el espíritu. Corramos,
que al menos con nuestra vista
se consolará mi honrado
bienhechor.
NICOLÁS
Mucho me admira
esta Señora. Pues vamos. 225
CONDESA
Ten paciencia, mi Faustina:
yo sé que estarás cansada,
y con razón, pero mira,
luego que le hayamos visto
dormiremos sin fatiga 230
toda la noche.
FAUSTINA
Ah, Señora,
yo voy con toda alegría
que quiero mucho al señor
Alfonso.
NICOLÁS
Ya guío a V. S.
CONDESA
Y yo sigo a usted, pidiendo 235
a Dios, con la fe más viva,
que llene a mi bienhechor
de consuelos y de dichas
 

(Vanse por la derecha.)

 
 

(Va obscureciendo. Teatro de calle con una puerta grande usual en el frente. Por la izquierda el REY y BRANCOURT de capa.)

 
REY
Brancourt, ¿sabes dónde vamos?
BRANCOURT
No señor.
REY
Mucho me admira
240
que no desees saberlo.
BRANCOURT
No tengo tanta osadía;
voy con V. M.,
con que voy bien.
REY
De tu amiga
la Condesa tertuliano 245
soy esta noche.
BRANCOURT
Esa dicha
la sorprenderá.
REY
No quiero
que la sea conocida
mi persona, y solamente
por eso salir me miras 250
con este disfraz, tan nuevo
para mí. Deseo oírla
de incógnito, y apurar
de qué nacen las distintas
noticias que de ella tengo, 255
pues tú me la pintas digna
de mi piedad, y Dronbell
de mi indignación.
BRANCOURT
La misma
virtud es.
REY
¿Luego me engaña
Dronbell?
BRANCOURT
Tanto no diría
260
yo: mas sé que la verdad
—29→
os he dicho.
REY
No lo dudo;
pero hay mil materias dignas
de que un Rey las examine
por sí, y mucho más si mira 265
variedad en los informes
que de ellas le subministran.
BRANCOURT
Es lo mejor.
REY
Yo me temo

 (Aparte.) 

que la verdad no me diga
Dronbell, y apurar la causa 270
mi desvelo solicita.
Vamos, Brancourt.
BRANCOURT
Esperad,

 (Mirando hacia dentro.) 

que a esta parte se encamina,
si no me engaño, Madama
la Condesa, en compañía 275
de su criada y un hombre.
REY
¿A estas horas?
BRANCOURT
Bien me admira,
mas no me engaño.
REY
Aguardemos
que pasen, para seguirla.
 

(BRANCOURT y el REY se retiran a la izquierda. La CONDESA, NICOLÁS y FAUSTINA por la derecha.)

 
NICOLÁS
Vaya, que ya hemos llegado. 280
FAUSTINA
Gracias a Dios.
NICOLÁS
Entre V. S.
que ésta es: pero cuidado,
que como sólo se habita
el zaguán para el trabajo,
está lleno de inmundicia 285
y trastos: muchacho, alumbra.
 

(NICOLÁS abre la puerta del frente, y dentro se descubren trabajando con luz artificial varios oficiales de Calderero: uno de ellos sale con una luz hasta el umbral83 de la puerta, y entran los tres cerrándola.)

 
REY
¿Entraron?
BRANCOURT
Sí señor.
 

(Salen a la escena.)

 
REY
Mira
quién vive ahí.
BRANCOURT
Un honrado
Calderero.
REY
Y que, ¿la misma
Condesa viene a su casa 290
de noche? Te engañarías
tal vez.
BRANCOURT
Señor, no me engaño.
REY
A ver si nos dan noticia
de si tardará en volver
a su casa, pues sería 295
inútil pasar a verla
si ha de detenerse.
BRANCOURT
Siga
V. M. mis pasos,
llamaremos. Su malicia

 (Aparte.) 

penetro.
REY
Que me conozcan
300
estas gentes sentiría.
 

(BRANCOURT llama a la puerta y sale NICOLÁS.)

 
NICOLÁS
¿Quién llama?
BRANCOURT
Decid, buen hombre,
¿quién es una señorita
que acaba de entrar ahora
en esta casa?
NICOLÁS
Me admira
305
la curiosidad. No sé,

 (Con secatura.) 

mas bastará que les diga
que no es lo que buscan.
BRANCOURT
Nada
buscamos, si lo malicia:
sólo salir deseamos 310
de una duda.
NICOLÁS
Si a eso aspiran,
pueden esperar que salga,
y hasta su casa seguirla.
BRANCOURT
¿Tardará?
NICOLÁS
No me lo ha dicho.
BRANCOURT
No usará tal grosería, 315

 (Descubriéndose.) 

a saber quien soy.
NICOLÁS
¿Qué miro?
Señor, humilde suplica
mi respeto a V. E.
me perdone, pues creía
hablar con uno de aquellos 320
ociosos que se ejercitan84
en perseguir a estas horas
la honestidad.
BRANCOURT
Y bien, diga,
¿es Madama de Varrone
la que entró?
NICOLÁS
Señor, la misma.
325
  —30→  
BRANCOURT
¿Os conoce?
NICOLÁS
No señor:
vino su alma compasiva
a ver a un criado suyo
que está malo hace unos días
en casa.
BRANCOURT
¿Es Alfonso?
NICOLÁS
Alfonso,
330
que como su Señoría
no puede ya mantenerle,
hace tiempo que se aplica
a este oficio.
REY
¿Y viene a verle
su ama?
NICOLÁS
No se admiraría
335
si supiera la bondad
de esta Señora. No es digna
de lo que la está pasando,
no; pues el criado... Envidia
me ha dado el saber su modo 340
de pensar; y me holgaría
que todo el mundo supiera
sus acciones peregrinas.
REY
¿Cuáles?85
NICOLÁS
¿Os parecen cortas
la de dar a su afligida 345
Señora todo el salario
de seis años que tenía
ahorrado? ¿La de aplicarse
en una edad tan crecida
a este oficio solamente 350
por sustentarla?
REY
Inaudita
fineza.
NICOLÁS
Y en fin, ¿por sólo
ganar más, para asistirla
mejor, tomar más tarea
de la que llevar podían 355
sus años, hasta perder
su salud?
REY
¡Cuánto me admira
todo lo que oigo!
NICOLÁS
Es verdad
que su ama agradecida
se lo paga bien. Apenas 360
supo hoy que de parte iba
de Alfonso, vaya, ¡qué extremos
conmigo aquella benigna
Señora! Luego que oyó
que en mi casa le tenía 365
malo, convirtió en pesar
todo el placer; sus mejillas86
se la cubrieron de llanto,
y a pesar de que era fría
la noche se vino a verle 370
conmigo. Vaya, en mi vida
he llorado más, Señor,
que esta tarde. Ella y Faustina
vinieron cargadas de
colcha, sábanas limpias, 375
vino, bizcochos87: en fin,
hasta la cama quería
traerle, sin permitirme
que aliviara su fatiga
por el camino. Yo estoy 380
fuera de mí de alegría
de ver en una Señora
de tan alta jerarquía,
y pocos años, una alma
tan noble, tan compasiva, 385
tan afable, tan honesta,
y en fin tan agradecida,
que es lo que por lo común
se ve menos en el día.
REY
Absorto estoy.
BRANCOURT
¿Qué os parece?
390

  (Al oído al REY.)  

¿Concuerdan estas noticias
con las de Dronbell?
REY
No a fe.
BRANCOURT
Concordarán con las mías.
NICOLÁS
¡Si viera V. E. Señor,
cuán sin melindre subía 395
ahora por una escalera
de mano pendiente y chica
al desván de Alfonso! ¡Ah
qué pocas son las que imitan
su bondad! Pero aquí baja 400
el médico.
REY
¡Qué delicia
me da el oírle!

 (Por la puerta del frente ENRICO.)  

NICOLÁS
Y bien, ¿cómo
está Alfonso? ¿Hay mejoría?
ENRICO
Ha perdido vmd. la escena
más tierna, más nueva y digna 405
de admiración.
  —31→  
NICOLÁS
¿Cuál, Señor?
Dignaos de referirla.
ENRICO
Como estaba tan ajeno88
Alfonso de tal visita,
apenas en el desván 410
descubrió a su ama seguida
de la criada, se quiso
incorporar con gran prisa,
pero no pudo. Madama,
alegre y enternecida, 415
arrojándose a sus brazos,
«Alfonso» dice; y él grita,
«Señora», sin que en gran rato
les dejara la alegría
hablar más, ni separarse. 420
Luego que sus almas dignas
se explayaron con el llanto,
y le dio las más sencillas
quejas Madama porque
no la dio antes la noticia 425
de su mal, se volvió a mí,
que observándoles había
estado alegre y absorto,
me saluda, y me suplica
que no extrañe aquel exceso 430
de su ternura. Duplica
su llanto, y me cuenta todas
las finezas que debía
a Alfonso; me ruega luego
que ayudado de Faustina 435
le sacara de la cama
mientras ella se la hacía
de nuevo; en efecto, al punto
con unas sábanas limpias,
una colcha y dos almohadas 440
que de su casa traía,
hizo del montón de paja
que de colchón le servía
una cama, si no buena,
aseada y bien mullida. 445
Me ayudó a meterle en ella,
y con la licencia mía
le fue dando por su mano
con caridad excesiva
unos bizcochos y un poco 450
de vino que le traía.
Pero lastimándose
de verle allí, me suplica
que se le deje llevar
con la precaución debida, 455
a su casa, donde al menos
su bienhechor estaría
mejor cuidado. Yo viendo
que ya Alfonso no tenía
el mayor riesgo, y que en ello 460
a dar tal júbilo iba
a su ama, lo concedí
sin repugnancia. En mi vida,
Nicolás, gocé una escena
tan agradable. Faustina 465
llorando a mis pies de gozo,
abrazada a mis rodillas
la condesa; el buen Alfonso
dando voces de alegría,
y yo todo enajenado89, 470
contemplando esta sencilla
pintura, que tan exacta
la humanidad ofrecía
a mis ojos. Ah, ¡quién fuera
dueño de las excesivas 475
rentas de un Monarca! Yo,
yo les recompensaría
su virtud: pero una vez
que no lo soy, determina
mi piedad valerse de una 480
Señora muy compasiva
y principal para que
ponga al instante a la vista
de nuestro benigno Rey
una copia de estas dignas 485
y heroicas almas. Veréis,
Nicolás, con cuánta prisa
las llena S. M.
de consuelos; ¡y qué dicha
para mí si por mi medio 490
gozan de un sereno día
los tres! Qué gozo... Mas voy,
voy a ver si les envía
esta Señora su coche,
para que esta noche misma 495
lleve a Alfonso a la posada
de Madama, y compasiva
se disponga a proteger
su causa. Dios lo permita,
Nicolás, para que el mundo 500
eche de ver algún día
—32→
que a imitación de su Rey
hay en Francia quien estima
la virtud, quien la desgracia
compadece, quien abriga 505
la humildad en su seno,
y en fin, quien de su hidalguía
y poder se vale para
hacer completa la dicha
de sus próximos, llenando 510
la triste casa que habitan,
de paz, de bien, de quietud,
de consuelo y de alegría.
 

(Parte por la derecha.)

 
BRANCOURT
Señor, ¿qué os parece?

  (Al oído al REY.)  

REY
Bien.
BRANCOURT
¿Os dijo Brancourt mentira? 515
NICOLÁS
¡Qué médico tan piadoso!
REY
Si tengo en mi Monarquía
muchos vasallos como estos,
no reinará90 la perfidia,
la crueldad, ni la desgracia 520
jamás en ella.
NICOLÁS
Está fría
la noche, Señor, si V. E.
quisiera honrar esta sencilla
casa suya...
BRANCOURT
No, idos vos
a cuidar vuestra familia. 525
NICOLÁS
De V. E. criado.

 (Se entra.) 

BRANCOURT
A Dios.
REY
Mucho con esta noticia
recelo de la intención
de Dronbell.
BRANCOURT
Qué determina
V. M.
REY
Que demos,
530
en tanto que se retira
Madama a casa, la vuelta
a palacio.
BRANCOURT
No replica
mi humildad.
REY
Vamos, Brancourt,
llevaremos prevenida 535
la recompensa, y por si es
que la virtud se confirma.
 

(Vanse por la derecha.)

 
 

(Calle diferente. DRONBELL y el AYUDANTE por la izquierda.)

 
AYUDANTE
No apruebo aquesta postrera
determinación de V. S.,
Señor.
DRONBELL
No hallo otro remedio,
540
Brusart: mi pasión activa
tomó ya cuantos arbitrios
son creíbles. Discurría
que poniéndola en la triste
constitución que la miras, 545
dejaría su esquivez
y por fuerza admitiría
mi favor y mi dinero,
pero aunque quiso mi dicha
que el Rey, por sólo mi influjo, 550
la quitase la crecida
pensión que gozaba, y que
la hiciese creer mi malicia
que Brancourt era un infiel,
todo fue en vano: más iras, 555
más desprecios hallo en ella
cada vez; a no rendirla
por fuerza, yo desespero
ya de las cautelas mías,
Brusart; en este supuesto 560
si mi amistad solicitas
haz lo que mandé. Los pocos
que han de ir en tu compañía
por la codicia del premio
sólo a complacerme aspiran. 565
Llevando los dos criados
a una prisión y a mi quinta
a la Condesa, no hay
por quien se sepa algún día
que fue supuesto este orden. 570
Conque si gozar codicias
las ventajas que te ofrezco,
labre tu obediencia misma
tu fortuna, pues si logro
mis ideas por tu fina 575
amistad, yo haré que subas
donde tu ambición te guía.
AYUDANTE
Mucho temo su poder
si me opongo a sus inicuas

 (Aparte.) 

máximas. Pues una vez 580
que ningún medio halla V. S.
menos violento, no debo
oponerme.
DRONBELL
Nueva vida
me has dado. A mis brazos llega,
—33→
y en mis promesas confía. 585
AYUDANTE
¿Qué más recompensa quiero
que estas honras repetidas?
DRONBELL
La hora se acerca, Brusart.
AYUDANTE
Pues con licencia de V. S.
parto a prevenir la gente. 590
¡Inmenso Dios, patrocina
mi intención, porque este monstruo
sus ideas no consiga!
 

(Vase por la derecha.)

 
DRONBELL
Aunque es mi hechura, recelo
de Brusart: tal vez podría... 595
Hice mal seguramente
en perderle ahora de vista
un solo instante: en su busca
voy, y será bien que asista
a su lado hasta que vea 600
mis intenciones cumplidas.
 

(Vase por la derecha.)

 
 

(Aposento de la CONDESA con algunos taburetes: la CONDESA y ALFONSO sentados a la mesa, y FAUSTINA sirviéndoles la cena.)

 
CONDESA
¿Está bueno el caldo, Alfonso?
ALFONSO
Tan bueno, que dar la vida
puede a uno que esté expirando91.
No durara tantos días 605
mi enfermedad si me hubieran
dado de estas medicinas,
pero como Nicolás
está pobre, no podía
poner más que un pucherito 610
para mí, y para Cristina92
su mujer, de modo que
era más agua cocida
que caldo lo que tomaba:
Dios se lo pague, aun hacía 615
sobrado.
CONDESA
Cuando me acuerdo
del cuidado en que a Faustina
y a mí nos tuviste...
FAUSTINA
Buenos
malos ratos a fe mía
hemos pasado.
ALFONSO
Si yo
620
diera a V. S. la noticia
de mi mal, gastado hubiera
con el médico y botica
sin duda los pocos cuartos
que para comer había, 625
y después V. S. hubiera
ayunado.
CONDESA
Más excitas
mi dolor con eso. ¿Acaso
ese dinero podía
nunca emplearse mejor 630
que en procurar tu perdida
salud con él?
ALFONSO
Ya sin él
la voy cobrando.
FAUSTINA
Mas diga
usted, ¿y si por la falta
de la asistencia precisa 635
se muriera?
ALFONSO
Vaya, vaya,
hablemos... Pero, Faustina,

 (Llaman.) 

mira, sin abrir la puerta,
quien llama.
 

(Vase FAUSTINA.)

 
CONDESA
Mucho me admira
que a estas horas...
ALFONSO
Otra letra.
640
 

(Por la derecha FAUSTINA.)

 
FAUSTINA
Señora, que le permita
V. S. entrar, con un deudo
cercano suyo, suplica
el señor Marqués.
CONDESA
Lo siento,
pero di que entren, Faustina. 645
 

(Vase FAUSTINA, y ALFONSO quiere levantarse.)

 
¿Dónde vas?
ALFONSO
A levantarme.
CONDESA
¿Para qué?
ALFONSO
¿Qué quiere V. S.,
que ahora la vean cenando
conmigo? Murmurarían
de V. S., y con harta causa. 650
CONDESA
Alfonso, deja que digan
lo que quieran, como yo
no ultraje93 la fama mía.
 

(Por la derecha BRANCOURT y el REY; la CONDESA y ALFONSO quieren levantarse.)

 
BRANCOURT
Madama, si me dais muestras
de que incomodo...
CONDESA
Faustina,
655
—34→
sillas.
BRANCOURT
Nos obligaréis
a volvernos.
REY
La sencilla
sociedad no ha de causar
incomodidad. V. S.
siga cenando.
CONDESA
Lo haré,
660
porque soy harto enemiga
de poner a las acciones
honestas y comedidas
el grillo que las ha dado
nuestra extravagancia misma. 665

 (Se sientan.) 

BRANCOURT
Siendo así, nos sentaremos.
El que con ella se mira

 (Al oído al REY.)  

es el criado. Madama,
disculpadme la osadía

 (Se sientan.)  

de traer a vuestra casa 670
este deudo mío.
CONDESA
Estima
mi atención el favor vuestro,
y podrá desde este día
mirarla como muy suya.
REY
No abusaré yo en mi vida 675
de esa oferta, mas la aprecio,
y ofrezco a los pies de V. S.
mis facultades.
CONDESA
Dejemos
ahora cortesanías
si os parece: ve quitando 680
aquesta mesa, Faustina;
 

(La CONDESA y ALFONSO se levantan donde estaban, y vienen a sentarse más a la escena.)

 
y permitid que en presencia
vuestra ocupe aquesta silla

 (Dándole una silla la CONDESA.)  

mi Alfonso, porque además
de estar enfermo le mira 685
mi gratitud como padre,
a quien las desgracias mías
deben su alivio, y es fuerza
que le trate mientras viva
como a tal.
ALFONSO
Siempre seré
690
sólo criado de V. S.
REY
¡Qué almas tan nobles! Madama,
haréis bien: siempre fue digna
la virtud de ser honrada
aunque de sayal se vista. 695
La vanidad no lo aprueba,
mas la religión lo inspira.
BRANCOURT
Me encanta más.
REY
Brancourt calla.

 (Aparte.) 

CONDESA
Quizás le disgustaría
esta llaneza.
BRANCOURT
Madama,
700
me precié toda mi vida
de racional. He creído
que no hay de la esfera mía
a la de un pobre artesano
distancia: que es una misma 705
la nobleza de su carne,
aunque sea tan distinta
nuestra fortuna. Me acuerdo
de que gozo yo excesivas
rentas y él no, solamente 710
para aliviar sus desdichas,
no para engreírme... En fin,
no soy de aquellos que miran
a un menestral virtuoso
con desprecio.
CONDESA
No, yo misma
715
tengo pruebas muy bastantes
de la compasión que habita
en vuestro pecho.
BRANCOURT
Madama,
que dejéis eso os suplica
mi respeto.
CONDESA
No, Brancourt,
720
ya que después de tres días
que os he enviado a llamar
venís hoy, yerro sería
que os dejara ya volver
sin decir lo que os quería. 725
BRANCOURT
¿Y es?
CONDESA
Que habéis conmigo andado
muy cauteloso. Este día
llegaron a mi poder
sin tener de ello noticia,
estos recibos de deudas 730
mías que vuestra hidalguía
por mí satisfizo. Ya
lo hicisteis, y ni aun yo misma
puedo remediarlo, pero
lo siento. Quinientas libras 735
—35→
importan, yo lo recibo
como préstamo que un día
satisfaré si mejora
Dios mi fortuna impropicia.
Pero aquí tenéis la letra 740
que vuestra alma compasiva
dio a Alfonso porque con ella
de mi asistencia precisa
cuidara, sin descubrirme
que era vuestra acción tan digna. 745
Tomadla, porque además
de que no debe admitirla
mi honor, creed que de nada
mi situación necesita,
pues ya mi Alfonso socorre 750
con su jornal mis precisas
urgencias. No por desaire
lo toméis, porque os lo estima
de modo mi corazón,
que solamente imagina 755
que puede pagarlo siendo
vuestra esclava mientras viva.
REY
Yo no sé quien de los tres

 (Aparte.) 

me ha dado mayor envidia.
BRANCOURT
Paciencia. Yo hice, Madama, 760
tan sólo lo que debía,
pero vos no, pues me habéis
sonrojado. Si peligra
vuestro honor porque ese corto
obsequio de mí reciba, 765
dádsele a Alfonso.
CONDESA
¿Sabéis
que es letra de dos mil libras?
BRANCOURT
Lo sé, con ellas le pago
el pesar que me origina
por no guardar un secreto. 770
ALFONSO
Señor...
BRANCOURT
No me fiaría
ya de vos. Cobrad la letra
al instante, e invertidla
de modo que no volváis
a enfermar en vuestra vida 775
de trabajar.
 

(Por la derecha FAUSTINA sobresaltada.)

 
FAUSTINA
¡Oh, buen Dios!
CONDESA
¿Qué traes?
ALFONSO
¿De qué te agitas?
FAUSTINA
De que la escalera sube
una patrulla seguida
de un Oficial, y Dronbell 780
viene con ellos.
BRANCOURT
Respira,
no temas.
 

(Llaman.)

 
ALFONSO
¡Oh Dios! Ya llaman.
CONDESA
¿Qué tiemblas? ¿Acaso habita
la culpa en nosotros? Sea
lo que fuere, la Divina 785
Providencia volverá
por nuestra causa. Faustina,
abre.
REY
No sé qué recelo.
Abre, sí, pero no digas
que estamos aquí nosotros. 790
ALFONSO
¿Si harán una tropelía
con mi ama?
REY
Nada temas,
ni se sobresalte V. S.
Madama, que para todo
quedaremos a la vista 795
Brancourt y yo en ese cuarto.
BRANCOURT
¿Qué intenta el Rey?
REY
Ven aprisa.
CONDESA
¿Pero para qué?
REY
Ya llegan,
luego sabréis el enigma.
 

(El REY y BRANCOURT se ocultan en la izquierda. Por la derecha DRONBELL y el AYUDANTE, quedando la tropa a los mismos bastidores.)

 
DRONBELL
Tomad las puertas, y a nadie 800
el salir se le permita
sin mi orden.
AYUDANTE
Pobre Condesa.
CONDESA
Pues cómo...
DRONBELL
Modere V. S.
el sobresalto, que aunque
la orden que traigo no admita 805
piedad alguna, soy yo
quien he venido a cumplirla.
ALFONSO
Este pícaro se venga
ahora de mí.
REY
Su ruina
busca Dronbell.
DRONBELL
Pudo más
810
—36→
que la virtud la perfidia,
Madama. Por el delito
de que ya tenéis noticia,
que os imputa un vil traigo orden
de prender vuestra familia, 815
y a vos.
REY
Absorto le escucho.
DRONBELL
Para evitar vuestra ruina
tengo un medio, que es llevaros
secretamente a mi quinta,
y aseguraros en ella, 820
aunque sea a costa mía;
sabéis mi amor, mis riquezas
y mi poder; os avisa
mi voz el riesgo, con que
mirad lo que determina 825
vuestra prudencia.
CONDESA
En efecto,
¿sólo por guardar mi vida
queréis exponeros?
DRONBELL
Nada
dudéis.
CONDESA
¿Y estaré en la quinta
segura de los rigores 830
del Rey?
DRONBELL
Mi amor os lo afirma.
BRANCOURT
La Condesa perdió el juicio.
CONDESA
¿Y juráis que en vuestra vida
ofenderéis mi honor?
DRONBELL
Sí.
ALFONSO
Pronto lo quebrantaría. 835

 (Aparte.) 

CONDESA
Pues sólo un reparo tengo.
DRONBELL
¿Y es?
ALFONSO
La Condesa delira.
CONDESA
Que la tropa...
DRONBELL
No temáis,
que sólo a servirme aspira,
y por guardar el secreto 840
perderán todos la vida.
CONDESA
Pues en esa inteligencia...
DRONBELL
Venció la cautela mía.

 (Aparte.) 

CONDESA
Ayudante, guíe usted

 (Con resolución.) 

a la prisión que destina 845
el Rey para mí: pues almas
que gozan la jerarquía
 

(DRONBELL admirado.)

 
de mi sangre, los decretos
de su Soberano miran
con obediencia, aunque sean 850
dictados de otra malicia.
Si S. M. lo manda
tendrá causas infinitas,
y ni a mí, ni a vos nos toca
por ahora el inquirirlas, 855
sino obedecer, y así
guíe usted, y sea aprisa.
Y vos, Dronbell, no dudéis
que aunque sin ofensa mía
pudiera admitir la oferta 860
que hacéis, no la admitiría,
siquiera por no deberos
fineza alguna en mi vida.
DRONBELL
Burló mi esperanza.
ALFONSO
Eso
sí.
BRANCOURT
Muy buen susto a fe mía
865
me dio la Condesa.
REY
Ya
extrañaba lo que oía.
DRONBELL
¿Que despreciáis el escudo
con que mi piedad os brinda?
CONDESA
Tengo harto94 con mi razón. 870
DRONBELL
Mal hará quien de ella fía,
porque la razón no basta
si el poder no la apadrina.
CONDESA
Con vos, que sois un... eh95... vamos.
DRONBELL
Una vez que desestima 875
vuestra vanidad mi oferta,
es fuerza dejar cumplida
la orden del Rey; Ayudante,
toda la autoridad mía
cede ya; ejerza96 usted 880
su obligación. Hola.
 

(Sale la tropa, y quedará formada a los bastidores.)

 
BRANCOURT
Yo estoy confuso.
DRONBELL
Llevad presa la familia
donde sabéis, y a Madama,
pues es por su clase digna 885
de esta distinción, encargo
que mande usted conducirla
en mi coche a la prisión
que el Rey manda.
AYUDANTE
¡Oh Dios qué impías 890
ideas!
  —37→  
ALFONSO
Yo pasaré
en la cárcel a fe mía
muy buena convalecencia.
Paciencia; mas me lastima
mi ama.
DRONBELL
¿Qué le detiene?
895
AYUDANTE
Nada, ya obedezco a V. S.
Esto es preciso. Madama
venid, de nada se aflija
vuestro corazón, que ya
en el valor que me anima 900
tenéis quien vuestra virtud
defienda de la malicia.
 

(Asiendo de la mano a la CONDESA, se pone delante de ella en acción de defenderla con la espada desnuda.)

 
ALFONSO
Buen Dios.
DRONBELL
Brusart, ¿qué hace usted?
AYUDANTE
Lo que este instante me inspiran
honor, valor, religión 905
y fidelidad. V. S.
perdone, que ya no es bien
que yo sus máximas siga,
sus excesos autorice,
ni sus ideas indignas 910
defienda. Lo hice algún tiempo
por la esperanza mentida
de ascender en mi carrera
conforme me lo ofrecía
con su favor: mas soy noble, 915
y mi sangre me lo avisa
en este instante, y más quiero
no conseguir en mi vida
un paso más, que ganarle
con excesos y perfidias. 920
DRONBELL
¡Qué rabia! ¿Y la orden del Rey?
AYUDANTE
Es supuesta, y la de V. S.
es que con secreto lleve
a la Condesa a su quinta,
para hacer de ella lo que 925
su torpe exceso le inspira.
DRONBELL
La cólera me consume.
¿Cómo así, infame, amancillas
mi opinión? Amigos, yo
llenaré vuestra codicia, 930
prendedle. Pese a mi rabia,

 (A los SOLDADOS que permanecen sin acción.)  

¿todos me dejáis? Por vida
del Rey, que os haga mi acero...
 

(Saca la espada, quiere envestir a la tropa, y ella le hace frente con las bayonetas.)

 
AYUDANTE
Tened: modérese V. S.
porque si no, no respondo 935
por ahora de su vida.
DRONBELL
Sí haré, mas puesto que gozo
con el Rey tan excesiva
privanza, temed la furia
que mi corazón respira. 940
AYUDANTE
El Rey verá mi inocencia.
DRONBELL
Haré yo por desmentirla.
 

(Salen el REY y BRANCOURT, y todos se suspenden.)

 
REY
No harás, que la he visto yo.
AYUDANTE
El Rey.
CONDESA y ALFONSO
¡El Rey, era dicha!
DRONBELL
Señor...
REY
No me digas nada;
945
que tus culpas repetidas
están sacando por fuerza
el rubor a mis mejillas:
pues aunque en ninguna de ellas
es cómplice mi justicia, 950
a vueltas de mi privanza
las cometió tu osadía;
y dirá alguno tal vez
que yo pude consentirlas.
Mas una vez que llegaron 955
tan claras a mi noticia,
yo haré que la Europa vea
también cómo se castigan.
Brusart, mientras se substancia
su causa, en esa vecina 960
Ciudadela, hasta otra orden,
quede preso.
AYUDANTE
No replica
mi humildad. Vamos.
 

(Le quitan la espada.)

 
CONDESA y BRANCOURT
Señor...
REY
Ninguno por él me pida,
si mi gracia quiere.
DRONBELL
Apenas
965
me deja mi afrenta misma
respirar.
AYUDANTE
Vamos.
DRONBELL
Yo mismo
he buscado mi ruina.
  —38→  
 

(Acompañado del AYUDANTE parte en medio de la tropa DRONBELL por la derecha.)

 
ALFONSO
Aunque es un pícaro, ahora
su desgracia me lastima. 970
REY
Madama, a Brancourt y Alfonso
debéis no estar sumergida
más tiempo en vuestra miseria,
pues llevado de la inicua
persuasión de Dronbell, nunca 975
viera yo vuestras desdichas.
Pero pues tendrán castigo
sus execrables perfidias,
goce la virtud también
el premio de que es muy digna. 980
Toma, Brancourt, lee.

 (Dándole un papel.) 

 

(Lee BRANCOURT.)

 

BRANCOURT  A Madama Varrone la pensión que antes gozaba, y de mi bolsillo secreto diez luises cada mes.

A su criado Alfonso otra pensión de mil libras anuales.

A Faustina un dote de quinientas libras.

REY
¿Adónde
está?
ALFONSO
Faustina.
CONDESA
Faustina.
 

(Por la derecha FAUSTINA.)

 
FAUSTINA
Señora, yo...
CONDESA
Pierde el miedo,
que ya sólo la alegría
reina en casa. El Rey te llama. 985
FAUSTINA
¡El Rey!...

 (Sorprendida.) 

REY
Acércate.
CONDESA
Mira,
S. M. te concede
dote de quinientas libras.
FAUSTINA
Mejor las quisiera yo
para que mis hermanitas 990
y mis padres se sustenten,
y no perezcan.
ALFONSO
Buena hija.
REY
Bien, déjalo por mi cuenta.
 

(Sale el AYUDANTE.)

 
AYUDANTE
Señor, luego que a su digna
prisión llegó, no sé si 995
dimanado de su misma
desesperación o afrenta,
cayó ya cuasi sin vida
Dronbell, y queda expirando.
Sólo me encarga que pida 1000
al Rey que sus graves culpas
olvide si acaso expira.
Que declare a la Condesa
de Varrone, que su malicia
imputó a Brancourt delitos 1005
que jamás en su hidalguía
cupieron, por trastornar
el amor que se tenían.
Que a ellos y a cuantos se vieren
de él ofendidos suplica 1010
que le perdonen y rueguen
a Dios por él.
CONDESA y BRANCOURT
Me contrista
su muerte.
REY
Él quiso perder
con mi privanza la vida,
y tú subir a mi gracia. 1015
Brancourt, a esas gracias mías,
añade la de Mayor
de esta Plaza, que hace días
está vacante, a Brusart.
BRANCOURT
Está muy bien hecho.
 

(Por la derecha ENRICO.)

 
ENRICO
Ustedes
1020
perdonen. Madama, aprisa:
la Duquesa de Conti
ha oído compadecida
vuestro estado, y entre tanto
que con el Rey solicita 1025
algún alivio desea
que estéis en su casa misma
bien servida y regalada,
para lo cual os envía
S. E. el coche. Vaya, 1030
no os detengáis.
CONDESA
Mucho estima
mi humildad su atención; pero
ya S. M...
ENRICO
¿Qué miran
mis ojos? Señor, el gozo
con que a Madama traía 1035
esta buena nueva me hizo
no reparar...
REY
Más me obligas
que me ofendes. ¿Acabaste
de leer?

 (A BRANCOURT.) 

BRANCOURT
Aún no.
 

(Lee BRANCOURT.)

 

A Enrico Dusell, mi   —39→   segundo Médico de cámara.

ENRICO
¿A mí? ¡Qué dicha!

 (Sorprendido.) 

 (Lee.) 

BRANCOURT  A Brancourt...

REY
¿Qué?
BRANCOURT
Nada más dice. Vaya,
1040
V. M. invicta
se cansó aquí de hacer gracias,
sin duda alguna, y la mía
la dejó para otra vez.
REY
Antes es porque me pidas 1045
tú la que quisieres.
BRANCOURT
¿Sí?
Pues sólo quiero que diga
V. M. si yo
le he engañado.
REY
No. ¿No aspiras
a más?
BRANCOURT
No señor.
REY
Pues yo
1050
quiero darte ahora una dicha
que no esperas.
BRANCOURT
¿Cuál?
REY
La mano
de Madama.
CONDESA
Mano y vida
si vos lo queréis son suyas,
y aún no pago a su hidalguía 1055
lo que le debo.
BRANCOURT
Por fin
logré cuanto apetecía.
REY
¿Logró la virtud de todos
la recompensa debida?
CONDESA y BRANCOURT
Sí, Rey piadoso.
ALFONSO y FAUSTINA
Rey santo.
1060
ENRICO y AYUDANTE
Rey justo.
TODOS
El Cielo bendiga
vuestro nombre, y nos conserve
en paz esta Monarquía.
REY
Amén. Brancourt, a Palacio;
tú Brusart...
AYUDANTE
Señor.
REY
Ve aprisa,
1065
y si es que Dronbell ha muerto,
llévame allá la noticia
sin dilación.
AYUDANTE
Está bien.
BRANCOURT
Y a vmds. todos suplica
mi afecto que a la Condesa 1070
lleven a la casa mía
luego, y en ella me aguarden
para celebrar mi dicha.
TODOS
Muy gozosos.
REY
Vamos, pero
no perdáis nunca de vista 1075
la virtud, pues ella sola
vuela hasta la esfera misma
de la Majestad97 aunque
pobre y abatida viva.
BRANCOURT
No haremos, que el Calderero 1080
de San Germán este día
nos da un ejemplo en la suya.
REY
Pues imitadla y seguidla
todos, para que la fama
en elogio nuestro diga. 1085
TODOS
Que hoy en Francia las virtudes
se aman, se premian, se imitan,
y hacen en un día solo
dichosa la Monarquía.


 
 
FIN
 
 


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