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Trad.: «Los asuntos de los que hemos de tratar, los hemos de exponer con brevedad, para que el oyente los tenga en su mente». Apud C. Facchini, Il proemio, p. 27, nota 20. Véase el texto en Rhetores latini minores, ed. de C. Halm (Lipsiae, In aed. B.G. Teubneri, 1863), p. 114. Para fórmulas de atraer la atención del público, en la oratoria, de los lectores, en la literatura, cf. Lausberg, Manual, I, pp. 244 ss. (pone como ejemplo el carmina non prius / audita ... cano de Horacio, al que luego nos referiremos; o el Cogitanti mihi saepenumero... de Cicerón, del que más tarde también trataremos).

 

22

Cf. la oración de Hipólito a Artemis, vv. 73 y ss.

 

23

Este poema tiene eco en Sannazaro, «De fonte Mergellines»: «Est mihi rivo vitreus perenni / fons, arenosum prope litus, unde / saepe discedens sibi nauta rores / haurit amicos» (Trad.: «Tengo yo una fuente cristalina de corriente perenne, junto al litoral arenoso, de la que, a menudo, el navegante al partir saca las aguas benignas». Opera omnia latine scripta, Venecia, Francisco de Franciscis Senensem, 1593, fol. 189 .). Una fuente incontaminada, símbolo de la castidad, encontramos en La Arcadia, prosa octava.

 

24

Trad.: «Como un río que desciende desde un monte, al que las lluvias hicieron crecer por encima de las márgenes conocidas, así Píndaro hierve e inmenso brota desde su boca profunda».

 

25

Sobre la recusatio tratamos en nuestro trabajo «Para la filiación de la égloga II de Garcilaso», que aparecerá en la Revista de Literatura.

 

26

Según Francisco de Aldana, Montano vive como en un locus amoenus, elevado, en el que se encuentra el «puro, vital aire sereno» (v. 679, en Poesías, ed. de E. L. Rivers, Clás. Castellanos, 143, Madrid, 1966, p. 68), trasunto cierto del Paraíso.

 

27

Cf. op. cit., pp. 28-35.

 

28

Cf. op. cit., p. 31.

 

29

Trad.: «Gusta tenderse en las riberas del vagaroso río o conciliar dulces sueños en la hierba desnuda, sea que la fuente abundante derrame aguas presurosas, sea que murmure un dulce sonido, al correr del arroyo por las flores recientes». La fuente, como elemento del locus amoenus, se conserva en la poesía neolatina. Así, Marco Antonio Flaminio (Carmina, V, 25), con inspiración claramente horaciana más algunas notas bucólicas, invita a su amigo Francisco de la Torre a pasar un día de campo con él: «Hic fontem prope vitreum sub umbra / formosi nemoris tibi parabo / prandium Iove dignum» (vv. 8-10, apud A. Perosa y J. Sparrow, eds., Renaissance Latin Verse. An Anthology, Londres, Duckworth, 1979, pp. 281-82).

 

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En Geórgicas IV, entre las plantaciones del anciano de Tarento, figura «ministrantem platanum potantibus umbras» (v. 146). Trad.: «un plátano que proporciona sombra a los que beban». Cf. también Horacio, Carmina, II, vv. 13-17: «Cur non sub alta vel plátano vel hac / pinu iacentes sic temere et rosa / canos odorati capillos, / dum licet, Assyriaque nardo / potamus uncti? [...]». Trad. personal: «¿Por qué, perfumados los canos cabellos de rosa y ungidos con el nardo asirio, no bebemos, sin más, mientras podemos, tendidos bajo el alto plátano o bajo este pino?». El aspecto hedonista de la sombra junto al agua lo encontramos en Lucrecio, De rerum natura, en el prólogo al lib. II ya citado: «... prostrati in gramine molli / proter aquae rivum sub ramis arboris altae...» (vv. 29-30. Trad.: «tendidos en la blanda hierba junto a la corriente de agua, bajo los ramos del alto árbol»).

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