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81

Algo necesitado de raatización. Para este asunto bástenos citar el comentario de V. Cristóbal, en la ed. cit. de las Odas y Epodos, pp. 24 ss. (con bibliografía sobre la cuestión).

 

82

Dice muy justamente Alcina, op. cit., p. 16: «Su objetivo [de fray Luis] es crear una poesía que pudiera parangonearse con la gran poesía moral romana y también con sus equivalentes en la poesía humanística». Cf. también A. Blecua, «El entorno poético de fray Luis», Academia literaria renacentista, cit., pp. 77-99; y F. Rico, «Tradición y contexto en la poesía de fray Luis», ibid., pp. 245-48. Véase también nuestro trabajo «Cultura clásica y cristiana en un poema de fray Luis de León: 'De la Magdalena'», Studia Philologica Salmanticensia, 7-8 (1984), 303-20 (cf. p. 317, nota 41).

 

83

En el sintagma escondida senda hay que ver también la huella horaciana del secretum iter (Epistulae, 1,18, v. 103), ya anotada por Alcina, p. 69.

 

84

Cf. «Vivir quiero conmigo» (v. 36).

 

85

Cf. «a solas, sin testigo» (v. 38).

 

86

Traducción personal: «¡Oh dulces riquezas del pastor! ¡Qué paz tan serena lo mantiene feliz! [...] En verdad, desconocedor del odio, de los engaños, desprovisto de vana ambición, despojado de miedo, libre de esperanza e inocente, rico por el cultivo del suelo nativo y por el tesoro campesino, vive para sí, sin ningún testigo, juez de sí mismo, y desde un ánimo elevado pisotea las riquezas y se ríe de los honores de los reyes».

 

87

Cf., para el influjo en fray Luis, en esta oda, de las Geórgicas y del texto senequista, A. Davies Gareth, «Notes on some classical sources for Garcilaso and Luis de León», Hispanic Review, 32 (1964), 202-16 (cf. pp. 208 y 210-12, en las que se refiere, en realidad, al libro IV de las Geórgicas, al episodio del anciano de Tarento).

 

88

Cf. el «viento» de fray Luis (v. 18).

 

89

Cf. «libre de amor, de odio, de esperanza, de recelo».

 

90

Traducción personal: «No la pasión de una mente avara inflama a quien, inocente, se consagra a las cimas de los montes; no el aura popular ni el vulgo infiel para los buenos; no la envidia ponzoñosa, no el favor perecedero; no está al servicio del reino o, sobre éste amenazador, persigue los vanos honores o las riquezas caducas. Libre de esperanza y de miedo, no le busca la negra y devoradora envidia con su diente indigno.» Estos precedentes de Poliziano los anota Attilio Bettinzoli, «Ruris opes saturi... Lettura della sylva Rusticus del Poliziano», Rinascimento, 32 (1992), 3-81, de donde tomamos el texto senequista y el del propio Poliziano. Claro que en esta historia del tema habría que incluir también a Claudiano. Cf. Jacques Filée, «Claudien et le 'Vieillard de Vérone'», Les études classiques, 61 (1993), 337-343 (con anotación del influjo en la literatura francesa: cf. p. 337, nota 1). Para las fuentes del pasaje senequista, cf. la ed. de Fedra de P. Grimal (París, Presses Universitaires de France, 1965), pp. 90 ss.

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