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El cementerio hebreo de Sevilla. Epitafio de un rabino célebre

Fidel Fita Colomé (S.I)





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Rodrigo Caro publicó varias apuntaciones1 que deben servir no poco al explorador de la epigrafía hebrea de Sevilla:

«Otro gran lienço de muralla antigua corre desde el Alcáçar real hasta casi la puerta de Carmona, comprehendiendo en circúito tres grandes Parroquias, Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé; y esto fue antiguamente la Judería; y en ella avía quatro Sinagogas, que aora son Santa Cruz, Santa María la Blanca, San Bartolomé, Iglesias Parroquiales, y otra estuvo adonde aora es el Convento de Madre de Dios; y San Bartolomé persevera en la misma forma de edificio, que antiguamente tenía, y allí se ven escritos muchos letreros en lengua Hebrea. La puerta desta Sinagoga para salir de la ciudad era la de la carne; y dentro tenía dos puertas á la ciudad, cerca del mesón de los Moros en la Borziguinería y otra frontero de San Nicolás; y dentro tenían su lonja, plaças y juzgado á su modo. Perseveran todavía dos calles con los nombres Hebreos; la una es la calle de los Levíes, que otros llaman de poco tiempo á esta parte del Correo mayor, porque estuvo allí su casa [de los Levíes], y la otra se llama la Xamardana. Después de expelidos los Judíos el año de 14822 , se llamó esta parte de la ciudad la villa nueva. La puerta de la carne se llamó de la Judería, y de Monjoar por un Judío rico que allí cerca vivía. Y allí fuera, en un campo que está contiguo, que llamavan de Zebreros, donde aora está una ventilla y de nuevo se han edificado casas, tenían sus sepulcros, muchos de ellos de obra curiosa; los quales la gente pobre de Sevilla, el año 1580 que fue necesitado y estéril, hallándose ociosa dió en demolerlos. Hallaron en los sepulcros cuerpos con   —175→   estraños trages, joyas de oro y plata; y en algunos se hallaron libros Hebreos, los quales llevaron al Doctor Arias Montano.

En la Parrochial de San Bartolomé, que fue Sinagoga, ay muchas letras Hebreas á la entrada de la puerta. Los que las han leído é interpretado dizen que son los nombres de Dios Adonai, Emanuel; y otros, interpuestas Aleluyas.

En la puerta de la S[anta] Iglesia Metropolitana que mira al Alcaçar ay una piedra grande de mármol blanco, y escritas en ella letras Hebreas, que interpretan assí:

Testimonio deste túmulo y desta losa por señal y por memoria veis aquí escrita. Que aquí fue enterrado el thesoro de todos los vasos de cudicia por la ley y por testamento y con la sabiduría. Del nombre de Dios allí habló maravillas; y con él fue enthesorado el libro de las medicinas, árbol de la sabiduría fiel. O[h] Maestro, misericordioso, recto y constante y fiel Rabí Salomón, hijo de Rabí Abrahán, hijo de Gais, hijo de Baruc: fue acogido á su pueblo. Andava en su perfección el mes Siván año de cinco y ciento y cinco [de la Creación].



Hasta aquí la inscripción; que, conforme la cuenta de los Hebreos, parece averse escrito esta losa por el mes de Junio, año del Nacimiento del hijo de Dios de 13353, Reynando en España el Rey don Alonso el Onzeno.»



La iglesia de San Bartolomé fue reedificada en los postreros años del siglo pasado. ¿Dónde están las inscripciones, que tuvo «á la entrada de la puerta»? ¿Dónde las demás? Ninguna he logrado ver al visitar el templo; pero esta no es razón suficiente para desesperar de encontrarlas. No ha muchos años entre tantas y tan interesantes como encierra la bella ex-sinagoga de Córdoba4 ¿acaso alguna se descubría?

Acerca del epitafio de Rabí Salomón escribe francamente Rodrigo Caro5 que desistió de publicar el texto original; lo uno, porque las imprentas de Sevilla carecían de letras hebreas; y lo otro, porque él no sabía leerlas.

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La piedra, en 1773, no se había movido del lugar, que un siglo y medio antes ocupaba «en la puerta de la Catedral que mira al Alcázar.» Consta por la descripción topográfica, que hizo Trigueros6 : «La Inscripción, de que hablo y cuya Copia presento en la Lámina primera, está del mismo modo que parece en ella en una gran Losa de mármol blanco embutida en la jamba derecha de la Puerta, que llaman de la Campanilla, en el exterior de la Catedral de Sevilla.» Arrancada finalmente de la Catedral y llevada, según se me ha dicho, al patio del Alcázar, se ha trasladado no há muchos años al Museo Arqueológico provincial, donde está catalogada bajo el número 249.

Es un magnífico pedestal romano, partido en tres trozos é informe ó no desbastado en su cara posterior. Imagino que estuvo empotrado en algún templete sepulcral, cuya situación muy poco distaría del campo de Zebreros, ó de la Ventilla sobre la vía militar, que andando el tiempo se trocó en cementerio de los judíos. No deja de ser notable que en 1791 «con motivo de derribar las obras exteriores á la puerta de la Campanilla» en la Catedral, se arrancase de allí también el monumento de Quinto Junio Venusto7, á quien el Municipio de Sevilla decretó locum sepulturae, funeris impensam, laudationem publicam, itero decurionatus ornamenta. Probablemente el pedestal, que ostenta la inscripción hebrea, no fué el único de su clase aprovechado por los judíos sevillanos para sus tumbas.

El pedestal marmóreo, que suscita estas conjeturas y ha pasado por tan curiosas vicisitudes, está partido en tres pedazos. Lo estaba en dos antes de arrancarse de la catedral, según lo representa Trigueros. La segunda y más pequeña fracción proviene, sin duda, de alguna caída que ha padecido en sus dos últimas translaciones. Los netos, ó caras laterales entre el zócalo y coronamiento, tienen casi medio metro de profundidad sin huella de ornato escultórico ni señal de letrero. La cara principal, agrandada con el rebajamiento de la cornisa y del zócalo y   —177→   alisada completamente, quizá palimpsesta, ofreció en 1345 dilatado campo al cincel del grabador hebreo. Mide 0,65 m. por 1,48. Contiene el epígrafe nueve líneas. En las tres primeras, sobrado gastadas y desconchadas por el rozamiento y la fractura, habla el difunto en verso, que fué quizá de su composición. Ejemplo parecido y del mismo metro octosílabo y rima aguda en í se ha visto en Gerona sobre el epitafio, casi contemporáneo de Salomón, hijo de Sedecías8, y en otros muchos de Toledo, que asimismo son del siglo XIV9 . El autor de los versos se inspiró de seguro en el salmo X10 y en otros pasajes11 de la Biblia hebrea.

texto hebreo

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Fragmento mayor del epitafio

Fragmento mayor del epitafio sevillano de rabí Salomón

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1) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . mi suerte

2) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . rugirán. . . . . . . . . . . . . . . . .

3) [La muerte, artero cazador, acechóme (?)]; cogido entre sus redes, vaciló mi pié.

4) Testigo este túmulo y testigo esta estela escrita para señal visible y para recuerdo, que

5) aquí yace enterrado el tesoro de todo ajuar de belleza para la Ley (mosaica) y para el Testimonio (profético del Mesías que ha de venir). En la ciencia de las

6) estrellas dictó enseñanzas admirables; y con él asimismo se enterró (su) libro de la Medicina. Árbol fructuoso de la ciencia,

7) médico, hábil artífice, piadoso, justo y leal, Rabí Salomón hijo de Rabí Abrahan, hijo (éste) de

8) Yais, sea su descanso glorioso! Se ha reunido á su pueblo (de los difuntos) después de haber caminado por (la senda de) la perfección, en el mes de Siván, año de cinco

9) mil ciento y cinco de la Creación.



La fecha (Siván, 5105) está comprendida entre los días 3 de Mayo y 1.º de Junio del año cristiano 1345.

El difunto, autor de luminosos tratados de astronomía y medicina, no se cita en las bibliotecas rabínicas, ni es conocido por otro testimonio que el de su epitafio entre los sabios rabinos que florecieron en gran número durante el reinado de Alonso XI.

La interpretación que dieron á Rodrigo Caro, buena en general; refleja, no obstante, el decaimiento de los estudios rabínicos en España. Neciamente expone por nombre de Dios palabra y por el nombre propio Baruk las abreviaturas palabra palabra tomadas de Isaías (XI, 10), á quien (VIII, 16-20) asimismo la línea 5.ª manifiestamente alude.

Trigueros, por su parte, atreviéndose como él solo á saltar por toda barrera, se explica así12 :

«Palabra Rab Tsarsal, en el original parece que dice S. Tsarsam; ben Baruk, en la piedra parece que dice R. Baruf



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Risum teneatis, amici? Dícenos13: «Las letras, como parece por la citada lámina, están seguidas sin división de palabras; y algunas erradas combinaciones de ellas hicieron que no fuese acertada la traducción de Caro en el pormenor, aunque en la sustancia no se aparta de la verdad.» Caro había bien expuesto palabra por losa con significación, hoy anticuada, de mucho grueso; Trigueros traduce estatua en prueba, diríase, del cumplimiento y perfección de la Ley mosaica que distinguió á Salomón. En la línea siguiente con igual destreza, transforma el corrector de Caro14 los dativos palabra en palabra y los interpreta verde corona de la ley, su testamento; si bien, saliendo al encuentro de un pequeño reparo, ú objecioncilla, añade: «En la piedra está escrito horath, lo qual es un manifiesto yerro del Abridor.» Y como si esto no bastase á demostrar el alto grado de cultura literaria que poseían los hebreos sevillanos d el siglo XIV, Trigueros con un rasgo de pluma ó golpe de ingenio despoja del saber astronómico á Rabi Salomón, desfigurando las tres prinieras palabras de la línea sexta

texto hebreo

que así escribe

texto hebreo

leyéndolas y traduciéndolas

«Rebib bina..... Flaoth.

Rocío (ó lluvia) de inteligencia dixo marabillas.»

No es maravilla que sobre tan ruín urdimbre tramase el cuento de los dos hermanos Rabí Salomón y Rabí Mosé, hijos del famoso médico del rey D. Pedro; de los cuales hizo gracioso repartimiento á Sevilla y á Carmona, no sin señalar por fecha de respectiva defunción al uno el año 1433 y el de 1345 al otro cansado ya de vivir y contemplar las estrellas.

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Diversa por todo extremo, era la opinión que andaba corriente en Sevilla á fines del siglo XVI, antes que emitiese la suya Rodrigo Caro. Refiérela con muy notables precedentes el tratadista, inédito, de Las imágenes de devoción que ay en la ciudad de Sevilla y su arçobispado. El tratado, digno todo él de ver la luz pública, está inserto en el códice F. 35 de la Biblioteca Nacional (fol. 73 r.-99 r.), trazado por D. Juan de Torres y Alarcón en los confines del año 1616. En el folio 78 r., hablando de la imagen de Santa María de los Reyes y aludiendo á las apuntaciones de Cristóbal Núñez, se expresa el autor así:

«Don Alfonso su hijo (de San Fernando) partió la yglessia (catedral) en dos partes iguales; la parte del Oriente hazia la torre Mayor hizo Capillas Reales, dejando franco pasaje en rredondo dellas, y que se penetrase la vista por todas partes cercándola de Rejas de hierro, de las quales se ven muchas que sirven en las capillas de la nueva yglesia dadas de color rojo; y en medio, en andas, en un altar portátil, que hecho á modo de tavernáculo, como oy se ve aunque mayor, labrado de planchas de plata15 con figuras de Castillos y Leones, armas de sus Reynos que en el Santo Rey su padre se juntaron, hizo ricamente. Y delante estava el Santo Cuerpo de su padre en monumento de piedra Marmol con Elogios en las lenguas Hebrea16 , latina. Árabe y Castellana en quatro tablas de Mármol, de las quales se ve la Hebrea á la puerta del taller, á la parte de la alcáçar, que hizo Rabí Salomón, que entonces vivía en Sevilla con el Rey, de quien ay un comentario sobre la Santa Scriptura con una blivia hebrea, que en su testamento dejó el Rey Sabio á la yglesia de Sevilla que juntas se guardan y muestran en su archivo. Y este elogio es en 6 versos y otra prossa; aunque algunos le   —182→   tienen por piedra del entierro del mesmo R. Salomón, por ver allí su nombre en el fin quando dedica el elogio, y no advierten que los hebreos no se sepultavan en la ciudad sino fuera, y que aquella piedra aun está diziendo que no está veynte pasos de dó solia estar, pues las Capillas Reales antiguas eran á la parte donde oy está, y [á] los cuerpos Reales corresponde oy el altar mayor donde estavan.»



La mano que escribió en el códice las líneas que se acaban de leer, había escrito las siguientes en el folio 19, recto y vuelto, del códice:

«En este tiempo17 se hizo la expulsión de los Judíos de España, y avía en Sevilla Judería, cercada con una alta muralla y en ella munchas torres, que pasava por junto al alcáçar y llegava por San Nicolás, y seguía hasta San estavan, con dos puertas que la una era á la borziguenería y otra á San Nicolás; y dentro quatro Sinagogas con sus lonjas, plaças y carneçerías, y otras cassas principales de Judíos, á quien el Rey alonso repartió18. Y aviendo salido los Judíos19 por este tiempo y pontificado20, se pobló la Judería y se llamó la Villa nueva, como parece por muchas scripturas de dotaciones del Archivo de la yglesia. Y la una de las quatro Sinagogas se llama San Bartolomé, trasladando á ella la Parrochia más vezina y ensanchándole sus términos, porque la yglesia de la parroquia era mui pequeña y vieja. Y la otra Sinagoga se llamó Sancta Maria la Blanca; y la otra hallamos ser el monasterio de Madre de Dios de Monjas dominicas, que por estar cerca de la parroquia de San Nicolás no se erigió en Perrochial; y la otra se llama Santa Cruz á devoción del título de Sanctacruz en Hierusalén, de quien el Arçobispo Don Pedro tenía título de Cardenal.»



Los Judíos tuvieron sus entierros fuera de la puerta de la carne,   —183→   que se llamó puerta de la Juderia, y después puerta de Min Joar por un Judío poderoso que tenía allí hazienda; y al allí molinos de minjoá que son de la yglesia de Sevilla. Los entierros, duran algunos en una ventilla, questá fuera en el pago de zebreros, que así se llama aquel campo. Y avía munchos entierros de varias lavores; y el ario de 1580, que uvo calamidad á los travajadores, lo[s] deshizieron todos, sin dejar más que los que la lavor de la renta avía incorporado en sí, como oy se ven. Y al tiempo que se deshazían, y vendían el material para obras, hallaron varios trajes y joyas en muchos cuerpos que estavan conservados más que otros, que solo descubrían lo formado del scheleto y güesos, que dio admiración la costa del enterrarse de munchos de los Judíos. Allí se hallaron libros, de que yo tengo algunas hojas que llevaron al D.or Benito Arias Montano.»



El hallazgo de libros en las tumbas hebreas del pago de Zebreros se hacía presentir con la frase encomiástica de Rabí Salomón. Con él fué enterrado un ejemplar de los volúmenes que escribió sobre astronomía y medicina21 . ¡Cuán dolorosa pérdida la de aquellos tesoros de arte y de literatura que manos populares y acosadas por el hambre disiparon en un santiamén, el año de gracia de 1580! Su destrozo, hecho á sangre fría y sin la efervescencia que distinguió el del año 1391, muestra una vez más cómo iban postergándose en España los estudios de las lenguas orientales desde la expulsión de los judíos. No todo, sin embargo, se ha perdido; y justo será buscar y salvar, siquiera para utilidad de la historia, los restos de tamaño naufragio.





Madrid, 3 Junio, 1887



 
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