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Canto XI



I
                Entre los bienes de Naturaleza
La salud me parece el principal. 7810
Sin esto se me ha puesto en la cabeza,
No poder ser feliz ningún mortal.
Qué vale la opulencia, la riqueza
Sin la salud, ni qué la Magestad?
Sin ella los dictados Soveranos
Nada son, o a lo menos son mui vanos.
 
II
De qué sirve un Tesoro al Opulento
Gotoso, que en un lecho está postrado?
El oro no le alivia su tormento,
Ni el mal respeta a su bolsillo hinchado. 7820
Tal vez está cien veces más contento
Un pobrecito en su feliz estado;
Y aun por esso (años ha) proverbio era
Salud a mí, dinero a quien le quiera.
 
III
Con todo esso el proverbio me perdone,
Que yo aun estando enfermo le querría;
Porque el dinero todo lo compone,
Y sin él ni aun un Médico tendría.
Mas, mientras la razón no me abandone
Al oro la salud preferiría, 7830
Porque de ésta el valor (dice Valverde)
Sólo conoce bien el que la pierde.
 
IV
Y no obstante hai algunos mentecatos
Que no la aprecian, ni hacen caso de ella.
Riéndose de Rehumas, y de flatos.
Mas si les viene un mal (aquí es la bella)
Conocen quánto vale, y a Pilatos
Se dan los tristes por volverse a ella.
Como aquel Asno, que vendió la cola
Por un quarto, y después por mil compróla. 7840
 
V
Elvira procuró siempre estar sana,
Y la misma salud que al Mundo trajo
Conservó, y aumentó hasta mui anciana.
Esto no la costó mucho trabajo,
Porque hizo voto (y mui de buena gana)
De no enfermar jamás, ni comer ajo,
Protestando, que todo lo contrario
Sería en ella un acto involuntario.
 
VI
Fuera de ser de un buen temperamento,
Que heredó de unos Padres mui robustos, 7850
Refrenó siempre con loable intento
Sus pasiones, antojos, y sus gustos,
Cuyo desorden causa más fermento
En los humores, quando están más justos,
Que la Rehuma, la gota, y la gangrena,
Como nos lo avisó el Moro Avizena.
 
VII
Porque de las passiones desregladas
Efectos son dos mil enfermedades,
Que a tantas gentes tienen tan postradas
En la cama por sus temeridades, 7860
Y en ella no estarían amarradas,
Si desde sus primeras mozedades,
Tirando el freno a sus inclinaciones,
No se dejaran ir tras las passiones.
 
VIII
O quántos vivirían todavía,
Como huvieran querido tener juicio
Quando sanos, no andando noche y día
En sumergirse en este, y en aquel vicio.
Ay de aquél que en sí mismo se confía
Y se entra en este charco a precipicio. 7870
Una vez que los males hagan pressa
Nada sirve después decir me pesa.
 
IX
Entre otros vicios el de Amor, Ovidio
Dixo, que ha muerto un número increíble.
Llénalos de un enfado, de un fastidio
De la vida, que apenas es creíble.
No hai casa, en que no haga un homicidio.
Y aunque Marte es tan fiero, y tan terrible,
En un año no mata tanta gente,
Como Venus y Amor diariamente. 7880
 
X
Principalmente porque el fiero Marte
Descansa un tanto, y no hace siempre guerra.
En el Mundo siempre hai alguna parte,
De donde él mismo su furor destierra.
Pero Amor egercita su cruel arte
En todo tiempo, y lugar, y en toda Tierra.
Y en los lugares menos sospechosos
Son sus dardos quizá más peligrosos.
 
XI
Ni es decir, que sólo en los Palacios entra:
De las chozas también sabe el camino. 7890
Con el pobre y el Rico Amor se encuentra,
Ni es para él forastero el más mezquino.
Tanto en el Labrador se reconcentra,
Como en el Vagabundo, y peregrino.
Ni están essentos de sus fogosos dardos
Los que se tienen por los más gallardos.
 
XII
Marte en fin no ya a todos los destruye;
Comúnmente perdona a las Mugeres;
Mas Amor de ninguna classe huye,
Antes bien tiene todos sus placeres 7900
Quando el Arco y la flecha a ellas instruye.
Si burlarse tal vez de Amor las vieres
Es por poco; que si es larga la guerra,
Aquellas columnazas dan en tierra.
 
XIII
Yo las he visto flacas, y abatidas,
Y aun vosotros algunas avréis visto,
Por pocas que os sean conocidas.
Que Amor en las Mugeres es un pisto,
Por el qual casi todas son perdidas.
Mas Elvia tuvo el ojo siempre listo, 7910
Porque era una Muger mui acatada,
Y a recados de Amor nunca dio entrada.
 
XIV
O porque nunca supo estar ociosa,
Sabiendo quánto el ozio al alma enerva,
O Porque siempre fue mui vergonzosa,
Tratando a todo el mundo con reserva.
Su alma siempre libre y generosa
Conservó, qual Diana, o qual Minerva;
Hasta que de su Esposo enamorada,
A posseer entró la prenda amada. 7920
 
XV
Vosotros ya sabéis, que en posseyendo
Lo que se deseó vehementemente,
Contento el hombre está, ni va estendiendo
Sus deseos a más regularmente.
Mas quando el pecho está de Amor ardiendo
Y nada logra el pobre Pretendiente,
Entonzes el amor es una cosa
A mi ver miserable, y lastimosa.
 
XVI
De aquí nacen después tantas manías,
Tantas locuras, ayes, y lamentos. 7930
De aquí angustias, de aquí melancolías,
De aquí el aborrecer los alimentos,
De aquí las caprichosas fantasías,
Que dan ganancia a Curas, y a Conventos,
Causando entre las Partes no contentas
Tantas muertes tempranas, y violentas.
 
XVII
Assí pues, los que son de juicio sano
No pretenden aquello que lograr
No pueden, sólo sí lo que está llano
Y es para ellos fácil de alcanzar. 7940
Y quando ven que no fue empeño vano,
Porque posseen ya sin desear,
Bienaventurados son entre las gentes,
Por la regla: Beati possidentes.
 
XVIII
Mas posseer no basta el bien amado,
Si con paz no se logra, y con contento.
Qué importa, que un caudal desmesurado
Possea el Rico, y tímido avariento,
Si siempre inquieto está, siempre assustado
Temiendo el Mar, la Tierra, el fuego, el Viento? 7950
Posseer de este modo es un delirio,
Que ya no es possessión, sino martyrio.
 
XIX
Casi estoi por decir, que mejor fuera
Ser pobre, que ser rico, si la vida
El Rico ha de passar de esta manera.
La providencia, que de todo cuida,
Su bien conservará, como ella quiera;
Mas si ésta, quizá por ofendida,
Conservarlo no quiere, será vana
Toda atención, y diligencia humana. 7960
 
XX
Lo dicho de el caudal, y de el Tesoro,
A la propia Muger puede aplicarse.
Si ofendes sin motivo su decoro,
Recelando que de él pueda olvidarse
Tú mismo te imaginas Buey o Toro
Y te matas, sin modo de evitarse.
Poco dixe: te matas; Es tu suerte
Mucho más infeliz; que lo es la muerte.
 
XXI
Por esso harán mui bien los Mariditos
En no arrimarse mucho a zelosía; 7870
Porque esta causa males infinitos,
Y ella misma es peor que perlesía.
Esto se entiende, quando son sus gritos
Imaginarios, o de fantasía,
Quiero decir, quando en razón, y en ley
No tengan fundamento a parte rei.
 
XXII
Aunque Elvia amava tanto a su Marido,
Nunca observó si a otras cortejava,
Mostrando en esto un juicio assaz cumplido.
Jamás le preguntó a qué casa andava, 7980
Ni de dónde venía, aun por descuido.
Y a todos esta máxima enseñava:
La Muger debe hacer lo que la toca,
Y en orden al Marido, punto en boca.
 
XXIII
Era compuesta de una noble pasta
Dulce, apacible, y de tranquila flema.
Más amable Muger, más pura, y casta
No se hallaría en toda la Maremma.
En quanto a hermosa era lo que basta,
Y en lo demás una preciosa gemma. 7990
Si no podía hacer lo que quería,
A lo que otros querían se rendía.
 
XXIV
Hacía en suma de su parte quanto
Podía hacer por conservarse santa,
Como lo dixe ya en el otro Canto,
Que leí, no hace cierto una Semana.
En ella la tristeza, el tedio, el llanto
Nunca entravan, ni de ello tuvo gana,
Y de sí procurava desterrar
Quanto podía a la salud dañar. 8000
 
XXV
La salud fue la cosa más amada
De aquella gran Muger toda la vida.
Mas desde el día, en que se vio casada,
Fue mucho más guardada, y más querida;
Sabiendo bien que una Muger honrada,
Con un hombre de bien, quando está unida,
A pocos meses, que esto se concluya,
Aprende ella a parir a costa suya.
 
XXVI
Quizá entendió también de agricultura,
Porque era de un ingenio peregrino, 8010
Y siempre fue inclinada a la letura.
Sabía, pues, que de un ingerto dulze, y fino,
Si se sabe hacer bien, y se procura;
Quando al tiempo le llega su destino,
El ingerto plantel da su tributo,
Y al Dueño le produze dulze fruto.
 
XXVII
De el fruto son después las qualidades,
Como lo son las de la Madre planta,
Buenas, si buenas son sus propiedades,
Malas, quando algún vicio las quebranta. 8020
De las raízes las enfermedades
Al fruto el mismo ingerto las trasplanta,
Y en lugar de salir sano, y sabroso
Le produce podrido, o escabroso.
 
XXVIII
Esto mismo en los Niños acontece,
(Porque a esta paridad no, no hai respuesta);
El Niño es como un roble, si acontece
Nacer de Madre sana, y bien dispuesta.
Al contrario es flacucho apenas crece
Si aquélla débil es, o está indispuesta 8030
Porque aquí aquel proverbio a punto viene:
Ninguno puede dar lo que no tiene.
 
XXIX
No es verdad que el barril si tiene pez,
O si ha entrado en la cuba mal olor,
Comunican al vino aquella hez,
Y al mismo tiempo un pésimo sabor?
Y no es verdad (pregúntolo otra vez)
Que el terreno, que tiene más vigor
Da el trigo más hermoso y más entero
Como la obeja mejor mejor Cordero? 8040
 
XXX
Al contrario la Res quando es roñosa,
Si es enferma, si flaca, enjuta, y hueca;
Si la tierra es sin grassa, y arenosa,
Sin jugo, sin sustancia, magra, y seca,
El grano que produce es poca cosa,
Y un poquito de niebla le deseca,
Y la roñosa Res nos da un muñeco
En forma de Cordero triste, y seco.
 
XXXI
Mas vosotros, Señores, que tenéis
Gran ingenio, y assaz penetrativo, 8050
Creo, que fácilmente entenderéis;
Que la cuba de olor malo, y nocivo,
Y aquel terreno magro, en que queréis
Poco grano sembrar, porque es esquivo
Con la roñosa Res (quadre o no quadre)
Figura son de una malsana Madre.
 
XXXII
Demasiado (es assí) más de un chicuelo
Entre nosotros mismos oy se ve;
Esmirriado, flacucho, y tristezuelo
Que apenas puede mantenerse en pie, 8060
Por culpa de la Madre, y sabe el Cielo
Que mil males le afligen; más por qué?
Porque (según lo afirme el Dotor Lerma)
De una Madre nació, que estava enferma.
 
XXXIII
De una Madre a quien nunca le fue cara
Su salud, más que fuera la de un Topo;
Ni una perla apreció tan rica y rara
Más que allá la estimó el Gallo de Esopo,
Que con zambra, alegría, y algazara
Mil hizo disparates a galopo, 8070
Y, en premio de sus necias mozedades,
Un carro se grangeó de enfermedades.
 
XXXIV
Enfermedades que ellas se grangearon,
Cambiadas a doblones trabucantes,
Y a sus hijos después comunicaron,
No ya quando nacidos, sino antes.
Y fuera de que a sí se assassinaron,
También assasinaron sus Infantes,
Los que después lloraron desterrada
La salud de su vida desdichada. 8080
 
XXXV
De estos hijos al cabo nacerán
Otros peores que ellos, como escrito
Está: los que al mundo infestarán.
Cosa, que me parece gran delito;
Éstos a costa agena vivirán,
Por no poder ganar el pan bendito,
Y de bocas inútiles veremos
Lleno el Mundo, si muertos no seremos.
 
XXXVI
Pues hoi día se ven en él ya tantas
De araganes en esta nuestra Tierra, 8090
Que a pocas más podrán las almas Santas
Invocar a la peste y a la guerra.
Y a no ser, que a no pocas de estas plantas
Inútiles la muerte las aterra,
Alguna hai, cuya sombra opaca y fría
Al mundo todo inficionar podía.
 
XXXVII
Yo un edicto quisiera publicar,
Si (por desgracia) fuera Emperador,
Y en todos mis dominios intimar,
So pena de la vida, y de el honor, 8100
Que ninguna muger particular
Con nadie osasse tener jamás amor,
Ni casarse (en virtud de Ley tan justa)
No gozando salud fuerte y robusta.
 
XXXVIII
Toda planta nacida en la maleza,
Que esperanza no dé de dar buen fruto;
Todo árbol poco sano en la corteza,
Nacido en mal terreno, seco, enjuto,
Entre broza, cambrones, y aspereza,
Torcido, monstruoso, en suma bruto 8110
Le haría abandonar de todo esmero,
Sin riesgo, sin labor, sin Jardinero.
 
XXXIX
Vivir le dejaría, y aun morir,
Sin jamás ingerirle, y esto veis
Que de egemplo podría a otros servir.
Sois discretos, y todos me entendéis,
Pues, sin que yo lo deba sugerir,
A las mugeres luego aplicaréis
Quanto he dicho hasta aquí clarito, y neto,
Con lo demás que callo por respeto. 8120
 
XL
Todas aquellas, pues, de buen color,
(Se entiende sin estar embernizadas)
Sanas en lo exterior, y lo interior,
Frescas, fornidas, pero bien cortadas,
Llenas de jugo, fuego, y de vigor,
Yo las quisiera ver enmaridadas
Con Mozos mui nervosos, y rollizos,
Pantorrilludos y de pocos rizos.
 
XLI
También quisiera yo, que las Casadas
Arreglassen su vida de manera, 8130
Que de nada pudiessen ser notadas,
Que disonante al Matrimonio fuera.
Y por las calles fuessen azotadas
Aquellas madres, cuya bodoquera
A sus hijos impele a ofizio inmundo,
Siendo horror, siendo escándalo del mundo.
 
XLII
Item más, que el marido hacer divorcio
Pueda con la Muger que es disoluta,
Como con su Catona lo hizo Porcio,
Noticia verdadera, y sin disputa. 8140
Y que allá retirada del consorcio
Humano, en una zelda, o una gruta
Hiciesse de por vida penitencia
De lo que la remuerde su conciencia.
 
XLIII
Además de esso haría un gran servicio
A todos los maridos desgraciados
Que gastan su dinero, con perjuicio,
En la cura de achaques heredados.
Y a todo el mundo haría beneficio
En librarle de tantos apestados 8150
Que nacieron assí, y no tienen cura,
Salvo una. Quál es? La sepultura.
 
XLIV
Toda la Tierra quedaría llena
De una gente robusta, fuerte, y sana.
Ni nos daría a todos tanta pena
Estar viendo, por tarde, y por mañana
Ética, Bubas, Gota, y la gangrena,
Que va royendo la figura humana.
Por lo menos no avría tantos males,
Y sobrarían muchos Hospitales. 8160
 
XLV
Mas dejando las cosas como están,
Porque nadie me ha dado comisión
De hacerme Don Quixote, o Don Tristán;
Puesto que la salud de Dios es don,
O vosotras, que sois hijas de Adán,
Estimadle, como es puesto en razón,
Y o bien seais Casadas, o Doncellas,
Apreciad más ser sanas, que ser bellas.
 
XLVI
Y más, quando no está en vuestra mano
Ser lindas, como está en gran parte 8170
Conservar la salud del cuerpo sano
Verdad, que espero demostrar sin arte.
Ni mi discurso se tendrá por vano,
Si, siguiendo al Dotor Don Juan Ugarte,
Entre cien enfermizas yo concluya,
Que noventa lo son por culpa suya.
 
XLVII
Unas con una vida regalona,
Y demasiadamente delicada,
Comiendo bien, y bebiendo a la carlona,
Gastan una salud mui quebrantada. 8180
Por el contrario está la otra Mimona
A drogas de botica abandonada,
Como las más a tantas diversiones,
Que assassinan sus fuertes complexiones.
 
XLVIII
No pocas, por caprichos singulares,
Achacosas están toda la vida,
Fastidian los más sólidos manjares,
Hacen de porquerías su comida;
Su Regla es ser en todo irregulares
Su método no hacer cosa seguida. 8190
Esto es tan cierto, que quando las miro,
Que llegan a veinte años yo me admiro.
 
XLIX
Por despecho parece con efeto,
Que quieren enfermar adredemente,
Viéndose en cada una un Lazareto,
O un Hospital de miserable gente.
De la salud muy rara hace conceto,
Y las más (es decir que comúnmente)
En Aldeas, en Villas, y en Ciudades
Gran cazadoras son de enfermedades. 8200
 
L
Exageráis algunas vuestros males,
Los que no quiero aora disputar,
Si sean verdaderos, o ideales;
Pero os fuera mejor de ellos no hablar,
Porque hai entre vosotras tales quales,
Que en esto no hacen más que publicar
A los que no son bobos o Novicios
Sus antojos, si ya no son sus vizios.
 
LI
Pero, si un saco alfín fuereis de huessos,
O esqueletos que espantan a la gente, 8210
Al médico culpáis, y hacéis procesos,
O al Marido (y esto es lo más frequente)
Quando culpar debéis vuestros excesos,
Y no a quien está de ellos inocente.
Mas, en punto a Mugeres de esta pasta,
A mi ver, ya se ha dicho lo que basta.
 
LII
Sólo a lo dicho añadiré una cosa.
Si la Muger (no hablo ya de las ancianas)
Más que el comer aprecia ser hermosa,
Procurad todas conservaros sanas, 8220
Porque, según se dice en cierta glossa,
Hermosura y salud, son dos hermanas
Que dura aquélla, mientras ésta dura,
Y en quien salud no hai, no hai hermosura.
 
LIII
Pero principalmente en las casadas
Conservar la salud es importante,
Bien que seais solteras, o ya atadas,
Si sospecháis, que acaso algún Infante
Allá dentro tenéis, más obligadas
Estáis con rigor mui apretante 8230
A procurar salud robusta, y llena,
Por vuestra propia vida, y por la agena.
 
LIV
Elvia, muger de singular prudencia,
Desde el primer día que quedó preñada
Lo conoció, y guardando continencia,
Fue en comer y beber mui ajustada.
Casi escrúpulo hacía de conciencia
Beber el agua apenas envinada.
De el cozido y assado algo comía;
Mas de todo guisote se abstenía. 8240
 
LV
Nunca aquella bebió bebida oscura,
Que se llama Caffé, porque era ardiente;
Manjares simples, algo de verdura,
Con menestra, o con sopa bien caliente
Eran su pasto, huyendo de la hartura:
La cena mui ligera: comúnmente
Caldo, dos huevos fritos en cazuela,
Y por postre qualquiera bagatela.
 
LVI
En nueve meses no montó a cavallo,
Quando andava era al paso de una hormiga, 8250
Todo concurso huía aun de nombrallo,
Todo susto y afán, toda fatiga.
Por no poner el pie tal vez en fallo
Se assía de una sierva, o de una Amiga.
Traje holgado conforme a su nobleza,
Tieso el cuerpo, y ergida la cabeza.
 
LVII
Por conservar el hijo sano y salvo
Todo golpe evitava, y todo peso,
Toda opresión, y todo juego vano
Donde se hiciesse esfuerzo, aunque no grueso. 8260
No jugava a los bolos en Verano.
De bailar? Santo Dios! No se hable de esso,
Y aun en andar tal atención ponía,
Que al parecer apenas se movía.
 
LVIII
Quando rezava algunas oraciones
No se atrevía a herirse mucho el pecho,
Como lo hacía en otras ocasiones.
Hasta mui tarde no dejava el lecho,
Guardávase de golpes, y empujones,
De cotilla, o de busto mui estrecho 8270
Y aun apenas, apenas se abrochava,
Por no abortar. Tan cuidadosa andava!
 
LIX
Quando Elvira iba al Templo se sentava
Con modestia en almohada, o en tarima,
Y con razón a aquellas censurava
Que en banco alto se sientan, o ya encima
Se arrodillan. Esto a ella la causava
Tanto horror; que la ponía grima,
Diciendo ser postura descompuesta,
Y en qualquiera muger no mui honesta. 8280
 
LX
Sólo escusava a las que estando encinta
Hacía gran volumen el preñado,
Por ser en éstas la razón distinta,
Y decía: Si ponen tal cuidado
En el Templo, en la calle, y en la Quinta,
Será mayor sin duda, y aun doblado,
Sin que indezencia en esto nadie encuentre,
Porque lo pide assí el túmido vientre.
 
LXI
Mas fuera de la Iglesia van holgadas;
Ni saben conocer peligro alguno. 8290
Sólo se consideran dispensadas
En el respeto a Dios, y en el ayuno.
Por lo demás no observan las preñadas
Nada de aquello, que es más oportuno,
Y hacen ya por antojo, o ligereza
Quanto a ellas se las pone en la cabeza.
 
LXII
Métense en los concursos de la gente
Intrépidas: reziven empujones:
Aquí un golpe le dan a mantentente;
Allá en prensa las ponen los reñones, 8300
Y estrujado tal vez el inocente
Feto dentro las míseras mansiones,
Las Madres caprichosas, o aturdidas,
Oh! y quántas vezes son Infanticidas!
 
LXIII
He aquí la causa de la estropeatura
De tanto Niño, que el materno seno
Da luz contra la recta architectura,
Falto de miembros, o de lacras lleno,
Menos hombre, que monstruo en la figura.
Quando no sea flor, cuyo terreno, 8310
Porque efímera es su lozanía,
Nacer la ve, y morir en sólo un día.
 
LXIV
Oh quántos Niños (horror me da el pensarlo)
Por culpa de quien sé, se ven hundidos
En sitio tenebroso sin buscarlo,
Ni el Reyno de los hijos escogidos
Podrán jamás los míseros poblarlo,
Por furor de sus Padres fementidos
Y lloran, sin que el llanto se concluya,
De otros la culpa, y la desgracia suya. 8320
 
LXV
Mas dejando estos ayes por aora,
Digo, que Elvia durante su preñado,
Más cuidado ponía en cada hora,
De no hacer con su fruto un mal guisado.
Depositaria fiel, de el que atesora
Hijo en su vientre, puso gran cuidado
En que fuesse algún día el Niño tierno
Tan robusto, y tan duro como un Querno.
 
LXVI
Ni la basta que fuesse solamente
Sano en el cuerpo: se aplicó con arte 8330
A que fuesse también sano en la mente.
Y Juan Bartolo en una nota aparte
Dice, que hai en el mundo mucha gente
De cuerpo sano, pero de otra parte,
Sino enferma, a lo menos achacosa,
Y yo tengo por cierta aquesta glossa.
 
LXVII
Hablo de aquella enfermedad no oscura,
Que vemos producir varios efetos,
A la qual se da el nombre de locura,
Y cuenta cantidad de Hijos, y nietos. 8340
Bien que los hombres (según me dixo un Cura)
No están a ella nunca tan sugetos
Como las hembras. Éstas le parecen,
Que ya con ella nacen y adolecen.
 
LXVIII
Mas no es verdad, porque es cosa observada
Que algunas la padecen quando mozas,
Otras en edad más avanzada,
Bien que assí en Casas grandes, como en Chozas.
Se conoce que es en ellas heredada.
Hai en Madrid más locas, que en las Rozas 8350
Mas de esto la razón precisamente
Es porque hai en Madrid mucha más gente.
 
LXIX
Si se diera una Ley tan soverana,
Que ninguno pudiesse ser marido
De Muger, cuya mente no esté sana.
Siglos ha que ya huviera perecido
El Mundo, o, quando no, la Raza humana,
Como el Decreto fuesse obedecido,
Pues dice Ovidio, que una Muger savia
Es la rara Ave Fénix de la Aravia. 8360
 
LXX
Y bien pudiera yo de esta sentencia
Pruevas citar ya antiguas, y ya nuevas,
Mas sería una gran impertinencia,
Pues todos lo creeis sin otras pruevas,
Que las que nos enseña la experiencia,
En Casas, en Cabañas, y aun en Cuevas:
Ni avrá quien no confiesse, si es sincero,
Que lo que dice Ovidio es verdadero.
 
LXXI
Que las Mugeres tengan su manía,
Y aun quando todas ellas fueran locas, 8370
Nada por cierto a mí me importaría:
Pues fuessen todas, muchas, o ya pocas,
Ninguna lo sería a costa mía.
Lo que me duele, y dolerá a las Rocas,
Es, que este achaque, si a ser Madres llegan,
Comúnmente a sus hijos se le pegan.
 
LXXII
Y es lo peor, que siendo un mal terrible,
Es en lo natural irremediable.
Quien nace ciego curarle no es possible,
Sin milagro; ya es ciego perdurable. 8380
Assí el que nace loco (mal horrible)
A cuestas tiene un mal, que es incurable.
Y aquellos que le sufren; y padecen
No conocen el mal de que adolecen.
 
LXXIII
Y si el enfermo no conoce, o siente
El mal (dice un Médico moderno)
Malum signum! Señal es evidente
De que está arraigado allá en lo interno.
Júzgase sano el mísero paciente,
Y en las entrañas todo es desgovierno. 8390
Quántos hai de éstos? Santo Dios! quántos!
Y quizá yo seré alguno de tantos.
 
LXXIV
Por esso Elvia, Muger de ingenio agudo,
Y de claro machucho entendimiento,
Mientras que estava encinta quanto pudo
Hizo, para librar de tal cimiento
Al inocente feto informe, y rudo,
Por no padecer ella el gran tormento
De verle hacer después mil disparates,
Ocupando el Quartel de los Orates. 8400
 
LXXV
Donde a decir verdad se ven no pocos
Amarrados con grillos, y cadenas,
Los quales son acaso menos locos
Que otros, que no lo muestran. De estas penas
Elvia, por ahorrar llantos y mocos;
(Provisión de que están las hembras llenas)
Hizo quando hacer pudo industria humana,
Para un hijo parir de mente sana.
 
LXXVI
Por milagro, a mi ver, de la Natura
Quasi siempre Elvia fue de sana mente. 8410
Con todo vivir quiso más segura,
Y se mandó sangrar frequentemente
De aquella vena (assí lo atestó un Cura)
Que suele abrirse a la aturdida gente,
Y tomó sin melindre, ni embarazo
De eléboro un buen trozo, o ya pedazo.
 
LXXVII
Es ésta una esquisita medicina,
Que hace curas sin duda prodigiosas.
Para toda Muger cosa divina,
Mucho más eficaz, que agua de rosas. 8420
La debieran usar en vez de Quina,
De tintura violeta, ni otras cosas,
Como leche, Café, Sorbete, Mate,
Y (lo que es más) en vez de Chocolate.
 
LXXVIII
O no entienden los Médicos sus males,
O ignoran la virtud de aquesta droga;
Pues tal vez de Dotores muchos tales
No tienen otra cosa que la toga.
Un simple de los más universales
En otros tiempos, hoi ya no está en voga, 8430
Y en gran daño de el linage humano
Se está en los Botes mano sobre mano.
 
LXXIX
Aun antes de estar Elvia embarazada,
Porque sus hijos fuessen de buen juicio,
Era del vino poco apassionada,
Y de embriagarse aborrecía el vicio,
Sabiendo bien, que una muger preñada,
Y borracha, hace al mundo un gran perjuicio,
Dando a luz a su tiempo unos Infantes
Más a bestias, que a hombres semejantes. 8440
 
LXXX
Ahora es menester, quiera o no quiera,
Hacer justicia a Marco. Yo he leído,
Que en comer, y en beber mui parco era,
Mui circunspecto, sobrio, y mui medido,
Pues con la cena de Salvino austera
Se iba a la cama, quando fue marido;
Y Juan Bartolo aquí no la Perdona
A Marido, y Muger que cogen Mona.
 
LXXXI
Porque, dice este Autor (y es cierto) el vino
Vapores densos al cervelo embía. 8450
Si se bebe a destajo, esto es, sin tino,
Al juicio echa a passear la fantasía.
Quanto se hace, y se dice es desatino,
Es frenesí, es locura, y es manía.
Mi juicio con el suyo se conforma,
Que un borracho es materia sine forma.
 
LXXXII
El juicio en él huyósele de casa
Es figura de hombre, mas postiza,
Estólida la mente, a instinto passa
La que era antes razón: y hace más riza 8460
Esta brutal passión, porque es de massa
Contagiosa, apestada, y pegadiza,
Pues vemos comúnmente, que un Borracho
Otro Borracho engendra, hembra, o macho.
 
LXXXIII
Por esso quando Sócrates quería
Tratar a alguno de Ebrio urbanamente:
Sin duda que tu Padre (le decía)
Bebido avía poderosamente
Aquella noche, o bien fuesse aquel día,
Que te engendró, por ser cosa evidente
Que de un Padre beodo, e insensato
Suele nacer un hijo mentecato. 8470
 
LXXXIV
Elvia, o de suyo, o fuesse por consejo
Ageno, en sintiéndose preñada,
Nunca comía carne de Conejo
Ni provaba siquiera la ensalada.
Mucho menos gustar de abadejo
Ni cosa, que no fuesse delicada,
Y pudiesse quizá ser enemiga
De el Hijo que traía en la barriga.
 
LXXXV
Porque la qualidad del alimento,
Se pega a todo aquel, a quien sustenta:
El Conejo Conejos hace a ciento,
La Gallina Gallinas a noventa.
Yo conocí de Pavos a un Convento,
Otro de Gansos, y eran más de treinta;
Porque se hartavan sus Paternidades
De estas Aves allá en las Navidades.
 
LXXXVI
Las médulas de Lobos, de Leones,
Ni de otros semejantes animales
Nunca Elvira comió; entre otras razones,
Por no querer parir hijos bestiales. 8490
Y porque en sus Divinas Oraciones
Derramasse el buen Tulio tantas sales,
Todo quanto comía en su preñado,
Quiso siempre, que fuesse mui salado.
 
LXXXVII
Leyó en un Libro de Monsiur Le Mame,
Que la carne de liebre hacía hermosos,
Y ella quiso comer de aquella carne,
Por ver si eran los libros mentirosos,
Haciendo conducir desde Bearne
Las liebres, que se crían en sus fossos. 8500
Pues no hai Madre que no haga una Diablura,
Por parir una hermosa Criatura.
 
LXXXVIII
Entre todas las prendas naturales,
La hermosura, que el Cielo nos regala,
Envidiada es de todos los mortales,
Por más que alguno afecte, y haga gala
De despreciarla. Cuentan los Anales
Que hasta Jove por ella en cierta sala
Se transformó en diversos animales,
Porque es la carta, a juicio de Platón, 8510
De la más eficaz comendación.
 
LXXXIX
A par de ella no tiene fuerza alguna
La más viva, más rápida eloquencia.
Quántos han hecho siempre gran fortuna
Solamente por su gentil presencia?
No hai hombre, que no quiera esposar una,
A quien haya tocado aquesta herencia;
Y las Doncellas sé que tienen gusto
De ver un joven bello, esto es, venusto.
 
XC
Si tenerlo no pueden por marido, 8520
Gustan tenerle al menos por amante,
Y es el cortejo más apetecido
El de un Mozo galán, y rozagante.
Se complacen, según tengo entendido,
De ver en él aquel gentil semblante,
Cuya hermosura eleva en dulze calma
Su spíritu a inferir la de su alma.
 
XCI
Y algunas hai, que en ella un claro rayo
Descubren, a su ver, de luz Divina,
Que da vigor, y alienta su desmayo 8530
Al deseo, si ya a morir se inclina;
Y passando a uno de otro en este ensayo
De la humana beldad a la una y Trina,
Hai Muger, que en aquel bello Narciso
Contempla la beldad del Paraíso.
 
XCII
Si Elvia llegó a tanto, yo lo ignoro;
Y aun ignoro, si supo aquella escala;
Sólo sé que en más de una su decoro,
En lugar de subir, abajo cala,
Y que el volar hasta el celeste Coro
Es un vuelo que excede, o bien que iguala;
Quando se emprende temerariamente
Al de Dédalo, que no fue el más prudente.
 
XCIII
Paréceme a lo menos invención
Algo arriesgada la de enamorarse,
Perdiendo todo miedo a la ocasión.
Si Platón lo enseñó, debe dudarse:
Mas quando sea suya esta opinión
Podrá con ella su mercé empanarse,
Porque yo a este su sentir estrafalario 8550
Junto el otro del mundo Imaginario.
 
XCIV
Elvira, pues, Muger de fino gusto,
Mirar solía (y nuestro Autor lo atesta)
Estando encinta algún hermoso busto
Mas sin perjuicio de su alma honesta;
Mirar digo solía (y era justo)
Con los ojos se entiende de la testa
De mejor gana un Mozo ayroso y bello
Que otro feo, y bien podéis creello.
 
XCV
Quando mirava a un hombre mal trazado 8560
Con menos señas de hombre, que de bestia,
Los ojos, sin costarla gran cuidado,
En el suelo clavava con modestia,
Un cojo, un contrahecho, un corcovado
La causavan grandíssima molestia:
Hacía sobre todo (es hecho cierto)
Escrúpulo de ver a qualquier tuerto.
 
XCVI
No sufría en su Quarto una figura
Que pudiesse espantarla algunos ratos,
Aunque fuesse esquisita la pintura. 8570
Ni tolerar podía los Retratos,
Que tal vez la excitavan calentura,
Como es decir de perros, ni de gatos,
Ni aun de aquellos quadrúpedos, no tiernos
Que están armados (con perdón) de quernos.
 
XCVII
Porque sabía historias verdaderas
De algunas, que sintiéndose preñadas,
Por mirar Osos, Tigres, y otras Fieras,
Que estavan en sus Cámaras pintadas
(Tanto pueden fantásticas chimeras 8580
En la aprehensión de las embarazadas)
Varios monstruos a luz avían dado
Con horror del marido, y Parentado.
 
XCVII
Por tanto ya no apruevo que la Gente
Tenga cerca del lecho conjugal,
Como lo veo hacer frequentemente,
Pintado Toro, Cabra, o animal,
Que tenga cuernos; porque fácilmente
Puede a una muger fiel venirla mal,
Como se enseña en todas las Escuelas, 8590
Por estar remirando aquellas telas.
 
XCIX
Puede tanto el mirar una pintura
En la que encinta está, o flaca, o gruessa;
Que en la aún no bien formada Criatura
Tal vez se estampa aquélla, y queda impressa
Con su color, su forma, y su figura.
Assí lo reconoce, y lo confiessa
El mundo todo, y lo confirma el caso
De Clorinda, cantada por el Tasso.
 
C
Un Quadro de la Virgen un Pintor 8600
(Fuesse el Corregio ya, o fuesse el Bramante)
Pintado avía de especial candor,
Blanquíssimo, y bellíssimo semblante.
Muchas vezes orava con fervor
La Madre de Clorinda allí delante.
Nació Clorinda blanca con disgusto
De su Madre, que tuvo grande susto.
 
CI
Por poco no causó a la negra Madre
La blanca hija el más trágico accidente,
Porque, siendo ella negra, y negro el Padre 8610
Se imaginó que mui probablemente
Pensaría, como hizo otro Compadre,
Menos bien de su fe siendo inocente,
Borrando de la hija la blancura
El honor de la Madre, y la fe pura.
 
CII
Y por no dar al crédulo marido
La prudente muger motivo alguno
De sospecharse mal correspondido,
Una Niña pidió de color bruno,
que otra buena muger avía parido, 8620
Fiando este secreto a sólo uno
Y el buen Rey, no en verdad de los más duchos
Que era suyo creyó, como otros muchos.
 
CIII
Mas la Madre después, compadecida
De la hija, entrególe en una cesta
A un fiel Criado, y fue tan bien servida
Que lo ignora el Marido a la hora de esta,
Y aun al mundo estaría hoi escondida,
Si no la huviera hecho manifiesta
De el Gran Tasso el Clarín siempre sonoro, 8630
Que de las Musas acompaña el Coro.
 
CIV
Porque son tan parleros los Cantores,
Que ninguno los sabe hacer callar,
Y por eso disculpo a los Señores,
Que hoi día no los pueden tolerar;
Y es que haciendo ellos mismos mil errores,
Tienen mucha razón de recelar
Que los publiquen cuerdos, o imprudentes,
Y los hagan juguete de las gentes.
 
CV
Volviendo al Tasso, el Tasso fue un Poeta 8640
Digno del lauro, que la sien inunda.
O Bérgamo feliz, Madre discreta
De Ingenios, y de Héroes tan fecunda
Que igualas, si no excedes qualquier meta
De la que más en esta specie abunda;
Y aun la Toscana no, no haría ascos,
Gloria sí, de infinitos Bergamascos.
 
CVI
Esto lo digo por aquel gran necio,
Que, por aver en Bérgamo nacido
El Tasso, le trató con tal desprecio, 8650
Como si el Canadá fuesse su nido.
Apuesto un ojo contra otro qualquier precio,
A que el mismo simplón, sino ha perdido
El juicio, daría hoi qualquier cosa,
Por ser hijo de Bérgamo gloriosa.
 
CVII
De Bérgamo que al Tasos dio la cuna,
Al Tasso, que es de todos estimado,
No ya porque no tenga mancha alguna,
Porque de manchas no está exceptuado
El mismo Sol, por no hablar de la Luna. 8660
Y ya que al Gran Torquato hemos nombrado,
Confiesso la verdad, callar no puedo
De el feliz Traductor de su Gofredo.
 
CVIII
Espero cierto, y no espero en vano,
Que a sí mismo inmortal se hará algún día,
Y a Milán ha de hacer honor la mano
Que escrivió tan hermosa Poesía
Por lo qual conservándote tan sano,
y grande; como estás con alegría
Prosigue Ballestieri tu camino, 8670
Que el juzgarte incapaz, es desatino.
 
CIX
Acaba de una vez, y haz estampar
Tu bellíssima amena traducción;
Porque tu gloria no podrá faltar,
Publicada que sea la impressión.
Acaba de una vez; deja de andar,
Haciendo de el cobarde, o de el poltrón
No temas que a ninguno gastar pese
En comprar al Gofredo Milanese.
 
CX
Y lo que digo a Balestieri; digo 8680
A otros hermanos míos Transformados,
Que al uso antiguo, dixo cierto Amigo;
Son mui modestos, esto es, descuidados,
Y parece, que no se les da un higo
De no ser en el mundo celebrados.
Y assí dejan las obras más limadas
En oscuras tinieblas sepultadas.
 
CXI
Tanta modestia mucho me disgusta,
Y aun me disgusta más tanto descuido:
Ser audaz es tal vez cosa mui justa, 8690
Y no siempre malo es ser atrevido
(Nada se me da a mí, si esto no os gusta)
No se estima el Tesoro, no, escondido.
Es repressión el Pánico temor,
Y Frai Modesto nunca fue Prior.
 
CXII
Pues componéis en verso noblemente;
Y notablemente componéis en prosa,
Haced ver lo que sois a toda gente
Ni vuestra Musa sea vergonzosa.
Salga a luz lo que esconde adredemente, 8700
Essa modestia tropo melindrosa.
Dad uno, dad dos tomos a la Imprenta,
Y lo demás dejadlo de mi cuenta.
 
CXIII
De el Plátano Real la augusta sombra
Ya por todos vosotros se derrama.
Ya su raíz se estiende, ya se nombra
En toda Europa a gritos de la fama.
Más de un Ingenio estraño (y no me asombra)
Por agregarse a vuestro Gremio clama.
Rabia le Envidia en vano, y aun los vientos 8710
Amenazan en vano a sus cimientos.
 
CXIV
Vientos rabiosos de furor en vano
Os armáis contra el Plátano robusto
Inútilmente derrivarle al llano
Pretendéis. No altera, no su gusto
Esse vuestro furor tan inumano,
Y es para él diversión en vez de susto.
Inútilmente intenta al Tronco hacerle seco
De el Toro, y de el Castrón el cuerno hueco.
 
CXV
Hasta oy dulcemente le han regado 8720
En tiempos secos, y de varios modos
Con su afán y sudor le han cultivado
De nuestros Transformados casi todos;
Mas al mundo no le han comunicado
Los frutos (sin temor de sus apodos)
De la planta feraz; pero hágase esto,
Que se debe de hacer, y embido el resto.
 
CXVI
Si el ecco de sus Cýtaras sonoro
Pudo en un tiempo ser grato al oído;
Ya que estuvo por tanto su decoro 8730
Silencioso de humilde, o de encogido,
Hoi más que nunca del clarín canoro
De la Fama será al Orbe estendido,
Pues si al presente no puede lograrlo,
En lo futuro no, no hai que esperarlo.
 
CXVII
Todos sabéis lo mucho que debieron
Los antiguos Ingenios soveranos
A los grandes Avuelos que a luz dieron
Al que oy nos govierna. Sus dos manos
Besad: sabed que hicieron... 8740
Prodigios ya de honores más que humanos,
Y esperad, que el magnánimo Señor,
Franqueará a vuestras Rimas su favor.
 
CXVIII
Si por cierto favores a favores
Añadirá el que todo el mundo aclama,
Obsequios tributándole y honores,
Por Príncipe mayor que su gran fama.
Y porque Insubria goza sus amores
Es obgeto de embidia a quien no la ama.
Príncipe, que entre tanto, y tal manejo, 8750
De las Musas no niégase al Cortejo.
 
CXIX
Más de uno de vosotros ya ha logrado
Grandes prendas de su magnificencia,
Y puede todo Ingenio esperanzado
Vivir de su favor, y su clemencia.
Ea, pues, la pereza vaya a un lado,
Ya toda cobardía es indecencia;
Tome todo Académico su pluma,
Que lo demás es necedad en suma.
 
CXX
Después que vuestras obras por la imprenta 8760
Se ayan hecho famosas en el mundo,
Como yo las alcanze, me haré cuenta
De que en parte son mías; y lo fundo
En que es Autor de un bien quien le fomenta,
Y yo, aunque Poetillo no profundo,
Con ocho o con diez Décimas, de intento
A que escriviesseis todos os di aliento.
 
CXXI
Mas para, para; adónde va mi Musa?
O, por mejor decir, adónde voi?
Ciertamente mi alma está confusa, 8770
Sin saber ni aun yo mismo dónde estoi.
Os pidiera perdón, piedad, y escusa,
Si no fuera por no cansaros hoi;
Y pues conozco que he perdido el tino,
Mejor será volvernos al camino.
 
CXXII
Bien quisiera seguir yo mi viage;
Pues de Elvira decir mucho me resta;
Mas temo, que ya os canse este potage,
Y que rota tengáis todos la testa.
Si quisiera hablar más fuera un salvage, 8780
Y sería una cosa mui molesta;
Pues diciéndome están vuestros bostezos;
Que cansan, si son largos, aun los rezos.
 
CXXIII
Yo mismo lo conozco, y lo confiesso,
Que ya es de noche, porque apenas veo.
Lo que he borrado en este gran proceso
Ya me fatiga tanto como leo;
Por lo qual punto aquí; mas no por esso
Creais, que está agotado el parloteo,
Puesto que de Elvira falta decir tanto 8790
Que quizá bastará para otro Canto.
 
CXXIV
De esta manera de una Suegra sola
Hago dos Yernos; pero no temais
Que junto yo a los dos: os doi parola,
Que por hoi desunidos los veais.
Y en esto no os hago la mamola,
Antes assí menos cansados vais;
Porque el meteros más, en mi conciencia
Sería un pecadazo de imprudencia.
Fin del Canto XI

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