Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

ArribaAbajo

Canto XV



I
                Digan lo que quisieren, es un gusto
Esto del estudiar. No hai en el mundo
Más noble oficio, como un ingenio justo 11490
De un juicio acompañado esté, y profundo.
Vivir quisiera yo sano y robusto
Primero un siglo, después otro segundo
No más que por saber; pues toda Luna
(Dice una vieja) nos enseña una.
 
II
O afortunada aquella sabia gente,
Que diez siglos vivía, y aun casi ocho:
Entonzes sí que verdaderamente
Se hacía un hombre docto antes de chocho;
Mas, por nuestra desgracia, ya al presente 11500
Aquello se acabó: oy hace ocho
Contra tres, el que llega a los cien años,
Come Pan, bebe vino, y toma baños.
 
III
Ya se fue el tiempo en que la rueca Berta
Dejó, por falta de hilo, o porque manca
Quedó, de puro hilar: ya nadie acierta,
Cansado de vivir con muerte franca.
Todo escolar tenía entonzes cierta
La borla de Doctor de Salamanca;
Y a los seis siglos (a quien esto no alegra?) 11510
La barba de todo hombre era aún negra.
 
IV
Oy no es assí: quando a estudiar se aprende
Ya está cana la barba más hombruna;
Y apenas del Estudio algo se entiende,
Ya es forzoso hacer luego la importuna
Maleta, sin la qual ninguno emprende
El viage de aquella infiel laguna,
Por la qual passa siempre al otro lado
Entre mil ignorantes un Letrado.
 
V
Y pues la vida es breve, triste y corta 11520
Y el arte grande, y grande la ignorancia,
La razón natural dicta, y exorta
A que aprendamos cosas de substancia,
Y a que se emplee sólo en lo que importa
El tiempo, que se da a la estravagancia,
O a ciertas vagatelas, que, pesadas,
Valen tanto sabidas que ignoradas.
 
VI
Hai algunos, que hilvánanse los sessos
Por saber lo que no importa un comino:
Uno busca entre Archivos y procesos 11530
El color de las bragas de Tarquino;
Otro examina dónde están los huessos
De el perro favorito de Pipino;
Éste indaga, si es cierto que en Venecia
Se guardan los zapatos de Lucrecia.
 
VII
Aquél de una inscripción cargada de años
Arábiga, Siríaca, o Latina,
De la edad quiere corregir los daños,
Y Dios sabe, si acierta, o desatina:
Tal qual pretende remendar los paños 11540
De un viejo Autor, o cree, que una mina
Halló en un medallón, de que no hai pocos,
Que en conclusión no vale dos bayocos.
 
VIII
Sobre más de una lápida, o cubierta
De un libro, libros mil (os lo asseguro)
Se escriven, y la cosa aún se está incierta,
Es decir, que aún estamos al oscuro.
Y el tal descubrimiento es cosa cierta
(Aun quando fuese justo) estoi seguro
De que el papel no vale, ni la tinta 11550
Que gasta aquél, que, como tal le pinta.
 
IX
O necios! de qué sirve esta fatiga
Sobre una cosa vieja, inútil, vana?
Queréis que yo clarito os lo diga?
De vendernos papel por filigrana:
Si tal vez acertáis (Dios os bendiga)
Vale más el trabajo, que la lana;
Pues se puede vivir sin essa ciencia,
Y aun morir con saníssima conciencia.
 
X
Mas olá! o Grevios, llenos de dotrina, 11560
No hablo yo con vosotros, ni otros varios.
No intenta adozenaros mi mohína
Con los que el vulgo de hoi llama Antiquarios.
Sois de la Historia Griega, y la Latina
(Assí lo siento) oráculos primarios.
Lo bello, y bueno en tantos derramado
En vuestros libros todo está encerrado.
 
XI
Trasladáis al papel sinceramente
Lo cierto, y verdadero con nobleza:
No como otros, que escriven comúnmente 11570
Lo que sueñan, o finge su cabeza.
Quanto escrivís, copiáislo exactamente
Con suma lealtad, gusto, y limpieza.
Si ocurre specie incierta, o bien dudosa,
Lo omitís, y passáis luego a otra cosa.
 
XII
Assí lo hizo el Autor, que tuvo gana
De escrivir esta no vulgar historia.
De la cuna de Tulio es cosa llana,
Que no tuvo por bien hacer memoria,
Ni aun de las fajas, ya de seda o lana, 11580
Que la dicha tuvieron, y la gloria
De fajar por Decreto Soverano
(O qué fortuna!) al Orador Romano.
 
XIII
De aquel silencio muchos infirieron,
Que reliquias tan raras, y precisas
A nuestro Autor desconocidas fueron,
Como aora lo son otras mil cosas
O qué sabemos, si las escondieron
Personas eruditas, y curiosas,
O (lo que no será gran maravilla) 11590
Si el fuego las tragó, o bien la polilla.
 
XIV
Porque, en caso de averlas encontrado
Nuestro Autor, una docta compondría
Disertación, que avría regalado
A alguna biblioteca, o Galería,
Donde hoi sin duda huviérase mostrado,
Bien por dinero, o bien por cortesía,
Cómo a Españoles, Turcos y Franceses
Su Secchia muestran nuestros Modeneses.
 
XV
Y puesto que el Autor el gusto tiene 11600
De en pluma no tomar fajas, ni cuna,
Lo mismo al Traductor hacer conviene,
Dejando otras razones, por sólo una.
Y es, que si al texto (al qual tanto se atiene)
Pretendiera añadir tal qual laguna,
Los Críticos Censores le sylvaran,
Y Traductor infiel le publicaran.
 
XVI
Me dirían, que soi un embustero,
Que con lo ageno mezclo lo que es mío;
Que yo estorpio un Autor franco y sincero, 11610
Con lo que añado sin sazón, ni brío;
Que debo venerar, y no venero,
A todo Autor antiguo, grave, y pío:
Y me dirán en fin cosas tan bellas,
Que no tendré gran gusto en entendellas.
 
XVII
Mas si Bartolo no nos dixo nada
De fajas, ni de cuna; hizo mención
De otros muebles, que estava amobillada
La Sala, y es mui fiel su descripción.
Era la cama (ya se ve) colgada, 11620
Y capaz para dos a proporción,
Recamadas de historias las Cortinas,
Con alusiones harto peregrinas.
 
XVIII
Estava el Trono conjugal pintado,
Y en él la Honestidad, y Pudicicia,
Cubiertas con un velo delicado.
La fiel sinceridad, y sin malicia
Se dejava observar al otro lado
Del Matrimonio toda la milizia.
Uno tenía al cuello como obillo 11630
Como aquello que ponen a un Novillo.
 
XIX
Yugo se llama el que oprimía el cuello,
(Lo único que hoi resta a los Maridos)
El Silencio tenía un grande sello,
Con el qual estampava los vestidos.
Todo era enigma, y yo no sé entendello.
Mas si queréis estar bien instruidos,
Balestieri está aí, Caros Hermanos,
Insigne expositor de estos arcanos.
 
XX
El qual a punto está para casarse 11640
Con una Dama joven, rica, bella,
Tanto, que no es mui fácil encontrarse
Otra que sea más hermosa que ella.
En suma supo en ella amontonarse
Quanto hacer puede amable una Donzella.
Lo que yo en Balestieri más admiro
Es, que en ninguna cosa yerra el tiro.
 
XXI
Amor dulzes Esposos os bendiga,
Y destierre de vos toda aflicción:
Suave os sea el reposo, y la fatiga, 11650
Reyne siempre en los dos la paz, y unión.
Venus sea en el Cielo vuestra amiga,
Y haga nacer de vos un Cicerón
Cuya vida eternize con su pluma
Otro Bartolo, u otro Motezuma.
 
XXII
Vuélvome aora al lecho conjugal,
Que atajó Balestier por esta vez.
Sobre un carro veíase triunfal
Las Matronas antiguas, que de pez
No mancharon el lecho marital, 11660
Que entre todas serían nueve, o diez.
Como un Autor Syncrónomo lo cuenta,
Salvo siempre algún error de cuenta.
 
XXIII
En el Cielo del lecho retratada
Lucrecia estava, rabioso el sobrecejo,
Porque después de aquella su empanada
Se mató, sin pedir, ni oír consejo;
O si le oyó, fue mal aconsejada;
Pues privó de la vida, y de el pellejo
A un niño, que, por ser hijo de pu... 11670
Sería afortunado sin disputa.
 
XXIV
Pecar hoi, y matarse, esto no basta,
Mejor era vivir, y penitencia
Hacer después; Lucrecia si es que casta
No fue, debió a lo menos la apariencia
Guardar y Colatino, hombre de pasta,
Callaría por propia conveniencia,
Ni huviera publicado el buen Romano
Su desonor, como hizo allá Vulcano.
 
XXV
No lo sabría de este modo alguno, 11680
Y desmentir podría a un Novelero,
Quando aora lo sabe cada uno;
El Cónsul, el Faquín, e el Zapatero
Suben, que Colatino fue el pobre uno
De tantos, como bajo del sombrero
Llevan lo que los Turcos de Levante
Suelen llevar encima del Turbante.
 
XXVI
La vida es lo primero, que guardar
Se debe: después de ella la Muger
Debe guardar la honra. Assí en vulgar 11690
El Petrarca lo dijo, y puede ser
Que más de una este error quiera tragar,
Sin que llegue jamás a conocer,
Que ella levanta un testimonio al texto,
Por estar arrancado de el contesto.
 
XXVII
En él se explica, pues se maravilla
De que sólo el dolor no la matasse
A Lucrecia; quando él bastó en Sevilla,
Para que una Donzella de alta classe
De repente espirasse en una silla, 11700
Aunque el ultrage a tanto no llegasse.
Que una muger al verse deshonrada
Se reputa por muerta y enterrada.
 
XXVIII
Qué cosa puede amar en esta vida
La Muger, que llegó a perder su honor?
Preciso es, que estando embebecida
En su desgracia, en su ultrajado honor,
En la hora y lugar de aquella herida,
Continuamente sufra un gran dolor,
Y que oprimida de un disgusto eterno 11710
Sea el vivir para ella un nuevo infierno.
 
XXIX
Con todo esso, si por desgracia hoi día
Se hallara alguna, entre éstas, pecadora;
Que tripudie y esté con alegría,
Decidirlo no quiero por aora.
Sólo diré, que si es que todavía
Alguna hai tal, ya plebeya, o ya Señora
(Sin que esto suene a pulla, o desvergüenza)
No la embidio, el pudor, ni la vergüenza.
 
XXX
Entre la mugeril caterva honrada, 11720
Que no manchó la fe matrimonial,
De Peto la Muger es celebrada.
Ésta, después que se clavó el puñal,
A Peto le alargó, diciendo ossada:
No temas, Peto, no, que no hace mal,
Y si algún dolor siente el pecho pío
Sólo es el tuyo, pero no ya el mío.
 
XXXI
Después era Zenobia la constante,
Y la fuerte Penélope valiente,
Cuyos retratos, émulo el semblante, 11730
Mirava Elvira mui frequentemente
Fiel al Marido hasta el postrer instante,
Teniendo siempre el propio honor presente;
Dándonos a entender, quanto en nosotros
Puede el egemplo bueno de los otros,
 
XXXII
A un casto lecho dan mayor decoro
Estos esmeros de el pincel y el Arte,
Que la historia de Angélica y Medoro,
O las redes de Venus y de Marte,
Ni la caza del Ciervo, o la del Toro. 11740
Que pueden explicarse en mala parte
Porque no es un obgeto dulce, y tierno
El mirar junto a un lecho tanto cuerno.
 
XXXIII
Era el lecho de Elvira quatro bancas,
Un Sacón, una almoada, una Esclavina,
Un colchón con dos sábanas mui blancas
De tela ni mui vasta, ni mui fina.
Con sus manos, que cierto no eran mancas,
Se vestía cerrada la cortina,
Por no ser vista en trage no decente, 11750
Si alguno abría el quarto de repente,
 
XXXIV
Bien que no era possible, que en la cama
Pudiesse ser de nadie sorprendida,
Porque se alzava siempre, aunque era Dama,
Con luz artificial ya prevenida
Por su fiel Camarera; y aun es fama,
Que quando estava ya medio vestida
Saltava de la cama, presto, presto,
Y en medio del imbierno hacía esto.
 
XXXV
La cama (acostumbrava ella a decir) 11760
Fue de nuestros mayores inventada,
En los sanos, a efecto de dormir;
En los enfermos por más acomodada
Para menos penar, menos sufrir.
Pero a la gente en ella apoltronada,
Poco a poco la va haciendo podrir.
Y el consumirse el hombre más robusto
Es el fruto común de tan mal gusto.
 
XXXVI
Su sueño a nueve horas no llegava
Por conservar el cuerpo ágil y sano: 11770
Dormir en cama dura acostumbrava,
Como debiera hacer todo Cristiano,
Que la mui blanda convencida estava,
De lo mucho que daña al cuerpo humano.
Bien que de esto avrá pocos pareceres
En nuestras poltroníssimas Mugeres.
 
XXXVII
Dormir no saben sino en cama blanda,
Ni sentarse sino en silla de pluma,
Cubierto el canapé de fina holanda,
Y el assiento imitando blanca espuma 11780
Formada de algodón sutil de Irlanda.
Me parecen a mí (díxelo en suma)
Otros tantos rubíes o topazios,
Que entre algodón ocupan sus Palazios.
 
XXXVIII
A la hora de Nona se levantan,
Y de no haver dormido se lamentan,
Culpando de que el sueño las quebrantan
Al gallo, a la gallina, y aun nos cuentan
Que las da mal de madre, quando cantan:
Todas escusas son que ellas inventan. 11790
Mas la poltronería de las tales
Las llena de miserias, y de males.
 
XXXIX
Diz que en toda la noche no han podido
Dormir: dicen verdad, y yo lo creo,
Porque se acuestan quando ya ha nacido
El Sol; y después al Dios Morfeo
Sacrifican en sueño bien cumplido
Lo que hai desde el cenith al apogeo,
Siendo para ellos la primera Aurora
De el medio día la constante hora. 11800
 
XL
Aunque yo no me acuesto mui temprano,
Por ser algo poltrón, esto no obstante,
Tal vez me alzo en imbierno y en verano
Quando se acuestan muchos; y es constante
Que haciéndolo assí hoi, no es juicio vano
Creer que harán lo mismo en adelante,
Y de esta moda, que en el mundo hoi passa
El desgovierno nace de la casa.
 
XLI
Qué digo de la casa? al pueblo entero
Se estiende el daño; pues también aquellos, 11810
Que las cortejan con tan nimio esmero
Es preciso, que duerman también ellos,
Y en la Ciudad es cada uno un cero
Que de nada la sirve, quando entre ellos
Hai tal qual, que si fuera más machucho,
Podría honrarla, y aun servirla mucho.
 
XLII
Pudiera ser soldado mui valiente,
En la guerra, y en paz un gran Ministro:
Pudiera ser un gran Jurisprudente,
Un Filósofo, un Otro Trismegistro, 11820
Y es por su culpa aora un puro niente,
Aun para Guarda inútil del Registro.
Mas ya cansan asuntos tan endebles:
Basta de esto; y volvamos a los muebles.
 
XLIII
De aquellos muebles, digo, que tenía
Elvia en su alcova, quarto, u aposento,
Escritos en Caldeo: algaravía
Necesitada de sutil comento.
Mas a mí me parece que es manía,
O ignorancia de corto entendimiento, 11830
Pretender concordar en los quadernos
Con los nombres antiguos los modernos.
 
XLIV
En los tiempos de Elvira no se usava
Las salas adornar con muebles ricos,
Ni tampoco traerlos se estilava
De estrangero País: grandes, y chicos
Tratavan al que en tal manía daba
De loco, o de insensato en sus ozicos.
Estava entonzes por benigno influxo,
Mui distante de Italia el voraz luxo. 11840
 
XLV
El luxo que hoi traspassa toda meta,
Y aun las columnas de Hércules traspassa:
El luxo digo, aquel fatal cometa,
Que su esterminio anuncia a toda Casa
Singularmente el femenil, que arieta
El más fuerte Palazio de argamassa,
Pues el adorno de una sala sola
Casi medio Perú trae a la cola.
 
XLVI
Sólo la sala del recivimiento
De la muger se engulle (a lo que he oído) 11850
No digo ya a tal qual, a más de ciento)
La mitad de la renta del marido.
En la Toeleta míranse sin cuenta
Cachivaches sin fin, que han consumido
No ya un caudal, sino un tesoro eterno.
A tanto llega ya el luxo moderno.
 
XLVII
El luxo, que Provincias ha arruinado,
Por el qual tanta gente hambrienta anda,
Mui bien Italia lo ha experimentado,
Donde el luxo a baqueta a todos manda. 11860
Véndense a precio aquí desmesurarlo
Los géneros de Francia, y los de Olanda:
Y esta Italia se lamenta, y dice,
Que el hado no la quiere hacer felize.
 
XLVIII
Se duele de que ya la avara tierra
No corresponde al Labrador avaro;
Que ya las tempestades y la guerra
Convierten la Campaña en desamparo;
Que a las lluvias el Cielo el passo cierra,
Que el Campo está abrassado sin reparo, 11870
Que hombres y brutos muérense de hambrientos
Teniendo contra sí los elementos.
 
XLIX
En suspiros prorrumpen, y en gemidos,
Porque ya de la Iberia, ya del Norte
Viene gente, que turba a sus sentidos
La bella paz. No advierte que a Mavorte
Llama ella con eccos repetidos
De su luxo, notorio en toda Corte,
Y que una gente vil, vaga y ociosa
No hace frente a la fuerte y belicosa. 11880
 
L
Conócete a ti misma Italia amada,
Ponte al pecho la mano por un poco,
Y después de estar bien examinada,
Reconoce el origen vano, y loco
Que te tiene años ha desfigurada,
Y aplícate al remedio poco a poco.
Mira al tiempo presente, y al passado,
Y hallarás que tú misma lo has comprado.
 
LI
Piensa quanto a las Artes fuiste atenta,
Nacidas y educadas en tu seno: 11890
Piensa, que un día estavas mui contenta,
Con lo que producía tu terreno,
Y que hoi de ti tu antigua gloria auyenta
De el luxo, y de la crápula el veneno,
La antigua parsimonia desterrando
Y que vas cada día empeorando.
 
LII
Entonzes aspiravas al honor
Por armas, Artes, letras y doctrina
Hoi entre el ozio, el juego, y el amor
A desterrar la Magestad Latina. 11900
Por su govierno, y su Marcial valor
Fuiste Reyna del mundo. Si tu ruina
Decretaron los Dioses con sus sellos,
Cúlpate Tú a ti misma, mas no a ellos.
 
LIII
Vuelve a llamar las Artes a tu suelo,
Despierta ya este ingenio amodorrado,
Que en otro tiempo te elevó hasta el Cielo.
Destierra la ambición, y al moderado
Uso de las costumbres, todo el zelo
Que hizo tan respetable a tu Senado 11910
Aplica con constancia, y con decoro
Y verás revivir el Siglo de oro.
 
LIV
Echa de ti los usos perniciosos,
Y las fatales modas estrangeras,
Con las quales te chupan los golosos
Tu substancia, tu honor, y tus dineros.
Vayan fuera los muebles suntuosos
De espejos, cornucopias, candeleros,
Y de tantos inútiles arneses
Ingleses, Olandeses, y Franceses. 11920
 
LV
O vieja oziosa, Vieja soñolenta
Dispierta ya de esse fatal letargo,
Y la ira de Dios teme sangrienta
Yo te lo digo Italia en ancho y largo,
Mas si (lo que el Cielo no consienta)
Os burlaréis de mí, yo me descargo,
Y no me quitará nadie el consuelo
De que cumplí a lo menos con mi zelo.
 
LVI
Aora, pues, que hize ya, como hais oído
Contra la pobre Italia una invectiva, 11930
Creo averme librado (no sin ruido)
De un peso, que me hacía alguna giba,
Ni creo ser por esto reprendido,
Pues gozan años ha la privativa
Nuestros Poetas de la Italia bella
De hablar, por lo común, mui mal de ella.
 
LVII
Todo aquel, que el Parnaso subir quiere,
Y mostrarse de Italia digno hijo
El respeto la pierde, y aun la hyere
En tono de consejo: esto es mui fijo. 11940
Yo ya hize mi deber, sea el que fuere,
Y aun pequé un si es no es en lo prolijo.
Vuelvo pues a la historia comenzada,
Y a Elvira que me espera amostazada.
 
LVIII
En su cámara avía tres Armarios,
Con plumas, con papel, tintero, y tinta,
Argadillo, usos, rueca y tal qual cinta.
Dos mesas, un sitial, y libros varios,
Y una estatua no grande, ni sucinta
De la Diosa que Cinthia el gentil llama, 11950
Y una cuna mui cerca de la cama.
 
LIX
En ella sin dolor y sin cuidados
Passava muchas horas, noche y día,
Nuestro Tulio, ya abiertos, ya cerrados,
Sus ogitos según le parecía,
Mientras Elvia atendía a sus usados
Labores, ya hilbanava, ya cosía;
Y el Niño se quedava dormidito,
Con un sueño apacible, y dulcecito.
 
LX
No turbavan el sueño a Cicerón 11960
Aquellos fantasmones y figuras
Que suelen espantar el corazón
De ciertas pavorosas criaturas,
Y tal vez natural efecto son
De el excesso en usar bebidas puras,
Si ya no nace de franquear abiertas
A la imaginación sus locas puertas.
 
LXI
Quando el sueño sus artes desplegando
Va poco a poco, y entra lentamente
Los cuidados de el día desterrando, 11970
Deja a la fantasía libremente
Vagar por donde quiere, sin que al mando
De la razón se rinda, y comúnmente,
Como no está tullida, ni está coja,
Gira y vuela a donde a ella se le antoja.
 
LXII
Por la región del ayre corre, y vuela,
Baja al abysmo, o bien súbese al Cielo,
Se entristeze, se aflige, o se consuela,
Según lo que se agita en el cervelo,
Y, como enseña la moderna Escuela, 11980
Lo que dispierto vio bien ordenado
Dormido sueña ver, mas trastornado.
 
LXIII
A tal uno, que arde, tiembla, espera
Y muere por un rostro hermoso y tierno,
Parécele estar viendo allá en la Esfera
Su dulce prenda; y no ve más que un cuerno.
Juzga que le saluda placentera,
E imaginándose ya Marido, y Yerno.
Iba a hablar a su Dueño idolatrado,
Dispierta, y reconócese burlado. 11990
 
LXIV
Sueña en Selvas, y en Perros el que caza,
Y tal vez en Perdizes, y en Faisanes,
El soldado en sus armas, y amenaza
A Franceses, Ingleses, y Alemanes.
El Pescante en sus redes, dando traza
De que no se las rompen los Caymanes,
Imagínalas llenas de Cabial,
Y halló, que pescó sólo el orinal.
 
LXV
Más de una vez a mí me ha acontecido
Soñar, que un gran bolsillo avía hallado 12000
Lleno de oro, y aviéndolo creído
Teníame por hombre afortunado,
Y decía entre mí: no estoi dormido.
Dispertávame, y viéndome burlado
Conocía de el sueño los enredos,
Pues no hallava en la mano más que dedos.
 
LXVI
Mas volvamos ya al texto, y a su glossa:
Si se oye, o si se ve cosa funesta,
En la imaginación (dice Barbosa)
Altamente estampada siempre resta, 12010
Y tal vez dispertando aquella cosa
Convierte en llanto el sueño de la siesta.
Si quieres dormir quieto, huya tu vista
De todo quanto assusta, y nos contrista.
 
LXVII
Sobre todo conciencia limpia y pura
Hace un sueño suave, dulce, leve,
Ninguna Larva, sombra, ni Figura
A turbarle se acerca, ni se atreve.
Si la noche más larga, y más oscura
Quieres que te parezca clara, y breve, 12020
Refrena las indómitas passiones,
Y libre te verás de fantasmones.
 
LXVIII
De Cicerón veremos con el tiempo,
Que antes de ir a la cama examinava
Toda palabra, todo passatiempo
Toda acción, que entre día egecutava,
Y de su corazón en paz, y a tiempo
Todo indecente afecto desterrava.
Con esto se iba al lecho sin quebranto,
Y se dormía como un Padre Santo. 12030
 
LXIX
Su Madre procurava, que lejana
De él estuviesse toda Muger fea.
Y si a esto se añade lo profana,
No hai Furia, no hai Medusa, no hai Medea
Comparable con ella. Viene gana
De vomitar al pobre que la vea
Quanto más ricamente esté vestida,
Con más asco, y orror es recivida.
 
LXX
Nunca Elvira en presencia de su hijo,
De los antiguos célebres Autores 12040
Leía las Tragedias; porque es fijo,
Que aquel trágico fin de los amores,
En lugar de excitar al regozijo,
Engendra malincólicos humores,
Y se llena la pobre fantasía
De especies, que la dan melancolía.
 
LXXI
Si al hijo el sueño conciliar quería,
Quando estava de humor, y más dispierto
Los Cómicos antiguos le leía,
Saltando con prudencia y con acierto 12050
Lo que menos honesto parecía.
La Odissea (nos dice un Autor cierto)
Le leía, y un trozo de Platón,
Y después le cantava esta canción.
 
LXXII
Haz la Nina y la Nana, hijo querido,
Y duerme siempre sueños placenteros.
Haz la Nina y la Nana, mi Cupido
Y si no pucheritos, haz pucheros.
Haz la Nina y la Nana, esto te pido,
Y cierra essos ogitos embusteros. 12060
Has la Nina y la Nana dulcemente
Y Morfeo te arrulle blandamente.
 
LXXIII
Cierra los ojos, y ciérralos quanto antes,
Sin que inquiete tu sueño cosa alguna.
Cierra los ojos bellos y brillantes,
Y mírate con buenos la Fortuna.
Cierra los ojos, y ciérralos quanto antes,
Que ya me canso de mezer la cuna.
Haz la Nina, que ya no hai paciencia,
Y todo esto cantábalo en cadencia. 12070
 
LXXIV
Cantando Elvia, la cuna meneava,
Poco a poco, y el lento movimiento
Grandíssimo placer a Tulio dava.
Los ojos cierra en fin con mucho tiento,
Y Elvia, que de hito en hito le mirava,
No hace rumor, no canta; a passo lento
Se retira; mas Tulio no dormía,
Y en su mente qué de cosas revolvía!
 
LXXV
O si duerme, soñava grandes cosas,
Verbi gratia emular los Oradores 12080
Antiguos en sus Obras primorosas,
Venciéndolos, si puede, en sus primores,
Pues (como dice un tal fulano Rosas)
La Fortuna, a quien llama a los honores,
Hablando a nuestro modo, se complace
En dárselo a entender desde que nace.
 
LXXVI
Su risita era honesta, honesto el llanto,
Honesto en el mirar, y en quanto hacía:
Pero en sus manecitas lo era tanto,
Que, mamando a tocar no se atrevía 12090
El pezón de la Madre; era un encanto
Ver, que teniendo, como al fin tenía
Uñas, y dientes, ni por caso, ni arte
Señaló nunca Tulio aquella parte.
 
LXXVII
No imaginéis, que Elvira fue frequente
En franquearle la tienda en que mamasse.
Quatro vezes al día solamente
Le dava el pecho; y es fácil que tomasse
De aquí aquella costumbre de abstinente;
Porque es fama común, que praticasse 12100
Solas quatro comidas cada día
O! quánto puede hacer una que cría!
 
LXXVIII
Notar a honor de Tulio aquí se debe
Una cosa mui digna de alabanza.
Si de el seno materno el Niño bebe
La leche, que no falta, antes avanza,
A otro frasco beber jamás se atreve,
Y si alguna, que ignora aquella usanza,
Se desabrocha, y Tulio lo repara;
Vuelve a otra parte la púdica cara. 12110
 
LXXIX
De sola Elvira manejar se deja
Sus castos miembros: y mientras que le faja
Quietecito se está como una Oveja.
Pero, fajado ya, tanto trabaja
Con pies y manos, que insiste y no lo deja
Hasta que poco a poco se desfaja:
Como quien dice: libre me ha hecho el Cielo,
Y libre he de vivir acá en el suelo.
 
LXXX
Viendo la Madre a Cicerón dotado
De tal virtud, en su interior le alava, 12120
De grandes cosas te tiene reservado
Hijo (le dice) el Cielo, y continuava
Diciendo: será Padre aclamado
De la Patria. Diciendo esto exclamava:
O qué cosas harás en adelante!
Harás más que hizo en Francia Floravante.
 
LXXXI
Tal vez Elvira blandas palmaditas
Daba en el blanco pecho al tierno Niño;
Tal vez en otras partes sus visitas
Le hacía por amor, y por cariño. 12130
Mas veo que estas quatro palabritas,
La ocasionen rabia y desaliño
Y que con torbos ojos ya me mira.
Huyo pues de su quarto, y de su ira.
 
LXXXII
Huyo, pues, y me pongo en salvamento,
Antes que al ayre vuelen las chinelas;
Que una Muger en el primer momento
De su furor hará besar las suelas,
No digo a un hombre, a todo un Regimiento,
Ya sea de Brabante, o de Brusselas, 12140
Y a falta de ellas, platos y escudillas
Andarán tras cabezas, y costillas.
 
LXXXIII
Quando fuera de casa Elvia salía,
Llevando el caro peso entre los brazos,
Mugeres, y hombres todos a porfía
Se iban tras de los dos, y mil abrazos
Dar cada qual, al Niño pretendía,
En que no avía insultos ni pelmazos,
Queréis ver? Corred pues adelante
Porque salen de casa en este instante. 12150
 
LXXXIV
Lleva Elvira a su hijo en blanco lino
Embuelto, y el Infante mui sereno
A todo está mirando el Pueblo Arpino;
Mas si no pone a sus manitas freno,
Esto es, si por juguete y sin destino
Llevar las quiere azia el materno seno,
Elvia se las aparta mesurada,
Dando a entender no quiere ser tocada.
 
LXXXV
Una basquiña negra era su gala,
Y ocultava su cara un negro velo 12160
Honesta precaución contra la mala
Inclinación de algún lascivo anhelo.
Por donde passa estampa Elvia, y señala
Pruebas claras de honor, de juicio, y zelo
La basquiña cubríala los pies
O! quántas hoi lo hacen al rebés!
 
LXXXVI
Pero hacen pensar mal, y obrar peor,
Y aunque yo no soi cierto escrupuloso,
Me hacen bajar los ojos con rubor,
Al ver aquel vestir escandaloso. 12170
Cáusame esto tan íntimo dolor,
Que no puedo callar, y hablar no osso
Por lo que, con prudencia cauta y sabia,
Sólo diré, que el verlo me da rabia.
 
LXXXVII
Si fueran al Teatro, u a los Toros
Las Mugeres, que van con inmodestia
Vestidas, adelante con mil Moros
No olería el desorden tanto a bestia;
Pero ir assí a meterse entre los Coros
De un Templo, o de una Iglesia, con molestia 12180
De almas pías, devotas, y Cristianas?
Casi de maldecirlas me dan ganas.
 
LXXXVIII
O qué campo aquí se abría
De declamar contra tan reo abuso?
Aora sí, que otro Elías ser querría
Para gritar en tono no confuso:
Si la casa de Dios, de noche y día
Profanáis de esse modo, y con tal uso,
Temed aquel Señor que se ayró tanto
Quando vio profanado el Templo Santo. 12190
 
LXXXIX
Ya se vio de él con cólera arrojar
Los que vendían blancas Avecillas;
Que hará con los que a escandalizar
Van a él a almas puras y sencillas,
Haciéndolas tal vez prevaricar
Quando con Dios trataran sus cosillas?
Y no temen a un Dios, que es vengador:
O qué assunto para un Predicador!
 
XC
Siempre andava Elvia con modesto passo,
Nunca los ojos al contorno gira, 12200
Y como dice de Sofronia el Tasso,
Míranla todos, y ella a nadie mira.
Si alguno le hace señas, no hace caso,
Si otro atrevido de el brial la tira,
Si tosse, sylva, escupe, o gargagea,
Va adelante y desprecia aquel Badea.
 
XCI
En nuestros días no hacen todas esto.
Muchas, sean solteras, o Casadas,
De su escasa beldad de puesto en puesto
Van a hacer pompa mui embelletadas, 12210
Y a todo Molzavete de buen gesto
Regalan con dulcíssimas miradas,
Moviendo ojos, y pies acompassados,
Mas unos y otros por diversos lados.
 
XCII
Una conversación al punto entabla
Con un Rufián, tan hablador como ella.
Otra es más reservada en lo que habla,
Mas sus ojos, loquaces como aquélla;
Ésta tan tiesa como qualquier tabla
Gusta de cortesías, porque es bella; 12220
Elvia volvía a casa con decencia,
Salvo siempre su honor, y su conciencia.
 
XCIII
Ni era de aquellas, que porque han parido
Un hijo, se hacen vanas e insufribles
Al más tierno y pacífico Marido,
Pretendiendo mil cosas impossibles,
Por juzgar que en aquello le han servido
Con la hazaña mayor de las possibles
En las débiles fuerzas de un Esposo,
Y que por ellas ellos no hacen cosa. 12230
 
XCIV
Mas yo a tales Mugeres las remito
A un libro de láminas mui finas,
Donde dice el Autor (hombre erudito),
Que hijas son de las Rosas las Espinas.
Lean lo que hallarán en el escrito,
Que yo lavo mis manos, y mohínas
Contra mí ver no quiero a las Mugeres,
Ni oponerme a sus bellos pareceres.
 
XCV
Antes bien, por huir de disgustar
Al bello sexo, a quien venero tanto; 12240
Si es que me dan licencia, quiero entrar
(Ya que parece da lugar el Canto)
En cierta Estancia, donde solía estar
Elvia con Tulio, quieta como un Santo;
Estancia que en la Griega Biblioteca,
Creo se ha de llamar Pinacoteca.
 
XCVI
Y nosotros llamamos Galería,
La qual era como ésta justo, justo
Que si, como es del Conde fuera mía
En verdad no tendría gran disgusto. 12250
Mas gózela años mil su Señoría,
Y celebremos todos su buen gusto,
Ya que por tan Cavallero, y tan Cristiano
Digno es de quanto hai más Soverano.
 
XCVII
Muchos quadros avía en dicha Estancia,
Pero mucho erraréis en mi conciencia,
Si imagináis que en ellos la elegancia
De el pincel se manchó con la indecencia.
No cierto; no fue assí: con la arrogancia
De el pincel componía la decencia. 12260
En ningún quadro avía pincelada,
Donde la honestidad no fuesse respetada.
 
XCVIII
Pintadas no, no avía al natural
Ciertas historias de hediondo tasto;
Ciertos juguetes, que hacen pensar mal,
Y peor, quanto más vivo es el impasto.
No era de aquellas Cámaras la tal,
Donde el que entra, si quiere salir casto,
Es preciso, que entrando para vella,
Vuelva a salir sin ver lo que hai en ella. 12270
 
XCIX
O gente sin consejo, escandalosa!
Este pecado grita a Dios venganza.
Él es aquella planta ponzoñosa,
Cuya raíz hasta el abismo alcanza;
Aquella res infecta, res roñosa
Que infiziona al redil sin esperanza.
Ay de aquel que a su hermano escandaliza,
Y a pecar de qualquier modo le atiza!
 
C
Assaz irritan la concupiscencia
Ciertos al día de oy originales, 12280
Assaz durará el mal de su presencia,
Sin hacerse en sus copias immortales,
Assaz reyrá en el mundo la licencia
Y assaz son las Mugeres liberales
En mostrar ciertas cosas a compás,
Sin que el pincel descubra lo demás.
 
CI
Assaz más al mal, que al bien se inclina
Nuestra naturaleza enferma, impura,
Sin que por otros medios a su ruina
Precipitarla quiera la pintura. 12990
La fantasía assaz se lo imagina,
Y ella misma se forma la figura,
Sin que también conspire por su parte
Con nuestra Naturaleza la misma Arte.
 
CII
Arte infeliz, si ya con tus colores
De las almas estrago eres, y daño;
Si en el pecho introducen tus primores
Amor vil, amor sucio, amor estraño,
Causando en sólo un día más horrores,
Que la malvada Alcina en todo un año. 12300
O! llueva sobre ti fuego de el Cielo;
Pero clama en desierto este mi zelo.
 
CIII
Veo, que sirven poco mis sermones,
Y que en vano hasta aora han predicado,
Muchos grandes intrépidos Varones,
Aviendo ciertamente demostrado,
Ser difícil, o Dios, que nos perdones
En vida o muerte tan feroz pecado
Porque hace más mal un Quadro puerco, imundo
Que diez malas mugeres en el mundo. 12310
 
CIV
Sí, vuelvo a decir, una pintura oscena
Hace más mal que una Muger mundana,
Porque ésta, si vive hoy robusta y buena
Fácilmente podrá morir mañana,
O arrepentirse como Madalena,
Y mucho más si llega a ser anciana.
Mas se burla de el tiempo, y de su injuria
Un quadro, que provoca a la lujuria.
 
CV
Y en vez de aquellos premios, que dan todos
Con alabanzas mil a los Pintores, 12320
Que ofenden la modestia de mil modos
Castigarlos debieran los Señores,
Como lo hizo un Rey Santo de los Godos,
Entregando a las llamas los primores
De cierta Galería deshonesta,
Por luminarias de una grande fiesta.
 
CVI
Pintores hai, que hacen vanidad
De imitar demasiado vivamente,
Al natural, lo que no hai necessidad
(De que no poco daño el mundo siente) 12330
Pintando (más que no fuera verdad)
En puris naturalibus la gente.
Costumbre que adoptaron los Romanos,
A excepción de tal qual, no tan profanos.
 
CVII
Viendo Cornelia un día una pintura
De un Senador, mostrando ciertas cosas,
Que no eran para verse, ni en figura,
Por inhonestas y por vergonzosas,
Llena de horror, porque era casta y pura,
Encendido el semblante como rosas, 12340
Llévala al Pintor (dixo a una Muchacha)
Y dile que le ponga una Garnacha.
 
CVIII
Pero mejor Solón lo practicó,
El qual, viendo pintada a una Doncella,
Como su misma Madre la parió,
Más peligrosa, quanto era más bella
El retrato a las llamas arrojó,
Añadiendo: si aquí estuviera ella,
Lo que hago con la copia en caso tal
Lo haría con el mismo original. 12350
 
CIX
Ojalá, que estuviera el mundo lleno
En nuestros días de Solones tales.
Sin ruido, sin estrépito, y sin trueno
Con quatro pinceladas magistrales,
Se remediava todo: un pincel bueno
Bastaría a cubrir ciertas Vestales
Que, desnudas con poca discreción
Se exponen al rigor de la Estación.
 
CX
A más de una pintura, aunque modesta
Sólo porque era con exceso hermosa 12360
Hizo Elvira poner un velo en testa;
Y como era un tantico escrupulosa,
Por cubrir otra parte poco honesta
Echar al cuello no sé qué otra cosa.
Y de un Pintor de aquellos mazorrales,
Hizo alargar a todas los briales.
 
CXI
Entrando pues con ánimo seguro
En la ya dicha Estancia, o Galería
De los Quadros que cuelgan en el muro
Razón daré de su Genealogía. 12370
Mas ya comienza el Cielo a hacerse oscuro
Y ya se oye sonar la Ave María
Dejarémoslo pues hasta mañana.
Venid, pues, y venid de buena gana.
Fin del Canto XV

Arriba