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Canto XVI



I
                Los retratos de sus antepassados
Antiguamente usavan los Señores
Que adornassen sus salas. Bien pintados
Valientes Capitanes, Senadores
Prudentes, y doctíssimos Letrados
Con insignias de todos sus honores, 12380
Y entre ellos muchos, por mayor decoro
Pendiente de su cuello el Toysón de oro.
 
II
Y aun entre ellos avía más de dos,
Que, aspirando a un origen inmortal,
Descender pretendían de algún Dios,
O a lo menos de alguna cosa tal.
Quien de Ércules, o de otro Semi-Dios
Venía en línea recta, o transversal,
Y aun entonzes (como hoi mismo) se usava,
Que el que menos tenía, más mostrava. 12390
 
III
Más de una vez prestados los pedía
El que ninguno en su Familia hallava.
Que la impostura ya entonzes corría,
Y aun en todas materias se mezclava,
Éste nieto de Turco se fingía,
Aquél de Evandro nieto se jactava,
Y más de dos tontíssimos Badeas
Descendientes del piadoso Creas.
 
IV
Esto supuesto, esperan más de dos
Oírme hablar de la ascendencia clara 12400
De el gran Tulio; y aun muchos entre vos
(Según estoi leyendo en tal qual cara)
Un Catálogo aguarda, como hai Dios,
Tan largo poco menos que una vara,
En que haga ver a todos los presentes
Mil de Tulio gloriosos ascendientes.
 
V
Mas, valga la verdad, o bien ya fuesse
Porque el buen Tulio en esta fantasía,
Y necia vanidad nada tuviesse;
O porque en Arpino grande carestía 12410
De Pintores entonzes quizá huviesse:
El hecho es, que en aquella Galería,
Ni en la pared colgado, ni en el suelo
No se hallava pintado un solo Avuelo.
 
VI
Quizá en tiempos antiguos cien Retratos
De aquel Salón cubrían las murallas,
Y por algún enredo de los Gatos
(Entre los quales hai muchos canallas)
Sucedió algún incendio; porque a ratos
Assí perecen muchas antiguallas; 12420
Como efectivamente en casa mía
Se quemó toda mi Genealogía.
 
VII
Como quiera que el caso sucediesse,
De el grande Tulio en la pequeña casa
No avía ni un retrato, y quien la viesse
La podía llamar Tabula Rasa,
Por lo que no me admiro ya que fuesse
En todos su noticia tan escasa;
Pues poco, o nada se habla en conclusión
De la Casa de Tulio Cicerón. 12430
 
VIII
Y aunque era aquí el lugar como pintado
De dar lugar a algún noble Ascendiente
De Marco Tulio, encuéntrome embrollado
Pues nada de esto sé absolutamente,
Y en vano al grande Apolo he suplicado,
Que me ilumine la confusa mente.
Y como él se hace sordo, o no responde
No sé dónde volverme, no sé dónde.
 
IX
Es verdad (no lo niego) que podría
De algún modo salir con este intento, 12440
Porque todo ello al fin se reducía
Un árbol a fingir, o un instrumento,
Que ésta en no pocos es superchería
Usada, mas yo a usarla no me aliento,
Porque nunca he sabido mentir tanto,
Siendo assí, que jamás he sido santo.
 
X
Sé, que siempre seré por mi desgracia,
Un pobretón; que nadie me hará rico
Por mis versos insulsos, y sin gracia,
Porque el sincero de mi Musa el pico 12450
Mentir no sabe, ni afectar audacia.
Podrá hacerme la suerte pordiosero
Mas nunca (vive Dios) me hará embustero.
 
XI
Si Tulio en sus Salones no tenía
Un Esquadrón de Avuelos retratados,
Otros títulos, cierto poseía
Por nobleza mayor más estimados,
Y eran aquellos, en que descubría
Su virtud, y sus hechos celebrados.
Esta es nobleza verdaderamente; 12460
La de la sangre no es más que aparente.
 
XII
Mas olá! que yo aora no pretendo
Examinar este común abuso
Sea antiguo, sea moderno. Sólo entiendo
Decir lo que otros dicen: dejo excluso
Que lo dé aquel valor que no comprendo.
Pues no toca a mi pobre calavera
Definir la nobleza verdadera.
 
XIII
Sólo digo que aquellas buenas gentes,
Que chorrean Nobleza por los codos 12470
Porque tuvieron grandes Ascendientes,
Conocidos en tiempos de los Godos,
Si a los tales no son correspondientes
En hazañas, virtudes, trato, y modo,
Y se glorian de nobleza tal,
Digo, y vuelvo a decir, que hacen mui mal.
 
XIV
Tengan en ora buena mil retratos
Hechos por Cinabuè [sic], Pintor famoso.
Si son los nietos unos mentecatos
Respecto a sus Avuelos, decir osso, 12480
Que éstos fueron Leones, y ellos Gatos,
Y a lo más más, una Gentalla,
Que compone el rebés de la medalla.
 
XV
Quando un Cavallo que es de buena raza,
Y semejante a ella se supone,
Ya sea en una Feria, o una plaza,
A la venta, y examen se le expone:
Si en medio de su hermosa, y noble traza
Manco, o cojo se halla: al que le pone
Ninguno acudirá para comprallo, 12490
Aunque de el mismo Sol fuera un Cavallo.
 
XVI
Lo mismo con razón podrá decirse
De el que es noble, o por tal el tal se tiene.
(Y de esto sólo deben excluirse
O exceptuarse aquellos, que conviene)
Si deshonran la sangre, que a incluirse
En sus venas de origen alto viene
Qué importa, que ésta sea clara y pura
Si él la envilece, y la hace al fin oscura?
 
XVII
Si tuvieran un poco de prudencia, 12500
Los retratos de sus Antepassados,
Que de altivez lo llenan, e insolencia
Los debieran tener siempre enterrados
Para no avergonzarse en su presencia,
Al verse de ellos con razón notados
De cobardes, de altivos, de ignorantes,
Y aun también de otros vicios semejantes.
 
XVIII
Sirvieron los retratos, y la Historia,
Para (mal que les pese al tiempo viejo)
Conservar siempre viva la memoria 12510
De los que al mundo fueron claro espejo,
Y excitar el deseo de la gloria
De los que en él se veían por reflejo,
Procurando imitar las grandes dotes
De sus claros Avuelos los Nepotes.
 
XIX
Era mui santa y buena esta invención:
Ella produxo mil efectos buenos,
Como en César, en Bruto, y en Catón,
Con Otros de que están los libros llenos.
Pues se ve hacer tal vez más impressión 12520
Una muda pintura, que mil truenos.
Y una mirada (aunque la boca no abras)
Suele mover aún más que cien palabras.
 
XX
O qué bien dixo Orazio allá en su Arte!
Más se pega lo que entra por los ojos,
Que lo que se oye, o se lee en alguna parte.
Si (verbi gratia) ves algunos piojos
Asco te dan, y llegan a nausearte;
Mas oírlos nombrar no te da enojos.
A las palabras muchos no las creen 12530
Pero quiénes negaron lo que ven?
 
XXI
Si un Orador famoso (verbi gracia)
Nos exorta a ser buenos, y de cierto
Sabemos que él no lo es, por su desgracia,
Decimos (sin razón) clama en desierto.
Mas si a su predicar con buena gracia
Junta el egemplo, no hai corazón hierto,
Que haga resistencia a quien practica
Aquello, que nos dice, y nos predica.
 
XXII
Si dixesse: ora bien Señores míos 12540
Haced lo que os digo, y lo contrario
Hiciesse yo; aunque todos fuesseis píos,
Tanto, o más que el glorioso S. Hilario,
Os burlaríais de mis desvaríos.
Oíd en este punto con silencio
Cierta noticia que leí en Terencio.
 
XXIII
Viendo un Impío un retrato, que mostrava
Al Dios Jove en un acto, poco honesto,
Al tal Dios en lo mismo remedava
Y no quiero deciros todo el resto 12550
Porque tampoco quiero en esta Octava
Ser a nuestros Pintores más molesto;
Solamente, los ruego, y los conjuro,
Que huya de su pincel todo lo impuro.
 
XXIV
Antes, me vuelvo aora con mi glossa
A Vosotros, Cabezas de las Casas:
Tenéis muchos Familia numerosa,
Dios la bendiga, y libre de las brasas
Eternas del Infierno, mas es cosa
(Decía el Misionero Padre Casas) 12560
Precisa, que en las vuestras no se vea
Pintura, que honestíssima no sea.
 
XXV
No siendo assí, será mui natural,
Que viéndola el Mozuelo, y la Doncella
El deseo se excite de algún mal
Tanto en el pecho de él como en el de ella.
Y assí por vuestro bien spiritual
Os propongo esta máxima, que es bella:
Tened siempre las salas adornadas
De Imágenes devotas, bien pintadas. 12570
 
XXVI
Esto hizo Cicerón. Si de Retratos
De sus avuelos tuvo carestía,
Los de otros hombres, a los Dioses gratos
Adornavan su bella Galería.
Y veisme aquí, después de algunos ratos,
Vuelto al assunto, que evaquar quería.
Veamos pues, ya que ocurre la ocasión,
Qué tenía en su quarto Cicerón.
 
XXVII
Veíase en aquella hermosa Estancia
De las Musas pintado el dulce Coro: 12580
Febo entre ellas (o a mui poca distancia)
Con Magestad sentado, y con decoro.
Mercurio de camino para Francia;
Y la Fama con su Trompeta de oro.
En la boca llevaba el Bruto alado
Un ramo de Laurel medio mazcado.
 
XXVIII
O Pintor temerario, y aun vergante!
Pues pones en la boca de un Rozín
La hoja sacra, que sirve de turbante
A los Reyes más sabios; y por fin 12590
Fue Corona de el Tasso, y aun de el Dante
Si los Pintores dan tales ensayos
O Júpiter, para quándo son los rayos?
 
XXIX
Aquel árbol, gran Febo, que Tú amaste,
Quando tomar quisiste cuerpo humano,
Aquel con que Tú a ti te coronaste,
Quando el amor de Dafni te hizo insano,
Y de el furor del rayo te libraste,
Sin que le toque su atrevida mano.
Permitirás, que ya roído sea 12600
De una bestia con alas? (cosa fea!).
 
XXX
Pero quién sabe, si el Pintor marrajo
Quiso hacer alusión al gran desprecio,
Con que hoi se miran del Danubio al Tajo
El myrto y el Laurel? pues se hace aprecio
Mucho mayor de la cebolla, y ajo.
El myrto sólo agrada a tal qual necio,
Y el Laurel no se sabe que aproveche
Más que para dar gusto al escaveche.
 
XXXI
O quizá el tal Pintor aludiría 12610
Al uso el día de hoi introducido,
De que el Laurel tan estimado un día
Se halle al mayor desprecio reducido,
Pues lo que en otros tiempos ennoblecía
A un Soverano ingenio, hoi abatido
Tanto está ya, y aun tanto se abandona,
Que con él un jumento se corona.
 
XXXII
Tal vez se ve de un Improvissador
De Laurel coronada la cabeza
Porque gorgorotear sabe de Amor 12620
En verso atado, o suelto, en una pieza,
Y sobre un cabello blondo hace rumor,
O sobre un cándido pecho canta, o reza.
O de Autores robando va diversos
Ya los conceptos, ya también los versos.
 
XXXIII
Fuera de las Imágenes nombradas
En ayre de gravíssimas Matronas,
Las Sybilas veíanse adornadas,
Como correspondía a sus personas.
Sobre el número de ellas encontradas 12630
Hai opiniones en entrambas Zonas.
Unas más, otras dos, otras que una,
Y muchíssimos dicen que ninguna.
 
XXXIV
Si en otra parte ya no huviera hablado
De las antigüedades largamente,
Me vendría aora aquí como pintado
Solemne burla hacer de tanta gente,
Que en este nuestro Siglo deslumbrado
Emplea el tiempo miserablemente,
En explicarnos monumentos viejos, 12640
Y nos venden Ratones por Conejos.
 
XXXV
Hai en el mundo tantas cosas ciertas,
Tan provechosas, y aun tan necesarias,
Que las ciertas dejar por las inciertas,
Y las precisas por las arbitrarias,
Si no se llaman atenciones muertas,
Llamar se deben mui estrafalarias,
Pues se deja lo propio, y más activo
Por lo impropio, y no más que apelativo.
 
XXXVI
Las cosas más antiguas, más oscuras, 12650
En que apenas se puede nada ver,
Se buscan, y se olvidan las seguras,
Cuya noticia es fácil de tener.
Como aquellas curiosas Criaturas,
Que se matan ansiosas por saber
En casa del Vezino quanto passa,
E ignoran los sucesos de su casa.
 
XXXVII
Saben lo que sucede en casa agena,
Mas lo que hai en la suya no lo saben.
Pero Catuja, Antonia, y Madalena 12660
Todo lo saben bien; y quando laven
Lo cantarán con voz tan clara y llena
Que lo oigan los que aren, los que caben,
Las Pasqualas, las Juanas, y las Gilas
Pero quiero volverme a mis Sybilas.
 
XXXVIII
Tenían estas Vírgenes prudentes
En sus manos un libro enquadernado,
Todas llenas de arrugas, y sin dientes,
El semblante a manera de espantado,
Desgreñado el cabello, sin pendientes, 12670
Y un Anteojo de a bara preparado,
Para ver en los siglos más distantes,
Con aquellos sus ojos penetrantes.
 
XXXIX
Todas eran amigas de el Dios Delo,
Esto es, amantes de la Poesía.
A excepción de la cara, un negro velo
Todo el resto del cuerpo las cubría.
Todas estas pinturas en el Cielo
Se miravan de aquella Galería,
Y en las paredes de ella laterales 12680
Se veían las Artes liberales.
 
XL
Cierta insignia tenía en una mano
(Que era el símbolo suyo) cada una.
Explicar quáles eran creo es vano,
Pues no lo ignorará persona alguna.
Assí sólo diré en mi estilo llano,
Y en general sin expressar ninguna,
Que se vían pintados cien retratos
De Literatas, y de Literatos.
 
XLI
Según esso, diréis, aquella sala 12690
Debía de ser grande, y espaciosa
Quando tanta pintura buena o mala,
Cabía en ella. Reflexión juiciosa,
Mas concluyente no (según Zabala),
Pues en un sitio estrecho, cien pinturas
Cabrán, si son pequeñas las figuras.
 
XLII
Pendían, pues, como íbamos diciendo,
Muchos retratos de hombres eminentes,
Cuyos nombres la Fama va estendiendo
De Nación en Nación entre las gentes. 12700
Y porque poco a poco oscureciendo
No fuesse el tiempo hombrones tan valientes,
Al pie estavan de todos declarados
Sus nombres, apellidos, y dictados.
 
XLIII
Siempre una cosa a mí me ha parecido
Digna de la aprovación universal.
La que todo Pintor ha introducido
Sea que pinte bien; o pinte mal,
Y ésta es que quando el quadro ha concluido
Nos diga: esto es tal, aquello es qual, 12710
Este es un buey; aquella es una planta.
Bella invención! Costumbre buena, y Santa!
 
XLIV
Entonzes se comprende a derechura
La cosa; sin meterse a adivinar
Como hago yo, si veo una pintura
Y no sé lo que quiere presentar
Porque veo delante una figura
Tan embrollada, tan irregular,
Que apenas ya distingo, ni discierno,
Si es un Dios, si es un Psiche, o es un Querno. 12720
 
XLV
Muchos Pintores, aun en nuestros días,
Hacen tales figuras, y retratos,
Que con licencia de sus Señorías,
Me parecen sus Ángeles Mulatos;
Sus Santos, Furias, y tal vez Harpías,
Y aun hai quien pinta una Matrona
Con golilla, Garnacha, y con balona.
 
XLVI
De la Mytología ni una parte
Saben siquiera; y lo confunden todo:
Dan a Bacco el Tridente, el Tyrso a Marte, 12730
Y trastornan las cosas a su modo.
Juzgan ser privilegio de su Arte
Vestir el Espartano a la Francesa,
Y el Francés, y el Romano a la Chinesa.
 
XLVII
En medio al mar hacen nacer las plantas,
Fingen algún incógnito animal,
Inventan producciones mil y tantas,
Que no hai en la Historia natural;
Las cosas más profanas con las santas
Confunden; y el egemplo más trivial 12740
Algún retrato de la Madalena sea,
Que parece la diosa Cyterea.
 
XLVIII
Pintan a S. Cristóval un Gigante,
Que al Redentor llevar a cuestas pudo.
A Gerónimo píntanle brillante
Con su Capelo rojo, mas desnudo,
A S. Joseph con un Agonizante
Que le ayuda a morir; qué hombre sesudo
No llamará al Pintor, que esto pintava
Loco de prima classe con Octava? 12750
 
XLIX
Dizen en su defensa los Pintores
Que al Poeta y Pintor es permitido
Fingir quanto se antoje a estos Señores.
Porque assí lo dejó ya definido
Oracio en sus Poéticos verdores.
Lo que de ellos está mal entendido,
Pero déjolo aquí, porque no quiero
Me digan lo que al otro Zapatero.
 
L
En gracia de proverbio tan juicioso,
Que siempre tener debe mui presente 12760
Todo hombre presumido, o bien zeloso,
Que hable en ofizio ageno. Yo prudente
Queriendo ser, y a nadie hacerme odioso,
A los Pintores digo: buena gente,
No intento criticaros, ni pretendo,
Porque de essa vuestra Arte nada entiendo.
 
LI
Antes bien si es que dicho alguna cosa,
Que pudiesse ofender a los Pintores;
Digo in primis que siempre respetosa
A todos fue mi lengua los Autores. 12770
Fuera de que hablo en verso, mas no en prossa;
Y los versos nos dicen los Doctores,
Que son de toda prossa mui diversos,
Porque aquélla prossa es, y éstos son versos
 
LII
Por lo demás, si hablar mal yo quisiesse,
No lo sabría hacer, y assí lo juro.
Ni aunque, por mi desgracia, lo supiesse,
Primero me daría contra un muro
Que por burla política lo hiciesse;
Porque yo me vería en grande apuro, 12780
Puesto que entre Poetas y Pintores
Poca hacen diferencia los Autores.
 
LIII
De este dictamen era un tal Quindós,
Porque a entrambos tocaba trabajar
Más de una vez por puro amor de Dios.
Pues muchos que son prontos a encargar,
Quando llega el pagar padecen tos,
O retención de bolsa singular,
Y con un bravo! o bello! y un abrazo
Al Pintor, y al Poeta piden plazo. 12790
 
LIV
Antes tal vez se encuentra un mentecato,
Que de los dos se da por ofendido:
De el Pintor porque hizo un mal retrato,
Y de el Poeta porque lo ha servido
Solamente con vozes de boato
Sin concepto, sin alma, y sin sentido,
Llenándolos de injurias, y de vozes,
Y alguna vez de palos, y de cozes.
 
LV
Uno y otro a la Crítica sugeto
De el vulgo necio está, y de el ignorante, 12800
Para hablar mal de un quadro, o de un Soneto,
Todos creen, que saben lo bastante.
Éste es de nuestro siglo con efeto
El gran vicio, o bien sea humor pecante,
Dar todos francamente su sentencia
Sobre lo que no entienden en conciencia.
 
LVI
Uno, que nada entiende de colores,
Nada de proporción, ni de figuras,
Condena ciegamente a los Pintores,
Y dice contra ellos mil frescuras. 12810
Califica de yerros los primores,
Y las finezas llama [estra]paduras.
En los versos censura lo escogido,
Y celebra lo necio, y mal zurrido.
 
LVII
Si aquel Zapaterillo mentecato,
Que a Apeles criticó, se contentara
Con criticar las suelas de el zapato;
Tanto el mundo de él no se burlara.
Marsias su piel tendría como un Gato,
Y Midas sus orejas conservara, 12820
Ni se cantara en todas las esquinas
Rex Midas habet aures assininas.
 
LVIII
Pero; volviendo al parangón propuesto,
De Poeta, y Pintor, digo que Dante
Poetas llamó a éstos, y al opuesto,
Algunas pocas hojas adelante,
A quanto el Ariosto avía compuesto,
Pintura apellidó viva y parlante,
Como otros llaman, por metonomía
A la Pintura muda Poesía. 12830
 
LIX
En cierto modo Pintores y Poetas
Son Hermanos, o Primos a lo menos,
Deudores ambos son a unos Planetas
Que de ingenio, y pobreza hácenlos llenos.
Sin embargo unos y otros mil corbetas
Baylando hacen contentos y serenos.
Son bizarros, fantásticos, y a vezes
Parecen todos unos cascanuezes.
 
LX
Antes generalmente el mundo estima,
Que entre los que el Pincel alza al excesso, 12840
Y los que saben componer en rima,
Mui poca diferencia hai en el sesso,
Y que un buen trozo de materia prima
Toca a entrambos a dos sólo por esso
No sé en esto lo que hai; sí que los tales
Suelen ser con nosotros liberales.
 
LXI
Nos honran demasiado, y favorecen
Con pinturas, elogios, y colores,
Que por la mayor parte no merecen
Nuestros pobres Poéticos ardores. 12850
Los míos a lo menos me parecen
Que a sus honras no son acrehedores.
Y assí renuncio quanto a mí me toca,
Con que sobre este assunto punto en boca.
 
LXII
Confiesso ser Poeta, mas tal qual
Entre Pintores fue Margueritón,
O si huvo otro Pintor más docenal.
Y quédese esto aquí; pues con razón
Sin duda llevaría mui a mal,
Que alguno, fuesse Mozo, o Vejarrón, 12860
Me dijesse esta cosa, aunque tan justa,
Porque de estas verdades nadie gusta.
 
LXIII
Quántos y quántos de estos Tontarrones,
De cabezas redondas, sólo buenas
Para comer pepinos y melones,
A sí mismos se llaman calvatruenos,
Ignorantes y necios bobarrones,
Mas si otros se los llaman dan mil vozes
Y hártanlos de patadas; y de cozes.
 
LXIV
Entre las hembras, vese ésta y aquélla 12870
Repetir con parlar poco sincero;
Ya soi mui vieja, soi fea, no soi bella.
Y entonzes digo yo: es verdadero
Todo quanto ésta dice; mas si a ella
La digesse lo mismo un Majadero
Ira de Dios! mas calla boca mía
Y volvamos a nuestra Galería.
 
LXV
Repartidos estavan los retratos
En dos hileras; en la superior
Todos los rostros flacos, mogigatos, 12880
Ojos hundidos, y de mal color,
Pensativos, odiosos, poco gratos,
De modo, que qualquier conocedor,
Comprehendía mui bien, con sólo vellos,
Que eran todos Filósofos aquéllos.
 
LXVI
La segunda mostrava retratados
Otros, a los primeros semejantes,
Muchos de ellos estavan afanados
En ayre de quien busca consonantes.
Tristes muchos, los más como encantados, 12890
Tan pensativos como los de antes.
Se conocía a la primera vista,
Que era de los Poetas la gran lista.
 
LXVII
En la tercera estavan los mejores
(Como el buen Juan Bartolo nos enseña)
Históricos, Letrados, y Oradores,
Y quantos tienen de escritores seña
Letrados, Cirujanos, y Dotores
Como Galeno, Hypócrates, y Peña.
Era en fin en la tal Pinacoteca 12900
Toda la erudición Latina et Greca.
 
LXVIII
Después de aver comido Cicerón
Le llevava su Madre a aquella estancia,
Y le decía: ves allí a Platón,
Y los otros que ves sin arrogancia
Son Sócrates, Empédocles, Zenón;
Omero, a quien tradujo España y Francia,
Aristóteles, Dídimo, Anaxágoras,
Eráclyto, Domócrito, y Pitágoras.
 
LXIX
Aquel ciego que allí ves coronado 12910
Es el gran Padre Omero; en aquel Monte
Demóstenes el Griego tan nombrado,
Están Píndaro, Lino, Anacreonte
Y Demóstenes también Griego aclamado,
Eródoto, Varrón, y Xenofonte.
Imítalos si quieres ser amado
(Una vez que lo ayas conseguido),
Y meter en el mundo tanto ruido.
 
LXX
Puestos los ojos Cicerón tenía
En aquellos retratos fijamente, 12920
Y una violenta comoción sentía
Que le alegrava estraordinariamente.
Ya en éste, ya en aquél quando ponía
La vista, se animava interiormente.
Imitarle, igualarle, parecerle,
Y (si fuesse possible) aun excederle.
 
LXXI
Mas, según cuenta Antonio de Nebrija,
Sobre todo Demóstenes gustále,
Y hai más de una opinión (es cosa fija)
No ya que le igualó mas que vencióle. 12930
Yo no me meto en esta baratija,
Sólo diré, que el Niño Tulio viole
Con suma admiración, con gran silencio,
Sin hacer cosa alguna de Terencio.
 
LXXII
Elvia, que le observava atentamente,
Y el corazón leía en el semblante,
Conoció, que en su alma, y en su mente
Giravan pensamientos de un Gigante,
Todos de honor, y todos igualmente
Nacidos de un spíritu arrogante. 12940
Qué hizo entonzes? hilava; deja el cerro
Y mientras está caliente bate el yerro.
 
LXXIII
Fomenta aquellos nobles pensamientos,
Que en Tulio descubrió, y le dice: advierte,
Que éstos fueron de heroicos talentos,
Y sin embargo de esso hasta la muerte
Los libros manejaron y contentos
Estavan en la Escuela; de esta suerte
Se hicieron tan famosos, e immortales
Por armas, y por Letras estos tales. 12950
 
LXXIV
Uno de la Naturaleza los arcanos
Más secretos caló; otro los Cielos
Medir supo, y los Astros Soveranos
Con los ojos, y mente. Los desvelos
De éste hicieron los hombres más humanos.
Aquél fue Historiador, otro dio leyes,
Y defendió a los Reos, y a los Reyes.
 
LXXV
Si tu nombre hacer quieres immortal
A esta triplicada sabia hilera
Hijo mío procura hacerte igual. 12960
Tu nombre llegará a la edad postrera.
La Virtud, y la Ciencia es la Real
Senda, que guía el hombre hasta la esfera;
Si éste te guía, ten hijo por cierto,
Que siglos vivirás después de muerto.
 
LXXVI
Tulio, cuya alma estava ya dispuesta
A seguir lo que Elvira aconsejava,
Sin darla la más mínima respuesta
Llora de puro gozo, y forcejava
Por arrimar a la pared opuesta 12970
Su boquita, y besar no sin trabajo
Los retratos que estavan más abajo.
 
LXXVII
Y entonzes fue, si mucho no me engaño,
Quando hizo el juramento, o sea voto
(En un Niño sin duda mui estraño),
De huir de todo juego, inclusso el Lotto,
Como de el ocio, que hace tanto daño,
Y de el Estudio sólo ser devoto.
Cosa rara en un Niño ciertamente
Quando apenas se ve en la vieja gente. 12980
 
LXXVIII
Adelante veránse sus empressas
Grandes todas, y todas mui gloriosas.
Todas sus obras se verán impressas,
Veránse sus virtudes prodigiosas,
Veránse sus magníficas promessas,
Cumplidas en Arengas ingeniosas,
Veránse (lo publico a todo el mundo)
Quando no en este tomo, en el segundo.
 
LXXIX
Mas lo que se ha de hacer hágase presto,
Que a un Historiador no le conviene 12990
Estar embarazado con el resto.
Assí, pues, nada aora me detiene,
Y una vez que mi Tulio haya propuesto
Hacerse hombre; piense Elvira si le tiene
Más cuenta, comenzar actualmente,
Quando no mama ya, y el hambre siente.
 
LXXX
Pero dar es razón algún resalto
A lo que nuestro Autor apunta apenas,
Que en un Poeta, y más siendo tan alto
El insinuar no más las cosas buenas, 13000
Y tocarlas assí como por salto,
Es dejarlas vacías, y no llenas.
Y pues todos a mí me conocéis,
No dudo que también me creeréis.
 
LXXXI
Mirava un día con la vista fija
A Demóstenes Tulio, y hai quien dice,
Que el quadro se cayó, con su cornija,
Algo le hirió, y manchóle la barnize.
Un si es no es sintióse la halija
De el Niño, y su cara Genitrize 13010
Atónita quedó, qual peregrino
Quando un rayo le cae mui vezino.
 
LXXXII
Quizá significava la caída,
Que algún día la gloria celebrada
De Demóstenes veríase vencida
De aquel Niño, o al menos empatada;
Pero Elvira quedó tan aturdida,
Tan afligida, tan sobresaltada,
Que perdió de repente dicho y hecho
Todo el blanco caudal de el blanco pecho. 13020
 
LXXXIII
Y no pudiendo ya subministrar
A Cicerón el cándido alimento,
No es menester decir, ni declarar
Que padeció un grandíssimo tormento,
Sin saber, ni podiendo remediar,
Biendo al Niño por falta de alimento,
Morir, o marchitarse, como flor,
Que está privada de el vital humor.
 
LXXXIV
Al pezón le acercava la boquita,
Para que chupe el pasto necessario; 13030
Arrima la labor, la Rueca quita,
Y comprime el pezón con modo vario;
Embócale también la cucharita,
Llena de ayre, o licor imaginario:
Porque ambos pechos, con sus dos pezones
Parecían dos borlas de pendones.
 
LXXXV
A comer aún no estava acostumbrado
Ni el Niño Cicerón mazcar sabía,
Aunque año i medio ya llevava andado,
Ni algún diente hasta entonzes parecía 13040
Antes bien mucho tiempo fue passado
Y no por esso juntos los tenía;
Pronóstico de pareo, y abstinente,
Cosa nada común en cierta gente.
 
LXXXVI
Se conocía ya, que aquel Chiquillo
Antes escogería estar ayuno,
Que engullir a este, aquel, y otro carrillo,
Como hacen tal vez muchos más de uno,
Que no quiero nombrar, aunque decillo
Pudiera, sin escrúpulo ninguno; 13050
Los que pescar se dejan como el pez:
Cosa, que me parece mui soez,
 
LXXXVII
Aquí añade dos notas mui prudentes
Nuestro Autor. Dice, pues, que Cicerón
Cortas uñas tenía, y cortos dientes.
Sobre lo qual nos hace un gran Sermón;
Mas como dice en él pullas calientes
Contra ciertas personas, no es razón,
Que las traduzga yo en mi protocolo;
Ni que esto complazca a Juan Bartolo. 13060
 
LXXXVIII
Todo hombre honesto débese guardar
De hacer injuria a Gremios singulares:
Podráse descubrir tal qual altar,
Pero ninguno puede todos los Altares,
Vuélveme a Elvira; pues la veo estar
Invocando los Dioses Tutelares.
A las Musas invoca, y no es en vano
Por que luego la vienen a la mano.
 
LXXXIX
En trage Pastoril de Pastorcilla
Entra Polinia con alegre cara 13070
Abre un poco azia el pecho la costilla,
Y a socorrer a Tulio se prepara.
Tulio se lanza azia ella, grita, chilla
Y osado arrima el labio con efeto,
Porque el hambre no entiende de respeto.
 
XC
Después que el Niño al pecho se aplicó,
Y quanta leche quiso huvo mamado,
Ningún mal Marco Tulio receló,
Que le hiciesse el excesso egecutado;
Porque en él solamente obedeció 13080
A un natural precepto precissado,
Y la necessidad (dixo un gran Rey)
No está sugeta no a ninguna Ley.
 
XCI
De aquel licor el Niño satisfecho,
Por mostrar su templanza y discreción,
Después de una grande hora soltó el pecho,
Y admirando su Madre aquella acción,
Diole un beso, y diciendo buen provecho
Te haga querido aquesta refección,
Desparece Polinia presurosa, 13090
Y en esto paró en fin aquella cosa.
 
XCII
Este sucesso, hablando en confianza,
Casi casi paréceme fingido,
Pero aviendo abservado en cierta danza
Otro caso, a este caso parecido
Creílo ciegamente, y la fianza
De mi assenso dar quiero a vuestro oído,
Esto es probaros que las Musas fueron
Las que a muchos muchachos leche dieron.
 
XCIII
Dante dejó escrito en su Poema, 13100
Que el que cantó de Troya los horrores
A las Musas mamó; y el propio tema
De sí mismo el Boccacio a los Letores
Quiere encajar, diciéndonos con flema
Que en sus brazos nació, y los licores
De sus pechos chupó en el Pindo Monte,
Como Platón, Virgilio, y Genofonte.
 
XCIV
Si Virgilio, Platón, y otras personas
Las mamaron; si no hai quien contradiga
Cessa toda questión y en ambas zonas 13110
Precisso es, que la opinión se siga
De que algunas Doncellas Mozanconas
Nutrizes pueden ser (Dios las bendiga).
Por consiguiente es cierta la aserción
Que pudieron dar leche a Cicerón.
 
XCV
Pero aquellas que andan a buscar
El cabello en el huevo, y por Letradas
Entre muchos pretenden hoi passar,
Dirán, y lo dirán mui remilgadas,
Que a ninguno pudieron leche dar 13120
Las Musas, porque no fueron casadas.
Mas Señoritas, vuestra duda cesse,
Si no queréis oír lo que os pesse.
 
XCVI
Yo sé, que muchas, sin tener marido
Saben criar, y crían grandemente;
Assí a valientes Médicos lo he oído.
Cómo se hace el milagro, claramente
Más de dos, más de tres lo han entendido,
Y aun algunas lo saben ciertamente.
Confirma este juicio, y me lo atesta 13130
Essa risita, esse bajar la testa.
 
XCVII
Quando se habla con hombres ingeniosos,
Y con gente discreta, es un contento.
Pero tratar con hombres cabilosos,
O con gente incapaz, es un tormento.
Todos desconfiados y temosos,
Porque siendo de poco entendimiento
Dudan de todo, y su razón oscura
No alcanza lo que puede la Natura.
 
XCVIII
Feliz me llamaré y afortunado 13140
En lograr tan cortés, tan sabia audiencia,
Como ésta que mi dicha me ha alcanzado,
Y me hace tanto honor con su paciencia.
A nada de quanto llevo recitado
Se ha opuesto, antes muestra complacencia,
Y aunque tal vez bosteze, y aun se ría,
Me cree, calla, y oie todavía.
 
XCIX
Permitid, pues, Señoras, y Señores
Que mil gracias os rinda mui debidas
Por la paciencia con que mis errores 13150
Todos y todas oís compadecidas.
De Tulio los aplausos, y loores
Escuchan vuestras mentes entendidas.
Que gloria es para el grande Cicerón
Ser obgeto de vuestra admiración.
Fin del Canto XVI
 
Fin de El Cicerón
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