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1

Las citas de las obras dramáticas de Zorrilla se hacen por la edición de Narciso Alonso Cortés de Obras Completas, librería Santarén, Valladolid, 1943.

 

2

Es un fallo de su memoria, ya que los tenía negros.

 

3

Se lo dice en el largo poema satírico «El oso», Poesías, Madrid, 1872, p. 300.

 

4

Juan Nicasio Gallego, que fue uno de sus mentores literarios, en el prólogo que puso a su primer libro de poesías, dice: «Todo en sus cantos es nervioso y varonil: así cuesta trabajo persuadirse que no son obra de un escritor del otro sexo» (Poesías de la Señorita Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, Madrid, 1841, p. IX). Y se hizo famosa la exclamación de Bretón de los Herreros al oír la lectura de unos poemas de la escritora: «Es mucho hombre esta mujer» (véase E. Cotarelo y Mori, La Avellaneda y sus obras, Madrid, 1930, p. 78).

 

5

Rosalía de Castro en el primer poema de Follas Novas (1880) pone de relieve la falsedad de la concepción social de lo femenino: se considera que tienen «alma de mujer» las que cantan en sus poemas las flores y los pájaros; un mundo artificialmente limitado al que ella se siente ajena:


Daquelas que cantan as pombas i as frores
todos din que teñen alma de muller,
pois eu que n'as canto, Virxe da Paloma,
¡ai! de que a terei?


(Obras Completas II, Edición de M. Mayoral, Editorial Turner, Madrid, 1993, p. 277)                


 

6

Poesías, edición de Noel Valis, Castalia, Biblioteca de Escritoras, Madrid, 1991, p. 201.

 

7

Cuando el padre guardián le recomienda que busque refugio en un convento mejor que en la cueva ella le contesta:


... ¡Oh, no, Dios mío!,
aunque me encuentro inocente
no puedo, tiemblo al decirlo,
vivir sino donde nadie
viva y converse conmigo.
Mi desgracia en toda España
suena de modo distinto,
y una alusión, una seña,
una mirada, suplicios
pudieran ser que me hundieran
del despecho en el abismo.


(Jornada II, escena VII. Edición de Donald L. Shaw, Castalia, Madrid, 1986, p. 107)                


 

8

Dice doña Irene: «Mal parecería, señor don Diego, que una doncella de vergüenza y criada como Dios manda, se atreviese a decirle a un hombre: yo le quiero a usted», escena IV, acto I, edición de J. Dowling y R. Andioc. Ed. Castalia, Madrid, 1982, p. 184.

 

9

Macías hace así a Elvira responsable de la situación a que ha llegado su amor: «Tres años, señora, hace que os vi la vez primera; tres años os amé, y os amo, yo os lo juro, como nadie amó jamás; igual tiempo callé. Mil veces fue a escaparse de mis labios la palabra fatal; mil veces la sofoqué; la inmensidad de mi amor la ahogó en el fondo de mi corazón. Mis ojos, sin embargo, os lo dijeron. ¿Cómo imponerles silencio? Ellos hablaron a mi pesar. ¿Por qué los vuestros me respondieron? Callaran ellos y muriese yo callando. Ellos me animaron, empero. Bien lo sabéis, señora. Mi amor es obra vuestra». (Edición de José Luis Varela, ed. Cátedra, Madrid, 1982, p. 293.)

 

10

Obras completas I, edición citada, p. 431.

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