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El condenado por desconfiado

Tirso de Molina



Portada



  —3→  
PERSONAJES
 

 
PAULO,   ermitaño.
ENRICO.
UN PASTORCILLO,   un ángel.
EL DEMONIO.
ANARETO,   padre de Enrico.
CELIA.
LIDORA,   criada.
OCTAVIO.
LISANDRO.
PEDRISCO.
GALVÁN.
ESCALANTE.
ROLDÁN.
CHERINOS.
ALBANO,   viejo.
EL GOBERNADOR DE NÁPOLES.
EL ALCAIDE DE LA CÁRCEL.
UN JUEZ.
ESBIRROS.
BANDOLEROS.
CAMINANTES.
PORTEROS.
PRESOS.
CARCELEROS.
VILLANOS.
PUEBLO.





ArribaAbajoJornada I

 

Selva, dos grutas entre elevados peñascos.

 
PAULO

 (De ermitaño.) 

¡Dichoso albergue mío!
Soledad apacible y deleitosa,
que en el calor y el frío
me dais posada en esta selva umbrosa,
donde el huésped se llama 5
o verde yerba o pálida retama.
Agora, cuando el alba
cubre las esmeraldas de cristales,
haciendo al sol la salva
que de su coche sale por jarales, 10
con manos de luz pura,
quitando sombras de la noche oscura
—4→
salgo de aquesta cueva,
que en pirámides altos de estas peñas
naturaleza eleva, 15
y a las errantes nubes hace señas
para que noche y día,
ya que no otra, le hagan compañía.
Salgo a ver este cielo,
alfombra azul de aquellos pies hermosos. 20
¿Quién, oh celeste velo,
aquesos tafetanes luminosos
rasgar pudiera un poco
para ver?... ¡Ay de mí! Vuélvome loco.
Mas ya que es imposible 25
y sé cierto, Señor, que me estáis viendo
desde ese inaccesible
trono de luz hermoso, a quien sirviendo
están ángeles bellos,
más que la luz del sol hermosos ellos, 30
mil gracias quiero daros
por las mercedes que me estáis haciendo
sin saber obligaros.
¿Cuándo yo merecí que del estruendo
me sacarais del mundo 35
que es umbral de las puertas del profundo?
¿Cuándo, Señor divino,
podrá mi indignidad agradeceros
el volverme al camino
que, si no lo abandono, es fuerza el veros 40
y tras esa victoria
darme en aquestas selvas tanta gloria?
Aquí los pajarillos,
amorosas canciones repitiendo
por juncos y tomillos, 45
de Vos me acuerdan, y yo estoy diciendo:
«Si esta gloria da el suelo,
¿qué gloria será aquella que da el cielo?»
Aquí estos arroyuelos,
jirones de cristal en campo verde, 50
me quitan mis desvelos
y son la causa a que de Vos me acuerde.
Tal es el gran contento
que infunde al alma su sonoro acento.
Aquí silvestres flores 55
el fugitivo viento aromatizan
y de varios colores
aquesta vega humilde fertilizan.
—5→
Su belleza me asombra;
calle el tapete y berberisca alfombra. 60
Pues con estos regalos,
con aquestos contentos y alegrías,
¡bendito seas mil veces,
inmenso Dios, que tanto bien me ofreces!
Aquí pienso servirte, 65
ya que el mundo dejé para bien mío;
aquí pienso seguirte,
sin que jamás humano desvarío,
por más que abra la puerta
el mundo a sus engaños, me divierta. 70
Quiero, Señor divino,
pediros de rodillas, humilmente,
que en aqueste camino
siempre me conservéis piadosamente.
Ved que el hombre se hizo 75
de barro vil, de barro quebradizo.

 (Entra en una de las grutas.) 

PEDRISCO

 (Sale trayendo un haz de leña.)  

Como si fuera borrico
vengo de yerba cargado,
de quien el monte está rico;
si esto como, ¡desdichado!, 80
triste fin me pronostico.
¡Que he de comer hierba yo,
manjar que el cielo crió
para brutos animales!
Deme el cielo en tantos males 85
paciencia. Cuando me echó
mi madre al mundo, decía:
«Mis ojos santo te vean,
Pedrisco del alma mía».
Si esto las madres desean, 90
una suegra y una tía,
¿qué desearán? Que aunque el ser
santo un hombre es gran ventura
es desdicha el no comer.
Perdonad esta locura 95
y este loco proceder,
mi Dios; y pues conocida
ya mi condición tenéis,
no os enojéis porque os pida
que la hambre me quitéis 100
o no sea santo en mi vida.
Y si puede ser, señor,
pues que vuestro inmenso amor
todo lo imposible doma,
que sea santo y que coma 105
mi Dios, mejor que mejor,
De mi tierra me sacó
Paulo diez años habrá
ya aqueste monte apartó;
él en una cueva está 110
y en otra cueva estoy yo.
Aquí penitencia hacemos,
y sólo yerba comemos,
y a veces nos acordamos
de lo mucho que dejamos 115
por lo poco que tenemos.
Aquí, al sonoro raudal
de un despeñado cristal,
digo a estos olmos sombríos:
¿Dónde estáis, jamones míos, 120
que no os doléis de mi mal?
—6→
Cuando yo solía cursar
la ciudad y no las peñas
(¡memorias me hacen llorar!),
de las hambres más pequeñas 125
gran pesar solíais tomar.
Erais, jamones, leales:
bien os puedo así llamar,
pues merecéis nombres tales,
aunque ya de los mortales 130
no tengáis ningún pesar.
Mas ya está todo perdido;
hierbas comeré afligido,
aunque llegue a presumir
que algún mayo he de parir 135
por las flores que he comido.
Mas Paulo sale de la cueva oscura,
entrar quiero en la mía tenebrosa
y comerlas allí.

 (Vase.) 

PAULO

 (Saliendo.) 

¡Qué desventura! 140
¡Y qué desgracia, cierta, lastimosa!
El sueño me venció, viva figura
(por lo menos imagen temerosa)
de la muerte cruel; y al fin, rendido,
la devota oración puse en olvido. 145
Siguióse luego al sueño otro, de suerte,
sin duda, que a mi Dios tengo enojado,
si no es que acaso el enemigo fuerte
haya aquesta ilusión representado.
Siguiose al fin, ¡ay, Dios!, de ver la muerte. 150
¡Qué espantosa figura! ¡Ay, desdichado!
Si el verla en sueño causa tal quimera,
el que vivo la ve, ¿qué es lo que espera?
Tirome el golpe con el brazo diestro
no cortó la guadaña; el arco toma 155
la flecha en el derecho; en el siniestro,
el arco mismo que altiveces doma;
tirome al corazón; yo, que me muestro
al golpe herido, porque el cuerpo coma
la madre tierra, como a su despojo 160
desencarcelo al alma, al cuerpo arrojo.
Salió el alma en un vuelo, en un instante
vi de Dios la presencia. ¡Quién pudiera
no verle entonces! ¡Qué cruel semblante!
Resplandeciente espada y justiciera 165
en la derecha mano, y arrogante
(como ya por derecho suyo era)
el fiscal de las almas miré a un lado,
que aun con ser victorioso estaba airado.
Leyó mis culpas, y mi guarda santa 170
leyó mis buenas obras, y el justicia
mayor del cielo, que es aquel que espanta
de la infernal morada la malicia,
—7→
las puso en dos balanzas; mas levanta
el peso de mi culpa y mi injusticia 175
mis obras buenas, tanto, que el juez santo
me condena a los reinos del espanto.
Con aquella fatiga y aquel miedo
desperté, aunque temblando, y no vi nada
si no es mi culpa, y tan confuso quedo, 180
que si no es a mi suerte desdichada
o traza del contrario, ardid o enredo,
que vibra contra mí su ardiente espada,
no sé a qué lo atribuya. Vos, Dios santo,
me declarad la causa de este espanto. 185
¿Heme de condenar, mi Dios divino,
como ese sueño dice, o he de verme
en el sagrado alcázar cristalino?
Aqueste bien, Señor, habéis de hacerme.
¿Qué fin he de tener? Pues un camino 190
sigo tan bueno no queráis tenerme
en esta confusión, Señor eterno.
¿He de ir a vuestro cielo o al infierno?
Treinta años de edad tengo, Señor mío,
y los diez he gastado en el desierto, 195
y si viviera un siglo, un siglo fío
que lo mismo ha de ser; esto os advierto.
Si esto cumplo, Señor, con fuerza y brío,
¿qué fin he de tener? Lágrimas vierto.
Respondedme, Señor, Señor eterno. 200
¿He de ir a vuestro cielo o al infierno?
 

(EL DEMONIO, que aparece en lo alto de una peña.)

 
DEMONIO

 (Invisible para PAULO.)  

Diez años ha que persigo
a este monje en el desierto,
recordándole memorias
y pasados pensamientos; 205
y siempre le he hallado firme,
como un gran peñasco opuesto.
Hoy duda de su fe, que es duda
de la fe lo que hoy ha hecho,
porque es la fe en el cristiano 210
que sirviendo a Dios y haciendo
buenas obras ha de ir
a gozar de Él en muriendo.
Este, aunque ha sido tan santo,
duda de la fe, pues vemos 215
que quiere del mismo Dios.
estando en duda, saberlo.
En la soberbia también
ha pecado; caso es cierto.
Nadie como yo lo sabe, 220
pues por soberbio padezco.
Y con la desconfianza
le ha ofendido, pues es cierto
que desconfía de Dios
el que a su fe no da crédito. 225
Un sueño la causa ha sido;
el anteponer un sueño
a la fe de Dios, ¿quién duda
que es pecado manifiesto?
Y así me ha dado licencia 230
el juez más supremo y recto,
para que con más engaños
le incite agora de nuevo.
Sepa resistir valiente
—8→
los combates que le ofrezco 235
para luego desconfiar
y ser como yo, soberbio.
Su mal ha de restaurar
de la pregunta que ha hecho
a Dios, pues a su pregunta 240
mi nuevo engaño prevengo.
De ángel tomaré la forma,
y responderé a su intento
cosas que le han de costar
su condenación, si puedo. 245
 

(Déjase ver en figura de ángel.)

 
PAULO
¡Dios mío!, aquesto os suplico:
¿Salvareme, Dios inmenso?
¿Iré a gozar vuestra gloria?
Que me respondáis espero.
DEMONIO
Dios, ¡oh Paulo!, te ha escuchado 250
y tus lágrimas ha visto.
PAULO

 (Aparte.) 

¡Qué mal el temor resisto!
Ciego en mirarlo he quedado
DEMONIO
Me ha mandado que te saque
de esa ciega confusión, 255
porque esa vana ilusión
de tu contrario se aplaque.
Ve a Nápoles, y a la puerta
que llaman allá del Mar,
que es por donde tú has de entrar 260
a ver tu ventura cierta
o tu desdicha, verás
cerca de allá (estame atento)
un hombre...
PAULO
¡Qué gran contento
con tus razones me das! 265
DEMONIO
Que Enrico tiene por nombre,
hijo del noble Anareto,
Conocerasle, en efecto,
por señas: que es gentilhombre,
alto de cuerpo y gallardo, 270
No quiero decirte más,
porque apenas llegarás
cuando le veas.
PAULO
Aguardo
lo que le he de preguntar
cuando le llegare a ver. 275
DEMONIO
Sólo una cosa has de hacer.
PAULO
¿Qué he de hacer?
DEMONIO
Verle y callar,
contemplando sus acciones,
sus obras y sus palabras.
PAULO
En mi pecho ciego labras 280
quimeras y confusiones.
¿Sólo eso tengo que hacer?
DEMONIO
Dios que en él repares quiere,
porque el fin que aquél tuviere
ese fin has de tener. 285

 (Desaparece.) 

PAULO
¡Oh misterio soberano!
¿Quién este Enrico será?
Por verle me muero ya.
¡Qué contento estoy, qué ufano!
Algún divino varón 290
debe de ser, ¿quién lo duda?
 

(Sale PEDRISCO.)

 
  —9→  
PEDRISCO

 (Aparte.) 

Siempre la fortuna ayuda
al más flaco corazón.
Lindamente he manducado;
satisfecho quedo ya. 295
PAULO
¡Pedrisco!
PEDRISCO
A esos pies está
mi boca.
PAULO
A tiempo has llegado.
Los dos habemos de hacer
una jornada al momento.
PEDRISCO
Brinco y salto de contento. 300
Mas, ¿dónde, Paulo, ha de ser?
PAULO
A Nápoles.
PEDRISCO
¿Qué me dice?
¿Y a qué, padre?
PAULO
En el camino
sabrá un paso peregrino:
¡Plegue a Dios que sea felice! 305
PEDRISCO
¿Si seremos conocidos
de los amigos de allá?
PAULO
Nadie nos conocerá,
que vamos desconocidos
en el traje y en la edad. 310
PEDRISCO
Diez años ha que faltamos.
Seguros pienso que vamos,
que es tal la seguridad
de este tiempo que en un hora
se desconoce el amigo. 315
PAULO
Vamos.
PEDRISCO
¡Vaya Dios conmigo!
PAULO
De contento el alma llora.
A obedeceros me aplico,
mi Dios; nada me desmaya,
pues Vos me mandáis que vaya 320
a ver al dichoso Enrico.
¡Gran santo debe de ser!
Lleno de contento estoy.
PEDRISCO
Y yo, pues contigo voy.
No puedo dejar de ver, 325

 (Aparte.)  

pues que mi bien es tan cierto
con tan alta maravilla,
el bodegón de Juanilla
y la taberna del Tuerto.
 

(Vanse.)

 
DEMONIO
Bien mi engaño va trazado. 330
Hoy verá el desconfiado
de Dios y de su poder
el fin que viene a tener,
pues él propio lo ha buscado.

 (Vase.) 

 

(La acción se traslada a Nápoles. Representa la escena el patio o atrio de la casa de CELIA. Salen OCTAVIO y LISANDRO.)

 
  —10→  
LISANDRO
La fama de esa mujer 335
sólo a verla me ha traído.
OCTAVIO
¿De qué es la fama?
LISANDRO
La fama
que de ella, Octavio, he tenido
es de que es la más discreta
mujer que en aqueste siglo 340
ha visto el napolitano
reino.
OCTAVIO
Verdad os han dicho;
pero aquesa discreción
es el cebo de sus vicios.
Con ésa engaña a los necios; 345
con ésa estafa a los lindos.
Con una octava o soneto,
que con picaresco estilo
suele hacer de cuando en cuando,
trae a mil hombres perdidos, 350
y por parecer discretos
alaban el artificio
y el lenguaje y los conceptos.
LISANDRO
Notables cosas me han dicho
de esta mujer.
OCTAVIO
Está bien.
355
¿No os dijo el que aquesto os dijo
que es de esa mujer la casa
un depósito de vivos,
y que nunca está cerrada
al napolitano rico, 360
ni al alemán, ni al inglés,
ni al húngaro, armenio o indio,
ni aun al español tampoco,
con ser tan aborrecido
en Nápoles?
LISANDRO
¿Eso pasa
365
OCTAVIO
La verdad es lo que he dicho,
como es verdad que venís
de ella enamorado.
LISANDRO
Afirmo
que me enamoró su fama.
OCTAVIO
Pues más hay.
LISANDRO
¿Sois fiel amigo?
370
OCTAVIO
Que tiene cierto mancebo
por galán, que no ha nacido
hombre tan mal inclinado
en Nápoles.
LISANDRO
Será Enrico,
hijo de Anareto el viejo, 375
que pienso que ha cuatro o cinco
años que está en una cama
el pobre viejo, tullido.
OCTAVIO
El mismo.
LISANDRO
Noticia tengo
de ese mancebo.
OCTAVIO
Os afirmo,
380
Lisandro, que es el peor hombre
que en Nápoles ha nacido.
—11→
Aquesta mujer le da
cuanto puede, y cuando el vicio
del juego suele apretarle 385
se viene a su casa él mismo
y le quita a bofetadas
las cadenas, los anillos...
LISANDRO
¡Pobre mujer!
OCTAVIO
También ella
suele hacer sus ciertos tiros, 390
quitando la hacienda a muchos
con esta falsa poesía.
LISANDRO
Pues ya que estoy advertido
de amigo tan buen maestro,
allí veréis si yo sirvo. 395
OCTAVIO
Yo entraré con vos también
mas ojo al dinero, amigo.
LISANDRO
Con invención entraremos.
OCTAVIO
Direisle que habéis sabido
que hace versos elegantes, 400
y que a precio de un anillo
unos versos os escriba
a una dama.
LISANDRO
¡Buen arbitrio!
OCTAVIO
Y yo, pues entro con vos,
le diré también lo mismo. 405
Esta es la casa.
LISANDRO
Y aun pienso
que está en el patio.
OCTAVIO
Si Enrico
nos coge dentro, por Dios
que recelo algún peligro.
LISANDRO
¿No es un hombre solo?
OCTAVIO
Sí.
410
LISANDRO
No le temo ni le estimo.
 

(Sale CELIA leyendo un papel y LIDORA con recado de escribir.)

 
CELIA
Bien escrito está el papel.
LIDORA
Es discreto Severino.
CELIA
Pues no se le echa de ver
notablemente.
LIDORA
¿No has dicho
415
que escribe bien?
CELIA
Sí, por cierto;
la letra es buena; esto digo.
LIDORA
Ya entiendo. La mano y pluma
son de maestro de niños.
  —12→  
CELIA
Las razones, de ignorante. 420
OCTAVIO
Llega, Lisandro, atrevido.
LISANDRO
Hermosa es, por vida mía.
Muy pocas veces se ha visto
belleza y entendimiento
tanto en un sujeto mismo. 425
LIDORA
Dos caballeros, si ya
se juzgan por el vestido,
han entrado.
CELIA
¿Qué querrán?
LIDORA
Lo ordinario.
OCTAVIO

 (A LISANDRO.) 

Ya te ha visto.
CELIA
¿Qué mandan vuestras mercedes? 430
LISANDRO
Hemos llegado atrevidos,
porque en casa de poetas
y de señoras no ha sido
vedada la entrada a nadie.
LIDORA

 (Aparte.) 

Gran sufrimiento ha tenido, 435
pues la llamaron poeta
y ha callado.
LISANDRO
Yo he sabido
que sois discreta en extremo,
y que de Homero y de Ovidio
excedéis la misma fama. 440
Y así yo y aqueste amigo
que vuestro ingenio me alaba,
en competencia venimos
de que para cierta dama
que mi amor puso en olvido 445
y se casó a su disgusto,
le hagáis algo, que yo afirmo
el premio a vuestra hermosura,
si es, señora, premio digno
el daros mi corazón. 450
LIDORA
Por Belerma te ha tenido.
OCTAVIO
Yo vine también, señora
(pues vuestro ingenio divino
obliga a los que se precian
de discretos), a lo mismo. 455
CELIA
¿Sobre quién tiene que ser?
LISANDRO
Una mujer que me quiso
cuando tuvo que quitarme,
y ya que pobre me ha visto
se recogió a bien vivir. 460
LIDORA

 (Aparte.) 

Muy como discreta hizo.
CELIA
A buen tiempo habéis llegado,
que a un papel que me han escrito
quería responder ahora,
—13→
y pues decís que de Ovidio 465
excedo la antigua fama,
haré ahora más que él hizo.
A un tiempo se han de escribir
vuestros papeles y el mío.
Da a todos tinta y papel. 470

 (A LIDORA.) 

LISANDRO
¡Bravo ingenio!
OCTAVIO
¡Peregrino!
LIDORA
Aquí está tinta y papel.
CELIA
Escribir, pues.
LISANDRO
Ya escribimos.
CELIA
Tú dices que a una mujer
que se casó...
LISANDRO
Aqueso digo.
475
CELIA
Y tú a la que te dejó
después que no fuiste rico.
OCTAVIO
Así es verdad.
CELIA
Y yo aquí
le respondo a Severino.
 

(Entran ENRICO y GALVÁN con espada y broquel.)

 
ENRICO
¿Qué se busca en esta casa, 480
hidalgos?
LISANDRO
Nada buscamos;
estaba abierta, y entramos.
ENRICO
¿Conóceme?
LISANDRO
Aquesto pasa.
ENRICO
Pues váyanse en hora mala,
que voto a Dios si me enojo 485
(no me hagas, Celia del ojo).
OCTAVIO
¿Qué locura a aquésta iguala?
ENRICO
Que los arroje en el mar,
aunque esté lejos de aquí.
CELIA

 (Aparte, a ENRICO.) 

Mi bien, por amor de mí. 490
ENRICO
¿Tú te atreves a llegar?
LISANDRO
¿Sois pariente o sois hermano
de aquesta señora?
ENRICO
Soy
el diablo.
GALVÁN
Yo ya estoy
con la hojarasca en la mano. 495
¡Sacúdelos!
  —14→  
OCTAVIO
¡Deteneos!
ENRICO
¡Mi bien, por amor de Dios!
OCTAVIO
Aquí vinimos los dos
no con lascivos deseos,
sino a que nos escribiese 500
unos papeles.
ENRICO
Pues ellos,
que se precian de tan bellos,
¿no saben escribir?
OCTAVIO
Cese
vuestro enojo.
ENRICO
¿Qué es cesar?
¿Qué es de lo escrito?
OCTAVIO
Esto es.
505
ENRICO
Vuelvan por ellos, después,
porque ahora no hay lugar.

 (Los rompe.)  

CELIA
¿Los rompiste?
ENRICO
Claro está.
Y si me enojo...
CELIA
¡Mi bien!
ENRICO
Haré lo mismo también 510
de sus caras.
LISANDRO
Basta ya.
ENRICO
Mi gusto tengo de hacer
en todo cuanto quisiere,
y si voarcé lo quiere,
seor hidalgo, defender, 515
cuéntese sin piernas ya,
porque yo nunca temí
hombres como ellos.
LISANDRO
¡Que así
nos trate un hombre!
OCTAVIO
¡Calla!
ENRICO
Ellos se precian de hombres 520
siendo de mujer las almas
si pretenden llevar palmas
y ganar honrosos nombres,
defiéndanse de esta espada.
CELIA
¡Mi bien!
ENRICO
¡Aparta!
CELIA
¡Detente!
525
ENRICO
Nadie detenerme intente.
  —15→  
CELIA
¡Qué es aquesto! ¡Ay, desdichada!
 

(OCTAVIO y LISANDRO huyen.)

 
LIDORA
Huyendo va, que es belleza.
GALVÁN
¡Qué cuchillada le di!
ENRICO
Viles gallinas. ¿Así 530
afrentáis vuestra destreza?
CELIA
Mi bien, ¿qué has hecho?
ENRICO
Nonada.
Gallardamente le di
a aquel más alto. Le abrí
un jeme de cuchillada. 535
LIDORA
Bien el que entra a verte gana.
GALVÁN
Una punta le tiré
a aquel más bajo, y le eché
fuera una arroba de lana.
¡Terrible peto traía! 540
ENRICO
Siempre, Celia, me has de dar
disgusto.
CELIA
Basta el pesar;
sosiega, por vida mía.
ENRICO
¿No te he dicho que no gusto
que entren esos marquesotes? 545
¿Todos guedeja y bigotes
adonde me dan disgusto?
¿Qué provecho tienes de ellos?
¿Qué te ofrecen? ¿Qué te dan
éstos, que contino están 550
rizándose los cabellos?
De peña, de roble o riseo
es al dar su condición
su bolsa hizo profesión
en la Orden de San Francisco. 555
Pues ¿para qué los admites?
¿Para qué les das entrada?
¿No te tengo yo avisada?
Tú harás algo que me incite
a cólera.
CELIA
Bueno está.
560
ENRICO
¡Apártate!
CELIA
Oye, mi bien;
porque sepas que hay también
alguno en éstos que da.
Aqueste anillo y cadena
me dieron éstos.
ENRICO
¿A ver?
565
La cadena he menester,
que me parece muy buena.
CELIA
¿La cadena?
ENRICO
Y el anillo
también me hace falta hora.
  —16→  
LIDORA
Déjale algo a mi señora. 570
ENRICO
Ella, ¿no sabrá pedillo?
¿Para qué lo pides tú?
GALVÁN
Ésta por hablar se muere.
LIDORA

 (Aparte.) 

Mal haya quien bien os quiere,
rufianes de Belcebú. 575
CELIA
Todo es tuyo, vida mía;
y pues yo tan tuya soy,
escúchame.
ENRICO
Atento estoy.
CELIA
Sólo pedirte quería
que nos lleves esta tarde 580
a la Puerta de la Mar.
ENRICO
El manto puedes tomar.
CELIA
Yo haré que allá nos aguarde
la merienda.
ENRICO
¿Oyes, Galván?
Ve a avisar luego al instante 585
a nuestro amigo Escalante,
a Cherinos y a Roldán,
que voy con Celia.
GALVÁN
Sí haré.
ENRICO
Di que a la Puerta del Mar
nos vayan luego a esperar 590
con sus mozas.
LIDORA
¡Bien, a fe!
GALVÁN
Ello habrá lindo bureo;
mas que ha de haber cuchilladas.
CELIA
¿Quieres que vamos tapadas?
ENRICO
No es eso lo que deseo. 595
Descubiertas habéis de ir,
porque quiero en este día
que sepan que tú eres mía.
CELIA
¿Cómo te podré servir?
Vamos.
LIDORA

 (Aparte, a CELIA.) 

Tú eres inocente.
600
¿Todas las joyas le has dado?
CELIA
Todo está bien empleado
en hombre que es tan valiente.
GALVÁN
Mas ¿qué, no te acuerdas ya
que te dijeron ayer 605
que una muerte habías de hacer?
ENRICO
Cobrada y gastada está
ya la mitad del dinero.
  —17→  
GALVÁN
Pues ¿para qué vas al Mar?
ENRICO
Después se podrá trazar, 610
que ahora, Galván, no quiero.
Anillo y cadena tengo
que me dio la tal señora:
dineros sobran ahora.
GALVÁN
Ya tus intentos prevengo. 615
ENRICO
Viva alegre el desdichado,
libre de cuidado y pena,
que en gastando la cadena
le daremos su recado.
 

(Vanse todos y entran PAULO y PEDRISCO.)

 
PEDRISCO
Maravillado estoy de tal suceso. 620
PAULO
Secretos son de Dios.
PEDRISCO
¿De modo, padre,
que el fin que ha de tener aqueste Enrico
ha de tener también?
PAULO
Faltar no puede
la palabra de Dios; el ángel suyo 625
me dijo que si Enrico se condena
yo me he de condenar, y si él se salva,
también me he de salvar.
PEDRISCO
Sin duda, padre,
que es un santo varón aqueste Enrico.
PAULO
Eso mismo imagino.
PEDRISCO
Esta es la puerta
630
que llaman de la Mar.
PAULO
Aquí me manda
el ángel que le aguarde.
  —18→  
PEDRISCO
Aquí vivía
un tabernero gordo, padre mío,
a donde yo acudía muchas veces,
y más allá, si acaso se le acuerda, 635
vivía aquella moza rubia y alta,
que arquero de la guardia parecía,
a quien él requebraba.
PAULO
¡Oh vil contrario!
Livianos pensamientos me fatigan.
¡Oh cuerpo flaco! Hermano, escuche.
PEDRISCO
Escucho.
640
PAULO
El contrario me tiene con memoria
y con pasados gustos...

 (Échase en el suelo.)  

PEDRISCO
Pues, ¿qué hace?
PAULO
En el suelo me arrojo desta suerte,
para que en él me pise; llegue, hermano,
píseme muchas veces.
PEDRISCO
En buena hora,
645
que soy muy obediente, padre mío.

 (Písale.) 

¿Písole bien?
PAULO
Sí, hermano.
PEDRISCO
¿No le duele?
  —19→  
PAULO
Pise y no tenga pena.
PEDRISCO
¿Pena, padre?
¿Por qué razón he yo de tener pena?
Piso y repiso, padre de mi vida; 650
mas temo no reviente, padre mío.
PAULO
Píseme, hermano.
 

(Dan voces desde dentro, deteniendo a ENRICO.)

 
ROLDÁN
Deteneos, Enrico.
ENRICO

 (Dentro.) 

Al mar he de arrojalle, ¡vive el cielo!
PAULO
A Enrico oí nombrar.
ENRICO

 (Dentro.) 

¿Gente mendiga 655
ha de haber en el mundo?
CHERINOS
¡Deteneos!
ENRICO

 (Dentro.) 

Podrasme detener en arrojándole.
CELIA

 (Dentro.) 

¿Adónde vas? ¡Detente!
ENRICO

 (Dentro.) 

No hay remedio:
harta merced te hago, pues te saco
de una grande miseria.
  —20→  
ROLDÁN

 (Dentro.) 

¿Qué habéis hecho?
660
 

(Salen ENRICO, CELIA, ROLDÁN, ESCALANTE, LIDORA, CHERINOS y GALVÁN. El ermitaño y PEDRISCO se retiran a un lado y observan, los demás personajes ocupan el medio del teatro.)

 
ENRICO
Llegó a pedirme un pobre una limosna;
doliome el verle con tan gran miseria,
y porque no llegase a avergonzarse
a otro desde hoy, cogile en brazos
y le arrojé en el mar.
PAULO
¡Delito inmenso!
665
ENRICO
Ya no será más pobre, según pienso.
PEDRISCO
¡Algún diablo limosna te pidiera!
CELIA
¡Siempre has de ser cruel!
ENRICO
No me repliques,
que haré contigo y los demás lo mismo.
ESCALANTE
Dejemos eso agora, por tu vida. 670
Sentémonos los dos, Enrico amigo.
PAULO

 (A PEDRISCO.) 

A éste han llamado Enrico.
PEDRISCO
Será otro.
¿Querías tú que fuese este mal hombre,
que en vida está ya ardiendo en los infiernos?
Aguardemos a ver en lo que para. 675
  —21→  
ENRICO
Pues siéntense voarcedes, porque quiero
haya conversación.
ESCALANTE
Muy bien ha dicho.
ENRICO
Siéntese, Celia, aquí.
CELIA
Ya estoy sentada.
ESCALANTE
Tú, conmigo, Lidora.
LIDORA
Lo mismo digo yo, señor Escalante. 680
CHERINOS
Siéntese aquí, Roldán.
ROLDÁN
Ya voy, Cherinos.
PEDRISCO
¡Mire qué buenas almas, padre mío!
Lléguese más, verá de lo que tratan.
PAULO
¡Que no viene mi Enrico!
PEDRISCO
Mire y calle,
que somos pobres y este desalmado 685
no nos eche en el mar.
ENRICO
Agora quiero
que cuente cada uno de voarcedes
las hazañas que ha hecho en esta vida.
—22→
Quiero decir..., hazañas, latrocinios,
cuchilladas, heridas, robos, muertes, 690
salteamientos y cosas de este modo.
ESCALANTE
Muy bien ha dicho Enrico.
ENRICO
Y al que hubiere
hecho mayores males al momento
una corona de laurel le pongan,
cantándole alabanzas y motetes. 695
ESCALANTE
Soy contento.
ENRICO
Comience, seo Escalante.
PAULO
¡Que esto sufre el Señor!
PEDRISCO
Nada le espante.
ESCALANTE
Yo digo ansí.
PEDRISCO
¡Qué alegre y satisfecho!
ESCALANTE
Veinticinco pobretes tengo muertos,
seis casas he escalado y treinta heridas 700
he dado con la chica.
PEDRISCO
¡Quién te viera
hacer en una horca cabriolas!
ENRICO
Diga Cherinos.
  —23→  
PEDRISCO
¡Qué ruin nombre tiene!
Cherinos, cosa poca.
CHERINOS
Yo comienzo.
No he muerto a ningún hombre; pero he dado 705
más de cien puñaladas.
ENRICO
¿Y ninguna
fue mortal?
CHERINOS
Amparoles la fortuna.
De capas que he quitado en esta vida
y he vendido a un ropero, está ya rico.
ENRICO
¿Véndelas él?
CHERINOS
¿Pues no?
ENRICO
¿No las conocen?
710
CHERINOS
Por quitarse de aquestas ocasiones
las convierte en ropillas y calzones.
ENRICO
¿Habéis hecho otra cosa?
CHERINOS
No me acuerdo.
PEDRISCO
Mas, ¿qué le absuelve ahora el ladronazo?
CELIA
Y tú, ¿qué has hecho, Enrico?
  —24→  
ENRICO
Oigan voarcedes.
715
ESCALANTE
Nadie cuente mentiras.
ENRICO
Yo soy hombre
que en mi vida las dije.
GALVÁN
Tal se entiende.
PEDRISCO
¿No escucha, padre mío, estas razones?
PAULO
Estoy mirando a ver si viene Enrico.
ENRICO
Haya, pues, atención.
CELIA
Nadie te impide.
720
PEDRISCO
¡Miren a qué sermón atención pide!
ENRICO
Yo nací mal inclinado,
como se ve en los efectos
del discurso de mi vida,
que referiros pretendo. 725
Con regalos me crié
en Nápoles, que ya pienso
que conocéis a mi padre,
que aunque no fue caballero
ni de sangre generosa, 730
era muy rico y yo entiendo
que es la mayor calidad
el tener en este tiempo.
Crieme, en fin, como digo,
entre regalos, haciendo 735
travesuras cuando niño,
locuras cuando mancebo.
Hurtaba a mi viejo padre
arcas y cofres abriendo
los vestidos que tenía, 740
las joyas y los dineros.
Jugaba, y digo jugaba
para que sepáis con esto
que de cuantos vicios hay
es el primer padre el juego. 745
Quedé pobre y sin hacienda,
y como enseñado a hacerlo,
di en robar de casa en casa
cosas de pequeño precio.
Iba a jugar y perdía; 750
mis vicios iban creciendo.
—25→
Di luego en acompañarme
con otros del arte mesmo;
escalamos siete casas,
dimos la muerte a sus dueños; 755
lo robado repartimos
para dar caudal al juego.
De cinco que éramos todos
sólo los cuatro prendieron,
y nadie me descubrió, 760
aunque les dieron tormento.
Pagaron en una plaza
su delito, y yo, con esto
de escarmentado, acogime
a hacer a solas mis hechos. 765
Íbame todas las noches
solo a la casa de juego,
donde a su puerta aguardaba
a que saliesen de dentro.
Pedía con cortesía 770
el barato, y cuando ellos
iban a sacar qué darme,
sacaba yo el fuerte acero
que riguroso escondía
en sus inocentes pechos, 775
y por fuerza me llevaba
los que ganando perdieron.
Quitaba de noche capas;
tenía diversos hierros
para abrir cualquier puerta 780
y hacerme capaz del dueño.
Las mujeres estafaba,
y no dándome el dinero
visitaba una navaja
su rostro luego, al momento. 785
Aquestas cosas hacía
el tiempo que fui mancebo;
pero escuchadme y sabréis,
siendo hombre, las que he hecho.
A treinta desventurados 790
yo solo y aqueste acero,
que es de la muerte ministro,
del mundo sacado habemos;
los diez, muertos por mi gusto,
y los veinte me salieron, 795
uno con otro, a doblón.
Diréis que es pequeño precio;
es verdad: mas, ¡voto a Dios!
que en faltándome el dinero
que maté por un doblón 800
a cuantos me están oyendo.
Seis doncellas he forzado
dichoso llamarme puedo,
pues seis he podido hallar
en este felice tiempo. 805
De una principal casada
me aficioné, y en secreto
habiendo entrado en su casa
a ejecutar mi deseo,
dio voces; vino el marido, 810
y yo, enojado y resuelto,
llegué con él a los brazos,
y tanto en ellos le aprieto
que perdió tierra, y apenas
en este punto le veo 815
cuando de un balcón le arrojo
y en el suelo cayó muerto.
Dio voces la tal señora,
y yo, sacado el acero,
te meto cinco a seis veces, 820
en el cristal de su pecho,
donde puertas de rubíes
en campos de cristal bellos
le dieron salida al alma
para que se fuese huyendo. 825
Por hacer mal solamente
he jurado juramentos
falsos, fingido quimeras,
hecho máquinas, enredos,
y un sacerdote que quiso 830
reprenderme con buen celo
de un bofetón que le di
cayó en tierra medio muerto.
Porque supe que encerrado
en casa de un pobre viejo 835
estaba un contrario mío
a la casa puse fuego,
y sin poder remediallo
todos se quemaron dentro,
y hasta dos niños hermanos 840
cenizas quedaron hechos.
No digo jamás palabra
si no es con un juramento,
con un «pese» o un «por vida»,
—26→
porque sé que ofendo al cielo. 845
En mi vida misa oí,
ni estando en peligros ciertos
de morir me he confesado
ni invocado a Dios eterno.
No he dado limosna nunca, 850
aunque tuviese dinero;
antes persigo a los pobres,
como habéis visto el ejemplo.
No respeto a religiosos;
de sus iglesias y templos 855
seis cálices he robado
y diversos ornamentos
que sus altares adornan.
Ni a la justicia respeto;
mil veces me he resistido 860
y a sus ministros he muerto;
tanto, que para prenderme
no tienen ya atrevimiento.
Y finalmente, yo estoy
preso por los ojos bellos 865
de Celia, que está presente;
todos la tienen respeto
por mí, que la adoro y cuando
sé que la sobran dineros,
con lo que me da, aunque poco, 870
mi viejo padre sustento,
que ya le conoceréis
por el nombre de Anareto.
Cinco años ha que tullido
en una cama le tengo, 875
y tengo piedad con él
por estar pobre el buen viejo,
y porque soy causa, en fin,
de ponelle en tal extremo
por jugarle yo su hacienda 880
el tiempo que fui mancebo.
Todo es verdad lo que he dicho,
¡voto a Dios!, y que no miento.
Juzgad ahora vosotros
cuál merece mayor premio. 885
PEDRISCO
Cierto, padre de mi vida,
que son servicios tan buenos,
que puede ir a pretender
éste a la Corte.
ESCALANTE
Confieso
que tú el lauro has merecido. 890
ROLDÁN
Y yo confieso lo mesmo.
CHERINOS
Todos lo mesmo decimos.
CELIA
El laurel darte pretendo.
ENRICO
Vivas, Celia, muchos años.
CELIA

 (Poniendo a ENRICO una corona de laurel.)  

Toma mi bien, y con esto 895
pues que la merienda aguarda,
nos vamos.
GALVÁN
Muy bien has hecho.
CELIA
Digan todos: ¡Viva Enrico!
TODOS
¡Viva el hijo de Anareto!
ENRICO
Al punto todos vayamos 900
a holgarnos y entretenernos.
 

(Vanse ENRICO y los que salieron con él.)

 
PAULO
¡Salid, lágrimas, salid;
salid apriesa del pecho,
no lo dejéis de vergüenza!
¡Qué lastimoso suceso! 905
  —27→  
PEDRISCO
¿Qué tiene, padre?
PAULO
¡Ay, hermano!
Penas y desdichas tengo.
Este mal hombre que he visto
es Enrico.
PEDRISCO
¿Cómo es eso?
PAULO
Las señas que me dio el ángel 910
son suyas.
PEDRISCO
¿Es eso cierto?
PAULO
Sí, hermano, porque me dijo
que era hijo de Anareto,
y aquese también lo ha dicho.
PEDRISCO
Pues aqueste ya está ardiendo 915
en los infiernos.
PAULO
¡Ay triste!
Eso sólo es lo que temo.
El ángel de Dios me dijo
que si éste se va al infierno
que al infierno tengo de ir, 920
y al cielo, si éste va al cielo.
Pues al cielo, hermano mío,
¿Cómo ha de ir éste si vemos
tantas maldades en él,
tantos robos manifiestos, 925
crueldades y latrocinios
y tan viles pensamientos?
PEDRISCO
En eso, ¿quién pone duda?
Tan cierto se irá al infierno
como el despensero Judas. 930
PAULO
¡Gran Señor, Señor eterno!
¿Por qué me habéis castigado
con castigo tan inmenso?
Diez años y más, Señor,
ha que vivo en el desierto, 935
comiendo hierbas amargas,
salobres aguas bebiendo,
sólo porque Vos, Señor,
juez piadoso, sabio recto,
perdonarais mis pecados. 940
¡Cuán diferente lo veo!
Al infierno tengo de ir.
Ya me parece que siento
que aquellas voraces llamas
van abrasando mi cuerpo. 945
¡Ay, qué rigor!
PEDRISCO
Ten paciencia.
PAULO
¿Qué paciencia o sufrimiento
ha de tener el que sabe
que ha de ir a los infiernos?
Al infierno, centro oscuro, 950
donde ha de ser el tormento
eterno y ha de durar
lo que Dios durare. ¡Ah cielo!
¡Que nunca se ha de acabar!
¡Que siempre han de estar ardiendo 955
las almas! ¡Siempre! ¡Ay de mí!
PEDRISCO

 (Aparte.) 

Sólo oírte me da miedo.
Padre, volvamos al monte.
PAULO
Que allá volvamos pretendo;
pero no a hacer penitencia, 960
porque ya no es de provecho.
—28→
Dios me dijo que si aqueste
se iba al cielo, me iría al cielo,
y al profundo si al profundo,
pues es así seguir quiero 965
su misma vida; perdone
Dios aqueste atrevimiento
si su fin he de tener,
tenga su vida y sus hechos,
que no es bien que yo en el mundo 970
esté penitencia haciendo
y que él viva en la ciudad
con gustos y con contentos
y que a la muerte tengamos
un fin.
PEDRISCO
Es discreto acuerdo.
975
Bien ha dicho padre mío.
PAULO
En el monte hay bandoleros;
bandolero quiero ser,
porque así igualar pretendo
mi vida con la de Enrico, 980
pues un mismo fin tendremos.
Tan malo tengo de ser
como él, y peor si puedo,
que pues ya los dos estamos
condenados al infierno, 985
bien es que antes de ir allá
en el mundo nos venguemos.
¡Ah Señor! ¿Quién tal pensara?
PEDRISCO
Vamos, y déjate de eso,
y destos árboles altos 990
los hábitos ahorquemos.
Viste galán.
PAULO
Así haré,
y yo haré que tengan miedo
a un hombre que siendo justo
se ha condenado al infierno. 995
Rayo del mundo he de ser.
¿Qué se ha de hacer sin dineros?
Yo los quitaré al demonio
si fuere cierto el traerlos.
PEDRISCO
Vamos, pues.
PAULO
Señor, perdona
1000
si injustamente me vengo.
Tú me has condenado ya;
tu palabra es caso cierto
que atrás no puede volver.
Pues si es así, tener quiero 1005
en el mundo buena vida,
pues tan triste fin espero.
Los pasos pienso seguir
de Enrico.
PEDRISCO
Ya voy temiendo
que he de ir contigo a las ancas 1010
cuando vayas al infierno.

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