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Importa mucho que las leyes determinen la forma de la eleccion de los magistrados; pues si se deja al arbitrio del príncipe, no se puede evitar el caer en la aristocracia hereditaria, como ha sucedido en las repúblicas de Venecia y de Berna. Por esto la primera hace ya mucho tiempo que es un estado disuelto; pero la segunda se conserva por la mucha sabiduria de su senado; escepcion muy honorifica y al mismo tiempo muy peligrosa.

 

22

Maquiavel fué un hombre de bien y un buen ciudadano; pero unido á la casa de Medicis, se vió precisado, durante la opresion de su patria, á disfrazar su amor á la libertad. La sola eleccion de su ecsecrable héroe manifiesta bastante su intencion secreta, y la oposicion de las máximas de su libro del príncipe con las de sus discursos sobre Tito Livio y de su historia de Florencia, demuestra que este profundo politico solo ha tenido hasta aqui lectores superficiales ó corrompidos. La corte de Roma ha prohibido rigurosamente su libro: no es de estrañar, pues á ella es á quien pinta con mayor claridad.

 

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Tacit. Hist. Lib. I.

 

24

In Civili.

 

25

Esto no es contrario á lo que dije antes en el Lib. 2, Cap. 9, sobre los inconvenientes de los grandes estados; pues alli se trataba de la autoridad del gobierno sobre sus miembros, y aqui se trata de su fuerza contra los súbditos. Sus miembros esparcidos le sirven de punto de apoyo para obrar á lo lejos sobre el pueblo; pero carece de punto de apoyo para obrar directamente sobre sus mismos miembros. Asi es que en el uno de los casos la longitud de la palanca produce su debilidad, y en el otro su fuerza.

 

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Segun el mismo principio, se ha de juzgar de los siglos que merecen la preferencia en cuanto á la prosperidad del género humano. Han sido muy admirados aquellos en que han florecido las letras y las artes, sin penetrar el objeto secreto de su cultura, sin considerar su funesto resultado: idque apud imperitos humanitas vocabatur, cum pars servitutis esset. ¿Cuando será que sepamos divisar en las máximas de los libros el grosero interés que hace hablar á sus autores? No; por mas que digan, cuando á pesar de su esplendor un pais se despuebla, no es verdad que todo vaya bien; ni basta que un poeta tenga cien mil libras de renta para que su siglo sea el mejor de todos. Menos se ha de atender á la aparente quietud y á la tranquilidad de los gefes que al bienestar de las naciones enteras, y sobre todo de los estados mas numerosos. El granizo asola uno que otro distrito, pero raras veces es causa de carestía. Los tumultos, las guerras civiles alarman mucho á los gefes; pero no producen los verdaderos males de los pueblos, que pueden aun tener algun alivio, mientras se está disputando quien será su tirano. De su estado permanente es de donde nacen sus prosperidades ó sus calamidades reales; cuando todo gime bajo una coyunda aterradora, todo perece entonces: entonces es cuando los gefes, destruyendo los pueblos á su antojo, ubi solitudinem faciunt, pacem apellant. Cuando las desavenencias de los grandes tenian en agitacion el reino de Francia, y el coadjutor de Paris llevaba un puñal en la faltriquera al ir al parlamento, no impedia esto que el pueblo francés fuese feliz y numeroso, gozando de una comodidad libre y decente. En otro tiempo la Grecia florecia en medio de las mas atroces guerras; la sangre corria á torrentes, y todo el pais estaba muy poblado. Parece, dice Maquiavel, que en medio de las mortandades de las proscripciones, de las guerras civiles, nuestra república adquiria mas poderío; las virtudes de sus ciudadanos, sus costumbres, su independencia, podian mas para consolidarla, de lo que todas sus disensiones para debilitarla. Un poco de agitacion da movimiento á los ánimos, y lo que hace que la especie prospere, no es tanto la paz como la libertad.

 

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La formacion lenta y el progreso de la república de Venecia en las lagunas, ofrece un notable ejemplo de esta sucesion, y es sumamente estraño que al cabo de mil doscientos años, los Venecianos parezcan hallarse aun en el segundo término, que empezó en el Serrar di consiglio, en 1198. En cuanto á los antiguos duxs que les echan en cara, por mas que diga el Squitinio della libertá veneta, está probado que nunca han sido sus soberanos.

No faltará quien me oponga la república Romana, diciendo que siguió un progreso enteramente opuesto, pues pasó de la monarquía á la aristocracia, y de la aristocracia á la democracia. Estoy muy lejos de pensar de la misma manera.

La primera fundacion de Rómulo fué un gobierno misto, que pronto degeneró en despotismo. Por varias causas particulares el estado pereció antes de tiempo, del mismo modo que vemos muere un recien nacido antes de haber llegado á la edad viril. La espulsion de los Tarquinos fué la verdadera época del nacimiento de la república. Pero esta no tomó desde luego una forma constante, porque solo se hizo la mitad de la obra no aboliendo el patriciado. Pues, de este modo, la aristocracia hereditaria, que es la peor de todas las administraciones legítimas, quedando en conflicto con la democracia, la forma de gobierno siempre incierta y vacilante no se fijó, como ha probado Maquiavel, hasta el establecimiento de los Tribunos: solo entonces hubo un verdadero gobierno y una verdadera democracia. En efecto, el pueblo no solo era entonces soberano, si que tambien magistrado y juez; el senado no era mas que un tribunal de segundo orden para atemperar y concentrar el gobierno; y los mismos cónsules, á pesar de ser patricios, primeros magistrados y generales absolutos en la guerra, solo eran en Roma los presidentes del pueblo.

Desde entonces se observó tambien que el gobierno tomaba su inclinacion natural, y tendia con violencia á la aristocracia. Aboliéndose el patriciado, como quien dice, por sí mismo, la aristocracia ya no estaba en el cuerpo de los patricios como en Venecia y en Génova, sino en el cuerpo del senado, compuesto de patricios y de plebeyos, y hasta en el cuerpo de los tribunos cuando empezaron á usurpar un poder activo; pues las palabras no varian la esencia de las cosas, y cuando el pueblo tiene gefes que gobiernan por él, tomen el nombre que se quiera, siempre forman una aristocracia.

Del abuso de la aristocracia nacieron las guerras civiles y el triumvirato. Sila, Julio César y Augusto llegaron á ser de hecho unos verdaderos monarcas; y finalmente se disolvió el estado bajo el despotismo de Tiberio. Luego la historia Romana no contradice mi principio, antes al contrario lo confirma.

 

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Omnes enim et habentur et dicuntur tyranni, qui potestate utuntur perpetua in ed civitate quae libertate usa est. Corn. Nep. in Miltiad. Verdad es que Aristóteles, Mor. Nicom. Lib. 8, c. 10, distingue al tirano del rey, en que el primero gobierna para su propia utilidad, y el segundo, solo para utilidad de los súbditos; pero á mas de que generalmente todos los autores Griegos han usado en otro sentido de la palabra tirano, como se vé sobre todo en el Hieron de Xenofonte, se seguiria de la distincion de Aristóteles, que desde el principio del mundo, no habria existido un solo rey.

 

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A corta diferencia segun el sentido que se da á esta palabra en el parlamento Inglés. La semejanza de estos empleos hubiera puesto en conflicto á los cónsules y á los tribunos, aun cuando se hubiese suspendido esta jurisdiccion.

 

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Adoptar en los paises frios el lujo y la molicie de los orientales, es querer cargarse con sus cadenas; es someterse á ellas mas necesariamente que estos mismos.