31
I. Román Gutiérrez, Historia interna de la novela española del siglo XIX. Hacia el Realismo, Sevilla, 1988, t. 1, p. 199.
32
J. F. Montesinos, ob. cit., p. 124: «El romanticismo favorecía esta técnica digresiva, que iba a sobrevivirle, de que no es raro encontrar ejemplos en los mayores escritores del tiempo y que no desaparecerá del todo hasta el día en que un nuevo realismo más atento, y más desinteresado en el estudio de las cosas y los hombres, postule la estricta objetividad como condición de la pulcritud artística del relato».
33
N. Pereira San Martín, «Elementos teóricos para la distinción entre cuento y relato», en Nueva Estafeta, 21-22, Madrid, Ministerio de Cultura, 1980, p. 195.
34
Ibid., p. 195.
35
E. M. Forster, ob. cit., pp. 43-44: «es la narración de acontecimientos en su orden temporal (...) En cuanto relato, sólo puede tener un mérito: el de hacer que la audiencia quiera saber lo que ocurre después. Éstas son las únicas dos críticas que se pueden hacer al relato que es un relato. Es el más inferior y simple de los organismos literarios».
36
Para ver la estructura cerrada del suceso remitimos al artículo de R. Barthes, «Estructura del suceso», Ensayos Críticos, Barcelona, Seix-Barral, 1983, pp. 225-237.
37
H. Quiroga, Obras inéditas y desconocidas, Montevideo, Arca, 1970, t. 7.
38
Ibid., p. 194.
39
E. Pupo-Walker, art. cit., pp. 10-11.