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Acto tercero

 
 

(Huerto en casa del CURA. Una tapia de piedra rústica de tres palmos de elevación cruza el escenario desde la tercera caja de bastidores: en el centro de ésta, una puerta de troncos. En el primer término de la izquierda la fachada de la casa, con un emparrado, bajo el cual habrá un sillón de baqueta y dos bancos, colocados del modo más conveniente: un robusta peral y una higuera. Al fondo, monte, y un puente practicables, cuyos senderos conducen a la casa del CURA.)

 
 

Escena I

 

(MARÍA, sentada en el sitial de baqueta que hay debajo del emparrado (7). PETRA, ANASTASIO y varios ALDEANOS la rodean. Sobre el puente un grupo de ALDEANOS, otro en uno de los picos del monte y otro de MUCHACHOS en otra de las cimas de la colina. Por los senderos bajan y suben ALDEANOS, del modo más conveniente para dar animación al cuadro.)

 
PETRA                 Vamos, María, no llores.
MARÍA No he de llorar... ¡Pobre anciano!
ANASTASIO Si, ya verás como vuelve:
¡pues no que no!... ¡Voto al chápiro!
MARÍA ¡Ay! Petra, dos días hace 5      
que se fue por esos campos
y otros dos que acongojada
en balde su vuelta aguardo.
¿Qué habrá sido de él? [60]
PETRA                                      María,
vamos, no te aflijas tanto. 10
Dios nunca olvida a los buenos:
verás cómo vuelve.
MARÍA                                Acaso...
¡Como es tan viejo!... ¡Dios mío!
me horrorizo de pensarlo.
Solo y en la noche oscura 15
esos caminos cruzando
entre las nieves del monte
y los peligros del llano...
Vamos: ¡no tengo razón
para llorar!
ANASTASIO                   Pues... ¡Canario! 20
ha de volver, porque aquí
todos le necesitamos
como al pan de cada día,
como la lluvia al sembrado.
Si a la tarde cuando el sol 25
se esconda tras los ribazos
no ha vuelto, nos reunimos,
y en las borricas montando
nos desparramamos todos
hasta los fines del radio, 30
y de juro viene aquí
como dos y dos son cuatro.
¡Pues si por él nos iríamos
hasta a ver al Padre Santo!
UN ALDEANO Dice este bien.
ROMUALDO                         Yo lo mismo. 35
digo, que dice Anastasio.
TODOS ¡Y yo!
ANASTASIO           ¡Si es nuestro consuelo!
ROMUALDO Nuestro alivio.
ANASTASIO                         Nuestro paño
de lágrimas.
MARÍA                     Os conozco
y sé que lo haréis.
ANASTASIO                              Es claro. 40
MARÍA Gracias, mis buenos amigos;
mas temo que sea en vano.
Está el Padre Juan muy débil, [61]
tiene sesenta y seis años,
y a esa edad, mata una noche, 45
de fríos y de cansancio.
UN MUCHACHO ¡Aleluya!
 

(Del monte.)

 
MARÍA                    ¡Ah!
UN ALDEANO                            ¡Aleluya!
 

(De otro grupo.)

 
OTRO ¡Ahí está! ¡Él es!
MARÍA                             ¡Vamos!
TODOS                                           ¡Vamos!
MARÍA ¡Gracias, Dios mío!
UN ALDEANO ¡Si es Diego!

50

 

(Desde el puente.)

 
MARÍA No es él ¡Valedme, Dios santo!
 
 

Escena II

 

(DICHOS, DIEGO, que aparece en la montaña desalentado y con muestras de cansancio. Baja en derechura a la escena y MARÍA le sale al encuentro.)

 
DIEGO ¡María!
MARÍA             Diego, responde;
dime, ¿no le has encontrado?
¿No le has visto?
DIEGO                             En todo, en todo
me es el destino contrario, 55
María. En vano en su busca
cien senderos he cruzado.
Sin concederme un minuto
de tregua, seguí, sus pasos
por todas partes, por él 60
con ansiedad preguntando;
tan solo encontré a los niños
que de aquí lo acompañaron,
y a los cuales despidió
por temor de fatigarlos. 65
¡Noble corazón!
MARÍA                           ¡Dios mío!
¡Apiádate del anciano!
DIEGO Seguí entonces hecho un loco
la ruta que me indicaron,
creyendo que al fin podría 70
por mi fortuna encontrarlo... [62]
¡Empeño inútil! Me vuelvo
sin él, y desesperado.
MARÍA ¿Y nadie le ha visto?
DIEGO                                   Nadie.
MARÍA Ten piedad, Dios soberano; 75
¡tú que sabes que es la vida
de los que le amamos tanto!
¡Esto es horrible! A su edad
verse solo, extraviado,
quizás junto a un precipicio 80
esté a estas horas cruzando.
DIEGO ¡Calla por Dios, que me partes
el corazón en pedazos,
al pensar que soy la causa
de tu pena y su quebranto! 85
UN ALDEANO Ahora sí que es él.
 

(Desde los picos de las montañas.)

 
TODOS                               ¡Él es!
UNO Lo traen unos aldeanos.
MARÍA ¡Haz que sea verdad, buen Dios!
UN ALDEANO Y lo viene acompañando
gente de Ciudad-Rodrigo. 90
DIEGO Corramos.
TODOS                  Sí, sí, corramos.
 

(DIEGO y ALDEANOS se precipitan a la montaña. MARÍA se queda esperando en la mayor ansiedad.)

 
MARÍA Que no me engañe... ¡Ah! sí, es él;
gracias, gracias, cielo santo.
 

(Corre a encontrarle.)

 
 

Escena III

 

(DICHOS, EL PADRE JUAN, a quien llevan unos aldeanos sentado en una especie de camilla, hecha con ramas y troncos. Todos le rodean, unos le besan la capa, otros las manos; él se apoya en MARÍA y DIEGO, los cuales le sientan bajo el emparrado, en el sitial de baqueta.)

 
EL PADRE JUAN Ya por fin estoy aquí.
MARÍA Señor...
EL PADRE JUAN              ¡Cuánto habrás llorado! 95
PETRA Vamos a dar la noticia [63]
al pueblo.
ANASTASIO                 ¿Manda usted algo?
EL PADRE JUAN Solo quisiera, hijos míos,
que obsequiarais a los cuatro
mozos que aquí me han traído, 100
pues sin ellos a este anciano
le hubiera sido difícil
llegar a su casa.
ANASTASIO                           Vamos
al punto, que mi bodega
es bodega de buen ario. 105
PETRA Que descanse usted.
EL PADRE JUAN                                  Mil gracias.
MUCHACHO 1.º Si usted se halla fatigado
hoy no daremos lección.
EL PADRE JUAN ¿Por qué no? Dentro de un rato
podéis volver, que esto pasa 110
como nube de verano.
MUCHACHO Con Dios, padre Juan.
EL PADRE JUAN                                     Id, hijos:
que Dios os haga unos santos.
 

(Vanse.)

 
 

Escena IV

 

(PADRE JUAN, MARÍA, DIEGO.)

 
MARÍA ¿Tiene usted frío?
EL PADRE JUAN                              No.
MARÍA                                    ¿Quiere
su mercé un poco de caldo? 115
EL PADRE JUAN No tengo apetito, hija;
lo que yo tengo es cansancio:
ya ves, dos días corriendo
por esos mundos, y al cabo
¿para qué? Para volver 120
como me fui, sin un cuarto.
DIEGO Y todo por mí.
EL PADRE JUAN                         ¡Bah, bah!
Mira, Diego, no hagas caso:
las cosas del mundo siempre
se hacen de golpe y porrazo: 125
¿que esta salió mal?... Paciencia. [64]
MARÍA ¿Con que nada se ha alcanzado?
EL PADRE JUAN Nada: llegué a Salamanca;
busqué a Pedro, recordando
de que los dos siendo jóvenes 130
juntos latín estudiamos:
pregunté en su casa; un viejo
me dijo riendo: «Santo
varón, si ese que usted busca
se murió hace veinte años.» 135
Me desorienté ante aquel
contratiempo inesperado:
salí a la calle, y de pronto
con un rótulo me hallo
que decía: «Prestamista.» 140
Subo, con el dueño hablo
de mi visita le entero,
y entre cortés y turbado
me vino a decir: «Amigo,
usted tiene muchos años, 145
y antes de acabar la deuda
tal vez usté habrá acabado.»
Viendo mi poca fortuna
fuime a los pueblos cercanos;
pero, hijos, se hallan tan pobres, 150
que todo mi afán fue vano.
Ya a tornar me disponía;
pero el camino es tan largo
y mi edad tan avanzada,
que me arrimé junto a un árbol 155
para recobrar las fuerzas,
que me iban abandonando.
Allí me encontró la noche,
y el frío, el hambre, el cansancio
pudieron más que mi espíritu 160
y al fin caí desmayado;
y a no ser por unos mozos
compasivos, este anciano
ya no pudiera, hija mía,
estrecharte entre sus brazos. 165
DIEGO Señor, yo no podré nunca
pagar beneficios tantos.
EL PADRE JUAN Yo solo la intención puse. [65]
MARÍA y hoy que se termina el plazo,
hoy que a los quintos se llevan... 170
EL PADRE JUAN Fe y confianza tengamos,
hijos míos. Dios es grande.
¿Pero y Roque? Es muy extraño...
que no se halle aquí.
MARÍA                                  Hace poco
se encontraba.
EL PADRE JUAN                        Mira, acaso 175
no fuera mal que dijeras
a Gaspar que aquí le aguardo.
DIEGO Será inútil.
MARÍA                   Por probar
nada se pierde.
EL PADRE JUAN                         Está claro.
DIEGO ¡Ah! no: el corazón me dice, 180
que de ustedes me separo.
EL PADRE JUAN Dios no lo querrá. María,
ve a buscarle; hagamos algo
por última vez.
MARÍA                         Dios quiera
que al fin...
DIEGO                    Ya todo es en vano. 185
EL PADRE JUAN ¿Y qué sabes tú? Ve, hija,
yo aquí te espero. Mis párpados
se cierran a pesar mío.
MARÍA Hasta luego.
 

(Vase corriendo por el foro.)

 
DIEGO                      Yo entre tanto
en casa estoy.
 

(Señalando la del CURA.)

 
EL PADRE JUAN                       ¿Qué, me dejas? 190
DIEGO Así dormirá usté un rato.
EL PADRE JUAN Bien lo necesito.
DIEGO                            Entonces
hasta luego.
 

(DIEGO entra en la casa. EL PADRE JUAN se queda en el sitial que hay debajo del emparrado.)

 
EL PADRE JUAN ¡Pobre muchacho!
 

(Viendo desaparecer a DIEGO.) [66]

 
 

Escena V

 

(EL PADRE JUAN.)

 
EL PADRE JUAN Un río, una pesadez 195
siento que me desagrada;
pero esto no será nada...
achaques de la vejez.
Ha dos días sin comer,
mucho andar y mal dormido; 200
yo de mis sueños me olvido
y ellos me vienen a ver.
¡Pobre Diego! Vanos fueron
los esfuerzos de este anciano,
pidió y al tender su mano, 205
como eran pobres no dieron.
Mas Dios dijo: «No dudéis:
llamad y se os abrirá: (8)
pedid con fe y se os dará:
buscad con fe y hallaréis 210
Y esas palabras, Señor,
que en esta tierra has sembrado
alientan a un desgraciado
para implorar tu favor:
y pues grande es tu clemencia, 215
derrama sobre este anciano
un destello soberano
de tu santa providencia.
 

(EL PADRE JUAN cruza las manos en actitud de orar: reclina la cabeza sobre el respaldo del sillón y se queda dormido. Pausa.) [67]

 
 

Escena VI

 

(EL PADRE JUAN, dormido. ROQUE, aparece en lo alto del monte, reconoce el terreno, y baja a la escena: se acerca a la casa del Cura; luego repara en EL PADRE JUAN, y hace un movimiento de sorpresa; pero cuando se cerciora de que está dormido, saca de su seno una bolsa que figura estar llena de oro, y se arrodilla a los pies del CURA, le besa las manos, los pies y la frente. Deja la bolsa sobre las rodillas del PADRE JUAN y desaparece precipitadamente por la izquierda.)

 
 

Escena VII

 

(EL PADRE JUAN, despertando.)

 
EL PADRE JUAN ¿Quién me besa?... ni un instante
me dejaréis descansar... 220
¿Vamos, vendréis a estudiar
los proverbios?... Adelante.
Venid... ¿os estáis burlando
de mí?... Pues...
 

(Se levanta, y cae al suelo la bolsa que dejó ROQUE sobre sus rodillas.)

 
                           ¿Qué se ha caído?
 

(La recoge.)

 
¡Lo que pesa!... ¿habrán metido 225
piedras?...
 

(Lo abre, y al ver lo que contiene dice con asombro.)

 
                    ¡Oro!... ¿Estoy soñando?
¡No, no! ¡lo miro! ¡lo toco!
¡Dinero! ¡Dios soberano!
¿Mas cómo llegó a mi mano?
Vamos, Juan, poquito a poco. 230
En casos excepcionales
la cachaza es lo primero.
 

(Registra la bolsa y cae un papel.)

 
¡Un papel entre el dinero!
Veamos.   (Lee.)   «Hay seis mil reales;
la cantidad necesaria 235
para salvar a un soldado.»
¡Ah! ¡sí, sí; Dios me ha escuchado, [68]
Dios ha oído mi plegaria!
El que mi frente besó,
el que este oro ha traído, 240
es él, estoy convencido,
Dios su corazón tocó.
Con delicadeza tal,
solo a un padre obrar le es dado;
por fin la fuente ha brotado 245
del cariño paternal.
¡Diego! ¡María! Corramos!...
El tiempo no malgastemos...
ya es libre, ya le tenemos
con nosotros... Le salvamos!... 250
 
 

Escena VIII

 

(EL PADRE JUAN, DIEGO, que sale de la casa del cura.)

 
EL PADRE JUAN ¡Ah! ¡Diego! este oro que ves
es suyo: él lo ha traído.
DIEGO ¿Quién, señor?
EL PADRE JUAN                         Se ha enternecido,
sí, corramos a sus pies.
DIEGO ¿Pero quién, señor?...
EL PADRE JUAN                                    Tu padre, 255
que ya por fin se ha apiadado,
que te libra de soldado,
que te ama como tu padre.
DIEGO ¡Será verdad!
EL PADRE JUAN                      Ni un momento
perdamos, corre sin pena; 260
cuando yo hago una obra buena
detrás de mí queda el viento.
 

(LOS DOS salen precipitados. Al llegar al monte debe conocer la fatiga que le cuesta al PADRE JUAN subir la empinada vereda que conduce al puente, por el que desaparecen los dos.) [69]

 
 

Escena IX

 

(ROQUE, sale de entre las rocas de la izquierda y observa a DIEGO y al CURA; luego baja al proscenio.)

 
ROQUE ¡Pobre viejo! A cada instante
lo que hice menos me pesa;
que una alegría como esa 265
quita una arruga al semblante.
A lo hecho, pecho y valor,
y pues solo te han dejado,
Roque, llora sin cuidado,
que el llorar no es deshonor. 270
Aquí puedes sin testigos
y sin recelo ninguno
abrazar uno por uno
a tos callados amigos.
Adiós, mi viejo peral: 275
 

(Abrazándole.)

 
ya, Roque, como algún día,
no irá arrojando a María
tu fruta en su delantal.
Adiós, parra, adonde vimos
pasar nuestra edad más bella; 280
este agosto para ella
no cogeré tus racimos.
Adiós, tú, mi anciana higuera
a cuya sombra crecí,
dichoso Roque si aquí 285
bajo tu sombra muriera.
Cuando a los novios acojas
de tu viejo tronco al pie,
para que el sol no les dé,
apiña tus verdes hojas. 290
Y tú, mi casita vieja,
y tú, mi huerto adorado,
adiós, que se va el soldado,
mas su corazón os deja.
 

(ROQUE se dirige al foro, a tiempo que entra RAFAEL le detiene.) [70]

 
 

Escena X

 

(ROQUE, RAFAEL.)

 
RAFAEL Dime, Roque, ¿has visto a Diego? 295
ROQUE No le he visto.
RAFAEL                        ¿Estará en casa
del Cura?
ROQUE                No.
RAFAEL                     ¡Voto al chápiro!
El sargento está que rabia
por largarse de la aldea,
y aquí a buscarle me manda. 300
ROQUE Pues qué, ¿va al servicio Diego?
RAFAEL Su padre se llama andana;
y como no suelte el trigo,
el sargento lo reclama.
ROQUE ¿Y quién sabe si a estas horas 305
es libre?
RAFAEL               ¿Libre? ¡Ya baja!
¿Y cómo?
ROQUE                  ¿Cómo ha de ser?
Dando los seis mil que marca
el reglamento: él es rico
RAFAEL sí, muy rico; pero carga 310
con el chopo, como el hijo
de mi madre. Pero acaban
de decirme en la taberna
que habías sentado plaza.
ROQUE No: me he vendido.
RAFAEL                                 ¿Vendido? 315
ROQUE ¡Vendido! ¿De qué te extrañas?
RAFAEL Hombre, ¿para qué querías
el dinero?
ROQUE                 Cosa es clara;
cuando por él me vendí
es porque me hacía falta. 320
RAFAEL ¿Cuánto te dieron?
ROQUE                                Seis mil
reales en onzas rancias.
RAFAEL ¡En peluconas! Moneda [71]
que siempre me fue simpática.
¿Quién te compró?
ROQUE                                El regidor, 325
para el hijo de la Paca.
Rico es, no quiere servir,
busca quien le sirva y paga;
yo me ofrecí; voy por él:
me largó la mosca, y pata. 330
RAFAEL Pero siendo un cobardón
¿te has decidido?
ROQUE                             Las balas
ni respetan al valiente
ni al cobarde; conque guarda
tu pellejo como puedas 335
y por mí no pases ansias.
RAFAEL Mucho sentiré que Diego
no venga en nuestra compaña.
ROQUE No quieras el mal del prójimo.
Vamos, que el sargento aguarda. 340
 

(Vanse por la derecha, a tiempo que por la izquierda salen GASPAR y MARÍA.)

 
 

Escena XI

 

(MARÍA, GASPAR.)

 
MARÍA Estará dentro: si usted
me permite...
GASPAR                       Como quieras.
 

(MARÍA, que habrá llegado hasta la puerta de la casa, se queda allí pensativo.)

 
La humildad que se respira
aquí mi valor enerva
¿No vas a avisarle?
 

(Reparando en la inmovilidad de MARÍA.)

 
MARÍA                                  Voy... 345
pero antes, señor, quisiera
hacer a usté una pregunta.
GASPAR ¿Y quién te prohibió hacerla
por el camino?
MARÍA                         Es que allí,
señor, me daba vergüenza; 350
y aunque intenté por dos veces
hablar, se negó mi lengua.
GASPAR ¿Y aquí puedes?
MARÍA                            Ya lo creo:
aquí mi valor se aumenta,
porque me encuentro entre amigos. 355
GASPAR ¿Entre amigos?
 

(Mirando en torno suyo.)

 
MARÍA                           Sí, la higuera,
el peral, el emparrado,
y en fin, mi casita vieja;
que ellos me han visto crecer
y ellos, señor, me consuelan: 360
sus frutos me regalaron
allá en mi infancia risueña,
y hoy bajo su fresca sombra
la mujer llora sus penas.
GASPAR Acabemos: ¿la pregunta?... 365
MARÍA Si pone usted la faz seria,
ni aun hallándome entre amigos
valor tendré para hacerla.
GASPAR (Ante su humildad sucumbe
mi altivez.)
MARÍA                   ¿Me da licencia 370
para continuar hablando?
GASPAR Sí, sí, María, y dispensa
mi carácter.
MARÍA                     Allá voy:
yo, señor Gaspar, quisiera
saber si he dado motivos 375
para que usted me aborrezca.
GASPAR Yo no te aborrezco.
MARÍA                                 Eso
digo yo; pero en la aldea
dan en decir lo contrario.
GASPAR Pueden decir lo que quieran. 380
MARÍA Es verdad que Diego me ama
y que le amo yo: si es esa
la causa, mucho me temo
dure mientras yo no muera.
GASPAR ¿Tanto le amas?
MARÍA                           ¡Si le amo! 385
Más que al sol ama la tierra: [73]
si ella por sus rayos vive,
por su amor mi pecho alienta.
Mas si a usté este amor enoja,
yo le diré que no venga, 390
que ante el mandato de un padre
razón es que el hijo ceda.
 

(GASPAR se queda contemplando un momento a MARÍA: luego, como si deseara salir de su abatimiento, hace un esfuerzo y se encamina hacia la casa del Cura. MARÍA se interpone.)

 
¿Se va usted, señor?... ¿Acaso
no merezco una respuesta?
 

(MARÍA le coge una mano a GASPAR y le dice con sentimiento los versos que siguen.)

 
Si usted necesita un hijo 395
que le cuide y que le quiera,
si esas canas que coronan
su venerable cabeza
están pidiendo un apoyo,
¿por qué sus puertas le cierra? 400
En vano frunce usté el ceño:
esos ojos me revelan
que el cariño paternal
en su corazón alienta.
Deje usted correr las lágrimas, 405
que una a otra se atropellan
por salir...
GASPAR                  Calla, hija mía,
y ojalá que mereciera
un hijo ingrato...
MARÍA                            Es que ahora
no es el mismo...
GASPAR                            Cesa, cesa. 410
 

(Se dirige a la casa.)

 
¿Está dentro el Padre Juan?
MARÍA Debe estar.
GASPAR                   Bien: por si llega
mi hijo, le hablaré en su cuarto:
no quiero que aquí me vea.
Si viene, María, ocúltale 415
mi llegada.
 

(GASPAR entra en la casa. DIEGO aparece en el monte.)

 
MARÍA ¿Ya qué esperas, [74]
corazón? Muere callando.
DIEGO ¡María!
 

(En el monte.)

 
MARÍA               ¡Ah! Es él, que no sepa...
 

(Se dirige a la casa y entorna la puerta. Luego sale al encuentro de DIEGO.)

 
 

Escena XII

 

(MARÍA, DIEGO.)

 
DIEGO María, con impaciencia 420
vengo tu afán a calmar;
ya no abandono el lugar,
ya he comprado mi licencia.
MARÍA ¡Dios mío!... ¿Será verdad?
DIEGO Sí; mi padre compasivo 425
quiso por fin que el cautivo
gozase de libertad.
MARÍA Vuelve, vuelve a repetir...
DIEGO Torna al pecho la esperanza,
María, que en lontananza 430
nos sonríe el porvenir.
MARÍA ¿Pero el Padre Juan lo sabe?
DIEGO Sí, sí, y loco de alegría
corrió a salvarme, María.
MARÍA Para que mi pena acabe 435
ya solo el perdón nos falta
de tu padre.
DIEGO                    ¡Su perdón!...
por lograrle el corazón
aquí de impaciencia salta;
y calcula tú si en mí 440
obra un afán verdadero,
que al abrazarle, el primero
será desde que nací.
 

(EL PADRE JUAN rodeado de niños aparece en el puente.)

 
MARÍA (Temo decirle que está
su padre aquí; mas su afán 445
me lastima.)
DIEGO                     El Padre Juan.   (Viéndole.)
MARÍA (Él por mí se lo dirá.) [75]
 
 

Escena XIII

 

(DICHOS, EL PADRE JUAN, y NIÑOS por el fondo.)

 
EL PADRE JUAN Esperad junto al peral
quietecitos.
NIÑO 1.º                    Yo por mí
ya no me muevo de aquí. 450
 

(Se sienta.)

 
NIÑO 2.º Ni yo.
NIÑO 3.º          Ni yo.
 

(DIEGO coloca a los niños al rededor del peral.)

 
EL PADRE JUAN                      ¡Hola!... ¡Qué tal,   (A MARÍA.)
¿María? ¿Te habrá contado
Diego?...
MARÍA                Sí.
EL PADRE JUAN                    ¿Estás contenta?
MARÍA ¡Vaya!
EL PADRE JUAN            Pasó la tormenta.
Ya se queda a nuestro lado.

455

¿Encontraste a Gaspar?
MARÍA Sí:   (Bajando la voz.)
allá dentro está aguardando.
EL PADRE JUAN Y yo que le estoy buscando...
 

(Se dirige a la casa, MARÍA se interpone y le dice en voz baja.)

 
MARÍA Señor, es que...
EL PADRE JUAN                          Vamos, di. 460
MARÍA No quiere ver a su hijo.
EL PADRE JUAN ¿Que no? Ese hombre está loco,
cuando él mismo hace muy poco
nos trajo aquí...
MARÍA                          Así lo dijo.
 

(Hablan en voz baja. DIEGO, que habrá estado junto a los niños, les dice.)

 
DIEGO ¿Y quién tiene más memoria 465
de entre vosotros?
NIÑO 1.º                              Perico,
y con todo es más borrico
que el que tira de la noria.
 

(Uno de los chicos le da un cachete a otro. DIEGO apaciguando a los chicos, que se dan codazos.) [76]

 
EL PADRE JUAN Nada, nada, respetemos   (A MARÍA.)
su orden. ¡Cómo ha de ser! 470
(Hablando consigo mismo.)
(Pero no quiero perder
la oportunidad. Probemos.)
Saca la Biblia. A Gaspar   (A MARÍA.)
le dices que entro al instante.
 

(MARÍA entra en la casa.)

 
¡Mi plan llevaré adelante! 475
Nada me cuesta probar.
 
 

Escena XIV

 

(DICHOS, menos MARÍA.)

 
EL PADRE JUAN Esos bancos con presteza   (A LOS NIÑOS.)
arreglad. Habéis querido
venir... no metáis ruido,
 

(LOS CHICOS tiran un banco.)

 
que me duele la cabeza. 480
NIÑO 1.º Lo ves, por ti nos regaña.   (A otro.)
OTRO Tú eres el que mal lo lleva.
 

(LOS MUCHACHOS ayudados por DIEGO, colocan los dos bancos y el sillón, de modo que el respaldo de este, de a la puerta de la casa.)

 
EL PADRE JUAN (Sí, saldré bien de esta prueba,
el corazón no me engaña.)
Diego, tengo algo cargada 485
la cabeza; hazme el favor
de leer tú.
DIEGO                 Bien, señor.
 
 

Escena XV

 

(DICHOS, MARÍA, con la Biblia.)

 
MARÍA Aquí está el libro.
EL PADRE JUAN (A LOS NIÑOS.)   Me agrada
veros así, estáis soberbios 490
por lo graves. Y tú así,
 

(A DIEGO sentándole de espalda a la puerta.)

 
comienza a leer aquí.
DIEGO «El libro de los proverbios»   (Leyendo.) [77]
EL PADRE JUAN Vosotros con atención,
esos consejos benditos 495
escuchad, que están escritos
por el sabio Salomón.
 

(EL PADRE JUAN entra en la casa, y a poco sale cogido del brazo de D. GASPAR.)

 
MARÍA Yo voy a oírte.
NIÑO 1.º                         María,
siéntate aquí.
MARÍA                      No, estoy bien.
 
 

Escena XVI

 

(DICHOS, EL PADRE JUAN y GASPAR, que se ocultan detrás del emparrado.)

                                                                                                                                  
GASPAR ¿Qué intenta usted?
EL PADRE JUAN                                 Calma ten, 500
y escucha al joven que un día
provocó tu injusta ira,
y aquí por tu bien advierte,
que da la vida o la muerte
el aire que se respira. 505
DIEGO (Lee.)   «Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel. -Hijo, no olvides mi ley, y guarda en tu corazón mis preceptos. No se aparte de ti la misericordia y la verdad, rodéalas a tu garganta, y cópialas en las tablas de, tu corazón.» [78]

«El que vuelve males por bienes no se apartará el mal de su casa.»

«La ira es como el rugido del león, la benevolencia como la gota del rocío.»

«El hombre necesitado es misericordioso, y mejor es el pobre que el hombre mentiroso. Quien se compadece del pobre, da prestado a Dios.»

«Busca la ruina quien alza demasiado su portada.» (9)

GASPAR ¡Y es mi hijo el que oyendo estoy!
EL PADRE JUAN Tu hijo, a quien has de querer.
GASPAR ¡Mi hijo, a quien maldije ayer!
EL PADRE JUAN Tu hijo, a quien bendices hoy.
GASPAR ¡Él enseñando a los niños! 510
EL PADRE JUAN Es que está purificado.
GASPAR ¿Pero quién le habrá formado?
EL PADRE JUAN Mis paternales cariños.
DIEGO (Lee.)   «Las reprensiones suaves quebrantan la ira. Las palabras duras excitan (10) el furor. Corona de los viejos son los hijos de sus hijos: y gloria de los hijos, los padres de ellos.»
GASPAR Basta ya, que el corazón
saltar del pecho quisiera. 515
EL PADRE JUAN Diego, tu padre te espera.
MARÍA ¡Ah!
 

(Volviéndose.)

 
DIEGO ¡Padre mío! ¡Perdón!
 

(Se abrazan.)

 
EL PADRE JUAN Llorad, llorad sin recelo
calmando vuestra agonía: 520
Gaspar, hoy tiene un buen día
tu santa esposa en el cielo.
DIEGO Padre, yo fui un criminal.
GASPAR Pasadas culpas olvida.
DIEGO Desde hoy comienzo otra vida 525
pues conozco el bien y el mal.
GASPAR Padre Juan, usté ha salvado
a Diego, y pues su sobrina
a quererle al fin se inclina,
con ese amor quedo honrado. 530
EL PADRE JUAN Pues que por fin os juntamos,
lo demás a ellos lo fío. [79]
GASPAR Ahora es preciso, hijo mío,
ir a la aldea, corramos.
DIEGO ¿A qué, señor?
GASPAR                         Porque yo 535
quiero tenerte a mi lado.
DIEGO Padre, ya no soy soldado.
GASPAR ¿Que no eres soldado?
DIEGO                                      No.
GASPAR ¿Quién pudo librarte?
EL PADRE JUAN                                     Aquí
el dinero no hace mucho 540
dejaste.
GASPAR             ¡Yo no!
EL PADRE JUAN                          ¡Qué escucho!   (Asombrado.)
¡Que no fuiste tú!
GASPAR                              No fui.
DIEGO ¿A quién, pues, estoy debiendo
mi libertad?
 

(PETRA, ANASTASIO, ROMUALDO y una multitud de ALDEANOS, NIÑOS y GENTE DEL PUEBLO, bajan en tropel por los senderos del puente, y se colocan junto a la tapia de la casa del Cura: detrás de estos, y en dirección al puente, EL SARGENTO y ocho SOLDADOS, seguidos por los cuatro QUINTOS, entre los cuales se hallan ROQUE y RAFAEL.)

 
PETRA                      Pobrecitos.
Míalos, míalos, qué contritos 545
van.
 

(EL PADRE JUAN se vuelve, y al ver a ROQUE, que debe hallarse en el puente, lanza un grito.)

 
EL PADRE JUAN          ¡Ah! ¡Todo lo comprendo!
 

(Corre hasta la puerta, y al ver que ROQUE sigue andando, se detiene y dice extendiendo sus brazos en dirección a él.)

 
 

Escena XVII

 

(DICHOS, ALDEANOS, ALDEANAS, etc.)

 
EL PADRE JUAN ¡Roque! ¡hijo mío! ¡detente!
ROQUE ¡Padre Juan, María, Diego!... [80]
Adiós.
 

(Desde el puente, agitando el sombrero.)

 
EL PADRE JUAN            Mi amistad te niego,
Roque, si cruzas el puente.   (Pausa.) 550
ROQUE Mi primero, me ha criado
ese anciano.   (Al SARGENTO.)
SARGENTO                      Ve ligero.
ROQUE Muchas gracias, mi primero.
 

(ROQUE baja a la escena: EL PADRE JUAN le sale al encuentro, y cogiéndole por el brazo le dice.)

 
EL PADRE JUAN ¿Qué eso?
ROQUE                  Que soy soldado.
(Con alegría forzada.)
EL PADRE JUAN

DIEGO

MARÍA



¡Soldado!
EL PADRE JUAN                  Responde, di, 555
mas que no mientas te pido;
¡por salvarle te has vendido?
 

(Señalando a DIEGO con una mirada.)

 
ROQUE Señor, yo...
EL PADRE JUAN                    Responde.
ROQUE Sí.
 

(Después de un momento de lucha.)

 
EL PADRE JUAN ¿Qué has hecho?
ROQUE                            Pagué un tributo 560
de gratitud nada más.
GASPAR Roque, al servicio no irás,
yo te compro un sustituto.
DIEGO Gracias, padre.
EL PADRE JUAN                         Bien, Gaspar.
GASPAR Gracias no merezco, no: 665
él por mi hijo se vendió
y yo le debo comprar;
que su santa abnegación
aunque yo le libre de ella,
ha dejado una honda huella 670
grabada en mi corazón.
ROQUE A lo hecho pecho y contento:
usté el dinero disfruta;
y adiós, que teme el recluta
el mal humor del sargento. 675
GASPAR No será, que rico soy,
y es justo que el mal evite.
DIEGO Y si el dinero no admite, [81]
padre, en su, lugar me voy.
MARÍA ¡Roque!   (A media voz.)
ROQUE              Si eso les apura, 680
que cese el apuro quiero.
 

(Mirando a MARÍA.)

 
Bien está, admito el dinero.
GASPAR Gracias.
ROQUE              Déselo usté al cura.
EL PADRE JUAN ¿A mí?
ROQUE             Si ocho años pasados
son, y ni vuelvo ni escribo, 685
es prueba de que no vivo.
Delo usté a los desgraciados.
Si vuelvo, con él podré
en un seminario entrar,
y allí a fuerza de estudiar 690
a ser cura llegaré:
y yo entonces sus cariños
recordaré y sus consejos,
siendo amparo de los viejos
y protector de los niños, 695
siendo el apoyo, el sostén,
del infeliz afligido;
siendo, en fin, lo que usté ha sido,
un santo.
EL PADRE JUAN                A mis brazos ven,
hijo, y por Dios infinito 700
te ruego que no te alejes,
yo no quiero que me dejes,
Roque, yo te necesito.
 

(Arrojándose en sus brazos y anegado por las lágrimas.)

 
ROQUE Perdone usted, padre Juan,
y no me tache de ingrato 705
si hoy sus órdenes no acato;
tengo formado mi plan
y no cejo: en vano es
cuanto me aconseja y dice;
al venderme, no lo hice 710
por el mezquino interés;
deme, pues, si me ha de dar
su bendición, y a vivir,
que Roque se va a cumplir [82]
la ordenanza militar. 715
EL PADRE JUAN Piensa que el destino impío
en la lucha fratricida,
te puede arrancar la vida,
no te vayas, hijo mío.
ROQUE A otros he visto volver, 720
ya volveré aunque me vaya;
donde un hombre rico hace una raya
otro hombre la puede hacer.
Yo tengo esa persuasión,
pues me llevo, aunque me ausente, 725
sus consejos en la mente
y su fe en mi corazón.
EL PADRE JUAN Hijo, sí, vuelve al hogar
do hubiste niñez tranquila,
que el pobre viejo vacila 730
y en ti se quiere apoyar.
Torna, mi voz como un día
el santo templo no llena,
y el cáliz alza con pena
hacia Dios mi mano fría. 735
Y si al tornar, una losa
te indica muda y helada
que una vida terminada
bajo su peso reposa,
vierte una lágrima allí 740
de piedad y de consuelo,
que el padre Juan desde el cielo
otra verterá por ti.
 

(ROQUE se arrodilla. EL PADRE JUAN le bendice, le abraza. DIEGO le da la mano, MARÍA y las demás ALDEANAS le rodean. ROQUE por fin hace un esfuerzo y sale de la escena precipitadamente llega al puente y se reúne con los soldados. Cuando llega al fin del monte, tiende sus brazos y agita el sombrero. Todos los ALDEANOS y ALDEANAS hacen lo mismo hasta que se pierde de vista. EL PADRE JUAN se ha quedado con la mirada fija en el suelo e inmóvil. GASPAR se le acerca y lo dice.)

 
GASPAR Vamos, valor, padre Juan.
EL PADRE JUAN Yo le crié desde niño 745
la dulzura y el cariño, [83]
Gaspar, ese fruto dan.
GASPAR Es verdad.
(Doblando la cabeza avergonzado.)
EL PADRE JUAN                  Aunque te enoje
recordarte tu rigor,
el hombre es un labrador, 750
y lo que siembra, recoge.
 

(MARÍA, DIEGO, los ALDEANOS de ambos sexos y los NIÑOS, se reúnen con EL PADRE JUAN y GASPAR.)

 
MARÍA ¡Padre!
DIEGO             ¡Señor!
EL PADRE JUAN                         ¡Ya partió!
 

(Señalando el monte por donde ha desaparecido ROQUE y los SOLDADOS.)

 
DIEGO Acaben duelos prolijos.
MARÍA Le quedan a usted dos hijos.
NIÑO 1.º ¡Y yo tres!
NIÑO 2.º                  ¡Y yo!
TODOS                             ¡Y yo! 755
 

(Todos rodean al PADRE JUAN, que los mira con ternura.)

 
EL PADRE JUAN Vuestro amor me reconcilia.
Dichoso el genio profundo
que pueda tornar al mundo
en una sola familia.
 

(EL PADRE JUAN extiende los brazos por cima de los NIÑOS. Todos se arrodillan en torno suyo. Este cuadro final queda a cargo de los directores de escena. Cae el telón.)

 

FIN DEL DRAMA.



     Habiendo examinado este drama, no hallo inconveniente alguno en que su representación se autorice, si se suprime lo señalado en la escena octava del acto segundo.

     Madrid 27 de Noviembre de 1858.

El Censor de Teatros,

ANTONIO FERRER DEL RÍO.

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