Todo mi valor me valga |
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en las dudas que examino, |
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porque al furor no
despeñe |
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el dolor de los indicios. |
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¡Válgame Dios! Desde
el punto |
515 |
que tuvo el alma este aviso, |
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enlazado en la sospecha |
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está todo cuanto miro. |
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¿Si es cautela del
dolor, |
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o engaño de los
sentidos, |
520 |
o fuerza de la sospecha? |
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Esto postrero imagino; |
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que quien por un vidrio mira |
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que hace algún color
distinto, |
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todo cuanto ve con él |
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está del color del
vidrio. |
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Pues si yo tengo en los ojos |
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los antojos fementidos |
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del vidrio azul de los celos, |
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¿por qué
extraña este sentido |
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que de su mismo color |
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esté todo cuanto miro? |
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Mas ¡ay de mí! por las
puertas |
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de un corazón afligido |
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¡qué tarde entra el
desengaño! |
535 |
¡Qué presto abren al
alivio! |
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Mas no del todo he de darme |
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al engaño ni al
peligro; |
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ir quiero en mí
confiriendo |
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la defensa a los indicios. |
540 |
El estar mi esposa ahora |
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tan cariñosa conmigo |
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indicio es sobre los otros; |
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mas ¿no puede haber
sabido |
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el empeño que Alejandro |
545 |
fingió por intento
mío |
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con Nisea? Y ¿este
empeño, |
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junto con haberme visto |
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cariñoso, fino amante |
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(pues yo también lo he
fingido), |
550 |
haber sosegado en ella |
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las quejas y los suspiros, |
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y ser sosiego en sus celos |
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lo que yo engaño
imagino? |
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Si pudiera;... no pudiera: |
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que quien celos ha tenido |
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nunca halla
satisfacción |
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que arranque todo el indicio; |
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y el corazón más
amante |
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da envueltas, cuando es más
fino, |
560 |
en los ecos de los celos |
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las voces de los
cariños. |
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Darme un memorial un hombre |
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turbado y descolorido, |
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¿no es indicio de
traición? |
565 |
Traición fue, pues me lo
dijo |
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su turbación. Sí
sería.. |
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no sería; que este
aviso |
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aun a dársele a un
vasallo |
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fuera turbado yo mismo. |
570 |
Demás, que si aquesto
fuera |
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traición, sin haber
tenido |
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evidencia, o gran sospecha |
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para acusar el delito, |
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era la traición en
vano, |
575 |
si yo culpa no averiguo; |
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porque, a no haber fundamento, |
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¿qué me daba en el
aviso? |
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Confírmamelo Lidoro |
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(que es más probable
testigo); |
580 |
¿no pudiera ser
concierto |
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del que me avisó o
dél mismo, |
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que, envidioso de Alejandro, |
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procura su precipicio? |
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Sí pudo ser;... mas no
pudo: |
585 |
que medios hay infinitos |
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para culpar a Alejandro, |
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si su envidia es el motivo. |
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Pero en mi esposa
¿qué tiene |
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él que envidiar? Ni ella ha
sido |
590 |
quien fomenta su privanza; |
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luego el culparla es preciso |
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que no nazca de su envidia. |
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¡Oh, mal haya el
silogismo! |
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Llegar a hablarla quejoso, |
595 |
darle consuelo y alivio, |
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deuda es de sangre y de un
trato |
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de amor puro, honesto y
limpio; |
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pero decir que prosiga |
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su empleo, y al repetirlo |
600 |
que la entrada del
jardín |
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le hará lograr, ¿por
qué ha sido? |
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¿Por Nisea? Yo lo
creo... |
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Mas no creo, porque indicio |
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de ello no se vio. ¿No
pudo |
605 |
Nisea habérselo dicho? |
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Sí pudiera;... no
pudiera. |
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Locos pensamientos
míos, |
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¿tan mal estáis con
vosotros, |
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que sois vuestros enemigos? |
610 |
¿La razón contra
sí propia? |
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¿Cómo hay dentro de
mí mismo |
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dos bandos de pensamientos? |
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No; que, aunque varios, son
hijos |
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de una imaginación
sola; |
615 |
solo un discurso los hizo. |
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Pues ¿cómo unos
contra otros? |
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¡Incomprehensible
artificio! |
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¿Dentro de mí mismo
hay quien |
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esté bien con mi
peligro? |
620 |
Pues ¿a qué parte del
alma |
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le está bien este
delito? |
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¿Quién le procura? El
recelo. |
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¿Quién es el recelo?
El hijo |
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del honor. Pues ¿qué
pretende? |
625 |
Hereda el decoro limpio |
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de su pureza. Y ¿qué
quiere? |
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Quiere ver si le ha perdido, |
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para cobrar lo que hereda; |
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y presenta estos avisos |
630 |
con petición de
querella, |
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jurando no ser de vicio |
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al juez del entendimiento. |
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Y ¿quién afirma el
delito? |
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Él solo. Pues si él
lo afirma, |
635 |
miente en todo cuanto ha
dicho; |
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porque es parte aquí, y la
parte |
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no vale para testigo. |
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¡Oh confusiones humanas! |
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¡Oh dudosos laberintos! |
640 |
¿Quién es tan ciego,
que piensa |
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comprehender en su juicio |
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las intenciones ajenas, |
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los secretos escondidos |
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de los pechos de los otros? |
645 |
¿Cómo yo ver
imagino |
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una traición que está
oculta |
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en dos pechos fementidos, |
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si cuando más lo
pretendo, |
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yo no puedo ni distingo |
650 |
lo que mi propio discurso |
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tiene dentro de sí
mismo? |
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Mas ¿por qué en vanas
quimeras |
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aquí el tiempo
desperdicio |
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que ha menester el remedio? |
655 |
A llamar me determino |
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a Lidoro. ¡Qué mal
hice |
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en maltratarle ofendido, |
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pues callará temeroso |
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lo que dudoso averiguo! |
660 |
Pero yo le daré
aliento, |
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templado, afable y benigno, |
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hasta saber mis agravios; |
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y si es cierto su delito, |
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tiemble mi furor la tierra, |
665 |
tiémblenme montes y
riscos, |
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y tiemblen los elementos |
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del airado aliento mío; |
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pues para que se congele |
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en rayos lo que respiro, |
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hay la nube del engaño, |
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el sol de mi honor activo, |
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los vapores de los celos |
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y el fuego de mis suspiros. |
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(Vase.)
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