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Jornada II

 

Salen ESPERANZA y DON LOPE.

              
LOPE    Esto me importa la vida,
al Rey tienes de escribir.
ESPERANZA Es obligarme a morir.
LOPE Tu fe tengo conocida,
   y lo que te pido sé
que tiene dificultad
para con tu voluntad
que tan firme siempre fué:
   pero en aquesta ocasión
haz cuenta, Esperanza mía,
que excusas mi muerte.
ESPERANZA                                     El día
que mayor obligación
   me has de deber, ha de ser
éste.
LOPE        No tiene lugar
la vida para pagar
las que te llego a deber,
   que el Rey está enamorado
y no hay burlarse con él,
que es resuelto y es cruel,
y esta palabra le he dado.
   Tú como cuerda sabrás
con su amoroso desvelo
contemporizar, que el cielo,
que no ha negado jamás
   remedio a toda desdicha,
contra este monstruo importuno
vendrá a descubrir alguno
entretanto en nuestra dicha
   con que tenga nuestro amor
el dulce fin que desea.
ESPERANZA Alto, como gustas sea;
pero ¿no fuera mejor
   escribir de ajena mano,
porque mi letra a la suya
no llegue?
LOPE                 Ha visto la tuya
y fuera intentarlo en vano.
ESPERANZA    ¿Cómo?
LOPE                   Obligóme a mostrarle,
como este engaño penetra,
en una carta tu letra,
y aunque quisiera engañarle,
   ni tuve lugar, ni pude.
Al fin la ha visto, Esperanza,
que el poder de un Rey alcanza
los pensamientos que mide;
   los suyos del tiempo espero,
y de tu ingenio divino.
ESPERANZA Darte gusto determino.
LOPE Aquí pienso que hay tintero,
   pluma y papel.
 

(Llevan recado de escribir.)

 
ESPERANZA                            No pudieras
pedirme, don Lope, cosa
de hacer más dificultosa.
LOPE Escribe, mi bien, ¿qué esperas?;
   mira que me aguarda el Rey.
ESPERANZA Ya tomo la pluma y voy
a escribir y en mí no estoy,
porque voy contra la ley
   de nuestro amor.
LOPE                               Es verdad.
ESPERANZA No dan, después de los celos,
mayor infierno los cielos
que escribir sin voluntad.
LOPE    Vaya; pues esto ha de ser.
Di arriba: «Señor...
ESPERANZA                               Señor...
LOPE ...vuestro grande amor...
ESPERANZA                                      ...amor...
LOPE ...don Lope me dió a entender...
ESPERANZA    ...a entender...
LOPE                           ...y agradecida...
ESPERANZA ...y agradecida...
LOPE                           ...pagarlo
intentar pudiera...
ESPERANZA                           ...pudiera...
LOPE ...si le estuviera...
ESPERANZA                            ...estuviera...»
LOPE Pon lo demás por tu vida,
   que yo estoy perdiendo el seso;
esto más te deba yo.
ESPERANZA Haré lo que gustas.
LOPE                              ¿Vió
más nuevo y raro suceso
   la tierra, desde que amor
tantas historias admira?
Escribe, mi bien, y mira
que entretengas, sin rigor
   de desdén ni desengaño,
con las razones al Rey;
¿hay más rigurosa ley,
que esté mi vida en mi daño?
ESPERANZA    Ya acabé, ¿quiéresle ver?
LOPE Ciérralo, que si está lleno
este vaso de veneno,
sin verle le he de beber.
ESPERANZA    ¿Ha de ir con cubierta?
LOPE                                         Sí,
que es para el Rey, y el primero.
ESPERANZA Segundo escribir no espero.
LOPE Séllale también, que ahí,
   Esperanza, el sello está,
y pluguiera a Dios que fuera
de suerte que no le hubiera.
ESPERANZA Yo he hecho, don Lope, ya
   tu gusto.
LOPE                   Nunca fué nuevo
en ti, mi bien.
ESPERANZA                      Toma.  (Dale el papel.)
LOPE                                 Adiós.
ESPERANZA Adiós.  (Vase.)
LOPE           ¡Ay papel!, en vos
mi vida y mi muerte llevo.  (Vase.)
 
(Salen el REY DON PEDRO y criados.)
 
REY    Confusa imaginación
que los sentidos despiertas,
para la guerra del alma
hagamos un poco treguas.
Divirtámonos un poco,
que no es razón que sin ellas
de una vez se pierda todo,
que es muy de casa la guerra.
Rey soy, y tengo poder,
cuando el mundo lo impidiera,
para gozar de Esperanza.
Tratemos de otra materia;
¿qué hay de nuevo en Cantillana?
GARCÍA Hay una cosa nueva
que trae, señor, el lugar
sin seso.
REY              ¿De qué manera?
GARCÍA Dicen que de pocas noches
acá, que a las doce y media,
mucha gente de la villa,
como tan tarde se acuestan
por ser verano, ha encontrado,
arrastrando una cadena
y dando tristes gemidos,
una fantasma tan fiera
que a la casa de la villa
más alta con la cabeza
iguala, y aun sobrepuja;
y por esta causa mesma
hay mil enfermos de espanto.
REY Siempre tuve por quimera,
don García, estas fantasmas.
ÁLVARO Bien puede ser que lo sea.
REY Estas suelen siempre ser
fábulas de las aldeas,
que es la ignorancia inventora
y amiga de cosas nuevas.
Acuérdome que decía,
hablando en esta materia,
un hombre de muy buen gusto
y no menos experiencia,
que tres cosas en su vida
no supo jamás lo que eran
ni dió crédito, que son:
leguas, duendes y doncellas.
ÁLVARO Esto dicen muchos, y hay
criados de vuestra Alteza
que también la han encontrado.
REY Mentirán, por vida vuestra.
GARCÍA Don Lope me contó anoche
que ha escuchado las cadenas
y los gemidos saliendo
de Palacio.
REY                  Si él lo cuenta,
verdad debe de decir.
GARCÍA Y él de sí mismo confiesa
que no se atrevió a espetarla.
REY Pues en don Lope no es mengua
de valor, pues de su espada
sabemos tantas proezas.
ÁLVARO Don Lope viene, señor.
REY Venga muy enhorabuena.
 
(Sale DON LOPE.)
 
¿Qué nuevas tenemos, Lope?
LOPE ¿Qué nuevas, señor? Muy buenas.
REY ¿Hay papel?
LOPE                    Y a vuestro gusto.
REY Qué albricias no me pidieras,
porque te diera Sevilla.
LOPE Basta tu gusto por ellas.
REY Idos y dejadnos solos.
ÁLVARO En entrando con su Alteza
don Lope, todos sobramos.
GARCÍA Qué se puede hacer; paciencia.  (Vanse.)
LOPE Toma, señor, el papel. (Dásele.)
REY Mil veces, don Lope, deja
que le bese y que le adore.
LOPE (Aparte.) (Y a mí que de celos muera.)
REY (Lee.) «Señor, vuestro grande amor...»
Pues dando crédito empieza
a mi amor, de pagar son
las muestras más verdaderas.
(Lee.) «...don Lope me dió a entender...»
LOPE (Aparte.) (No iguala nada a mi pena.)
REY (Lee.) «...y agradecida...»
LOPE (Aparte.)                                 (Estoy loco.)
REY (Lee.) «...pagarle intentar pudiera,
si le estuviera a mi honor,
a mi sangre, a mi nobleza,
tan bien, como ser esposa
de don Lope, que éste os lleva;
yo le adoro, y ha de ser
sólo él mi dueño en la tierra,
a pesar del mundo todo;
no se canse vuestra Alteza.
Doña Esperanza, mujer
de don Lope.»  (Vuelve a mirar a DON LOPE.)
LOPE                       El Rey se altera,
y me ha mirado enojado,
si no me engaño.
REY                           ¿Que tenga
tal atrevimiento un hombre,
un vasallo, que en mi ofensa
cosa intente semejante,
y con esta desvergüenza
traiga a mi mano un papel
con más que puntos y letras
soberbias y desengaños?
LOPE ¿Qué confusión es aquesta?
¿Qué ha escrito Esperanza allí,
que aquí me tiene sin ella?
 
(Vase el REY a DON LOPE, empuñada la espada.)
 
Parece que el Rey se viene
a mí, con la mano puesta
en la espada.
REY                     Vive Dios,
que estoy, villano...
LOPE                               Detenga
vuestra Alteza su furor;
mire, escuche, espere, advierta
que yo, que nunca...
REY                                ¡Traidor!
LOPE Repórtese vuestra Alteza,
y tráteme bien, que soy...
REY                                        ¿Quién sois?
LOPE Una hechura vuestra.
REY Yo os volveré al primer nada.
 
(Sale DOÑA MARÍA.)
 
MARÍA Señor, ¿qué voces son éstas?
¿Vos con don Lope enojado?
Parece imposible.
LOPE                            Apenas
tengo sangre, en que la vida
estribe a causa secreta,
que en los reyes puede tanto.
MARÍA Colérico estáis.
REY                         Es fuerza,
por lo que debo a un suceso
que después sabréis.
LOPE (Aparte.)                         Cabeza,
temblando estáis en los hombros;
veneno mezcló en las letras
Esperanza para el Rey,
por que yo a sus manos muera.
REY ¿Don Lope?
LOPE                    Señor.
REY                              Besad
luego la mano a su Alteza
y prevenid la partida,
que importa vuestra presencia
a mi hermano Don Enrique
en aquesta justa empresa
que intenta contra Archidona,
y en ocasiones como éstas,
a vuestro valor la paz
le está mal, habiendo guerra.
MARÍA El Rey como es justo os honra,
que allá la persona vuestra
le podrá servir mejor.
LOPE Déme la mano su Alteza.
MARÍA Dios os traiga con victoria.
LOPE Los pies de vuestras Altezas
mil veces beso.
 
(Éntrase DOÑA MARÍA y vuelve DON LOPE.)
 
REY                        Advertid
que no habéis de estar apenas
dos horas en Cantillana,
sin ver ventana ni puerta
de doña Esperanza, o ved
si os estorba la cabeza.
LOPE    ¡Ah vano amor, ya estarás contento!,
si de verme dichoso estabas triste,
pues sola una esperanza me diste;
pluguiera a Dios se la llevara el viento.
   Llévate mis celos, pensamiento,
allá con los sentidos que ofendiste,
que a quien penas con lágrimas resiste
es alivio faltarle entendimiento.
   O quítame a lo menos la memoria,
como las esperanzas de mis dichas
en una solamente me has quitado.
   No se me acuerde la pasada gloria,
que no hay mayor desdicha en las desdichas
que haber sido dichoso un desdichado.
 
(Vase, y salen DOÑA ESPERANZA y LEONOR.)
 
ESPERANZA    ¡Ay Leonor!, mucho se tarda
don Lope; culpa he tenido
en haber con el Rey sido
tan resuelta.
LEONOR                   Espera, aguarda:
   eso que miras ahora,
¿no fuera razón de estado
de amor haberlo mirado
primero?
ESPERANZA               Quien ciega adora,
   en nada, Leonor, repara.
LEONOR Pues ten agora valor.
ESPERANZA Cuando le muestra el amor
que es muy poco, es señal clara.
   ¡Ay, no puedo sosegar!
LEONOR ¡Qué temerosa mujer!
ESPERANZA Pues me permites querer,
permíteme recelar.
LEONOR    Recela, mas no de suerte
que venga a ser el recelo
tu muerte.
ESPERANZA                Ya no es consuelo
defenderme de la muerte;
   vuelve a abrir esa ventana,
que parece que escuché
a don Lope.
LEONOR                    Ilusión fué,
pero no ha sido tan vana,
   que pienso que ha entrado acá
Rodrigo.
 
(Sale RODRIGO muy triste.)
 
ESPERANZA               Rodrigo mío,
¿y don Lope? ¿Mudo y frío
te quedas? Responde ya.
   ¿Queda en Palacio?
RODRIGO                                    Señora,
si no te dice el semblante...
ESPERANZA Tente, tente, no prosigas,
que si es desgracia, no es tarde.
RODRIGO Lo que me mandas haré.
ESPERANZA ¡Ay Rodrigo, si acertases
a decir que está don Lope
libre y vivo!
RODRIGO                   Dios le guarde,
que vivo y libre camina,
aunque sin acompañarle
ningún criado.
ESPERANZA                      ¿Qué dices?
RODRIGO Si me permites que hable,
dirélo, mas temo luego
al comenzar que me atajes
con una corma en los dientes
y una horca en los gazñates.
ESPERANZA Ya que me has asegurado
que está libre y vivo, dame
relación de su camino.
RODRIGO Escúchame sin turbarme.
ESPERANZA Di, Rodrigo.
RODRIGO                     Yo venía
como acostumbro, a buscarle
a Palacio, cuando veo
que por sus umbrales sale
haciendo extremos de loco
y arrojando de coraje
suspiros y espuma al viento,
cuando a los mismos umbrales
llegan dos postas, y en una
que le pusieron delante,
sin tocar pie en el estribo
subió al fuste por el aire.
Dile voces y seguíle,
cuando él, con razones tales,
me volvió a hablar, ajustando
al freno los alazanes:
«Rodrigo, queda con Dios,
que en desdichas semejantes
tú ni ninguno en el mundo
quiero que me acompañen.
Y dile al dueño que adoro
que pues que pretendió darme
la muerte con su papel,
ni me llore ni me guarde,
que aunque estoy agradecido
a su amor, por otra parte
me ha condenado a destierro
desengaño tan notable.
Que sea, como promete
siempre en su papel, constante,
ya que no me deja el Rey
que la vea ni la hable.
A la empresa de Archidona
me envía, donde matarme
podrán los celos primero
que los moriscos alfanjes.»
Con esto el caballo pica...
ESPERANZA No prosigas ni te alargues
en excusadas pinturas,
ya que no lo son mis males.
¡Ay Leonor!
LEONOR                    Señora mía.
ESPERANZA ¡Cómo no recelé en balde!
Porque siempre en sus desdichas
son profetas los amantes;
malhaya, Leonor, mis manos,
pues que no tuvieron arte
para engañar, siendo cosa
en las mujeres tan fácil.
¡Quemara un rayo la pluma,
o para la muerte darme,
después de haberlas escrito,
fuera cada letra un áspid!
Ténganme lástima todas
las que de firmeza saben,
por que no sientan de ausencia
las fáciles y mudables.
Loca estoy.
LEONOR                  Señora, espera.
RODRIGO Señora, escucha.
ESPERANZA                           Ya es tarde,
no hay que escuchar ni advertir,
dejadme hacer disparates,
que es desdicha notable
morir de firme una mujer amante.
Plegue a Dios, rey, que te dé
muerte un villano, un alarbe,
y cuando falte un Bellido,
que Don Enrique te mate.
Plegue a Dios que no te herede
tu hijo, y entre su sangre
revuelto tu cuerpo veas
y como villano acabes.
Y tú, dueño de mis ojos,
que vas imitando al aire,
vuélveme el alma, o permite
que te siga y que te alcance,
porque cuando a detenerte
mis pensamientos no basten,
el fuego de mis suspiros
es posible que te abrase;
que yo, haciendo de ellos alas,
también partiré a buscarte,
como amante salamandra
que nunca del fuego sale.
Espera, mi bien, espera,
no te alejes, no te apartes,
y estima en menos la vida.
LEONOR Señora.
RODRIGO             Escucha.
ESPERANZA                           Dejadme;
que es desdicha notable
morir por firme una mujer constante.  (Vase.)
RODRIGO Pues queda su amante aquí,
señora Leonor, aguarde,
que ha días que no la veo
y está un poquito intratable.
Ya sabe que no me voy
y cómo he quedado sabe
sin amo, y que he menester
que vuestra merced me ampare.
Aunque me falte don Lope,
su clemencia no me falte,
pues sobre el vino y perniles
tiene el poder y las llaves;
mira que está mi remedio
en tus manos celestiales.
LEONOR Yo me acordaré, Rodrigo,
de vos.
RODRIGO             Si ha sido vengarte
por el mismo estilo, vive
el Cielo, que no te alabes
de este desdén, si a rebato
toco de ausencia esta tarde.
LEONOR Qué poco pienso llorar
si aquesto que dices haces,
porque un médico me ha dicho
que son las lágrimas sangre,
y a mí cualquiera sangría
llega a punto de enterrarme,
cuanto más siendo en los ojos;
Dios mil años me los guarde.
RODRIGO Luego ¿no te deberán
mis amorosos pesares
lo que a Esperanza don Lope?
LEONOR Rodrigo, no todas hacen
en el mundo esos extremos,
porque dicen las comadres
que suceden mil desdichas
de firmezas semejantes;
líbreme Dios de ser necia,
¡Jesús, Jesús!
RODRIGO                      Persignarte
con esta daga quisiera,
porque mejor te admirases,
fregona injerta en doncella,
doncella de Dios lo sabe,
mula gallega, en esto.  (Va a darla.)
LEONOR Tate, Abraham, tate, tate,
que es desdicha notable
morir sin gana a manos de un salvaje.
RODRIGO Bien te has vengado, enemiga;
plegue a Dios que mueras antes
que lo que en amor me debes
en viles celos me pagues.
Plegue a Dios que cuando friegues,
plegue a Dios que cuando laves,
el jabón y el estropajo
que a toda sobra te falte.
Plegue a Dios que cuanto guises
se te caiga del alnafe,
y cuando tengas más gusto
te yerre un vestido un sastre,
que yo me diera la muerte
con esta daga mudable
para vengarme de ti,
si no pensara matarme,
que es desdicha notable
que quede España sin Rodrigo Hernández.
 
(Vase, y salen el REY y DOÑA MARÍA, de caza.)
 
REY    Sirva de hermoso esmalte a esta belleza
de este apacible sitio la esmeralda
y esa de plantas áspera maleza,
salvaje por el pecho y por la espalda.
Mira ese arroyo que a bajar empieza
desde ese risco hasta esa verde falda
qué de racimos de cristal de roca
que desperdicia cuando al valle toca.
   Mírale luego al son de los amores
de tantas aves cómo se dilata,
ya haciendo pasamanos de las flores,
ya entre las yerbas, víbora de plata.
Todo convida, amor inspira olores;
dichoso el que estas soledades trata
sin pena, ociosamente descuidado,
libre de la ambición y del cuidado.
   ¡Oh grande imperio de quietud! ¡Oh vida,
la más sabrosa, dulce y regalada,
de pocos en el mundo conocida,
de muchos sin buscarte deseada!
Hoy tu apacible sitio me convida
más que del fiero jabalí la armadura,
a apacentar la vista en tu hermosura,
adonde siempre la esperanza dura.
MARÍA    El nombre de Esperanza ha muchos días
que anda valido en vos, y me han contado
que os cuesta algún cuidado, y aun porfías
una esperanza de otro verde prado;
y éstas deben de ser melancolías
que queréis divertir de enamorado,
que sois muy tierno vos.
REY                                      Como los cielos,
os vestís siempre de color de celos,
   que ha hecho amor en vos naturaleza
la costumbre ordinaria de pedillos,
aunque a ofender llegáis vuestra belleza
sólo en imaginallos.
MARÍA                              Divertillos
con ello procuráis.
 
(Sale DON GARCÍA.)
 
GARCÍA                             Ya la aspereza
de esta montaña, a quien sirvió de grillos
ese arroyuelo en el invierno helado,
ya en plata fugitiva desatado,
   el cerdoso animal penetra ahora
acosado de perros y monteros,
porque desde la risa de la aurora
le han seguido valientes y ligeros.
Primero que la noche encubridora,
hecha pavón soberbio de luceros,
baje, podéis seguirle con ventaja,
porque al cristal de aquella fuente baja.
REY    Vamos, Diana de esta verde selva,
porque Venus por vos tome venganza,
cuando a los ojos de su Adonis vuelva
del campo flor con inmortal mudanza.
MARÍA La montería al valle se revuelva.
REY Don García.
GARCÍA                    Señor.
REY                           ¿Qué hay de Esperanza?
GARCÍA Habléla.
REY             ¿Y qué responde?
GARCÍA                                         No despide.
REY ¿Podré perderme?
GARCÍA                              Sí.
REY                                  Caballos pide
   y mira no me pierdas, don García,
que contigo he de hacer esta jornada:
¿podráse asegurar Doña María?;
porque ha dado en andar desconfiada.
MARÍA Por aquí suena ya la montería.
 

(Suena ruido de caza.)

 
GARCÍA La traza de la caza fué extremada.
REY ¡Oh, quién viera premiar tantas finezas!
GARCÍA Caballo y palafrén a sus Altezas.
 
(Vanse y salen LEONOR y PERAFÁN.)
 
PERAFÁN    ¿Adónde está retirada
Esperancica, Leonor?
LEONOR En su aposento, señor.
PERAFÁN ¿Qué tiene?
LEONOR                   No tiene nada.
PERAFÁN    Pues ¿qué novedad es ésta,
si suele salirme al paso?
¿Siéntese indispuesta acaso?
LEONOR Triste sí, mas no indispuesta.
PERAFÁN    Triste, sin duda que ha sido
la ocasión de este rigor
que con don Lope, Leonor,
en desterrarle ha tenido
   sin más ocasión el Rey
que su misma voluntad,
que es cobarde la crueldad
y a ninguno guarda ley.
   Quien le vió ayer comenzar
a privar, que no dijera
que aquesto imposible fuera;
ocasión debió de dar,
   puesto que me parecía
don Lope buen caballero.
Llama a Esperanza, que quiero,
porque acostarme querría,
   darle primero unas nuevas
de su hermano.
 
(Sale ESPERANZA.)
 
ESPERANZA                        Cuando oí
tu voz a verte salí.
PERAFÁN Mal dice Leonor que llevas
   este destierro, Esperanza,
de don Lope.
ESPERANZA                      Señor, sí;
que como posaba aquí,
también el pesar me alcanza,
   que el trato del hospedaje
siempre engendra voluntad.
PERAFÁN Y yo le tengo amistad,
mas no hay quien el gusto ataje
   de un Rey mancebo y quizá
con una punta de celos.
Éstos son necios desvelos,
lo que él quisiere, será;
   en mi casa estoy seguro
sin ninguna pretensión,
sin envidia, ni ambición,
que sólo vivir procuro;
   a ese muchacho quisiera,
pues es tan hombre de bien
y lo merece también,
que el Rey mercedes le hiciera,
   que yo no pretendo más.
ESPERANZA ¿Qué ha sabido de mi hermano?
PERAFÁN Que antes que pase el verano
vendrá a verme.
ESPERANZA                          Tú me das
   muy buenas nuevas (¡ay, Dios,
cuánto esforzarme procuro!).
PERAFÁN Hizo treguas con el muro
granadino ya por dos
   meses Enrique, y levanta
el sitio, y contra Archidona
marcha también en persona
a conquistarla con tanta
   resolución que la villa
no se le resistirá
una semana, y dará
luego la vuelta a Sevilla.
ESPERANZA    Tráigale con bien el cielo.
PERAFÁN Bien puede ser que perdón
alcance en esta ocasión
del Rey, don Lope Sotelo,
   cuando la guerra se acabe,
si ha sido leve el disgusto.
ESPERANZA (Aparte.) Nunca el amor es tan justo
que perdonar celos sabe.
PERAFÁN    Esto me escribe tu hermano.
ESPERANZA ¿Recogerte determinas?
PERAFÁN Los viejos somos gallinas
en acostarnos temprano,
   y así recogerme quiero;
recógete tú.
ESPERANZA                   Sí haré.
Dios te guarde.
PERAFÁN                        Dios te dé
buen sueño.  (Vase.)
ESPERANZA                   El mortal espero.
LEONOR    La esperanza eres peor
que se puede imaginar,
pues te pones a esperar
cosa tan mala.
ESPERANZA                   ¡Ay, Leonor!;
   qué poco sabe tu pecho
de amorosa voluntad.
LEONOR Ella es mucha necedad,
hay muy pocas que la han hecho.
ESPERANZA    Soy de aquesta condición,
¿qué quieres?
LEONOR                     Que al uso seas,
si ser discreta deseas,
y vivir en conclusión:
   mira tú en lo que han parado
esas que firmes han sido,
si fábulas no han mentido,
y autores se han engañado.
   Tisbe murió con la espada
de Píramo; Hero también,
a Alejandro hizo sartén,
y murió en él estrellada,
   y otras muchas, que el amor
las trajo al último exceso.
ESPERANZA ¿Y no dejaron con eso
eterna fama, Leonor?
LEONOR    De fama hablas ahora:
¡qué amor tan gentil profesas!
ESPERANZA Nunca de cansarme dejas.
LEONOR Tengo lástima, señora,
   a tus años y quisiera
que como era justa ley,
que no te tuviera el Rey
por aldeana y grosera,
   que en ello consistiría
de tu don Lope el remedio,
más que en otro humano medio:
¿qué dijiste a don García?
ESPERANZA    Ni bien ni mal.
LEONOR                           La tibieza
es el estado peor.
¿Vendrá el Rey?
ESPERANZA                           No sé, Leonor.
(Suenan guitarras.)
LEONOR Música en la calle empieza.
ESPERANZA    Será el Rey, que don García
me previno esta mañana.
LEONOR Ponte un poco a la ventana
por tu vida y por la mía.
ESPERANZA    No tengo gusto, antes quiero
recostarme en este estrado.
LEONOR En gentil grosera has dado.
ESPERANZA De esta suerte vivo y muero.  
(Cantan dentro.)
MÚSICOS.    Los negros soles de Albania
estaba adorando Tirsi,
tan avaros, que al del cielo
niegan la luz que les piden.
ESPERANZA Qué músicos tan cansados.
LEONOR ¿No te agradan? ¿Es posible,
que cantando de esta suerte,
estas voces no te obliguen,
cuando no viniera el Rey
a favorecerlas?
ESPERANZA                        Viven
muy lejos las alegrías
de mis pensamientos tristes.
(Vuelven a cantar.)
Por hermosa y por soberbia
es amiga de imposibles,
y con ser Sol de estos campos,
es sombra de quien la sigue;
mas ay del triste
que quiere el Cielo
que en el viento fíe.
(Duérmese ESPERANZA.)
LEONOR Durmiese, que solamente
así ha querido rendirse;
quiero dejar que descanse.  (Vase.)
 
(Habla ESPERANZA en sueños.)
 
ESPERANZA Seáis, dueño de mis ojos,
bien venido, que os partisteis
con el alma, y me dejasteis
sin mí, y con vos siempre firme.
Dadme los brazos, mi bien,
y como yedra ceñidme,
que soy vuestra. ¿Qué es aquesto?
 
(Sale DON LOPE y levántase ESPERANZA.)
 
¿Qué causas, mi bien, te impide?
¿Vos conmigo desdeñoso?
¿Vos enojado? ¿Vos triste?
Celoso estáis, esperad;
no os vais, escuchad, oídme,
iré tras vos dando voces;
¡oh, mi bien!
 
(Vase a entrar por donde está DON LOPE y se encuentra con él.)
 
LOPE                   ¿Qué empresas sigues
Esperanza de este modo?  (Despierta.)
ESPERANZA ¡Ay!, ¿quién eres?
LOPE                             Yo soy.
ESPERANZA                                         ¿Finge
esto el sueño todavía?
¿O eres sombra, que te vistes
del original que adoro?
LOPE Si duermes, despierta, y ciñe,
mi vida, esos dulces lazos
a quien te adora tan firme
como tú misma.
ESPERANZA                         ¿Qué es esto,
mi bien?
LOPE              Venir a servirte,
venir a verte y adorarte.
ESPERANZA Señor, parece imposible;
¿por dónde entraste?
LOPE                                 Por ese
balcón, que de oriente sirve
a tus ojos, cuando quieres
dar a los campos abriles.
Que como ladrón de casa,
por aquella parte vine
que asegura el sordo Betis
que duerme entre juncia y mimbres,
que con la fama y recelo
de esta fantasma que dicen
no hay envidioso que escuche
ni malicioso que mire.
ESPERANZA Con música en esta calle,
al Rey encontrar pudiste.
LOPE Primero se fueron todos.
ESPERANZA Don García me persigue
por el Rey.
LOPE                 Será mandado;
es fuerza que determines
ir entreteniendo al Rey,
que importa a los dos; resiste
a tu misma condición,
que haber escrito tan libre
y con tantos desengaños,
como pienso que escribiste,
pudo ser causa, Esperanza,
de mi muerte; hasta que miren
los cielos nuestros deseos
con más venturosos fines,
(que todo al poder del tiempo
viene a mudarse, a rendirse,
y más en el que es mudable,
viendo la empresa imposible)
tú a sus ruegos, Esperanza,
siempre cortés, y difícil,
sin darle jamás favores
es bien que contemporices,
que es en efecto absoluto
dueño de todo, y consisten
nuestras dos vidas en ello,
puesto que llego a pedirte
la cosa más peligrosa
que a las mujeres se pide;
mas conociendo tu pecho,
no es razón que desconfíe.
ESPERANZA Con eso sólo me ofendes.
LOPE Perdona si te ofendiste,
que quien ama confiado
o es necio o está muy libre;
todas las noches vendré
y adiós, que el alba se ríe,
si no me engaño, Esperanza,
que ya despiertos lo dicen
los gallos de Cantillana
y no quiero que al partirme
me encuentren sus labradores,
que los villanos son linces,
y fálteme la tierra, el agua, el viento,
la luz del sol que cuanto vive alcanza,
y de mis enemigos la venganza,
el propio honor, el mismo entendimiento,
el ánimo a la sangre, el nacimiento,
en mis desdichas esperar mudanza
y deberte, Esperanza, la esperanza
que es el más apretado juramento.
Fálteme Dios en la postrera suerte
que hay del vivir humano al postrer sueño,
cuando a este trance su clemencia pida,
si tuviere poder la misma muerte,
para quitarme, regalado dueño,
el amor que te tengo con la vida.
ESPERANZA Pues primero será la noche día
y niebla el sol, verano el cano invierno,
la guerra paz, lo temporal eterno,
disgusto el bien, pesar el alegría:
volverá el tiempo atrás y en la porfía
de la fortuna varia habrá gobierno,
pena en la gloria y calma en el infierno,
que deje de adorarte el alma mía,
que no podrán mudarme de este intento
el Rey, ni el sol, si lo que ve me ofrece,
que por ti todo lo desprecio y piso;
que la mujer, aunque igual al viento,
si sale firme, espíritu parece
en no volver atrás en lo que quiso.

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