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El «Elogio descriptivo» escrito con motivo del famoso juego de toros y cañas celebrado en Madrid en Agosto de 16231,2

Juan Ruiz de Alarcón



  —1→  

Elogio descriptivo a las fiestas que la Majestad del Rey Felipe IV hizo por su persona en Madrid a 21 de agosto de 1623 años, a la celebración de los conciertos entre el Serenísimo Carlos Estuardo, Príncipe de Inglaterra,   —2→   y la Serenísima María de Austria, Infanta de Castilla3. Al Duque adelantado, etc. Quien yerra obedeciendo, no desmerece errando. En esta confianza se atreve este papel a las manos de Vuestra Excelencia, y en ésa no teme a las demás. Guarde nuestro Señor a Vuestra Excelencia. El licenciado don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza.








ArribaAbajo I

Mientras la admiración avara atiende4
a tanta majestad, a tanta pompa,
el vuelo, ¡oh, fama!, con la voz suspende,
porque, informada bien, silencios rompa.
No encarecida5 la verdad aprende,  5
que no mendiga aumentos de tu trompa6;
ministrará mi numerosa Clío7
lengua a tu aliento y ley a tu albedrío8.

  —3→  


ArribaAbajoII

Era del año la estación ardiente9;
daba a Febo10 el León último hospicio11,
del alto cielo al húmedo Occidente
su carro amenazaba el12 precipicio13;
la turba inferior14, y la eminente  5
nobleza, o por su sangre, o su ejercicio15,
de la Corte de España concurría,
y, de su circo, anfiteatro16 hacía17.




ArribaAbajoIII

Los tafetanes, rasos, terciopelos,
—4→
telas, tabís18, damascos y brocados
edificios mentían, si eran velos
en consonancia hermosa variados19.
Daban ventaja a su esplendor los cielos,  5
cuanta soberbia a su color los prados20,
y la inquietud del pueblo y el ruido
sobraban a la vista y al oído21;




ArribaAbajoIV

cuando el aplauso roba cortesano
de diosas dos la adoración humana:
esta Juno22 del Jove23 castellano,
del anglo Endimión24 esta Diana.25
Coro de ninfas las emula en vano26,  5
si su hermosura puede soberana,
ausentes estas dos deidades bellas,
acreditar de soles27 sus estrellas28.

  —5→  


ArribaAbajoV

Grave se mueve el uno y otro plaustro293031
de cielo, con razón presuntuoso,
hasta la línea en que su breve claustro32,
lo que negó envidiado, da envidioso;
rosada y blanca33 ostenta, opuesto34 al austro35,  5
dos bellas albas36 un Oriente37 hermoso,
porque a Filipo y Carlos precursoras,
pues son dos soles, nazcan dos auroras38.

  —6→  


ArribaAbajoVI

Jerarquía gentil de semidiosas,
obsequio ilustre de sus Majestades,
cuando de propios rayos luminosas,
reflejos gozan de sus dos deidades39;
vivos claveles, animadas rosas,  5
componen de vistosas variedades
bellezas que las alas solicitan
dar al amor, que a la esperanza quitan40.




ArribaAbajo VII

Candores brilla, si entre auroras puede41,
del cielo de Austria el esplendor tercero42,
que, si no las compite, no les43 cede44;
si ellas auroras son, él es lucero45;
pimpollo tierno, a quien la edad concede 5  5
maduro fruto en su verdor primero46;
Antistes en Toledo vigilante,
Príncipe en Roma, y, en Castilla, Infante47.

  —7→  


ArribaAbajoVIII

Rosas Gales vertiendo y azucenas,
si la sed de su amor en la tardanza
del merecido premio sufre pena,
glorias bebe en la vista su esperanza;
duro en medio metal finge cadenas48,  5
por quien Tántalo49 preso el bien no alcanza;
y, cuando en fiestas uno y otro polo50
se alegra de su gloria, pena él solo51.




ArribaAbajoIX

Al espléndido trono fija atento,
ávida vista, el pueblo circunstante52,
cuando se ve ilustrar el firmamento
de nueva luz, de sol más radiante53.
¡El Rey!, turbada mano, flaco aliento,  5
antes que rudo escriba, antes que cante
poco canoro54 Majestad tan suma,
¡Oh!, pídele perdón, ¡Oh, voz y pluma!55




ArribaAbajo X

No tanto entre topacios y jacintos
—8→
se oculta al56 hijo hermoso de Latona57,
cuando los rayos de su luz distintos
esparcen oro a la elevada zona58;
alba que de confusos laberintos,  5
de estrellas fugitivas, se corona;
cuántas postró Filipo59 majestades,
eclipsó luces, humanó deidades60.




ArribaAbajoXI

Ocupa el real trono, eminente
solio61, del de Arctus62 a la mano diestra63.
Si su genio, si el signo su ascendente
predice efectos y verdades muestra,
del quinto Carlos Fénix renascente,  5
cuanto en el nombre en la marcial palestra64,
que al sol hesperio65 en luces emulara,
a no vencerle a rayos su tiara66.




ArribaAbajo XII

Águila, a su esplendor no se deslumbra;
salamandra, a su fuego no se abrasa67,
—9→
aquel que digno a su favor encumbra
mérito, propio ya, ya de su Casa68;
polo constante a la región que alumbra,  5
al orbe que gobierna, firme basa69;
por cuyo sabio y religioso celo
es Anglia España, y es España cielo70.




ArribaAbajoXIII

Del alto trono el trono mismo alcanza
el árctico71 Almirante72, que merece
quien del huésped inglés73 ha74 la privanza75;
con propias partes76 y adquiridas crece77;
su verde ornato78 explica la esperanza  5
del bien futuro que a su79 patria ofrece,
—10→
siendo al principio de esta unión tercero80,
siendo, al deseo de este fin, primero81.




ArribaAbajoXIV

Tudesca hueste herrado fresno esgrime8283
en la plebeya turba resistente84,
que al escarmiento de sus golpes gime,
sin que al gemido de ellos escarmiente;
mas, tanto su furor al fin la oprime,  5
que, atropellada en fuga diligente,
imita por las puertas el gentío
rápido curso de inundante río85.




ArribaAbajoXV

Movibles selvas, fuentes racionales8687,
en orden bañan el espacio enjuto,
formando con sus húmedos raudales
caracteres que borre el marcial bruto88.
—11→
Mas ya en festivos cóncavos metales89  5
(porque unión tan feliz con su tributo
ayude a celebrar cada elemento),
antes que cese el agua, suena el viento90.




ArribaAbajo XVI

Pueblo de famas es el ordenado
escuadrón de rubíes numeroso91,
de cuya mano o pecho es inspirado
uno y otro instrumento sonoroso;
diez veces quince son los que en ornado  5
bruto92 el término atruenan espacioso93;
y aún no tanto clarín y tanta trompa94
es voz bastante a la futura pompa95.




ArribaAbajoXVII -

Clara familia infante el grave paso
circundante repite96, honora atenta,
del que, si presto volara Pegaso97,
ahora98 tardo99 Majestad ostenta100.
—12→
El rubio101 que el Oriente102, el que el ocaso  5
cándido pecho rinde, le acrecienta;
rayos sí, mas no fuego al ardimiento;
sosiego, no opresión al movimiento103.




ArribaAbajo XVIII

Terliz purpúreo, que, de Arabia el oro104,
dosel105 del solio106 imperial guarnece107;
si del rico jaez niega el tesoro,
satisface la injuria en el que ofrece;
—13→
en medio el nombre regio, a quien el moro  5
adusto, el escita helado108, se estremece109;
el oro cifra, y cándidos110 retrata
los rayos de sus sienes rica plata111.




ArribaAbajo XIX

Siguen sus huellas, en ornato iguales,
cincuenta y nueve agravios del primero112,
cuyos retratos son las celestiales
alas del carro del mayor lucero113;
en plata y nácar luce de reales  5
ministros pueblo, cuyo lisonjero
culto el alarde irracional venera
por sacro altar de la deidad que espera114.




ArribaAbajoXX -

Portátil basa que, a sus pies rendida115,
escala sirva116 al Rey para el estribo,
en los hombros se mueve sostenida
de cuatro copias de granate vivo.
Velo sutil de púrpura tejida,  5
cielo avariento, oculta el leño altivo117,
—14→
porque nadie presuma, en los despojos,
donde su Alteza el pie, poner los ojos118.




ArribaAbajoXXI

Doce enfrenados montes, que de Ociro119120
son y el tardo animal121 (mestizo parto)122
hijas123, conducen de Ladón124 al tiro,
que ha de atreverlas al planeta cuarto125.
Metal de Ofir126 en múrice de Tiro127  5
presta aljaba128 a las flechas, que del parto129
honrosas han de ser al arco afrentas,
de la mano partiendo más violentas130.

  —15→  


ArribaAbajo XXII

En torno lustra la cuadrada arena131
el concertado alarde en lento paso132,
y en orden de sus rayos la enajena
la puerta, que al Oriente les da ocaso133;
suspensa está en la admiración la pena 5  5
de la ocultada pompa, que el134 Parnaso135
en vano musas a alabarla ofrece;
alábela el callar, que no enmudece136.




ArribaAbajo XXIII

Madrid entonces a Madrid presenta137;
cuatro sonantes bronces138, y del fruto
—16→
del azahar139 sobre el color140 ostenta
cándidas venas de oriental tributo141;
ricos jaeces veintidós142 sustenta,  5
número igual de beticano bruto,
por quien su timbre más presuntuoso
cambiar pudiera ya en caballo el oso143.




ArribaAbajo XXIV

Sus huellas borra y borra su memoria144,
de cuatro voces de metal guiado,
el escuadrón, que la segunda gloria
da de Berganza al término cercado145;
la plata146 ofrece letras147 a su historia  5
en piel bermeja que el león le ha dado148,
siendo rubís149, zafiros y esmeraldas
treinta envidias al sol en treinta espaldas150.

  —17→  


ArribaAbajo XXV

Emula de la pompa lusitana151,
después que al bronce el viento se estremece152,
provincia153 de vasallos castellana
del más claro Mendoza154 resplandece;
blanco tesoro de espelunca155 indiana156  5
la oscura tela esconde, no guarnece157,
con cuarenta caballos en que admiro
la razón de ventaja a los de Epiro158.




ArribaAbajo XXVI

Ya tiembla el turco, ya se turba el medo159,
que el clarín hiere el elemento raro160,
y del color de que se viste el miedo161,
y el blanco amor del insaciable avaro162,
—18→
el ejército marcha del163 Toledo164;  5
claro en la paz, cuanto en la guerra claro;
su valor muestra en solos165 veinte frenos166,
porque para vencer le bastan menos.




ArribaAbajo XXVII

Tuba sonante la atención incita167
al escuadrón, ya racional, ya bruto168,
del nombre lusitano169, que acredita
de enamorado humor el tinto fruto170;
fecunda de jazmín171 la planta imita  5
sobre el color de abril172 indio tributo173;
y en sus caballos treinta y dos podía
matar la sed la avara hidropesía174.

  —19→  


ArribaAbajoXXVIII

Festivo, si marcial, suena inflamado
metal de cuatro alientos175, que repite
el nombre de Tifeo respetado,
temido del esposo de Anfitrite176;
el Almirante177, término cifrado,  5
que cuantas glorias a la voz permite
la lisonja mayor, cuantas la pluma
mendaz amplía, verdadero suma178.




ArribaAbajoXXIX

De éste, pues, héroe, visitó la arena179180
copioso pueblo181, que en la tela oscura
rayos borda del sol182, furias enfrena,
ornadas183 treinta y dos de plata pura;
y diez el oro en dilatada vena  5
cubre desde la espalda a la herradura,
tanto, que es de ellos cada cual juzgado,
no dorado animal, oro animado184.

  —20→  


ArribaAbajoXXX

Largo escuadrón, al resonar del viento,
de Italia185 muestra el español Atlante186;
el oro en blanca tela es elemento
que puebla oscura fiera sibilante187;
hijos del Betis188 la mitad de189 ciento  5
oprime triplicada turba infante190,
poca opresión a su soberbia furia,
a su humilde obediencia mucha injuria191.




ArribaAbajo XXXI

De Córdoba al clarín tiembla la tierra192,
que el son conoce de su heroico abuelo193;
blanco tesoro de las Indias hierra194
sobre el color que el mar presta a su velo195;
dos veces doce196 a la fingida guerra197  5
—21→
marchan caballos tales, que, si el suelo
saben con hierro penetrar sus huellas,
sus espaldas con oro las estrellas.




ArribaAbajo XXXII

Silencio imprime cuando acorde suena
último coro de metal dorado198,
que la gloria de Sando199 da a la arena
pródigo200 alarde en orden dilatado201;
de lirio azul y cándida azucena202,  5
mayo es agosto203, y la palestra204 es prado,
grande aparato al mundo, si pequeño
a publicar grandezas de su dueño205.




ArribaAbajo XXXIII

Cuanto su vista el ánimo suspende206,
su aplauso más la suspensión dilata207;
cuanto la admiración los labios prende,
tanto en más libres voces los208 desata;
—22→
Telus209 se oprime, cuando el sol se ofende  5
al peso y luz de perlas, oro y plata,
que a veinticuatro sillas prestan velos
que vientos cubren, que descubren cielos210.




ArribaAbajo XXXIV

En él dio fin la ostentación faustosa211;
y, aunque el postrero a la estacada llega,
estancia ocupa a todos ventajosa,
pues del alfa del Rey es él omega212.
Columnas a la fiesta213 suntuosa  5
de Alcides214 son sus pompas215, con que niega
el paso a la esperanza, hasta que el mundo
al cuarto César216 deba el plus segundo217.




ArribaAbajoXXXV

Aún no la planta se ocultó postrera,
aún no el encomio sucedió a la gloria,
cuando bicorne mugiente fiera218
hurta el pasado fausto a la memoria219.
—23→
De fugitiva discurrió ligera,  5
previniendo su instinto que a la historia
de tan dichosa unión no dé la mano
sólo220 una letra de licor humano221.




ArribaAbajoXXXVI

Aquí la águila regia, aquí el segundo222
de Austria león223, de España aquí el Atlante224,
para mostrarse en nuevo Oriente al mundo,
de su esplendor lo privan fulminante225;
bien que la noche al centro más profundo,  5
y más alta región tan radiante,
lució de estrellas226, que la idolatría
le dio holocausto227 en el altar del día.

  —24→  


ArribaAbajo XXXVII

Pagó el postrero universal tributo
el228 toro al filo del metal templado229,
cuando en nácar y plata, en vez del luto
que debe a sus exequias230, adornado
tríyugo impulso de valiente bruto231  5
del circo232 ausenta el bulto inanimado,
por quien no vino a ser menos festivo
su rapto muerto233 que su curso vivo234.




ArribaAbajo XXXVIII

Solicitó el segundo con ligera
hendida235 planta en círculos el coso236;
segundo a Europa engaño ser pudiera,
no menos que por manso, por hermoso237.
En fieras ocho no se vio una fiera,  5
auspicio claro, indicio venturoso,
de que fue providencia soberana
tanta conforme contingencia humana238.

  —25→  


ArribaAbajoXXXIX

Segunda vez de mílite extranjero
huye ofendida la confusa plebe239;
segunda vez de bosque lisonjero
nube inundante en las arenas llueve240;
porque segunda vez al hemisferio  5
de trompas241 el ejército242 se atreve,
altivas tanto más cuanto a su asiento243,
por precursor del Rey, se humilla el viento244.




ArribaAbajo XL

Los que a la pluma truecan ya la espada
(injuria de la edad), uno Mejía,
otro Girón245, ilustran la estacada246
en gallardo animal de Andalucía247.
Para248 correr Filipo249 en su250 embajada  5
por la licencia de Isabel envía251,
—26→
que al sol para salir no ha sido ahora
la vez primera que la dio la aurora252.




ArribaAbajo XLI

Cuando la puerta que antes el Oriente253
saluda de la luz que borda el día254,
del español Titán255 se vio luciente,
que a pesar de la tarde amanecía256;
en uno y otro aplauso de la gente257, 5  5
vencida la atención de la alegría,
bien que en confusa voz, el regocijo
"¡Filipo!", repitió; "¡Filipo!", dijo258.




ArribaAbajoXLII

De un bizarro alazán la espalda oprime,
que fogoso los vientos amenaza,
—27→
sin desmentir, si fatigado gime,
del céfiro andaluz la noble raza.
Apenas toca el pie, menos imprime,  5
su breve huella en la espaciosa plaza,
dándole, si lo ajusta o si le bate,
el freno ley, impulso el acicate259.




ArribaAbajo XLIII

Carlos le sigue; de su bruto alado260
la planta iguala mal el pensamiento,
pues, aunque de su imperio moderado,
deja sin plumas y sin alma el viento;
menos eran veloces los que al Pado  5
joven precipitó del alto asiento261;
que ellos bajaron, por volar, al suelo,
y éste penetra, por correr, el cielo262.




ArribaAbajo XLIV

Rayo es del sol, si puede serlo alguno,
la oliva263, a cuya ley la militante
señal obedeciendo de Neptuno264,
a Palas265 otra vez hace triunfante.
Sigue Carpio266, gentil cuanto ninguno,  5
—28→
la luz del sol hermana267, y arrogante
blasona que a la luna de su espejo
pueda268 ser sombra269, cuando no reflejo270.




ArribaAbajoXLV

Ébano y oro dividiendo hermosa271
línea de plata en animados vientos272
galas prestó273 a Madrid, que en la gloriosa
mentida oposición a los violentos274
estrépitos de Marte, victoriosa,  5
de su motor siguió los movimientos;
siendo, pues, luz vecina al sol, mostraba
nube, que su esplendor reverberaba275.




ArribaAbajo XLVI

Con relámpagos siete, ardiente rayo,
aumentó a la palestra276 luz suave
Eduardo el regio277; y del festivo ensayo
se argumentaba en él lo horrendo y grave,
multiplicado en ocho abriles mayo;  5
y en alazanes ocho se vio una278 ave,
—29→
y, si en lo rubio el dios que nació en Delo279,
en lo blanco y azul280 volaba el cielo.




ArribaAbajo XLVII

Mendozas dos un cuarto son planeta281282,
pues siendo Faetón283 uno, y otro Apolo,
con arrogancia agora284 más discreta,
el hijo unido al padre alumbra el polo;
cabello blanco en negra piel perfecta  5
dan consonancia en dos partos de Eolo285,
que ligeros, conformes y lucidos
muestran que al carro van del sol uncidos286.




ArribaAbajo XLVIII

Toledo el quinto, quinto ya Mavorte287,
aunque hoy su edad es freno de su ira,
dando a un rucio la rienda, si a la Corte
un instante se muestra, un siglo admira;
según le iguala su veloz consorte288,  5
—30→
la blanca pluma o la emplumada vira289
de dos es una y uno el movimiento,
y ambas290 espumas que arrebata el viento.




ArribaAbajo XLIX

El lusitano Mora, que dilata291
Indias de Portugal hasta Castilla292,
entre esmeralda293, entre topacio y plata,
claro lucero de su hueste294 brilla295;
tanto le imitan todos, que retrata  5
cualquiera296 de ellos a todos, en la silla
tan diestros todos, que común el lauro297
hizo creíble un alazán centauro298.




ArribaAbajo L

Los aplausos prorrumpen alegría299,
porque el Neptuno de Castilla300 viene,
que en los pies de un morcillo301 desafía
las alas del que dio nombre a Hipocrene302.
—31→
El oro que llovió en su luz el día  5
lo oscuro esparce de la noch303 e, y tiene
tal gala304, uniendo extremos y colores,
que de sombras se viste305 y resplandores306.




ArribaAbajo LI

Blasones aclamó del Almirante307
el mundo en una voz, no lisonjera;
llegó su nombre308 a la opresión de Atlante,
transcendiendo una esfera y otra esfera.
No tuvo más de vida que un instante  5
el bello tramontar309 de su carrera,
y en él, arrebatando corazones310,
áncoras dio por timbre311 a sus leones312.




ArribaAbajo LII

Del carro de la noche se desata313
veloz caballo, vegetado monte,
roca en su oscura cumbre de oro y plata;
—32→
penetra Monterrey nuevo horizonte.
Plumosa selva en la inquietud retrata,  5
si, en la314 color, las ondas de Aqueronte315,
y en la velocidad, puesto que negra,
ira de Jove316 fulminada en Flegra.




ArribaAbajo LIII

Cordobés rucio entiende el pensamiento317
del que a su patria nombre dio lozano318,
y, hurtando el pie su ligereza al viento319,
borra envidioso estampas de la mano;
o ya el fértil320 de plumas elemento321,  5
negro blasón del bárbaro africano,
talares322 le323 calzó, porque en su vuelo
presuma él de Mercurio y él de cielo324.




ArribaAbajoLIV

Mi pluma llega de volar cansada325,
tanta, siguiendo, tan veloz carrera,
para que, en propio espíritu fiada,
volar intente igual con la postrera;
postrera, que ha de ser paragonada,  5
—33→
siendo al círculo fin, con la primera.
Dadme, pues, un aliento, ¡Oh, musas326 nueve!,
si a tanta empresa vuestra voz327 se atreve.




ArribaAbajo LV

Rápido rucio es rayo arrebatado
que expira llamas cuando vientos328 bebe329;
alas le presta el peso, y, obligado,
pagan los pies lo que la espalda debe;
a laurear330 el pueblo aficionado  5
al Duque Sandoval331 las voces mueve;
pero, ¿qué la afición332, si el hondo abismo
dejó la envidia para hacer lo mismo?333




ArribaAbajo LVI

Segunda vez Bucéfalo espumoso334
del cristiano Alejandro335 a la carrera
fatiga el pie, por no dejar quejoso
un ángulo del circo en otra esfera336;
segunda vez le sigue el numeroso  5
campo ecuestre337, y le sigue la tercera,
que dio por más vecina al francés norte338,
solsticio339 al sol de la española Corte.

  —34→  


ArribaAbajo LVII

De las escuadras diez que ya leales340
siguieron a su Rey, las341 cinco en esto
obedientes también campos iguales
van a formar al sitio contrapuesto342;
mas, cuando el sol de claros Sandovales343  5
ocho rayos conduce al otro puesto,
tan juntos van, que, hiriendo las regiones,
rompe un aplauso en mil admiraciones344.




ArribaAbajo LVIII

La caña empuña el Rey, la adarga345 embraza,
la espuela aplica a otro león bermejo346,
y el occidente de la hermosa plaza347
de nuevo ilustra su oriental reflejo348.
Juntando la piedad a la amenaza,  5
de Marte349 es vivo y Júpiter350 espejo,
uno que fresno belicoso esgrime351,
otro que rayo fulminante oprime352.

  —35→  


ArribaAbajo LIX -

No opuesto el Duque, no; (correspondiente
imitador; émulo no) se muestra
con la adarga y la caña en rucio ardiente
a la oriental región de la palestra353;
ya se ven los dos campos frente a frente,  5
y la blanca señal354, que mano diestra
de dos Mercurios355 ha de dar al viento,
uno y otro caudillo aguarda atento356.




ArribaAbajo LX

Tremola apenas el delgado lino357358,
cuando los dos hermosos escuadrones
la caña blanden, émula del pino,
por diversas del círculo regiones359,
hasta que en tortuosos cursos vino  5
a verse junta de los dos Fitones360
una y otra cabeza, cuya furia
del primero en el sol vengó la injuria.




ArribaAbajo LXI

Aquí de Ampudia el advertido Conde
(si bien no mendigó de la advertencia
tan natural acción) la caña esconde,
y al Rey da, en vez de adarga, la obediencia361;
con no corresponder le corresponde,  5
—36→
funda362 en no competir la competencia,
teniendo en ella su lealtad por gloria,
que el vencimiento venza a la victoria.




ArribaAbajo LXII

Cuatro veces en giros diferentes363
las ecuestres legiones se avecinan,
y los del Duque tantas obedientes
la inerme lanza con la frente inclinan364;
cesa la escaramuza, y los valientes  5
ya divisos ejércitos caminan
al puesto en que la paz que goza España
ha de mentir el dardo con la caña365.




ArribaAbajo LXIII

Su campo ostenta el de Austria, y el de Cea
su escuadra muestra; el mundo se suspende,
cuando tejida nieve lisonjea
el viento mismo que agitada hiende366.
El hipogrifo367 regio368, que desea  5
glorias al dueño369, con volar pretende
que no impriman sus pies al leño vano
menos violencia que del Rey la mano370.




ArribaAbajoLXIV

En medio de su curso impele al viento
el joven brazo la minante vira371,
mayor de los cíclopas372 escarmiento
—37→
que las373 que a Febo374 ministró la ira375.
El provocado campo, en movimiento  5
lustrando circular, tan diestro gira,
que en su alazán -errada la sentencia-
se juzgó instinto lo que fue obediencia376.




ArribaAbajo LXV

Vuelve el caballo el Rey, y, acompañando
de los ojos la espalda, al mundo muestra
que es377 sol378, que es luz379 esférica, y, cambiando
los oficios las manos, en la diestra
pone el gobierno de las riendas, cuando,  5
abreviado en la adarga la siniestra,
lo esconde tanto que a la perla imita380
que aún la nativa381 inculta concha habita382.




ArribaAbajoLXVI

Mas, ¿para qué, Señor, tan cuidado,
si para ostentación menor383 sobrara?
que a vuestra adarga rinde el dios armado384,
por más diestro, el escudo y la tiara;
tanto que en vos385 el mérito agraviado  5
del poder, a poder386 lo renunciara,
—38→
porque se viera que es vuestra persona
única adulación a su Corona387.




ArribaAbajoLXVII

Ya el Duque, pues, que en los pasados giros388389
se ufanó de rendirse al encontraros390,
por serviros os sigue, por seguiros
vuela, os quiere alcanzar por alcanzaros391.
Si caña lleva, os juzga Amor392, y tiros  5
contra sí mismo intenta ministraros
(si no puede ser más de lo que es vuestro),
porque ocioso no esté brazo tan diestro393.




ArribaAbajo LXVIII

La lealtad puede tanto, tanto puede
el respeto en su sangre generosa,
que ni la ley de la ficción394 concede
al brazo una amenaza mentirosa395.
Ya de vuestro alazán al curso cede,  5
y la que no os sirvió, poco dichosa
caña, hacia atrás del brazo humilde vuela;
tanto distó396 de que hacia vos la impela397.

  —39→  


ArribaAbajoLXIX -

¡Oh, Carlos!, perdonad, que, deslumbrado398
al sol que aún os deslumbra a vos, no os veía399,
cuando en otro alazán tan semejado
al luminar mayor de tanto día,
dais luz, que ni la vista ni el cuidado  5
a sutil diferencia400 os distinguía,
y juzga cuando os ve que en el reflejo
mira al mismo Filipo401 de un espejo402.




ArribaAbajo LXX

El gallardo Guzmán, el fiel Acates403404
del que es al Tibre405 más piadoso Eneas406,
en lanza, adarga, riendas y acicates
vence del pensamiento las ideas;
cuatro veces por turno los combates  5
el Rey repite, y tantas semideas,
que, huyendo, al dios del campo enmudecieron,
huyendo al Rey de España, hablar supieron.




ArribaAbajoLXXI

No callan, a los cielos atrevidas407,
las408 que la mano disparó violenta
del Infante español; que en ser oídas409,
y vistas410 no, su furia se argumenta411.
—40→
Más pública temió el rústico Midas412  5
de su justo suplicio aquí la afrenta,
cuanto inmóviles413 las otras murmuraban.
Y éstas, volando esferas, voces daban.




ArribaAbajoLXXII -

Hasta que ya interpuestos los ancianos414,
terceros de la paz415, los escuadrones
cesan de competir, y a ser416 ufanos
obsequios van al Rey417; que las regiones
dos veces discurriendo con humanos  5
ojos de la palestra, aclamaciones
concitó418 tan gloriosas su alabanza,
que alcanzará cuanto la edad alcanza.




ArribaAbajo LXXIII

Mientras, seguido de su hueste hermosa,
glorias esparce a la arenosa esfera419,
en pie le guarda su adorada esposa420,
que igualmente lo421 adora y lo422 venera;
con la acción misma la majestuosa  5
real copia honorándole423 le espera424.
—41→
Púsose al fin el sol, y, en sombras frías,
término fue una noche a muchos días425.






ArribaBibliografía selecta

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