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421

Antes de viajar a Santiago de Compostela, Maurín había pasado por el Congreso de los Diputados para entrevistarse con varias personas y cobrar las mil pesetas que entonces tenían los diputados como asignación mensual. Él tenía unas doscientas pesetas más, de manera que 1.200 pesetas eran todo su capital cuando empezó la guerra (ALBA, V., Dos revolucionarios, p. 249).

 

422

En aquella época no había ningún documento de identidad oficial, menos aún con fotografía. Se aceptaba normalmente como acreditación de la identidad la cédula personal, que no era más que el recibo de haber pagado los impuestos municipales y era extendida por las diputaciones. Para obtener la cédula bastaba con pagar el impuesto correspondiente y dar un nombre, de modo que no eran raras las personas que tenían varias cédulas personales. Maurín obtuvo su cédula en la Diputación Provincial de La Coruña pagando setenta pesetas (testimonio de Joaquín Maurín en: MAURÍN, Jeanne, Cómo se salvó..., p. 56).

 

423

MAURÍN, Jeanne, Cómo se salvó..., p. 91. («Kim» era el apodo familiar y amistoso de Maurín).

 

424

Para la represión en Zaragoza y en Aragón, véase CIFUENTES, J., El asalto a la República, y CASANOVA, J., El pasado oculto.

 

425

Maurín era de lengua materna castellana. Hablaba y escribía correctamente el catalán, aunque lo utilizaba poco. Dominaba también el francés, por la nacionalidad francesa de su mujer, Jeanne, y por la educación francófona recibida por su hijo Mario. En sus años de cárcel estudió de manera autodidacta el inglés y el alemán, y de hecho cuando quedó en libertad provisional en 1946 se ganó la vida en Madrid haciendo traducciones del inglés al castellano para el editor Janés.

 

426

El relato «Givanel» de En las prisiones de Franco, pp. 73-93, está ambientado en la cárcel de Jaca (llamada aquí «Castrocid»).

 

427

En esa misma cárcel habían estado detenidos poco tiempo antes muchos de los participantes en la sublevación republicana del 12 de diciembre de 1930 (GÓMEZ, E. C., La insurrección de Jaca).

 

428

Testimonio de Caridad Olalquiaga en MAURÍN, Jeanne, Cómo se salvó..., pp. 117-123. También eran tratados de usted los presos don Eduardo del Pueyo, médico, don Ramón Cortina, practicante, y otros que son mencionados en ¡Miau! como don José, don Pedro y don Alfonso (estos últimos posiblemente sean en realidad el director don Federico y los funcionarios López y Campo). Es decir, a Maurín se le consideraba en la cárcel de Jaca como de una categoría social superior a la del trabajador manual.

 

429

Tal vez ayudara a esas ausencias el hecho de que Maurín fuera sordo del oído derecho desde que sufrió un grave accidente al caerse de un tranvía en Barcelona en 1922 (BONSÓN, A., Joaquín Maurín, p. 140).

 

430

BONSÓN, A., Joaquín Maurín, pp. 297-311.