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Esta acusación, con las misma palabras, era usada por la jerarquía católica vasca, que no dudaba en permitir la participación de sacerdotes en actos políticos de carlistas o tradicionalistas (cfr. ALFARO FOURNIER, T., Vida de la ciudad de Vitoria, Madrid, Magisterio Español, 1951, p. 136), para atacar a aquellos otros que mostraban simpatías nacionalistas.

 

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De hecho, en el caso concreto del exilio religioso vasco en Hispanoamérica tras la Guerra Civil, los destinos en los que se colocaron en un primer momento los religiosos fueron europeos, con una predilección por Francia. Sólo cuando se percatan de la seguridad de la victoria franquista, comienzan a cruzar el Atlántico, en un proceso que se vio acelerado por el inicio de la II.ª Guerra Mundial, en 1939 (cfr. nuestro artículo «El exilio religioso vasco a Francia: la provisionalidad (1937-1940)», Españoles en Francia, 1936-1946. Coloquio Internacional, Salamanca 2, 3 y 4 de mayo, 1991, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991, pp. 412-421).

 

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Por ejemplo, la llegada desde Guipúzcoa de la familia de Juan Antonio y Cristino Izaguirre, antes de 1881, estaba facilitada por la presencia de un tío de ambos, Eustaquio, sacristán en la catedral (cfr. Anexo n.º 1).

 

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Estos exilios, aunque experimentan su cima justo en los años posteriores a la guerra respectiva, también conocen casos en los periodos interbélicos, en los que eclesiásticos se marchan voluntariamente o reciben obediencias ultramarinas, entre otras razones, por desavenencias políticas. Es conocido, así, el caso de los capuchinos de la provincia religiosa de «Navarra-Cantabria-Aragón» que son alejados del País Vasco, a diversas regiones de España, a Chile o a Argentina en los años 1915-1920, por acusaciones de política nacionalista (cfr. ELIZONDO, Mauro, «'Bizkaitarrismo' e injerencias políticas en el gobierno interno de la provincia capuchina de 'Navarra', 1921-1922», Scriptorium Victoriense, (1989), Vitoria, pp. 200-224).

 

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En especial, de su afán desamortizador y de sus proyectos librepensadores y librecultistas.

 

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ALMUNIA FERNÁNDEZ, «Clericalismo y anticlericalismo a través de la prensa española decimonónica», La cuestión social en la Iglesia Española contemporánea, El Escorial (Madrid), Ed. Escurialenses, 1981, pp. 123-175, citado en p. 141. Véase también CUENCA TORIBIO, José Manuel, La Iglesia española ante la Revolución Liberal, Madrid, 1971, pp. 50 y ss.; y para el caso vasco RODRÍGUEZ DE CORO, Francisco, «Historia de la Iglesia en el País Vasco. La Iglesia en la Edad Contemporánea (1808-1936)», Euskal Herria, Historia eta Gizartea, Mondragón (Guipúzcoa), Caja Laboral Popular, 1985, pp. 346-350 y «Palpitación carlista en los conventos vascos», Estudios Históricos, 1 (1990), San Sebastián, Museo Zumalacárregui, 1990, pp. 83-106.

 

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SAGARMINAGA, Fidel de, Dos palabras sobre el carlismo vascongado, Bilbao, 1875; citado por GARCÍA DE CORTÁZAR, Fernando y MONTERO, Manuel, Historia Contemporánea del País Vasco, Txertoa, San Sebastián, 1980, p. 123.

 

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ALMUNIA FERNÁNDEZ; artículo citado en op. cit., pp. 150 y ss.

 

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Nacido el 27 de marzo de 1803 en Areatza-Villaro (Vizcaya), ordenado en 1834. Llega en 1840 a Argentina, siendo destinado sucesivamente a Buenos Aires, Córdoba, San Juan de Cuyo y Catamarca. En 1849 pasa a la diócesis de Charcas, en Bolivia hasta 1850 en que lo encontramos en Chile: primero en Santiago, luego en Valparaíso, y finalmente vuelve a Santiago donde muere el 31 de mayo de 1865.

 

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Nacido el 22 de noviembre de 1803 en Azpeitia (Guipúzcoa), la patria de Ignacio de Loyola. Falleció el 14 de enero de 1864 en Valparaíso (Chile). En 1840 llega, ya ordenado, a Buenos Aires, donde permanece hasta 1844 en que es destinado por un año a Chile. Vuelto a Argentina, reside en Catamarca hasta 1849, fecha en que pasa a la diócesis de Charcas en Bolivia. En 1850 vuelve a Chile, a Valparaíso, donde fallecerá.

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