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«No sé si su autor ha dado, antes de ahora, algo al teatro. Conozco de él juiciosos estudios de crítica y diversos trabajos periodísticos que le acreditan de buen ingenio. En el Dúo desarrolla su tema, que es algo más complicado de lo que aparenta -el intento de fuga de un marido y su desistimiento inmediato- porque dibuja finamente dos caracteres; sobre todo, por su hábil corte. No cabe tomarlo, empero, sino como obra de iniciación, que permite formar los mejores augurios», escribía en El Sol (1 de mayo de 1929), artículo reproducido en sus Artículos de crítica teatral (México, Joaquín Mortiz, tomo cuarto, 1968, pp. 163-164).

 

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«Fue publicada también en la colección madrileña La Farsa, XVII, 280 (21 de enero de 1933), 62 páginas, con dibujos de Pradillo. El reparto del estreno estuvo compuesto por Carmen López Lagar (Luisa), Mercedes Mariño (Odette), Micaela Castejón (Doña Juana), Antonio Armet (Julio) y Francisco López Silva (Mariano). Anna Caballé realiza un breve análisis de la obra en ob. cit., pp. 24-26.

 

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«En pocos años de Madrid, Paulino Masip ha conquistado buen nombre como periodista y ha sabido labrarse, por su propio esfuerzo, una reputación sin sombras. Viene al teatro no por azar ni con una obra improvisada. La frontera llega a las tablas cuando lleva mucho tiempo de estar escrita. Los que la conocían la han visto crecer en las tablas, realzando sus cualidades de buen teatro en la representación, último y definitivo contraste de la obra dramática. (...) El autor, aplaudido en todos los actos, salió a escena con sus intérpretes. La acogida que obtuvo la comedia no pudo ser más franca y calurosa» (Enrique Díez-Canedo, El Sol (31 de diciembre de 1932); reproducido en Artículos de crítica teatral, ob. cit., tomo cuarto, pp. 91-93).

 

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«La Farsa, X, 443 (14 de marzo de 1936), 93 páginas, con dibujos de Antonio Merlo. El reparto del estreno estuvo compuesto por Irene López Heredia (María), Pascuala Mesa (Marcelina), Carmen León (Doncella), Mariano Asquerino (Pedro Díaz de Albalate), Ricardo Vargas (Joaquín), Antonio Armet (Pepe Salazar), Francisco Hernández (Padilla, editor), José Guijarro (Romerito) y Gabriel Algara (Barco). Anna Caballé analiza la obra en ob. cit., pp. 26-28.

 

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«Papá había tenido como amigo y colaborador en El Sol al gran novelista mexicano Martín Luis Guzmán y, a través de él y de su familia, había aprendido muchas cosas sobre México. También vivió mucho tiempo en Madrid don Alfonso Reyes, que fue muy amigo de Enrique Díez-Canedo, que a su vez lo era de mi padre», escribe Carmen Masip, hija de Paulino, testimonio que transcribe María Teresa González de Garay en «Paulino Masip en Estampa», ob. cit., p. 35.

 

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Anna Caballé resalta las afinidades dramáticas entre Masip y Casona y recuerda que «los dos escritores vivían en el mismo edificio de María de Molina, 16; ambos poseían además un indudable talento dramático, una marcada predilección por las formas y tratamientos simbólicos y un gusto por la fantasía teatral que con el tiempo aproxima las obras respectivas» (ob. cit., p. 26). Sin embargo, María Teresa González de Garay afirma que «este peculiar género de los aforismos, acerca la prosa de Masip a ciertas áreas de la prosa de Jardiel Poncela (recuérdense sus textos «Para leer en el ascensor»), del mismo modo que seguramente podríamos encontrar afinidades entre la obra dramática de ambos autores. Creemos que, al menos en una primera aproximación, Paulino Masip tiene más afinidades con Jardiel Poncela que con Alejandro Casona, sobre todo en la concepción y práctica del humor» («Introducción» a El gafe, ob. cit., p. 26).

 

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Anna Caballé nos proporciona un índice de sus colaboraciones en La Vanguardia en ob. cit., pp. 31-32, nota 26. Algunos artículos, como «Diálogos de la retaguardia» (21 de febrero de 1937) o «Estampas de Castelao» (11 de abril de 1937), los reproduce en ob. cit., pp. 98-100 y 101-104, respectivamente.

 

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«Estando en París, Narciso Bassols, que era embajador de México, organizó un primer grupo, se suponía de intelectuales, que fueran pioneros en venir a México para abrir un poco el camino a la emigración. Este grupo lo organizó la Alianza de Intelectuales al Servicio de la República, manejada por José Bergamín, que era muy amigo mío. En este grupo vinimos Pepe Bergamín, Roberto Fernández Balbuena, José Renau, José Herrera Petere, Rodolfo Halffter, Paulino Masip y otros» (Ascensión H. de León-Portilla aduce el testimonio de Antonio Sacristán en su libro España desde México. Vida y testimonio de transterrados, México, UNAM, 1978, p. 374).

 

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«En Nueva York, según el testimonio de la hija mayor de Paulino, Dolores Masip, que contaba entonces 14 años, fueron recibidos por un grupo de intelectuales partidarios de la República que les festejó y acompañó durante los tres días que allí permanecieron, alojados gratuitamente en un hotel. Después dos autobuses los llevaron hasta México D. F., donde se entregó a cada familia 500 pesos» (María Teresa González de Garay, «Introducción» a El gafe, ob. cit., pp. 10-11).

 

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La primera edición de estas Cartas a un español emigrado apareció en México (Publicaciones de la Junta de Cultura Española, 1939). Posteriormente han visto la luz dos ediciones más: la segunda en la mexicana San Miguel de Allende, Cuadernos del Nigromante, 1989 (con prologo de Alejandro Toledo y una «Semblanza biográfica» de Alberto Cousté) y la tercera, con motivo del centenario del nacimiento del escritor, también en San Miguel de Allende, Ediciones del Centro Cultural El Nigromante-INBA, 1999 (con un prologo titulado «Paulino Masip: entre el exilio y la metafísica» y un apéndice bio-bibliográfico de María Teresa González de Garay, páginas 7-21 y 83-100, respectivamente),