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ArribaAbajo3.- El exilio en Europa

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ArribaAbajoLas actividades culturales en los campos de concentración

Monique Alonso. Universitat Autònoma de Barcelona


Primero quisiera felicitar al GEXEL por la organización de este Congreso y agradecerles el haberme invitado a participar en él.

Lo mismo que el profesor Salaün, me siento algo desplazada en este Congreso en que se habla sobre todo del exilio de los intelectuales españoles a países de América Latina, pero no comparto la opinión del profesor cuando dice que en Francia se hizo poco. Está claro que no se hizo tanto como en América Latina, pero, dada la coyuntura, a mí me parece que se hizo mucho. Lo único es que quizá no se haya trabajado tanto en la investigación sobre la parte de Francia. Y yo diría que se hizo tanto que esta labor empezó ya en los campos de concentración.

No insistiré aquí por ser éste un tema desgraciadamente muy conocido: el de las condiciones de vida en estos campos. Las largas noches de invierno que pasaron estos exiliados, amontonados en las tristemente famosas chabolas o barracas; los numerosos muertos de agotamiento tanto físico como moral y los malos tratos sólo nos servirán de telón de fondo sobre el que destacaremos la vida intelectual o cultural.

Durante la contienda y en condiciones muy difíciles, la labor de los intelectuales no cesó ni decayó en ningún momento en España. Se asombra de ello el autor del artículo «En pleine Guerre civile une culture prend naissance», publicado en Regards el 29 de octubre de 1936:

On serait facilement portés à croire qu'une guerre comme celle que nous soutenons en Espagne contre le fascisme ne doit pas laisser de loisirs pour penser aux choses de l'esprit. Il n'en est rien. On ne voit nulle part aussi clairement qu'en Espagne que la lutte contre le fascisme est aussi la lutte pour la culture... Du côté antifasciste... aussitôt après l'organisation militaire et l'approvisionnement de l'armée et de la population, la première préoccupation est celle de la culture. Des édifices occupés, plus de la moitié ont été consacrés à des buts culturels.



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Una actividad de este tipo no podía, pues, cesar de repente, y si los intelectuales supieron aun en España vencer los problemas de la guerra con la cultura, es cierto que no se dejaron derrotar intelectualmente por los campos de concentración.

Hacer una lista de todos los intelectuales que pasaron por los campos resultaría aquí muy larga. Si, efectivamente, muchos por tener pasaporte, otros por tener suerte, pudieron escapar de dichos campos, muchos fueron los que fueron a parar a ellos por un tiempo más o menos largo.

Citaremos sólo como ejemplos a Agustí Bartra, Francesc Camps Ribera, Juan Alcalde, Vicenç Riera Llorca, Feliu Elías, Carles Fontseré, Lluís Ferrán de Pol, Manuel Ángeles Ortiz, Arturo Serrano Plaja, Rafael Dieste, Herrera Petere, Jacinto Luis Guereña... y muchos más nombres conocidos y otros menos conocidos, artistas, maestros, poetas... que desempeñaron una labor muy grande, tanto por sus creaciones como por la ayuda que prestaron a sus compañeros de infortunio enseñándoles a leer, escribir, proporcionándoles algo para leer, organizando actividades, o sea, «amenizando» el campo.

Reseñar cuanto se hizo en los distintos campos resulta imposible en 20 minutos, y por ello las actividades que mencionamos a continuación son meros ejemplos de un panorama mucho más amplio.

Referente a las clases organizadas en los campos, tenemos, por ejemplo, constancia de que en prácticamente todos los campos se hizo algo:

En Saint Cyprien, por ejemplo, el 27 de noviembre de 1939 se dieron:

-27 clases de francés con 570 alumnos.

-10 clases de inglés con 160 alumnos.

-2 clases de taquigrafía con 25 alumnos.

-12 clases de cultura general con 245 alumnos.

-2 clases para semi-analfabetos con 108 alumnos.

En Barcarès se dice en el boletín, con fecha del 27 de julio de 1939, que:

-En 25 islotes funcionan clases de francés con 1.300 alumnos.

-En 23 islotes funcionan clases de iniciación cultural con 740 alumnos.

-En 21 islotes funcionan clases para analfabetos con 125 alumnos.

-En 10 islotes funcionan clases de cultura general con 470 alumnos.

-En 4 islotes funcionan clases de inglés con 97 alumnos.

-En 4 islotes funcionan clases de taquigrafía y contabilidad con 65 alumnos.

Se dice también que, en un plan superior, se han organizado unos cursillos de recuperación intelectual para estudiantes sobre historia, matemáticas, gramática y ciencias físico-químicas.

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Para el campo de Argelès se dan, con fecha del 23 de abril de 1939:

-34 clases de francés a las que asisten 850 alumnos.

-4 clases de inglés con 43 alumnos.

-5 clases para analfabetos.

Es cierto que estas cifras de Argelès son menores, pero son de una época más temprana. Hemos sabido que más tarde hubo más clases, pero no hemos conseguido cifras exactas. Por ello las cifras que hemos dado para los tres campos no son más que representativas, ya que si cogemos cifras posteriores, por ejemplo para el campo de Saint Cyprien, llegamos a 350 alumnos contra los 160 que citábamos anteriormente para las clases de inglés.

Por otra parte, se tiene constancia de la existencia de bibliotecas y de rincones de lectura en todos los campos, algunas con un número muy nutrido de libros.

Se impartían asimismo conferencias a las que solían asistir gran número de internados. Los temas eran de lo más variopinto, desde pedagogía a arte pasando por deporte, historia o geografía y muchas más cosas. Los seminarios fueron también muy importantes en todos los campos y citaremos como ejemplo el de pedagogía en el campo de Barcarès, que llevó a la enseñanza dos aportaciones muy interesantes: la primera, un estudio sobre cómo enseñar historia, y la otra, una didáctica práctica sobre geografía.

Desde el punto de vista artístico la creación fue nutrida desde los primeros momentos, ya que algunos se pusieron a crear con lo que tenían al alcance de la mano antes de que llegara ayuda alguna. A nosotros nos han sorprendido las obras que hemos podido admirar y tocar con nuestras manos de esos años: esculturas con simples palos, bustos de tierra, esculturas u objetos hechos con hojalatas traídas por el mar. Es curioso cómo los artistas con los que hemos podido hablar nos decían estar al acecho de lo que les podía traer el mar para recuperarlo a través de las alambradas y aprovecharlo como material.

Como prueba de esta actividad artística citaremos a continuación un artículo de Georges Besson que se publicó en La Commune en julio de 1939 con el título de «Les Espagnols des Camps»:

Voici une dernière victoire des Républicains espagnols, une victoire sur la fatalité, la trahison et l'ennui. Les peintres, les sculpteurs réfugiés et les artistes intégrés dans les camps d'Argelès, Barcarès, Saint Cyprien, Montalieu, Bram... exposent à la galerie d'Anjou des oeuvres souvent belles et toujours émouvantes. Elles furent réalisées derrière les fils barbelés (...). Dessins, peintures, sculptures, bulletins des camps prouvent un optimisme, une volonté de vivre et de créer qui ne laissent insensible aucun des hommes qui croient aux apparences plastiques et savent ce qu'il est permis d'attendre d'une élite à ce point virile.



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Debe citarse también el diario hablado Alta Voz. Todos los días a las doce o la una los españoles podían hablar un cuarto de hora por el micrófono del campo y así llegar a todos sus compañeros. Constaba por lo general de un lema cada día, una poesía, unas notas de humor, un noticiario, documentales sobre España y noticias sobre los refugiados en el campo.

Los libros que se escribieron o se gestaron en los campos de concentración fueron también muchos: unos vieron la luz a la salida de sus autores de los campos o años más tarde; otros, desgraciadamente, no llegarían a verla nunca por morir sepultados bajo la arena y los temporales.

Ejemplo de ello es El Cristo de 200.000 brazos de Agustí Bartra, que representa los brazos de los 100.000 internados en el campo. En él nos dice Agustí Bartra:

Un mes antes, la playa estaba desierta. Las gaviotas volaban alegremente por el cielo, y sus arenas eran un cinturón de oro entre el agua azul y el verde valle. Pero ahora se extendía allí una ciudad de 100.000 habitantes... Ciudad de derrota. Haber sido vencido no es bastante...



Muchos más libros hay, pero el tiempo apremia y por ello sólo queremos citar aquí uno menos conocido, el de Manuel Valiente firmado con el seudónimo Juan de Pena. Este libro de poemas está ilustrado con 15 fotografías de los grabados de madera que hizo el mismo Manolo Valiente en el campo de Argelès:


A lo lejos salta el viento
Y en la puerta se estremece
El sentimiento de angustia
De la barraca que duerme.



Y, según dice Valiente en la dedicatoria que nos hizo, estos 15 poemas «dan una idea de lo que fue nuestra existencia en estas playas del Roussillon, hoy refugio de vacaciones, para nosotros albergues de desesperanzas y angustias».

Libros como éste hemos podido ver muchos. Desgraciadamente, no todos han alcanzado a tener la divulgación que se merecían.

En Saint Cyprien quiero señalar también un trabajo de tipo científico de Joaquín Viñas Espín: Contribution à la connaissance de l'avitaminose C chez l'homme, que obtuvo en 1942 el Prix Pourat de la Academia de Medicina de París.

Hablando de libros creo que se deben mencionar aquí los libritos que se hicieron en los campos y se publicaron allí mismo.

Efectivamente, en el campo de Barcarès se lanzó una colección poética de libros hechos a mano cuya editorial es GOM, que corresponde a las iniciales de Antonio Gardó, Miguel Orts y Miguel Monzó.

De esa colección hemos podido rescatar un librito de poesía de Miguel Monzó con dos ilustraciones, que consta de 32 páginas. El índice es el siguiente:

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-Añoranza

-Romance de ausencia

-Azucena

-Evocación

-Nocturno

-Deseo

-Retorno

-Crepuscular

-Paz

-Alambrada



También hemos podido ver un libro de poesías de Miguel Orts cuyas primeras páginas son perlas y luego tenemos las poesías:

-Mi lucerito

-Vivo en país extraño

-¿Paz?

-Argeles

-¿Cuándo vendrá la maestra?

-Escorta

-Hace tiempo

-Paisaje eterno

-Ausencia



Todos los poemas que aparecen en estas páginas van cargados de la añoranza del pasado y de la esperanza del mañana. Leo uno de esos poemas, el titulado «Alambrada»:


Yo sé, alambrada,
que, en las noches de añil,
la luna te hace de plata
y sueñas que eres redil.
Y quiero decirte,
alambrada,
que pretendes cosa vana.
¡Son águilas los corderos
que entre tus pinchas balan!



Otro libro de Miguel Orts, que consta de 42 caricaturas, fue también hecho aquí.

Y esta misma editorial publicó no sabemos cuántos ejemplares del Romancero Gitano de García Lorca para repartirlo entre los internados en el campo.

En prácticamente todos los campos se hicieron boletines y periódicos que tuvieron una vida más o menos corta.

Destacaremos aquí la revista Desde el Rosellón, que se define como «álbum artístico literario» y que se presenta como una edición bimensual de veinte ejemplares o   —138→   veinticinco según los números, realizados por el grupo de artistas e intelectuales del Chateau de Valmy. El primer número lleva fecha del 25 de julio de 1939 y, a continuación, leemos algunas líneas del editorial, titulado «Salutación en este primer número»:

Sólo a través del trabajo, poniendo de manifiesto arte e inteligencia, se puede corresponder a cuanto por nosotros, refugiados españoles, se ha hecho. Sin fines comerciales, ni egoístas, hacemos uso de plumas y pinceles para plasmar cuanto sentimos y conocemos de nuestra España, considerando que éste es el mejor homenaje que podemos rendir a Francia.



En esta revista colaboraron José Amic (Amichatis); Efrén Hermida, Serafín Moreno, Isidro Llach, José Oncins, José Atienza, Carlos Conesa, Amichatis hijo, Gilberto Corbí, Jesús Lantada y Carlos Pestaña. A éstos se agregaron más tarde Sainz Morales, Valentín R. Gómez y Francisco Valera de Pablo. Desde el Rosellón, de la que hemos podido recuperar cinco números, vivió un año hasta la declaración de la segunda guerra mundial.

Otras revistas, hechas en condiciones peores que las del Chateau de Valmy, fueron las que hizo la FUE en los campos de Barcarès, Saint Cyprien y Argelès.

La tirada de la mayoría era de 16 o 20 ejemplares y, como se indica en la contraportada, se hacían «a todo color». En efecto, estos boletines, que en un principio fueron sencillamente unas hojas, se hacían primero a mano, volviendo a copiar los voluntarios religiosamente cada artículo, cada poesía, cada dibujo. Luego se llegaron a editar con una vieja máquina de escribir.

Sus colaboradores pertenecían a la FUE y dichas revistas solían constar de unas ocho o diez páginas en que había un editorial, una hoja de información sobre el campo, sobre sus actividades culturales y deportivas, y luego varias colaboraciones, como, por ejemplo, sobre higiene en el campo, poesías, noticias de España y alguna de Francia, noticias de los demás campos, etcétera.

Como anécdota sólo diremos que uno de los boletines hechos en Argelès llegó a cotizarse en 35 libras en Londres. Este dinero se transformó en ayuda a los estudiantes de los campos.


Primer Boletín de Argelès

Al nacer hoy este boletín que es la concreción de tantos anhelos, un camino espinoso continuador del ya pasado, se ofrece a vuestro entusiasmo como incentivo y alegre promesa de frutos que saben mejor por ser la firmeza de nuestra voluntad quien los consigue.

Los profesionales de la enseñanza del Campo de Argelès, los que cifraban en España la esperanza de ver con sus esfuerzos levantarse una nueva emoción cultural, los que aun lejos de ella sienten como misión esencial continuar aquella tarea, saludan desde estas columnas a todos los Españoles que se encuentran en el exilio, a las autoridades francesas y especialmente a los   —139→   camaradas de la enseñanza desperdigados por el suelo francés. Y con el saludo, vaya también el ruego de colaboración a nuestra labor, que con las dificultades de ambiente y medios entrañan un mayor esfuerzo con que poder conseguir positivos resultados.

Aquella fe que alumbraba nuestro trabajo en España, aquella voluntad inflexible que era en nosotros reflejo de los anhelos culturales de nuestro pueblo, no nos han abandonado. Queremos continuar la tarea que iniciamos en nuestra, cada vez más querida patria. Queremos seguir el camino que, cual caballeros andantes en pos de la cultura, emprendimos tiempo ha.

Y para conseguir nuestros objetivos, para que estos deseos pasen al terreno de lo práctico, es necesaria la colaboración eficaz y entusiasta de todos, pero más especialmente de los Profesionales de la Enseñanza.

¡SEGUIR TRABAJANDO! LUCHAR SIN DESCANSO EN PRO DE LA CULTURA. HE AHÍ NUESTRO IMPERIOSO DEBER.



Ha pasado el tiempo y se nos han quedado muchas cosas en el tintero o, mejor dicho, en la punta de la lengua. No nos hemos olvidado de toda la labor realizada por los catalanes, no nos hemos olvidado de la gran fiesta cultural y deportiva que se organizó en Gurs el 14 de julio de 1939, no se nos ha olvidado el guión de la película que escribió Amichatis, Corazones bajo el sol; no se nos ha olvidado tampoco, querido amigo, el Club Escuela que fundó Jacinto Luis Guereña en Gurs; tampoco se nos han olvidado algunas más. Pero también sabemos que muchas, demasiadas, son para nosotros todavía desconocidas. Valga este breve repaso para darnos ganas de seguir investigando sobre el exilio en Francia y como homenaje a estos hombres y mujeres que, a pesar de las condiciones desastrosas en que vivían, se comportaron como seres humanos dignos y que todavía no han recibido ni el reconocimiento ni el homenaje que se merecen.





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ArribaAbajoEl exilio francés de Corpus Barga

María Fernanda Mancebo - María Victoria López González. Universitat de València


Soy como tantos otros españoles, intelectuales y obreros, desperdigados por Europa y América, un inadaptado a la vida española, no porque lleve viviendo muchos años fuera, sino porque estoy fuera desde mi juventud por haber disentido radicalmente de la vida de España. Y no únicamente del régimen político. De la vida, es decir, de la sociedad en todas sus manifestaciones. De su imaginación o literatura como de su realidad política; de la vida familiar como de la social, y sobre todo de la vida más íntima, más falsamente íntima y espiritual.

«Nueva casta de españoles»


Nueva España, 22 (14-XI-1930), p. 7.                


Este texto de 1930 parecía una premonición, una decisión que luego sería confirmada por las circunstancias, República, guerra civil, exilio -esta vez obligado-, que le correspondió vivir.

Corpus Barga (1887-1975), como tantos otros, fue el prototipo del español de vanguardia que vive su tiempo con la mirada puesta en el futuro. Y como tal, y también seguramente por su juventud, decide abandonar la España anquilosada de la Restauración -aunque siempre atento a los sucesos interiores de la patria- en busca de otros horizontes. Proclamada la República, vuelve con la misma fe en el cambio que otros españoles profesaron en el interior y como muchos de ellos, una vez truncados sus ideales por la pérdida de la guerra, continúa su extrañamiento hasta su muerte en Lima, el 8 de agosto de 1975, sin poder cumplir su deseo de regresar a España.

De este casi un siglo representado por un escritor y periodista de alta calidad intelectual y moral, vamos a centrarnos en los nueve años -el exilio francés- que transcurren entre 1939 y 1948. Andrés García de la Barga, sin filiación política partidista, pero «republicano de toda la vida» -«imposible para mí poder fijar su verdadero   —142→   emplazamiento ideológico», dijo de él Mariano Ansó137-, fue, en todo caso, un intelectual de izquierda, comprometido con la causa republicana, progresista y demócrata. Al igual que Manuel Ciges Aparicio, Luis Morote, Antonio Zozaya o Roberto Castrovido, forma parte, como escribió Jesús Izcaray, de esos «Periodistas olvidados» que lentamente vamos recuperando. Pero en su caso es mucho más que un periodista, pues aunque casi dedicó a ello su vida, en realidad su obra literaria Los pasos contados permite incluirle entre los grandes escritores de su generación.

En esta comunicación intentamos presentar su vida y actividad literaria durante el último periodo de su estancia en Francia. Su participación en las revistas del exilio especialmente, ya que hemos prescindido de las crónicas de la Segunda guerra mundial que envió como corresponsal a La Nación de Buenos Aires138.

Así pues, con la información que hemos podido consultar, dividimos la comunicación en dos partes: en una primera hacemos referencia a la figura de Andrés García de la Barga, señalando los momentos significativos de su biografía y resaltando los rasgos esenciales de su personalidad; en segundo lugar, nos centramos en el periodo de su «exilio francés».


1. Notas biográficas

Su historia y la trayectoria de su obra completa se va recuperando gracias sobre todo a los meritorios trabajos de Arturo Ramoneda Salas139; a la publicación de los inéditos con sus introducciones, de Gregorio Coloma Escoín, y a las entrevistas que a lo largo de los años del destierro concedió a las revistas más atentas (Ínsula, Triunfo, Cuadernos para el diálogo), así como a investigadores y críticos literarios como, entre otros, José Carlos Mainer, José Luis Cano, José Luis Núñez, Rafael Conte, José Domingo, César de los Ríos, Jesús Izcaray, Luis Botín o Juan García Hortelano140.

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No obstante, este caso es uno más entre «otras muchas sustracciones que afectan sensiblemente a un sector de nuestros prosistas contemporáneos, relegados a un tercer plano, so pretexto de su escasa actualidad, con lo que se desfigura y reduce el complejo campo de debate ideológico-literario español, tal como se produjo en el primer tercio del siglo XX», según dice Cecilio Alonso141.

Corpus Barga, igual que Ciges Aparicio, representa cronológicamente la consciencia del fin de siglo y los primeros años del siglo XX, y aunque les separaban catorce años -Ciges había nacido en 1873- su condición de periodistas-escritores y el compromiso con los valores democráticos y liberales del republicanismo permiten establecer un paralelismo entre ambos por más que Ciges, fusilado por los franquistas en 1936 en Ávila, no pudiera llegar al exilio.

En este sentido, la obra de Corpus Barga se alarga en el tiempo y su gran labor de escritor -Los pasos contados- verá la luz a partir de la década de los sesenta con toda una serie de problemas y vicisitudes que retrasarán mucho su publicación142.

Recordaremos, aun con la necesaria brevedad, los rasgos esenciales de su biografía. En 1907, ya huérfano, decide abandonar los estudios de ingeniería. Un año después escapa a América, de donde es reclamado por su tutor y confinado en la casa familiar de Balalcázar (Córdoba). Durante su posterior estancia en Madrid se encuentra con los grandes escritores del 98: Unamuno, Valle-Inclán y Baroja... A mediados de 1910 hace un viaje a París, donde empieza a relacionarse con los primeros exiliados rusos; con artistas como Apollinaire, Modigliani, y con intelectuales españoles que consideran la ciudad como su verdadera patria. París es a principios de siglo el centro del arte y la literatura, la capital de la cultura, y su encanto atrapa a Corpus Barga.

Vuelto a España, funda en 1913 Menipo, «un feroz periodiquillo», como él mismo dirá. Pero un contratiempo con el Ministerio de la Marina motivado por un artículo de Barga sobre el acorazado Carlos V, problema similar al que se enfrentó Ciges por la denuncia de la guerra de Cuba, le obliga a establecer en París su residencia definitiva (1914) y se entrega de lleno a las tareas periodísticas en detrimento de su actividad literaria. Estos años, hasta 1930, son muy importantes en su formación   —144→   porque amplía su círculo de relaciones: Picasso, Maiakovsky, Trotski, Rodin, Zuloaga, Rivera. Se casa con una francesa, Marcelle, y tiene dos hijos: Andrés y Rafaela (Ninoche). Sigue con atención, como siempre, la vida política y cultural de España, adonde hace frecuentes viajes como corresponsal de diversos periódicos. En 1930 La Nación, de Buenos Aires, le había enviado a Berlín a dirigir su agencia y allí se hace amigo de Francisco Ayala. La proclamación de la República le llena de esperanza y vuelve a España.

Colaborador de El Sol desde su fundación -escribía en la misma mesa con Ricardo Fuente y Bagaría-, se separa después con el grupo de redactores que nada quieren saber de los directivos -que han despojado a este periódico de su espíritu fundacional republicano al defender la causa monárquica- y sigue a Urgoiti en sus nuevas empresas: la revista Crisol (1931-1932) y el periódico Luz (1932-1934), del que será director en 1933.

La polémica que establece la dirección de Luz con los socialistas de Zugazagoitia es de esta época, en la que Corpus defiende las diferencias que separan a republicanos y socialistas, enfrentamiento que llega a alcanzar gran virulencia verbal. Seguirá colaborando con el periódico a pesar de no ser ya su director, y también lo hará con La Nación hasta 1937, mediada la guerra, fecha a partir de la cual este diario empezó a adoptar una postura ambigua con respecto a la República.

Luz es sustituido por Diario de Madrid (1935) y en este intervalo (1934) tiene lugar su interesante aventura periodística, fundando con Arturo Soria y Espinosa, antiguo dirigente de la FUE, Diablo Mundo, semanario de corte europeo, con la pretensión de mantener el espíritu republicano liberal:

Como respuesta a una situación en la que el sentido y orientación de la República corren el riesgo de ser tergiversados por la postura y estrategia de la CEDA y de su líder José M.ª Gil Robles143.



Pero Diablo Mundo no se pudo mantener y sólo consiguió sacar a la luz nueve números.

Durante la guerra escribió en el Mono Azul y Hora de España, ya preocupado por las cuestiones internacionales, especialmente por la no-intervención144, y participó en acontecimientos relevantes. En París hace de intermediario entre la Unión Soviética y España en la compra de aviones, que trajo con Malraux a Barcelona. Participa en el   —145→   traslado del patrimonio pictórico del Museo del Prado a Ginebra y es uno de los intelectuales españoles que interviene dando su opinión en el Primer Congreso de Escritores para Defensa de la Cultura (París, 1935), y en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas, celebrado en julio de 1937.




2. Los años del exilio francés

Su exilio comienza cuando sale de Barcelona un poco antes de su caída, en uno de los últimos automóviles, con Tomás Navarro Tomás y otros. Llegados a Gerona y cuando las tropas franquistas la amenazaban y bombardeaban, les sacó de allí el doctor Trías, «reputado hasta entonces sólo por su ciencia y desde entonces también por su dinamismo generoso».

De su salida de España tenemos un precioso documento, de la propia mano de Corpus, escrito para deshacer el difundido entuerto de que Machado, «al terminar la guerra civil salió de España en el mayor abandono», «traicionado por los suyos». El éxodo se inició desde una masía en las cercanías de Gerona, donde estaba refugiado Antonio Machado con su madre y hermanos:

Casi un día entero tardamos en automóvil de la masía gerundense a la frontera... Por caminos se arrastraban millares de hombres, mujeres y niños de todas partes... en toda clase de automóviles o carros... Y los caminos no eran seguros, amenazaba la aviación, la costa no tenía defensas para impedir un, al parecer, obligado desembarco145.



Una vez los Machado instalados en Collioure, Corpus volvió a París, donde estuvo con su familia hasta mayo o junio de 1940: un año de guerra europea después de la española. De esta época son los tres artículos que conocemos de Romance, con el nombre genérico de Crónica de París, fechados en 1940.

Reanudando su preocupación por el tema de la no-intervención, escribió estos artículos sobre la guerra europea, en los que, a través del género epistolar, dirigiéndose a un hipotético lector -Américo-, hace hincapié en la falacia que supone la neutralidad en un conflicto bélico, remontando su crítica al abandono de que fue objeto la República española por parte de las democracias europeas: «Desde luego en la actual desolación europea se siente la nostalgia de América poblada de paraísos terrenales. Todo el mundo en Europa, no solamente los emigrados, hasta Hitler, que políticamente es un emigrado, quisieran poder abandonar sus naciones e irse a América; y no a nacionalizarse, a neutralizarse». En su opinión, la neutralización de Europa había comenzado con la guerra española: «la neutralización es como el cloroformo,   —146→   solamente que todo lo contrario. Se neutraliza todo el cuerpo -Europa- menos la parte que se opera en vivo. Tal se hizo con España, como se había hecho con Austria, se ha vuelto a hacer con Bohemia y se quiere hacer con Polonia. El nombre es bonito: limitar la guerra, se llama semejante operación. Al que le limitan le deshacen»; «Lo que se disputa en esta guerra [la mundial] es la suerte de los neutros precisamente»... La paz será la neutralización de Europa, o sea, «la desaparición de los neutros, los neutrales y hasta la idea de neutralidad»146.

Conocemos algo de su vida en este París preocupado por la amenaza fascista, donde reanuda sus viejas amistades y se encuentra otras nuevas. María Teresa León le recuerda, como acertadamente ha recogido Arturo Ramoneda:

La casa de Corpus Barga fue para nosotros el rincón amigo que se busca desesperadamente cuando tantas otras cosas nos fallan. Sus ojos, tan certeros para quedarse con lo digno de mirarse o para abandonar lo superfluo, nos acompañaron durante muchos meses147.



Sin embargo, cuando se firmó el armisticio (22-VI-1940) y el gobierno se estableció en Vichy, Corpus abandonó el París ocupado:

En la especialidad de éxodos yo poseo tres: el de París en 1914, cuando el gobierno se trasladó a Burdeos. El de España y nuevamente el de París en la última guerra europea148.



Durante los años 1941-1944 vive en Marsella y en Niza, donde le recuerda Mariano Ansó:

Cuando se acentuó nuestra amistad y nuestra confianza fue en los días de nuestra convivencia en Niza (...). En aquellos tiempos de Niza su compañía y su ejemplo me sirvieron de ayuda y aliento. Dábamos largos paseos a un tiempo por la breve geografía de la ciudad y por el ancho campo de la historia del pasado y del presente (...). Su pergeño físico, muy distinguido sin proponérselo, iba adornado con su sombrero flexible, ya casi desterrado, y un bastoncillo que manejaba como un florete (...)149.



De este periodo son sus colaboraciones en La Nación que no hemos podido localizar aún, pues en los años vistos -del 39 al 41- el corresponsal es Fernando Ortiz Echagüe. Según su hija, Corpus Barga se quedó en Vichy, Niza y Marsella «como corresponsal de La Nación mientras hubo gobierno francés. Cuando los alemanes ocuparon   —147→   toda Francia se fue a Cour, donde se quedó con mamá hasta la liberación»150.

De esta época son también sus ocho poemas publicados en Peñalabra y la redacción de su novela Hechizo de la triste marquesa, que se publicó en Perú muchos años después con el nombre de La Baraja de los desatinos151.

En los poemas, más que en otros escritos que hemos recogido, se refleja el horror de la guerra. Como ejemplo, incluimos el número XVII, titulado «La condena de los muertos sin lugar» y fechado en Toulouse el 10 de noviembre de 1944:



No sabéis adónde ir
en ultratumbas inciertas (Ver, por) (sic)
muertos con ideas muertas
condenados a vivir.

No hay senos ni corazones
para vosotros abiertos
y las inmensas naciones
de hombres y mujeres muertos
matados por vuestras manos
vuestro Reich del Más Allá
vuestro no es, allí no está.

Almas de nuestros hermanos
para vosotros esquivas
almas de muertos humanos
muertos con ideas vivas.



Sin embargo, en 1944 debió vivir desplazándose entre París y Toulouse, pero antes hablaremos del viaje que realiza en 1943 desde Cour Cheverny. El 15 de marzo de este año llega a la estación de Austerlitz con una preocupación que le afecta profundamente: evitar que su hijo sea enrolado por los alemanes en los batallones de trabajo. Las gestiones le permiten entrar en contacto con personajes relevantes del exilio que viven en precarias condiciones como el caso de Lluís Nicolau d'Olwer, ministro del gobierno provisional de la República, gobernador del Banco de España y presidente de la JARE, detenido ahora por los alemanes, no se sabe si instigados por el gobierno de Franco; Pablo Picasso o el poeta José M.ª Quiroga Pla, yerno de Unamuno, que vive ahora con otra mujer y que fue el animador en esta época del Boletín de la Unión de intelectuales152.

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Después de la liberación de París (8-VIII-1944), vive entre Toulouse, Cour Cheverny y la capital francesa hasta 1948. De este periodo son sus colaboraciones en Realidad, Cabalgata, Independencia153 y otras revistas del exilio y, especialmente, su vinculación a las actividades de los exiliados.


2.1. Corpus Barga y la Unión de Intelectuales Españoles

La UIE fue creada en 1944 y pronto tuvo su propio órgano de expresión en el Boletín, en cuyo primer editorial se explican los motivos de su aparición:

Ha surgido al calor de ese fervor patriótico que es hoy la bandera que une a todos los españoles decentes. Idéntico espíritu nos anima a todos, por encima de cualquier ideario político y social, supeditándolo todo al derrocamiento de Franco y la Falange, a la reconquista de España y de su independencia y libertades154.



El Boletín, pese a su proclamado apartidismo y su orientación eminentemente cultural, seguía implícita -y, en ocasiones, explícitamente- una línea de compromiso político, aunque no militante, que lo marcó a lo largo de sus años de existencia. Más tarde volveremos sobre ello.

En la relación de compañeros que constituyeron la Unión de Intelectuales Españoles (UIE), posiblemente en septiembre-octubre de 1944, Corpus Barga aparece en sexto lugar como escritor y residente en París. Asimismo figura en la secretaría de la sección de letras con Victoria Kent y José Atienza155.

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Ya desde principios de octubre se había estado reuniendo esta sección para programar diversas actividades: publicación de cuadernos científicos, literarios y artísticos; organización de veladas poéticas, musicales y literarias (José Atienza); cursos de lengua y cultura española, etcétera.

La UIE celebraba desde su comienzo reuniones ordinarias, y en el pleno de octubre se decidió el nombramiento y envío de una delegación a Toulouse, en correspondencia con la invitación cursada por la Unión Nacional Española (UNE) para asistir a la inauguración de su conferencia (2 al 5 de noviembre de 1944). La delegación estaba compuesta por Victoria Kent, Guillermo Fernández, José Castro Escudero, José Atienza y presidida por Corpus Barga. En ella se decidió:

(...) que la delegación transmita un saludo cordial de simpatía a la Junta Suprema de España, a la UNE y a los guerrilleros como movimientos que luchan sin descanso por la liberación de España156.



Los resultados de la visita fueron interesantes. El inicial grupo de París se vio aumentado por la presencia de los residentes en Toulouse, Julio Hernández y Emili Gómez Nadal, con lo que resultó más representativo y asimismo se aprovechó la ocasión como tribuna para difundir el mensaje de la Unión. Corpus Barga hizo uso de la palabra en la sesión inaugural y dirigió un llamamiento «a todos los escritores, artistas y hombres de ciencia españoles para que se unan con el fin de coadyuvar a la liberación del pueblo español». Dedicó un sentido recuerdo a García Lorca y Machado y dio a conocer la intención de la UIE de erigir un monumento a este último.

Corpus Barga, acompañando a una delegación de la UNE, fue a visitar a Jean Cassou, convaleciente de las heridas causadas por los alemanes en la lucha por la liberación. Y, especialmente invitados por la sociedad francesa Centre des Intellectuelles de Toulouse, asistieron a los actos organizados en honor a los intelectuales mártires de la Resistencia. Finalmente, y esto es quizá lo más importante desde el punto de vista organizativo, quedaron de acuerdo con los de Toulouse para la creación de una filial allí como inicio de la extensión al resto de Francia. Y muy pronto hubo respuesta a este llamamiento.

El 20 de enero tuvo lugar en Toulouse «la reunión constitutiva [de la UIE], que agrupará a los artistas, científicos y escritores residentes en el mediodía francés para las mismas tareas que en París nos mueven», decía un comunicado en el número siguiente. El manifiesto era una dura requisitoria contra «la política de terrorismo y de retroceso del régimen franquista» y entre los firmantes se encuentra también Corpus Barga157.

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En este mismo número y bajo una invocación a Rimbaud, un poema suyo bastante distinto a los escritos en Cour Cheverny anuncia el estilo que caracterizará Los galgos verdugos:


Frente, manos, corazón, van saliendo de la noche por el embozo del sueño.
Me he dejado entre las sombras, las entrañas y las plantas.
No puedo ponerle en pie,
he de articular el cuerpo y fabricar lo que falte al monigote:
tobillo a lo Mercurio, pata de chivo pero vientre de lobo, hombro de Atlante.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .



Corpus sigue figurando en la sección de letras de la UIE de París, hasta que en marzo de 1946 pasa a formar parte del comité de redacción158.

Una actuación relevante de Corpus, a través del Boletín, fue la iniciación de la polémica que recoge A. Risco en su estudio sobre «los deberes y función de los intelectuales en la emigración (...) de uno y otro lado del Atlántico»159. Conviene tener presente que por estas fechas se ha organizado la Unión de Profesores Universitarios (UPUEE) y también ellos, aunque su misión principal era la investigación científica, se preocupaban igualmente de cuestiones políticas que directamente les atañían, pues ¿cómo podrían hacer regresar la inteligencia desterrada a España, si antes no reconquistaban esta patria?160

Los artículos de Barga, no obstante, son muy ricos en contenido y nos detendremos en el análisis del segundo y del tercero, que inciden directamente en el problema del compromiso político al que antes aludíamos.

El primero se publica en el número 5-6-7 (abril-mayo-junio 1945) con el título de «El don Juan desconocido»161, donde hace un replanteamiento de este mito, objeto de preocupación en estos años. En el número 17 (abril 1946) publica «La reconquista de la inteligencia española», que con el tercero aparecido en el número 20 (julio 1946), titulado «Las nuevas generaciones españolas. Llamamiento a los españoles de las Américas», constituye un núcleo de gran interés. Más tarde sigue colaborando en otra sección, «Poesía y realidad», con el título de «El destierro en sonetos», número 21 (agosto 1946). Finalmente, una nota crítica, «La espléndida floración y los abundantes frutos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas», número 24 (noviembre 1946), y un artículo en el simbólico número 40-41 (abril 1948), «Machado en la emigración».



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2.2. La reconquista de la inteligencia española

Este ensayo inicia una secuencia de intervenciones -Semprún, Quiroga Pla, Izcaray, Porras- que fueron recogidos y amplificados desde México por el poeta José Herrera Petere. Este último, en su artículo en El Nacional de México, comentaba elogiosamente el Boletín:

¡Van diez y nueve números publicados contra viento y marea, sin papel, sin dinero y con hambre! Viéndolo, los españoles de México no podemos menos de sentirnos abochornados.



Aunque el título del artículo, «Tancredos intelectuales», parezca insinuar que los escritores, científicos y artistas que se quedaron en Francia parecían rehuir la acción política, encarando la cuestión planteada por Corpus Barga -la reconquista de la inteligencia-, insertaba, mostrando su acuerdo, un párrafo del artículo de Quiroga Pla en el que proponía empezar ya «por lo que tenemos más cerca. Empecemos por crear, por formar aquí esa inteligencia y esa cultura (...) entrando en (...) la brega política (...). No estamos en los pórticos académicos sino en la emigración (...). Si los intelectuales no tomamos parte en la reconquista de España y de sus libertades, la otra reconquista, la de la inteligencia, la de la cultura, se quedará en agua de borrajas y tema de elegantes disertaciones»162.

También Emili Gómez Nadal proponía algo semejante a los exiliados de la otra parte del Atlántico; elogiando la nueva revista aparecida allá, Las Españas, exhorta a los intelectuales refugiados en América, «especialmente en México», a continuar la labor que les es propia. No nos parece que Gómez Nadal quisiera aquí indicar que hubiera una acción política o previa a la intelectual, aunque sí es verdad que avisa del terrible peligro que acecha a los intelectuales de América y es advertido por los intelectuales radicados en Francia y los del interior de España, el peligro que la distancia significa con los problemas que ello pudiera ocasionar...:

...una naciente desorientación histórica [porque] siguen siendo prisioneros de sus recuerdos. Cuando de lo que se trata es de vivir la vida hoy, como base de partida para el porvenir, y no de soñar con el pasado. España y Europa en 1947 no son las de 1939. Y a la vuelta de la esquina acecha, como sanción implacable, lo que ya le aconteció una vez a la mujer de Lot163...



En fin, la polémica continúa entre otros intelectuales y en otras publicaciones, pero a nuestro juicio no existe en ella ese enfrentamiento entre ambos lados del   —152→   Atlántico y, en rigor, en el principio tampoco se plantea la continuidad entre lo demandado por Quiroga, la acción política, y la nota de Gómez Nadal, que alude meramente a una labor intelectual164.

Volviendo al artículo y a la toma de posición sobre este tema de Corpus Barga, consideramos que es una valiente denuncia de la situación en España -la más clara que hemos encontrado en su producción en estos años- y una llamada de auxilio tanto al español exiliado como a la Europa libre. Le parece que no se insiste bastante en «dar a conocer el sufrimiento de la inteligencia española sometida al despotismo cerril de Franco y su Falange». En su opinión, los intelectuales exiliados, tanto los de América, en mejor situación que en Francia, pero también estos últimos, «debiéramos concertarnos todos y hacer que se tenga presente la acción criminal contra la inteligencia que el fascismo continúa ejerciendo en España». Y reconoce el alto nivel cultural, en todos los órdenes, que se había alcanzado en España hasta la guerra y el destierro en que ahora se halla.

El carácter nazi de la represión franquista queda subrayado en el siguiente párrafo:

El estado material de las prisiones de Franco no es conocido sino vagamente en el extranjero; su conocimiento se ha diluido en la inundación de horrores que se produjo al destapar los campos de concentración alemanes (...) [pero] el sistema nazi que se está juzgando en Nüremberg subsiste todavía en Europa: lo mantiene en España Franco...



Más tarde alude preocupadamente a lo que «se está metiendo en las cabezas de los españoles desprevenidos, de los jóvenes que, sólo algunos, clandestina y defectuosamente, pueden recibir ideas contrarias». En España se mantienen las propuestas de los siglos XVI-XVII, y aun desfiguradas y grotescas, contra las cuales luchó y se formó la España moderna y la República. Pero además, algunos españoles «prestigiosos» contribuyen a su mantenimiento atribuyendo por ejemplo al «temperamento español» la guerra civil. Finalmente, y en contra de la tesis general sobre la «excepcionalidad» de la historia de España, él argumenta que su sola excepción es «que se equivocan»:

Cuando (...) van a realizar su destino los españoles se equivocan radicalmente de ideas: toman unas por otras (...) lanzas y arcabuces se malgastaron contra fuerzas y posiciones (...) inevitables (...).



El español acertado: hereje, heterodoxo, liberal, republicano, rojo... también se engaña cuando desestima absolutamente toda la historia de España. Y termina angustiado:

  —153→  

¿Cómo contrarrestar la enseñanza franquista desde fuera? La Europa libre tiene la misión de reconquistar para la civilización la inteligencia de España.



Como era de esperar, su llamamiento fue recogido y José María Semprún Gurrea y otros reflexionaron sobre el tema y lo glosaron. Barga entre tanto seguía su discurso y el artículo siguiente se llamó «Por las nuevas generaciones españolas»165. Con la habitual lucidez que contemporáneos y críticos actuales de su obra le reconocen, centra de nuevo la cuestión y retoma sus preocupaciones en este otro denso escrito. Ahora insiste en dos ideas que ya ha apuntado en el anterior. La educación que -supone y no se equivocaba- recibían los jóvenes en el interior y el «llamamiento a los españoles de las Américas». No hay duda de que está al tanto de la filosofía que inspira la recién implantada ley de ordenación universitaria del ministro Ibáñez Martín (1943) que, con la anterior referida a la secundaria de Sainz Rodríguez (1938), completaba el panorama educativo de la España franquista. Y ambas como pivote esencial se fundamentaban en la más pura y rancia «ortodoxia» católica.

El acicate inmediato para Barga fueron las emisiones de Radio Nacional de España haciendo propaganda de la semana santa: «Ideas trasnochadas [que] quieren hacer revivir las que desde Felipe II han conducido o acompañado a la desviación y a la decadencia de los españoles». Esta caricatura de religiosidad predicada por el franquismo es la que se pretendía primordialmente imbuir en la juventud: vírgenes condecoradas con la banda de capitán-general, ofrenda de espadas en los altares, obligatoriedad de confesión y comunión. De nuevo vale la pena reproducir sus palabras:

Durante la semana santa o con otro motivo religioso, en las soledades del Pardo, en torno al triste palacio donde el generalísimo vive aislado y protegido por su guardia de moros, de infieles (infieles -insiste- a la fe de Cristo, no a la soldada de Franco), el Caudillo, precedido por una imagen religiosa, se pasea en procesión, la espada al cinto y el cirio al puño. Remedo -caricatura- del sentimiento religioso de Felipe II166.



No niega el resurgir del sentimiento religioso en muchos países, pero ¿en qué país, en qué religión se mantiene con propósitos tan anacrónicos como en la España franquista? Bastará recordar aquí El florido pensil de Andrés Sopeña167, o simplemente el ambiente de colegios religiosos e incluso la universidad, aun en los primeros sesenta, con su oposición sí, pero también con las tres marías: Religión, Educación Física y Formación del Espíritu Nacional (Política).

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Y no había que subestimar al adversario: todo ello estaba diseñado con fines muy concretos y por personajes muy clarividentes -de la envergadura de los que hemos citado y otros como Pemartín, Suñer, González Oliveros, Pemán, Giménez Caballero, ideólogos del franquismo educativo que sabían muy bien lo que hacían. Dice Corpus Barga:

Si los franquistas fueran tan tontos como suele decirse tendríamos que reconocer que nosotros (nuestras organizaciones, muchos partidos, nuestro personal político) lo somos aún más, porque no podemos con ellos a pesar de que se ha hundido en el mundo lo que ellos defendían y era su razón de ser168.



Continúa diciendo que no se puede confiar en los planes de enseñanza elaborados por los pedagogos en el exterior, puesto que los del interior son «gentes preparadas y hábiles para defender lo absurdo (...) lo defenderán hasta la última posibilidad que les den las tonterías de las democracias europeas, cegadas por la obsesión de sus intereses».

Y tampoco valía salirse «por los cerros de la cultura» constatando que en el interior de España se está en trance de muerte y la misión de «salvadores» corresponde a los exiliados. A su juicio, «el estado de espíritu público» creado por Franco en España no es un problema de cultura, ni es preciso acudir para resolverlo específicamente a la enseñanza -puede haber enseñanza sin cultura y viceversa-. El problema real era que en los siete años de vida de España bajo Franco se había producido «el hecho biológico formidable» de la salida a la vida de millones de hombres y mujeres que el día de mañana iban a hacer todo en España, «desde barrer las calles hasta dirigir el Estado». Y estos nuevos españoles iban a asimilar el franquismo «siguiendo una ley natural que sería iluso desconocer, apreciaciones y juicios que se encuentran en el ambiente sin que ya nadie se acuerde ni de discutirlos (...)», entre ellos el fracaso de la República. Para los exiliados o los que la habían vivido no había confusión posible. «La República habrá fracasado, ahora y antes, como remedio combatido y mal aplicado». En definitiva, el fracaso era del «proceso histórico». Pero, ¿sabrían distinguir este matiz fundamental los nuevos españoles?

Ésta es su preocupación clave por las nuevas generaciones españolas. Y siendo un problema realmente político, la solución debía ser de esta índole. No necesitaba Corpus Barga que Herrera Petere le animara a comprometerse políticamente desde la otra orilla del Atlántico. Y, sin embargo, su conclusión no es la acción política, pues su llamada a «los españoles de las Américas» y el fin del artículo lo deja bien claro:

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Incumbe a los profesores, historiadores, escritores españoles en el destierro recordar o descubrir a los españoles de España, en donde no hay libertad para hacerlo, el sentido de los valores que las gentes de Franco desfiguran u omiten (...). Evitar así (...) el confusionismo (...) la idea de que la República es dolor (...).



¿Qué medios tenían para hacerlo? En Francia pocos, como mostraba el mismo modesto Boletín. La situación se agravaba por el cierre de la frontera y la ausencia de corresponsales de prensa franceses en España. La radio no podía contrarrestar todo el efecto de la propaganda de Franco dentro del país. Así sólo, o especialmente, quedaban Inglaterra y las Américas. ¿Se podría lograr que por cada discurso pronunciado o la aparición de un libro, con interpretación tendenciosa, franquista, pudiera ser restablecida en las radios extranjeras «la verdad, sin espíritu de polémica, por un español o un hispanista calificados»?

A la altura de 1946, «restablecida la facilidad de comunicaciones», ha llegado el momento de constituir un organismo de enlace entre «los profesores, escritores y artistas desterrados en las Américas, en Inglaterra, en Francia. Su tarea principal sería reunir y difundir noticias de España», señalando en el extranjero los crímenes de Franco contra las personas y las cosas. También intentar que sus escritos y voz lleguen al interior del país... De hecho no plantea una acción política directa; plantea, quizá por su formación, que la misión de las gentes de pluma sea distinta a la de los propiamente llamados políticos, tal vez complementaria. Pero, ¿cómo se concretaría?




2.3. Corpus Barga e Independencia

Esta complementariedad se estaba gestando en estas mismas fechas y casi por las mismas personas en la nueva revista Independencia (1946-1947). No acabamos de explicarnos la razón por la que este grupo de intelectuales tiene la necesidad -dada la precariedad de sus medios económicos- de crear esta nueva publicación. Tal vez, como ha visto A. Alted, «posibilitaba la adopción de una postura de compromiso y de lucha más marcada y combativa»169. De hecho, el Manifiesto editorial del primer número, «He aquí una trinchera...», denuncia con más fuerza el régimen de «policía intelectual» que Franco había establecido en España, así como hablaba claramente de actuar lejos de la «torre de marfil» y muy cerca de los acontecimientos reales. También utilizaba la expresión «fortín guerrillero», que enlazaba más directamente con la lucha por la República. Dentro de un debate que se nos escapa, parece que la nueva revista está impulsada por escritores o intelectuales, más jóvenes o   —156→   más directamente comprometidos políticamente, comunistas en el caso de Rafael Alberti, Manuel Azcárate, Jorge Semprún, Arturo Serrano Plaja, que no encontramos en el Boletín de la UIE y que habrían conectado con impulsores del Boletín de la misma tendencia: Bacarisse, Quiroga Pla, Lalo Muñoz, Gómez Nadal170. En todo caso, Corpus Barga figura en el comité director con Salvador Bacarisse y Félix Montiel171, y colabora con cuatro artículos a lo largo de los ocho números que se editaron: «Interpretación franquista de la Historia. La guerra de la Independencia según Franco» (n.° 1); «Mirada sin prejuicios sobre la Unión Soviética» (n.° 2); «Formación de la UNESCO y posibilidades españolas» (n.° 4); y, finalmente, «Todo un republicano» (n.° 8 y último).

¿Qué nos quiere decir escribiendo en el «Fortín guerrillero»?

En primer lugar, que su republicanismo apartidista no está en contradicción con la lucha activa contra Franco y la Falange, incluso en publicaciones de clara inspiración comunista. En el primer artículo, con su pensamiento siempre irónico y afilado, realiza una disección de un discurso de Franco en Oviedo con esta observación previa: «Mucho nos reíamos, durante la República, con los discursos de algunos de nuestros políticos. El último diputado provincial republicano de entonces parece ahora un genio comparado con el Caudillo del Ferrol». Y a continuación destaca la afición del generalísimo a las cadenas: «Los hechos se encadenan como se encadena la historia». Pasa acto seguido a criticar acremente la comparación de la guerra de la independencia con la «cruzada» que hace Franco: «El primer contrasentido sintomático de las palabras de Franco está en llamar cruzada a la insurrección militar. Se comprende que Franco y los militares falangistas, en vez de alardear (...) de haberse sublevado, prefieran no llamarse sublevados, insurrectos o rebeldes, ya que por estos conceptos han condenado y tienen todavía en la cárcel a españoles que no quisieron sublevarse con ellos (...). El vocablo 'cruzada' les sonó, en su ignorancia, como refiriéndose a una acción histórica muy española y   —157→   victoriosa». La comparación de la reacción popular contra los franceses y de los sublevados precisamente contra ese pueblo se agrava, pues el pueblo, en 1808, luchó contra los extranjeros -«la Enciclopedia, la Masonería»- y éstos, en cambio, llamaron en su ayuda a los extranjeros, Hitler, Mussolini. Franco es él mismo un usurpador y tergiversador de la historia. Hasta aquí el tono es semejante a los artículos que escribe en el Boletín.

El segundo artículo parece el máximo acercamiento que puede realizar un republicano liberal hacia la URSS. Y lo hace a través de la literatura y apoyándose en la gran novelística rusa del siglo XIX. Su comentario «La formidable novela rusa del siglo XIX desahució a la sociedad de los últimos zares, como está desahuciando a la sociedad norteamericana la novela más formidable de nuestros días... Faulkner, Steinbeck, John dos Passos» y con el recurso final a la ciencia, da la impresión que trata de resaltar lo que a su juicio o compromiso puede resultar positivo en el comunismo tras una mirada sin prejuicios. No hay la menor alusión a la guerra, a Stalin o al régimen. Por tanto, una segunda conclusión (estamos en diciembre de 1946) es que participa porque no puede negarse a prestar su pluma y su nombre; pero falta en él la combatividad y el empuje de los artículos escritos en el Boletín. También en el conjunto de la revista se percibe la falta de convicción que animaba el Manifiesto, el editorial del primer número y algunos artículos. El espíritu combativo se diluye y diríase que la revista manifiesta una impotencia que terminará con su desaparición.

Corpus Barga vuelve a intervenir en el número 4, con el artículo sobre la UNESCO y las reflexiones sobre las posibilidades españolas tanto del interior, como de la España peregrina. Respecto a la España franquista y acogiéndose a la condena de la ONU en diciembre de 1946 (este número es de enero de 1947), transmite la certidumbre de que no será admitida: «No hay cuidado de que Franco se cuele por esta puerta entreabierta, ya que está excluido de antemano de toda organización conectada con la ONU...». Pero tampoco el gobierno republicano español se halla representado, aunque «ha sido invitado de honor» en la conferencia recién celebrada. Es decir, «las posibilidades españolas» -las del exilio- de ser reconocida en los organismos internacionales surgidos de la derrota del fascismo son escasas, nulas. La lucidez de Corpus Barga se trasluce tal vez a pesar suyo. Los objetivos de estos intelectuales, sus objetivos -la liberación e independencia de España- están lejanos.

No obstante, Corpus Barga colabora en el último número con un artículo, «Todo un republicano», que puede ser un retrato de sí mismo, «un republicano raso», un español en el destierro «que no puede ostentar ningún título de presidente, vicepresidente, vocal, delegado, secretario ni subsecretario de nada. Ni pretende pertenecer a tal o cual auténtico partido o representar a las verdaderas fuerzas del interior». En fin, «nada más y nada menos que un republicano». ¿Lucidez, desilusión, declaración   —158→   de principios?

Dejamos aquí a Corpus Barga con la convicción de no haber agotado su pensamiento fecundo, habiendo constatado, como nos dice Isabel del Álamo, que «durante su exilio francés (...) Corpus nunca paró de trabajar, ya fuera escribiendo artículos, o bien realizando diversas actividades a favor de la República española o incluso ayudando a la unificación de los intelectuales españoles que como él estaban exiliados (...). En definitiva, Corpus vive implicado al máximo con la cuestión republicana»172.







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ArribaAbajoLa colaboración de Arturo Barea, «Juan de Castilla», en la BBC

Luis Monferrer. GEXEL



1. La producción inicial de Arturo Barea

Arturo Barea (Badajoz, 1897-Inglaterra 24-XII-1957) es conocido por su trilogía La forja de un rebelde. A comienzos de 1990, TVE-1 emitió la versión cinematográfica de esta obra en seis capítulos.

Según afirmaba Barea en La Ruta -segunda novela de su trilogía-, antes de exiliarse había publicado algunos artículos sobre patentes en revistas técnicas de Madrid. Mientras hacía el servicio militar publicó algunos escritos en periódicos de Ceuta, firmados con el pianista Alcalá Galiano, o con un seudónimo. Con su trilogía y la novela La raíz rota, Barea escribe la historia española de la primera mitad del siglo XX.




2. La llegada de Ilsa y Arturo Barea a Inglaterra

En el verano de 1939 Barea llegó a Inglaterra con Ilsa, su segunda esposa. Aparentemente fueron de vacaciones, sin perspectivas de futuro, aunque presintiendo el inminente enfrentamiento bélico en Europa. En Inglaterra buscaron nuevas oportunidades. El 25 de julio de 1939 Ilsa escribió a Mister Cummings, de la BBC, explicándole su actividad durante la contienda española. Le decía:

I was, jointly with my husband, Arturo Barea, at the head of the Press Department of the Foreign Office in Madrid, during the first year of the siege, and for about half a year in charge by General Miaja's order, of the Madrid Broadcasting173.



Al principio de su estancia en Inglaterra -con la guerra mundial en curso-, Barea publicó un artículo en el periódico londinense Reynolds News (19-VIII-1940), explicando   —160→   cómo actuaba la 5.ª columna durante la contienda española, ya que el tema preocupaba entonces mucho en Gran Bretaña. Decía Barea que, cuando se producían los ataques aéreos, la 5.ª columna aprovechaba para crear confusión y pánico diciendo que las defensas eran insuficientes para, así, destruir la moral republicana.

Barea se sirvió también de información publicada en Gran Bretaña por el Saturday Evening Post, tras el viaje de un médico norteamericano a Madrid en febrero de 1941, para describir con tonos sombríos la situación de la población de Madrid. Es ésta una de sus escasas colaboraciones en los órganos de prensa de los exiliados. Después, al empezar a trabajar en la BBC, parece que se le impuso la condición de no participar en actividades de los exiliados -como a otros-. En mayo de 1941 apareció otro de sus artículos en la revista Horizon174, titulado «Not Spain but Hemingway». Comentaba la novela recién editada de Hemingway: For Whom the Bell Tolls. Decía que, en su historia de ficción, Hemingway era honesto en la visión que daba de España. Otros exiliados juzgaban de forma menos positiva esta obra de Hemingway.

En el primer año de funcionamiento de Españoles -la asociación que pretendía unificar a los exilados en Gran Bretaña-, Barea publicó algún artículo en dicha revista. En el número 6 de Españoles (diciembre 1941) apareció otro artículo suyo, titulado «Unidad».

Así pues, ésta era la actividad de Barea en 1941, cuando aún era un desconocido. Incluso en algunos informes del Duque de Alba se le señalaba como «Arturo Barrera» (sic).

En 1941 el periódico The Voice of Spain hablaba de él como una persona que había escrito el pequeño libro de cuentos titulado Valor y miedo175.

Barea también aparecía citado en la novela de Salazar Chapela Perico en Londres como uno de los asistentes a la inauguración oficial de una «Casa de España en Londres» el 7-XI-1941 (el Hogar Español)176.

Por una anécdota que cuenta en «A Spaniard in Hertfordshire», narración de agosto de 1941, podemos saber cuál era el grado de dominio del inglés que Barea tenía entonces. A una buhonera que quería vender algo a su esposa ausente, le contestó con su mejor inglés que: «My wife she is not», con lo que en realidad le estaba diciendo que Ilsa no era su esposa -para escándalo de la buhonera-.



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3. La Inglaterra que Barea conoció a su llegada

Por este guión de «A Spaniard in Hertfordshire», emitido en el programa Radio Magazine a mediados de agosto de 1941, Barea recibió 3 guineas177. También se publicó en The Spectator, una revista de la BBC.

Por entonces, los Barea vivían en Puckeridge, cerca de Ware (Herts).

Por otra parte, Barea estaba descubriendo la nueva identidad cultural británica, que le causaba asombro, porque era muy distinta de los tópicos y prejuicios que había en España. Le gustaba la deferencia y corrección del policía local. Otra figura sorprendentemente amable -en comparación con lo conocido en España- fue el sacerdote del pueblo, que les ayudó a trasladarse de casa, aunque Barea le dijo que no le gustaba la Iglesia católica.

En plena guerra mundial Barea concluía: «(...) tengo una divertida sensación de estar experimentando la libertad», mientras iba aprendiendo las reglas de juego de la nueva comunidad: «Después de todo, éstos son aún días pacíficos y agradables que yo, el refugiado, puedo apreciar más que otros»178.




4. Primeras colaboraciones en programas de la BBC

En julio de 1940 Ilsa ya trabajaba como monitora en la BBC. Ilsa y Arturo Barea vivían por entonces en Brooklands, Fladbury Cross (Worcs, cerca de la BBC en Evesham).

El 11 de julio de 1940 J. A. Camacho (de la BBC) escribió a Barea, recomendado por Miss Joan Lynam, para que preparara unas charlas para futuros programas. El 2 de agosto de 1940 Barea envió dos relatos breves a Mister Peter Stucley. Posteriormente entregó otro guión para propaganda del Imperio británico -aspecto entonces de interés para el Gobierno.

El 15 de octubre de 1940 desde la BBC se pedía a Barea que preparase otra charla «como la última» (como «The Battle of the Potatoes»), por la que le pagaron 8 guineas. A finales de octubre de 1940 la BBC emitió su charla titulada «The 6 White Elephants»179.

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En carta de 2 de abril de 1941 desde la BBC se le pedía a Barea que siguiese escribiendo narraciones breves indefinidamente. Así, en abril terminó la narración «Resurrección», y en mayo de 1941 escribió tres más, una de ellas titulada «Mothers», y otra «Hunger».

El compromiso político de Ilsa y Arturo Barea puede verse en la polémica que protagonizaron con la BBC a finales de julio de 1941. Ilsa Barea llamaba con frecuencia al programa «La voz de Londres» para dar información, y tenía acceso a los archivos y conoció los programas que la BBC emitía para la España franquista. Ilsa promovió una fuerte campaña contra dichos programas, amenazando con sacar el tema fuera de la BBC junto con Arturo Barea. Acusaban a los programas de mala dirección. Arturo Barea envió cartas y artículos al periódico The New Statesman, quejándose de los errores y deficiencias de la programación para España. También informó a la Fabian Society, órgano del Labour Party, para que presentasen una pregunta en el Parlamento.

En el trasfondo de este debate, Ilsa y Arturo Barea acusaban a Mister Marks y a Rafael Martínez Nadal de criptofascismo por cuanto hacían y decían en dichos programas de la BBC destinados a España180.




5. La labor de Barea en la BBC

Aunque sus programas de la BBC iban destinados a América Latina, como otros exiliados republicanos que trabajaron en la BBC, Barea tuvo que utilizar un seudónimo, y ése fue el de «Juan de Castilla».

En la narración «A Spaniard in Hertfordshire», de 1941, aparecían algunas de las claves de los escritos de Barea: la referencia a lo cotidiano, el juego de dardos, la fonda, el policía del barrio, el párroco del pueblo, la tolerancia y cordialidad de todos con todos. Por otra parte, seguía aflorando el recuerdo del pasado reciente:

«Es español, ¿ves?», dijo el mesonero, y miró lleno de disculpas a los otros. «Ha estado en la guerra»; (...) Un viejo artesano me puso en una difícil situación al aparecer repentinamente lágrimas en sus ojos cuando oyó que veníamos de España -y al descontarnos algunos peniques del precio de sus mercancías.



La BBC se reservaba diversos derechos sobre los guiones que adquiría a Arturo Barea. En agosto de 1941 Barea aceptó las condiciones de la BBC para producir guiones para el programa Radio Magazine181, aunque en julio de 1944 se quejaba a   —163→   la BBC porque le pagaban 10 guineas por cada charla y sólo 8 por escribir algo que consideraba más difícil, como eran los relatos breves.

Así pues, en su producción, se ha de hacer una distinción en el tipo de sus escritos: Barea preparó guiones para charlas y narraciones cortas. Estas últimas eran emitidas en el programa Radiopanorama.

En enero de 1943 Barea negociaba los términos para poder disponer de un programa quincenal de unos siete minutos de duración, con el título de «En tono de broma».

También en enero de 1943 había terminado el primer número de la serie «La Onda», cuya duración era de unos 10 minutos. En marzo de 1943 Barea tenía listo un proyecto de charlas titulado «Otto y Fritz», que emitiría en Radiopanorama -una revista sobre Alemania y los frentes «en el plan más estúpido posible» (sic)182.

Durante la II Guerra Mundial hubo mucha dificultad para encontrar vivienda en Inglaterra. En abril de 1943 buscaban una nueva casa. A comienzos de octubre vivían en Rose Farm House, Mapledurham, Oxon183.

En mayo de 1943 Barea estaba revisando las ediciones de sus dos últimos libros (¿La Forja?) que se iban a publicar en junio de aquel mismo año.

En marzo de 1945 la BBC le pidió que escribiese tres charlas sobre los escritores latinoamericanos Ciro Alegría y Rómulo Gallegos, y sobre poesía venezolana.

A la vista de todo el material consultado, resulta evidente que Barea realizó un ingente trabajo durante 17 años en la Sección Latinoamericana de la BBC, para la que estuvo produciendo guiones semanales. Al decir de algunos exiliados, sus charlas eran interesantes para los oyentes españoles y latinoamericanos184.

Este material ha sido bastante desconocido hasta ahora; y con este artículo queremos dar a conocer brevemente esta producción. De este modo podremos conocer otra faceta totalmente desconocida de Barea: la de guionista.

Barea preparó por lo menos 857 guiones (éste es el número más alto que hemos podido ver en los contratos que le hizo la BBC). La longitud media predominante solía ser de unos cinco folios a dos espacios (a veces tres folios a un espacio), que solían dar para un programa radiofónico de unos 12 minutos. Hemos encontrado referencias de 822 guiones, por lo que los restantes 35 (hasta alcanzar los 857), se habrían perdido a lo largo de 17 años de trabajo.

Repetidamente Barea desmintió las acusaciones que le llegaban de oyentes latinoamericanos de que estuviera vendido «al oro inglés» o que estuviese haciendo apología de Inglaterra; pero, con frecuencia, creemos que sí que estaba haciendo   —164→   algún tipo de apología del pueblo británico185. En 1953 admitió que sí había cierta parcialidad en sus programas. Afirmó que la suya era una opción que había elegido para unir a la gente; pues, destacando lo negativo, sembraría el odio.




6. La etapa final de su vida

A mediados de febrero de 1952 Barea se marchó temporalmente a EE. UU., contratado como profesor de literatura. Sus impresiones sobre Norteamérica quedaron plasmadas en casi 30 guiones escritos durante este periplo, emitidos en la BBC. A finales de agosto o principios de septiembre de 1952 regresó a Inglaterra. Esta experiencia de profesor no se repitió.

En 1953 Ilsa y Arturo vivían en Middle Lodge, Eaton Hastings, Farringdon (Berks.).

Desde el 15 de abril hasta el 1 de junio de 1956, patrocinado por la BBC, Barea viajó a varios países latinoamericanos: Argentina -donde parece que vivía una hija suya186-, Chile y Uruguay. En estos países existía una importante audiencia de sus programas. Barea también visitó algunos periódicos argentinos. La información del viaje que dieron dichos periódicos es interesante para ver el cambio habido en Barea tras 17 años de exilio en Inglaterra. Se presentaba totalmente «anglofilizado»: utilizaba pasaporte británico, ostentaba con orgullo su nueva nacionalidad y alardeaba de modales de gentleman. La prensa le presentó como «Mister Arthur Barea», apuntando incluso una transcripción fonética de cómo se pronunciaba su apellido en inglés: [be'ria].

En Buenos Aires pronunció varias conferencias: «Impresiones de un madrileño en Inglaterra», e «Importancia de las bibliotecas en la vida de los países»; y no evitó abordar temas «políticos»187. Sus conferencias tuvieron amplia repercusión en la prensa argentina188. En informes del embajador franquista se le definía como «(...) persona ultra-izquierdista, de formación completamente liberal y como clásico representante de la intelectualidad de izquierda acatólica» (sic)189. En otras conferencias Barea habló también sobre temas más partidistas190.

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Desde las páginas del Nuevo Correo de Buenos Aires (28-IV-1956) se hostigó a Barea y se le censuró que viniese a dicha ciudad con «vocación de servidor imperialista, colonialista...». El articulista Bradis le definió en el mismo periódico como «ex-combatiente», «ex-madrileño» y «ex-español», censurando su estilo de «señorito»; pero admitía que «ha desempeñado el papel con soltura». Consideró un farol la afirmación que hizo Barea de que, a comienzos de los 50, en España se llegó a pagar 1.500 pesetas por un ejemplar de su novela La Forja191. Casi todo el mes de mayo de 1956 estuvo en Chile, donde pronunció varias conferencias más192. Según el embajador franquista en Santiago:

Estas conferencias no han dado satisfacción al público que asistió a ellas, debido a lo escaso de su contenido; y menos aún han satisfecho a los que acudieron con la esperanza de escuchar conceptos políticos en consonancia con el ambiente izquierdista que caracteriza a los medios en que fueron pronunciadas193.



Su auditorio no halló en Barea a un individuo apasionado de palabra. Por el contrario, «(...) Barea ha hecho gala de una ecuanimidad y de una ponderación que no podía satisfacer ni a tirios ni a troyanos»194.

El 22 de mayo de 1956 llegó a Montevideo, alojándose en casa del periodista y crítico literario Emir Rodríguez Monegal. La prensa uruguaya le dedicó comentarios elogiosos. El Centro Republicano Español lo declaró «Huésped de Honor». En la Embajada británica recibió a los periodistas y realizó manifestaciones hostiles contra el régimen franquista. En Uruguay pronunció también varias conferencias195, y surgió una pequeña polémica a raíz de sus declaraciones sobre la personalidad de Ramón Franco.



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7. Conclusiones

El trabajo que Barea realizó en la BBC no resultaba nuevo. Durante la contienda española, en el Madrid asediado, ya había realizado una actividad similar en radio, aunque más modesta. Desde comienzos de noviembre de 1936 trabajó en el edificio de la Telefónica como encargado de la censura de prensa; después pasó a desempeñar su actividad en una emisora de radio. A partir de entonces siguió preparando guiones para nuevas charlas. Las mejores de ellas fueron recogidas a finales de 1938 en su primer libro de cuentos, Valor y miedo, editado en Barcelona.

Barea tampoco había sido el único en realizar tal actividad en España. Desde el lado rebelde el general Queipo de Llano estuvo emitiendo charlas similares, aunque con tonos más esperpénticos. Sus charlas, desde Radio Sevilla, se captaban perfectamente en la zona republicana196.

En Inglaterra Barea no hizo más que repetir lo que habían sido las ocupaciones de más interés para él en España: 1) tal como hizo en la guerra española, en el exilio accedió a charlas en la radio, en momentos difíciles de guerra, con bombardeos incluidos197; 2) como en la guerra española, al principio escribió pequeñas historias sobre la realidad que le rodeaba: los bombardeos, la situación de la población, las acciones de guerra, los movimientos del enemigo, las acciones de propaganda alemanas.

Muchas de las charlas de Barea tienen un lema subyacente: contrarrestar, contradecir, comentar para descalificar las emisiones de radio que realizaba el aparato de propaganda alemán dirigido por Goebbels. A Barea (y desde la BBC) siempre le mencionaban con un apodo entre familiar y ridiculizante: «don Pepito». Incluso en la BBC existía un programa fijo con el título de «Las tribulaciones de don Pepito», donde, normalmente, nunca es visible firma alguna en los guiones preparados para el mismo198, pero cuyo contenido -pensado para ridiculizar a los nazis- resulta interesante.

Por medio de la radio este madrileño de formación un tanto autodidacta, del que personas que trabajaron con él en la BBC destacaban su tendencia a sentirse superior, fue uno de los que se enfrentó en el cuerpo a cuerpo propagandístico con los máximos responsables de la propaganda germana.

Esta «hazaña», que llevó a cabo en los días de la II Guerra Mundial, aún resulta más sorprendente si recordamos que, a comienzos de la guerra española, en Madrid   —167→   no había ningún futuro claro en la vida de Barea, y su relación matrimonial estaba totalmente deshecha hasta que apareció Ilsa. Casi podría concluirse, pues, que el exilio creó un escritor.

En cuanto a cuestiones de estilo, Barea no tenía una especial preocupación, según hemos podido ver en los guiones consultados.

La estructura de sus guiones -y charlas subsiguientes en la radio- con frecuencia incluían una, dos o tres anécdotas. Su duración venía determinada por la disponibilidad de tiempo para el programa: normalmente, de 12 a 15 minutos. En algunas charlas comenzaba con un rápido comentario de las noticias de actualidad en el primer párrafo para, al final del mismo, decir: «pero no es esto de lo que os quería hablar hoy, sino de X...».

En lo referente a los temas, en los guiones escritos frecuentemente recogía opiniones de los parroquianos de la taberna (pub) de su pueblo. Dichas opiniones representaban, de alguna manera, el sentir de la gente anónima del pueblo británico, destinadas preferentemente a atraer a los oyentes de América latina hacia la causa aliada en la Guerra Mundial.

Algunos de sus guiones también se tradujeron y fueron emitidos en portugués, al comienzo de su trabajo en 1940 y 1941 como, por ejemplo, la charla titulada «O escrutino» (emitida para Brasil el 27/28-I-1942).

En abril de 1946 H. Lyon Young definía el trabajo de Barea del siguiente modo:

Quizás la mejor manera de describir los comentarios de Barea (en la BBC) sería decir que son charlas sobre trivialidades y asuntos mundanos. Con otras palabras, sobre cómo la gente anónima reacciona ante las noticias del mundo y la importancia que frecuentemente se da a los acontecimientos insignificantes en un tiempo de gran tensión emocional. Barea captura el estado anímico del momento y escribe sobre los pensamientos de los hombres y mujeres anónimos, más que sobre sus necesidades. Son (pues) charlas de «personalidad» lo que Barea ha ido haciendo a lo largo de los últimos años. Él siempre enfatiza (según la trillada frase) el ángulo humano199.



Finalmente, hemos de concluir que resulta gratamente sorprendente ver que una persona como Barea, extranjero y sin una formación académica demasiado sólida (a la vista de ciertos detalles de estilo de sus escritos), tuviese acceso durante la II   —168→   Guerra Mundial -y después- a un medio de tanto prestigio como eran los micrófonos de la BBC, para combatir al aparato de propaganda alemán y a los principales líderes nazis. Lo hizo con las armas de que disponía: su razón, sus convicciones y su palabra.

Arturo Barea murió el día de Nochebuena de 1957.

Durante sus años de exilio desconocemos cuál fue la relación -si es que hubo alguna- con los hijos de su primer matrimonio200.

Aunque mantuvo correspondencia con Ramón J. Sender y también con Salazar Chapela, en su testamento no aparecía ninguna disposición que afectase a ninguna persona española -ni se mencionaba a ningún español201.





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