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291

Sólo 6 números carecen de poesías: 5-6-7, 15, 23, 24, 28-29 y 40-41.

 

292

A estos 84 poemas hay que añadir un poema de la guerra de Machado, un fragmento de romance gitano de Lorca, dos poemitas de Marinero en tierra de Alberti y, como muestras de poesía española escrita en América, un poema de Herrera Petere mandado desde México, uno de Juan Ramón y otro de Moreno Villa, sacados los dos de Cuadernos Americanos del 44.

 

293

J. M. Quiroga Pla (1902-1955), casado con una hija de Unamuno, colaboró en Litoral y la Revista de Occidente. En el 36 pasa de la Izquierda Republicana al PCE, partido que abandona en el 39 para protestar contra el Pacto germano-soviético. En el exilio pertenece al SERE y es miembro de la Junta de Cultura Española; es uno de los fundadores de la UIE.

 

294

Así le califican Corpus Barga: «sus sonetos son románticos», (n.° 21) y E. Hermida (n.° 22). La palabra «romántico», bastante frecuente, parece funcionar como garantía de autenticidad y de sinceridad; otra prueba de las concepciones arcaicas de estos intelectuales, no tanto por volver al Romanticismo como por limitar el Romanticismo a su dimensión más banal y sentimental.

 

295

Los de Semprún y Gurrea, en cambio, son de un academicismo definitivo, entre modernistas y caóticos. En España también se dio una corriente de sonetos en la poesía carcelaria; un poeta como José Luis Gallego muestra lo que permite el soneto en una situación trágica de cárcel y de ceguera, escrito por un gran poeta.

 

296

J. L. Guereña podría ser el poeta del exilio que mejor entronca su producción de guerra con la del exilio; representa una vía posible para una poética del destierro.

 

297

«Puedo hoy llamar a Dios en mi amargura» (Semprún).

 

298

Cfr. esos octosílabos de Chicharro de León, sacados de un libro titulado Rondeles a Magdalena: «Lo que ayer fueron ortigas / serán hoy célicas rosas / y las montañas fragosas / doradas campos de espigas». O esos otros de Luis Huerta, «Soneto», homenaje a la señora de Giner Pantoja (n.° 30-31-32): «París es la matriz de las matrices / del orbe entero la gloriosa meta».

 

299

«La poesía española del destierro en América», 38-39 (enero-febrero 1948), p. 2.

 

300

Endériz lee poemas en la radio. En cuanto a Oliván, un anarquista refugiado en Bretaña, publicó en 1947, editado por «Solidaridad Obrera» de París, un libro de poemas, Romancero de la libertad, que reúne romances de 1937, 1938 y 1939. El romance de Oliván pertenece a la larga tradición de la poesía ácrata y del romance de guerra que cultivaron poetas-periodistas libertarios como Antonio Agraz, José García Pradas o Félix Paredes. Pero el carácter «vigoroso» que le atribuye Giner de los Ríos se queda en el marco de una poesía tradicional, algo mecánica y ostentatoria.