381
Datos consultados en Obra impresa del exilio español en México, México, SEP/NBA, 1979, pp. 28-29; y en Julián Amo y Carmion Shelby, La obra impresa de los intelectuales españoles en América (1939-1945), Madrid, ANABAD, 1994, edición facsímil, p. 36.
382
Max Aub, «Enrique Díez-Canedo», en Papeles de Son Armadans, CXL (1967), p. 207.
383
G. Díaz-Plaja, «En el centenario de E. Díez-Canedo», Boletín de la Real Academia Española, LIX (1979), p. 449.
384
Héctor Perea, art. cit., p. 62.
385
No hay que olvidar que algunos polemistas, como Julio Jiménez Rueda o el poeta Carlos Gutiérrez Cruz, utilizaron los términos «viril» o «afeminada» para calificar a la literatura, según cumpliera o no las nuevas demandas.
386
Guillermo Sheridan, Los Contemporáneos ayer, México, FCE, 1985, p. 259.
387
El muralismo en pintura cumplirá mejor que nadie esta misión social que se otorga al artista, la de formar a las masas y ser portavoz de sus conciencias, al tiempo que recupera la fisonomía auténtica del pueblo.
388
Así lo expresa Xavier Villaurrutia en El Universal Ilustrado el 16 de junio de 1926.
389
En estos términos lo expresa Luis Cardoza y Aragón: «Se quiere que el nacionalismo sea una forma suficientemente grosera para que puedan los incapaces percibirla. Imaginan que si el artista se va a lo esencial se está 'descastando'. Frases sin sentido éstas. Es el colmo imaginar que si no hay sarape y nopal no hay arte en México» («La inquietud contemporánea», Crisol, 54, junio 1933).
390
Ermilo Abreu Gómez, Clásicos, románticos, modernos, México, Ediciones Botas, 1934.