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«Mientras estuvo en Chile, casi todo su afán lo volcó en lo que llamaba la España extraterritorial, que consideraba formada por todos los exiliados. Se trataba de asumir la representación cultural, política y social de España ante los países que los acogían y estrechar lazos con ellos. Con este fin llevó a Chile a dar conferencias a personas como León Felipe, Fernando de los Ríos, Jiménez de Asúa, Corpus Barga o Américo Castro» (Arturo Soria Puig, ob. cit., p. 21).

 

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Carta a Luis Jiménez de Asúa, fechada el 21 de diciembre de 1939, ob. cit.

 

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Sirva de ejemplo del interés del gobierno franquista por llevar la batalla propagandística a Chile la carta del reciente embajador franquista, Juan Ignacio Luca de Tena, dirigida al Ministro de Asuntos Exteriores (abril de 1941), en la que aludía a la necesidad de promocionar el libro español en aquel país: «Impuesto a mi llegada del contenido de la Circular de 9 de octubre último, me preocupé inmediatamente de la falta de libros españoles en las librerías de Chile y de investigar sus causas, toda vez que el peligro es grande de que el mercado sea absorbido por editoriales rojas radicadas en México y en la Argentina y por las propias publicaciones del país. Me enteré así de que hace meses se autorizó por el Gobierno Español que el pago de los libros españoles se efectuase, no en dólares, lo que resultaba extraordinariamente gravoso dada la carencia de divisas aquí, sino en compensación por la cuenta del salitre». Carta de J. I. Luca de Tena a Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores (5-4-1941), en Archivos del antiguo INLE (Instituto Nacional del Libro Español), Biblioteca Bergnes de las Casas (Barcelona). Otras fases de este enfrentamiento con la legación franquista en Santiago han sido recordadas por Xavier Benguerel en su Memòria d'un exili. Xile 1940-1952, Barcelona, Edicions 62 (Cara i Creu, 34), 301 pp.

 

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Las referencias bibliográficas provienen fundamentalmente de los volúmenes del Archivo de la familia de Arturo Soria, a quienes agradezco su amabilidad y colaboración, y de los fondos de la Biblioteca de Josep Ferrater Mora de la Universitat de Girona. La Colección de Autores Chilenos de Cruz del Sur constaba de los siguientes títulos: José Santos González Vera, Alhué: estampas de una aldea, 1942, 130 pp.; Mariano Latorre, La epopeya de Moñi. Sandías Ribereñas, 1942, 111 pp.; Pedro Prado, Los pájaros errantes, 1942, 135 pp.; Alfonso Bulnes, Viñetas, 1942, 128 pp.; Juan Guzmán Cruchaga, Canción, 1942, 116 pp.; Juvencio Valle, El Libro primero de Margarita, 1942, 154 pp; Tomás Lago, Tres poetas Chilenos, 1942, 138 pp. (Nicanor Parra, Victoriano Vicario, Óscar Castro), prólogo, edición y notas de Tomás Lago; Vicente Huidobro, Temblor de Cielo, 1942, 108 pp.; Max Jara, Poemas Selectos, 1942, 124 pp; Guillermo Labarca Hubertson, Mirando al océano: diario de un conscripto, Santiago de Chile, 126 pp., 1942. En el colofón de este volumen se indica que con él se da por acabada la colección y que se acabó de imprimir el 20 de noviembre de 1942.

 

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Jotabeche (José Joaquín Vallejo), Costumbres mineras, 1943, 152 pp.; Rafael Maluenda, Eloísa, 1943, 145 pp.; Ramón Laval, Cuentos de Pedro de Urdemalas, 1943, 169 pp.; Augusto d'Halmar, Mar (Historia de un pino marítimo), 1943, 112 pp.; Federico Gana, La señora, Santiago de Chile, 1943, 135 pp.; Manuel Rojas, El Bonete Maulino, 1943, 190 pp.; Marta Brunet, Aguas Abajo, 1943, 182 pp.; Sergio Atria (antólogo), Antología de Poesía Chilena (Guillermo Blest, Julio Vicuña Cifuentes, Diego Dublé, Francisco Contreras, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Manuel Rojas, Nicanor Parra...), 1946, 128 pp.; Luis Durand, Vino tinto y otros cuentos, 1943, 160 pp.; Amando Labarca, Desvelos en el Alba, 1945, 131 pp.

 

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Colección de Autores Argentinos: Domingo F Sarmiento, Diario de un viaje, 1944; Esteban Echeverría, El matadero, 1944, 88 pp.; Juan B. Alberdi, Mi vida privada, 1944, 108 pp.

 

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Colección Residencia en la Tierra. Obra poética de Pablo Neruda: La canción de la fiesta. Crepusculario, 1947; El hondero entusiasta. Tentativa del hombre infinito, 1947; Veinte poemas de amor y una canción desesperada, 1947; El habitante y su esperanza. Anillos, 1947; Residencia en la tierra (1925-1931), 1947; Residencia en la Tierra (1931-1935), 1947; Las furias y las penas y otros poemas, 1947; España en el corazón, 1948; Dura elegía, 1948; Himno y regreso, 1948.

 

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José Ricardo Morales había participado en el Teatro El Búho de Valencia que dirigiera Max Aub, y desempeñaría una intensa actividad en el exilio chileno, según su «Autobiograma» en Anthropos, 133 (junio de 1992), pp. 21-27, y el prólogo de Claudia Ortego Sanmartín a su edición de Cuatro imposibles de José Ricardo Morales, Sant Cugat del Vallés, Cop d'Idees / GEXEL, colección Winnipeg-1, 1995, 145 pp.

 

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Muestra del desánimo del editor es la siguiente nota final a una carta dirigida a Luis Jiménez de Asúa, fechada el 12 de octubre de 1948 y que se conserva en la Fundación Pablo Iglesias: «Por correo certificado le remito dos últimos ejemplares de la colección La Fuente Escondida que he editado casi en el desierto». La colección La Fuente Escondida constaba de los siguientes títulos: Josef de Valdivieso, Romancero espiritual, 1943, 123 pp.; Francisco de la Torre, Del crudo amor vencido, 1943, 146 pp.; Francisco de Figueroa, Ocio manso del alma, 1943, 152 pp.; Juan de Jáuregui, Orfeo, 1943, 137 pp.; De tal árbol, tal fruto, florilegio de canciones anónimas del siglo XV al XVII, 1944, 118 pp.; Luis Barahona de Soto, La dulce lira, 1944, 152 pp.; Juan de Tasis y Peralta, Conde de Villamediana, Por la región del aire y del fuego, 1944, 146 pp.; Salvador Jacinto Polo de Medina, La vena rota, 1944, 117 pp; Francisco de Medrano y Francisco de Rioja, Jardines Compuestos, 1946, 185 pp.; Pedro Espinosa, Admiración de maravillas, 1946, 110 pp.

 

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Francisco Giner de los Ríos, en «La actual poesía española», Cuadernos Americanos, México, 4 (julio-agosto 1943), pp. 242-254, hace una valoración de la situación de la poesía española del momento muy próxima a la de José Ricardo Morales en su antología, publicada el 10 de junio de 1943. Anteriores intentos de recopilación habían sido los de Enrique Díez-Canedo, Las cien mejores poesías españolas, Nuestro Pueblo, 1940; Juan José Domenchina, Antología de la poesía contemporánea, 1900-1936, México, Atlante, 1941; Xavier Villaurrutia, Octavio Paz, Emilio Prados y Juan Gil Albert, Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, México, Séneca, 1941.