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371

Ibídem, p. 366.

 

372

Cfr. El diario..., ob. cit., p. 117. Ese individualismo se hace patente en dos episodios muy semejantes; ya he comentado cómo el padre de Eloísa intenta convencer a Hamlet García de la necesidad que la política tiene de hombres como él; también a Pío Cid trata de convencerle el padre de uno de sus discípulos, y, pese a que ambos personajes rechazan la idea de convertirse en gobernadores, Pío Cid acabará por disputar un escaño de diputado en su provincia natal para, una vez conseguido, renunciar a él (ver El diario..., ob, cit., pp. 63-67 y Los trabajos... ob. cit., pp. 200-201 y 220-223).

 

373

Ob. cit., p. 75.

 

374

El diario..., ob. cit., pp. 125-126.

 

375

Ver al caso E. Irizarry (402-405); M. Durán y M. A. Safir (62-68); A. Carreño (Antología 281-288; «Las otras» 8-10).

 

376

Sobre la obra narrativa de Aub, ver el exhaustivo libro de I. Soldevila-Durante y el desigual estudio de F. A. Longoira.

 

377

La bibliografía sobre esta curiosa obra de Aub es muy reducida; contamos con las páginas introductorias de I. Soldevila-Durante (157-159) y con la sugestiva aportación de Carmen Varcácel (269-288).

 

378

Soldevila cuenta 108 naipes (157), Caben varias hipótesis para explicar esa discrepancia en el cómputo de naipes: (a) en su ejemplar de Juego de cartas había dos comodines por baraja, que en el mío se habrán extraviado; (b) Soldevila no contó las cartas, y asumió erróneamente que, al igual que toda baraja francesa, las de Aub tendrían dos comodines cada una; (c) pero no hay que descartar la posibilidad de que Aub, muy aficionado a bromas y mistificaciones, decidiera publicar algunos juegos de cartas con dos comodines por baraja, y otros (como el mío) sólo con uno.

 

379

C. Valcárcel observa, por añadidura, un paralelismo entre esta obra de Aub y Seis personajes en busca de un autor, o mejor dicho, una inversión de la pieza de Pirandello: «no estamos ante personajes que busquen afanosamente un autor, sino ante autores-narradores que buscan en su memoria fragmentada un personaje», ob. cit., p. 275.

 

380

C. Valcárcel sugiere que, aparte de esos sentidos de ambas palabras, «se podría pensar en otra de las acepciones de uso de la palabra baraja: 'libro desencuadernado con las hojas sueltas', pues precisamente es así como se ofrece al lector este libro», ob. cit., p. 270, nota 3.