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411

Cfr. Teoría de los mundos posibles y macroestructura narrativa, Alicante, Universidad, 1986, y Semántica de la narración: la ficción realista, Madrid, Taurus, 1992.

 

412

Vid. F. García Sánchez, Tres aproximaciones a la novela histórica romántica española, Ottawa, Dovehouse Editions, 1993, p. 8.

 

413

El cuarto tipo de novela histórica es aquel en que, entre el discurso y el receptor, se interpone únicamente la referencialidad a un mundo enteramente imaginario del que, sin quedar excluida toda exigencia de verosimilitud, salvo la autorreferente, la posibilidad de confrontación con lo verosímil o con lo objetivo real resulta imposible porque se ubica en un lugar utópico o un tiempo irreal (como el tipo anterior) o en una mezcolanza de tiempos o de espacios. Estamos ya, evidentemente, en la zona transicional entre lo que se puede llamar o no novela histórica. A este tipo de novela pertenece, dentro de la literatura del exilio, La novela del Indio Tupinamba (1959) de E. F. Granell. Pero por la capacidad deslegitimadora del sentido de la historia, y de mitificación sibilina pro domo sua, este tipo de novela abunda sobre todo entre los escritores falangistas del temprano desencanto (J. A. Pascual, Álvaro Cunqueiro, G. Torrente Ballester). También en esta zona transicional podemos considerar las novelas de anticipación de la historia, o las que imaginan lo que pudo haber sido la pasada historia de haber ocurrido las cosas de otra manera. Una variante de este tipo de novela es aquella en que se sitúa la acción en el futuro para, desde esa imaginaria situación histórica, en la que se dispone de nuevos medios para revisitar el pasado, volver la vista atrás y reexaminar el pasado (Los cinco libros de Ariadna, de Ramón J. Sender).

 

414

Será la esposa del sabio quien logre rescatar al perro de la mesa de operaciones del sádico experimentador. La etapa más feliz en la vida del perro transcurre con la familia del viejo físico y acaba con el estallido de la guerra, que dispersa a la familia.

 

415

Evocado en un artículo de Andrés Trapiello, publicado en El País (21 de noviembre de 1995).

 

416

Los datos biobibliográficos más completos que conocemos de Ángel Samblancat se encuentran en el apartado que a ellos le dedica L'Avenç. Barcelona, 80 (marzo de 1985), pp. 22-24. También en el trabajo de Neus Samblancat Miranda: Ideario y ficción en la obra novelística de Ángel Samblancat (Tesis Doctoral inédita, presentada en el Departamento de Filología Española de la Facultad de letras de la Universidad Autónoma de Barcelona, 1990). El apéndice documental de este último trabajo incluye, entre otros materiales no publicados del autor que aborda, la transcripción íntegra del mecanoscrito original de Chamaca, tal como se ha conservado. La citada transcripción, convenientemente contrastada con el original que se menciona, es la que se utiliza como referencia, extrayendo de ella las citas de este trabajo. El acceso a ambos textos ha sido posible gracias a la gentileza de la doctora Neus Samblancat, la cual también ha permitido que se use su información, facilitando la labor que aquí se presenta.

 

417

Francisco Carrasquer, Breve recuerdo de Ángel Samblancat, en Polémica, Barcelona, 15-16 (1985), p. 50.

 

418

Acordamos con la definición que, respecto a la novela picaresca, da Francisco Ayala (La novela picaresca, en Los ensayos. Teoria y crítica literaria. vol. I de Obras completas. Editorial Aguilar. Madrid, 1975, pp. 731-829), señalándola como un texto «ficticio, escrito en primera persona por sujeto imaginario de ínfima extracción social, quien, pasando por aventuras sucesivas, nos introduce en sectores y ambientes diversos de la sociedad, que podemos así contemplar desde una perspectiva poco favorecedora, es decir, desde abajo» (p. 758).

 

419

El relato plantea un problema de autorías. Quizás el nombre del licenciado Francisco López de Úbeda, que figura al frente del libro original, esconda a su verdadero responsable: el dominico Andrés Pérez, amigo del anterior. Esta posible atribución, ya señalada inicialmente por Nicolás Antonio y recogida por J. Puyol Alonso a principios de este siglo, carece de pruebas suficientes para ser confirmada. En cualquier caso, no puede rechazarse en la medida en que el documento presenta evidentes paralelismos con una serie de escritos del religioso y que este último, por su misma condición de clérigo, no podía permitirse componer, ofreciéndolos abiertamente, cierto tipo de discursos.

 

420

Francisco López de Úbeda, La pícara Justina, en La novela picaresca española. Tomo I. Editorial Aguilar. Madrid, 1986, (7ª edición, 2ª reimpresión), p. 882.