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El exilio religioso vasco en Francia: la provisionalidad (1937-1940)


Óscar Álvarez Gila



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ArribaAbajoIntroducción

Estudiando en un anterior trabajo nuestro la evolución de la presencia religiosa vasca en Hispanoamérica durante los siglos XIX y XX1, hemos observado cómo experimentaba ésta un notable aumento en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil española, hasta inicios de la década de los cuarenta2. Destacaba dicho aumento, además, por producirse en un periodo (limitado por los años 1932 y 1947) de auténtico parón en la evolución, constantemente ascendente, que dicha presencia conoce desde aproximadamente 1880 hasta la crisis vocacional posterior al Concilio Vaticano II. Las características de este aumento aparecían bastante claras: se trataba de un exilio.

Uno de los grandes debates ideológicos sobre la Guerra Civil, tanto contemporáneo a la misma como en la bibliografía posterior, se centraba en el papel que la religión e Iglesia católica tenían en el conflicto. Desde el primer documento eclesial público en apoyo de la rebelión (la Instrucción pastoral conjunta de los obispos de Pamplona y Vitoria en agosto de 19363) hasta la Carta colectiva del episcopado español de julio de 1937, en la que la Iglesia se alineaba oficialmente con Franco, un hecho había empañado el intento de presentar el «Alzamiento» como una reacción católica unánime en defensa de la religión: el decantamiento del nacionalismo vasco, mayoritariamente católico, por la república.

Conforme iba siendo ocupado el territorio de Euskalerria por los sublevados, la consiguiente represión política también se dirigió al estamento religioso, contra aquellos sospechosos de haber mostrado «su afecto al Nacionalismo», lo que en muchos casos se reducía a una «dedicación de toda la vida al vascuence»4 u otros aspectos de la cultura vasca.

Las modalidades de esta represión fueron variadas, contando para ello con la colaboración de las mismas jerarquías eclesiásticas. No sólo hubo depuraciones («Padres muy dignos fueron excluidos de cargos de importancia [...] por parecer inclinados a la política vasquista», afirmaba a mediados de 1939 el superior de la provincia franciscana de Cantabria5); sino también encarcelamientos, destierros con o sin juicio, e incluso fusilamientos. Según los datos hasta hoy más completos y más ampliamente citados, los presentados por el   —2→   colectivo Eusko Apaiz Talde (En la persecución. Archivos del Clero Vasco6), más de 800 eclesiásticos vascos, seculares, regulares y seminaristas sufrieron alguno de estos hechos. El propio obispo de Vitoria, que era integrista, hubo de marchar a Roma, y fue finalmente destituido.

En estas condiciones, la marcha al extranjero se presentaba como una solución preventiva para los religiosos afectados, más que como una modalidad de represión (aunque hubo ejemplos aislados en este sentido). Antecedentes no faltaban, a lo largo del siglo, en cuanto al uso de este método contra sacerdotes y religiosos acusados de filonacionalismo, como los traslados forzosos contra sacerdotes diocesanos de Vitoria7, o la purga sufrida por capuchinos en los años 1910-158.






ArribaAbajo1. El recurso provisional


1.1. Los datos

Sin embargo, el paso a las misiones y demás destinos hispanoamericanos no se produjo, como podría haber sido de esperar, únicamente en los primeros momentos tras la ocupación (gráfico n.º 1), sino que, tras la marcha inmediata que sí se produjo a mediados de 1937, el fenómeno se dilató hasta 1940, aunque a menor ritmo. Por ejemplo, desde la provincia franciscana de Cantabria el ritmo de envío de religiosos desde Europa a Hispanoamérica nos da una imagen de esta evolución: 10 en 1937, 2 en 1938, 6 en 1939 y 9 en 1940.

Gráfico n.º 1: Número de religiosos vascos presentes en Hispanoamérica (1936-40, a principios del año correspondiente). Elaboración propia.

Número de religiosos vascos presentes en Hispanoamérica (1936-40, a principios del año correspondiente)

Estos datos, en primer lugar, vienen a suponer un complemento a los ofrecidos por Eusko Apaiz Talde, ya que presentan la evolución de un sector del clero de Euskalerria (el regular) infrarrepresentado en los suyos, que incluyen   —3→   de manera más detallada a sacerdotes diocesanos; y darían pie, de esta manera, a una ampliación de la lista de los afectados por la represión. No obstante en los sucesivos nos ceñiremos, en las cifras que ofrezcamos del exilio francés, a los datos de los religiosos mencionados por Eusko Apaiz Talde completados por otras fuentes9; ya que son éstos de los que conocemos de una manera segura la motivación política y el carácter forzado de su marcha.

Pero, en segundo lugar y sobre todo, dichos datos nos llevan a constatar el hecho de que aproximadamente un 60% de estos religiosos que entre 1936 y 1940 acaban destinados a Hispanoamérica, pasan por una estancia provisional en Francia. Este carácter de provisionalidad del exilio francés se ve corroborado por dos hechos:

1.º Francia es el recurso de urgencia. De los 184 exiliados que pasan por Francia, sólo 8 no llegan directamente desde Euskalerria (2 lo hacen a través de Bélgica, 3 por Inglaterra, 2 por Italia y 1 desde un destierro en España). El mismo ritmo de llegada nos indica que la afluencia masiva de eclesiásticos a Francia se produjo, prácticamente, coincidiendo con la desaparición del frente norte:

1936 31 1938 6 1940 2
1937 103 1939 6 19?? 36

2.º Francia es vía a otros destinos. Según se observa en el gráfico n.º 2, tras aquella masiva entrada de refugiados en 1937, se produce una constante disminución del número de los que permanecen en Francia, de manera paralela al aumento de los que pasan a otros países europeos (especialmente Bélgica e Inglaterra), a Hispanoamérica o comienzan tímidamente a volver a España.

Gráfico n.º 2: Evolución de la localización de los 184 eclesiásticos vascos que pasaron por Francia (1936-40). Datos de Eusko Apaiz Talde completados (ver anexo n.º 2).

Evolución de la localización de los 184 eclesiásticos vascos que pasaron por Francia (1936-40)



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1.2. Antecedentes

No era, sin embargo, ninguna novedad este recurso a la utilización de Francia como un primer lugar de acogida para religiosos en los momentos de dificultad. En los dos procesos exclaustradores españoles del siglo XIX (1835 y 1868), cuya aplicación coincidió con las guerras carlistas, los religiosos que optaron por el exilio antes que aceptar la secularización y que, finalmente, acabarían unos años más tarde cruzando el Atlántico, permanecieron ese tiempo a la expectativa en Europa, esperanzados en una pronta vuelta a España. Especialmente en el segundo de los exilios decimonónicos, esta espera la realizaron en conventos franceses cercanos a la frontera española; sólo cuando se comprobaba la imposibilidad, a medio plazo, de volver, se optaba por el paso a las misiones.

Sin embargo, el precedente más cercano databa escasamente de cinco años antes. Tras la proclamación de la República, y especialmente en la sicosis producida a raíz de la disolución de la Compañía de Jesús, los superiores de las diferentes órdenes religiosas tomaron por lo general dos decisiones: enviar de manera inmediata a los que se hallaban en periodo de formación a casas seguras en el extranjero (sobre todo en Hispanoamérica), y comenzar las gestiones para obtener un refugio cercano, en Europa, por si la temida expulsión general se producía. Nuevamente, las miradas se centraron en Francia10:

C'est avec une confiance franciscaine que je m'adresse a Vous, pour vous proposer une question qui me préoccupe. Vous êtes au courant des événements politiques de l'Espagne et quand la Loi d'Assotiations soit publiée peut être nous serons au risque d'être exilés. C'est pour quoi en cas de cet événement malheureux, je me permets vous demander, si vous seriez prêt à admettre dans les couvents de votre Province Séraphique quelques Pères et Frères [...]11.



En la elección del lugar se tuvo en cuenta, de manera especial, la cercanía al País Vasco español. De esta manera, carmelitas descalzos de la provincia de San Joaquín de Navarra pasaron a Agen (Lot-et-Garonne) y Dax (Landes); los franciscanos de Cantabria acabaron instalando una pequeña comunidad en la localidad bajonavarra de Saint-Palais (Basses Pyrénées); los pasionistas de la provincia del Sagrado Corazón de Bilbao fundaron un convento en Ascain (Labourd, departamento de Basses Pyrénées), a escasos tres kilómetros de la frontera12. El obispo de Vitoria, Mateo Múgica, expulsado de España en julio de 1931, estuvo residiendo en Anglet (Labourd) y Lappuie (Vienne)13.




1.3. Características

1. Toda esta infraestructura iba a ser utilizada en la Guerra Civil, aunque para un exilio de diferente signo al esperado. A pesar de que existieron   —5→   situaciones en las que hubo una auténtica expulsión (como entre la comunidad capuchina de Fuenterrabía), en la mayoría de los casos fue la prudencia lo que se hallaba detrás del exilio. Como señalaba Mateo Múgica:

Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Gomá escribía de tales sacerdotes que huyeron prudentemente, y, como yo dije al Vaticano [...] hoy repito que aquellos sacerdotes huyeron, no porque se creían culpables y reos de pecado, sino porque vieron cómo muchos inocentes, por no ser visiblemente adictos a la política del partido de Franco, eran severamente castigados14.



Esta prudencia llevó a los superiores regulares a decretar traslados masivos al extranjero, y entre otros lugares, a los preparados pero no utilizados refugios franceses. Así, entre los pasionistas «la victoria de los militares y la opinión general que corría por Bilbao sobre las preferencias nacionalistas de los Padres de Deusto» llevó a que cuatro sacerdotes de esta comunidad fuesen destinados a Ascain en 193715. Similar actitud habían tomado los superiores de la provincia carmelita de Navarra, hacia Agen, y de la capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón16.

2. En el caso de los sacerdotes seculares, que no contaban con este recurso, la presencia de obispos simpatizantes, que los admitieron en sus diócesis, funcionó de similar manera al ofrecerles un lugar de refugio.

Los cardenales Verdier (arzobispo de París) y Liénart (obispo de Lille), el arzobispo de Burdeos, Feltin, el obispo de Dax, Mathieu y el obispo de Arras, Duttoit17, se destacaron como protectores no sólo de los sacerdotes huidos, sino de los mismos refugiados vascos: los obispos de Dax y Burdeos se hallaban detrás de la iniciativa que bajo el nombre de «Comité Nationale Catholique d'Accueil aux Basques» apoyó la infraestructura de atención al exilio vasco, con la presidencia honoraria del propio cardenal parisino18. Como había señalado Verdier a Múgica, cuando éste sufrió la expulsión republicana, el apoyo dado por los católicos franceses se basaba en una deuda de gratitud:

Et tous nous voudrions tant vous rendre un peu de l'admirable charité que vous avez eue, en Espagne, pour nous religieux aux heures sombres que nous avons connues, nous aussi19.



De esta manera, a finales de 1937 se hallaban «en Francia más de cien sacerdotes vascos desterrados de su país por no haber querido quemar incienso al ídolo fascista»20.

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3. Va a ser una característica ya mencionada, es decir, la localización de los conventos de refugio y de los obispos amigos, una de las variables fundamentales que van a incidir en la distribución del exilio religioso vasco por Francia durante estos años. A ésta habría que añadir otras dos interrelacionadas:

-La cercanía al País Vasco peninsular.

-La propia localización del exilio vasco en Francia, y más concretamente del «exilio organizado», es decir, de aquellas actividades que las autoridades vascas instalaron en suelo francés para, en un primer momento, alejar a los no combatientes de las zonas de peligro, y tras la derrota, servir de apoyo a los huidos. En este aspecto, los hospitales y colonias infantiles del Gobierno vasco no dejaron de contar entre su personal con la presencia de capellanes vascos, también refugiados; la mayoría de estos refugios se hallaban en el País Vasco francés (Iparralde), muy cerca de la frontera: hospitales como «La Roseraie» en Guéthary (entre Biarritz y Saint-Jean-de-Luz), o colonias como la de Saint-Jean-de-Pied-de-Port21.

Mapa n.º 1: Localización geográfica de los eclesiásticos refugiados vascos en Francia (1936-40). Datos de Eusko Apaiz Talde completados.

Localización geográfica de los eclesiásticos refugiados vascos en Francia (1936-40)

De esta manera, todo se conjuntaba para concentrar a los refugiados en el departamento de Basses Pyrénées, y más concretamente en su zona occidental, el País Vasco22; y, algo menos, en los de Landes y Lot-et-Garonne. Saliéndonos de este ámbito, los presentes en Burdeos (y la costa francesa suratlántica),   —7→   Lille23 y París no hacen sino reflejar el apoyo de sus obispos a los vascos. En este último caso, además, también contaba el factor de la atracción de la capitalidad: en París, por esta razón, se hallaba la redacción de la revista Euzko Deya, en la que colaboraban asiduamente sacerdotes vascos24, y desde la misma «residencia de los Curas» del 5, rue Quintin-Bouchard se realizó el intento de coordinación de los exiliados repartidos por Francia (y por Bélgica e Inglaterra) centrado alrededor de la revista Anayak. Correspondance bimensuelle des Prêtes Basques en Exil, que se publicó bajo la censura eclesiástica del arzobispo parisino de enero a abril de 1939.

Mapa n.º 2: Procedencia geográfica de los eclesiásticos refugiados vascos en Francia (1937-40). Datos de Eusko Apaiz Talde completados (ver anexo 1).

Procedencia geográfica de los eclesiásticos refugiados vascos en Francia (1937-40)





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ArribaAbajo2. La procedencia de los exiliados

Según los datos del colectivo Eusko Apaiz Talde (reflejados en el mapa 2), la práctica totalidad de los eclesiásticos refugiados en Francia procedían de las provincias costeras vascas de Guipúzcoa (84) y Vizcaya (82).

Estos datos exigen varias puntualizaciones.

En primer lugar, podrían hacer pensar que el fenómeno del exilio religioso, en su totalidad, fuera casi exclusivamente vizcaíno y guipuzcoano; esto es algo que se halla bastante lejos de la realidad. Sólo la limitación de las fuentes usadas por Eusko Apaiz Talde, y como consecuencia de ello la excesiva importancia relativa que en sus datos tienen los sacerdotes seculares (cfr. tabla 1), han propiciado que se forme esta imagen.

Tabla n.º 1: Exilio religioso en Francia (1937-40), por órdenes. Datos de Eusko Apaiz Talde completados.

Clero Diocesano 126 Jesuitas 5 Cán. R. de Letrán 1
Carmelitas Descalzos 18 HH. Instr. Crist. 4 Franciscanos 1
Capuchinos 13 Claretianos 2 Benedictinos 1
Pasionistas 5 Escolapios 1 Sacramentinos 1
¿¿?? 5

Porque, a pesar de todo, el mapa n.º 2 es un aceptable reflejo de la situación de la Iglesia secular en Euskalerria. La mayoría de los acusados de nacionalismo era naturales de las provincias costeras; mientras que en Álava el apoyo al régimen franquista entre los sacerdotes era más elevado, llegando a ser éstos, en Navarra, «el pilar de la insurrección»25.

En cuanto al clero regular, la causa de su infravaloración, aparte de la antes mencionada limitación de fuentes, reside en la característica de estar este clero encuadrado en organizaciones que superan los marcos de las diócesis. Este hecho permitía dos salidas posibles al problema que suponían, en las nuevas condiciones, los religiosos «vasquistas»:

-Por su carácter organizado, dar una solución «interna» a los problemas suscitados creando situaciones de «exilio interior». El caso más destacado es el de los escolapios. Quizá por la voluntad férrea que les achaca Julen Rentería a sus superiores de la provincia de Vasconia26 no se produjo en esta orden, excepto casos aislados, una persecución visible; pero los más sospechosos fueron relegados a cargos oscuros, secundarios: cargos muy lejos de su capacidad, la cual tuvieron ocasión de demostrar, cuando en 1950 los escolapios vascos inician un proceso expansivo por Brasil, Japón y Venezuela, proceso encargado a tres de ellos27.

-Por su carácter supradiocesano, realizar teóricos traslados a otras residencias de la misma orden. En este apartado entran, entre otros, los envíos realizados a los conventos franceses.

No obstante, las características del movimiento misionero español contemporáneo, en constante progresión desde la definitiva restauración religiosa de 1876 y proyectado de manera preferente a Hispanoamérica, van a determinar que la mayor parte de los posibles conventos (fuera de España) a los que realizar dichos traslados se hallasen en ese continente. Entre   —9→   el clero secular el recurso al exilio francés fue en términos relativos más utilizado que entre el regular, ya que éste iba a poder realizarlo en otros países, sin estar condicionado por las posibilidades individuales sino por las decisiones de los superiores. Así es como el provincial franciscano de Cantabria pudo decir que:

Por esta prudencia previsora, sin que ninguna autoridad civil ni militar nos obligara, destinamos en los primeros días de mi gobierno -agosto de 1937- a las Misiones de Cuba y del Paraguay a unos cuantos Religiosos, que en tiempos pasados se habían distinguido algo por sus aficiones políticas28.



De esta manera, dando su importancia a la participación del clero regular, la geografía del exilio (sin limitarlo a Francia) cambia apreciablemente, adquiriendo una nueva importancia, en especial, el navarro29. En una orden como la franciscana, cuya cantera vocacional estaba localizada casi exclusivamente en las Vascongadas, entre 27 posibles exiliados30, tres eran navarros. Y entre los 10 capuchinos «posibles»31 de la provincia de Navarra-Cantabria-Aragón, que pasarán a Chile y Argentina, la gran mayoría (7) son navarros32.

Se nos presenta así una curiosa dicotomía: mientras en el obispado de Vitoria el exilio es fundamentalmente secular, en Navarra es casi exclusivamente regular, y concentrado en unas órdenes determinadas.




ArribaAbajo3. 1940: la nueva partida

En la mayor parte de los casos, 1940 es la fecha límite que marca el fin de la etapa francesa del exilio. Aunque, en forma de un lento goteo, y especialmente entre religiosos o sacerdotes con vinculaciones familiares o de amistad con religiosos, se había estado produciendo casi desde el principio un paso a las misiones americanas33; es en ese año cuando la mayor parte de los eclesiásticos vascos asilados en Francia vuelve a cruzar fronteras en un nuevo capítulo de su exilio.

  —10→  

El primero de los hechos que incide en esta segunda fase del éxodo es, sin duda, el fin de la Guerra Civil y la definitiva victoria del bando «nacional». Para muchos de los refugiados suponía un duro golpe, pues destruía la esperanza de una vuelta a corto plazo; voces se debieron oír a favor de la aceptación definitiva de la situación, puesto que el lehendakari del Gobierno vasco, José Antonio Aguirre, tuvo que estar repitiendo, hasta el mismo inicio de la II.ª Guerra Mundial, «que no era partidario de este tipo de emigración (a América), quizá con la lejana esperanza de que un rápido triunfo de los aliados diese una salida al problema peninsular»34.

Pero fue el comienzo de esta guerra, y en particular la derrota del ejército francés y la posterior ocupación del país por las tropas alemanas, lo que más condicionó la nueva actitud de huida de la mayoría de los exiliados religiosos vascos. Ante el avance nazi, los más comprometidos reaccionaron, por temor a la represión, con la simple huida, como relata Alberto Onaindia:

Era el mes de junio de 1940, los días trágicos de la invasión de Francia por el ejército alemán. Salí de París la noche del 11 de dicho mes y llegué a Burdeos después de recorrer durante tres días y noches carreteras de Francia, cargadas de gentes que huían sin rumbo fijo [...]. Días más tarde me encontraba en San Juan de Luz. Quiso la providencia que, horas antes de la llegada de los alemanes, el 25 de junio, embarcara ya en este pintoresco pueblo vasco, en el destroyer canadiense Restigouche. Veinticuatro horas después subía yo a cubierta del buque en la bahía de Plymouth (Inglaterra)35.



En aquella situación bélica, además, la actitud precisamente de un vasco, Jean Ybarnegaray36, recién nombrado ministro del gobierno Pétain, había añadido dosis de intranquilidad en la colonia vasca, al decretar el internamiento de los refugiados residentes en Basses Pyrénées (fundamentalmente, en Iparralde) en el campo de concentración de Gurs. En aquellos momentos, en este departamento «sólo quedaban los ancianos y los sacerdotes, ya que la mayoría de los jóvenes se encontraban trabajando en los arsenales»37.

De esta manera, y nuevamente desde la prudencia, la mayor parte de los religiosos vascos exiliados a Francia salían de este país. En 1941, sólo permanecían allí 43 de los 184 que en un momento u otro habían pasado por él. 38 se habían arriesgado a volver, recibiendo de inmediato la orden de traslado a diócesis españolas alejadas de Euskalerria o, en el más leve de los casos, fuera de su antigua provincia de destino; el hecho de que en su vuelta sufrieran represión ya nos pone en la pista de que aquella no había sido totalmente voluntaria, sino elegida como un «mal menor». Y finalmente, 48 se habían unido, en un lento goteo, a los que habían ido directamente a Hispanoamérica, entre 1936 y 1937.




ArribaAbajo4. Conclusiones

-El exilio religioso vasco a Francia, entre 1937 y 1940, se configura esencialmente como un recurso de urgencia, cargado de provisionalidad. En la mayoría de los casos, es una etapa relativamente corta, de no más de tres años, antes de adoptar la solución personal más definitiva: una vuelta a Euskalerria (con los problemas que ello significaba); una marcha a Hispanoamérica, entre otras razones también por la identidad de idioma, y con el sentido   —11→   de «exilio definitivo» que tal alejamiento tenía; o incluso la permanencia en la misma Francia.

-La causa fundamental del exilio es política: en concreto, la acusación de ser simpatizantes (y, a veces, activistas) del nacionalismo vasco; una vinculación que, por otra parte, la mayoría de las veces era más supuesta que real: el trabajo en el campo de la cultura vasca, y en especial en el cultivo de la lengua, era razón suficiente para justificarla.

-El exilio, tanto a Francia como a otros países, dentro del contexto de las represiones franquistas contra el clero no afecto, tenía un matiz más de prevención y huida que de castigo, aunque no faltaron ejemplos de esto último, especialmente en (algunas) órdenes religiosas.

-El exilio, en el caso de las misiones y demás responsabilidades eclesiales hispanoamericanas realizadas por vascos, tuvo como consecuencia indirecta un aumento del personal presente en ellas. Ocurría esto, además, en unos momentos en los que la paralización del proceso expansivo del movimiento misionero desde Euskalerria había comenzado a producir problemas en la atención de dichas responsabilidades.





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ArribaAbajoAnexos


Anexo 1. Procedencia geográfica de los eclesiásticos refugiados vascos en Francia (1937-40)

Datos de Eusko Apaiz Talde completados


PROVINCIA LOCALIDAD NÚMERO PROVINCIA LOCALIDAD NÚMERO
ÁLAVA Vitoria / Gasteiz 2 VIZCAYA Bilbao 5
GUIPÚZCOA Se desconoce 8 Gordexola 4
Donostia / San Sebastián 9 Barakaldo 2
Rentería 4 Abanto-Zierbena 1
Lezo 1 Arrankudiaga 1
Oiartzun 1 Amorebieta 7
Usurbil 2 Lemoa 2
Orio 1 Dima 2
Irun 5 Ceanuri 5
Zarautz 1 Ubidea 2
Getaria 2 Durango 7
Zumaia 2 Abadiño 3
Deba 1 Elorrio 1
Mutriku 4 Otxandio 1
Eibar 1 Areatza / Villaro 1
Placencia de las Armas 1 Mungia 3
Bergara 3 Gatika 1
Antzuola 1 Gorliz 2
Aretxabaleta 1 Getxo 1
Eskoriatza 1 Larrabetzu 1
Azpeitia 5 Forua 3
Azkoitia 3 Ajangiz 3
Beizama 1 Nabarniz 2
Zumarraga 1 Murueta 1
Legazpia 1 Mendata 1
Beasain 1 Muxika 2
Idiazabal 2 Rigoitia 1
Villafranca Ordizia 1 Mundaka 2
Gainza 1 Ibarrangelua 1
Lazkao 3 Lekeitio 1
Ataun 2 Ispaster 1
Tolosa 7 Ea 1
Leaburu-Gaztelu 1 Aulestia 1
Ibarra 1 Ondarrua 1
Andoain 2 Markina 9
Berastegi 1 IPARRALDE Bayonne 1
Alegría de Oria 1 Se desconoce 11
Alzo 1 NAVARRA Se desconoce 1
Lizartza 1 Aranaz 1
  —13→  
Valle de Baztán 1 Morentin 1



Anexo 2. Situación de los sacerdotes y religiosos vascos que han desarrollado parte o todo su exilio en Francia (1937-40)

Datos de Eusko Apaiz Talde completados38


AÑOS
LUGARES 1936 1937 1938 1939 1940 1941
Euskalerria 117 13 7 9 13 22
España 1 __ __ 1 6 16
FRANCIA 23 122 110 96 67 43
Resto de Europa 3 6 18 20 24 9
Hispanoamérica __ 1 7 15 30 48





ArribaBibliografía

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