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10

Ibidem, p. 121.



 

11

Por ejemplo, al comentar la teoría poética de Nicomedes Pastor Díaz. Cf., «La poesía lírica y épica en la España del siglo»., en O.J.V., t. II, p.1190.



 

12

Esta idea la encontramos desarrollada en varios artículos de Valera, por ejemplo en el dedicado a reseñar los Cantos de Leopardi, Cf., «Sobre los «Cantos» de Leopardi», en Obras de Juan Valera, t. II, pp. 22-23.

Puede consultarse además, «Del Romanticismo en España y de Espronceda», Ibidem, pp. 18-19; «Poesías líricas» de Gertrudis Gómez de Avellaneda», pp. 371-382; y «La poesía lírica y épica en la España del siglo XIX», pp. 1181-1249.



 

13

Esta misma interpretación religiosa aparece en Bécquer. Cf., R. Benítez, Bécquer tradicionalista, Madrid, Gredos, 1971.



 

14

Como señala Mª del Carmen García Tejera, con el Romanticismo la poesía recobra una índole trascendente, de aquí que se utilice la palabra «misión», perteneciente al campo léxico de la religión, para aludir a la función del poeta, y que, incluso, como hemos visto antes, se identifique a éste con un hierofante. Cf., Conceptos y teorías literarias españolas del siglo XIX: Alberto Lista, p. 110.



 

15

Cf., en DeCoster, C., Obras desconocidas de Juan Valera, Madrid, Castalia, 1965, p. 533.



 

16

Ibidem, pp. 533-533.



 

17

Cf., Mª del C. García Tejera, op. cit, p. 111.



 

18

No debemos olvidar, no obstante, que el Romanticismo inaugura el camino de la modernidad al potenciar la recreación o la invención de una realidad distinta de la visible, ajena a cualquier intento de racionalismo, de limitación, y al posibilitar el surgimiento del individuo sensible y capaz de captar esa realidad plural. Cf., «El Romanticismo y los orígenes de lo «moderno», en Alfredo de Paz, op. cit., pp. 186-193.



 

19

Ibidem, pp. 195-197.



 
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