Ibidem, p. 1108.
La cursiva es nuestra.
Cf., «Estética», en C. DeCoster, op. cit., p. 533.
La cursiva es nuestra.
A. de Paz, op. cit., p. 93.
Como pone de manifiesto Jean Krynen es la mujer a través del amor la que enseña al escritor el lenguaje poético y el poeta, a su vez, cautivado por el misterio del eterno femenino, seduce a la mujer con su poesía. Cf., op. cit., p. 48.
Cf., C. Velay-Vallantin, «Images, imagerie et imaginaire du conte», en Romantisme. Revue du dix-neuvième siècle. Le conte et l'image, nº 78 (1992), pp. 3-9.
Ibidem, p. 214.
«La poesía lírica y épica en la España del siglo XIX», en O.J.V., t. II, p. 1230.
Jean Krynen los rastrea desde primeras composiciones como Las aventuras de Cide Yahye y El Fuego Divino hasta novelas y cuentos más tardíos: Las ilusiones del Doctor Faustino, Garuda, La buena fama, etc. Cf., L'esthetisme de Juan Valera.
Todo ello cabría ponerlo quizás en relación, como ha hecho Leonardo Romero Tobar al analizar este tema en Morsamor, con el escepticismo provocado por la crisis intelectual del fin de siglo. Cf. «Introducción» a Morsamor, Plaza Janés, 1984, p. 40.
Lily Litvak analiza estos aspectos en Valera y otros autores finiseculares en los que encuentra ciertas inquietudes filosóficas que tratan de encontrar un sistema o sistemas donde lo irracional, lo indefinido, lo misterioso y lo que escapa a los parámetro normales no queden excluidos. Cf., El sendero del tigre. Exotismo en la literatura española de finales del siglo XIX, 1880-1913, Madrid, Taurus, 1986.