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El hombre de las cien manos [versión escolar]1

Luis Matilla






Escena XIII

 

El teloncillo se descorre. Las cortinas blancas del fondo, que en cada escena habrán representado un diferente escenario, nos mostrarán en esta ocasión una celosía tras la cual se encontrará una mujer -COLOMBINA- interpretando el papel de enamorada. No reconoceremos sus facciones. PANTALONE, componiendo otro personaje, se aproxima a la enrejada ventana.

 

[1]

PANTALONE.-   Señora, ¿sois vos por ventura la dama que desea contraer matrimonio y no encuentra al hombre de sus sueños?

[2]

COLOMBINA.-   Acertado estáis, caballero. Tan perdida tengo la paciencia, que a soñar con las estrellas me he lanzado.

[3]

PANTALONE.-   Yo, señora, reconozco no ser ni buen mozo, ni bello, ni excesivamente joven, pero a cambio, poseo virtudes naturales, tales como buen carácter y una pequeña hacienda que estaría feliz de compartir con vos.

 

(COLOMBINA sale con un espectacular salto de detrás de la celosía. Su rostro resultará ser una ridícula copia de DOÑA MAGUNCIA. El peinado de la desproporcionada peluca, las grotescas verrugas y el detonante color del rostro darán al personaje una apayasada apariencia. COLOMBINA hablará ahora con una voz aún más grotesca que cuando se encontraba detrás de la celosía.)

 

[4]

COLOMBINA.-   Caballero, a pesar de las muchas proposiciones que he tenido, la que vos me formuláis ha sido capaz de conmover mi corazón y no puedo resistirme a vuestros deseos. Por lo tanto os digo ¡¡¡síííííí!!!

 

(COLOMBINA se lanza a sus brazos. PANTALONE retrocede asustado y rueda por tierra. No ha podido contener la enorme impresión que le ha producido la inesperada aparición. Se incorpora y simula correr por el tabladillo perseguido por su amoroso esperpento, que grita mientras intenta acorralarlo.)

 

[5]

COLOMBINA.-   Prenda mía, gallardo caballero. No huyáis, que aquí os espero. ¿Pero no vais a venir? ¿Qué os sucede? ¿Acaso os encontráis enfermo? ¿Sentís algún dolorcillo? Aguardad, que yo tengo unas sales con las que curar vuestro mal. Pero, qué juguetón sois, como un niño, igual que un niño.

 

(PANTALONE logra escapar del cerco y desaparecer del escenario. COLOMBINA queda en el centro respirando con grandes dificultades debido a los esfuerzos realizados durante la persecución de su «pretendiente». Al verse sola comienza a hacer cómicos pucheros, hasta romper a llorar.)

 

[6]

COLOMBINA.-   ¡Desdichada de mí! ¿Cómo puede ser tan difícil encontrar un marido?  (Intentando controlarse.) Pero no, la culpa no es mía, me ha rechazado por culpa del sobrino que tengo a mi cuidado.  (Gritando.)  Luc, ven aquí para que te dé una buena paliza por haberme hecho perder tan buen pretendiente.

 

(Las cortinas del telón se corren. PANTALONE aparece ante ellas para recoger las airadas palabras de DOÑA MAGUNCIA.)

 

[7]

DOÑA MAGUNCIA.-   No consiento que se me insulte.

[8]

PANTALONE.-   Os sentís insultada por simples y despreciables comediantes.

[9]

DOÑA MAGUNCIA.-    (Dando ridículos saltos de indignación.)  Burlaos, burlaos, que yo bien conozco el lugar a donde he de ir a presentar mis quejas.

[10]

PANTALONE.-   Si habéis decidido acudir a la justicia, pensad que tal vez alguien pueda acusaros a vos de un trato poco delicado para un niño de tan tierna edad. Y Luc podría ser un molesto testigo si el juez decide interrogarle.

 

(DOÑA MAGUNCIA sale. DON MILLÓN y TRASQUILÓN hacen intención de seguirla, pero PANTALONE los contiene.)

 



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