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Comedia nueva El Iris de Salamanca

Cayetano de Cabrera y Quintero

[179]

PERSONAJES

                                    
SAN JUAN SAHAGÚN DOÑA CLARA MANZANO
PEDRO, gracioso DON ANTONIO MONROY
DON FÉLIX MANZANO DON EUGENIO MONROY
DON DIEGO MORALES FABIO
DON PABLO MANZANO EL PRIOR DE SAN AGUSTÍN
DON ANDRÉS MANZANO UNA MUJER
DON LUIS MANZANO UN NIÑO
SAN JUAN MONROY DOS EMBOZADOS
DOÑA LEONOR MONROY LAS TRES FURIAS





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Jornada primera



(Salen SAN JUAN y PEDRO de clérigos.)

          
 
SAN JUAN Sígueme Pedro.
PEDRO                           A mi fe
pluguiera que menos corto,
de tu omnia mea meas porto,
no oyera el sequere me.
Cuanto tu ingenio agradando                        5
ha ido, señor, adquiriendo
como lo vas poseyendo,
lo vas sin seso dejando.
Niño eras cuando colaste
un beneficio, y muy triste 10
a otro el beneficio hiciste,
cuando el tuyo renunciaste.
SAN JUAN Sin servirlo, ¿fuera bien
lograr, Pedro, su caudal?
PEDRO Pues digo ¿y quien sirve mal 15
no cobra, señor, también?
Todavía de estudiar
tu aplicación no acababa,
y ya tu padre estudiaba
en hacerte familiar 20
de aquel ilustre prelado
que, en Burgos constituido,
logró, en riesgos de temido,
obsequios de venerado.
Pero ya en ti se baraje 25
el proloquio introducido,
pues, aunque tú paje has sido,
no estudiaste para paje.
SAN JUAN Si tanto erré como viste,
claro está que no estudié. 30
PEDRO Por eso mismo, y porque
dejaste cuanto adquiriste,
hízote este gran prelado
su camarero y después
su limosnero, que es 35
cargo muy aprovechado.
Y cuando empezar debías
esta caridad por ti,
el caudal de tu amo, y
aun el tuyo, repartías. 40
Premio, que éste es nuevo modo,
de tu virtud extremada;
pues no persistiendo en nada
quiere así dejarlo todo.
SAN JUAN Pedro, el consuelo previenen 45
los disgustos que te aquejan,
pues bienes que así se dejan,
mejor entonces se tienen.
A otra empresa me convoca
Dios, que mucho más nos ama; 50
y pues Dios, Pedro, me llama, [180]
a mí seguirle me toca.
Advierto el sangriento estrago
de esta ciudad, y es buen medio
anticipar el remedio 55
a los golpes del amago.
Y si bien las señas oí
nos dio don Félix Manzano,
está la casa a esta mano
de doña María Monroy, 60
noble viuda en quien se advierte
que, al rigor de hados prolijos,
de dos sus amados hijos
llora la violenta muerte.
Guía para ella.
PEDRO                        Señor, 65
Ya anochece, y no quisiera...
SAN JUAN ¿Qué?
PEDRO              ...que alguno nos dijera
a palos...
DIEGO (Dentro.)   ¡Muere traidor!
 

(Ruido de cuchilladas. Sale DON FÉLIX de estudiante con cuello, media sotanilla, capa y broquel riñendo con DON DIEGO.)

 
FÉLIX Obliguen iras y enojos
a quien no obligan corteses 70
razones.
DIEGO               Castigue el brazo
al que profanar se atreve
umbrales que yo venero.
SAN JUAN Don Félix, amigo, tente.
DIEGO (Aparte. Gente llega. Y, pues, llamado 75
mi brío en secreto viene
de doña María Monroy,
que me vean no es decente.)
¡Sígueme traidor! (Vase.)
FÉLIX                             ¡Tras ti!
SAN JUAN ¡Teneos por Dios, don Félix! 80
¿Qué ha sido esto?
FÉLIX                                Nada, padre,
soltad.
SAN JUAN             Ved que no parece
bien que quien a Salamanca
pasmada y absorta tiene
con su ciencia, la alborote 85
con bríos menos decentes.
Yo he de saber lo que ha sido.
FÉLIX Pues vuestra porfía quiere,
declararos amoroso
más que mostraros prudente, 90
escuchadlo: en esa casa
que inmediata se previene,
vive una dama tan bella
No que la retrato pienses,
que -pues me quejo celoso- 95
no he de pintarla elocuente.
Su nombre callara, pero
mi ingenuidad no conviene
en que ignores algo, cuando
saberlo todo pretendes. 100
Doña Leonor de Monroy
es el centro de mis bienes,
la llama en que, mariposas,
mis rendimientos se encienden.
Galantéola tan fino 105
que, para verla, impaciente
con el día ruego al sol
que halle su ocaso en su oriente.
Esta tarde, cuando ya
ese rubicundo fénix 110
en las llamas de sí mismo
moría lúcidamente,
a hallar venía en sus ojos
luces más resplandecientes;
cuando ese galán cobarde 115
que, en traje de quien no teme,
finca en exterioridades
los resabios de valiente,
a sus umbrales, inmoble
estatua viva parece. 120
Yo, en quien las mismas finezas
celan tanto como quieren,
te suplico cortesano,
que tan ardua empresa deje.
Pero él, que quizá medía 125
del valor las altiveces
por el cuerpo, con la espada
determinó responderme.
Desnudo está y defendido
de ella y este broquel breve, 130
que a las letras no se oponen
armas, y menos broqueles.
Hasta aquí llegué riñendo,
donde tú, molesto quieres
saber de mí lo que ha sido. 135
Quise yo que lo supieses.
Obedézcote, y pregunto
si hay más en que obedecerte. [181]
PEDRO Ello es que no lo dijera
César más concisamente. 140
SAN JUAN Don Félix, luego que yo
llegué a este emporio luciente
de las letras, me debísteis
un amor tan sin dobleces,
que estimándoos como a todos, 145
como a ninguno os prefiere.
No quisiera que la nave
de vuestro ingenio excelente,
entre escollos de sirenas,
prisionero Ulises fuese. 150
FÉLIX Lo que debo hacer...
PEDRO                                   Lo sabe,
pero no hace lo que debe.
FÉLIX Bufones y entrometidos
(Ásele de un brazo.)
si no lo sabe, me muelen.
Y, si no querrá que yo 155
contra esa pared lo estrelle.
PEDRO (Aparte.) Aquí dicen «guarda, Pablo»
y debe ser «guarda, Félix».
SAN JUAN Saber, amigo, el camino
y en la jornada perderse, 160
más que culpas de ignorante,
son errores de rebelde.
Si acaso de vuestro padre,
de quien obligado huésped
soy, el amor no os obliga, 165
los respetos os enfrenen.
No queráis que, a estos disgustos,
su robustez consistente
pase de maduro agosto
a ser helado diciembre. 170
FÉLIX La muerte, don Juan amigo,
es deuda que todos deben
y evitarla cada cual
debe en el modo que puede.
Si esto a mi padre acabare, 175
muera, que mi ardor no quiere
que de achaques de cobarde
me sobrevenga la muerte.
PEDRO Vea que su vivir torcido
FÉLIX El charlatán, pues pretende 180
enderezar en sus lomos,
rectos haga esos reveses.

(Dale y vase.)

PEDRO ¡Ay, ay, ay! ¡Tente, demonio!
¿Esto mi Padre consiente?
SAN JUAN Sufrir Pedro, que en el valle 185
de lágrimas y de hieles
quien no sufre lo enojado,
no consigue lo paciente. (Vase.)
PEDRO Sufra él, a quien con razón
estos reveses se deben, 190
pues Quijote a lo divino
a deshacer tuertos viene. (Vase.)
 
(Salen DON DIEGO, DOÑA MARÍA y LEONOR de luto.)
 
DIEGO Bien, bella doña María,
antes que mi amor leyese
en el papel de tu cuerpo 195
esos negros caracteres,
me anunciaba tu desgracia
pues, apenas fijé en ese
umbral los primeros pasos,
cuando, del pesar que sientes, 200
los aspectos de un disgusto
fueron pronósticos fieles.
DOÑA MARÍA ¿Disgusto?
DIEGO                   Sí, un caballero.
LEONOR (Aparte.) Sin duda, la infausta suerte
hizo maliciar a Diego 205
que Félix venía a verme.
DIEGO (Aparte.) Una, en su pesar dormida,
otra, hermosa, y detenerme
un hombre entrar en su casa,
no sé qué, el alma recele. 210
DOÑA MARÍA ¿Qué te ha asustado, Leonor?
Don Diego, ¿qué te suspende?
DIEGO Mis pesares y los tuyos.
DOÑA MARÍA Aun son más de los que entiendes.
Salte allá fuera Leonor. 215
LEONOR Sin duda, informarle quiere
de todo. ¿Cómo evitara
que hablar a solas pudiesen?
Pero pierda yo la vida
antes que pierda a don Félix. (Vase.) 220
DIEGO Ya estamos solos.
DOÑA MARÍA                              Pues ahora,
aunque a costa de que aneguen
los piélagos de mi llanto
de mis penas los bajeles,
de haberte solicitado 225
la causa sabrás, y breve.
Ya sabes, y pues lo sabes,
sólo quiero que te acuerdes
de nuestra antigua nobleza,
y que soy, y he sido siempre, 230
doña María de Monroy,
de aquel tronco floreciente
que, ilustremente poblado
de antiguas ramas aún verdes,
entre sus hojas por frutos 235
dio coronas y laureles.
También sabes que antes que
doce primaveras viese, [182]
ya con don Enrique Henríquez
que, en paz (¡ay memoria tente! 240
no, pues son mis penas graves
las hagas por muchas leves),
me había desposado. El cual
desposo, a la parca débil,
quedé yo sin luz, sin padre 245
mis hijos, la villa alegre
de Villalba sin señor.
Yo, madre en edad tan breve,
que los hijos y la madre
creciendo iban juntamente. 250
No obstante, en mis pocos años
afectando madureces
de más edad, trató de
reparar el decadente
edificio de mi casa, 255
de darle columna fuerte
en mi hijo don Pedro Henríquez
-que éste era el mayor. Y a este
efecto buscó mi amor,
sujeto de tales creces, 260
que al paso que lo igualase
su persona mereciese.
Casó, y fue a la de su padre
tan semejante su suerte
que, logrando de su esposa 265
los cariños más recientes,
trocó las teas de himeneo
en las hachas de la muerte.
Quedaron sus dos hermanos
tiernos, sí, pero tan fieles 270
copias del original
de don Pedro que yo, al verlos,
para que al gusto engañasen,
no esperé a que adoleciesen.
Niños, discretos, galanes, 275
apersonados, corteses,
finalmente tan queridos
de todos, que solamente
les faltó ser niñas, para
que de mis ojos lo fuesen. 280
Mas como la suerte sólo
en villanías se estrene,
a los ojos de la cara,
me quiso tocar la suerte.
Lucían en Salamanca 285
con prendas no diferentes,
del mismo tiempo otros dos
jóvenes de la progenie
de los Manzanos. Sin duda
nobles, pero el labio miente, 290
que no es noble quien su estirpe
con delitos obscurece.
Estos dos, contravenidos
por cierto disgusto leve,
con mis tiernos benjamíes, 295
con sus amigos fieles,
a enconos de su malicia
quebraron villanamente,
si a su amistad los espejos,
a mí los ojos, ¡ah crueles! 300
¡Plegue a los cielos sagrados!
¡Plegue a su justicia! ¡Plegue
que, peregrinos y errantes,
ningún lugar os albergue!
¡El mar os niegue sus ondas 305
y cuando os las concediere,
hambriento monstruo de vidrio
os devore entre sus dientes!
El dolor que siento sientan,
y éste, a tal extremo llegue, 310
que de venganzas que espero,
ni aun el consuelo les quede.
 
(Sale LEONOR.)
DOÑA MARÍA Pero ¿qué es esto Leonor?
LEONOR (Aparte.) Mucho mi recelo teme.
DOÑA MARÍA ¿Qué te asusta?
LEONOR                           Don Juan 315
González hablarte quiere.
(Aparte. Así procuro evitar
que mi culpa revele.)
DOÑA MARÍA Detente, Leonor, no quieras
que más enojada...
LEONOR                               Apele 320
a su piedad mi aflicción. (Vase.)
DIEGO Vuelve en ti.
DOÑA MARÍA                     Arrebatéme
del enojo que cortó
las razones que a atar vuelve.
(Salen SAN JUAN y LEONOR al paño.)
LEONOR Aquí, humilde te suplica 325
doña María que esperes.
Y guarda, señor, mi vida,
que aquí se trata mi muerte. (Vase.)
SAN JUAN ¡Oh mala conciencia! ¡Como
de cualquiera sombra temes! 330
DOÑA MARÍA Desde entonces quedé yo...
Pero tú discurrir puedes
cómo quedaría. Baste
decir que, triste y rebelde,
con el pesar y el enojo 335
represé hasta las corrientes [183]
de llanto. Sin admitir,
de amigas ni de parientes,
consuelo que a la venganza
su proa no dirigiese. 340
Hasta ahora, cuatro días
que con el feliz franqueante
de que, a esta ciudad, llegara
un santo varón.
SAN JUAN                          Pluguiese
a los cielos que tú y todos, 345
como yo debo ser fuesen.
DOÑA MARÍA Este, que como ya oíste,
me está esperando al presente
para que mi mal sanara.
SAN JUAN ¡Ojalá lo consiguiese! 350
DOÑA MARÍA Dirigió a casa una amiga,
pero ya sin tiempo viene.
SAN JUAN Siempre para Dios es tiempo.
DOÑA MARÍA Porque ya mis penas tienen
en ti librado el alivio. 355
¡Ea don Diego!, si merece
mi dolor tu compasión,
si aún en tu aprecio florecen
aquellos finos cariños
con que insaciablemente 360
querías que en blando juego
nuestra voluntad se uniese,
cuando advirtiendo mi padre
tu pobreza, solamente
casándome con Enrique, 365
prefirió sus intereses.
Duélete de mi dolor,
mi agraviado honor defiende.
Mi sangre eres, pues también
mi agravio te pertenece. 370
Mi cuidado de estos dos
fugitivos delincuentes
el refugio no ha sabido.
Y ¡ojalá que lo supiese!,
que, aunque el abismo eligieran 375
para su seguro albergue,
fuera yo al infierno.
SAN JUAN                                El cielo
tu ira desbocada enfrene.
DOÑA MARÍA Y en las azufradas ondas
de sus fétidas corrientes 380
los sofocara, aunque yo
naufragante pereciese.
De ti este cuidado fío,
en ti espero que se vengue
el honor de los Monroyes. 385
¡Mueran, mueran los aleves
Manzanos!, pero no quiero,
para que mejor te empeñes,
intimarte obligaciones
de allegado y de pariente. 390
No que entre tantos bizarros
caballeros, que ennoblece
actualmente en Salamanca
mi sangre, a ti te eligiese
por más apto a mi venganza. 395
No te ruego que te acuerdes
que me quisiste algún tiempo,
sólo sí, que consideres
que soy mujer y agraviada,
que tú caballero eres, 400
que arrodillada a tus pies
quiero que rendidamente
los labios que te lo piden
estos pies humildes besen. (Bésalos.)
DIEGO ¿Qué haces? Levanta, que bastan 405
para que en mí consiguieses
obediencias más rendidas,
insinuaciones más leves.
Yo haré pues que...
 
(Sale SAN JUAN.)
 
SAN JUAN                                  No haréis más
que lo que el cielo quisiere. 410
DOÑA MARÍA ¡Don Juan! ¿Vos? ¿No le mandaron
padre, que allá fuera espere?
SAN JUAN Confieso el mandato, pero
¿cómo quieres que estuviese
quedo al mirar que aquí dos, 415
desde la cima eminente
hasta él más profundo seno,
se despeñaban?
DIEGO Y DOÑA MARÍA                          ¿Y quiénes?
SAN JUAN Bien los conocéis vosotros.
Vosotros mismos, que desde 420
la cumbre de vuestras iras
os despeñáis tristemente
hasta el infierno.
DIEGO                           Y a mí
¿con parábolas me viene?
Vaya al púlpito con ellas, 425
pues yo sé qué hacer se debe
cuando el honor se agravia
y suplican las mujeres. (Vase.)
SAN JUAN ¿Posible es, doña María,
que así tu juicio se deje 430
arrastrar de la pasión?
DOÑA MARÍA Disculpa en mis penas tiene...
SAN JUAN No niego que es excesivo
tu pesar, mas tú pretendes
cuando haces tales excesos, 435
que a ser excesivo llegue. [184]
El padecer no es más que
sentir lo que se padece,
luego, sentirá menos
el que menos sentir quiere. 440
DOÑA MARÍA Don Juan, el peso conozco
de tus razones.
SAN JUAN                         Pues cese
DOÑA MARÍA la razón de persuadir
a quien sus pasiones vencen. (Vase.)
SAN JUAN Poco hará, Señor, la lengua 445
si tú el corazón no mueves.
 

(Entra y luego sale.)

 
Ya estoy en la calle y Pedro
no ha venido, ni parece.
¿Dónde estará?
 
(Sale PEDRO.)
 
PEDRO                           En una ermita
he estado devotamente 450
chucheando con un amigo
que vino.
SAN JUAN                ¿Pedro?
PEDRO                              ¿Qué gente?
¡Téngase! ¡Válgame Dios!
¡Qué procesión tan solemne!
¡Qué luces! Cielos, ¡qué estrellas! 455
SAN JUAN Pedro, ve, el farol enciende.
PEDRO ¿Cómo? ¿Qué? No hay más farol
que los que en mis ojos vienen.
SAN JUAN ¿Qué en tan tenebrosa noche
se te olvidase?
PEDRO                        Dejéle 460
encendido en una ermita,
pues sin luz vino en mi vientre.
SAN JUAN Lo peor es que tempestuoso
 

(Ruido de tempestad.)

 
en diluvios se desprende
el cielo.
PEDRO              Para mí, padre, 465
ya sobre mojado llueve.
 

(Truenos.)

 
SAN JUAN ¡Ay Jesús!
PEDRO                  ¿Quién se persigna
porque el cielo ventosee?
A Dios, capote de luto.
 

(Truenos.)

 
SAN JUAN ¿Qué es, Pedro?
PEDRO                           Aquel tranchete 470
relámpago que, rasgando
al cielo el obscuro vientre
hace que por el rasgón
redaños de luz enseñe.
SAN JUAN ¿Qué traes, que cayendo vas? 475
PEDRO Un granizo que hasta veinte
arrobas me ha trascordado.
SAN JUAN Aunque perdí, parece
la calle. Abrígate y anda.
PEDRO Buen abrigo nos previenen 480
manteos en que calabazas
se pueden cernir por nueces.
SAN JUAN Gente viene, no te aflijas.
 
(Salen dos EMBOZADOS.)
 
PRIMERO ¡Oh! Pese a los cielos, pese,
pues el remedio anticipan 485
antes que el estrago llegue.
SEGUNDO En este hipócrita necio
todo el infierno se vengue.
SAN JUAN Si van calle arriba, amigos,
guíennos.
PEDRO                ¡Y cómo hieden 490
los hermanos!
PRIMERO                        A los dos
nos sigan.
PEDRO                 ¿Y es buena gente?
No saquen luego las uñas.
SEGUNDO Ande, si que lo guíen quiere.
 
(Dale un empellón y cae por un escotillón.)
 
PEDRO ¡Ay!, padre, que en una fosa 495
me he sumido hasta los dientes.
¡Que me ahogo!
SAN JUAN                           ¿No le decía
que con cuidado anduviese?
PEDRO ¿Qué hace el cuidado, si el diablo
rempujándome va?
SEGUNDO                               Miente, 500
sólo el vino es quien le empuja.
PRIMERO Por aquí.
PEDRO                Propiamente
esto es guiarnos calle arriba.
 

(Suben por la falda de un monte que estará, de suerte que, abriéndose por medio y cayendo los dos queda SAN JUAN y PEDRO cuasi en el aire sin poder bajar.)

 
PRIMERO Bajen.
SAN JUAN             Ya vamos. [185]
VOZ (Dentro.)               Detente.
SAN JUAN Traidores, ya os conocí. 505
PEDRO Padre, mal camino es éste.
PRIMERO Baje, que otro paso no hay
si desde aquí no descienden.
SAN JUAN En nombre del Criador,
a quien tentaste igualmente, 510
te mando que a sus criaturas
infiel vestiglo no tientes.
 

(Húndense los dos y bajan quedando en el aire dos ángeles con hachas y suena música.)

 
LOS DOS El infierno nos sepulte.
PEDRO ¡Padre, que se desvanece
la cabeza! ¡Que me caigo! 515
SAN JUAN ¡Oh Señor omnipotente!
¡Cuál te hallará quien te sirve,
si así te halla quien te ofende!
ÁNGELES Sigue nuestras huellas, Juan.
SAN JUAN ¿Cómo puedo si aún no tienen 520
aquí firmeza las mías?
ÁNGEL PRIMERO Pues a mi voz, obediente
la falda que te elevó
para que desciendas vuelve.
 
(Vuelve la apariencia de monte y bajan.)
ÁNGEL SEGUNDO Repitiendo nuestras voces 525
para tu consuelo alegres.
LOS DOS (Cantando.)
¡Qué importa que las fatigas
al justo las luces nieguen,
si en tinieblas de aflicciones
sus luces el cielo enciende! 530
SAN JUAN Si así es la serenidad,
venga la tempestad siempre.
PEDRO ¡Oh qué lindos pajes de hacha!
¡Y quién fuera su pariente! (Vanse.)
 
(Vanse los ÁNGELES alumbrando y sale DON DIEGO de labrador.)
 
DIEGO Nadie admire mi mudanza 535
que a esto obligan, a fe mía,
ruegos de doña María
y deseos de su venganza.
A casa don Luis Manzano
me trae así mi destino 540
por ver cómo el camino
a mis deseos allano.
Pero, él viene.
 
(Sale DON LUIS.)
 
LUIS                         Pues, buen hombre
¿qué quiere?
DIEGO                      Guióme aquí
un amigo que de ti 545
me dio las señas y nombre,
diciéndome ser pudiese
que tu riqueza, no escasa,
quisiese quien en tu casa
o en el campo te sirviese. 550
LUIS Es cierto, le busqué, sí,
mas para otro efecto fue.
DIEGO ¿Hacerlo yo no podré?
LUIS Clara, manda abrir aquí.
 
(Sale CLARA.)
 
CLARA Señor ¿qué mandas?
LUIS                                  Que hay, Clara... 555
DIEGO ¡Ah más divina hermosura!
LUIS Muy poco Félix se apura
con mi encargo.
 
(Sale DON FÉLIX con manteo.)
 
FÉLIX                           Que te hallara
juzgué en otra parte, y fui
de san Bartolomé al gran 560
colegio.
LUIS              ¿Ya está don Juan
Sahagún allá?
FÉLIX                        Señor, sí.
Y esta tarde posesión
de la beca tomará.
LUIS Así, discurro, tendrá 565
efecto su vocación.
¿Y de la suerte fatal
de tus primos no has sabido?
FÉLIX Lo que oí decir, he oído,
es, señor, que a Portugal 570
algunos partir los vieron,
después de la ejecución
del homicidio.
DIEGO                       Atención.
LUIS ¿Que a Portugal se partieron?
FÉLIX Sí señor, mas ¿qué has de hacer? 575
LUIS De este hombre, que por la puerta
se me ha entrado, si es cierta
tu noticia, he de saber.
¿Querrás,a Portugal ir?
DIEGO De servirte sólo trato. 580
LUIS Pues espera afuera un rato
mientras que puedo escribir.
DIEGO Ya nuestra venganza encuentro
en este principio cierta. [186]
 
(Va a entrar por donde está CLARA.)
 
FÉLIX Oís, salid por esta puerta 585
que esotra cae allá dentro. (Vase.)
DIEGO ¿Que mucho mis desvaríos
exciten estos enojos?
¿Si aquellos hermosos ojos
son ya el imán de los míos? (Vase.) 590
LUIS Manda, Clara, que a esta sala
saquen, de escribir, recado. (Vase.)
CLARA En villano no he notado
más presencia, ni más gala. (Vase.)
 
(Salen DON PABLO y DON ANDRÉS.)
 
ANDRÉS ¿Quién podrá, hermano, sufrir 595
sin que lo acabe el tormento,
el torcedor de un temor
en el potro de un destierro?
PABLO Gajes son del homicida,
Andrés, fugas y recelos, 600
mayorazgo a que Caín
lo hizo forzoso heredero.
Bien, que aunque nuestros bríos
son de este delito reos
de sus penas nos exime 605
así lo justo del hecho,
como que así lo conozcan
de los Monroyes los deudos.
 
(Sale DON DIEGO.)
 
DIEGO Sobre la posta del aire,
espoleado del deseo 610
de mi venganza, he corrido
toda la raya al reino
de Portugal sin hallar
el blanco de mis anhelos.
No obstante, grande esperanza 615
aquí, en dos iglesias, tengo
de hallarlos. Pero ¿qué miro?
¿No me diréis caballeros...?
 

(Llega DIEGO por detrás, asústanse PABLO y ANDRÉS y sacan las espadas.)

 
LOS DOS ¿Quién es? ¿Quién va? Traidor, muere
a mis manos.
DIEGO                      Deteneos. 620
ANDRÉS ¿Qué pretendéis? ¡Retiraos!
DIEGO (Aparte.
Mucho de esta acción sospecho.
Ya todo el reino explorado,
hallar aquí dos mancebos
tan parecidos, y lo 625
que más es, a un solo eco
temerosos y alterados,
escribir, no sin misterio,
en el papel de sus rostros
las negras notas del miedo. 630
Indicio de que ellos son,
es. Y cuando no sean ellos
-que es difícil-, si no gano
nada, nada también pierdo.)
Recibid de vuestro tío. 635
PABLO ¿Don Luis Manzano?
DIEGO                                   El mismo.
ANDRÉS ¿De mi tío?
DIEGO                    Él lo dirá.
PABLO Dúdolo, aun cuando lo leo. (Lee.)
Aunque mucho me enojasteis,
que me enojarais más, creo, 640
si os quedarais agraviados
los dos y no satisfechos.
Acá duermen los Monroyes,
mas no obstante, manteneos
allá hasta que su agravio 645
duerma en más profundo sueño.
DIEGO (Aparte.) Créanlo, sí, y bien creído
échense a dormir con ello.
PABLO ¿Qué dices?
DIEGO                     Que por don Luis,
haberos hallado aprecio. 650
ANDRÉS ¿Le servís?
DIEGO                   Le sirvo, sí es
ejecución el deseo.
PABLO Tener a uno de su parte,
para un triste es gran consuelo.
Pues, si queréis con nosotros 655
quedaros, tendréis a un tiempo
amigos y...
ANDRÉS                  A mí me basta
tener a los dos por dueño
de mi venganza.(Aparte. A la torre,
no es éste mal fundamento.) 660
PABLO Ya, aunque tarde la fortuna,
mudo el semblante severo. (Vase.)
ANDRÉS Por dilatado, nunca es
mal recibido un consuelo. (Vase.)
DIEGO ¡Oh! ¡Agraviado honor! Este es 665
el primer paso a tu duelo,
favoréceme, que yo
a tus altares prometo
que doña María, que es
la que más ama tus fueros, 670 [187]
los gustos de esta noticia
te recompense en obsequios. (Vase.)
 

(Sale SAN JUAN de colegial de san Bartolomé de Salamanca y PEDRO de fámulo.)

 
PEDRO Señor, ¿hasta dónde quieres
alejarte del colegio?
Cierto, que es muy buen descanso 675
que única tarde de asueto
la gaste un hombre de bien
en ir al campo barriendo
con el manto después de
estar encerrado y muerto 680
de hambre en un cofre de piedra
hecho alhaja de avariento.
SAN JUAN Pedro, donde se halla gusto,
allí se busca el recreo.
Yo, a más de otros altos fines 685
que he tenido para esto,
no sé qué oculta razón
capta el humano sosiego,
para que a Dios se levanta
viendo sólo tierra y cielo. 690
PEDRO Pues, si cazar almas quieres,
aquí no hay más que conejos.
Volvamos a la ciudad.
VOCES (Dentro.) ¡Para! ¡Para!
 

(Salen de camino DOÑA MARÍA, LEONOR, EUGENIO y ANTONIO con escopetas en mano.)

 
EUGENIO                                       Descansemos
en esta florida margen 695
un poco.
DOÑA MARÍA                Tener no puedo
yo descanso.
LEONOR                      Que mi muerte
me negase, avara, el tiempo
poder noticiar a Félix
mi partida. ¿Cuándo, cielos, 700
logrará un amor tan fino
las posesiones de quieto?
SAN JUAN ¡Doña María!
DOÑA MARÍA                       ¡Don Juan!
PEDRO Buenas tardes, caballeros.
SAN JUAN ¿A dónde, doña María, 705
si guardada de tus deudos,
tan prevenida de armas
vas? Advierte que los cielos,
como leen los interiores,
intiman también los riesgos. 710
DOÑA MARÍA Señor don Juan, con maduro
juicio a Salamanca dejo.
Y a mi villa de Villalba
me retiro, donde quiero
pasar de mi triste vida 715
los restantes contratiempos.
Donde no haya quien oculto
se sienta o alegre de ellos,
que igual pesar me daría
advertir que mis tormentos 720
son gustos para el contrario
y pesares para el deudo.
La que veis no es prevención
sino natural recelo
de mi desgracia, que como 725
hay infelices tan tercos,
que a hierros de la fortuna
es imán su sufrimiento.
No quisiera, pues son tantos
mis enemigos, que el cielo 730
mal seguras confianzas
me cobrara en escarmientos.
Esto lo cierto es; si acaso
esto no fuere lo cierto,
ni a mí conviene el decirlo, 735
ni a vos os toca saberlo. (Vase.)
EUGENIO Amigos, de los Manzanos
recela, no nos venguemos.
 

(Vase con ANTONIO.)

 
LEONOR Don Juan, quien es tan curioso
está muy cerca de necio. (Vase.) 740
PEDRO Señor, para ti valientes
no son del género neutro,
pues rascarrabias encuentras
usque intra femineum sexum.
SAN JUAN Mas, ¡oh Pedro!, su intención 745
siento, que no mi desprecio.
Difícil empresa sigo,
mucho conseguirla temo.
PEDRO ¿Qué empresa? Dila, que todos
la esperan.
SAN JUAN                   Dirála el tiempo. 750
PEDRO (Paseándose.)
Dios, por quien es, me separe
de tus empresas, que pienso
que ni todas mis mudanzas
han de sufrir el Proteo
de las tuyas. Ya estudiante, 755
ya paje, ya camarero,
ya canónigo, ya cura,
ya sacristán y a más de esto
colegial, ¿para qué yo [188]
sea fámulo sempiterno? 760
SAN JUAN Y ¿cuándo, di, más honrado
se ha visto mi encogimiento
que en este plantel de ciencias
y nobleza?
PEDRO                  Yo confieso
nos da san Bartolomé 765
su piel en estos arreos.
Mas también, por esta piel
suelen quitar el pellejo.
Fuera de esto, ¿quién, señor,
sufrirá tu desaseo? 770
El manto cual liberal
rasgado, el cándido cuello
de ti tan ajado que
lo tratas como a tu negro,
el bonete que me cuesta 775
disgustos el defenderlo
de un cocinero bellaco,
que freírlo quiere en sí mismo.
No, señor, a toda ley
manto limpio, y neque Deo, 780
que, así, el que ni a Dios se quita,
es muy justo que llamemos
galán, antes que estudiante.
Pues, si a la experiencia creo
joven bien compuesto, malo, 785
joven mal compuesto, bueno.
SAN JUAN Vamos, y deja locuras.
PEDRO Allá, hay más en el colegio.
 
(Salen ANTONIO, EUGENIO y LEONOR.)
 
ANTONIO ¿Por dónde doña María
habrá ido?
EUGENIO                   En la espesura 790
del monte se me ocultó,
y aunque me empeñé en su busca,
no la halló mi diligencia.
LEONOR Temo nueva desventura.
Es vil, y sigue tenaz 795
al infeliz, la fortuna.
EUGENIO En su busca por diversas
partes, cada cual discurra.
 

(Suena clarín.)

 
Mas, ¿qué galán caballero
es el que a esta parte cruza 800
y bizarramente armado
de negras galas y plumas,
obscuro caballo enfrena
y fornida lanza empuña?
ANTONIO Caballero tan galán 805
en estas estancias rudas,
es encanto de los montes
fantasma de sus grutas. (Clarín.)
 
(Tocan y sale por el patio, a caballo, en traje de hombre como dicen los
versos.)
 
DOÑA MARÍA ¿Qué os admira caballeros,
nobles Monroyes? ¿Qué turba 810
vuestra atención? ¿No es encanto
el que excita vuestras dudas?
Corra la vergüenza el velo
 

(Quita la banda al rostro.)

 
y a la observación aguda
de la vista, sepan todos 815
a quién este traje oculta.
EUGENIO Y ANTONIO ¿Qué miro?
LEONOR                    ¡Doña María!
DOÑA MARÍA ¿Qué os admira? ¿Qué os apura?
Poderoso es el honor
agraviado. Y en sus turbias 820
ondas, antes transparentes,
bebe aquel que llora injurias.
¡Oh temor que lo acobarda!
¡Oh valor que lo estimula!
Mágica Circe, la tez 825
de su cristalina luna
en hembra al hombre convierte,
en varón a la hembra muda,
por eso mi débil sexo,
que a este espejo se consulta 830
y en la copa de un agravio
licores de Circe apura,
vigor toma, valor bebe,
fuerzas agota, iras gusta,
y en héroe valeroso 835
mi mismo honor me transmuta.
¡Ea!, ilustres caballeros
en quienes nuestra fortuna
volver a su lustre libra,
vengar sus oprobios funda. 840
Al arma, que aunque a vosotros
como a quienes sólo lo usan,
el manejo de las armas
se debe, quiere mi furia,
por ser la más lastimada, 845
que a toda esta noble turba
como soldado acompañe,
como capitán conduzca.
Ya de don Diego Morales
la sagacidad e industria, 850
halló dónde los Manzanos
cobardemente se ocultan.
A ellos, nobles parientes,
a ellos, ramas augustas
de las generosas cepas 855
que ha tantos siglos ilustran [189]
de Henríquez y de Monroyes
las facciones y aventuras.
No sin misterio, en el campo,
mis iras os estimulan. 860
Porque si acaso negáis
el remedio a tanta injuria,
yo misma contra vosotros,
seré un rayo que os confunda;
y antes muerta a vuestras manos, 865
que mi venganza no cumpla.
Me servirán de mortaja
estas galas y estas plumas.
Será este negro caballo
de mi cuerpo viva tumba, 870
y muriendo a vuestro enojo
de mi honor en la conducta.
El campo en que pereciere
será, a mi cadáver, urna.
No dejaré, vive Dios, 875
decir a la edad futura,
que ya que cabeza me hizo
(por mi deshecha fortuna)
de los ilustres Monroyes
y de su nobleza suma, 880
no supe, muriendo yo
o matando a quien me injuria,
lavar con fuentes de sangre
borrones que la deslustran.
EUGENIO Vive Dios, doña María, 885
que me corro cuando juzgas
que el valor menos ardiente
seguir tu intento rehúsa.
¿Quién habrá, que en tu defensa
no esgrima rayos por puntas, 890
y tanta sangre derrame
que diluvios se presuman?
ANTONIO En vano para excitarnos
así tu valor estudia,
que los estímulos sobran 895
donde son tantas las furias.
LEONOR Yo la primera seré
que te siga en tus fortunas.
Pues, para la imitación,
con tus acciones me ayudas. 900
DOÑA MARÍA Pues a ellos, deudos heroicos,
y diga, con voces mudas,
la ejecución.
ELLA Y TODOS                     ¡Mueran cuantos
a los Monroyes injurian!
 

(Cajas y clarines.)

 
(Vanse y sale SAN JUAN con un breviario.)
 
SAN JUAN ¡Oh siervo inútil, el que 905
inobediente a su dueño,
si en una vigilia vela,
en otra se entrega al sueño!
Velé en la primer vigilia
y en la segunda -confieso 910
mi pecado- me rendí
al halago lisonjero
del sueño, debiendo a Dios
-si el acusador y reo
de la conciencia no miente- 915
el perfecto cumplimiento
al divino oficio. Mucho
de mi tardanza recelo,
que ya el tiempo me ejecute.
Mas ya da el reloj, atiendo, 920
 

(Da el reloj las once.)

 
las once son. Todavía
satisfacer el precepto
me permite. Mas, ¿cómo,
si acusándome de necio
me niega, ¡oh mi Dios!, la luz 925
lo que me concede el tiempo?
Ya todo el colegio está
en un profundo silencio.
Saldré a ver. Pero por todo
ni aun una centella veo, 930
Pedro, pero no responde
el cielo. Luz no da el cielo
y, en un infierno de ahogos,
quiero obrar bien y no puedo.
Ya el tiempo se pasa, Dios (Arrodíllase.) 935
soberano, Rey eterno,
no mires mi culpa, mira
mi obediencia, y tu precepto
mucho en el poder me falta,
y lo más en querer tengo. 940
Tú eres Padre de las luces,
de ti vienen. Mas ¿qué veo?
Globo de luces padece
aquel árbol, verde incendio
y es ya el funesto ciprés, 945
verde mariposa al fuego.
 

(Descúbrense en el interior de un alto ciprés muchas luces. Suena la música. Aparece un ÁNGEL sobre el ciprés. Sube SAN JUAN en elevación que pueda rezar con las luces.)

 
Señor ¿quién no se deshace
tal favor agradeciendo,
y del polvo de sí mismo
aromas quema a tu templo? 950
ÁNGEL PRIMERO No te aflijas, Juan, que para [190]
que alabes al Rey supremo
en pavesas en un ciprés,
estrellas te enciende el cielo.
SAN JUAN ¡Oh mi Dios!, qué inútil soy 955
pues mi grave distraimiento
necesita de milagros
para ejecutar preceptos.
Pero a ellos también se extiendan
las alabanzas que os debo. (Reza.) 960
ÁNGELES (Cantando.)
Bendecid al Señor criaturas,
bendecid al Señor cielo y tierra.
ángeles, hombres, fieras y brutos,
árboles, plantas, mares y vientos.
SAN JUAN Pues cuando más favoreces, 965
de pedirte más es tiempo,
mi ruego, Señor, obtenga
de Salamanca el sosiego.
ÁNGEL Para que ése se consiga,
tú, Juan, has de ser el medio; 970
y eso tarde, porque ahora
comienzan sus desaciertos.
Y para que así lo veas,
mira en espíritu, aun lejos,
los efectos de un rencor. 975
(SAN JUAN queda como un éxtasis y sale DON DIEGO en su primer traje.)
 
DIEGO Ya que a mi primer empeño
satisfice y descubrí
a los Manzanos, intento
satisfacer por mí solo
al segundo, cuerpo a cuerpo. 980
No como aleve criado
sepan que...
 
(Salen DON PABLO y DON ANDRÉS.)
 
PABLO Y ANDRÉS                       De recogernos
ya es hora.
PABLO                   La diversión
no la tiene. Mas ¿qué veo?
Un bulto aquí se previene. 985
ANDRÉS ¿Quién puede ser?
DIEGO                              ¡Caballeros!
Otro, y que agraviado está,
que desnudéis los aceros
os intima. Verme solo
no os retarde el vencimiento, 990
porque razón traigo y
de ella acompañada vengo.
LOS DOS Con la muerte pagarás
las arrogancias de necio.
DIEGO ¡Morid, pues!
DOÑA MARÍA (Dentro.)        Llegad, amigos, 995
y la casa les cerquemos.
Sepan, muriendo, si duermen
los Monroyes.
DIEGO                        ¿Qué oigo? ¡Cielos!
PABLO Muy solo vienes, traidor.
DIEGO Retirándoos hasta dentro 1000
de vuestra casa. La vida
que os quise quitar defiendo.
 
(Éntralos acuchillando y vuelven a salir.)
 
DOÑA MARÍA (Dentro.)
Entrad, amigos, entrad.
 
(Sale DIEGO.)
 
DIEGO Escoltada de sus deudos,
doña María de Monroy 1005
os asalta. ¡Deteneos!
 
(Salen PABLO y ANDRÉS.)
 
PABLO Y ANDRÉS ¡Déjanos salir, traidor!
DIEGO Mirad que es patente el riesgo.
ANDRÉS ¡Suelta!
DIEGO              Así, vuestra vida
como leal criado defiendo. (Vase.) 1010
ANDRÉS Fuese, y llevando la puerta
nos ha encerrado.
DOÑA MARÍA (Dentro.)              Don Diego,
¿cómo tú su muerte evitas,
cuando eres el instrumento?
DIEGO (Dentro.) Ve que es infamia, que a dos 1015
asalten tantos.
DOÑA MARÍA (Dentro.)         ¡Tenedlo!
¡Ay! Los unos y los otros
o rajando o encendiendo
haced que las puertas caigan.
DIEGO (Dentro.) Pese a mí.
ANDRÉS Y PABLO                                 ¿Cómo podremos 1020
salir?
 

(Salen DOÑA MARÍA, LEONOR -también de hombre-, ANTONIO y EUGENIO con espadas y broquel.)

 
DOÑA MARÍA          ¡Traidores! ¡Cobardes!
Encerraos ahora, que nuestro
enojo os hará salir
más las almas de los cuerpos.
ANDRÉS No el número te acobarde (Riñen.) 1025 [191]
hermano que yo el primero,
aunque el menor, seré quien
los castigue. Pero, muerto
soy.
PABLO        ¿Qué veo? ¡Tened piedad!
EUGENIO Y ANTONIO En darte muerte más presto. 1030
SAN JUAN ¿Qué miro, Señor, qué miro?
Teneos, amigos, teneos.
ÁNGEL En vano la voz levantas.
Pues tú en Salamanca, y ellos
se miran en Portugal. 1035
PABLO Ya rindo el último aliento. (Cayendo.)
Cruel leona, a tus hijos
como nobles, cuerpo a cuerpo
dimos muerte, no traidores.
DOÑA MARÍA Pues, espera piedad de ellos. 1040
PABLO Permitidme confesar.
SAN JUAN Ya voy.
ÁNGEL               Tente.
VOCES (Dentro.)          ¡Fuego!¡Fuego!
DIEGO (Dentro.) Así, veré yo si evito
vuestra muerte.
PABLO                         Aunque muriendo
me veis mi valor. ¡Jesús! (Cae.) 1045
Muerto, ¡ay de mí!, soy.
DOÑA MARÍA                                       ¡Teneos!,
que ninguno ha de cortarles
las cabezas de los cuellos
más que yo.
ANTONIO                     Hasta esta parte
viene llegando el incendio, 1050
y ya el lugar se alborota.
DOÑA MARÍA Pues, celebrando el trofeo
de nuestra justa venganza,
a Salamanca guiemos
por más que decir oigamos 1055
al alborotado pueblo.
UNOS (Dentro.)
¡Traición! ¡Traición! ¡Guerra! ¡Guerra!
SAN JUAN Y OTROS ¡Favor! ¡Favor! ¡Fuego! ¡Fuego! (Vanse.)
 

(Desaparécese el ÁNGEL repitiendo la música, y al ir bajando la elevación, sale PEDRO en camisa rebozado con el manto de colegial.)

 
PEDRO Aquí, si la luz no miente,
el fuego es. Quédome en cueros, 1060
y para apagar sus llamas,
con el manto las manteo.

(Da con el manto.)

 
Pero, aquí música se oye,
luz miro y llamas no veo.
Y mi amo, ¡ah Señor!, está 1065
cuarenta varas del suelo.
SAN JUAN ¡Favor, amigos, favor!
Acudid, socorred presto,
que se abrasan.
PEDRO                          ¿Qué se abrasa,
señor?
SAN JUAN            ¿Adónde estoy, Pedro? 1070
PEDRO Tú sabes de dónde vienes,
tan carisudado y hecho
un carmín cara y orejas.
SAN JUAN Llevéme, sí, de un afecto.
PEDRO Llévate de dos, y no hagas 1075
que yo me resfríe haciendo
que, quien creyó arder en llamas,
venga a tiritar al hielo. (Vase.)
SAN JUAN ¡Oh mundo, centro de iras!
¡Oh mi Dios! Yo te prometo 1080
que en los claustros de agustino
tome mi ardiente deseo
contra sus golpes escudo,
contra sus borrascas puerto,
que allí oiré, y no oiré 1085
en desacordado estruendo.
ÉL Y MÚSICA Bendecid al Señor criaturas,
bendecid al Señor tierra y cielo.
ÉL Y UNOS ¡Traición! ¡Traición! ¡Guerra! ¡Guerra!
ÉL Y OTROS ¡Favor! ¡Favor! ¡Fuego! ¡Fuego! 1090

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