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Catedrática de Didáctica de la Lengua y la Literatura.

 

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La cronología pormenorizada de los avatares de esta historia la he pormenorizado ya en mi libro Dramatización y teatro infantil, págs. 267-281. Las disposiciones ministeriales más importantes para nuestro presente son: DCB. Educación Primaria, MEC, Madrid, 1990, pág. 166 y Real Decreto 1344/1991 por el que se establece el currículo de la Educación Primaria. (BOE 22O, 13 de Septiembre de 1991. Suplemento) y su desarrollo en Primaria. Área de Educación Artística, Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid, 1992.

 

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Francisco Tejedo en «La dramatización y el teatro en el currículum escolar» aporta gran cantidad de datos sobre avances recientes en la formación del profesorado y los desarrollos curriculares de la dramatización y el teatro en la E.S.O.

En la Universidad de Cantabria, inauguramos el Aula de Expresión hace ya catorce años, en el curso 1984-1985. En sus talleres, reciben su formación inicial en la pedagogía del juego dramático los futuros maestros.

 

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Carasso caracteriza las cuatro tendencias de la siguiente forma: -Vía anglosajona: «drama in education», actividades dramáticas con fines esencialmente educativos. -Vía germánica: combina y separa dos prácticas, la expresión dramática basada en la pedagogía del juego y el teatro escolar amateur. -Vía francesa: trabajo conjunto de artistas y pedagogos («partenariado»). El fin educativo está unido a la búsqueda de calidad artística en el proceso y en el producto y vía oriental: se basa en el aprendizaje técnico de un depurado y concreto arte teatral.

 

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El término dramatización tiene otras varias acepciones que conviene diferenciar de ésta. Dado su intenso uso, recordamos dos de ellas: la operación y el proceso de conversión al lenguaje dramático de un cuento, un poema, una idea, etc. y el resultado del proceso anterior y su representación. Vid. J. Cervera (1991): Teoría de la Literatura Infantil, Bilbao. Mensajero-Universidad de Deusto, pp. 138-140.

 

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El grado de afectación y de artificialidad a que se puede conducir a los niños puede adquirir niveles de auténtica perversión. Tal ocurre, a mi modo de ver, en programas televisivos del tipo de «Menudas estrellas» o «Esos locos bajitos».

 

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Debo advertir que para nuestra concepción y fines del juego dramático, muchos de los libros que existen en el mercado con este título o equivalente no nos sirven. Incluso en los arriba citados, no todas las propuestas prácticas son plenamente válidas. Algunas de ellas no son juegos aunque así se llamen, tienen un fuerte componente teatral o son puros ejercicios para la formación de actores.

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