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«Porque todo cuanto hay en el mundo -la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas- no viene del Padre sino del mundo» (Primera epístola de San Juan, I. Caminar en la luz, Biblia de Jerusalén, p. 1800).

 

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En el apartado I. Caminar en la luz. Segunda condición: guardar los mandamientos sobre todo el de la caridad, dice la epístola: «Y sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo: que es verdadero en él y en vosotros [...] quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero, quien aborrece a su hermano está en las tinieblas» (op. cit., p. 1801). Vuelve a reiterar estos mandamientos sobre la caridad en el apartado II. Vivir como hijos de Dios: «Quien no ama permanece en la muerte, todo que odia a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino posee vida eterna en sí mismo» (op. cit., p. 1802).

 

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Se trata, entre otras epístolas de San Pablo, de la Epístola a los Romanos, la respuesta de los creyentes: «Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis [...]. Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde» (apartado 12, op. cit., p. 1667). El concepto de caridad tolerante se explicita de manera esclarecedora en el apartado 14, Caridad con los débiles: «Acoged el que es débil en la fe, sin discutir sus opiniones. Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. El que come no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios lo ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno [...]. Dejemos por tanto de juzgarnos los unos a los otros; juzgad más bien que no se debe poner tropiezo o escándalo al hermano» (op. cit., pp. 1668-1669).

 

184

Op. cit., pp. 7-8.

 

185

Op. cit., p. 9.

 

186

Op. cit., pp. 16-17.

 

187

Op. cit., pp. 19-20.

 

188

José María MAGAZ FERNÁNDEZ, La Unión Católica (1881-1885), Madrid, Publicaciones del Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1990, p. 410.

 

189

Op. cit., p. 15.

 

190

Sardà enumera los atropellos del liberalismo contra la Iglesia y la religión en los capítulos II y XLIV, y concluye con una valoración profética: «un gravísimo mal que no nos ha librado de alguno y que amenaza, en cambio, con traernos mucho más pavoroso y desdichadísimo porvenir» (op. cit., p. 178).