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51

El tema reaparece luego en el teatro de Juan del Encina y en otras obras.

 

52

La vida colectiva era objeto de la misma atención que la del individuo. Dice Ibn ‘Arabī que «los sevillanos, y también las sevillanas, son muy aficionados a las burlas y donaires de agudo ingenio» (Santones andaluces, trad. Asín, p. 107).

 

53

No intentemos, por ejemplo, usar ciertos instrumentos para los cantares en arábigo, «como quier que, por fuerça, dizenlo con vergoña» (1.517). ¿Es que hay alguna literatura románica en que un instrumento de música se «avergüence» al tocar aquello para que no sirve?

 

54

Corneille declara deber al teatro de Lope de Vega la inspiración para su tragedia y su comedia, y sobre todo para realizar el tránsito de una a otra.

 

55

Según el escritor afgán del siglo XI, Al-Huŷwīrī, hay que aprender astronomía, medicina y ciencias en general en cuanto importen para la vida religiosa; «el conocimiento es obligatorio sólo en cuanto haga falta para obrar rectamente» (Kasf al-Maḥŷūb, trad. R. A. Nicholson, p. 11).

 

56

Véase la bibliografía citada por H. Pérès, La poésie andalouse au XI.e siècle, p. 401, n. 2.

 

57

Véase L. Ecker, Arabischer, provenzalischer und deutscher Minnesang, pp. 152 y siguientes.

 

58

No es ésta la única ocasión en que el arcipreste habla de ello. El culto de la mujer noble y la paciencia para sufrir sus desdenes es tema antiguo en la literatura árabe, según bien se sabe. Ibn Zaydūn (siglo XI) dice: «Tengo paciencia para soportar los desdenes en la convicción de que quien es sufrido es favorecido con el logro de sus deseos» (véase Ecker, op. cit., p. 121). El fracaso en amor, tan frecuente en Juan Ruiz, no se debe a espíritu cristiano, vanidad del mundo, etc., sino a que es igualmente un tópico árabe: «¡Oh tú que me esquivas! Cuán a menudo he tratado con mi paciente contención de sacar provecho de ti, pero no me ha aprovechado» (ver más ejemplos en Ecker, al que refiero para ahorrar tiempo y espacio).

 

59

Aunque los pensadores árabes en contacto con la tradición griega distingan entre el ser de la realidad y sus apariencias, la literatura, la tradición y la misma conducta de los pensadores se funda en la creencia de que lo único sustancial y firme es Dios. Ibn Ḥazm, como pensador, no acepta que se diga: «Murió Zeid significa meramente que Dios hizo morir a Zeid; se mantiene el edificio quiere sólo decir que Dios lo mantiene» (Historia de las religiones, III, p. 254). Pero como artista musulmán dice una y otra vez que Dios es quien mueve los corazones.

 

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M. Asín ha reunido cuanto Ibn Ḥazm dice sobre su propia vida en el volumen I de su traducción de la Historia crítica de las ideas religiosas.