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21

Véase, por ejemplo, la obra del Canónigo don Fortino Hipólito Vera La Milagrosa aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, comprobada por una información levantada en el siglo XVI contra los enemigos de tan asombroso acontecimiento. Véanse también sobre el mismo asunto los artículos que el Periódico El Amigo de la Verdad está imprimiendo en Puebla; y que pronto saldrán reunidos en un opúsculo. (N. del A.)

 

22

[«dos» añadido de la fe de erratas del original. (N. del E.)]

 

23

En el periódico eclesiástico romano: Actas de la Santa Sede, Tomo XXV, septiembre de 1892, en las páginas 116, hay algo que confirma otra vez más y muy directamente lo que vamos diciendo.

Cierto tal, cuyo escandaloso encono contra la aparición es muy conocido, abusando del nombre de un muy ilustre sujeto, hizo preguntar a la Congregación de ritos: «Si sería lícito poner las estatuas de mármol del Venerable Zumárraga y del indio Juan Diego, al cual la Virgen se apareció, como se refiere, a los dos lados de Nuestra Señora de Guadalupe en el altar que se está haciendo en la Colegiata».

Fíjese el lector en la manera falaz y falsedad de la pregunta. Pues en el altar o sobre el altar propiamente así dicho, no se pueden exponer sino imágenes de santos o beatos, cuyo culto fue aprobado por la Iglesia. El infeliz que hizo tal pregunta a la Congregación, gratuitamente supuso una falsedad descarada: como si en el mismo altar o sobre el altar se pusiesen las expresadas estatuas; mientras a todas luces en el plan del altar y de su ornamentación a su alrededor, se ve que las dos estatuas se ponen a los dos lados como ornamentación de dicho altar; y de suerte que ni están en el altar, ni sobre el altar, sino junto al altar como ornamentación. Y en este caso nada hay que se oponga a las prescripciones de la Iglesia.

Por esta razón la sagrada Congregación con fecha 15 de julio de 1892 respondió que «las estatuas de que se trata en el caso pueden colocarse en la Iglesia, con tal empero que no sean expuestas sobre el altar».

Con esta respuesta la sagrada Congregación confirma lo que sobre la aparición en su nombre y con su autoridad puso en la sexta lección del oficio propio de la Virgen de Guadalupe; y lo que puso en la oración de la misa: a saber que los mexicanos fueron puestos bajo el singular patrocinio de la Santísima Virgen de Guadalupe. Y todo esto confirmado con autoridad apostólica por Benedicto XIV, muy benemérito de la nación mexicana.

Con que, amigo lector, aquel tal, que cual perfecto mono quiso sacar la castaña del fuego con las patas del gato, ¡se fue por lana y volvió trasquilado! Lo digo a ti, Fabio, para que lo entiendas tú, don Fanfarrón! (N. del A.)

 

24

[«prohibióse» en el original, corregido de la fe de erratas del original. (N. del E.)]

 

25

El mismo Sumo Pontífice San Pío V, que por lo que toca a la ida del Apóstol Santiago a España no había hecho ninguna corrección en las lecciones del Breviario romano, permitió sin embargo se quitara del mismo Breviario romano la fiesta de la presentación de la Virgen María en el templo. Pero permitió la supresión de esta fiesta no ya porque fuese falso el hecho de la presentación de la Virgen en el Templo, sino tan solo porque no constaba de la antigüedad (ceu25.1 minus antiquum) de dicha fiesta. Y el mismo Papa que permitió esta supresión, permitió también que privada y públicamente en algunas Iglesias se siguiese celebrando tal festividad. Vivía a la fecha en Roma en el Colegio Romano el Padre Francisco de la Torre, o Turriano, natural de León en España, teólogo que había sido del Papa Pío IV en el Concilio de Trento. Este erudito escritor muy devoto de la Virgen, compuso una muy docta y larga disertación, en la que demostró la antigüedad de dicha fiesta, no solo en la Iglesia de Oriente, sino también en la Iglesia Romana: pues desde el año de 1374 el Papa Gregorio XI decretó que en todo el Occidente se celebrase la fiesta de la presentación de la Virgen María en el Templo; así es que a la fecha de la Bula de San Pío V habían transcurrido 194 años de celebrarse dicha festividad.

Tuvo la dicha el padre Turriano de que a los diez y siete años y no más de haberse suprimido, volviese a insertarse en el Breviario Romano la Fiesta de la Presentación en fuerza de una Bula que expidió el año de 1585 el Pontífice romano Sixto V. Pero mientras se hacían las diligencias de estilo para la expedición de dicha Bula, pocos meses antes de su promulgación, es decir el 21 de noviembre de 1584, en el mismo día la fiesta de la presentación, el padre Turriano se durmió en el Señor.

Benedicto XIV, De Festis, Libro 2, capítulo 14, página 222; Fasti Societatis Jesu, Tomo IV, página 225. (N. del A.)

 

25.1

[«seu» en el original, corregido de la fe de erratas del original. (N. del E.)]

 

26

receptam» en el original, corregido de la fe de erratas del original. (N. del E.)]

 

27

Los 678 religiosos que formaban la provincia mexicana de la Compañía de Jesús, salieron de México, para el destierro a fines de julio de 1767; y no llegaron a Italia sino a fines de septiembre de 1769.

Estableciéronse en las provincias o legaciones de Bolonia y de Ferrara, repartidos en treinta y dos casas o residencias. Y por el año de 1773 algunos padres mexicanos fueron a vivir a Roma. (N. del A.)

 

28

[«talera» en el original. (N. del E.)]

 

29

[«moviento» en el original. (N. del E.)]

 

30

[«Tallepietra» en el original, corregido de la fe de erratas del original. (N. del E.)]

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