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  —143→  

ArribaAbajoCuadro II


Escena VII

 

Salen LEOVIGILDO y la FANTASÍA; y él, como que la sigue.

 
LEOVIGILDO
Sombra, ilusión, fantasma, ¡di quién eres!
¿Qué buscas o qué quieres?
Y si quieres o buscas, ¿por qué, cuando 160
yo te quiero escuchar, te vas volando?
    Si te sigo, me dejas;
si te huyo, me sigues;
si te busco, te alejas;
si te quiero dejar, tú me persigues. 165
    ¿Qué vuelo es ése tuyo, que me espanta,
que en velocidad tanta
te vas sin apartarte,
y te quedas conmigo sin quedarte?
    Pues cuando yo en tu alcance me abalanzo, 170
te miro y no te alcanzo;
y si por cierto juzgo tu retiro,
te tengo y no te miro.
    ¿Quién eres, sombra fría?
FANTASÍA
La imagen de tu propia fantasía, 175
que en ella impresa estoy tan vivamente,
que parezco aparente
cuerpo, que de aire forma vapor craso,
pues la imaginación suele hacer caso;
y más ahora, con la conveniencia 180
que a alegóricos entes da licencia,
sin violar a la historia su pureza,
pues no añade ni quita a su entereza
el que, suspenso en tu melancolía,
a ti te hable tu propia fantasía. 185
  —144→  
LEOVIGILDO
Pues ya que hablarme intentas,
¿qué me quieres?
FANTASÍA
Que vengues las afrentas
que de tu imperio y casa, por tu ruina,
hacerte tu hijo mismo determina
con mudar religión. Y porque veas 190
cuánto bien te ha venido
de la secta arrïana que has seguido,
en que el cuidado religioso empleas,
vuelve ahora los ojos
de la imaginación, a los despojos 195
que le dio a tu prosapia soberana,
por premio, la arrïana
religión que han constantes abrazado,
sobre quien el Imperio han fabricado.
Ella es la que sustenta como basa 200
el edificio regio de tu casa,
desde que, como vínculo el más rico
de Valente, entregada fue a Alarico.
    Pero porque lo veas
no sólo en las fantásticas ideas 205
de la imaginación, sino patente,
al aire sombrearé lo transparente,
porque en visible objeto mires toda
la serie regia de la gloria goda.
¿Qué ves en aquel trono?
LEOVIGILDO
Una belleza
210
que de laurel corona la cabeza;
y de acero lustroso
viste y adorna a un tiempo el pecho hermoso,
con un cetro en la mano,
indicio de dominio soberano, 215
y en otra una corona
que con una celada se eslabona:
con que siendo corona la celada,
también el cetro es cetro y es espada;
—145→
y a su diestra, la Fama, 220
que a su atención a todo el orbe llama,
y en un aparador, que tiene a un lado,
regiamente adornado,
guarda coronas sacras, cetros reales,
vestido de laureles imperiales; 225
con que, si tanto triunfo no me engaña,
es la triunfante España.
FANTASÍA
Muy bien lo has discurrido.
Mas ¿quién mejor que tú lo ha conocido?
Pero escucha, que ya la Fama canta. 230
LEOVIGILDO
Escaso viene el viento a su garganta.


Escena VIII

 

Descúbrese un trono, y en él ESPAÑA armada, con cetro y manto imperial, como se ha dicho; a un lado la FAMA, y a otro un aparador rico con coronas y cetros; y canta la FAMA.

 
FAMA
Oigan el eco horrísono
de mis acentos bélicos,
desde el confín Antártico,
hasta su opuesto término. 235
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
    De España glorias ínclitas
oiga el planeta délfico,
de sus dominios árbitro
y de sus luces émulo. 240
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
    Hoy, roto el servil vínculo,
sacude el yugo pésimo
que impusieron los bárbaros
a los confines béticos. 245
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
—146→
Y al godo admite armígero,
y a su valor, por débito,
rinde obediencias fáciles,
da adoración por réditos. 250
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
ESPAÑA
Ya que del pesado yugo
de tanto bárbaro imperio
quiere el cielo que redima
el valiente altivo cuello; 255
y que ya, reproducido
aquel natural derecho
de mi libertad, yo pueda
a mi arbitrio elegir dueño
que mantenga mi corona, 260
con los concertados fueros
de la Justicia y la Paz,
sólo pudiera el esfuerzo
del godo, de mi elección
gozar el consentimiento; 265
para lo cual, espontáneos
los españoles quisieron
que yo llamase de Italia
a Ataúlfo, cuyo aliento
extendiera mi corona 270
y gobernara mi cetro;
con que pasando los Alpes
viene. Pero ya el estruendo
me dice que ya ha llegado.
 

(Dentro.)

 
¡Viva el gran monarca nuestro! 275


Escena IX

 

Sale ATAÚLFO, y dale ESPAÑA corona y cetro, y pasa; y así van marchando todos.

 
  —147→  
ATAÚLFO
Ya, fértil España, vine,
correspondiendo a tu ruego.
ESPAÑA
Toma, primer rey de España,
la corona, cuyo cerco,
en venideras edades, 280
comprenderá el Universo.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Pasa, y sale SIGERICO.)

 
SIGERICO
Yo me bañaré en su sangre
por suceder en su cetro.
ESPAÑA
Toma; y pues has de dejarle 285
tan presto, tómale presto.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale VALIA.)

 
VALIA
Yo, Valia, de Sigerico
en el trono me presento.
ESPAÑA
Toma; que lo que a él dé daño, 290
te será a ti de provecho.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale TEODOREDO.)

 
  —148→  
TEODOREDO
A que lo corones, sale
impaciente Teodoredo.
ESPAÑA
Toma, vencedor de Atila, 295
pues aún has de triunfar muerto.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale TURISMUNDO.)

 
TURISMUNDO
Yo, Turismundo, a mi padre
en el dominio sucedo.
ESPAÑA
Toma, aunque de tus victorias 300
nacerá tu fin sangriento.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale TEODORICO.)

 
TEODORICO
Yo, Teodorico, busqué
en su sangre mis aumentos.
ESPAÑA
Toma, que tú con la tuya 305
has de lavar ese yerro.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale EURICO.)

 
  —149→  
EURICO
Sí, pues a manos de Eurico,
su hermano, tendrá el fin mesmo.
ESPAÑA
Toma el cetro que ha de echar 310
de España el Romano Imperio.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale ALARICO.)

 
ALARICO
Yo, Alarico, de mi padre
soy el feliz heredero.
ESPAÑA
Ten, porque hagas de Teodosio 315
obedecer los decretos.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale GESALEICO.)

 
GESALEICO
Yo, aunque con la tiranía,
me ceñiré el laurel regio.
ESPAÑA
El que piensas que es corona 320
será dogal a tu cuello.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale AMALARICO.)

 
  —150→  
AMALARICO
Amalarico soy yo,
de la Fortuna trofeo.
ESPAÑA
Toma, que a no ser casado, 325
triunfaras de ella y del tiempo.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale TEUDIS.)

 
TEUDIS
Yo Teudis, que de ser ayo,
pasé a ser señor supremo.
ESPAÑA
A no fïarte de locos, 330
hubieras sido más cuerdo.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale TEUDISELO.)

 
TEUDISELO
Por sucesor Teudis deja
a mí, que soy Teudiselo.
ESPAÑA
Porque tenga la torpeza, 335
con su muerte el escarmiento.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale AGILA.)

 
  —151→  
AGILA
Yo, Agila, por mi valor
y virtud, entro en el reino.
ESPAÑA
No serás tan feliz rey 340
como fuiste caballero.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Vase, y sale ATANAGILDO.)

 
ATANAGILDO
Sabrá hacer Atanagildo
la tiranía derecho.
ESPAÑA
Para ver desdichas tales, 345
más te valiera no serlo.
FAMA
¡Óiganlo! ¡Atiéndanlo!
 

(Pasan todos, y ciérrase el carro.)

 


Escena X

LEOVIGILDO
Di: ¿a qué fin me has mostrado, Fantasía,
toda la serie de esta monarquía?
FANTASÍA
Sólo a fin de que entiendas 350
que de la religión han sido prendas
estas glorias que has visto, estas coronas
que ahora con la tuya tú eslabonas,
y que (como con ella han dilatado
tanto ínclito pasado 355
tuyo, las glorias de su descendencia
por tantos siglos) clara consecuencia
—152→
es que, del mismo modo,
cuando ella falte, ha de faltarte todo.

 (Vase.) 

LEOVIGILDO
¡Espera! ¿Dónde vas?... ¡Válgame el Cielo! 360
¿Qué es esto? ¿Sueño o velo?
¡Oh, qué viva aprensión me ha arrebatado
y tras sí toda el alma me ha llevado!
¡Qué de siglos he visto! ¡Qué de edades
por mí han pasado en este rato breve! 365
¡Qué de coronas vi! ¡Qué antigüedades
que ya redujo el tiempo a polvo leve!
Jurara que las vía y las oía:
tal la viveza es de mi fantasía.
Y es que, como me aflijo 370
tanto de que mi hijo
tirano, despreciando la arrïana
ley, se haya convertido a la cristiana
(de Leandro, inducido, y de su esposa
que me lo han pervertido), no reposa 375
mi corazón, y siempre pensativo,
mil temores avivo
de que ha de ser incendio de mi casa
la que en Hermenegildo empieza brasa;
pues si a tantas coronas que han pasado, 380
sólo la religión ha conservado,
si ella falta, ¿quién duda falte toda
la estirpe real de la familia goda?
    Mas puede ser que se haya enternecido
con mi embajada, y se haya reducido 385
a lo que le está bien. ¡Oh, el Cielo quiera
que yo lo llegue a ver antes que muera!


Escena XI

 

Sale GESERICO.

 
LEOVIGILDO
Mas, ¿quién aquí se ha entrado?
GESERICO
Yo soy, señor, que como me has mandado
—153→
que entrase a cualquiera hora que llegase, 390
sin que un instante solo me tardase,
acabo de llegar y entré al momento
a besarte los pies.
LEOVIGILDO
¡Oh qué contento
de tu negociación tener espero!
Di presto lo que ha habido. 395
¿Queda ya Hermenegildo reducido?
GESERICO
No quisiera, señor, decirlo; pero
tu obediencia me obliga a relatarte
el disgusto que no quisiera darte.
LEOVIGILDO
¿Pues qué mayor disgusto puedes darme, 400
que decir que hay disgusto de contarme?
Pues quien oye una pena claramente,
aunque sienta, es sola una la que siente;
mas quien confusa la noticia tiene,
a padecer más viene, 405
pues vagando dudoso el pensamiento
en cuanto puede ser de sentimiento,
siente todas las penas que imagina,
y mientras cuál será no determina,
neutral e indiferente, 410
la pena que es, y las que no son, siente.
GESERICO
Pues, señor, ya con eso...


Escena XII

 

Salen la APOSTASÍA y RECAREDO.

 
APOSTASÍA
Habiendo oído,
señor, que Geserico es ya venido
—154→
con respuesta que da tanto cuidado
(y más a mí, que principal prelado 415
de la ley arrïana soy, de modo
que se reduce a mí su culto todo,
pues a mi autoridad subordinados
están de suerte todos los prelados,
que en el grande respeto 420
parezco más abstracto que concreto),
a saber he venido,
señor, si algún consuelo te ha traído.
RECAREDO
Y yo también, que el más interesado
me juzgo, en que la paz se haya ajustado. 425
LEOVIGILDO
Venís a muy buen tiempo, pues con eso
sabremos todos juntos el suceso.
GESERICO
Llegué, señor, a la ciudad famosa
que el Betis vano de sus ondas baña,
si árbitro no, atalaya valerosa, 430
que no menos que al mar, a la campaña
perspicaz mira, manda imperïosa,
en el terreno más feliz de España,
pues Amaltea el cuerno en él vacía,
para fertilizar a Andalucía; 435
    a la que de edificios adornada,
no menos que de frutos abundante,
igual deudora a labradora azada
que al urbano nivel, quedó elegante:
pues si éste con la fábrica elevada 440
le ayuda, aquélla con su afán constante,
a los ojos dejando persuadidos
que aun son sus edificios producidos.
    Llegué, en fin, a Sevilla, que su nombre
solo la explica; y con la autorizada 445
—155→
comisión de mi oficio, di en tu nombre
al rey Hermenegildo la embajada.
Sin olvidar lo rey, mostró ser hombre
la ternura, que tarde reportada
del alma, cuanto más se reprimía, 450
manifestaba aquello que escondía.
    Oyome afable, sin dejar lo entero.
Respondió humilde, sin dejar lo grave,
que deudor se conoce y heredero
de cuanto en la fortuna y sangre cabe, 455
tuyo; mas que el del alma es otro fuero,
que gobierna suprema, aunque süave
causa, que es sólo Dios; y que la palma
del alma, ha de rendirse a quien dio el alma.
    Y de Leandro, en fin, solicitado, 460
no menos que de Ingunda persuadido,
por el cristiano bando declarado,
no admite de las paces el partido;
pues dice que quedar desamparado
el séquito, no es bien, que lo ha seguido. 465
Éstas son, pues decírtelas me ordenas,
en breve relación tus largas penas.
LEOVIGILDO
Mejor dirás, las iras que ha infundido
en mi pecho el suceso que te he oído.
¡Oh hijo rebelde! ¡Oh víbora, que ingrata, 470
a quien le ha dado el ser, tirana mata!
No en vano prevenía
tu dureza mi triste fantasía...
¿Qué haré, padre?
APOSTASÍA
Señor, ¿ya qué remedios
te puedo aconsejar, cuando los medios 475
que tu clemencia ha usado,
todos los ha tu hijo despreciado,
sino que (pues no vale la blandura)
del poder se aproveche tu cordura?
—156→
Juntas están las armas de tu imperio. 480
¡Venga con ellas tanto vituperio!
Haz, señor, que con ellas te respete,
pues sin ellas no esperas ya que acepte
ningún partido su arrogancia necia.
Témate rey, quien padre te desprecia; 485
que sin armas, en estas ocasiones,
van sin autoridad las persuasiones.
LEOVIGILDO
Bien dices: ¡hacer guerra sólo puedo!
¡Prevéngase la gente, Recaredo!
Ese remedio escojo. 490
Quien despreció mi amor, logre mi enojo.
RECAREDO
¡Oh cielos, quién pudiera
embarazar resolución tan fiera,
como que, al trance duro e inhumano
de una batalla, al padre o al hermano 495
haya yo de perder! Señor, advierte,
antes de resolverte
con mi hermano a tan grande rompimiento,
que en él causa osadía el ardimiento
juvenil y la falta de experiencia, 500
y que estar de tu parte la prudencia
es justo que te cuadre,
por la razón de rey y la de padre.
Otros medios habrá sin la violencia.
¡Ostenta, por ahora, la clemencia! 505
Primogénito es tuyo y tu heredero:
¡no tiñas en su sangre el blanco acero!
¿Qué logra tu poder, cuando destruya
la misma imagen tuya?
¿Qué gloria en la victoria te atribuyes, 510
si te destruyes cuando lo destruyes?
    Demás de que no tengo pensamiento
de que esté tan seguro el vencimiento;
—157→
pues ya muchas ciudades declaradas
están por él, y a su defensa armadas, 515
y todos los católicos, hallando
en él caudillo, seguirán su bando.
Tiberio ya sus tropas le ha envïado
y en que él venza, empeñado
de su propio interés, es fuerza hallarse, 520
por si puede de España apoderarse
con pretexto de auxilio a Hermenegildo,
como hizo Justiniano a Atanagildo.
    Bien ves que yo pudiera
ser quien la guerra más te persuadiera, 525
pues muriendo mi hermano,
viera el cetro en mi mano;
pero no quieras tú que yo, ambicioso,
rompa el lazo amoroso
de mi sangre. ¡Depón tú la venganza, 530
pues de reinar depongo la esperanza!
APOSTASÍA
¿Pues qué ha de hacer el rey, si lo provoca
arrogancia tan loca?
¿Ha de estar aguardando a que, tirano,
venga a quitarle el cetro de la mano? 535
¿No es mejor que la guerra se prosiga
sin esperar que la empezada liga
de católicos cobre mayor fuerza
con el romano auxilio?
Que para deshacerla, yo un concilio 540
juntaré, en que, aunque tuerza
de mis arrianos dogmas los sentidos,
dejaré algunos puntos decididos,
en que parezca que nos conformamos
con ellos y que todos profesamos 545
una ley; y con esto se consigue
que el bando que lo sigue
por razón de católico, engañado,
creyendo que acabado
está el disturbio de las religiones, 550
seguirá de tu padre los pendones.
  —158→  
LEOVIGILDO
Bien lo dispones. ¡Vamos, que con eso
se previene más próspero suceso!
APOSTASÍA
¡Vamos, señor, y doma al obstinado
que contra tu poder se ha rebelado! 555
RECAREDO
¡Cielos, sedme testigos, que violento
voy a asistir a trance tan sangriento!
 

(Vanse.)

 




ArribaAbajo Cuadro III


Escena XIII

 

Salen las cuatro virtudes, con una corona [de laurel], asidas de ella todas.

 
JUSTICIA
¡Suelta la corona, Paz!
PAZ
¡Justicia, suelta el laurel!
MISERICORDIA
¡A mí sólo es a quien toca! 560
VERDAD
¡Mía solamente es!
JUSTICIA
Pues soy quien ha conseguido...
PAZ
Pues soy quien llegó a tener...
  —159→  
JUSTICIA
más derecho...
PAZ
más acción...
LAS CUATRO
para poderla obtener. 565
JUSTICIA
Si no la queréis dejar,
con este acero sabré
cobrarla, pues es justicia
mi derecho defender.
VERDAD
Y yo, para que la cobres, 570
a tu lado me pondré,
pues la Verdad y Justicia
una misma cosa es.
PAZ
Yo, aunque las armas no esgrima,
sabré sin ellas vencer, 575
pues tal vez consigue más
el sufrir, que acometer.
MISERICORDIA
Yo te ayudaré, pues siempre
la Misericordia es quien
vence perdonando, porque 580
tiene por triunfo el ceder.
JUSTICIA
Luego, si cedéis las dos,
nuestra la corona es.
  —160→  
PAZ
No es vuestra, aunque la tengáis
mientras no la merecéis. 585
JUSTICIA
¿Qué no merecer? Pues ¿puedo,
siendo Justicia, tener
el laurel injustamente?
VERDAD
Ni yo consentir podré,
siendo Verdad, que le falte 590
a la Verdad.
PAZ
Ahí veréis
que hago bien en no lidiar:
porque (siendo, como es,
la Justicia la virtud
que siempre da, recto juez, 595
a cada uno lo que es suyo,
y tú la que más fiel
conoces lo que es Verdad),
en llegando a conocer
tú que la victoria es mía, 600
no me podrá retener
el premio, contra el derecho
que induce su propio ser;
y si ella me lo ha de dar,
¿para qué me he de poner 605
yo en cuestiones sobre aquello
que sin ella he de tener?
VERDAD
Claro está que nuestra lid
es tan cortesana, que
no es el ser vencido en ella 610
menos gloria que el vencer:
pues siendo todas virtudes,
tan hermanadas se ven
—161→
nuestras acciones, que cuando
alguna llega a exceder, 615
la victoria es suya; mas
la gloria, de todas es.
Pero en cuanto al ejercicio,
no me podrás negar que
han sido en Hermenegildo 620
la Verdad, por esta vez,
y Justicia, las que más
llegan a resplandecer;
pues la Paz abandonando,
en defensa de la Fe, 625
con su mismo padre rompe.


Escena XIV

 

Sale la FE, en lo alto.

 
FE
Eso diré yo más bien:
pues ya sitiada Sevilla
por Leovigildo crüel
está, y dentro Hermenegildo 630
defendiéndose; y aunqué
es su causa la más justa,
es inferior el poder
de sus armas, pues sitiado
se mira en tanta estrechez, 635
que secretamente intenta
retirarse a Oset, porqué
siempre se le mostró afecto.
Mas desde aquí podéis ver
cómo se retira.
 

Sale HERMENEGILDO, y soldados.

 
HERMENEGILDO
Amigos,
640
cuando de Dios el poder
—162→
no defiende la ciudad,
en vano se cansa quien
en su guarda se desvela.
No quiero ver padecer 645
por mi causa tanta gente.
Si yo soy sólo por quien
dura asedio tan penoso,
con retirarme daré
a su remedio lugar; 650
pues dentro de Oset podré
asegurar mi persona.
SOLDADO 1
Pues vamos aprisa, que
temo que las centinelas
aviso a tu padre den, 655
señor, de que te retiras.
 

(Vanse.)

 
PAZ
Justicia, ya tú lo ves
cómo no intenta reñir.
JUSTICIA
Eso es a más no poder.
PAZ
¿Pues no pudiera salir 660
a la campaña, y hacer
el que es asedio, batalla?
JUSTICIA
No, porque conoce que es
más el poder de su padre.
FE
Hasta el fin no disputéis 665
a cuál ejercita más,
pues hasta ahora a exceder
ninguna llega a las otras.
  —163→  
PAZ
¿Pues qué podemos hacer?
FE
Asistirle, hasta que, al fin, 670
a quien merezca el laurel
se lo dé yo, de mi mano.
TODAS
¡Vamos a asistirle, pues!


Escena XV

 

Vanse; y salen LEOVIGILDO y la APOSTASÍA, soldados y RECAREDO.

 
LEOVIGILDO
Pegadle fuego al lugar,
porque al rigor del incendio 675
perezca mi ingrato hijo,
que rebelde a mis preceptos,
más que padre compasivo
me eligió enemigo fiero.
Arda el lugar que lo ampara; 680
y si pensó del asedio
librarse en la retirada,
experimente más riesgo.
No perdonaréis a alguno;
y el que escapare del fuego, 685
encuentre el mismo peligro
en los filos del acero.
APOSTASÍA
¡Eso sí, señor augusto:
aborte rayos tu pecho!
¡El que te ha ofendido, muera! 690
LEOVIGILDO
Acomete, Recaredo,
—164→
el lugar por esa parte,
mientras yo estotra acometo.
¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!
 

(Éntranse, y queda RECAREDO.)

 
RECAREDO
¡Ah, cielos, qué mal aliento 695
contra mi sangre la espada!
Mas, ya puesto en el empeño,
¿qué puedo hacer, ¡ay de mí!,
que hoy padre o hermano pierdo?
¡Ea, soldados, al arma! 700
Y pues antes que el acero,
están lidiando las llamas,
seguro está el vencimiento.
¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!


Escena XVI

 

Éntrase; y sale HERMENEGILDO, retirándose, cubierto de sangre y polvo.

 
HERMENEGILDO
¡Socorro, piadoso Cielo, 705
en tan deshecha fortuna,
que entre la sangre e incendio,
como en contrarios peligros,
ya me abraso, ya me anego,
pues lidiando entre sí mismos, 710
por ver cuál es más violento,
consume el fuego a la sangre
y la sangre apaga al fuego!
¡Señor! Si vos lo queréis,
no es la muerte lo que temo, 715
sino que mi padre sea
de ella ejecutor sangriento.
¿Qué haré para no encontrarlo,
y encontrar en otro acero
la muerte, antes que en el suyo? 720
—165→
Mas al amparo del templo
es mejor que me retire.
 

(Va a entrar, y encuentra a RECAREDO que sale.)

 
RECAREDO
¡Al arma! Pero ¿qué veo?
Aqueste es Hermenegildo.
El corazón en el pecho, 725
entre el gozo de mirarle
y el pesar de verle en riesgo,
no sabe a cuál inclinarse.
HERMENEGILDO
¡Cielos! Éste es Recaredo,
mi hermano, y ya de su vista, 730
aunque lo intente, no puedo
retirarme.
RECAREDO
¡Hermenegildo,
hermano, pierde el recelo!
Llega a mis brazos, que aunqué
contra ti esgrimo el acero 735
por obedecer al rey,
es con acto tan violento,
que si contra ti lo saco,
lo vuelvo contra mi pecho.
¡Llega a mis brazos!
HERMENEGILDO
¡Oh, hermano,
740
ya los peligros no siento,
ni de mi padre el rigor,
pues tal amor te merezco!
 

(Dentro.)

 
¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!
  —166→  
HERMENEGILDO
Mas, pues nos precisa el riesgo, 745
dame lugar de ocultarme.
RECAREDO
¿Dónde o cómo, si el estruendo
llega aquí de los soldados,
y te han visto algunos de ellos
que lo avisarán al rey? 750
Toma, hermano, mi consejo,
que no como interesado
en que tú pierdas el cetro,
ni como parte del rey,
sino como verdadero 755
hermano, y participante
en el común sentimiento,
te le doy, y reducirte
hoy a su obediencia intento.
    Pues si de ella te apartó 760
de la religión el celo,
para moverle la guerra
no fue bastante pretexto:
pues la diversidad sola
de ella (cuando no hay exceso 765
de tiranía) no basta
a dar razón ni derecho
a los rebeldes, y bien
sabes que mi padre en eso
no ha puesto violencia, pues 770
ha permitido en sus reinos
libre el uso de la tuya;
y si tú lo irritas, temo
que antes con eso la dañas,
pues lo haces romper el sello 775
a perseguirla, y mejor
les estará a tus intentos
disimular, hasta que
goces el solio supremo:
que entonces, ya apoderado, 780
podrás mejor, con tu ejemplo,
—167→
reducir a los demás.
    Nuestro padre, aunque severo
se muestra, es tu padre al fin;
y si tu propio respeto 785
le tiene armados los brazos,
su amor se los tiene abiertos,
como de padre; y en fin,
ya para llegar a ellos
no hay en ti, hermano, elección: 790
pues en lance tan extremo,
cuando el amor no te traiga,
será la llama o el hierro.
Ven conmigo y no le temas,
que yo librarte prometo 795
de sus iras, procurando
que te conserve su afecto,
como antes, en los estados;
pues siendo tú su heredero,
será, si a ti te los quita, 800
quitárselos a sí mesmo.
HERMENEGILDO
Porque veas que a tu gusto
más que a mi dictamen cedo,
voy; no porque de mi padre
alguna clemencia espero. 805


Escena XVII

 

Vanse; y salen LEOVIGILDO, la APOSTASÍA y soldados.

 
LEOVIGILDO
Registrad todas las casas,
sin reservar ni aun el centro,
hasta hallar a Hermenegildo.
APOSTASÍA
Sí, señor, pues vivo o muerto,
importará asegurarte 810
—168→
y no quedar con recelo
de tan sangriento enemigo.
LEOVIGILDO
Registrad todos los templos,
por ver si en ellos se oculta.
 

(Salen RECAREDO y HERMENEGILDO.)

 
RECAREDO
No hay para qué, pues ya puesto 815
está a tus pies el que buscas.
LEOVIGILDO
¿Qué miro?
HERMENEGILDO
Señor: a ellos,
como siempre, está mi vida;
porque como son mi centro,
aunque el temor me apartara, 820
me redujera el afecto.
Tuyo es mi ser, y mi vida:
obra en ella como dueño.
LEOVIGILDO
¡Hijo! Mas ¿qué es lo que digo?
¡Oh amor paternal, qué imperio 825
es el tuyo! Hermenegildo:
para ver si de tus yerros
tiene constancia la enmienda,
hacer la experiencia quiero,
que me excuse lo piadoso 830
o disculpe lo severo.
¡Hola! ¿Qué digo? ¡Soldados,
llevadlo a una torre preso,
mientras dispongo otra cosa!
RECAREDO
Señor, que mires, te ruego, 835
—169→
que vino con el seguro
de tu piedad.
HERMENEGILDO
(¡Ya yo veo,
que esto es lo que quiere Dios!
Nada replicar intento.)
LEOVIGILDO
Yo no quebranto el seguro, 840
pues a nada lo condeno
por ahora, sino que
quiero asegurar con esto
la enmienda que me propones,
pues allí veré si es cierto 845
que se reduce.
APOSTASÍA
Bien haces;
pues quizás el tratamiento
conseguirá, con rigor,
lo que no ha podido el ruego.
¡Ordena que lo aprisionen! 850
LEOVIGILDO
¿Oís? Las manos al cuello
con una fuerte cadena
le ligad. Quizá con eso
lo reduciré a mi gusto.
HERMENEGILDO
(¡Señor, si vos fuisteis preso 855
por mí, ya yo voy, por vos,
glorioso con vuestro ejemplo!)
RECAREDO
¡Ay, que yo fui de tu mal,
sin querer, el instrumento!
—170→
Pero espero que el rigor 860
del rey se pasará presto,
y te volveré a su gracia.
HERMENEGILDO
La de Dios es la que aprecio.
¡Hágase Su voluntad!
APOSTASÍA
(Con esto rendir espero 865
su constancia.)
LEOVIGILDO
(¡Amor, perdona
si, por lograrte, te ofendo!)
 

(Vanse HERMENEGILDO, RECAREDO y soldados.)

 


Escena XVIII

LEOVIGILDO

  [A la APOSTASÍA.] 

Ya, padre, que a Hermenegildo,
como has visto, tengo preso,
y que tú de la arrïana 870
religión, que yo profeso,
como principal prelado
eres el mayor maestro,
tanto que se encierra en ti
toda la ley que venero: 875
di, ¿qué consejo me das
de reducirlo? ¿Qué medios
podrán ser más eficaces
para lograr mis intentos?
    No ignoras las conveniencias 880
que en reducirlo intereso.
Pues demás de ser mi hijo,
a quien, como al mayor, tengo
mayor afecto, no ignoras
que habiendo sido este reino 885
—171→
siempre electivo, porqué
según los góticos fueros
no se consiente la herencia:
y es que, como en los primeros
andaba vago el dominio, 890
siendo espada más que cetro,
sin tener imperio fijo,
fue conveniente a aquel tiempo
la elección y no la herencia;
porque el curso de sucesos 895
marciales, lugar no daba
a esperar del heredero
buenas o malas costumbres;
ni a temer del nacimiento
la contingencia, y también 900
estar expuestos al yerro
que suele Naturaleza
cometer, puesto que vemos
que no siempre, como debe,
de buenos produce buenos... 905
    Por esto, vuelvo a decir,
les convino en aquel tiempo
la elección y no la herencia;
y de ella tan satisfechos
han estado, que (sin ver 910
que siendo ya fijo imperio
el de los godos, bien puede
conservarse sin recelos),
no obstante, hacen elección,
tanto que el decimosexto 915
rey soy yo. Y considerando
que ya no es dictamen cuerdo
observarla, pues lo mismo
que aprovechó en aquel tiempo
de adelantar las conquistas, 920
es pernicioso en el nuestro,
donde se ha ensanchado tanto
el dominio, que el gobierno
no debe estar a adquirir,
como a conservar, atento; 925
y, para esto, menos daño
—172→
hará uno que hereda inepto,
que no exponerse a sufrir
los daños de un interregno
(pues mientras los electores 930
discordan en el sujeto,
faltando cabeza que
mantenga leyes y fueros,
crecen los vicios, y paga
el daño el común sosiego): 935
movido de estas razones,
y también (yo lo confieso)
con deseo que mi línea
mantuviese el laurel regio,
quise establecer la herencia. 940
    Y para que el vulgo ciego
no se inquietase (porqué,
para alborotarse un reino,
se recibe por delito,
más que lo malo, lo nuevo), 945
quise valerme del arte,
nombrando por compañero
en el reino á Hermenegildo
y a su hermano Recaredo,
con sus insignias reales 950
de que fui inventor yo mesmo;
porque, muerto yo y quedando
en su poder el gobierno,
fuese su elección precisa,
siguiendo en esto el ejemplo 955
con que los emperadores,
poco a poco, establecieron
que se hiciese sucesión,
siendo electivo el Imperio.
    Estas razones de estado 960
y estos motivos de afecto,
se frustran si Hermenegildo
en su dictamen protervo
persiste. Ahora, tú mira,
como docto y como cuerdo, 965
qué medio hay de persuadirlo,
pues ves cuánto importa el medio.
  —173→  
APOSTASÍA
Señor, cuando no tuvieran
tus motivos tanto peso,
la razón de darte gusto 970
sola me moviera a hacerlo.
Demás de que debo yo
solicitar, por mí mesmo,
el triunfar de Hermenegildo;
pues si a mi ley represento, 975
fuerza es quedar desairado
si su constancia no venzo.
Y así, señor, me parece
que el más acertado medio
es que yo a la prisión vaya, 980
adonde con argumentos
lo intentaré reducir;
y tomando por pretexto
el que el tiempo nos ofrece,
puesto que es la Pascua, quiero 985
ver si quiere, de mi mano,
recibir el sacramento
de la Comunión: pues si
se rinde a venir en ello,
podrás volverlo a tu gracia; 990
y si resiste soberbio
a tu mandato, no tienes
que esperar otro remedio
para poder reducirlo.
LEOVIGILDO
Bien dices. Parte al momento, 995
y dile de parte mía
que es el examen postrero
éste que hace mi piedad;
y así, que resuelva, presto
o a darte a ti la obediencia, 1000
o a dar a un verdugo el cuello.
APOSTASÍA
Lo último ejecutaré,
si no elige lo primero.
  —174→  
LEOVIGILDO
Orden llevas para todo.
APOSTASÍA
Tú verás que te obedezco. 1005
 

(Vanse.)

 




ArribaAbajo Cuadro IV


Escena XIX

 

Sale HERMENEGILDO, con cadenas, que se descubrirá en un carro.

 
HERMENEGILDO
    ¡Prisión apetecida,
adonde las cadenas,
aunque parecen penas,
son glorias de una vida
que, haciendo dicha de las aflicciones, 1010
regula por joyeles las prisiones)
    ¡Qué consuelo en ti tengo,
mirándome de todo despojado,
pues desembarazado,
a estar más apto vengo 1015
para poder alzar osado el vuelo,
con menos peso, de la tierra al cielo!
    Saco es el que ayer era
púrpura soberana;
y la mano, que ufana 1020
cetro empuñó, severa
muestra, al cuello ligada, cuán instable
es la gloria del mundo miserable.
    Ayer me obedecía,
en cuanto el Betis baña, 1025
parte mejor de España,
fértil la Andalucía;
hoy a un alcaide bajo estoy postrado:
porque no hay, en lo humano, firme estado.
    Ayer, de Ingunda bella, 1030
mi dulce, amada esposa,
—175→
en la unión amorosa,
era feliz al vella
con el fruto de entrambos deseado,
que en destino nació tan desdichado. 1035
    Todo esto, que me acuerda
mi triste pensamiento,
ya no es en mí tormento;
pues que todo se pierda
por vos, no es pena: ¡antes feliz he sido 1040
en haberlo, por vos, todo perdido!
    Vos mismo me lo disteis;
vos me lo habéis quitado.
¡Sed por siempre alabado,
pues en mí hacer quisisteis 1045
que tantos bienes juntos poseyese,
para que qué dejar por vos tuviese!
    La fe que adoro, sola
es la herencia que estimo.
De nada me lastimo, 1050
pues ella se acrisola.
¡Piérdase en hora buena el laurel godo,
que con tener mi fe, lo tengo todo!


Escena XX

 

Sale la APOSTASÍA.

 
APOSTASÍA
¡Hermenegildo!
HERMENEGILDO
¿Quién eres?
APOSTASÍA
Yo, que a consolarte vengo 1055
en tu prisión.
HERMENEGILDO
Pues yo en ella
ningún desconsuelo tengo.
—176→
Mas, porque no te parezca
que (con tu piedad grosero) 1060
no te estimo la intención,
ya que no sirva el efecto,
di, ¿qué consuelo me traes?
APOSTASÍA
Que el rey tu padre, a mis ruegos,
quiere darte libertad. 1065
HERMENEGILDO
¿Pues tanto es tu valimiento,
que has podido conseguirlo?
APOSTASÍA
Sí, porque soy en su pecho
quien más poder tiene, y quien
gobierna sus pensamientos. 1070
HERMENEGILDO
¿Pues quién eres?
APOSTASÍA
El prelado
mayor del Gótico Imperio;
tanto que yo, por mí solo,
toda la ley represento.


Escena XXI

 

Sale la FE, cantando.

 
FE
    ¡Cuidado, Hermenegildo; 1075
atiende, escucha atento,
que en traje de vïanda
se disfraza el veneno!
¡Atiende, escucha, oye
mis interiores ecos! 1080
    Y vosotras, virtudes,
en el mayor aprieto
—177→
venid a confortarlo,
que ya es último el riesgo.
¡Atiende, escucha, oye 1085
mis interiores ecos!


Escena XXII

 

Salen las VIRTUDES, como antes.

 
VERDAD
Yo salgo a ver si soy
quien el laurel merezco.
JUSTICIA
Yo, pronta a recibirlo,
tanto como a cederlo. 1090
PAZ
Yo, a gloriarme si es mío,
o a celebrar lo ajeno.
MISERICORDIA
Yo, a tenerlo por propio
cuando lo viere vuestro.
FE
    Pues tú, Verdad, alumbra 1095
hoy más su entendimiento.
Y tú, Justicia, anima
su generoso aliento.
    Misericordia, tú
eleva sus afectos. 1100
Y tú sosiega, Paz,
todos sus pensamientos.
TODAS
¡Sí haremos, pues a todas
toca su vencimiento!
  —178→  
FE
    Pues yo, que más que todas 1105
a su lado estar debo,
con interiores luces
alumbrarlo pretendo.
    ¡Cuidado, Hermenegildo;
atiende, escucha atento, 1110
que en traje de vïanda
se disfraza el veneno!

 (Canta.) 

¡Atiende, escucha, oye
mis interiores ecos!


Escena XXIII

APOSTASÍA
Yo no arguyo, Hermenegildo, 1115
ahora puntos diversos,
en que tus dogmas y míos
difieren en los misterios,
como aquel de si es el Hijo
igual a Su Padre Eterno, 1120
que ése es punto muy distante.
Solamente a lo que vengo
es a que, pues convenimos
ambos en que el sacramento
de la eucaristía es 1125
de Cristo la sangre y cuerpo
que se nos da en comunión,
y estamos de Pascua en tiempo,
la recibas de mi mano,
pues sólo por este medio 1130
a la gracia de tu padre
reconciliarte prometo.
FE

  (Canta.) 

¡Atiende, escucha, oye
mis interiores ecos!
  —179→  
HERMENEGILDO
Víbora ingrata, que rompes 1135
de la iglesia el blando seno,
lastimando con tus dogmas
todo su místico cuerpo:
tampoco yo responderte
quiero a todos los misterios, 1140
sino sólo al que propones
y yo recibir no quiero
de ti, pues no puede ser
verdadero sacramento.
APOSTASÍA
¿Cómo no? Dime: ¿no soy 1145
cristiano?
HERMENEGILDO
Yo te confieso
que es cristiano el bautizado,
y ahora no te argumento
en si es el tuyo bautismo,
que fuera gastar el tiempo 1150
inútil, pues sólo vienes
a argüirme del misterio;
y así, por ahora, que eres
bautizado te confieso.
APOSTASÍA
Pues si bautizado soy 1155
y creo los Evangelios,
y este misterio (que tanta
dificultad tiene) creo,
¿por qué de mi mano tú
no lo recibes, supuesto 1160
que el mismo que tú veneras
es también el que venero?
Y aunque yo, como tú dices,
hereje fuese, no puedo
quitar por mi indignidad 1165
su virtud al sacramento.
  —180→  
HERMENEGILDO
Verdad es el que tú no
se la quitaras, a serlo;
pero aquese no lo es,
y esto es lo que yo te niego. 1170
APOSTASÍA
Pues si yo lo consagré,
guardando aquel orden mesmo
de palabras con que Cristo
convirtió el pan en Su Cuerpo,
y la intención conformando, 1175
¿qué falta?
HERMENEGILDO
Que para hacerlo
no tienes autoridad,
pues eres un mero lego
sin orden sacerdotal
que da aquel poder supremo 1180
para poder consagrar.
APOSTASÍA
Sacerdote soy y tengo
las órdenes que me bastan.
HERMENEGILDO
No las tienes tal, supuesto
que es un poder derivado 1185
de Cristo a Pedro, y de Pedro
a todos sus sucesores;
y tú, rebelde al imperio
de sus soberanas llaves,
eres traidor comunero; 1190
y aunque hagas las ceremonias,
si no tienes el derecho
de legítimo ministro,
no consagras
  —181→  
APOSTASÍA
Ya no puedo
tolerar, Hermenegildo, 1195
tu proceder desatento.
¡Mira que si no comulgas,
orden de tu padre tengo
para quitarte la vida!
HERMENEGILDO
¡Yo en sacrificio la ofrezco, 1200
y defensa de la fe
de este sagrado misterio!
APOSTASÍA
¡Hola, pues él lo ha elegido,
soldados, cortadle el cuello!
HERMENEGILDO
¡Cortad, pues por la defensa 1205
del sacramentó os lo entrego!




ArribaCuadro V


Escena XXIV

 

Hace [el Verdugo] que le da una herida, y ciérrase el carro.

 
 

Y ábrese el segundo [carro], en que está un altar con hostia y cáliz; y abajo, dos coros de música, y la FE y demás virtudes, cantando las endechas siguientes.)

 
FE
Pues murió Hermenegildo,
y en el solio supremo,
al laurel inmortal
trocó el caduco cetro, 1210
  —182→  
MÚSICA
¡llore, llore la Tierra,
y cante, cante el Cielo!
FE
Y este laurel, vosotras
recibid; pues a un tiempo
es de cualquiera, todo, 1215
divisamente entero.
TODAS
Mejor es que tú, Fe,
te lo ciñas; supuesto
que, con que triunfes tú,
las demás triunfaremos. 1220
VERDAD
    Y pues Hermenegildo,
de virtudes ejemplo,
nos hizo a todas una,
¡como una nos portemos!
    Y puesto que en su muerte 1225
se llegó el feliz tiempo
en que Misericordia
y yo nos encontremos,
    la Paz y la Justicia
aquel místico beso 1230
se den, que signifique
nuestro vínculo eterno.
FE
Y pues Hermenegildo,
con católico celo,
murió por la especial 1235
fe de aqueste misterio,
PAZ
den a su descendencia,
por timbre más supremo,
—183→
vinculado en su sangre,
este especial afecto. 1240
MISERICORDIA
¡Gócese alegre España,
y sus reyes excelsos,
que en la sangre de un mártir
la púrpura tiñeron.
JUSTICIA
Éste, de su corona 1245
es el rubí sangriento,
que esmalta a rojos visos
el oro de su cerco.
PAZ
    Y aladas jerarquías
a venerar el cuerpo 1250
del mártir, y a adorar
tan alto sacramento,
    de las Esferas bajen,
todos diciendo
que éste es el mártir solo 1255
del sacramento.
 

(Repiten los coros.)

 
¡Que éste es el mártir solo
del Sacramento!
    ¡Llore, llore la Tierra,
y cante, cante el Cielo, 1260
que éste es el mártir solo
del sacramento!





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