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ArribaAbajoCanto II


ArribaAbajo Qual, en un campo seco, los rastrojos
Entra abrasando la furiosa llama,
Quando ocupan las eras los manojos,
Y las hojas se secan en su rama;
Así la luz de los divinos ojos,  5
Y la belleza de la linda dama,
Entra en el pecho de Garin, talando
La santidad, y su divino bando.
Conoce el afligido el fuego ardiente,
Y procura con ánimo esforzado  10
Evitar tan mortal inconveniente,
Y destruir tan infernal cuidado:
Hace discursos el Varon prudente,
Y viéndose confuso y apretado,
Determinado de pedir consejo,  15
Su pasion dice al ermitaño viejo.
A quien la causa, su pasion descubre;
Con quien su mal procura, se aconseja;
Llega el cordero al lobo, que se cubre
Y disimula con la piel de oveja:  20
Y él, contento de oir, el daño encubre
Arcando á veces la una y otra ceja,
Como maravillándose, y sintiendo
Aquel caso tristísimo y horrendo.
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Dice Garin su lástima y congoja,  25
Ora con faz de amarillez teñida
Por el dolor, ora de empacho roxa,
Con baxa voz en lágrimas rompida;
Y mostrando tambien que se congoja
El traidor de su pena dolorida,  30
Encubriendo mejor lo que en sí esconde,
Así á Garin con blanda voz responde.
No solo, ó padre, no ha de dar tormento
Esa pasion que vuestro pecho aflige,
Sino consolacion, gozo y contento,  35
Considerando quien la ordena y rige:
Los que el Señor para su excelso asiento
Con su infinita providencia elige,
Siempre quiere que sean apurados
En semejantes penas y cuidados:  40
Y que muestren la santa fortaleza
De que han de estar armados los varones
Que desean gozar la eterna alteza
Entre los celestiales esquadrones;
Asi que, padre, no mostreis tibieza,  45
Como la muestran ya vuestras razones,
Sino seguid con ánimo la empresa,
Pues en su peso el mérito se pesa.
Bien veis quan grande exemplo y testimonio
Nos son de lo que digo, padre amado,  50
Hilario, Paulo, Juan, Macario, Antonio,
De fortaleza cada qual dechado:
Resistid á la fuerza del demonio,
No dexeis el camino comenzado,
Apurad vuestro espíritu en la llama  55
Que causa la presencia de esa dama.
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No conviene que sea tan cobarde
Quien sirve á Dios que del peligro huya,
Es menester que al enemigo aguarde,
Pues ha de ser en honra eterna suya:  60
Si el alma ahora en ese fuego arde,
Con valor su templanza restituya,
Y así merecereis por la vitoria
Como varon perfeto mayor gloria.
¡O fiera brava de veneno llena,  65
Monstruo cruel, perverso y pernicioso,
Que con la voz y rostro de sirena
Encantas al mas sabio y valeroso!
¡Simulacion traidora, que condena
Tu trato doble, infame y alevoso  70
A que valga el doméstico enemigo
Lo que el tesoro del leal amigo!
¡O tirana absoluta de las cortes,
A donde no hay Proteo que te iguale
En variar de trazas y de cortes,  75
Segun las formas del que puede y vale,
Tomando alturas mil, mudando nortes
A cada viento que reynando sale
Por los profundos golfos espantables,
Solo á tí y tus sequaces navegables!  80
Si en el excelso trato cortesano
Tú no mezclases tu mortal cicuta,
Y en dulce estilo gravemente llano
A la verdad dexases resoluta;
¡Ay quanta de Jacob trocada mano  85
Viéramos, bendicion dando absoluta
A quien mas justamente le tocase,
Sin que simulacion se lo estorbase!
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Pues quanto en la milicia heroyca y alta
Donde honor y valor tienen su punto,  90
Donde sublima, donde fama exâlta
Las cosas con excelso contrapunto,
¿Quanto tú contrapuntas? quanta falta
Por tí se tiene? y quanta sobra? y junto
Quanto daño y ruina? varios puestos  95
Trocados por tu mano, y contrapuestos?
Lobo voraz, airada tigre horrible
En trage de cordero y de ovejuela,
Zángano ponzoñoso, aborrecible,
En hábito y susurro de abejuela,  100
Grande miseria, daño muy terrible,
Caso que en l'alma al justo es justo duela,
Que el trato fiel que la amistad requiere
La infiel simulacion así adultere.
La infiel simulacion, por cuyas sobras  105
Pobre y desnuda vas filosofía,
Por ser el trato de tus justas obras
El que verdad, el que modestia cria:
Donde salvarte tú debes, zozobras,
Y ella se salva do morir debria.  110
Tanto daña á tu sabio y fiel intento
Su bárbaro y su infiel atrevimiento.
Podrá guardarse facilmente el hombre
De quien tuviere manifiestamente
De su adversario título y renombre,  115
Aunque sea fortísimo y valiente;
Pero de aquel amigo, que en tal nombre
Envuelve esta mortífera serpiente,
No se puede guardar: que el fiero daño
Viene qual aquí vino al ermitaño.  120
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El qual vuelve engañado así á su cueva,
Con un grande propósito encendido
De emplear su virtud con fuerza nueva
Hasta ver su mortal deseo rendido;
Mas este buen propósito que lleva  125
Presto fué con su fuego consumido,
Con su fuego cruel, con aquel fuego
Que consume la vida, y el sosiego.
Recibiole la dama generosa,
Mostrando en el cristal resplandeciente  130
En los dos soles, y en la fresca rosa,
(Helado asiento del amor ardiente)
Que sin consuelo, triste y temerosa
Habia estado mientras dél ausente:
Esto diciendo con tan dulce acento,  135
Que por oirla se paraba el viento.
Como suele salir la blanca aurora
Del negro albergue de la noche escura
Con el alegre rostro que enamora,
Vertiendo maravilla y hermosura,  140
Tal sale de la cueva la señora
En rostro alegre, en corazon segura,
Conque al monge enamora y maravilla,
Hermosura vertiendo y maravilla.
No tan presto sus luces se encontraron  145
Con las que de los ojos dél salieron,
Quando el intento principal borraron,
Y el propósito santo consumieron:
Ambos alegres en la cueva entraron,
Y entre varias razones estuvieron,  150
Hasta que ya cansado y anhelante
Esto pasó del mauritano atlante.
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Ya mostraba la luz qualquier estrella
Que le reparte la febéa mano,
Ya la casta Lucina blanca y bella  155
Hacia su curso tras su rubio hermano,
Plateaba su clara y fria centella
El monte, el mar, la playa, el valle, el llano,
Y esparciendo venia ya Morféo
Las descuidadas aguas de Letéo.  160
Quando Garin, rendido ya y postrado
Al enemigo riguroso y fuerte,
El ser de la razon preso y atado
En ásperas cadenas de la muerte,
Del alma, tan amada, ya olvidado  165
Como cosa de poco precio y suerte,
De hombre, y tan bueno, se convierte en fiera,
Qual si Medéa, ó Circe le prendiera.
Ya la noble doncella que esperando
Está de oir lo que él decir solia,  170
Con ambiguas palabras murmurando
Confusa y atajada la tenia,
Y con furioso atrevimiento osando
Ya sus honestas tocas componia,
Ya llegaba á las ropas, ya impaciente  175
Daba licencia al suspirar ardiente.
Ya las madexas de oro le tocaba
Temblándole las manos temerosas,
Y en las delgadas hebras se enlazaba
Como en fuertes cadenas poderosas,  180
Ya con menos temor acariciaba
Las tiernas azucenas y las rosas,
Y entre la no tocada nieve fria
Como en ardiente fragua se encendia.
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Ya entre las suyas toma aquellas manos  185
Blancas, largas, suaves, delicadas,
Que vencieran leones inhumanos,
Mortiferas serpientes enconadas;
Y en estos actos viles y profanos
Se vieron las mexillas matizadas  190
De un fino rosicler, con que encendiera
La mas helada salamandra y fiera.
Volvia los ojos la doncella honesta,
Triste, turbada, atónita y confusa,
Como si preguntara, que obra es esta  195
Tan nueva, ó padre, que tu mano usa;
Y aunque él la entiende, no le da respuesta,
Que bien conoce que no tiene excusa,
Ni desiste del acto torpe y ciego,
Rendido al sensual furioso fuego.  200
No solo no le ataja con mirarle
Con castos ojos, la gentil doncella;
Mas antes sirve para acrecentarle
Con fuerza nueva la mortal centella:
Siente aquellos espíritus entrarle,  205
Que salen de la una y otra estrella,
Al tierno corazon, donde esforzados
Aumentan los deseos y cuidados.
Ya el carro de la noche, gobernado
Por el silencio y por el sueño, habia  210
De su viage la mitad andado
Por la estrellada relumbrante via,
Quando Garin en llamas abrasado
La luz pequeña que en la cueva ardia
Mató, porque sin duda al que mal hace  215
La luz no le apetece ni le aplace.
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Viendo tras tantas novedades esta,
La doncella temblando se arrincona
Hácia una parte de la cueva, y puesta
Entre mil dudas entre sí razona;  220
Pero Garin, toda razon pospuesta,
Violó su castísima persona,
Ni en él, ni en ella, habiendo resistencia,
Rotas las armas ya de la conciencia.
¡O mas que vidro fragil suerte nuestra  225
Con que facilidad te precipitas!
¡O furia que diabólica maestra
A tan mortales obras nos incitas!
¡O carne poderosa, brava y diestra,
Con armas que tú misma inhabilitas!  230
¿Quien sino tú causar pudiera tanto
En un varon tan escogido y santo?
¿Que poderosas fuerzas de leones
No fuerzas con las tuyas invencibles?
¿Que entrañas de diamante y corazones  235
Son á tus sentimientos resistibles?
¿De quien no cuentas tú en cien mil blasones
Triunfos, á no ser vistos, increibles?
¿Quien á Anibal tanto en Italia daña?
¿Quien perder hace al gran Rodrigo á España?  240
¿Quien el que á tantos bravos Filisteos
Hizo con la quixada mil pedazos,
Dando al fiel pueblo célebres trofeos
De mil infleles poderosos brazos,
Trae rendido á gustos y deseos  245
De tan falsos y míseros abrazos,
Que de alma y cuerpo, vista y vida quita
La desesperacion le precipita?
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¿Quien al que á Dios en corazon conforme
Tan santo fué, tan valeroso y fuerte,  250
Fuerza á adulterio, y á homicidio enorme,
Con solo dél dexar desnuda verte?
A quien para que desto se reforme
Particular aviso se lo advierte
Con alto exemplo de notable espanto,  255
Que es menester contra tus fuerzas tanto.
¿Y quien al hijo deste (que advertido
Tanto lloró con penitencia tanta)
Tan sabio y poderoso, y tan querido
De la divina mano eterna y santa,  260
Le tuvo entre los ídolos metido,
Con ceguedad y error que al mundo espanta,
Sino tú, carne, que con tu flaqueza
Triunfas de humana ciencia y fortaleza?
Apenas cometió el estupro, quando  265
Movió en Garin con ronco son y horrendo
Del arrepentimiento el fiero bando
En confuso rumor tan alto estruendo,
Que el discurrir de la razon turbando,
Y el alma y corazon estremeciendo,  270
Le puso en punto de dolor tan fuerte,
Que estuvo casi para darse muerte.
En su forma terrible y espantosa
La confusion se le mostró delante,
Y con turbada vista y rigurosa,  275
Qual la del lince fuerte y penetrante,
El arrepentimiento en faz llorosa
Le mostró del pecado aquel semblante
Lleno de espanto y de terror, y lleno
De cruel y mortífero veneno.  280
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En reñida batalla brava y fiera
Con estos poderosos combatientes
Garin quedó, tal que mover pudiera
A compasion leones y serpientes:
De pena el alma un mar amargo era,  285
Y de amargo dolor los ojos fuentes,
Y de congoja el corazon cuitado,
Un fuego vivo, riguroso, airado.
¿Mas quien la pena de la dama bella
Podrá decir, y la congoja brava?  290
Era una larga fuente cada estrella,
Que los claveles y el jazmin regaba:
Lloraba el mismo amor allí con ella,
La castidad con ella allí lloraba,
Y las gracias lloraban juntamente  295
En sus ojos, mexillas, boca y frente.
El blanco pecho con rigor heria,
Guedejas se arrancaba de oro fino,
Las delicadas manos se mordia,
Arañábase el rostro, cristalino,  300
Y con la voz que al viento suspendia,
Con triste lloro y suspirar contino,
Llamaba en su favor la triste dama
La muerte, que no viene á quien la llama.
La muerte, que no viene á quien la llama,  305
Llama llorando en voz amarga y triste;
Triste tanto, que el llanto que derrama
Derrama el alma que en su cuerpo asiste:
Asiste el duelo ardiendo en viva llama,
Llama que la vergüenza enciende. Oiste  310
Oiste, amor, que lloras con su llanto,
Llanto que te forzase á llorar tanto?
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Así estuvieron hasta que en la cumbre
De la montaña vieron que la Aurora
Doraba con los rayos de su lumbre  315
Los esmaltes riquisimos de Flora;
Y entonces con turbada pesadumbre
Salió el contrito mísero, que llora
Su triste culpa, y la espantosa pena
A que le precipita, y le condena.  320
¿A donde vas, Garin? tente, no vayas,
Guárdate de mayor inconveniente,
No te ciegue el dolor, mira no cayas
En otro rio de mayor corriente:
Guarda que quando aconsejado te hayas  325
Con la cruel mortífera serpiente,
Que tú tienes por santo compañero,
No sea otro mayor despeñadero.
Va Garin por consuelo al falso viejo,
Queda la dama en desconsuelo horrible:  330
El busca quien le pueda dar consejo,
Ella no puede dalle al mal terrible:
Mira su culpa él, como en espejo,
En la faz del pecado aborrecible:
Ella mira su bien, mira su gozo,  335
Caido todo en un profundo pozo.
A la cueva del falso monge llega
Con tal congoja y pena el monge pobre,
Que con el llanto que su rostro riega
Muestra quanto el dolor le aflija y sobre;  340
Y pudo tanto la cruel refriega
De los sentidos, que postrado sobre
La dura peña, como peña dura
Quedó perdida la vital figura.
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Haciendo muestra de piadoso amigo  345
Con diligencia corre á socorrerle
El pérfido, sagaz, ímpio, enemigo,
Siendo solo su intento el ofenderle;
Y vuelto en sí, y á él, Garin: yo os digo,
Dice, padre, que ha sido el defenderle  350
Al alma su partida deseada
Grande piedad, con impiedad mezclada.
Que aunque ella gana en no partirse ahora
Con culpa digna de tan gran tormento,
Tal es mi fuerte pena moradora,  355
Que le diera el partirse algun contento.
Así dice Garin, y gime y llora
Con tan amargo y grande sentimiento,
Que no pudiendo ser, casi parece
Que su enemigo dél se compadece.  360
Al fin con triste voz que se rompia
Con mil sollozos donde toma forma,
De lo que el falso viejo bien sabia
Con grande empacho y gran dolor le informa;
Y quando el caso ya escuchado habia,  365
Como quien gran dificultad reforma,
Que está profundamente imaginando,
Así muestra el traidor estar pensando.
Puesta la barba sobre el pecho estaba,
En el báculo el cuerpo reclinado,  370
Ya los ojos abria, ya enarcaba
Ambas las cejas, el color mudado;
Mas mostrando el cruel al fin que daba
Verdadero remedio á su cuidado,
Con animosa voz al monge dice,  375
Que no se aflija, ni se martirice.
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Que acuda luego á remediar el daño
Antes que sea mayor, y mas le ofenda,
Que aunques tan grave el caso, y tan extraño.
Si presto se procura tendrá enmienda:  380
Que le parece que use algun engaño
Para que su flaqueza no se entienda,
Pues los casos injustos el discreto
Suele desagravar con el secreto.
Y que pues la pasion que ahora manda  385
A la razon, y al buen discurso, impide
Poder él escoger lo que demanda,
Y su consejo en aquel caso pide,
Que le parece, pues tan léjos anda
Del remedio que al mal se quadra y mide,  390
Que mate aquella dama, y que la entierre,
Y que él de la montaña se destierre.
Turbóse oyendo aquello el afligido,
Y replicó mil cosas en contrario;
Mas con otras cien mil fué persuadido  395
Por el fuerte astutísimo adversario.
Y aunque de varias dudas combatido,
Teniendo á aquel traidor por un Hilario,
En hacer lo que dice se resuelve,
Y á su cueva tristísimo se vuelve.  400
Olvidado del todo de sí mismo
Con la pasion que en las entrañas ceba,
Haciendo ya un confuso silogismo,
Y aun discurso de horror, llega á su cueva:
Llama siempre un abismo á otro abismo,  405
Y un daño en mil nos precipita, y lleva
El pecado tras sí, como cadena,
Mil eslabones de tormento y pena.
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Halló á la triste dama de tal suerte,
Y tanto la aterró con su presencia,  410
Que para recibir la fiera muerte
Hizo poca, ó ninguna resistencia.
¡Ay alma ya rendida, ay furia fuerte!
¡O terrible rotura de conciencia!
¡O corazon al de Satán conforme!  415
¿Así intentais un caso tan enorme?
Atónita la dama y vergonzosa,
De la cueva en la parte mas interna
Se arrinconó, sin duda deseosa
De esconderse en hondísima caverna;  420
Y alli la mano injusta y rigurosa,
Que el infernal furor rige y, gobierna,
Llegó con un cuchillo no afilado
Para tan fiero y tan atroz pecado.
Detén, Garin, la mano, no te arrojes  425
A maldad tan enorme y atrevida:
Mira bien, desdichado, quan mal coges
El fruto de las obras de tu vida:
No dividas, cruel, no desalojes
Esa alma de esa carne su querida:  430
Acude á Dios, ¿qué olvido te enagena
De su clemencia de dulzura llena?
Al fin, del infernal poder vencido,
El fiero monge va á la dama bella,
Y el cuchillo mortal apercibido  435
Pasa por la garganta tierna della.
Cayó el hermoso cuerpo ya rendido
A la fiera que todo lo atropella:
¡Cayó el hermoso cuerpo, ay fiera muerte!
Quan espantable en caso tal y fuerte.  440
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Qual tierna rosa al asomar del dia,
Quando de fino rosicler pintada
Sus hojas con fragancia desparcia,
Que fué de su materno pié cortada,
Y con los rayos que el planeta envia,  445
Siendo en la tierra al cielo abierto echada,
Se marchita, y lo blanco y roxo, y verde,
El olor, la belleza, y gracia pierde;
Así el cuchillo y la inhumana mano
Que en la garganta su furor probaron,  450
Perdida su frescura y su verano,
A la dama bellísima dexaron;
Así aquel cuerpo y rostro mas que humano,
Donde tanto las gracias se esmeraron,
Quedó, perdida la belleza y gracia,  455
Dignas del canto del cantor de Tracia.
¡O miserable y lastimosa muerte!
¡O furor infernal! ó mano airada!
¿Cómo pudiste, cómo, dí, atreverte
A tal crueldad tan fieramente usada?  460
Antes tú misma habias de ponerte
A ser con el mortal cuchillo asada
En un fuego qual tu bravo y furioso,
Como la del Romano valeroso.
El claro sol se escureció al instante  465
Que con un ay! rindió la dama el alma:
Mil visiones Garin vió allí delante:
Mil gritos dar, batiendo palma á palma
En mil truenos el cielo resonante
Trocó la dulce y apacible calma:  470
El alto monte fué vayveneado
De un súbito temblor arrebatado.
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En lo mas hondo de otra cueva escura,
Para esconder el bello cuerpo frio,
En un momento abrió una sepultura  475
El triste monge, aunque sin fuerza y brio;
Y alli enterrado, parte y se apresura
Hácia la cueva de su amigo pío,
Adonde el pobre, en vez del ermitaño,
Vió de que era demonio el desengaño.  480
Con risa, y con el dedo señalando,
Recibe el monge falso al verdadero,
En su contento y ademán mostrando
Ser su enemigo poderoso y fiero:
Llegó de pena al postrer punto, quando  485
Su daño vio Garin tan por entero;
Y así cayó en el suelo sin sentido,
Casi del todo al gran dolor rendido.
Quisiérale ayudar á dalle muerte
Con mayor obra el áspero enemigo,  490
Aunque de aquel desmayo largo y fuerte
Piensa llevarse el alma ya consigo;
Pero tuvo Garin mas buena suerte,
Fuéle mas pío el cielo y mas amigo,
Pues vuelto en sí del parasismo, pudo  495
Hacer contra la muerte eterna escudo.
Alzase mejorado y fervoroso,
Y con el enemigo al punto cierra
Armado de la cruz, arnés dichoso
Que al fiero engañador vence y destierra,  500
Y con esto animado y temeroso,
En lo mas intricado de la sierra
Al momento emboscándose se esconde,
Puesto en huir del injuriado Conde.
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Con tristes rayos el que alegra el mundo  505
Volando por su esfera se subia,
Dando causa á Garin de horror profundo
Con que aumente su pena y su agonía,
Viendo que el sol, mostrándose iracundo,
Con priesa tal las horas ya traía,  510
Que visitada suele ser la dama
Con los regalos de quien tanto la ama.
Vuela el sol, vuela el monge; el uno al curso
De su veloz carrera acostumbrada,
El otro á procurar mejor recurso  515
Que el de su iníca y falsa camarada:
No el temor á Garin quita el discurso,
Antes le aviva, y de la sierra amada
Toma seguro puesto y oportuno,
Antes que venga á ver la dama alguno.  520



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ArribaAbajoCanto III


ArribaAbajo Despues que el enemigo bravo y fuerte
Del incauto Garin hubo triunfado,
Y en las gruesas cadenas de la muerte
Revuelto le dexo y aprisionado,
Aquel divino espiritu que advierte  5
Al alma, de quien es por guardia dado,
Quanto conviene á su esencial gobierno,
Dixo á Garin en su secreto, interno.
Vencido quedas por el enemigo,
Pecaste lastimosa y gravemente,  10
Mira la ofensa, tiembla del castigo,
Goza, Garin, de la ocasion presente,
Repara en las razones que te digo,
Llora, y haz pentencia suficiente,
No tienes ante el justo Dios disculpa,  15
Parte luego á purgar tu grave culpa.
Oyó la voz el alma arrepentida,
Que de fiero dolor arrebatada
Casi no daba al triste cuerpo vida,
Dél en su confusion enagenada;  20
Y al son divino y dulce resentida,
Aunque de mil pasiones aquejada,
Al cuerpo anima, y lo que oyo revuelve,
Y á tomar el consejo se resuelve.
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La fria noche, el ayre, el cielo y tierra,  25
Confuso en sombra lóbrega encerraba,
Y con tristeza en la fragosa sierra
Los árboles el viento meneaba:
La cueva que el leon ardiente encierra
De sus roncos rugidos resonaba,  30
Las sordas aguas triste son hacian,
Y las del rio y las del mar se oían.
Quando temblando sale el ermitaño
Del secreto escondrijo, y como mira
Aquel horror nocturno tan extraño,  35
Con mayor miedo dentro se retira;
Pero resuelto en remediar su daño,
Como su buen espíritu le inspira,
Vuelve á salir, y en el escuro cielo
Puestos los ojos, póstrase en el suelo.  40
Y con voz dolorosa y triste dice:
Pequé, Señor, en tu real presencia:
Sé, mi Dios, que la ofensa que te hice
Mortal trae consigo la sentencia:
Veo quan al contrario satisfice  45
A mi debido amor y continencia:
Mi iniquidad conozco, y mi pecado
Contra mí fieramente veo armado.
Es clara y conocida la justicia
Que contra mí, justísimo Rey, tienes,  50
Por mi grave abundancia de malicia,
Y por mi ingratitud á tantos bienes;
Pero, Dios de la angélica milicia,
Si severo juez al hombre vienes,
Si á la piedad permites apartarse,  55
¿Quien ante ti podrá justificarse?
—37→
Yo no solo, Señor, no justifico
Esta alma mia, ilustre imagen tuya;
Pero mi grave culpa te publíco,
Puesto que en tu saber ella se incluya:  60
Sé que no hay parte en todo el cerco oblíco
Del mundo, adonde de tus ojos huya:
Conozco que á mi grave y fiera culpa
No hay cosa que le pueda ser disculpa.
Y así, mi Dios, no de justicia pido  65
El favor á tu mano omnipotente:
El de piedad que tanto me ha valído
Invoco ahora con afecto ardiente.
Desta, mi Dios, sea yo favorecido
En peligro y en daño tan urgente:  70
Desta la absolucion, Señor, imploro,
Con que borre las culpas por quien lloro.
Tú, Dios, que eres verdad pura, infinita,
Y que tanto de oirla y verla gustas,
Ves que solo mi lengua se exercita  75
En culparme ante ti de obras injustas,
Y que ni un punto de mis culpas quita
Con excusas que sé que no son justas
De inclinacion, y de la culpa y pena
Original, destas miserias llena.  80
Que tú, Señor, que de tu oculta ciencia
Con cierta luz el alma me alumbraste,
Dando á mi voluntad libre potencia
Que á resistir al enemigo baste,
Me muestras, pues no tuve resistencia,  85
Que no es razon que yo palabras gaste
En injustas excusas y disculpas,
Que sería aumentar mis graves culpas.
—38→
Misericordia simplemente pido
Con corazon contrito y humillado:  90
No le desprecies, dale grato oido,
Qual suele dalle el padre al hijo amado;
Y quanto en mí el pecado ha destruido,
Vuelva á ser por tu mano edificado:
Borra mi iniquidad, y mi desgracia:  95
Vuélveme la alegria de tu gracia.
Vuelve, Señor, tu gran piadosa cara
A mí tu redimida criatura,
Y con la fuerte mano que me ampara
Dame al perseverar fuerza segura;  100
Y darte he yo con penitencia rara,
Con suspiros y llanto de amargura,
Con dolor que mi espiritu renueve,
Lo que un contrito corazon te debe.
Asi Garin oró, y al punto un fuego  105
Sintió que dulcemente le encendia
El pecho, que en mortal desasosiego
La fiera ofensa con terror tenia;
Y que en el, al temor helado y ciego
Con un ardor suave consumia,  110
Poniéndole animado ya de suerte
Que emprenda á defenderse de la muerte.
Y esfuerzo nuevo con fervor haciendo,
Vuelto en sí reportado y animoso,
Hácia la mar el rostro revolviendo,  115
Baxa por aquel monte fatigoso,
Y el áspero camino prosiguiendo,
Llegó con el silencio tenebroso
A donde con el llano se termina
El alto monte, enfrente á la marina.  120
—39→
Entonces con mayor cuidado y priesa
Los bien guiados pasos apresura:
Campos, valles, y arroyos atraviesa,
Por malezas, por bosques, y espesura:
Del presuroso caminar no cesa  125
Mientras la noche lóbrega le dura;
Y siempre vuelto el rostro al alto oriente,
Teniendo la marina por de frente.
Abria ya las puertas de levante
La blanca aurora á la diurna lumbre,  130
Y poco á poco le salia delante
Guiando como tiene de costumbre:
Doraba ya mas alta y mas radiante
Del alto monte la enriscada cumbre,
Y el sol ya poco á poco descubria  135
El claro rostro, dulce autor del dia.
Quando Garin el paso apresurado
Detuvo, de ser visto receloso,
Y en intricadas matas emboscado
Estuvo el dia largo y enojoso:  140
De yerbas y agua siendo alimentado,
Y de triste y brevísimo reposo,
Y de oracion y lágrimas ardientes,
Con que los ojos convertia en fuentes
Y á veces, vuelto el rostro al monte amigo,  145
Decia con fervor divino y santo:
No dexaré el camino que ya sigo,
Aunque lo estorbe el reyno del espanto.
A Dios mi dulce albergue, y caro abrigo:
A Dios fértiles peñas, donde tanto  150
Consuelo tuvo, quien sin él ahora
Tan justamente gime, afana, y llora.
—40→
A Dios arrieno y rico Monserrate,
Cuya sublime altura á la del cielo
Hará que se trasporte y se arrebate  155
El alma que gozare su consuelo,
Donde puede subirse de quilate
De la contemplacion el largo vuelo,
Y regalarse entre esas piedras duras
Con sus divinos gustos y dulzuras.  160
Donde yo, miserable, poseía
Tan sosegada y apacible calma:
Donde quanto trataba, y quanto via,
Era colmado bien de cuerpo y de alma:
Donde de gloria celestial tenia  165
Parte tan grande en esta fragil palma:
En quien, como no mérita, no cupo,
Ni conocella, ni tenella supo.
Pero si desde que nací he tenido
Esta admirable bienaventuranza,  170
Sin que haya en parte alguna padecido
La ordinaria del mundo malandanza,
Fuera como no ser de Adan nacido
Sino tuviera de tal bien mudanza,
Pues á infalible y á mortal fatiga  175
Forzosamente el serlo nos obliga.
Y así, pues es la general carrera
De los hijos de Adan fatiga y muerte,
No por pasalla yo en su furia entera
Siento perder aquella dulce suerte:  180
Es lo que siento, que mi culpa fiera
Tan alto bien destruya de tal suerte:
Es que por culpa tan atroz y extraña
Pierda yo mi dulcísima montaña.
—41→
¡O peñas, mas preciosas que diamantes,  185
Que zafiros, jacintos, y topacios!
¡O plantas bellas, fértiles, fragantes,
Que adornais con tal regla sus espacios!
¡O cuevas, mas hermosas y abundantes
Que reales riquísimos palacios!  190
¡O monte, para mí parte del cielo,
En su santo y dulcísimo consuelo!
No me esperéis, no os veré mas: mi ofensa
De vos me aparta miserablemente;
Y será della en parte recompensa  195
El haber de vivir de vos ausente.
Quiera el alto Señor que lo dispensa,
Que, á gloria suya, deste mal presente
Eterno bien suceda, eterna gloria,
Ganando al enemigo la victoria.  200
Que si en este furioso trance he sido
Roto y desbaratado, espero y creo
Que con victoria quedaré, y valído,
Si llego á pelear como deseo:
De mi Rey seré luego socorrido  205
Si segun mi propósito peleo,
Yendo á pedir favor á su Vicario,
Contra mi fiero y áspero contrario.
Proseguiré con el favor divino,
Que al santo intento nunca desampara,  210
Este mi comenzado ya camino,
Que en Roma en mi intencion llorando para,
Que desde aquí con viva fe adivino,
Pues la piedad la contricion ampara,
Que he de ser amparado de tal suerte,  215
Que á mi enemigo no valdrá ser fuerte.
—42→
Como yo como debo le demande
Al Capitan supremo de la tierra
Favor, socorro, amparo, en este grande
Trance mortal, de rigurosa guerra;  220
Por mas que mi enemigo se desmande
Con el poder que en su impia mano encierra,
De mano tan piadosa quan potente
Espera el lauro mi humillada frente.
Así decia, quando el sol ya daba  225
En las espaldas del infiel atlante,
Y con templados rayos perfilaba
Las nubecillas que tenia delante;
Y él, que la escura noche deseaba,
Sin que haya en ella cosa que le espante,  230
Levántase, y en paso presuroso
Convierte el cansadísimo reposo.
Toda la noche sin parar anduvo,
Y ya que el alba se mostró en oriente,
Pasada Barcelona se detuvo  235
Entre las altas yerbas de una fuente,
Donde escondido poco rato estuvo,
Porque aquel dia con el sol ardiente,
Y despues con las sombras tenebrosas
Caminando, llegó el siguiente á Rosas.  240
A Rosas, villa ilustre, y grande puerto,
Llego Garin pasado medio dia,
Del nuevo caminar cansado, muerto,
Y mas de la mortal nueva agonía.
Halló él allí que el general Alberto  245
Su armada ya para partir tenia,
La bandera de leva al viento suelta,
Toda la gente en embarcarse envuelta.
—43→
Era de la gran Nápoles la armada,
Que con tormenta habia allí aportado;  250
Y ya de su naufragio reparada,
El tiempo adverso en próspero trocado,
Queria dar la vuelta deseada
Con diligencia al patrio puerto amado;
Y así, puesta señal ya de partida,  255
Se embarcaba la gente apercebida.
A vista pues del puerto, y de la villa,
Se detuvo Garin, mirando atento
El acudir las gentes á la orilla,
Todas al parecer con un intento:  260
La novedad le causa maravilla,
Y un receloso y cauto pensamiento;
Siendo la vez primera que galeras
Ver se le ofrece, y gentes extrangeras.
Aunque el varon prudente, por lectura  265
Y relacion de quien le fué maestro,
Que en santidad, en juicio, y escritura,
Y en las cosas del mundo fué muy diestro,
Con claro entendimiento y conjetura
Hizo luego juicio no siniestro,  270
Y en Rosas entra, y con industria grande
No hay cosa que al seguro no demande.
Y viendo ya que le faltaba el dia,
Cierto y asegurado bien de veras,
De las personas que en la armada habia,  275
Donde van, y quien lleva las galeras;
Del gran peligro y daño que temia,
Seguro con mil pruebas verdaderas,
Salió, aunque con recato y gran prudencia,
Poniendo en embarcarse diligencia.  280
—44→
Y lleno de dulcísimo consuelo
A la marina llega presuroso,
Con esperanza en el clemente cielo
De gozar del pasage venturoso;
Y ya que quiere con humilde zelo  285
Procurar de su intento el fin dichoso,
Conoció entre la gente que iba al puerto
En el respeto al General Alberto.
Llégase á él con santa confianza,
Y dícele humillado: el ser quien eres,  290
Señor, de tu favor me da esperanza,
Y muy, qual tú, será el que á mí me dieres.
Alzóle Alberto, y dixo: en lo que alcanza
Mi mano, alcanzarás lo que quisieres,
Pues el rostro y el hábito asegura  295
Que el complacerte me será ventura.
Sé, Señor, replicó Garin, que partes
Para Nápoles hoy con esta armada;
Y aunque de merecer hay pocas partes
En mi persona mísera y cuitada;  300
Pues tu gracia en todos aquí partes,
No me ha de ser ahora á mí negada.
Es á Roma por fuerza mi viage:
Manda, Señor, que tenga yo pasage.
Con rostro alegre el General la mano  305
Entonces á Garin tomó, diciendo
Con amigable voz y trato humano,
Y al esquife el camino prosiguiendo,
Bien facil es lo que pedís y llano,
Vuestra necesidad y intento entiendo:  310
Venid, padre, conmigo á mi galera,
Que solo á mí para levarse espera.
—45→
Al esquife, que á tierra ya acostado
Aguarda al General, llegan contentos;
Y allí, de los que viene acompañado  315
Despedido con gratos cumplimientos,
Fué en hombros de dos moros levantado,
Y puesto del batél en los asientos,
Que estaban adornados hasta el suelo
De alhombras ricas de pintado pelo.  320
Garin luego tras él, y, luego el resto
De la gente se embarca diligente.
Calan los alieres remos presto,
Vuelan los barcos con la alegre gente,
Desocupan la orilla, mudan puesto;  325
Y vuelta cada qual la aguda frente,
Da la popa á la escala de galera,
Que ya dada á la banda los espera.
Apenas pone el pié en la escala Alberto,
Quando con altos gritos sonorosos,  330
Y con dulces clarines á concierto,
Le saludan alegres y gozosos.
Quedó por largo espacio el ancho puerto
Con los acentos últimos gustosos,
Que los llevó por él con voz sonora  335
Eco, de los desiertos moradora.
El planeta mas rico y mas lumbroso,
De arreboladas nubes despejado,
Habia en el océano espacioso
Sus claros rayos ya somorgujado;  340
Y la noche, no el manto tenebroso,
Sino puesto se habia el estrellado,
De dulces esperanzas ciertas lleno
De ser el tiempo próspero y sereno.
—46→
Quando sentado el General prudente  345
En su popa real, rica y hermosa,
Con quince Capitanes, y la gente
Contina suya, ilustre y valerosa,
Le sirvieron la cena, realmente
Servida y ordenada y suntuosa:  350
En la qual dió, el General cristiano,
Asiento al monge á su derecha mano.
Bien que lo rehusó Garin, modesto,
Humilde, sábio, sóbrio y vergonzoso;
Pero por fuerza el señalado puesto  355
Con obediencia ocupa el religioso.
Fué bien notada su bondad en esto,
Y su encogido trato y virtuoso;
Y dió muestra evidente en la comida
De ser varon de continente vida.  360
Acabada la cena regalada,
Dió por última postre della Alberto
El orden general de la jornada,
Con discreto propósito y concierto;
Y allí, en breve consulta señalada  365
La hora de levarse de aquel puerto,
Todos del General se despidieron,
Y á sus galeras, y á sus puestos fueron.
El con los de su popa solamente,
Cuyo número ya Garin aumenta,  370
En su real quedó, donde la gente
Ya del amado sueño se alimenta.
Manda dar á Garin lugar decente
En el escandelár, porque no sienta
Tanto las pesadumbres de galera,  375
Como sin este cómodo sintiera.
—47→
Retíranse al fin todos, entretanto
Que el partir esperado se dilata,
Al silencio entregando todo quanto,
El activo rumor ordena y trata:  380
Rindiéndose al suave y dulce encanto,
Que en olvido las almas arrebata,
Quedando solamente en pié y despiertos
Los de la guardia, con cuidado alertos.
Así estuvieron hasta que tocado  385
En la mitad de su camino habia
La noche, y de la guardia el señalado
Quarto segundo ya rendir se via;
Que entonces, en un tono levantado,
Que en vuelo por el ayre se esparcia,  390
Un alegre clarin con voz sonora
De la partida señaló la hora.
En dulce calma está la mar quieta,
Que ni á ella ni al ayre mueve el viento:
La gente al blando sueño está sujeta,  395
Sin hacer un pequeño movimiento.
Tan solamente el plático trompeta
Esparce por el ayre el alto aliento,
Dando con vário son alegre nueva
De aquella alegre y deseada leva.  400
Como del centro de la mar salido,
O del cóncavo cerco de la esfera,
Así sonaba en el atento oido
El alto son de aquella voz primera.
Oyóse, el gran silencio entretenido,  405
La pausa del primer aliento entera;
Mas esta, el hombre apenas acababa,
Y para la segunda respiraba.
—48→
Quando como si el carro tenebroso,
Qual el de Faeton roto y abierto,  410
Con ímpetu y estruendo riguroso
A dar viniera en aquel ancho puerto,
Un rumor se levanta presuroso;
Y en un momento cada qual alerto
Atiende á su faena diligente,  415
Y á lo que manda el cómitre prudente.
Abaten, zarpan en un punto, y cian,
De tierra el cabo ya desamarrado:
Del puerto salen ya, ya se desvían
Del que á las veces es tan deseado.  420
Sostan la boga, la galera avían,
Tras la real el curso enderezado,
Que por guia de todas vigilante
El fanal encendido va delante.
Al céfiro esperado desplegaron  425
Las velas del trinquete los proeles,
Y sin que las hinchiese navegaron
Bogando algunas millas á quarteles;
Pero, ya que en el alto golfo entraron,
Avivando el favonio los pineles,  430
El cómitre silbando luego ordena
Levar los remos, y amaynar la entena.
Afrenillada ya la palamenta,
Viene la entena abaxo con ruido:
La espiga en un momento se le aumenta,  435
Y en un punto el bastardo está tendido.
Iza la chusma alegre ya y contenta
Del viento á su descanso que ha venido:
Sube la entena, y llega á dar al tope:
Va la galera mas que de galope.  440
—49→
Con aquel fresco embate navegaron
Hasta que viendo de Titon la esposa,
Alegres y devotos saludaron
Al Hacedor de aquella luz hermosa;
Y en acabando la oracion calaron  445
Remos, con que saltó la agua espumosa
Del apacible golfo sosegado,
Ya del hermoso sol iluminado.
El son agudo de la campanilla
Del breve sueño al buen Garin despierta,  450
Y escucha con atenta maravilla
Lo que se trata ya sobre cubierta.
El cuerpo y alma el ermitaño humilla,
Y á la santa oracion abre la puerta,
Alzado de las tablas donde estaba,  455
Y no del traspontin que le esperaba.
En éxtasis divino arrebatado,
Los ojos vueltos, y las manos puestas,
Está el contrito monge trasportado
En divinas demandas y respuestas:  460
El rostro y pecho con fervor bañado
En lágrimas ardientes, ya dispuestas
A recibir favor de amor eterno,
Para prevalecer contra el infierno.
Con un suspiro de dulzura lleno  465
De aquel santo consuelo se levanta:
Las lágrimas enxuga al rostro y seno,
Y compone la voz en la garganta.
Sube del ayre lóbrego al sereno,
Tanta virtud mostrando, y bondad tanta,  470
Que en viéndole subir, toda la gente
Se le humilla y ofrece juntamente.
—50→
Llévanle á popa, donde la nobleza
Le acoge y acaricia y honra tanto,
Como si se tuviera gran certeza  475
De que era el afligido Garin santo:
Y ellos con caridad y con llaneza,
Bendecidos y honrados fueron quanto
Por el discreto monge convenia,
Usando humilde y santa cortesía.  480
Y retirado luego en un asiento
De un corredor, que por defuera daba
Maravillosa gracia al ornamento
De la soberbia popa extraña y brava,
Dió rezando las horas alimento  485
Al alma, que de aquello alimentaba;
Recogiéndose allí de la manera
Que si solo en un páramo estuviera.