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ArribaAbajoCanto VI


ArribaAbajo Era el sábio francés discretamente
Curioso, y lo mostraba su aposento:
Gozaba de las Musas el ardiente
Fervor y afecto de divino aliento:
Con el arte de Apeles excelente  5
Adornada en igual compartimiento
La celda está, y entre el color diverso
Altos relieves de divino verso.
Enfrente de la puerta la pintura
Muestra á la vista con belleza y arte  10
El Pan de ángeles santo, en la figura
Que el alto amor al hombre le reparte;
Y en un gran carro de triunfal hechura,
Qual los que ofrece el victorioso Marte,
Aunque de su soberbia no adornado,  15
En alto asiento de oro era llevado.
No feroces cavallos saltadores
Tiran el carro con soberbia huella,
No muestran ruedas y armas los rumores
Ir levantando á la mas alta estrella,  20
No trofeos de humanos vencedores
Hacen la pompa mas vistosa y bella,
Y no cautivos hombres esforzados
Van al divino carro encadenados.
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Mansos corderos sosegadamente  25
Con paso humilde el santo carro tiran,
Suave son parece que se siente
Con que los ojos al oido admiran:
Los trofeos del brazo omnipotente
Son tales que á rendir el mundo aspiran,  30
Y los aprisionados, prisioneros
Del hombre, son los enemigos fieros.
Cinco eran estos en disforme trage:
Uno desnudo, en todo extremo feo;
Otro, adornado de humanal linage,  35
Con várias formas de pomposo arreo;
Otro, revuelto en femenil ropage,
Todo manando sensual recreo;
Otro, en forma de béstia torpe y bruta;
Otro, de huesos armadura enxuta.  40
Estos, en sus prisiones diamantinas
Vienen detrás al sacro carro atados.
Otras figuras raras y divinas
Ornan las anchas ruedas, y los lados.
Quatro bultos estan en las esquinas  45
Con magestad altísima asentados,
Que son hombre, leon, águila, y toro:
La Fe es cochero en rico asiento de oro.
Pero como el francés discreto habia
Juntamente pintado el aposento,  50
Para emplear tambien su poesía
Con celestial espíritu y aliento:
En este primer quadro parecia,
Por admirable traza y ornamento,
El verso lleno de artificio y ciencia,  55
De quien es tal la altísima sentencia.
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El que no cabe en el inmenso cielo,
Y en breve humanidad cupo encubierto,
El que vistes nacido en heno al yelo,
Y en cruz despues tras mil tormentos muerto;  60
El que en manjar de celestial consuelo
Se da á las almas, por su bien, cubierto,
Es triunfador del enemigo fuerte,
Del mundo, y carne, del pecado, y muerte.
La dulzura del verso regalado,  65
La gala que en sus términos comparte,
Y el artificio bien considerado
Con que el alto concepto se reparte:
Fué el epígrama por Garin loado,
Y vuelto el rostro á la derecha parte,  70
Mira de la divina Virgen pura
La limpia concepcion puesta en figura.
Una doncella en perficion hermosa,
Del claro sol vestida y adornada,
Se muestra en la pintura artificiosa,  75
De doce estrellas de oro coronada;
Y una sierpe mortífera enconosa,
Abierta la cabeza, y quebrantada,
Se ve tendida estar sin fuerza alguna
Ante sus pies, que estriban en la luna.  80
Al rededor de la figura santa,
Mostrando sus virtudes y loores,
Aquí un arbol se muestra, allí una planta,
Y allá un cerrado huerto con mil flores:
Allá un lucero, acá una fuente, y tanta  85
Diversidad de gracias y favores,
Quanta el verso dulcísimo mostraba,
Que así la alta pintura declaraba.
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Alegre dia dió este Sol hermoso,
Huyó la noche de esta Luna llena,  90
Aseguró este Norte el mar dudoso,
Con esta Fuente fué la tierra amena:
Echó la muerte al centro tenebroso
La luz que al mundo dió esta luz serena,
Al tiempo que llego el cumplido tiempo,  95
Que al tiempo se entregó el Señor del tiempo.
Desta suerte los versos sonorosos
Muestran la virginal sacra pintura,
Juntando en sus secretos misteriosos
Heroyca alteza, y cordial dulzura:  100
Dos cosas que los mas artificiosos,
En la mas elevada compostura,
Procuran con acorde melodía,
Para llegar al fin de la poesía.
Dos cosas en que fundan sus poemas  105
Los que la heroyca gravedad imitan,
Con dulce voz cantando obras supremas
De exemplos graves que á virtud incitan:
Y estos, para alcanzar nobles diademas
De eterno lauro, en todo se habilitan;  110
Pues si á lo dulce lo útil fuere junto,
En todo se tendrá el debido punto.
Vuelven la vista á la pared que en frente
Está de la segunda que han mirado,
Donde ven el clarísimo Oriente  115
De luz divina todo iluminado;
Y en ella puerta altísima patente,
Toda adornada de uno y otro lado
De los santos ministros celestiales,
Y de sus cortesanos principales.  120
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Estaban divididos en hileras
Aquellos admirables esquadrones,
Al ayre tremolaban mil banderas,
Mil heroycos trofeos y pendones:
Mostraban ser suavemente fieras  125
Altas trompetas y marciales sones,
Que en la boca, en las manos, y á los lados
Traían puestos músicos alados.
Viase por entre estas maravillas,
Por este alarde altísimo triunfante,  130
Ser levantada á las mas altas sillas
La humilde amada del excelso amante.
Ponen por donde pasa las rodillas
Quantos la ven, en viéndola delante.
Al brazo de su hijo va apoyada  135
La Virgen madre, como tal honrada.
No hay pluma que al pincel artificioso
Pueda igualar en la sutil pintura,
Tan altamente muestra aquel glorioso
Y sacro triunfante de la Virgen pura.  140
Aquí del rico verso numeroso,
La bien compuesta y facil escritura,
Con el usado gusto y gallardía,
Esto en breves razones contenia.
La paloma sin hiel, la real ave,  145
Que con sus soles mira al Sol de hito:
La pertrechada, y bella, y rica nave,
Que al mundo traxo el blanco Pan bendito:
La que en su claustro con virgínea llave
Tuvo y guardó encerrado al Infinito,  150
Paga á la muerte temporal tributo,
Y coge de la vida eterno fruto.
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Admirado Garin de la belleza
De la sutil pintura delicada,
Y de la magestad y sutileza  155
De la alta rima dulce y regalada:
Con devota y dulcísima terneza
Vuelve la vista alegre y consolada
Hácia la puerta, y á su diestra parte
Descubre otra riqueza de aquel arte.  160
De la santa patrona de la ermita
La penitencia el quarto quadro muestra.
Estaba la apostólica bendita,
De penitentes única maestra,
Con lágrimas mostrando la infinita  165
Constancia en la asperísima palestra,
Que así llamo la cueva peñascosa,
Adonde ella quedó tan victoriosa.
No allí rubio color del oro fino
Mostraba el hermosísimo cabello,  170
Ni aquella tez de lustre diamantino
Se via en las mexillas, frente, y cuello;
Y no el color rosado peregrino
Hacia el tierno y dulce labio bello,
Ni en los hermosos ojos parecia  175
La luz que tantas almas encendia.
Encarnizados, tiernos y sumidos
Se ven los ojos, blandos y llorosos:
Cárdenos, levantados, denegridos
Están los labios, secos y escabrosos:  180
Es la tez de morados esparcidos,
Con mortales colores espantosos;
Y color ceniciento y negro envuelto
Muestra el cabello, corto ya, y revuelto.
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Sobre la rigurosa peña dura  185
Está la santa puesta de rodillas,
Regando en la santísima amargura
Con ríos de los ojos las mexillas;
Y parecia en la sutil pintura,
Que absorta en las divinas maravillas,  190
Decía el santo corazon contrito
Esto que estaba ante sus pies escrito:
A ti, Señor, que con pasion tan fuerte
Esta alma inobediente redimiste,
A tí se humilla, y llama, y se convierte  195
Con inmenso dolor turbada y triste:
Tú, que para trocar su amarga muerte
En dulce vida, al suelo descendiste:
Tú la recibe: á tí, Señor, la entrego,
Que es para verte tarde para luego.  200
Desta suerte parece realmente
Que la muda pintura está diciendo,
Espíritu tan alto y tan vehemente
Le fué el pintor rarísimo imprimiendo:
Arrebatada de Garin la mente,  205
Con dulce y leve vuelo fué leyendo
Los santos versos, y con llanto amargo
Volvió después de aquel consuelo largo.
Van luego á ver el postrer quadro, puesto
A la parte siniestra de la puerta;  210
Y descubren, en viéndole, un recuesto
De una grande montaña seca y yerta,
Y un tirano bravísimo dispuesto
A dar á un pueblo una doncella muerta:
El monte es Mongibelo, y el tirano  215
El cruel y torpísimo Quinciano.
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La virgen santa, delicada y bella,
Es Agueda, y Catánia el pueblo injusto:
Muéstrase del tirano la querella
Ser por no haber querido dalle gusto:  220
Vian de la bellísima doncella
Aquel cuerpo castísimo y augusto,
Con lastimosa muestra ensangrentado,
Del tierno pecho con rigor cortado.
Y aunque de aquella tan cruel herida,  225
Y de duros azotes otras tales,
Está la virgen con rigor herida
Por mil furiosas manos infernales,
Su celestial belleza aun no perdida
Daba de sí mil rayos celestiales.  230
Todo lo qual moviera un tigre hircano,
Y el verso mas, que dice así al tirano:
Corta, tirano torpe, el tierno pecho
Con duro hierro en tu furor templado:
Haz que en sangre y en lágrimas deshecho  235
Quede ese casto cuerpo delicado:
Pon esa virgen en el fiero estrecho
De cruel muerte, á que la has ya entregado:
Muestra en su mayor punto tu venganza,
Que ella, muriendo, la victoria alcanza.  240
Así el quadro postrero de pintura,
Que la celda bellísima adornaba,
Aquel cruel martirio, que asegura
Del fuego de Etna al catanés, mostraba:
La gala, el artificio, y la dulzura  245
De la pluma y pincel Garin loaba;
Y con admiracion, gozo, y contento
Acabaron de ver el aposento.
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Y por ancha ventana, que de puerta
Para salir á un corredor servia,  250
El qual, lindo jardin, y bella huerta,
Y montañas y mares descubria,
Ambos salieron, donde no desierta
En parte alguna la pared se via,
Sino poblada de otra sacra historia,  255
Digna de eterna y singular memoria.
De aquella dama tan hermosa, quanto
De santidad y de valor dotada,
Que la fiera cabeza que fué espanto
De tanto pueblo y tanta gente armada  260
Metió en Betulia, á quien libró del llanto
A que estaba del todo ya entregada,
La historia ilustra el corredor hermoso,
Por el mismo pincel artificioso.
Holofernes se via en campo puesto,  265
De innumerable exército seguido,
Grandes provincias discurrir, dispuesto
A que por Dios su rey fuese tenido;
Y en este injusto y vano presupuesto
El juicio anegado y pervertido,  270
Se via pervertir pueblos potentes,
Y anegarlos en sangre de inocentes.
Los montes de Ange, de altas fuerzas llenos,
Llanos se vian á su fuerza brava:
El Eufrates pasado, en sus amenos  275
Pueblos Mesopotámia le mostraba:
Desde Silicia al mar, los anchos senos
De páramos y valles ocupaba:
Sangre humana por todo, y fuego horrendo,
El inhumano idólatra vertiendo.  280
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A los campos dulcísimos desciende
Del ameno Damasco á la cosecha,
Y mieses, viñas y árboles enciende,
Tala, y destruye, y por el suelo echa:
Destruir, asolar, hundir pretende;  285
Con él lástima, ó ruego no aprovecha;
Temor infunde con su horrible guerra
Sobre quantos habitan la ancha tierra.
Y el consejo de Aquior menospreciado,
Echándole de sí afrentosamente,  290
Se acerca al pueblo de Israel amado
Sin temor de su Dios omnipotente;
Y amenazando al mundo con su airado
Hierro cruel, y con su fuego ardiente,
La ancha tierra cubriendo, qual langosta,  295
Llega á Betúlia por su sierra angosta.
Cerco espantoso al triste pueblo pone,
Los valles y los montes ocupando:
Sobre las fuentes guardias mil dispone,
El agua importantísima quitando:  300
Así traza la empresa y la compone,
A la sed la victoria encomendando:
Salen los de Betúlia en arma puestos
A defender fortificados puestos
Pero la sed es enemigo fuerte,  305
A quien la humana fuerza no resiste;
Presente tiene inevitable muerte
El pueblo fiel, ó cautiverio triste:
A su Dios, Dios de exércitos, convierte
Su espíritu, y cilicio y saco viste:  310
A su príncipe Ozía acude y culpa,
El del remedio trata, y se disculpa.
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Pero entre estos efectos diferentes,
Que el pincel sutilísimo mostraba,
De inmensa multitud de armadas gentes,  315
Y de aparatos de la guerra brava,
Y de pasos tomados, y de fuentes
Que el cruel defendia y agotaba,
Una dama bellísima se via,
Que de Betúlia á pelear salia.  320
A pelear Judit, y á vencer sale,
Así es cierto, aunque en ella no parece
Arnés de acero y oro, que honra y vale
Al noble y fuerte que á vencer se ofrece:
De otro, á quien no hay alguno que se iguale,  325
Viene armada la dama y resplandece,
Santa virtud, heroyca, incontrastable,
Invencible belleza incomparable.
Divina compostura jamás vista,
Celestial ayre, soberana gala,  330
Que corazones y ánimos conquista,
Y con santas victorias se señala:
Imán divino de la humana vista,
Por donde ida l'alma gloria ofrece,
Quanto beldad humana darla puede,  335
Y quanto al alma en tierra se concede.
De piedras preciosísimas con oro,
Con esmaltes y perlas variadas,
Ropas de seda y plata, que un tesoro
Muestran valer, traía matizadas:  340
Alto diadema con real decoro,
Anillos, y collares, y arracadas,
Le adornan con bellísimas parejas
Cabeza, manos, pecho, cuello, orejas.
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Al alma santa de virtud ornada,  345
Que ser hermosa en perficion desea,
Cuerpo de perficion tan señalada
Divinamente adorna y hermosea;
Y al cuerpo de beldad tan acabada
Haciendo vistosísima librea,  350
Fortuna la riqueza inmensa ofrece,
Que en el alto ornamento resplandece.
Los poderosos bienes de fortuna,
Sobre los altos bienes naturales,
Levantan sobre el cerco de la luna  355
Los pensamientos y ánimos mortales:
No ve á la gran Judit persona alguna,
Que con mil bendiciones celestiales
No alabe al Hacedor que en tal hechura
Mostró su omnipotencia, y su figura.  360
Y el Señor, que llevaba al hecho grande
La santa y hermosísima señora,
Le infunde gracia, ó hable, ó mire, ó ande,
Con virtud que almas rinde, y enamora:
Porque, aunque en componerse se desmande  365
La viuda tan curiosamente ahora,
Pende de alta virtud heroyca y pura,
No de otra causa, aquella compostura.
Y así el Señor le da que quantos ojos
Contemplen su belleza y su ornamento  370
Le rindan vasallage, y den despojos,
Sujetándole el alma y pensamiento:
Destierra por do pasa los enojos,
Da donde llega celestial contento,
La puerta Ozías manda se le abra,  375
Sale sola Judit con su fiel Abra.
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Admirados mirándola, y al cielo
Los ojos y las manos levantando
Los de Betúlia quedan, su consuelo
Por medio de Judit sola esperando:  380
Muestra el pincel el santo afeto y zelo,
Con que parece estarla encomendando
El clero, el pueblo, y las hebreas madres,
Al alto Dios de sus antiguos padres.
Mas adelante, al fin, la heroyca dama  385
Se muestra descendida ya del monte,
Al tiempo que del sol la viva llama
Comenzaba á ilustrar el horizonte:
Del fresco y rico aljofar que derrama
La alegre mensagera de Argifonte  390
Sembrado el hermosísimo cabello,
Que el cielo parecia componello.
Por los exploradores parecia
Presa Judit, y luego en la ancha tienda
Del príncipe Holofernes se ofrecia,  395
Qual admirable, rica y rara ofrenda:
La inmensa admiracion que en él ponia
El arte muestra, y hace que se entienda
Ser al momento preso de su vista,
Sin que en él haya cosa que resista.  400
Viase entralla en su real tesoro
Al fiel eunúco Vagao entregada,
Do parece en castísimo decoro
Ser, y en su gusto y religion guardada:
Luego entre vasos de altas joyas y oro  405
Grande cena se muestra, y ser sacada
La santa dama, mas que nunca linda,
Do el encendido príncipe la brinda.
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El Príncipe encendido y abrasado
En dos ardientes fuegos infernales,  410
Amor el uno, amor el engendrado
De torpes apetitos sensuales;
El otro el vino, el vino en vicio usado,
Que causa tantos tan infames males:
A injusto amante el justo incendio vino,  415
Y á quien quitaba el agua, abrasa el vino.
Tras esto, el caso heroyco, el alto hecho,
Subidamente al vivo parecia,
Dó con su espada, el bárbaro en su lecho
Durmiendo, á manos de Judit moria  420
Cortada la cabeza, que en estrecho
Zurron la diestra y fiel Abra ponia,
En tanto que la heroyca, dama, donde
El cuerpo yace, entre el dosel le esconde.
Ya fuera de la grande tienda, y fuera  425
De los alojamientos caminando,
Qual si á rezar como solia fuera,
Se ven las dos que el valle van girando;
Y á la puerta llegada, donde espera
Betúlia, de su vuelta ya dudando,  430
Desde algo léjos, á la guardia alerta,
Muestra decir Judit abrir la puerta.
Cercada de su pueblo ya gozoso,
Puesta en alto con grande luminaria,
La fuerte diestra en modo victorioso  435
Alzando la cabeza temeraria,
El hecho cuenta, y da el ardid famoso
Para vencer la gente infiel contraria,
Dando gracias, loor, honor y gloria
Al gran dador de aquella gran victoria.  440
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Mostraba en otra parte la pintura,
El cielo arrebolado ya y sereno,
Descubrir el adorno y hermosura
Del monte fértil y del valle ameno;
Y la admirable forma y compostura  445
Del campo militar de espanto lleno,
Quando en tu muro, ó pueblo fiel, disciernes
Colgada la cabeza de Holofernes.
Y desde él, con altísimos clarines,
Arma tocando en levantado grito,  450
Hasta los aledaños y confines
Llegas de aquel exército infinito;
Donde cumplido ves con tristes fines,
Del pensamiento de Judit bendito
El fin alegre de su excelsa gloria,  455
Poniéndote en las manos la victoria.
Esta se via retratada tanto,
Que á quien la mira atentamente infunde
Horror y asombro tal, grima y espanto,
Que turba los sentidos y confunde:  460
Muerte cruel en su profundo llanto
Sin quedar hombre el fiero bando hunde,
En mar de sangre el campo infiel convierte,
Y en altos montes de hombres muertos muerte.
Y aquí era el fin de la sutil pintura,  465
Que en los dos lados de la puerta estaba,
Sobre la qual se via la figura
De Judit, y debaxo se mostraba
Que un epigrama en dulce compostura
La bendecia y la solenizaba,  470
Y al alto Dios omnipotente en ella,
Qual obra de su mano rica y bella.
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Tú de Jerusalen gloria y consuelo,
Tú de Israel altísima alegría,
Tú, honor de nuestro pueblo, cuyo zelo  475
Hizo viril tu pecho y osadía,
Porque tu castidad en su alto vuelto
Te tuvo siempre el alma santa y pia,
Te confortó la mano omnipotente,
Y serás bendecida eternamente.  480
Y casi al mismo punto que acabaron
De ver la alta pintura delicada,
Diligentes ministros allí entraron
Con la comida sóbria y regalada:
A la naturaleza recrearon  485
Con ella, y con la siesta reposada:
Del templo y su cultor Garin tras esto
Se despidió, y partió con paso presto.



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ArribaAbajoCanto VII


ArribaAbajo Por el mismo camino trabajoso,
Que pasó en noche escura el ermitaño,
En dia claro vuelve, receloso
Aun casi del pasado fiero engaño:
Recibióle en galera el generoso  5
General, dando con aplauso extraño,
Como sábio señor debida muestra
De amar la alta virtud que Garin muestra.
Aquella noche, quando el estrellado
Nocturno carro á la mitad estaba  10
De su lácteo camino, que empedrado
De lucientes estrellas se mostraba,
La fuerte esquadra, tras el son usado
Que el sonoro clarin al ayre daba,
El fuerte ferro zarpa, el puerto dexa,  15
Y con próspero tiempo dél se aleja.
Un blando y fresco viento de poniente
Hinche las velas de la alegre armada,
Con que volando regaladamente
Va por el agua blanca y sosegada:  20
Sale el dorado sol del alto oriente
Tras la alba de mil flores adornada,
Y con su luz se ve á la diestra mano
El mar inmenso, claro, alegre, y llano.
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Alegre vista el piélago espantoso  25
Quando manso se ofrece al navegante,
Pero triste es al ver y temeroso
Quando revuelto, fiero, y resonante:
Ahora al claro rayo del hermoso
Planeta que asomaba por levante,  30
Alegre vista le es en su derrota
A la napolitana ilustre flota:
La qual ya á la siniestra va dexando
A la noble Provenza largo trecho,
Y á Niza y Villafranca, y acercando  35
A Génova se va con viento hecho:
Del qual el sábio General gozando
Lleva el viage próspero derecho
Por el seguro mar claro y abierto,
Sin tomar en Ligúria playa, ó puerto.  40
El viento dura, y dél no se recela
Aquella noche, ni se tiene injuria:
La fuerte esquadra dulcemente vuela
Por el alegre golfo de Ligúria:
Alta la entena, llena la ancha vela,  45
Sulca al amanecer el mar de Etrúria,
Por parte donde claro se divisa
El fértil Arno, y la estudiosa Pisa.
No calma el viento con el sol, la luna
A la tarde saliendo calma el viento;  50
Pero sin ser enojo de fortuna
Vuelve luego mas largo, y mas violento;
Y á Montenegro, y á Liorna, y Luna
Dexa la armada atrás, y de su intento
No cesa, ni al venir del nuevo dia  55
Cesa tampoco el viento y larga via.
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Descubre al claro sol la alegre armada,
Siempre con la bonanza favorable,
La ribera de Sena regalada,
Y Pomblin en metales admirable:  60
Hace dichosamente su jornada,
No siente la fortuna variable;
Mas, ay fortuna! entonces mas os temo,
Quando en favorecer haceis extremo.
Hasta la playa del romano Tibre  65
El dulce tiempo, al fin, la armada lleva,
Libre del tempestoso mar, y libre
De sentir contra sí fortuna nueva;
Más quanto el riguroso azote vibre,
Quando del hace señalada prueba,  70
Y quanto en hacer bien se mide y quadra,
Allí le muestra á la contenta esquadra.
Más ¿á qué llamo yo fortuna en esta
Mudanza que en el mar y el viento ahora
Sus furores fortísimos apresta,  75
Y se ofrece bravísima á deshora?
Es ira, es furia del infierno, puesta
Contra Garin con saña matadora,
Para estorbar con áspero rodeo
El fin de su santísimo deseo.  80
A vista estaban ya de la ancha boca
Del fértil, espumoso y sacro rio,
Y el remo ya sus turbias aguas toca
Con gozo inmenso, y con inmenso brio:
Quando con furia arrebatada y loca,  85
Y con un repentino desvarío,
Al mar se arroja inesperadamente
El seco y frio bóreas inclemente.
—103→
Desciende con tal furia y tal ruido
Del ártico hemisferio el fiero viento;  90
Alza tanto el bravísimo bramido
Del alto mar revuelto en un momento;
Causa tal rechinar y tal gemido
En el seco vaxel hasta el cimiento;
Que la esperanza y el color de vida  95
Llevó á la gente en su veloz corrida.
Lleva al primer encuentro riguroso
Los árboles y velas del trinquete,
Y revuelto, soberbio y espantoso
Arrebata tendal y tendalete.  100
Vista su furia, el cómitre cuidoso
Con fiero imperio fuertes remos mete:
Tomar el puerto con su fuerza tienta,
Y proejar contra el soberbio intenta.
Estaba el puerto de Ostia tan vecino,  105
El remedio del mal tan cerca estaba,
Que á ser menos furioso y repentino
El fiero viento en su soberbia brava,
Le tomára en tres horas de camino,
Segun la fuerte gente proejaba;  110
Mas fué del viento tal la airada fuerza,
Que en vano en esto el cómitre se esfuerza.
Vuelven al fin las proas, ya rendidos
A las contrarias ondas rigurosas,
Dando á sus altos montes impelidos  115
Las popas de aquel daño recelosas;
Y al que impele estos montes dan tendidos
Los cortos treos, y con presurosas
Y hábiles manos hacen todo quanto
Hacer conviene al peligroso espanto.  120
—104→
La inutil gente va sota cubierta,
Sintiendo en ir allá pena infinita;
Y en el escotillon, ó angosta puerta,
El paso al agua el calafate quita:
Ni cantareta, ni rehendija abierta  125
Dexa, que el paso al respirar permita:
Allí quedan los tristes sepultados,
De mil varios rumores atronados.
Quiere el cómitre diestro á diestra mano
Tomar tierra á pesar del bravo viento,  130
Ya orzado el timon, mas es en vano
Este su conveniente pensamiento:
Crece el soberbio bóreas inhumano,
Con soplo tan veloz, y tan violento,
Que si orcear el cómitre procura,  135
Es dar consigo en la mortal hondura.
Por no anegarse, al fin, en popa toma
Al bravo viento el triste marinero;
Y á tiempo bueno fué, que veis dó asoma
Mas fuerte y largo, mas furioso y fiero:  140
Ya en el golfo bravísimo de Roma
Dobla, cruel, el ímpetu primero,
Y de sus aguas hasta el horizonte
Va levantando monte sobre monte.
Por puntos va creciendo el espantoso  145
Y soberbio soplar de tramontana,
Quando en el alto golfo peligroso
Los tiene la fortuna ya inhumana,
Y va subiendo el bravo mar furioso
Hasta la luz de donde el dia mana:  150
Ante la qual con su violenta priesa
El viento mil nublados atraviesa.
—105→
Hasta la noche los trabaja solo,
Con rigurosa y áspera porfia,
El fiero viento del cercano polo,  155
Con bravo soplo opuesto á medio dia;
Más quando ya la clara luz de Apolo
Al ocaso turbada descendia,
Saltan, á su furor y rabia iguales,
Sus dos ministros, y colaterales.  160
El furioso aquilon, y el bravo coro
Al espantoso bóreas se juntaron,
Al tiempo que en poniente el carro de oro
Los caballos del sol somorgujaron;
Y de suerte la armada al suelo moro  165
Los tres airados soplos aguijaron,
Que va menos furiosa la saeta,
Y mas aspacio el volador cometa.
Pudiera con alguno destos vientos
Tomar para las islas la derrota,  170
Y alcanzar de salvarse sus intentos,
Con fuerza y arte la afligida flota;
Pero fueron tan fuertes, tan violentos,
Que ni vale timon, ni sirve escota,
Para volver en la furiosa via  175
La proa ya encarada á Berbería.
Demás, que tras la noche tenebrosa,
Y el nuevo asalto de maestre y griego,
Vino una nube espesa y tenebrosa,
Abierta á ratos de espantoso fuego,  180
Que aumentó la tormenta peligrosa,
Y dexó el mundo horriblemente ciego,
Confundiendo en mil truenos y ruidos
Al experto piloto los sentidos.
—106→
Y bien que á la escondida luz atento  185
En la brúxula y carta está mirando
El variar, ó el porfiar del viento,
Y adonde su rigor los va arrojando,
Y con sus conselleres con gran tiento
Está varios remedios consultando:  190
Por mas que los intente no aprovecha
En tormenta tan áspera y deshecha.
¿Quien el rumor del alto mar furioso
Podrá explicar? y el fuego y el ruido
Del encendido rayo presuroso,  195
Y de su ronco trueno suspendido?
¿Quien podrá retratar el riguroso
Soplar del raudo viento embravecido?
Y ¿quien, entre terror y asombro tanto,
Del ardiente relámpago el espanto?  200
Y ¿quien dirá la grima y sobresalto,
Que en los humanos ánimos infunde,
Ver al flaco vaxel subir tan alto,
Que entre las negras nubes se confunde,
Y que de alli con tan horrendo salto  205
En el profundo piélago se hunde?
¡O corazon de piedra, ó duro acero!
Tú que sulcaste el fiero mar primero!
Que te fiaste con un frágil pino
De tentar el furor del viento airado,  210
Y de enfrenar el ímpetu marino,
Quando está mas de rabia y furia armado.
¡O duro corazon diamantino!
Qué temerás, si con la muerte al lado,
Entre el fiero temor de tantas cosas,  215
Te fiaste á las aguas tempestuosas?
—107→
La capitana, que al volver la prora
En el furor primero fué postrera,
En padecer la mayor furia ahora,
Aunque va tras de todas, es primera;  220
Y aunque la causa en realidad se ignora
De ser mayor el mal de esta galera,
Garin parece que la descubria,
Quando gimiendo en medio dél decia:
Echenme al mar, como otro Jonás, luego,  225
Que por mí se levanta esta tormenta,
Si quieren ver el mar puesto en sosiego,
Y reparar esta mortal afrenta:
Apague esta agua de mi torpe fuego
Aquel ardor que el alma me atormenta,  230
Que no menos conviene que tanta agua
Para apagar aquella ardiente fragua.
No menos que ancho mar de inmensa altura,
De amargas aguas con furor movidas,
Debe y puede apagar fuego que apura,  235
Y pone en riesgo tal eternas vidas:
Formen, pues, mar inmenso de amargura
Lágrimas de suspiros comovidas,
En el alma infeliz que fué un compendio,
Con fuego tal, del infernal incendio.  240
Estas movidas aguas espantosas,
Y estos vientos airados y revueltos,
Que entre tan bravo horror de obras dañosas
Tienen cuerpos y espíritus envueltos:
Sus fieras semejanzas temerosas,  245
Sus aspectos á asombro y grima vueltos,
Si tales por mí estan en el abismo,
De mi grave dolor forman lo mismo.
—108→
Horror, asombro, pasmo, grima, espanto,
En mi afligido corazon imprime  250
La horrible vista deste mar, que tanto
Estos vaxeles con su furia oprime:
Solo por el dolor intenso y llanto
De aquel fuego infernal á que rendíme,
Que irreparable me le representa  255
En modos mil esta mortal tormenta.
¿Qué reparo ha de haber á culpas tales,
Muriendo aquí tan sin satisfacellas?
¿Qué esfuerzo en los espíritus vitales,
Para advertillas bien y componellas?  260
¿Quien diligencias hacer puede, y quáles,
Entre tal confusion, y tanta dellas?
¿Con qué piensa esta gente miserable
Contrastar este mar inconstrastable?
¿Quien diligencias para el alma puede  265
Hacer aquí como convenga al alma,
Si apenas hay quien satisfecho quede
De que las hace en muy tranquila calma?
Más, aunque así tanto contrario vede
Al alma aquí la deseada palma,  270
Con inmenso dolor y intenso lloro
Tu infinita piedad, mi Dios, imploro.
En un rincon de la ancha popa estaba
Con baxa voz diciendo el peregrino
Tales lamentaciones, con la brava  275
Y triste angustia del rigor marino;
Quando del mar, que por el cielo andaba,
Un alto inmenso golpe repentino
Pasó de popa á proa la galera,
Y al monge se llevó en su furia fiera.  280
—109→
Estaba casi el triste sin sentido
En su congoja atónito y turbado,
Ni á parte alguna con la mano asido,
Ni en tabla, ó soga, ó hierro asegurado,
Y así fué facilmente el afligido  285
De la galera al bravo mar sacado:
Al bravo y alto mar, que de sí mismo
Le abrió para tragarle un ancho abismo.
¡O peligros crueles, rigurosos,
Que en tantas formas el linage humano  290
Perseguís con rigores tan furiosos,
Con tan pesada y tan violenta mano!
¡O fieros enemigos poderosos,
Que el gran rencor del infernal tirano
Mostrais con sus fortísimos aceros!  295
¿Quien podrá resistiros, y venceros?
La humana débil fuerza enflaquecida
Con mil culpas enormes detestables,
De tan fuertes contrarios combatida,
¿Qué vencimientos puede dar notables?  300
En tan pequeño término de vida
Tantas cosas tan várias y espantables,
Tantos peligros y temores, tantos
Sobresaltos bravísimos y espantos.
Hombre, qué sientes? qué te ensoberbece?  305
¿Hay miseria por dicha, hay desventura,
En que cada momento no tropiece,
Y aun caya tu torpísima locura?
Lo que este siglo engañador te ofrece,
¿No ves ques amarguísima dulzura?  310
Vuelve los ojos, mira el claro cielo,
No te engañen las máscaras del suelo.
—110→
Las lisonjas, los cargos, la riqueza,
Los regalos, los gustos, las dulzuras,
Los linages, las gracias, la belleza,  315
Los descansos, las prósperas venturas,
No te engolfen, mezquino, en la braveza
De su revuelto mar de desventuras,
Porque no embista por tu mal gobierno
Tu rota barca en rocas del infierno.  320
¿No te escarmientan, dí, tantos castigos
De la mano justísima enviados?
¿Los prósperos sucesos de enemigos?
¿La perdicion de reynos, y de estados?
¿Las pérdidas de deudos, y de amigos?  325
¿Los continos tormentos y cuidados?
¿Tu descontento eterno, y tus ofensas?
¡O ciego! ó vano! ó mísero! en qué piensas?
Si un Garin, que con llanto tan vehemente
Sus culpas llora tan arrepentido,  330
Tan lleno de dolor y amor ardiente,
Ves de tantos trabajos afligido;
¿A qué levantas tú la altiva frente?
¿A qué te muestras ensoberbecido?
Templa ese brio, humíllate, y convierte  335
El alma á Dios con miedo de la muerte.
Trino Señor, que con amor tan grande
Amas mi alma, humilde te suplico
Le dés favor con que en tus sendas ande,
Porque la lleven á su asiento rico:  340
Haz, poderoso Rey, que rija y mande
En ella la razon, que á mí me aplico,
A mí me digo, lo que al hombre digo,
Contemplando tu premio, y tu castigo.
—111→
Y mirando la altísima clemencia,  345
Dulce Señor, que con Garin usaste,
Pues, á pesar de la infernal potencia,
De en medio de mil muertes le sacaste,
¿Qué no puede, Señor, tu omnipotencia?
Al sordo, airado y bravo mar mandaste,  350
Que, libre de la muerte, diese sobre
Otra galera con el monge pobre.
Y obedeciendo el mar tu mandamiento,
Una gran parte dél, furiosa y alta,
Con Garin casi muerto, en un momento  355
Sobre otra fusta fluctuante salta;
Y con pequeño golpe y movimiento
Allí le dexa, y riguroso asalta
Otro vaxel, y desde proa á popa
Rompe y abate quanto encuentra y topa.  360
Como incitado del humor adusto
Suele representar sueño pesado
Triste vision, que con cuchillo, injusto
Sepára el alma de su cuerpo amado;
Y tras aquel bravísimo disgusto  365
Despierta el hombre ansioso y congojado,
Con duda (tal fué el sueño triste y fiero).
Si fué caso soñado, ó verdadero;
Así quedá Garin del riguroso
Trago cruel de amarga muerte lleno,  370
Triste, turbado, atónito, y ansioso,
Casi del todo de sí mismo ageno:
Un rio por la boca echa furioso,
Del mar que tiene en el hinchado seno,
Tras mil arcadas, y ásperos rigores,  375
De crueles tormentos y dolores.
—112→
El cuitado Garin, al fin, tendido
En el batel quedó, que siempre estaba
En su lugar, y á su barbeta asido,
Con la gente ordinaria que alojaba:  380
Y allí, desconsolado, y afligido,
Con Dios su flaco espíritu esforzaba;
Y en tanto la asperísima tormenta
La brava furia y fiero espanto aumenta.
Ya la segunda noche temerosa  385
Las negras sombras sobre el mar tendia,
Despues que la tormenta rigurosa
Las frágiles galeras combatia;
Y mas fiera, revuelta y tenebrosa,
Que la que precedió al segundo dia,  390
Sus espantos bravísimos ofrece,
Con que la confusion terrible crece.
Mas truenos, mas relámpagos, mas viento,
Mayor escuridad, mayor ruido,
Mas cansancio, mas pena, mas tormento,  395
Y mayor turbacion, grita y gemido,
La fiera noche con rigor violento
Consigo traxo al cómitre afligido,
Cuyo mandar, ó sea silbando, ó sea
En voz, no llega al fin que se desea.  400
No se muda jamás un solo punto
El septentrional viento espantoso,
Y con sus dos colaterales junto
Siempre alterando mas el mar furioso:
Al triste pueblo, casi ya difunto  405
En la esperanza de alcanzar reposo,
Lleva derecho por el alto lago,
A dar donde ya fué la gran Cartago.
—113→
Quando de nubes lóbregas y escuras
Salia el tardo sol todo cubierto,  410
A los tristes por tantas desventuras
Dando del tercer dia aviso cierto,
Descubren los pilotos las alturas
De los montes que dan seguro puerto
En medio de Biserta, y del collado  415
Que Dido vió á su gusto edificado.
Usan allí toda la fuerza y arte
Los marineros tristes y cansados,
Para guiar las proas á la parte
Que ofrece el puerto alivio á sus cuidados:  420
La galera que lleva el estandarte,
A pesar de los vientos enojados,
Ya el puerto toma, y de la estrecha boca
Las no tan removidas aguas toca.
Otras ocho tras ella, una á una,  425
Al puerto, aunque enemigo, deseado,
Las echa, ya clemente, la importuna
Furia del alto mar y viento airado:
Sola sintió el rigor de la fortuna
La galera en que el monge habia quedado;  430
O fuese caso, ó furia del infierno,
Para gloria mayor del Rey eterno.
En unas peñas que á la misma boca
Del puerto estaban embistió el navío,
Llevado del furor con que provoca  435
El viento á irremediable desvarío;
Y en una apenas con la quilla toca,
Apenas da sobre el cruel baxío,
Quando, qual si de frágil vidro fuera,
Quedó rota y perdida la galera.  440
—114→
Allí se vió la lástima en su punto,
Allí la muerte rigurosa y brava
Se vió fiera traer consigo junto
Todo lo que en el mundo mas la agrava:
Allá muriendo uno, acá difunto  445
Otro de un fiero golpe se mostraba;
Otro sobre un madero allí forceja,
Y contra el bravo viento y mar proeja.
Los míseros esclavos y forzados,
A los ramales de cadena asidos,  450
Tristemente se vian anegados,
Del fiero mar acá y allá traidos:
Los diestros marineros esforzados,
Con propios pies y manos impelidos,
Triunfan del bravo mar osadamente,  455
Pero no de la muerte mas potente.
Las tablas, los pedazos de maderos,
Y los troncones de árboles y entenas,
Sacaban á los fuertes marineros
Con fiero golpe el alma por las venas.  460
Ya los últimos tocan los primeros,
Y aquellos casi ya secas arenas,
Quando una recia tabla, ó viga gruesa,
Con mortal golpe entre ellos se atraviesa.
Estos que en las faenas se intricaron,  465
Y el capitan de la galera junto,
Como los que cadenas anegaron,
Pasaron deste mal al mayor punto,
Que otros al bien allí que no esperaron
Se vian pasar en un instante, ó punto;  470
Aunque causando en todo en varios modos
Varios tormentos la tormenta á todos.
—115→
Los infantes que lleva esta galera,
Y el alferez que en ella los regia,
Allí tambien siguiendo su bandera,  475
Muestra su obligacion y valentía:
El alferez nadando, en tal manera
Valor les dió con ella en su agonía,
Que victoriosos desta brava guerra,
A pesar de la mar tomaron tierra.  480
Pero al triste Garin, desta segunda
Mortal congoja, ¿quien le saca y libra?
¿Quien le solivia porque no se hunda?
¿Como en el agua, ó ayre, el cuerpo libra?
¿Quien á su ruego y oracion segunda,  485
Y en su favor alguna fuerza vibra?
O poderoso Dios! vuestra clemencia
Le oye, y le libra, y muestra su potencia.
Dixe que en el batel estaba el triste,
Despues de aquel primer peligro extraño:  490
Ahora, pues, que la galera embiste
En el baxío con tan grande daño,
En el pequeño esquife se resiste
Aquel peligro; más con desengaño
De ser fuerza del cielo manifiesta  495
Contra el infierno por el monge puesta.
En seco dió mas de seis pasos fuera
Del riguroso mar la corta barca,
Quitando al triste monge de la fiera
Y brava mano de la airada parca:  500
Vueltos los ojos él a la alta esfera,
Sin hablar rinde al celestial Monarca,
Con el contrito corazon cuitado,
Las gracias á que está tan obligado.
—116→
Y ya con mas esfuerzo, y mas consuelo,  505
Tras la contemplacion humilde y santa,
Besando con mil lágrimas el suelo,
Asienta en él la una y otra planta;
Y al puerto va con otros que del cielo
Alcanzaron, qual él, ventura tanta,  510
Que del naufragio misero escapasen,
Y tan grande peligro contrastasen.
Fué recibido en la real galera
Con gran gozo de todos; pero Alberto,
De quien con tierno amor llorado era,  515
Dió dél allí mas claro indicio, y cierto:
Quiso saber del todo la manera
De haber llegado á salvamento al puerto,
Habiendo sido ante él arrebatado
Del alto mar, y al centro dél llevado.  520
A todo satisfizo el ermitaño,
Alabando al Señor, cuya clemencia
Mostró en el fiero irreparable daño
Su infinita piedad y omnipotencia.
Admiró al General el caso extraño,  525
Y á todos; y con santa reverencia,
Por tan nuevo suceso y admirable,
A Garin tienen por varon notable.