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Cf. Adrián G. Montoro, «"Libertad cristiana": Relectura de Marcos de Obregón», Modern Language Notes, 91 (1976), 213-230. Montoro cree también que bajo ciertas características de Marcos se traslucen, para los lectores coetáneos, rasgos de identidad moriscos, aunque no pone en duda la cristiandad del personaje. Respecto a los enigmas biográficos en torno a Espinel, Márquez Villanueva se pregunta: «¿converso de moros, converso de judíos o las dos cosas a la vez? Lo que sí cabe afirmar con certeza es que su planteamiento disidente responde a la conocida alianza de ambos grupos conversos». «La criptohistoria morisca (los otros conversos)» (1982), incluido en El problema morisco (cita en p. 29).

El trabajo de Montoro, así como otros estudios sobre Espinel, incluidos los míos, se han reunido en Vicente Espinel: Historia y antología de la crítica, ed. por J. Lara Garrido y G. Garrote Bernal (Málaga, Diputación, 1993).

Respecto al episodio de la cautividad, Montoro concede gran importancia a la virtud de la 'paciencia cristiana' de que da prueba Marcos, resistiendo la tentación de renegar en que cayó su amo, precisamente por su orgullosa impaciencia. Considera que la comparación entre ambos es significativa, porque los dos son cristianos de corazón y moriscos de origen.

 

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Lope de Vega, Novelas a Marcia Leonarda, ed. Francisco Rico (Madrid, Alianza Editorial, 1968), p. 85.

 

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Lope se documenta en el Nuevo tratado de Turquía de Octavio Sapiencia, según mostró Marcel Bataillon, «"La desdicha por la honra": génesis y sentido de una novela de Lope» (1947), incluido en Varia lección de clásicos españoles (Madrid, Gredos, 1964), pp. 373-418. Pone de relieve la imprecisión con que Lope de Vega reconstruye los acontecimientos ocurridos en la capital turca, López Baralt, «Un olvido de Lope», Journal of Hispanic Philology, 16 (1991), 43-53. En cuanto al nombre Jerónimo de Urrea que da Sapiencia al personaje; -homónimo de un escritor aragonés de la familia del Conde de Aranda, valedor de los moriscos aragoneses a mediados de siglo-, se inclina por considerarlo auténtico Pierre Geneste, Le Capitaine-poète aragonais Jerónimo de Urrea (Paris, Ediciones Hispanoamericanas, 1978), pp. 96-97, nota.

 

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Gozalbes Busto, art. cit., p. 105.

 

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La vestimenta tiene importancia en la novela morisca, pero también contaba mucho en la vida real de los «nuevos convertidos de moros», pues se veía en el atuendo, sobre todo el de las mujeres, un signo de identidad a que se acogían en su rechazo a la asimilación religiosa y cultural. De todas las prendas, es la almalafa la más prohibida por el Santo Oficio, precisamente porque de ella se valían las moriscas para cumplir la prescripción islámica de cubrirse el rostro. Analiza esta situación Louis Cardaillac, «Le vêtement des Morisques», Signes er marques du Convers (Espagne, XVme-XVIme siècles (Aix-en-Provence, Université de Provence, 1993), pp. 15-30.

No forma parte la almalafa, aunque sí todas las otras prendas inventariadas, de la indumentaria de las nobles moras en la recreación caballeresca de la corte de Granada que elabora Pérez de Hita. Esta significativa diferencia fue constatada por Juan Martínez Ruiz, «La indumentaria de los moriscos, según Pérez de Hita y los documentos de la Alhambra», Cuadernos de la Alhambra, III (1967), 55-124.

Sobre la novela comentada, véase José Miguel Oltra, «Zelima o el arte narrativo de María de Zayas» en A. Egido y Y. R. Fonquerne, formas breves del relato (Madrid: Casa de Velázquez y Zaragoza: Universidad, 1986), pp. 177-190.

 

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Véase sobre la expulsión y los fallidos intentos de que fueran eximidos ciertos grupos, Juan Bautista Vilar, Los moriscos del Reino de Murcia y Obispado de Orihuela (Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1992).