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1

Salió por entregas en seis números de la revista semanal La Ilustración Española y Americana, entre mayo y junio, y al año siguiente se reunió en un volumen junto con Cuervo y Superchería.

 

2

Romero Tobar (1994: 332) registra la oposición "campo/ciudad" entre las «polaridades temáticas [...] más productivas de la organización textual» de Doña Berta.

 

3

«... el Aren, el cual parece segado por un peluquero muy fino, y casi tiene aires de una persona muy afeitada, muy jabonada y muy olorosa. [...] y doña Berta mil veces deseó tener manos de gigante, de un día de bueyes cada una, para pasárselas por el lomo al Aren, ni más ni menos que se las pasa al gato.» (p. 168). Como observa Charnon-Deutsch (1985: 138), los objetos de la naturaleza tienen características humanas, mientras que a las personas, sobre todo a doña Berta, se les compara con objetos inanimados.

 

4

Valis (1986b: 68-9) nota la «tensión entre lo histórico y lo intrahistórico mediante el nombrar y no nombrar las cosas», asimismo como en los tres nombres distintos (el arroyo, el río y el regatu) que representan tres puntos de vista, el del narrador, el de los aristocráticos dueños de Susacasa y el de la plebe.

 

5

Para «los matices del vocablo mancha y sus derivados», cf. Valis 1986b: 70.

 

6

Se trata de lo que Eco 1979 define como frame intertextual (19985: 81-3).

 

7

Como escribe Alfani (1997: 12), «Berta de Rondaliego appartiene alla stirpe di Ana Ozores e Bonifacio Reyes. Appartiene cioè alla stirpe di quel personaggio romantico ammalato di idealismo come don Chisciotte su cui non cessa di interrogarsi tutta l'opera romanzesca di Clarín».

 

8

«Llegó el capitán, un capitán de los cristinos; venía herido, fugitivo; cayó desmayado delante de la portilla de la quinta; ladró el perro; llegó Berta, vio la sangre, la palidez, el uniforme, y unos ojos dulces, azules, que pedían piedad, tal vez cariño», etc. (p. 173). Valis (1986b: 73) sospecha que «Clarín se aprovecha aquí de las simplezas ideológicas y narrativas de Fernán Caballero» y, a propósito de la escena de seducción bajo el laurel, piensa que es la «reelaboración de una de esas novelas folletinescas o de una de esas traducciones del francés, productos ambos del romanticismo».

 

9

«La limpieza de la sangre era entre ellos un culto», «Temían al vulgo», «su soledad aristocrática» y «preocupación de linaje», «El ídolo era el honor limpio, la sangre noble inmaculada», etc. (pp. 170-2).

 

10

«El símbolo de las libertades públicas (que ellos no llamaban así por supuesto)» (ibid.).