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21

L. de los Ríos (1965: 66) nota que el apellido alude a la «ciudad tan ligada a la escuela impresionista española».

 

22

«Si perdía aquella íntima convicción de que el capitán del cuadro era su hijo, ¿qué iba a ser de ella? ¡Cómo entregar toda su fortuna, cómo abismarse en la miseria por adquirir un pedazo de lienzo que no sabía si era o no el sudario de la imagen de su hijo! ¡Cómo consagrarse después a buscar al acreedor o a su familia para pagarles la deuda de aquel héroe, si no era su hijo!» (p. 215)

 

23

Valis (1986b: 72) sostiene que «la yuxtaposición entre la escena de la muerte de la protagonista, fría y cínicamente descrita y la del gato, narrada en tono compasivo y cariñoso, nos muestra que [Clarín] quería evitar cualquier falso sentimentalismo. El gato es una especie de correlativo poético para doña Berta».

 

24

Cfr. Maestro 1988, que ha clasificado 53 alusiones a la muerte.

 

25

«Viven solas en el palacio doña Berta y Sabelona; ellas y el gato, que, como el arroyo del Aren, no tiene nombre porque es único, el gato, su género. En la casa de labor vive el casero, un viejo, sordo como doña Berta, con una hija casi imbécil que, sin embargo, le ayuda en sus faenas como un gañán forzudo, y un criado, zafio siempre, que cada pocos días es otro; porque el viejo sordo es de mal genio, y despide a su gente por culpas leves.» (p. 167)

 

26

Nótese la significativa presencia del verbo ver, que representa la visión de la protagonista: «llegó Berta, vio la sangre, la palidez, el uniforme, y unos ojos dulces, azules, que pedían piedad, tal vez cariño». (p. 173)

 

27

«[...] se presentó en Posadorio preguntando por la señorita de Rondaliego con aquella sonrisa eterna que había hecho llorar lágrimas de sangre a todos los desvalidos de la comarca. [...] Se presentó a caballo; se apeó, encargó, siempre sonriendo, que le echasen hierba a la jaca, pero no de la nueva, y, pensándolo mejor, se fue él mismo a la cuadra, y con sus propias manos llenó el pesebre de heno.» (ibid.)

 

28

«Y siguiendo su costumbre, al exponer sus argumentos para demostrar las ventajas del préstamo con hipoteca llamaba a los contratantes A y B. «El prestamista B, la hipoteca H, el predio C...» Así hablaba don Casto, que odiaba los personalismos, y no veía en la parte contraria jamás un ser vivo, un semejante, sino una letra, elemento de una fórmula que había que eliminar» (p. 196). «Siempre llamaba él posesión, por falsa modestia, a lo que sabía hacer suyo con todas las áncoras y garras del dominio quiritario que le facilitaban el papel sellado y los libros del Registro.» (p. 197)

 

29

Cf. Alfani (1997: 13-4): «Quel che interessa a Clarín [...] [è] il potere dell'arte, in questo caso la pittura. Il centro del suo racconto è la potenza di un'immagine dipinta [...] che riesce a imprimere un senso nuovo a una vita giacché ha la capacità di aiutare l'individuo a riconoscere la propria esperienza e a riappropriarsene».