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ArribaAbajoR. I. P. Epitafio


Compuesto en memoria del difunto Sancho Panza por el ilustre académico suplente de guardia de la escuela de don Ceroco Macero


Dulce lección a tu inquietud quimérica,
la paz de Dios tranquila indiferente
del día azul dorado en calma sérica,
cae en el viejo Camposanto ardiente.

Sancho, de España trasladado a América
y probado otra vez a garra y diente,
yace por siempre aquí a la moda homérica,
ejemplo y prez de toda hispana gente.

En este gran crepúsculo de invierno
como una muerte lenta decorosa
que resurgir confía y fruto deja...

Invoquemos al Ancho Sancho eterno
que murió en flor de lauro y flor de rosa
y en sonrisa sutil de oreja a oreja.

J. de R.



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ArribaAbajoSoneto epitáfico


Compuesto en memoria del segundo infructífero gobierno de Sancho, por Gaspar Rupachino, poeta mayor y alcalde de menor voto en la Ínsula Agatháurica


Para salud del pueblo crió-
Que ya no creiba en los polí-
Vino Sancho a hacernos justí-
Y tomó las riendas del gó-

Hombre simple pero virtuó-
Quiso ponerlo todo en lí-
Porque todo estaba torcí-
Todo andaba como la mó-

Mas si por loco Don Quijó-
Se estrelló contra los molí-
Esto de Sancho fue el disló-

Lo atacaron en colectí-
Con el gas lo dejaron gró-
Y finó con la electricí-

Porque barrer a los ladró-
E ir en contra de los bandí-
Eso era anticonstitució-

J. O. P.





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ArribaAbajoAnexos en verso

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ArribaAbajoOración a Santa Clara Ex Patrona de Buenos Aires


Contra la Pravedad Herética (1807), mandada escribir por Sancho el Ínclito en los pizarrones de todas las escuelas de la Ínsula



I8

Santa Clara, Santa Clara
no te olvides de tu pueblo
que otra vez estamos faltos
de valor y de consejo.

Los que valen no despiertan
los que mandan tienen miedo
y el hereje está llegando
y es preciso echarlo al cuerno.

¡Que no quede desta peste
ni un resabio en este suelo!
Santa Clara, Santa Clara
no te olvides de tu pueblo.


II9

Santa Clara, Santa Clara
da claridad a mi lengua
que la invasión que hoy nos chumba
con la claridad se amengua.

La herejía de hoy en día
se cortó cuernos y cola
con las armas prepotentes
santas palabras arbola.
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Con las armas no pudieron
entrar aquí los ingleses
y hoy nos han desguarnecido
con mentiras y dobleces.

Vienen los tiempos más malos
que en este mundo se han visto
parecieran las señales
del tiempo del Anticristo.

Pior que espantando langostas
envenenando la vida
lanza una humadera inmensa
la Prensa prostituida.

Y del Cine y de la Radio
lo podrá decir cualquiera
hace tiempo son fautores
de logrería y sonsera.

Que si antes fueron negocio
necedad y mentira
hoy fabricantes de patrañas
allí donde usté los mira.

Ni crean que es sólo el alma
víctima desta contienda
porque éstos minan la fe
para alzarse con la hacienda.

Los que valen no aparecen
¿dónde están? contarlos quiero;
por cada diez mil cachorros
no hay ni un jefe verdadero.

Quieren la guerra extranjera
pero me parece a mí
si de veras quieren guerra
la pueden tener aquí.
—307→

Los que mandan tienen miedo
pues les falta la visión
de lo que es la vida eterna
que nos da la Religión.

Todo es codicia y angurria
todos detrás de la plata
¡qué mal Dios han escogido
que los envilece y mata!

Los patriotas fatigados
piensan al romper el alba
que al que no quiere salvarse
ni Jesucristo lo salva.

Con prevención les pregunto
que ustedes no se me ofendan
¿este pueblo amodorrado
merece que lo defiendan?

Y uno anda temiendo al ver
tanto falso y mal cristiano
que Dios no se irrite aína
y nos lance algún tirano.

Y mientras la gente pobre anda
aplastada y con miedo
los sacerdotes de Dios
cruzan por la boca el dedo.

Diré lo que Dios me sopla
y corríjame si miento:
el defender la Verdad
es el primer Sacramento.

Que de no, no nos darían
antes de cualquier sagrado
esa señal de la Cruz
del que fue crucificado.
—308→

No basta decir Dios mío
y en este argumento insisto,
sólo cobrando los diezmos
no es dar testimonio a Cristo.

Es el Espíritu Santo
aire y fuego y no chanfaina
la espada de la palabra
no ha de estar siempre en la vaina.

Yo ya me jugué la vida
si soy débil, Dios es fuerte,
ya no tengo más bandera
que ésta: Religión o Muerte.

Ya el carro no vuelve atrás
los dados ya están echados
pido perdón por las dudas
a todos, de mis pecados.

Y si un día no aparezco
no pregunten dónde estoy
no me busquen ni me lloren:
yo sé para dónde voy...

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ArribaFranklin D. Roosevelt (†12 de abril de 1945)


Murió don Franklin Delano
todo acaba todo muere.
Murió don Franklin Delano.
Miserere.

Murió uno de los Tres Grandes.
Nadie es grande sino Dios.
Murió uno de los tres grandes.
Quedan dos.

Murió sin ver la Victoria
sin ver el fin de la guerra.
Su conquista más notoria
son siete palmos de tierra.

Murió cuando no pensaba.
Se acabó en un brusco hipo,
con todo lo que esperaba.
Pobre tipo.

Se acabó la Casa Blanca
el caviar, la vita bona;
lo hundió de un golpe de tranca
la Pelona.

Murió temprano Delano
nadie muere cuando quiere.
Murió el Panamericano.
Miserere.
—310→

Ya no ganará elecciones,
ya no será reelegido.
Su alma llena de pasiones
¿dónde ha ido?

Feneció como en la tierra
fenece la frágil flor,
sin ver el fin de la Guerra
ni el Mundo Nuevo y Mejor.

Quería salvar el mundo
la Cultura Occidental
y la Argentina. Recemos
por los que nos hacen mal.

¿Qué se han hecho los extremos
adónde quiso subir?
Todo se acabó. Recemos.
Todos hemos de morir.

Pasó su nombre a la gloria
su alma al «Ente Universal»,
dice Crítica. La Historia
le dedicará un fanal.

Le dedicará un fanal
la Historia ni que decir.
Si el pobre ha acabado mal
de mucho le va a servir.

Su estampa a cuatro columnas
que ha publicado La prensa
lo consolará en su tumba
si está allá donde uno piensa.

Murió don Franklin Delano
nadie por eso se altere.
Acaba todo lo humano.
Miserere.
—311→

Morirán todos los otros.
Aprendan que todo es vano,
si hay alguno entre nosotros
medio aprendiz de tirano.

Ninguno exulte o se mofe,
ninguno se desespere.
Todos echarán el bofe.
Miserere.

Piensen todos en la Pálida
que a todos apunta y tira.
Vayan limpiando las ánimas
de mentira.

Querer pararla es en vano.
No esperen que los espere.
Morirán como Delano.
Miserere.

Miserere ei, Dómine, secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitúdinem miserationum tuarum déle iniquitatem ejus...

(Traducción libre del Miserere en latín que se rezó en la Catedral de Buenos Aires el 16 de abril de 1945, enviada por Sancho I desde su prisión de la Patagonia).