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El Nuevo Mundo

Poema Heroico

D. Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos



portada



Con las alegorías de Don Pedro de Castro, Caballero Andaluz.

Dedícalo su autor a la Católica Majestad de Filipo Quinto, Augusto, Piadoso, Feliz Rey de las Españas, y Indias.

Por mano del Ilustrísimo señor D. Manuel de Toledo General de Batalla en los Ejércitos de su Majestad, etc.


Quidquid in his igitur vitii rude carmen habebit,
Emendaturus, si licuisset, erat.

Con licencia: Barcelona, en la Imprenta de IVÁN PABLO MARTÍ, por FRANCISCO BARNOLA Impresor, Año 1701.

Véndese en su misma Casa, en la Plaza de San Jaime, y su costa.




ArribaAbajoAl Ilustrísimo señor Don Manuel de Toledo, General de Batalla en los Ejércitos del Rey Católico, etc.

Ilustrísimo señor.

Señor.

La Inclinación con que me arrebataron las Gloriosas Memorias de España, despertó en mí una Ansia de prorrumpir en Obra que acreditase este Afecto. Dábame aliento el Genio, inclinado a la Poesía Heroica, Tribunal y Árbitro verdaderamente que ha repartido siempre la Fama entre los Mortales. Dudé algún tiempo arrojarme a tanta Empresa, estremecido con los testimonios que dan los Siglos de cuán difícil sea la Cumbre de lo Épico. Miraba luego que la Poesía está en España no con toda la veneración que se le debe, por haber tanta abundancia de Versificantes de Soneto, y Glosa, a quien llaman Poetas los Vulgares, sin atender a lo que dice Horacio


Mediocribus esse Poetis
Non Homines, non Dii, non Concessere Columnæ.

Vía también que este género de Composiciones ha sido fruto de una Edad dilatada, saliendo de los ancianos Poetas semejantes Escritos poco antes que el Alma; Quizá a anunciarle, o a competirle las Gloriosas duraciones de su Inmortalidad; Y no permitiéndome la inquietud de mi Fortuna dedicar a las Musas dedicar a las Musas toda la aplicación, se hacía insuperable el Intento. Mas atropellándolo todo en fe del gran motivo, dejé la Corte, y estaba con el cuidado de proseguir, y terminar la Obra, desatendiendo (como dice de sí Salustio) a que juzgasen Algunos era pereza en mí, y no querer servir a la República este servirla en lo más Glorioso; Cuando el nuevo Espíritu que se hizo sentir en toda la Monarquía al primer rumor del nombre de FILIPO me desordenó el sosiego que había destinado para concluir el Poema. Pensé luego, en demostración de cuánto venero esta gran novedad, dar a Luz lo que tenía escrito dél; mas no tuve que pensar en porque mano lo pondría a los pies del REY; Pues si por obligado, es V. S. entre los Príncipes que me favorecieron en Madrid a quien debí y estoy debiendo más; Si por Lustre de la Obra, es V. S. Hijo de la Excelentísima Casa de Alba, y al mismo tiempo tan Glorioso por la guerra como sabe el Mundo, y tan Noticioso de todos los Estudios como pregona la Invidia misma de todos los Estudiosos. Pues ¿por dónde recibiría mejor esta Composición un Rey de Grande Espíritu, Docto, y Justo, que por mano de la Lealtad, de la Sabiduría, y del Ardimiento?

Añádese a estos motivos la razón de la Sangre, pues es V. S. Descendiente y Pariente muy cercano de SAN LUIS, Augusto Abuelo de su Majestad; circunstancia que entre las poderosas causas que la Fama divulga debe hacer sumamente acepta al Rey Católico toda la Soberana Casa de Alba.

No es de ahora esta elección mía; Días ha que mi Afecto, y mi Obligación se proponían a V. S. para este Patrocinio. Residiendo días pasados en la Corte de España encontré anticipado todo el premio (a lo menos el Mayor) a que pudiera ser Acreedor después deste Trabajo; que fue el Comercio, y Aceptación en Casa del Excelentísimo Señor Duque de Alba Padre de V. S. Lleváronse luego las Prendas de V. S. toda mi admiración; y empecé a prometerme de tanta Censura, y enseñanza el mayor aprovechamiento; toqué lo que nunca discurriera, pues vi quien siendo tanto por su nacimiento sabe que no consiste la soberanía en ajar la Virtud; y acierta a persuadir con sus adquiridos Milagrosos Blasones que hay algo que ser más después de ser Hijo de tan gran Casa.

Los eruditos, quejosos del Poder, para persuadir a los Príncipes que no desdeñen las Letras, están acordando continuamente aquello de que es Bienaventurada la República donde mandan los Filósofos, o Filosofan los que manda; Gritan la Utilidad que le tuvo lo Docto a Filipo, y a su Hijo Alejandro, Discípulo del grande Príncipe de la Filosofía; Cuentan que Pirro Capitán, y Rey de los Epirotas no sólo Profesó Estudios, mas escribió Preceptos para el Arte Militar; repiten el ex utroque Cæsar del vencedor de Farsalia; Resucitan el Amor de Catón a las Ciencias; de Escipión Africano, Temístocles, Epaminondas, Mitridates, Paulo Emilio, Pompeyo, Quinto Fabio, Marco Bruto, y Marco Antonio; Alegan la Liberalidad del Doctísimo Octaviano (el mayor entre los Emperadores) con la necesidad de las Musas; el aprecio que hizo Domiciano de Silio Itálico, y del profundísimo Cantor de las Discordias de Tebas; las remuneraciones de Antonino haciendo dos veces preciosas las tareas de Opiano; ni olvidan la sola Calidad buena de Dionisio a quien Despojado de su Monarquía, dijo uno por mofa: ¿De que te sirvió la Doctrina de Platón que tanto apreciabas? y respondió el Tirano (ya digno Discípulo de aquel gran Sabio) nos basta que me enseñase a tener tolerancia en las presentes adversidades?

Estos y otros ejemplares solloza a nuestra Edad el gemido de los desvalidos Estudios; Mas no apelará a esas Memorias el que hubiere visto en V. S. quien en tanta elevación de fortuna habla la lengua Latina con la elegancia y facilidad que aun admiraría aquel Vano que llamó el mayor de los Poetas Spes altera Romæ; tiene en tanta esfera la Prudencia y conocimiento de las materias de Estado que (si se hubieran dado al Mérito) ya el primero de los Virreinatos sería feliz con las altas direcciones de V. S. Yo vi en Madrid admirarse hombres Doctísimos de que pudiese excederlos en su Profesión literaria un Joven que caminaba por senda tan distinta, y llegaba (tocando primero que Ellos el término de los Docto) a arrebatarles el Palio que en tantas tareas, no sin Razón, se creyeron infalible. Yo vi en aquellas concurrencias que teníamos en el Cuarto de V. S. cuan grande sea a su mismo tiempo la Bizarría Cortesana de V. S. y su gran Comprehensión, pues en todas sus facultades miré más de una vez (trocados los extremos) animarse la menos ambiciosa Modestia, y reprimirse el más Fantástico Orgullo. Por conocer a V. S. sólo me parecía a mí debí haber emprendido el Viaje a la Corte Católica, para que entre las antiguas famosas Peregrinaciones tuviese también ésta grande Lugar. Apláudese la de Pitágoras que fue a Egipto, Persia, y Candia, por conocer en la Isla a Epiménides, y entender en aquellas dos Provincias las Mitras Mágicas y los Sistros supersticiosos; Cuéntase por grande la de Platón a quien vio peregrino Mégara y Taranto, siendo los impulsos de su Viaje Arquitas y Euclides; Más digno objecto de los cultos náuticos juzgó Lucano las Heroicas Cenizas de Pompeyo que las adoradas eminencias de Júpiter Casio; y más debidas las veneraciones otro antiguo Español a la presencia de Tito Livio, en consiguiendo este intento se restituyó a Cádiz su Patria sin atender a otra alguna maravilla de la Corte del Universo, satisfecho de que sólo sería delito buscar en Roma otra cosa que Roma, no estando en ella Tito Livio; y de que era tanto elocuente Discurso lo más apreciable de la Cabeza del Orbe.

Grandes fueron los motivos de aquellas Peregrinaciones; pero Grande es el que mi admiración venera. Debiome más cuidado el insinuar lo Estudioso, por ver que Milán y Cataluña donde V. S. tanto tiempo, y con tanta gallardía, ha sido Capitán de Caballos, Maestre de Campo, y hoy General de Batalla, gritan y gritarán eternamente cuanto sea V. S. Grande en la Gloria Militar. Reverenciaban a V. S. los Riesgos, quizá huyendo los Rayos del Alquitrán de tanto Laurel como en la sien de V. S. vían eternizarse Floreciente; hasta que se conspiraron todos en una Bala, irritados de verse despreciar, los Peligros. Sólo en fe del pensamiento de hoy me debe ya el mundo el Mayor aplauso, pues el elegir a V. S. para que lo patrocine es el incomparable mayor Concepto de mi Poema.

Como las Obras de este Género (de las cuales hay tan pocas en el mundo) son las más elevada Clase de Escritos, habrá quien me censure el dar a la Imprenta esta Composición no concluida ni limada. Es verdad que va así; pues mi ánimo es gastar toda mi Vida y Estudios en este Poema, dilatándolo y ilustrándolo mucho más; y aun estos diez libros vendrán a ser después mayor Volumen (como lo doy a entender poniendo una Octava de puntos donde pienso introducir muchas para llenar toda la Idea del Libro, que formé primero en prosa). Mas ¿quién puede ser detenido en tanta novedad cuado todos los leales Españoles prorrumpen en impacientes alborozos que deben a la Venida de tan gran REY?

Ya vio la Antigüedad en ocasiones festivas arrojar la Riqueza por las ventanas a las Calles y Plazas: Este es el único Caudal que no ha podido quitarme la Fortuna; y el relevante Motivo que trajo el Tiempo me arrebata ansioso a arrojarlo al Juicio Común. Aquellas masas que la Tierra va disponiendo para Metales salen a luz interrumpidas y arrojadas del Terremoto cuando alguna Generosa Llama que estaba más allá de los senos de los Montes rompe iluminando sus Cumbres a estrellarse en las hogueras del Sol; Pues hoy que divididas las vastas cordilleras del Pirineo vuelven a correr Luces más preciosamente que lo vio o soñó otro Siglo, ¿quién habrá que estremecido en las inquietudes del Público Alborozo escasee una tan precisa Imitación a las impaciencias de la Naturaleza?

Lo primero que debemos sacrificar a tan esclarecido REY es el afecto; y este no se ve tan puro entre las formalidades: Cuanto menos se tuviere por juiciosa esta acción mía tanto más probará el Regocijo; Quede en el primer lugar ahora la Voluntad, y haya una ocasión en que el Alma, justificada, huelle su mejor esencia en el Entendimiento. Ya llegará el día que admirado el Mundo de las hazañas del Grande FILIPO salga concluido, y limado mi Poema; llenando todos sus episodios restantes con los gloriosos hechos de tanto Monarca; y sean historia en lo siguiente de la Obra los que en esta primera porción se introducen Vaticinios.

En tanto reciba tan Heroico Rey; y ampare V. S. estos diez Libros con que mi rendimiento venera a su Majestad, hasta que puesto también a sus Reales pies el Autor pueda decir con más razón que el Maestro de los Amores:


Fas mihi pracipue vultus vidisse Deorum:
Vel quia sum Vates, vel quia Sacra cano.

ILUSTRÍSIMO SEÑOR.

A. L. P. de V. S.

Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos.




ArribaAbajoAprobación del P. Josef Rocabertí, de la Compañía de JESÚS, Maestro de Retórica en el Imperial Colegio de nuestra Señora, y Santiago, de Cordelles

De Orden del muy Ilustre Señor Don Miguel de Calderó, del Consejo de su Majestad, Regente de la Real Chancillería de Cataluña, etc. He visto el libro intitulado: El nuevo Mundo, Poema Heroico que compuso el Señor don Francisco Botello de Moraes, y Vasconcelos; y puedo con verdad decir, dejando a parte mi tendida Obediencia, que Obra tan grandiosa, y tan cabal lleva consigo mismo la mayor Aprobación. Tuve la dicha de oírla primero, de boca del mismo Autor, y aunque deseo mi cortedad corresponderle con repetidos Elogios, llegó la admiración a enmudecerme; y haciendo mérito, de lo inevitable, a la justa deuda con que me reconocí obligado a Obra tan grande, satisfice con las admiraciones. Estas mesmas moverá entre los Doctos el Libro, que a vista de las grandes Obras Poéticas que hoy venera el Mundo, excitará en la certeza la duda, como cantó Propercio del Poema Heroico de Virgilio, para decidirla cualquiera dellos con el mismo Propercio.


Cedite Romani Scriptores, Cedite Graif
Nescio quid maius nascitur Iliade.1

La grandeza del asunto lo califica, la valentía del Discurso lo comprueba, y la majestad de la Elocuencia lo acredita. Poco importa que la conocida modestia del Autor embargue mi Pluma, para no publicar los singularísimos talentos de que le enriqueció el Cielo, cuando en sus propios Escritos, mejor Fidias, graba la mayor imagen de sí mismos:


Haec erit in Chartis major imago.2

En ella se admira la sutileza del Espíritu en inventar, el magisterio en disponer, y la agudeza en hablar. Por más que su Cortesía atenta publique al Autor por Discípulo de la Compañía de Jesús, en la Sabia Universidad de Coimbra (debiendo entrambas blasonar justamente de que tan gran Sujeto hubiese honrado su enseñanza, y sus Teatros) debe mi respeto, y veneración aclamarle consumado, y perfecto Maestro, en todas las Artes, y Ciencias, que forman dignamente a un Varón Docto, pues todas las comprehende con admiración su Poema. En él admirará el Teólogo las altísimas Verdades explicadas; el Filósofo plausibles ingeniosas Novedades; el Matemático curiosas Celestes Observaciones; el Geógrafo puntuales verídicas Descripciones del Orbe. De él aprenderá el Retórico Argucias; el Poeta Agudeza; el Curioso Noticias; el Político Dictámenes; el Alentado Heroicidades. En él hallará la Arquitectura perfectas Simetrías; la Náutica nuevos Rumbos; la Milicia valientes Industrias; y la Política las Máximas más proporcionadas al mejor Gobierno.

Con esta bellísima complicación de preciosidades segura el Heroico Poema para su Autor el mayor Honor, y Nombre que jamás obtuvo Poeta alguno:


Sic Honor, et Nomen Divinis vatibus; atque
Carminibus venit;3

Y queda eternizado, e inmortal el Héroe Colón, principal Objeto de tan grande Obra, recibiendo nuestra Vida, a los alientos gloriosos de tan Sabio Espíritu.


Dignum laude virum Musa vetas mori.

Quedan asimismo inmortales los altos blasones de la Nación Española, en una Conquista tan incomparable, como en las demás heroicas hazañas que el Poema describe, debiéndose esta singularísima cuanto apreciable gloria, al estudioso afán, y generoso cuidado de el Autor, quien justamente merece que la mayor admiración diga:


O facer, et magnus Vatis labor, omnia fato
Eripis, et Populis donus mortalibus ævum.4

Perezca el Ocio vil a manos de la estudiosa Aplicación de los Jóvenes, y sirva esta Obra de glorioso estímulo para correr en el Circo literario, en seguimiento del Sabio Autor que la compuso, quien a solos de veinte y seis años de su florida edad, a más de las bien fundadas esperanzas que nos deja de ilustrar otras muchas veces al Mundo con sus resplandores de su ardiente Numen, eterniza sus glorias en sus propios Escritos, pudiendo sencillamente decir de sí mismo lo que cantó el Lírico:


Exegi monimentum ære perennius,
Regalique situ Piramidum altius:
Quod nec imber sedax, aut Aquilo impotens
Possit diruere, aut innumerabilis
Annorum series, et fuga temporum, etc.5

Mas lo que no querrá decir la modestia de el Autor, lo publicará el Tiempo, confesando que Obras tan superiores nunca estuvieron expuestas a sus iras.


Solaque non norunt hæc monumenta mori:6

Y es justo que mi respeto lo confirme, diciendo en nombre del Señor Don Francisco, lo que el grande Ovidio dijo de sí mismo, en conclusión de su maravillosa Obra de los Matamorfoseos.


Iamque opus exegi quod nec iovis ira, nec ignis
Nec poteris ferrum, nec edax abolere vetustas.
Cum volet illa dies, que nil nisi corporis huius
Ius habet, incerti spatium mihi finiat ævi;
Parte tamen meliore mei super alta perennis
Astra ferat, nomenque erit indelebile nostrum.
Quaque patet domitis Hispana Potentia Terris
Ore legar populi. perque omnium sæcula fama,
Si quid habet veri Vatum præfugia, VIVAM.7

Es empeño deste Poema lo que propuso el mayor de los Latinos, pues le viene mejor que a Eneas a este Héroe es esta obra de él


Multum ille, et Terris iactatus, et alto;
Multa quoque, et bello passus dum conderet urbem
Inferretque Deos.8

Hacen luego esta Obra no inferior aquella, observados con el mayor rigor todos los Preceptos de la Poesía Épica. Es uno el Héroe; Hay introducción de Culto verdadero; Fundación de Nueva República (sin las cuales dos cosas no sé cómo pueda haber Asunto capaz de Poema Heroico); Hay Guerra, parte precisa de lo Épico; Y está en el primer Viaje de Colón, que es lo que se escribe (donde Él verdaderamente es Héroe con todas las calidades de tal) pues costeando la Isla Española, tuvo en una gran Bahía junto al Cabo que llamó de los Enamorados la primera Facción de Guerra que hubo en el Nuevo Mundo, entre Indios, y Europeos. Otras muchas funciones, que coronaron este grande Capitán, no son segundas a las de los Mayores que vieron aquellas Provincias; Principalmente la gran Batalla de la Vega, contra cien mil Indios; Y así el Discretísimo Don Antonio de Solís, dice, hablando de lo que le movió a escribir la Guerra de México, que estaba bien escrito por Herrera, el Descubrimiento, y primeras Empresas de Colón. Todas estas Circunstancias me dijo el Autor examinó primero en el Asunto cuando quiso elegirlo; Y discurro lo consultaría entonces con Sujetos Doctos, porque su Docilidad, y Aplicación es grande, su Elección Divina, y como podemos, y debemos publicar los que tuvimos la Dicha de comunicarle, es su Ánimo cándido, su Trato apacible, su Espíritu bizarro; Y bien lo explica aquella gran cortesanía con que habla de los Ingenios Castellanos,


Veneré embelesado a suavidades
Cuantos Poetas vi, tantas Deidades.9

Que Colón ordenase la primera República, y Leyes bien notorio es, siendo la Navidad la primera Población, y en el primer Viaje. Nadie hasta hoy introdujo en el Poema una República bien ordenada, y no hay cosa más propia, y precisa en él; todo han sido Fiestas de a caballo, Entierros, Desafíos, y Consejos; Mas lo nuevo, y profundo desta Idea toda, y lo novísimo y elevado del Estilo aseguran que en todos los Siglos vivirá un Segundo Glorioso el Autor, y vivirá inmortal la Obra; la cual no teniendo ni un ápice que se oponga a las Regalías de su Majestad (que Dios prospere, y guarde) ni cosa alguna que disuene a las buenas Costumbres, es dignísima de que le eternice la Prensa. Este es mi Sentir, salvo siempre mejor. En este Colegio de Nuestra Señora, y Santiago de Cordelles, a los 18 de Abril de 1701.

Josef Rocabertí de la Compañía de Jesús.




ArribaAbajoAprobación del Doctor Antonio Serra, Catedrático que fue de Filosofía, y Teología en la Universidad de Barcelona, Examinador Sinodal en los Obispados de Barcelona, y Gerona, Calificador del Santo Oficio de la Inquisición de Cataluña, etc.

Es la Novedad tan plausible, que es un dulce atractivo de lo Sabio, y un suave hechizo de lo discreto; Porque lisonjeando el gusto, con la Admiración, de lo nunca visto; Se ofende de lo antiguo por Vulgar, y por ser de todos sabido.


Est quoque cunctarum novitas gratissima rerum.

Por esta Razón sin duda el Soberano Ingenio del Señor Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos, con el valiente Pincel de su Pluma, nos dibuja en el Lienzo deste Heroico Poema el Nuevo Mundo; Para que con la novedad deste Asombro, queden en eterno Olvido, todos los Antiguos Poemas, llevándose Este sólo la Gloria de aplaudido.


Vilia sunt nobis, quecumque prioribus annis
Vidimus, et fordet quidquid spectravimus olim.

Nuevo es el Mundo que nos describe, en lo natural; Pues que la Simetría de sus Nobles Partes, Mixtos, Elementos, y Globos Celestes, no logran la Constitución del Antiguo Aristotélico Mundo; Pues con las Peregrinas Filosofías, de su alto Numen, le Idea con nuevo Sistema, y deleitando, con la novedad del Discurso, asegura la Verdad, en Matemáticos Heroicos Silogismos.

Es Nuevo el Mundo que descubre en lo moral: Pues si nuestro Antiguo Mundo10es una mal formada República, de Vicios, de Cautelas, de Necedades, de Escándalos, Tinieblas, y Lazos, donde peligran las Almas, y se afligen los Cuerpos; El Nuevo Mundo que nos retrata, es una Perfectísima República llena de Aciertos, y Felicidades, dirigida con las Leyes del más Soberano Licurgo.

Esta República del Nuevo Mundo establece, con tan Soberana Política, que la zanja sobre la piedra firme de la Religión Católica, desterrando de sus Bárbaras Naciones, con las Luces de la Razón las Tinieblas de sus errados Barbarismos, atrayendo con suave Imperio, ya con lo armonioso de sus Cánticos ya con lo dulce de su Heroico Plectro, la Ceguedad del Gentilísimo, a las Claras Luces, de los sagrados Dogmas. Cumpliendo a la letra lo del Eclesiástico: Et Imperantes in præsenti Populo, et virtute prudentia, Populis Sanctissima verba. In peritia sua requirentes modos musicos, et narrantes carmina scripturarum.

Por este Soberano Motivo al gran Basilio llamó la discreción de Niseno Divina Filomena: A Atanasio, el Magno Nacianceno Clarín de la Verdad: a Efrem el Teodoreto, sonora Lira del Espíritu Santo que arrebata mejor que la de Apolo las Almas al Amor Divino Numen;11 y logrando el Autor deste Heroico Metro, con tan elevados realces estos Triunfos del Ateísmo, logra felizmente el ser Filomena Sagrada, Clarín Armonioso de la Verdad, y sonora Lira del Divino Espíritu.

Con esto logra, este grande Ingenio en el Nuevo Mundo, los Triunfos, que alcanzó otro, Heroico Francisco, en otro Mundo Nuevo, pues logró Éste la Conversión del Gentilísimo, con la suavidad del Metro y dulzura de los Sagrados Poemas12 que compuso de los Divinos Arcanos y Soberanos Misterios. Creyeron los Gentiles erradamente a Xavier por Deidad, y Divino Orfeo; Y siendo el Autor deste Poema Épico del Nuevo Mundo, por Ingenioso Portugués, Discípulo de tan Soberano Maestro, en la imitación, y sin de su Heroico Metro, sin adulación se merece de justicia el lauro que cantó la sonora Lira de Homero de otro.


Honestum est audire Poetam
Talem, qualem hic est, diis similis in voce.

Logra su Ingenio en este Poema Heroico la fortuna de eternizar, el Nombre, y Hechos Hercúleos, del gran Colón, e Ínclitos Españoles; Pues viven, y vivirán eternas sus Memorias, a pesar de la Invidia, en los bronces de la Fama.


Carmine defunctus, Magnus nunc vivit Achilles.
Semper, et Alcides carmine vivus erit.
Gloria præclaris ducibus post funera vatum,
Carminibus doctis, non moritura venit.

Logró también mi cortedad la gran Fortuna de haber obedecido, las Órdenes del muy Ilustre Señor Doctor Josef Romaguera, Catedrático de Cánones de la Universidad; Canónigo Penitenciario de la Santa Iglesia, y Dignísimo Vicario General de su Obispado, diciendo, que no contiene esta Heroica Obra cosa que se oponga a la pureza de la Fe Católica, ni buenas Costumbres. Así lo siento en Barcelona 21 de Abril 1701.

El Doctor Antonio Serra.




ArribaAbajoAl que leyere

Docto y estudioso Lector. La Inclinación con que me arrebataron las Gloriosas Memorias de España, despertó en mí una Ansia de prorrumpir en Obra que acreditase este Afecto. Dábame aliento el Genio, inclinado a la Poesía Heroica, Tribunal y Árbitro verdaderamente que ha repartido siempre la Fama entre los Mortales. Dudé algún tiempo arrojarme a tanta Empresa, estremecido con los testimonios que dan los Siglos de cuán difícil sea la Cumbre de lo Épico. Miraba luego que la Poesía está en España no con toda la veneración que se le debe, por haber tanta abundancia de Versificantes de Soneto, y Glosa, a quien llaman Poetas los Vulgares, sin atender a lo que dice Horacio


Mediocribus esse Poetis
Non Homines, non Dii, non Concessere Columnæ.

Vía también que este género de Composiciones ha sido fruto de una Edad dilatada, saliendo de los ancianos Poetas semejantes Escritos poco antes que el Alma; Quizá a anunciarle, o a competirle las Gloriosas duraciones de su Inmortalidad; Y no permitiéndome la inquietud de mi Fortuna dedicar a las Musas dedicar a las Musas toda la aplicación, se hacía insuperable el Intento. Mas atropellándolo todo en fe del gran motivo, dejé la Corte, y estaba con el cuidado de proseguir, y terminar la Obra, desatendiendo (como dice de sí Salustio) a que juzgasen Algunos era pereza en mí, y no querer servir a la República este servirla en lo más Glorioso; Cuando el nuevo Espíritu que se hizo sentir en toda la Monarquía al primer rumor del nombre de FILIPO, me desordenó el Sosiego destinado par mi gran Tarea. Pensé luego en demostración de cuánto venero este Suceso, feliz para España, y toda la Cristiandad, dar a Luz lo que tenía escrito de mi Poema.

Sale no concluido, ni limado, pues mi Ánimo es dilatarlo mucho más, gastando en él todo mi Vida, y estudios; Y aun estos diez Libros van, ni limados, ni concluidos; Mas ¿qué puedo hacer yo cuando todos los Españoles prorrumpen en impacientes alborozos que deben a la Venida de tan gran Rey?

Ya vio la Antigüedad en Ocasiones festivas arrojar la Riqueza por las ventanas a las Calles, y Plazas; Este es el único Caudal, que no ha podido quitarme la Fortuna; Y el Relevante Motivo que trajo el Tiempo me arrebata ansioso arrojarlo al Juicio Común. Aquí las masas que la Tierra va disponiendo para Metales salen a Luz interrumpidas, y arrojadas del Terremoto cuando alguna Generosa Llama, que estaba más allá de los Senos de los Montes, rompe iluminando sus Cumbres a estrellarse en las Hogueras del Sol; Pues hoy que divididas las Cordilleras del Pirineo, vuelven a correr Luces más preciosamente que lo vio o soñó otro Siglo, ¿quién habrá que estremecido en las inquietudes del Público Alborozo escasee una tan precisa Imitación a las impaciencias de la Naturaleza?

Lo primero que debemos sacrificar a un Rey de tales Prendas, es el afecto, y este no se ve tan puro entre las formalidades; Cuanto menos se tuviere por juiciosa esta acción mía tanto más probará el Regocijo. Quede en el primer lugar ahora la Voluntad, y haya una ocasión en que el Alma, justificada, huelle su mejor Esencia en el Entendimiento.

Sin embargo deso lo consulté en Barcelona al Padre Josef Rocabertí, Doctísimo por sus Estudios, Grande por su Nacimiento pues es Hijo de la Ilustrísima Familia de su Apellido, y Mayor por su Elección siendo de la Compañía de Jesús; De la cual con Vanidad justísima confesaré siempre soy el más rendido Discípulo.

Obedeciendo también a tan gran Dictamen que venero, pongo a tus Ojos esta Obra, con todas las imperfecciones que tienen precisamente al principio nuestros Conceptos, permitiéndonos el Cielo acertar sólo con el Tiempo, y la Aplicación.

Ya llegará el día, que admirado el Mundo de las Hazañas del grande FILIPO, salgan concluidas, y limadas mis Octavas; Llenando sus Episodios restantes, con los Gloriosos Hechos de tanto Príncipe, y uniendo a ellos elevadísimas Memorias de su Heroico Abuelo LUIS DÉCIMO-QUINTO, el MAYOR de los Monarcas que han venerado todos los Siglos.

En tanto reciba el Augustísimo FILIPO; y agasaje tu Cortesanía [oh Lector] estos diez Libros, con que mi rendimiento venera a su Majestad; Hasta que puesto también a sus Reales pies el Autor pueda decir con más razón que el Maestro de los Amores.


Fas mihi pracipue vultus vidisse Deorum:
Vel quia sum Vates, vel quia Sacra cano.

Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos.






ArribaAbajoAlegoría del Libro primero

En la Invidia infernal se muestra repugnando a esta admirable Acción el Espíritu Maligno (Contrario preciso en los Poemas, donde es precisa introducción de Leyes y Culto verdadero) y se le da el Nombre de Invidia porque lo era a las Dichas del Mundo y a los Honores del Cielo la Idolatría, a quien desterró del nuevo Mundo el Glorioso Capitán que se canta. La Gruta obscurecida significa las profundas obstinadas sombras en que perverso su Entender deposita en sí eternamente sus Furores; y como reventó en los más airados al ver se destinaba tanta Felicidad a las Tierras no conocidas.

La Nave de la Justicia con la Fuente de Luz que derramaba a todo el Mar, declara los activos Esplendores de aquella Poderosa Iluminación con que Dios ordena dentro de Nosotros mismos las Especies y Dictámenes nuestros a Altísimos Fines suyos; como fue mezclar este Héroe con los Españoles en progresos de la Religión; Gente en quien Ella ha estado siempre con la pureza que sabe y confiesa la Emulación misma.

Las Virtudes que en la Nube Floreciente dan los siete Buenos Viajes (que se estila dar a las Capitanas) a la de Colón, explican lo mucho que interesaron Todas en esta Empresa; y los felices Auspicios con que el Héroe se arrojó a un Pensamiento tan extraño. No sé si se da a entender también que este gran Suceso fue previsto de muchas Profecías, porque encuentro en las Octavas traducido algo que se entiende desta rarísima Acción; Qui sunt isti, Qui ut Nubes volant, et quasi Columba ad Fenestras suas? Etc.

El Nuevo Mundo

Poema Heroico; de Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos. Dedicado a la Católica Majestad de Filipo Quinto, Augusto, piadoso, feliz, Rey de las Españas y Indias.




ArribaAbajoLibro primero




1


Sonora Inteligencia, Llama pura
que destierras Feliz el ciego Olvido,
baña en Luces mi Voz, rompe la obscura
mortal Niebla a mi Espíritu encendido.
No (cual tierno lloré) de otra Hermosura
cantar quiero el rigor apetecido;
Mayor Palio a mi Anhelo está ofreciendo
inaccesible el Rapto que ya emprendo.




2


Aquel casi Criador que nuevas gentes
y Mundos unió a Europa Soberano,
logrando sincopar en vagas Puentes
la horrible inmensidad del Oceano
Su Mente y Brazo, con que hirió las frentes
del Abismo, y del Bárbaro Tirano,
serán (si cabe en Verso tanta Pompa)
la alta Osadía de mi ardiente Trompa.




3


Tú, Gran FILIPO, que entre las primeras
Heroicas Almas creces tan Glorioso
cuanto descuella Augusto entre las Fieras
el Real bruto que pisas Generoso;
Y para quién intentan las Esferas
dilatar de las Tierras lo espacioso,
pues tu Dominio el Universo abarca,
y es mayor que el Imperio el gran Monarca.




4


Sacro Genio de España, en quien penetro
Victoriosos ardores inmortales;
Inteligencia Celestial del Cerro;
y Universal Quietud de los Mortales;
Disculpa (oh Tú) el arrojo de mi Plectro
cuando a tus Plantas hoy pone triunfales
aun la mayor Acción: todo deslumbras;
lo más emprendo, y más allá te encumbras.




5


Contigo el Universo ha dividido
aquel Ser Sumo que lo informa extenso;
rige el Cielo, las Tierra e ha cedido;
fiel sustituto del Monarca Inmenso.
A la Grande Alma que te dio advertido
(y todo Heroico ciñe rayo intenso)
es poco el Pecho; aunque las dos encierra
mayores Ascendencias de la Tierra.




6


Tú, que tan nuevo Espíritu a tu Gente
diste luego, y (a Estudios más veloces)
copias, o excedes ya, lo Inteligente
todo al Cielo, te debes a mis voces.
A ti un Héroe se debe, que, altamente,
el Polo, el Mar, su Escuadra hallando arroces,
a su Escuadra enseñó su Pecho sólo
Vigor, Grandeza al Mar, Firmeza al Polo.




7


¿Qué diluvio podrá de undante plata
rápidas competir las Olas gruesas
de Gente que a adorarte corrió grata
en tu Venida; a quien de honrar no cesas?
Hoy pues que todo aclamación desata,
(en mis Heroicas Musas Portuguesas)
con diluvios de voz, donde Oro ultrajo,
fiel retroceda al Aranjuez el Tajo.




8


Cuando (oh Gran REY) las Selvas Florecientes
de Versalles rayabas aplaudido,
Por su Espesura en ansias impacientes
entró España a buscarte esclarecido.
A tus pies en mis voces reverentes
el Orbe Nuevo ahora va rendido:
llega más tarde porque estorbo fragua
acá interpuesto tanto Mundo de Agua.




9


El Grande LUIS, aquel que a repetidos
Triunfos ya el Bronce de la Fama invierte,
tal vez prestar Glorioso querrá Oídos
a la tal Hazaña que en mi voz se advierte.
Entre Excelsos Cuidados, no entendidos
reverenciados si del Mundo y Suerte,
bien mis Ecos se oirán que (a suavidades)
atentas se oían arrogar Deidades.




10


Para las cuatro Letras de su Nombre
las Partes Cuatro el Mundo destinaba;
ya la L, la U, con la I, porque lo nombre
acá la Tierra en las tres Planas graba.
Clama, Asia, África, Europa, su Renombre;
y si para S, América Faltaba,
ya el Istmo se quiebra, y línea tosca
al Bóreas media, media al Sur se enrosca.




11


Era el tiempo en que al Rey, Luz soberana
con que el Ebro Castilla enriquecía,
Granada ya obedece, a quien ufana
del Gentil ciñe la Corriente fría;
Cuando errante la Secta Mahometana
qué pérdida tan grave padecía,
buscó la Gruta formidable, donde
sus Iras la Infernal Invidia esconde.




12


Yace junto a los Reinos inclementes
del Erebo una Estancia abominada,
a Cuyos horrorosos Occidentes
aún se niega la Noche amedrentada.
Si en la Pared se tejen mil ardientes
Quelidros por adorno, abulta airada
la Techumbre, en mil áspides nocivos,
escamosos relieves sensitivos.




13


Perpetuas sombras le imprimió el Destino;
sólo entre el negro horror de sus despojos
le centellean resplandor maligno
de Monstruos varios los rabiosos Ojos.
Copia el rugido y silbo, que previno
el Furor en sus trágicos enojos,
las formas el Delito en sumos Males
eternas Disonancias Infernales.




14


En Céspedes que obstina infaustamente
el terreno infeliz caliginosos,
a rasgar los Fantasmas de su ambiente
nacen funestos troncos espinosos.
De Dragones tal vez dobla pendiente
vasto enjambre sus Ramos escabrosos;
y son (ceñidos de las garras broncas)
alcándaras tal vez a Harpías roncas.




15


Por varios Etnas que ardor negro enluta
no se advierte quien presta obscuridades
si ya al Abismo la Gaberna bruta,
o el Centro a estotras pálidas fealdades;
Brama al encuentro la inundada Grita;
y exasperando obscuras tempestades
quiebra, por Ondas, en un Mar de nieblas,
Humo, Alaridos, Monstruos, y Tinieblas.




16


Aun peor que este Albergue y sus enojos
es una infiel Mujer que en él impera;
Sierpes riza en los crespos; y en sus Ojos
son pupilas Tisífone y Megera;
Respira en vez de Aliento incendios rojos;
Víboras por vianda. Come fiera;
notándose en su boca, con la llama,
la ponzoña Correr, sonar la escama.




17


Junta al Humano Aspecto enfurecido
la cola y alas de Dragón volante;
siguiendo el pecho, en roscas confundido
del mortífero cuerpo lo restante.
De su lenguaje el bárbaro ruido
no imita nuestra voz; más disonante
aun varias formas al Clamor vincular
ruge acentos, bramidos articula.




18


Las Furias mismas temen luctuosa
su vista, en la Religión de la Inclemencia.
Mas no a la Secta Mahometana ansiosa
fue pasmos hoy su trágica presencia;
antes pudiendo en ella la rabiosa
pena, más que de la ansia la violencia,
contra aquellos silencios su Gemido
truenos mil fulminó en un alarido.




19


Reina (gritaba) de la Corte impía;
portentosa Infernal Deidad suprema,
ya se acabó mi Aliento y mi Osadía;
fue mi Triunfo y mi Acción; Fue mi Diadema;
fui Yo otro tiempo; de la Gloria mía
trajo el Cielo cruel la edad extrema;
ya de ultrajes apura amarga copa
mi labio audaz que amenazaba a Europa.




20


El Español Ejército atrevido
entró en Granada de Victorias lleno;
y aquel muro Augustísimo, que ha sido
mi Defensa mayor, me oprime ajeno.
¿Qué le queda a mi Orgullo reprimido
más de volver al África el Veneno,
el Veneno que ya contra estas Gentes
me prestaron de Libia las Serpientes?




21


¿Y tú, duermes en rústica pereza
cuando anuda mi Aliento Injuria tanta?
¿Y cuando mi abatida fortaleza
al Católico Ertor besa la Planta?
Mueva el abismo toda su fiereza;
arda horrible de Alecto la garganta;
y de un Pecho a exhalar el Odio fiero
no le basten tres Fauces al Cerbero.




22


Perezca el Mundo; y aún Alivio indigno
será; y poco, a mi Incendio formidable.
¿Qué te dicta de todo lo Maligno
llamarse el Hombre Centro inexorable?
Ejecuta en las Tierras furor digno
del Ceño que te arrogan execrable;
diga Verdad el que Iras te dispensa:
sea a sus voces Crédito su Ofensa.




23


Más la afligida Secta prosiguiera
si sus quejas que a todos irritaban
un espíritu inmundo no impidiera
de infinitos que al triste espacio entraban.
A un lado y otro con inquietud fiera
los monstruos apartó que lo estorbaban,
anunciando algún caso relevante
la airada turbación de su semblante.




24


Cesa (gritó a la Secta) cesa; y presto
advertirás, (mis ansias escuchando)
no ser ese el suceso más funesto
que nos toca en las glorias de Fernando.
Luego entre ella y la dura Invidia puesto
(dando a los ojos llamas, y bramando
con feroz, labio, cual opuesto al Cielo
muge y arde espantoso el Mongibelo).




25


Bien sabes (prosiguió) cuanto inquietase
al Oreo el decir Dios tendrá su culto
todo el Orbe; temiendo nos faltase
de la Antártica tierra el pueblo oculto;
ni olvidas me inviaste a que indagase
entre los hombres con mañoso insulto
(no sin recelos de la gente Hispana)
quien logrará esta empresa más que humana.




26


¡Oh! nunca tu dictamen poderoso
me decretará asombros tan fatales,
pues me fueran dolor menos furioso
del Abismo las muertes inmortales.
Corrí el Mundo; y un Héroe portentoso,
con virtudes a tanta hazaña iguales,
encontré, allá donde pisó robusta
al Lingüístico mar Génova augusta.




27


Fiose al agua; y viendo mis cautelas
correr a nuestro fin su entena sabia,
por donde el Norte dirigía sus velas
hice sus velas Norte de mi rabia.
Jamás, jamás de otras aladas telas
horror tan fiero y miedo tal me agravia,
después que el Verbo en la dichosa brea
divinizo el cristal de Galilea.




28


Mas juro por el ínclito ardimiento
con que un tiempo asalté la excelsa Curia;
y por la Estigia en que arde nuestro aliento;
que nunca en ondas y aire hubo igual furia.
Mil veces con volcanes quemé el viento;
y blasfema (a la instancia de mi injuria)
contra el rostro del Cielo el mar que encierra
escupió la garganta de la Tierra.




29


Mas ¡oh infamia del folio obscurecido!
lo que ocho años logré con maltratarlo
por varios Reinos y ondas, solo ha sido
con la experimental ciencia ilustrarlo.
A altísimas virtudes que ha debido
al Criador, di ejercicio en opugnarlo:
Dios (cual suele) con sacras vigilancias
medios suyos halló en mis repugnancias.




30


Dichosa tú, que en esta gruta umbría
huiste de formar, sin tregua alguna,
al Cielo alto espectáculo, en que vía
lidiar un Varón grande y la Fortuna.
El Oceano, y el Abismo hacía,
con la Suerte, a un Mortal guerra inoportuna;
y fue mayor un Corazón humano
que la Suerte, el Abismo, y el Oceano.




31


La última vez que el mar turbé (oh furiosa
Reina) es un velo de celeste fuego
se me escondió la Nave victoriosa;
y a España dirigió su Proa luego.
Pondera tú estas Lumbres cuidadosa;
que yo tan sólo sé rabioso y ciego,
que la alta ardiente niebla en la ribera
humo me deslumbró, me abrasó hoguera.




32


Calló el Monstruo: Mas ¿quién podrá [oh tirana
Invidia] referir cuales furores
sentiste al ver que la nación Hispana
a glorias se ha de unir tan superiores?
¿Quién la llaga cruel con que inhumana
hirió aquella noticia tus rencores?
bramaste, ardiste, respiraste fuertes
rabias, volcanes, ansias, ruinas, muertes.




33


Tal cuentan que del Pindo en la ribera
(con las flechas del sacro Apolo herida)
se enfurecía la espantosa fiera
del rebalsado Mundo producida;
vierte un Ganges de sangre la severa
desunión de la escama empedernida;
revuélcase el gran monstruo entre el fracaso;
ruge: y a tanto horror tiembla el Parnaso.




34


Así feroz la Invidia se agitaba
con la angustia que en ella se encendía;
en sus mismos sentidos se vengaba;
de sus propios alientos se ofendía;
despedaza el Caballo que silbaba;
rásgase el pecho; el rostro hiere impía;
y deshaciendo riscos, el informe
azote vibra de la cola enorme.




35


¡Oh infelice! (prorrumpe) oh qué iracundo
que infausto amaneció a mi Gruta fiera
el ceño desta Noche! ¿hay otro inmundo
triste suceso que oprimirme quiera?
¡Oh Cielo! ¿no podía un Nuevo Mundo
ser conocido sin la fuerza Ibera?
tanto merece la Española gente
que es ya preciso que el Laurel se invente?




36


¿No bastó que, del Norte huyendo vagos,
en los Hispanos climas de oro llenos
al Universo hurtasen los halagos
de sus más cultos fértiles terrenos?
¿y habiendo sido a todo el Orbe estragos,
lograsen siempre atroces, que a lo menos,
si el Sol no oprimen, more su osadía
donde entre espumas agoniza el día?




37


¡Ah Eterno Ser! allí tanta inclemente
hueste tu protección aún no abandona;
a África pasan dando entre su gente
al Tíber solio hacía la ardiente Zona.
Poco fue el Tajo en piélagos luciente,
y el Betis que de olivas se corona,
bien que excesos confiesen a sus jaspes
glorioso el Indo, aurífero el Hidaspes.




38


¡Cuántas veces la esfera a su desvelo
Divinidad visible mostró amiga!
¡Cuántas Comilitón de España el Cielo
retrógrada vibró la asta enemiga!
Cedió el fuego a sus diestras; vio su anhelo
que la almena el cimiento en ruinas siga;
de tu imperio absoluto en las frecuencias
casi infamadas ya tus providencias.




39


Dijo: y sin proseguir, por que su ardiente
furia, impedía su clamor terrible,
ya en la Gruta no cabe; ni impaciente
ya en ella propia el fuego cabe horrible.
Bate las alas, y en el negro ambiente
el humo despedaza; arde inflexible;
suena al romperlo en la infernal caverna
el velo opaco de su Noche eterna.




40


Remolina pendiente en globo obscuro
de la cola escamosa la torpeza;
y las serpientes del cabello impuro
suceden, ondeando, a la cabeza.
Con el ardor que imprime al vulgo duro
también vuela irritada la fiereza
de esotros monstruos; en rabioso encuentro
[***] abultando espíritus el centro.




41


Cual si en grande vasija se introducen
del fuego al agua las actividades,
salta el humor en olas, y producen
ciego murmureo sus desigualdades;
así con fiero estruendo se conducen
de los monstruos inquietas las crueldades:
ampollas de ascuas el techo inmundo
vestigios son del cóncavo profundo.




42


Reventó la Caverna, no pudiendo
sufrir de asombro tanto el barbarismo,
y al día reveló el vaivén horrendo
los trágicos secretos del Abismo.
Cayeron muchas sierras; ascendiendo
los monstruos asustaron el Sol mismo;
toda la Tierra fue un volcán, o Averno,
de quien era vapor todo el Infierno.




43


¿Dónde vais Ciegos? ¿donde peregrina
se precipita la Región siniestra?
¿hasta cuándo opondréis a la Divina
Esencia, en vano, la Arrogancia vuestra?
¿Tan ligero escarmiento os dio a la ruina
la vencedora omnipotente diestra,
cuando al Cielo discorde en bando inquieto
la Mente impulso fue, filo el Concepto?




44


¿Tan poco os desengañan repetidos
oprobios cada instante en vuestros males,
para que a más despeño conducidos
busquéis la infamia con fatigas tales?
¡Oh cuánto por Colón vuestros gemidos
perturbarán los climas infernales!
Colón, que ya en España (a quien libraba
el Cielo, de aquel susto) el Rey buscaba.




45


Es Granada alto afán de los pinceles
de Abril; tanto en florestas logra amenas
a diluvios, Centellas de claveles;
a tempestades, Copos de azucenas.
Invidia el Sol beldad a sus vergeles;
y en sus fuentes, de tierno aljófar llenas,
para los llantos que entre rifas llora
aprende hermosas lágrimas la Aurora.




46


Con el Cristiano triunfo entonces era
todo su emporio gallardías sumas,
brotando empenachada Primavera
celestes Mayos de bandera y plumas.
Con las salvas y antorchas, que en su esfera
atendieron del Darro las espumas,
el día hacía noche el humo Ciego;
transformaba la noche en día el fuego.




47


Divulgose un rumor que había venido
el sublime Colón timbre del Lacio.
El sublime Colón, esclarecido
en todo undoso y floreciente espacio.
Corre el pueblo de aquella voz movido;
van inquietos los Grandes al Palacio;
hierve la Corte; cada cual primero
ver quiere, ansioso, e ínclito Extranjero.




48


Iba con él Bartolomé su hermano;
y el Veronés Camilo, en quien se vía
felice juventud que un soberano
progreso de Laureles ofrecía.
Festivo (como es deuda al más que humano
Caudillo) el Rey los recibió aquel día;
y mirando al mayor Colón glorioso,
Oh tú (exclamó) Caudillo generoso;




49


¿Qué incultos pueblos, qué fierezas sumas
en sus remotos ámbitos contiene
el Eje Boreal con ciegas brumas,
con volcanes la tórrida Siene,
donde al sonoro Bronce y a las Plumas
cuyo rapto a lo eterno se previene,
no hayan sido tu Nombre y tus desvelos
triunfo a sus voces, y alma de sus vuelos?




50


Ya en nuestra España resonó tu gloria
y tus Náuticos triunfos, elevados
más que cuantos se admiran con victoria
del Troyano y del Griego ejecutados.
Sabemos que adquiriendo alta Memoria
hacer emprenden grandes tus cuidados
que a pesar del Océano profundo
de sí se pasme duplicado el Mundo.




51


Feliz mi Reino que en su espacio advierte
los excelsos blasones de tu aliento;
Cuanto anhelare del tu Heroica Suerte
servirá a tu inmortal merecimiento.
Así hablaba Fernando: a quien el fuerte
Huésped las honras agradece atento;
pasando a explicar luego celestiales
causas de su venida en voces tales:




52


Augusto Rey del Reino más valiente;
quien me condujo al Noble Último Suelo
fue tu Fama inmortal, mi Esfuerzo ardiente,
y los santos Oráculos del Cielo.
No ha mucho que en las ondas de Occidente
le mandó una deidad a mi desvelo
buscar tus playas donde mezcla el Betis
Náyades dulces a la amarga Tetis.




53


Tendía la Noche el tenebroso manto
sobre las crespas instabilidades
de las espumas; y de obscuro espanto
también gemía el Euro tempestades;
cuando a influencias de un Prodigio santo
templándose del Agua las crueldades,
notamos breve luz, que parecía
(a gran diferencia) que del mar nacía.




54


Cual por Decreto eterno, que girando
vaga ya plebe los dispuso a Etonte,
con sus vueltas sus Globos van mostrando
los Astros mismos sobre el Horizonte;
así se estaba el rayo divisando;
y en fe de que su lumbre se remonte
hacia nosotros, cuanto ardor brillaba
más y más cada instante se aumentaba.




55


Estrella fue al principio; Aurora luego
que ahuyentó las tinieblas desiguales;
hasta que distinguimos en su fuego
un Bajel de contextos celestiales.
Tal por el Ganges (a sus llamas ciego)
el día restituye a los Mortales
la que al mar de Zafiros surca espacios
Carroza o Nave ardiente de Topacios.




56


El Buque todo de Marfil bruñido
crecía vistosísimo en las olas,
esmaltando su bulto desmedido
con purpúreo coral las Cintas solas.
Pareció que el Moncayo, dividido
de las cultas regiones Españolas,
por Cuajar de ampos sus campañas sumas
nueva Delos vagaba en las espumas.




57


Un Manantial de luces sus albores
en Portas y Escotillas expelían;
y aun todos con milagros superiores
los blancos copos del Marfil ardían;
la Quilla, y los Costados mil ardores
(cual la Popa y la Roda) difundían;
y influyendo al Zenit invidias yertas
eran vivo esplendor las Obras muertas.




58


No en su restante Náutico decoro
Pinos o Abetos admitió groseros;
de Oro las Vergas son, el Árbol de Oro,
de Oro el Bauprés, Trinquete, y Masteleros.
El diadema de Ariadna, en el tesoro
de sus Gavias, se copia con luceros;
puerta es de Oro el Timón que el Buque ardiente
a algún quicio del Cielo hurtó luciente.




59


Sólo Cáñamos de Oro se torcían
en su Jarcia riquísima; y preciosos
de un monte de Oro alado se fingían
las Velas crespos riscos luminosos;
Mil telas de Oro al Piélago pendían,
pareciendo que Apolo sus hermosos
desgreñados cabellos a las olas
en Flámulas vertiese y Banderolas.




60


Bien a una Ninfa que en su Alcázar viene
debía este Bajel sus claridades:
En rica Espada, por bastón, sostiene
de la Diestra las blancas suavidades;
en la Siniestra unas Balanzas tiene
que de algún Astro son huecas mitades;
y azul el Manto un Cielo fue, que arguyo
se hizo [a buscar más luz] Ropaje suyo.




61


El Golfo y Aura en ínclitos despojos
retratar procuraba sus Deidades:
dieron al Viento claridad sus Ojos;
su Frente al Agua dio serenidades:
sólo [sin que la imite el mar a enojos]
movían con volantes libertades
en las espumas de los Crespos bellos
doradas inquietudes sus Cabellos.




62


Con Dueño tan Divino y pompas tales
rompía el Agua aquel Navío ufano,
Velera Exhalación; y a sus Fanales
era ya Región poca el Oceano.
Surcos de inmensa llama en los cristales
dejaba; y con incendio soberano
tiñendo su Espolón del Mar los copos,
arrolló en vez de aljófares, Piropos.




63


Arde el Centro, arde el Aire felizmente
anegado de tanta lumbre bella;
cada profunda guija es un Oriente,
cada trémula ola es una Estrella.
Salió el Sol; y a su Alado Tiro ardiente
suspendido enfrenó la altiva huella;
que nunca igual reflejo debió hermoso
al vasto espejo del Cristal undoso.




64


Acercó en fin el Grande Mensajero
a nosotros su Albergue iluminado;
calmó del Aire el soplo lisonjero;
y el Numen veneraba mi cuidado.
Cuando afable el Clarísimo Lucero:
Feliz Mortal [me dijo] que ilustrado,
en fe de que has de amarla eternamente
mereces la Virtud mirar patente;




65


La fiel Justicia ves que al Firmamento
restituí fugaz mi Excelsa llama
viendo entre los Humanos el intento
que a hollar las leyes y Virtud se inflama.
Muchos riesgos le quedan a tu Aliento
antes que tu Laurel cante la Fama;
muchas fatigas, que en robustas huellas
sólo así se camina a las Estrellas.




66


Mas como este magnánimo Desvelo
basta a ilustrar mil Reinos, mil Varones,
quiere el Criador que se unan a tu Anhelo
las Glorias y Esplendor de otras Regiones.
Ya en estas mis Balanzas pesó el Cielo
los méritos de todas las Naciones;
y halla que el timbre de auxiliarte, sola
conseguirlo ha debido la Española.




67


Ve pues a aquellas Tierras, y a Rey tanto
pide Escuadrones contra el Paganismo;
y deja lo demás al Cielo santo,
que es fiador de tu triunfo el Cielo mismo.
Dijo: y negando con supremo espanto
a nuestros ojos su luciente Abismo;
la Ninfa, la alta Luz, y el Bajel culto
en la Nada del Aire quedó oculto.




68


Bien como allá en el Golfo Mamertino
han admirado muchos Navegantes
fingirse en medio del humor marino
hermosos muros y árboles brillantes;
si abunda el Aura y borra el peregrino
objeto de las ondas inconstantes,
gime el Piloto; y correr quiere atento
tras los hurtos dulcísimos del Viento;




69


Así nosotros con crecida pena
perdimos sus divinos resplandores;
mas venerando cuanto nos ordena
buscamos tus dominios triunfadores.
En mezclarme a tu Fama (oh Rey) se llena
cuanto premio esperamos lidiadores;
pues ¿dónde pudo haber igual Victoria
a vivir con Fernando en la Memoria?




70


Desta suerte propuso el advertido
Colón, que a España su ardimiento enlaza.
Fernando (ya el Cielo prevenido)
la Acción a un tiempo y el Caudillo abraza.
Lo Vulgar (dice) emprenda el que abatido
mostrar como se dura al Ocio traza;
y a Portentos aspire el que apercibe
enseñarle al Honor como se vive.




71


Así decía: y al Varón que aclama
promete auxilios el Monarca fuerte.
Admitida la Empresa, grande Fama
vuela, y a toda la Región lo advierte.
Los Claros Españoles cuya llama
desdeña hallar por larga edad la Muerte,
todos quieren dejar el Patrio Polo,
que es Patria a esta Nación el Vencer sólo.




72


Ya del Parche y del Bronce (que impaciente
gime inspirado, y ruge sacudido)
concurría a los ecos, obediente
el generoso Número Eligido.
Mostróseles Colón; y dignamente
de todos por Caudillo fue admitido;
Capaz le admiran de que imponga leyes,
de Jerjes vano a las Marciales greyes.




73


En el Yelmo (que ya Césped de acero
producía de plumas selva errante)
entregaba al Favonio lisonjero
alado emblema de su Acción vagante.
en la vestida Púrpura el guerrero
color, decía su Insistir constantes
y encendidas copiaban su Osadía
las ascuas de Oro en que el Ropaje ardía.




74


Al lado pende la triunfante Espada,
y el Bastón ciñe la robusta mano.
Así junto a Fernando la agregada
Hueste Española atiende Soberano.
Los Pinzones, en gloria dilatada
(como en sangre) uno de otro digno hermano,
allí se vieron; el Martín valiente;
noble Francisco; y ínclito Vicente.




75


Ningún Héroe de cuantos la propicia
Fama encarece en eco generoso,
tuvo como estos tres tanta noticia
del Mar sangriento, y Marte proceloso.
Contra cualquiera dellos mal se indicia
en una y otra acción riesgo espantoso,
pues de Palas y Tetis vencen sumas
Tormentas de metal, Lides de espumas.




76


Llegó modesto el Sacerdote santo,
Jaime digo; por grandes calidades
de Virtud, digno de renombre tanto;
grato a un tiempo a los Hombres y Deidades.
Tú también, Docto Juan (que apuras cuanto
auxiliar puede las Mortalidades)
nuevas Plantas buscaste en Ida nuevo;
Esculapio vagante emuló a Febo.




77


No dejarán mis versos de aclamarte
Oh Ingeniero felice, ardiente Diego,
a cuyo intento en Máquinas de Marte
con resignado horror servía el Fuego.
Parecía que a Lípari reparte
lumbre su Diestra, y al Abismo ciego;
creyeras le dan a Jove llama fiera:
Tanto que el alquitrán su estudio impera.




78


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108


Filipo el fuerte, Antípoda del Miedo,
también quiso oprimir la inconsistencia
del Agua; con Gutiérrez y Escobedo
alumnos de ka bélica violencia.
Y Sánchez por quien digna le concedo
del Eresma al Raudal suma excelencia;
con Rodrigo, a quien cuna dio en Triana
la Esclarecida Babilonia Hispana.




109


Mas entre aquellos que a ilustrar la Brea
destinó el gran Monarca Felizmente,
¿dónde, oh Carlos, te olvido, noble idea
(y aun exceso) de Aquiles Floreciente?
del Tejo amado y la ínclita Ulisea
(patria suya Feliz) erraba ausente;
altos casos de Amor, Lides extrañas,
lo llevaron del Darro a las campañas.




110


Natural le hizo allí el Valor glorioso;
y de las Musas el Furor sagrado.
El Furor, en su Plectro numeroso
a engrandecer los Héroes dedicado.
Bien que en fin como ofrenda al poderoso
Desvelo Universal, Numen vendado,
cantando el tierno ardor del propio aliento
turban siempre sus quejas su Instrumento.




111


¿Quién creyera que al ser su Heroico objeto
la Memoria, la busqué repugnante?
mas ¡ay! que entonces un tirano afecto
triunfaba cauteloso del triunfante.
Tú, ciego Amor, de las espumas Nieto,
quisiste que en su espíritu constante
viese tus palmas [como tu inhumano]
el vidrio infiel del último Oceano.




112


Amaba el Joven; y sus ansias era
Jacinta hermosa; amaba y era amado.
Dichoso: si el Error no introdujera
decente Obligación contra el Cuidado.
Mándale el Rey que vaya. ¡Oh cuán severa
lucha infundió en su pecho fatigado!
Avisolo a la Dama que a otro día
siguiendo el Padre a Málaga partía.




113


Quedarse quiera; pactan la robase
a la Noche: ¡así ya su ausencia llora!
mas como el Rey entonces lo ocupase
al puesto fue después del'hora un'hora.
La Dama suspirando que él faltase
sale sin poder verlo aquella Aurora:
¡infausta Noche! un'hora en sus azares
los condujo mil siglos de pesares.




114


Leonor, que de uno y otro el pecho ardiente
sabia, y a Jacinta amiga asiste,
le dijo lo aguardó la Bella Ausente;
noticia que aumentó su Angustia triste.
Que la siga el Amor dicta impaciente,
el Honor en que al Rey no falte insiste;
dando en fin al Honor su Amor la Palma,
Jacinta deja, y en Jacinta el Alma.




115


Estos y otros Varones, a quien debe
la Diosa voladora inmortal vida,
negándose a la Corte, en tiempo breve
llegaron a la playa apetecida.
Donde el siempre voraz Neptuno bebe
la corriente del Azige teñida
con la Nave Latina unidos vieron
los Leños que del Rey dádiva fueron.




116


Tres entre todos son los que al ambiente
y al Mar entregan Proas y Estandartes;
quizá ofreciendo que gloriosamente
de las tres Parcas frustrarán las artes;
si no es que en Quillas tres al Occidente
se unen del Mundo antiguo las tres Partes,
cuyo impulso al Tridente y sus secretos
las tres Puntas le rompe en tres Abetos.




117


Airón del Tope fue en la Capitanía
un Estandarte en que admirarse pudo
la Señal de la Planta Soberana
donde al Verbo dio muerte el Pueblo rudo.
De la Popa tejido al aura vana
se encrespaba de España el Real Escudo,
siendo en el Tafetán, con Reinos ciento,
vaga la Tierra población del Viento.




118


Ya viraba la Ghusma el Cabrestante
Levando el Ancla entre el usado estruendo.
Disparan luego; y brama el Fulminante
salitroso clamor del Bronce horrendo.
Más de un Delfín absorto; y anhelante
más de una Foca al centro bajó huyendo;
y allá mayor en ecos halló el ruido
de las profundas grutas repetido.




119


Domina aquellas playas la rudeza
de un Monte, a quien su espacio viene estrecho;
y aun al Mar algún sitio su fiereza
usurpa, de las ondas a despecho;
Jayán robusto a quien Naturaleza
de Mallas de Peñascos armó el pecho;
y a cuya frente dieron cultas artes
Escarpadas Viseras de Baluartes.




120


Desta murada defendida cumbre
que es amparo del Puerto y de sus entrada,
en los Cañones la ruidosa Lumbre
correspondió a los leños, exhalada.
De Hispana gente, tanta muchedumbre
inundaba la Playa a ver la Armada,
cual si otro Deucalión (de Vulgo llenas)
transformarse en Vivientes las arenas.




121


Todo era confusión; todo plausible
rumor; la Tierra, el Aire, y Mar violento;
descogiendo en desorden apacible
Ruido al Mar, la Tierra Ecos, Humo al Viento.
Mas el supremo Autor incomprehensible
halagüeño calmó con un Portento
el Humo, el Ruido, y Ecos singulares,
de la Playa, del Viento, y de los Mares.




122


¡Oh Ley Divina! ¡Oh siempre desvelado
Favor, de nuestro Esfuerzo en la asistencia!
repartiendo en impulso venerado
¡a Mérito mayor más Concurrencia!
¡Oh cuánto ensalza tu esplendor sagrado
de un Emprender sublime, la excelencia!
y aun nuestro Error en Obras duda extrañas
extender la Virtud con las hazañas?




123


Rasgose el Cielo; y para que inmortales
mutaciones su Autor diese; y Real verso,
por silbo el estallar de sus Cristales
oyó el Teatro allí del Universo.
Prevínose la Espuma a Escenas tales
risueña más; el Céfiro más terso;
y difuso Auditorio a tal Belleza
fue toda absorta la Naturaleza.




124


En Nube que invidiara Citerea,
pues (de Pensiles su primor tejido)
sino la Copia hermosa de Amaltea,
el Regazo del Alba era florido,
tantas Deidades la Celeste idea
al Euro desataba esclarecido,
que afirmaras poder (de la brillante
carga eximido) respirar Atlante.




125


Jamás Tropa tan bella de Hermosuras
con Diana al Eurota en su corriente,
o al Idalio en sus verdes espesuras
con la Madre de Amor dan floreciente.
Menos Belleza en las Nereides puras
a Tetis acompaña reverente
cuando al Mar la conducen oportuno
los Nácares falcados de Neptuno.




126


Cual hace del Caistro en las campañas
blanca Niebla de Cisnes el Sol ciego,
coronando las Chozas de Espadañas
que de su Orilla pueblan el Sosiego;
Así ceñía la Nube, y sus extrañas
Pompas, las Naves; y sonora luego
siete veces su Tropa Soberana
el Buen Viaje dio a la Capitana.




127


Buen Viaje; Muralla incontrastable
a quien es foso inmenso el Oceano,
para que opugne de tu Solio instable
Militante la Iglesia el Monstruo vano.
Máquina esclarecida en que admirable
reprimirá Diluvio más tirano
ese glorioso que felice encierras
Noé segundo de ignoradas Tierras.




128


Buen Viaje; Templando su ardimiento
[en cuanto entregas otro Mundo al Polo]
resignen obsequiosos en tu intento
el Tridente Neptuno, el Risco Eolo.
Anfitrite con Doris su elemento
en danzas y armonías turben sólo;
florezca el Alga, y entre sus viriles
el Mar inunden Piélagos de Abriles.




129


Buen Viaje; No aplauda ya profano
el rumor de la vaga Fama aquellas
Naves de Baco y Febo soberano,
adornadas de Pámpanos y Estrellas.
Cese por ti el renombre más que humano
dese el Bajel a cuyas Jarcias bellas
[sobre el resplandeciente acorde velo]
es ladradora Escila el Can del cielo.




130


Buen Viaje; Apresure nadadora
tu Quilla contra el Lete a quien asusta,
desempeños de mucha anunciadora
Profecía que a tu Emprender se ajusta.
En ti ya la Paloma triunfadora
vuela a las Torres de su gloria Augusta,
acompañada de Héroes Españoles
que vagan Nubes, y se ilustran Soles.




131


Buen Viaje; Oh Portento destinado
a hollar las Furias que Aqueronte encierra
cuando en España a la piedad del Hado
mereciese un gran Rey la oculta Tierra.
Nuevo Argos, nuevo Tyfis al salado
Nereo haciendo portentosa guerra,
ya ves (oh Edad Feliz) y a tu decoro
se vierten ya los raros Siglos de Oro.




132


Buen Viaje; En Divinas Claridades
de Leyes que en el Mundo habrá mejores:
dará Astrea a las Tierras sus Beldades,
dejando las Estrellas por las Flores.
Mezclados los Humanos, y Deidades,
vendrán los largos Meses vencedores;
y ilustrará con Sacra Llama el Suelo
grande Generación del alto Cielo.




133


Buen Viaje; Y en premio a estas piadosas
palmas (o Leño) que has de darle a Cristo
digna mansión te cedan las dichosas
permanencias del Eje de Calisto.
No Ejemplo sólo a naves victoriosas
ese Clima te hará de nadie visto;
Norte serás, varado en rayos fieles
Bajel de Luz que adoren los Bajeles.




134


Hablando así del matizado Velo
al Pino triunfador la voz sonora,
con nuevo dulce Rapto volvió al Cielo
su misteriosa Nube voladora.
Llovía sobre el Mar su ausente Vuelo
Jazmines y azucenas que atesora;
cual galas presta al verde Pavimento
Árbol florido que sacude el Viento.




135


Los Nautas; y en la Playa el numeroso
Pueblo, absortos miraban las Deidades;
notando como el Reino luminoso
aplaudir suele las Heroicidades.
Óiganlo, oh Musa (pues a mi armonioso
Clamor guarda el Destino Eternidades)
Óiganlo atentos con veneraciones
los Siglos todos, todas las Naciones.




136


Y Oidlo, oh Vos, aquellos que abatido
la Alma desmerecéis, perdéis los Años,
o entre infame Descuido detenidos,
o anhelando entre pérfidos Engaños.
Los sacros Triunfos, los Esclarecidos
Laureles que la Tierra admira extraños
no podrá vincularlos la Riqueza
al viciado Esplendor de una Grandeza.




137


Nunca a Vosotros que en la Real Privanza
os colocó y mantuvo Estudio inico
presterá el Mando, aún libre de Mudanza,
las Palmas que a estos Ínclitos dedico;
Bien que pongáis los Reinos en Balanza
a quien eleva o baja el Metal
sin ver que el Cetro y Gloria vencedora
no sobrevive a la Justicia un'hora.




138


¿Pensáis acaso cuando os formé el Cielo
para ilustrar la Patria, el Rey, y el Culto
que os hará destos Nautas paralelo
la Altivez? ¿La Lascivia? ¿Y el Insulto?
En vuestra Suerte grande nace al Suelo
Augusta Descendencia, Timbre adulto;
y sólo crece con fatal porfía
bronca Ignorancia, infame, Cobardía.




139


Aquí venid, oiréis un encendido
Clamor que Aviso eslabonando puro,
digno de Imitación lo Esclarecido
en rasgos lleva al Admirar futuro.
Vuestro Letargo infiel confunda Ruido;
Llama ilumine vuestro Olvido obscuro
[Siglos prendiendo en gomas de su Electro]
Trueno aún tiempo y Relámpago mi Plectro.




140


Y si en tan rudo Comprehender, mis Versos
no excitan un espíritu valiente,
la activa Luz que invoco, esos perversos
torpes Ocios deshaga augustamente.
Fuera Osadía a muchos Universos
de mi grande Obra la gloriosa frente:
ella os encienda; vuestra Infamia asombre
del gran FILIPO el portentoso Nombre.




141


Y ya que Excelso raya y Victorioso
al Guadarrama Pórfidos helados,
prosigan con Auspicio tan glorioso
nuestros Héroes sus Vuelos empezados.
Nuestros Héroes, que de otro generoso
nuevo Ardor se engolfaron inflamados;
haciendo el Soplo que las Velas llena
Tesar los Cabos, y Crujir la Entena.


 
 
Fin del Libro primero
 
 


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