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ArribaAbajoCAPITULO IV.

De las Imágenes de los Santos Angeles en comun, y de los errores, que suelen cometerse acerca de sus Pinturas


I Es muy celebrado el parecer de un Varon venerable, y ortodoxô, de Juan, digo, Obispo de Thesalónica, cuyo libro se leyó en el séptimo Concilio General, que fué el Niceno segundo, Act. 5. 257 Dícese allí, por lo que toca á los Angeles, y á sus venerables Imágenes, lo siguiente, que aunque es bastante sabido; con todo, porque no á todos es obvio, me ha parecido bien trasladarlo aquí: Dixo el Santo: En quanto á los Angeles, Arcangeles, y Potestades, en cuya clase pongo tambien á nuestras almas, este es el parecer de la Iglesia Católica: que son intelectuales, pero que no carecen enteramente de cuerpo, como vosotros Gentiles decís; sino que tienen un cuerpo tenue, y aereo, ó igneo, como se dice en el Salmo: Qui facit Angelos suos spiritus, & ministros ejus ignem urentem. De este parecer, sabemos haber sido muchos Santos Padres, y entre ellos S. Basilio por renombre el Grande, S. Athanasio, Methodio,   —115→   y los que le siguen. Solamente Dios es incorporeo, y tal, que no se puede figurar: pero las criaturas intelectuales, no son totalmente incorporeas, y pueden representarse con el pincel. Por esta misma razon, ocupan lugar, y tienen circunferencia. Y aunque no son corporeas como nosotros, esto es, compuestas de los quatro elementos, y de una materia crasa: nadie dirá sin embargo, que los Angeles, los demonios, ó las almas son incorporeas; pues muchas veces se han aparecido en su propio cuerpo, aunque solo les han visto aquellos, á quienes Dios abrió los ojos. Y así, pintamos nosotros, y adoramos á los Angeles, no como á Dios, sino como á criaturas intelectuales, y ministros de Dios; bien que no les pintamos, ni veneramos por verdaderamente incorporeos. Y la causa de pintarles en figura de hombres es, el haberse aparecido en esta forma, quando han exercido para con los hombres el ministerio á que Dios les ha enviado. Hasta aquí el citado Juan Obispo de Thesalónica.

2 Aquí es, donde un esclarecido Autor (á quien nombro por alabarle) el Ilustrísimo Fr. Bartolomé de Carranza Miranda, dice, que el Concilio, mas parece haber aprobado, que desaprobado el parecer de dicho Padre: porque, en vista de lo que habia dicho el Obispo de Thesalónica, habló así el Patriarca Tharasio: Demuestra el Padre (el Obispo de Thesalónica) que es conveniente pintar á los Angeles, pues pueden circunscribirse, y se han aparecido en figura de hombres. A cuya exposicion, respondió unánimemente el Concilio: Etian Domine (que es formúla de aprobacion). Muchas cosas se incluyen en dichas palabras, que no es del presente instituto, detenernos demasiado en ellas. Baste por ahora poner á la vista, lo que advirtieron graves Theólogos, que no todas las cosas, y cada una de ellas en particular, que en los Concilios Ecuménicos se proponen, disputan, ó alegan, aun por los mismos Padres del Concilio, son decisiones, ó definiciones del Concilio:   —116→   antes bien, se dicen muchas cosas (que esto quiero disimularlo) solamente probables, y verisímiles, y otras tambien falsas, y que no pertenecen al asunto, en las quales nunca puede fundarse la decision, y definicion del Concilio, que principalmente pende de la siempre venerable mocion, é inspiracion del Espíritu Santo, aunque esta no sea con modo milagroso. Insistiendo, pues, en lo que vamos tratando, afirmo seriamente, que el Concilio Niceno segundo en ningun modo aprobó las palabras de Juan Obispo de Thesalónica; habiendo muchas entre ellas, que enteramente se apartan de la verdad, y del recto modo de pensar: y que en este particular, solo definió lo propuesto por el Patriarca Tharasio; esto es, que era lícito, y conveniente pintar á los Angeles. Véase á un Theólogo de grande juicio el P. Gabriel Vazquez en su erudita obra De Cultu, & Adoratione258, á Bubalo259, á los Padres Salmanticenses260, y al doctísimo, y Rmo. P. M. Fr. Francisco Zumel, el qual ha tratado de los Angeles con mucha afluencia, sutileza, y erudicion: pero no puedo abstenerme de citar aquí á un Varon muy sabio, y amigo mio, el Reverendísimo P. M. Fr. Manuel Navarro en el tom. de sus Prolegomenos de Angelis261.

3 Y que esto claramente haya sucedido en dicho lugar del Concilio, ó para hablar con mas verdad, en las citadas palabras de Juan Thesalonicense, que se leyeron, y recitaron en el Concilio: nadie podrá dudarlo, que verdaderamente merezca el nombre de Theólogo. Porque, aunque el decir que los Angeles carecen enteramente de cuerpo (ya sea este craso, y concreto como los nuestros, ya tenue, y sutil, que los Griegos llaman lekta\); no sea inmediato dogma de Fé, como   —117→   lo afirman con gran razon Theólogos muy hábiles; pues, dexando á parte á innumerables, que les atribuyen cuerpo, el Gran Padre de la Iglesia S. Agustin, no solo lo dudó, sino que en muchos lugares llevó abiertamente la sentencia contraria262: con todo, despues de haberse exâminado con mas cuidado, y diligencia la verdad de esta materia (lo que hizo principalmente el Angélico Doctor Santo Thomas263, y los que despues le han seguido); la proposicion de que los Angeles son incorporeos, y que carecen de toda materia, es tan cierta, y se halla autorizada con testimonios, y razones tan inconcusas, y convincentes, que la sentencia contraria con razon es tenida por erronea.

4 He dicho esto, para poner mas en claro la razon sólida, y de que nadie puede dudar, por qué sea lícito, y conveniente el pintar á los Angeles en figura de varones, ó de jóvenes, la qual no es otra, sino el haberse aparecido muchas veces á los hombres baxo esta figura: de manera, que no hay cosa mas comun, y corriente, que verlos pintados como á unos niños, ó jovenes muy modestos, pero ágiles, y de bello parecer. Y que los Angeles se hayan aparecido freqüentísimamente en figura de hombres, es cosa que nadie la ignora: pues los que se aparecieron á Lot, y que habian de destruir las nefandas Ciudades, se manifiestaron en esta forma, no solo á Lot, sino tambien á los moradores de aquella Ciudad, como claramente se colige por lo que intentaron aquellos malvados, los quales, como estuviesen abrasados con la concupiscencia de la mas exêcrable luxuria, quisieron abusar injuriosamente de ellos, diciendo á Lot264: ¿Dónde están los varones, que de noche han entrado en tu casa? Hazlos salir aquí para que los conozcamos. No pudo ser, pues, menos, sino que les   —118→   parecieron hermosos jóvenes. Lo mismo puede confirmarse copiosamente de otros lugares, así de la Sagrada Escritura, como de la Historia Eclesiástica; pero es esto tan claro, que sería por demás querer detenernos en ilustrar esta materia.

5 Esto sentado, los errores que pueden cometerse en pintar á los Angeles, por la mayor parte se reducen á ciertos lugares generales, y comunes. Porque, el pintarlos como muchachos grandecillos, y de unos diez años, casi enteramente desnudos; es un abuso, que lo hemos ya reprehendido tratando de la desnudez de los cuerpos en las Imágenes Sagradas265: lo mismo digo, quando los pintan jóvenes, y casi del todo descubierto el muslo: porque esto, que los Pintores llaman elegancia de la Pintura, no podemos de ninguna manera admitirlo, antes bien con mucha razon lo reprobamos, como que no dice bien con la gravedad, y modestia christiana. Mas, el que los pinten con semblante hermoso, cabello rubio, y decentemente crespado, no me atrevo á condenarlo por error: pues con estos, y otros semejantes adornos, no intentan otra cosa los peritos Artífices, sino representarnos oportunamente, y ponernos á la vista del modo que humanamente se puede, la perfeccion de los Angeles, y la hermosura de su naturaleza, que nunca envejece. Ni debe hacer fuerza á nadie, el que un Escritor elegante, y erudito, parece haber reprobado las Imágenes de los Angeles pintados de esta suerte. Estas gon sus palabras266: No quieras figurarte á los Angeles, como los viste tal vez representados por los Pintores, y Poetas, con un semblante rodeado de admirable resplandor, caidos blandamente sobre su cuello sus cabellos rubios como el oro mas puro, y como que al parecer se mueven con el aura, ó vientecillo del mas suave zéfiro, sobre un cuello lucio, y blanco como   —119→   la nieve: saliéndoles de los hombros dos alas hermoseadas con un texido celestial del verdor de las flores, á semejanza del que vemos en los Pavos reales: de suerte, que representando con el mas blando, y proporcionado temperamento, los colores de oro, amarillo, azul, y purpúreo, ofrecen á la vista la misma variedad, que admiramos con gusto en el Arco Iris; á que se añade, el pintarles vestidos con una túnica de lienzo, guarnecida con encaxes finísimos, y ondeados en la orla, que les hace mas hermosos, y agraciados. Vuelvo á decir, que esto á nadie debe hacer fuerza: porque, á mas de que la artificiosa, y bellísima descripcion que hace de las Pinturas de los Angeles este Autor eloqüentisímo, mas parece que tira á poner á la vista de los lectores una elegante pintura de ellos con los mas vivos colores de la eloqüencia, que á querer debilitar, y hacer valer menos una invencion, ó pensamiento por otra parte piadoso, y sabio: si tienen en sí alguna fuerza la expresada autoridad, y aviso, no se dirige á otra cosa, sino á que nadie seriamente se imagine, y persuada, que en realidad son tales los Angeles, como se pintan aquí, ó en la tabla; y á que ninguno crea, que los crió Dios tales, como nos los proponen los Pintores: bien que no hay inconveniente, en que nos los figuremos vestidos con decoro, y decencia. De este modo explica el sentir de este Escritor, otro Autor muy erudito de la misma Compañía267. Con efecto, un Cardenal de la misma Religion, no solo lo concibe en estos términos, sino que afirma, que de hecho sucedió así, quando dixo elegantemente, hablando del Arcangel S. Gabriel268: Imitó el semblante de un joven muy hermoso, y resplandeciente; pero con un género de vestido, y aspecto mas magestuoso, que los de los demas   —120→   hombres: de suerte, que facilmente se podia comprehender, que baxo de aquel cuerpo estaba escondida alguna cosa mas que humana, y que no venia allí un hombre mortal, sino un Angel del Cielo. De todo lo qual, se manifiesta claramente ser cosa decente, y acertada, el pintar á los Angeles como unos jovenes hermosos, y alados, y que esta práctica generalmente recibida, no contiene en sí error alguno.

6 Alados, digo, ó con alas, para reprehender aquí, no un error manifiesto, pero sí un modo bastante raro, que usó el celebérrimo Pintor Miguel Angelo, á quien con solo nombrarle se le elogia: cuya invencion refutó ya antes el erudito Italiano Andrés Gilio269, á quien citamos arriba270. Este, pues, con razon reprehende al mencionado Pintor, porque pintando á los Angeles, los pintaba en efecto como mozos; pero sin alas, ni plumas: porque decía (así me contó un Varon de singular autoridad, que freqüentemente lo referian los Pintores mas hábiles) que pintándolos con alas, no era extraño que volasen; pero que sí, era mucha maravilla, el que sin tenerlas, fuesen con un vuelo velocísimo á cumplir los mandatos de Dios. Pero, con licencia de este Varon tan grande, y de tan sobresaliente Pintor, diré, que semejante pensamiento es un despropósito, quando se trata de asuntos, que los Pintores proponen á la vista, y no á solo el entendimiento. Porque ¿quién podrá ignorar, que siendo los Angeles unas substancias sin cuerpo, no tienen alas, ni plumas corporeas? Pero ¿de qué otro modo, se podrá representar mas oportunamente á la vista su agilidad, y ligereza, sino pintándoles con alas, y plumas? Nada hay mas freqüente que esto, nada, de que tanto hayan usado los ingenios mas sublimes, como el atribuir alas á las cosas inanimadas, é insensibles, quando quieren significar su ligereza,   —121→   y velocidad. Y empezando por las fábulas, donde hay no poca instruccion, y mucho ingenio; aquel Mercurio, Intérprete de los Dioses, y angel, ó nuncio de Júpiter (pues los mismos muchachos saben, que el nombre de Angel no quiere decir otra cosa, sino nuncio, ó mensagero) le describen con alas los Poetas. Oigase por todos al Príncipe de ellos, el qual, hablando de Mercurio, ó de Hermes, dice271:


............Ille patris magni parere parabat
Imperio. Et primum pedibus talaria nectit
Aurea, quæ sublimem, sive æquora supra,
Seu terram, rapido pariter cum flamine portant.

Atribuye tambien alas á la Fama el mismo Poeta, en otro lugar bastante famoso, y elegante, que no puedo menos de referirlo en parte272:


Fama malum, quò non aliud velocius ullum
Mobilitate viget, viresque adquirit eundo.
Parva metu primò, mox sese attollit in auras;
Ingrediturque solo, & caput inter nubila condit.
Illam terra parens, ira irritata deorum,
Extremam (ut perhibent) Cœo Enceladoque sororem
Progenuit, pedibus celerem, & pernicibus alis,
Monstrum horrendum, ingens: cui quot sunt corpore plumæ,
Tot vigiles oculi subter.

El referido Poeta, da tambien alas al rayo, que es la cosa mas veloz que conocemos (y para decirlo en breve) estas son sus palabras: Et fulminis ocyor alis. Pero ¿para qué necesitamos de mas testimonios? Hornero, Homero digo, aquel, que se puede llamar fuente de todos los ingenios, á cada paso atribuye alas á las mismas   —122→   palabras; porque con admirable velocidad, hieren los oidos de aquellos con quienes hablamos: suya es aquella expresion, que freqüentemente repite273:

Texto en griego

Esto es:


Ipsum affata palam est, & verba volucria dixit.

No puedo yo despedirme ahora de esta materia, y con efecto mal satisfecho la concluyera, si al célebre Miguel Angelo Italiano, no le opusiera otro célebre Italiano; lo que no será fuera de propósito, puesto que no difieren mucho las profesiones de ambos, y que de una, y otra, es propia la delicadeza, y el gusto. A un Pintor, pues, de tanta fama como Miguel Angelo, opongo un Poeta no menos famoso, y que debe contarse entre los mas esclarecidos. Este es Torquato Taso, varon á la verdad grande, el qual casi al principio de su grande obra, describe primorosamente la embaxada del Arcangel San Gabriel al Rey Gofredo, haciéndonos una bella pintura del Mensagero celestial, á quien le atribuye alas, y plumas. Las palabras de este insigne, y eruditísimo, Poeta son las siguientes274:


Ali bianche vesti, c' han d' or le cime
Infaticabilmente agili, e preste,
Fende i venti, e le nubi, e vá sublime
Soura la terra, e soura il mar con queste.
Così vestito indirizzosi á l' ime
Parti del mondo il Messaggier celeste.
Pria sul Libano monte ei si ritenne,
E si libró sú l' adeguate penne.

7 Mas estas cosas, como tomadas de los sentidos   —123→   materiales del hombre, parecerán á alguno sobradamente groseras. Enhorabuena: pero, ya que la disputa es de cosas muy sagradas, razon será que tratemos de ellas. En las Sagradas Letras, se hace freqüente mencion de los Serafines, y Querubines: mas, pregunto, ¿con qué género de vestido se han dexado estos ver de los hombres, á quienes quiso Dios que se les manifestasen? Ciertamente, no se han visto de otro modo, sino con plumas, y alas, y no como quiera con dos, ó quatro, como quieren algunos, sino con seis, segun claramente lo dice el mismo Texto de la Escritura, que ahora no quiero explicar mas, por quanto de esto trataré mas largamente despues275. Y no solo hace mencion la Sagrada Escritura de alas, y plumas; sí tambien del mismo vuelo, para que sirven las alas. Así dice el Texto Sagrado276: Voló hácia mí uno de los Serafines, y en su mano tenia un carbón encendido. Y en el Apocalipsis de S. Juan, quando se describe, como freqüentísimamente lo hacen los Predicadores, aquella muger coronada de estrellas, y vestida del Sol, se dice tambien una cosa, que hace mucho á nuestro intento277: Y diéronsele á esta muger dos alas de águila grande, para que volase al desierto. Dando á entender la Escritura, que no sería correspondiente el vuelo, á quien no tuviera alas. Ademas (pues no quiero pasar esto en silencio) que algunos Padres de la Iglesia, y Autores de mucha nota, afirman llamarse los Angeles páxaros, y aves. Pues sobre aquello del Apocalipsis278: Ví á un Angel, que estaba en el Sol, y que daba grandes voces, diciendo á todas las aves que volaban por en medio del Cielo; Andrés Obispo de Capadocia, dice, que en nombre de aves del Cielo se entienden los Angeles; y da una razon muy buena, á saber: Porque vuelan muy alto, y en medio del Cielo, y de la Tierra, y porque de   —124→   allí baxan para instruirnos. Acerca de lo qual, Thomas de Cantimprato refiere una agradable historia, y no inverisimil279. Dice, que á cierta muger, venerable por su mucha virtud, y paciencia, estando enferma en su cama muchos años antes de su muerte, una ave de admirable belleza, y hermosura la consolaba con suavísimas, é inefables voces. Y habiéndole preguntado (dice este pío Autor) ¿qué canto de páxaro era el que remedaba dicha ave? No hay en la tierra otra, respondió la enferma, con quien se pueda cotejar. Ni me deleyto solamente con el oido, sino que se alegra tambien mi corazon, y me siento inflamada para ir á gozar de la eterna bienaventuranza. ¿Qué puedo pensar yo de esta ave (concluye refiriendo este caso un Autor de mucha piedad, y lectura280), sino que era un Angel? Quede, pues, sentado, que mas que haya intentado lo contrario este insigne Pintor, deben pintarse los Angeles con alas, y plumas.

8 Por lo que toca á pintar los Angeles llorando, é hinchados sus ojos por las muchas lágrimas, digo, que algunas veces no se hará mal, y se obrará con prudencia en pintarlos así, y que otras será cosa inepta, y ridícula el pintarlos de este modo, como si se pintára á un Angel llorando por una friolera, y bagatela: por exemplo (segun referimos arriba) quando pintaron á un Angel llorando por haberse quebrado un plato de la mesa; ó si se le pintára derramando lágrimas por otra grandísima nonada. Pues nadie dexará de conocer, ser esta una cosa absurda, y que no puede menos de parecer ridicula á qualquier hombre de juicio. Pero al contrario, será de hombre prudente, y juicioso el pintar á los Angeles llorando por alguna cosa, que fuera digna de sus lágrimas, si de estas fuesen ellos   —125→   capaces; como es la crueldad de la Pasion, y Muerte de Jesu-Christo. En este lance, vemos freqüentemente pintados á los Angeles con un semblante triste, y derramando lágrimas, lo que Pintores sabios, y piadosos han practicado muchas veces, no sin razon. Porque, aunque con este modo de pintar, no se dé á entender, que aquellos Espíritus Bienaventurados, los quales acostumbrados á gozos indecibles, beben continuamente en la perenne fuente de delicias, estén sujetos á las pasiones de la naturaleza humana, de suerte, que se entristezcan, y aflijan por cosas, que á nosotros nos harian derramar lágrimas: sin embargo, se manifiesta con esto con bastante propiedad, el dolor, y crueldad del asunto, que conmovería entrañablemente aun á los mismos Espíritus Celestiales, y á la presencia de tan tierno, y tremendo espectáculo, les haría sin duda saltar lágrimas de sus ojos, si los tuvieran. Ciertamente, el Profeta Isaías, hablando, como quieren gravísimos Autores, de los mismos Angeles, dice281: He aquí que los que están diputados darán voces afuera, los mensageros de paz llorarán amargamente: lo que hombres doctísimos282 entienden del modo, que hemos explicado. Pero no es menester detenernos mucho en esto. S. Gerónimo, por Mensageros de paz, ó Angeli pacis, que dice la Vulgata, entiende los Angeles, que presidian en el Templo de Salomon, los quales del modo que podian se compadecieron, por ver que amenazaba ya, y que estaba cerca la próxîma ruina, y desolacion de aquel Templo. Por esto, dicen, haberse oido entonces una voz en Jerusalén, que decía: Migremus hinc, vámonos de aquí; esto es, del Templo, que luego luego habia de ser destruido, y desolado. Tambien se dice, que los Angeles lloran amargamente, porque nos excitan á la compuncion, al dolor, y á la penitencia,   —126→   no solo con sus ilustraciones, y algunas veces con palabras; sino tambien de algun modo con su mismo exemplo. Así entiende este lugar un eloqüente, y erudito Comentador del Libro de los Jueces283, en el capítulo segundo, sobre aquellas palabras del vers. 4. Estando hablando el Angel del Señor....... levantaron ellos su voz, y lloraron. Lo que despues ilustrarémos mas, tratando de los Angeles de Guarda; añadiendo algunas cosas sobre esta materia.

9 No será fuera de propósito advertir aquí, que muchas veces pintan á los Santos Angeles sin ningun rayo de luz, ni de resplandor; en lo que, si no hay error, no dexa de haber descuido. No tiene duda, que hablando el Apostol del Angel condenado para siempre á obscuros calabozos, y de las artes de que se vale para engañarnos, dice284: El mismo Satanás se transfigura en Angel de luz: como dando á entender, que el propio caracter, y el principal distintivo, por explicarme así, de los Espíritus Bienaventurados, es la luz, y el resplandor, segun dicen los Padres, é Intérpretes sobre este lugar285. Lo que por otra parte convence evidentemente la historia. Pues, como el Angel, que libertó á S. Pedro de las cadenas, hubiese entrado en la carcel, nos dice el Sagrado Historiador286: Hé aquí que vino el Angel del Señor, y resplandeció la luz en la carcel. Esto me hace recordar, lo que se refiere en las Actas del martirio de Santa Cecilia, la qual, como hubiese dicho á Valeriano su esposo, que un Angel tenia cuidado de ella, y prometídole este, que creería en Christo, si le viese; cumpliéndosele finalmente sus deseos, despues de haber recibido el Bautismo, volviéndose á Cecilia (dicen las Actas de esta Santa) la encontró que estaba orando, y junto con ella á un Angel,   —127→   que resplandecía con luces celestiales. Lo mismo podría confirmarse con otros exemplos: pero sería detenerme demasiado, si quisiera referirlos todos. Baste lo dicho, para probar, que á lo menos, por lo que toca á la magestad del semblante, conviene pintar á los Angeles con luces, y resplandores; y baste tambien haber advertido esto, hablando en general de los Angeles, lo que acaso trataré despues con mas extension. Pasémos ahora á tratar de cosas mas particulares.




ArribaAbajoCAPITULO V.

De las Pinturas de los Serafines, y Querubines, y de los errores, que pueden introducirse en estas Imágenes


I Tienen mucho de estudio gramatical las anotaciones, que hizo un Varon por otra parte grande287, queriendo explicar aquellas palabras Beata Seraphim, que leemos en el Misal, en la misma prefacion de los Divinos Misterios: y así, yo me abstengo de entrar en ellas, y de propósito he usado en el título de este capítulo de las voces Serafines, y Querubines (en Latin Seraphini, & Cherubini): no porque ignore que la palabra Seraphim en la Lengua Santa, ó Hebrea, esté en plural del verbo Hebreo Saraph, que tiene en singular el mismo Benoni, ó Participio, el qual hace en plural Seraphim, que vale lo mismo que igniti, ó abrasados. No porque, vuelvo á decir, ignore esto, que por mi profesion debo saber bien; sino porque juzgo mas conveniente usar de las voces que tiene ya recibidas el uso. Si de estos Espíritus (por lo que toca á sus Pinturas) quisiera yo tratar con la difusion que podría, me extendería mucho mas allá de lo que acostumbro, y de lo   —128→   que pide mi propósito. Y así, quien guste detenerse en esto, y quiera ver tratadas mas largamente estas materias, puede consultar á otros, que señalarémos aquí, los quales han llenado gruesos volúmenes, no tratando mas que este asunto. Yo solamente tocaré por encima, lo que precisamente conviene que no se ignore, ó que mas particularmente debe tenerse presente. Hablemos primero de los Serafines.

2 Los Serafines, de quienes en solo un lugar de las Letras Sagradas se hace expresa mencion; esto es, en una profecía de Isaías, se describen así, como consta del citado lugar, que es bien conocido288: Estaban los Serafines al rededor del trono: seis alas tenia el uno, y seis el otro: con las dos cubrian sus rostros: con otras dos sus pies, y con las otras dos volaban. Sobre cuyo pasage, suponiendo primeramente, lo que á mí por lo menos, me parece mas cierto; esto es, que aquella diccion super illud, de que usa la Escritura, antes se ha de referir al Solio, que al Templo; suelen hacerse algunas preguntas, cuya ignorancia podria ocasionar algun error en las Pinturas de los Serafines. La primera es: ¿Si se les han de pintar seis alas, ó solamente quatro, y ademas los brazos? Sobre lo qual, los doctísimos Padres Prado, y Villalpando289 fueron de parecer, que solo se debian pintar con quatro alas, y los brazos, intentando probar, no solo con testimonios de la Sagrada Escritura, sí tambien con los de Autores de mejor Latinidad, que estos se significan, y entienden baxo el nombre de alas. Pero esto (con el permiso de tan grandes hombres) me parece á mí lo mismo que Nodum in scirpo quærere, segun el proverbio de los Latinos, esto es, poner dificultad donde no la hay: porque afirmando tan expresamente el Texto, seis alas tenia el uno, y seis el otro; no parece que   —129→   nada pueda forzarnos á decir, que en su lugar se ponen los brazos. Y así yo afirmo con otros doctísimos Autores290, que á todos los Serafines se les han de atribuir seis alas. Mas, cómo, y de qué manera se les hayan de colocar, se puede conjeturar por lo que dicen los mismos Autores; esto es, que á cada uno de los Serafines por la parte superior de los hombros, les salgan quatro alas, de las quales, dos les sirvan para cubrirse, no del todo, sino algun tanto (como observan los mismos sabios Autores) el semblante. Y de la parte superior de los muslos, les salgan otras dos alas, una de cada lado, con las quales cubran las partes inferiores del cuerpo. Lo que á mí, ya que estamos tratando de los Serafines, oportunamente me hace venir á la memoria la excelente vision del Seráfico Padre San Francisco, que con la mayor propiedad describe el Doctor tambien Seráfico S. Buenaventura; el qual, tratando de la visión celestial, que tuvo este Varon Santísimo, y superior á toda alabanza, quando Christo Señor nuestro, como á amigo suyo muy privilegiado, y escogido, le imprimió las señales de sus llagas; dice, que vió entonces S. Francisco baxar de lo alto de los Cielos una como figura de un Serafin, que tenia seis alas encendidas, y resplandecientes. Y poco despues, hablando de las mismas, dice: Estas, estaban puestas con tan admirable orden, y disposicion, que levantaba dos sobre la cabeza, extendia otras dos para volar, y con las dos restantes cubria todo su cuerpo. No se podia decir cosa mas piadosa, ni que favorezca mas clara, y distintamente á lo que llevamos dicho.

3 La segunda cosa que sobre esto puede indagarse, es: ¿Si ademas de las seis alas con que se pintan dichos Serafines en la vision de Isaías, deben tambien pintárseles brazos, y manos? Es facil dar respuesta á   —130→   esta pregunta, si se leen con atencion las palabras que luego se añaden, hablando de la misma vision, que dicen así291: Y voló á mí uno de los Serafines, y tenia en su mano un carbon encendido. Donde se ve, que despues de haberse hecho mencion de las alas, se añaden las manos, y consiguientemente los brazos. Y yo añado, que en la vision Seráfica, de que hablamos poco há, se le atribuyen alas á aquel Serafin, el qual, segun refiere el Escritor Seráfico: No solo se apareció con alas, sino tambien crucificado, teniendo las manos, y pies extendidos, y clavados en la Cruz, y las alas, & c. Por lo que, Escritores gravísimos292, á quienes adhieren comunmente los demás, aprueban dicho modo de pintar. Y tengo por tan cierto, que los Serafines se han aparecido en figura de hombres, que me parece no puede sobre ello caber duda en ningun prudente Lector, digan lo que quieran algunos, que acaso han escrito con mas sutileza, que utilidad. Quien gustase detenerse mas en esto, ó leerlo tratado mas á la larga, lea los Autores citados en este mismo capítulo; pues el detenerme yo mas en esta materia, sería apartarme algun tanto del objeto, é instituto que me he propuesto.

4 Acerca de las Pinturas de los Querubines, por lo que á mí toca, diré brevemente lo que sobre ellos tengo que decir; esto es: Que en dos parages se veían, en el Tabernáculo de Moysés, y en el Templo de Salomon. Y que eran en un todo parecidos unos á otros, ó que la figura, y forma de unos, y otros era la misma, lo prueba muy bien un Autor erudito293. Solo hay la diferencia entre ellos, que los del Tabernáculo de Moysés eran mas pequeños, que los del Templo de Salomon: lo que fácilmente podrá saber el que quiera exâminar la medida de los unos, y la de los otros. Y que   —131→   todos ellos tuviesen figura humana, y esta de cuerpo entero, lo demuestran claramente aquellas palabras294: A semejanza de un hombre que está en pie. La figura de estos Querubines era enteramente la misma, que la de aquellos, que extendidas las alas cubrian el Arca. Esto supuesto, he de advertir aquí un error de un hombre ciertamente grande, á quien no me atrevería impugnar, á no deberse preferir á todo otro respeto el de la verdad. Este es Benedicto Arias Montano, el qual en su Aparato de la Biblia, siguiendo á algunos de los Rabinos mas sabios, se persuadió, que los Querubines del Templo estaban esculpidos con distincion de sexôs, de suerte, que el uno representase la figura de un muchacho, y el otro la de una muchacha: opinion, que ya muy desde luego desagradó á hombres muy doctos295, ni á mí tampoco me puede satisfacer; no solo por lo que oportunamente alegan estos Autores en los lugares citados, sino por la novedad de la materia, que no debiera haberse escrito sin un gravísimo fundamento, sacado evidentemente de la Sagrada Escritura.

5 Por lo que respeta á los Querubines del Templo (lo mismo se ha de decir de los del Tabernáculo) tenemos sobre esto una cosa cierta, y que no admite disputa; esto es, que no estaban esculpidos, y que nunca deben esculpirse con túnicas talares apretadas por la cintura con ceñidores, como hacen nuestros Pintores, los quales no tiene duda, que obran en esto mas decentemente (son palabras de esclarecidos Autores)296; pero no segun la verdad del hecho: pues nada de esto se encuentra en la Sagrada Escritura; antes en ella leemos lo contrario. Debemos, pues, guardarnos de caer en el error de creer, que los Querubines del Templo tuvieron   —132→   túnicas. Mas, sobre si estaban, ó se han de pintar enteramente desnudos, pende de aquella qüestion, de si los Querubines del Templo, ó los del Tabernáculo, tuvieron mas de dos alas. Pensaron algunos, á quienes hemos citado muchas veces, que tuvieron quatro: dos con que cubrian el Arca, y otras dos con que cubrian su cuerpo, para que no se echase de ver su desnudez. Pero esta opinion con razon la desaprobaron otros Autores de no menor nota297, que con mucha madurez exâminaron este punto: así porque no hay un solo texto en la Sagrada Escritura, que lo diga; sin embargo de que debería haberse hecho clara, y muy expresa mencion de ello, quando Dios mandó á Moysés fabricar los Querubines del Arca: como porque la opinion de que cada uno de los Querubines tenia quatro alas, es una opinion reciente, y nueva, que inventaron estos Doctores; de suerte, que todos los que antes de ellos pintaron, ó con la pluma, ó con el pincel los Querubines, solamente los representaron con dos. Y, finalmente, porque el fin principal, por cuyo motivo se han atribuido dos alas mas á los Querubines, que es, para cubrir decentemente su cuerpo, y para que no se echase de ver ninguna desnudez en lo mas recóndito, y sagrado del Templo; no es de tanta monta, que por esto debamos apartarnos del recto modo de sentir.

6 Digo, pues, que los Querubines del Tabernáculo de Moysés, y los del Templo de Salomon, estaban enteramente desnudos, y que del mismo modo se han de representar, quando pida la materia, que se pinten. Pero para aclarar mas este punto, advierto antes, que ahora estoy hablando de aquellos Querubines, que estaban colocados en lo mas interior, y sagrado del Templo, y que cubrian el Arca extendiendo largamente   —133→   sus alas: porque de los demas, que habia en otros lugares, y en las mismas paredes del Templo, me inclino mucho á que no podrémos acaso formar de ellos el mismo juicio. Me mueve á discurrir así, por quanto los Querubines del Arca, como estaban en aquel lugar mas recóndito, á quien por su santidad llamaron los Hebreos el Sancta Sanctorum, donde nadie podia entrar sino el Sumo Sacerdote, y esto una vez al año; casi nadie los podia ver. Por otra parte, como quando esto sucedia, se llenaba aquel lugar de humo á causa de los muchos sahumerios, y vapores odoríferos, no habia inconveniente en que dichos Querubines estuviesen totalmente desnudos, ni lo hay tampoco en que así se pinten, quando convenga pintarlos: pero aquí es, donde mas particularmente se ha de echar de ver la industria, y destreza del Pintor (como hemos dicho en otra parte), de suerte que aunque desnudos, los pinte de manera, que se quite toda indecencia. Digo tambien, que para pintar á dichos Querubines con mas decencia, y honestidad, es conveniente pintarlos, ó esculpirlos en figura de jóvenes, ó de muchachos, que pasen algun tanto de la edad pueril: porque aunque en la Escritura se llaman algunas veces, y se significan con el nombre de Varones; es constante, que este nombre no siempre se refiere á la edad, sino tambien al sexô.

7 Baste haber advertido lo dicho, hablando de los Querubines del Tabernáculo, y del Templo; porque en quanto á los Querubines del carro de Ezechîel, envuelve esto una qüestion prolixa, y dificultosa, la que han tratado, y exâminado con la mayor diligencia los Autores, que hemos citado muchas veces con elogio. A estos remito al Lector, si es que habrá alguno, que quiera gastar algun tiempo en leer esta mi obra. Todos debemos obrar con arreglo al asunto, que nos hemos propuesto, y no salirnos de él (ó como dicen los Latinos   —134→   extra choros, & oleas) por ostentar mucha lectura, y erudicion, como sucede no raras veces. Solo añadiré aquí, que no me parece haya inconveniente alguno en pintar, ó figurar á los Serafines, y Querubines junto al trono de Dios, ó á los sacratísimos pies del Verbo encarnado, con solo su rostro, y con alas; no tanto, porque este modo de pintar se ha introducido con bastante freqüencia, viéndolo, y acaso aprobándolo hombres muy sabios; quanto, porque en el Templo de Salomon estaban en parte de esta manera, donde habia pintadas, ó colocadas en las paredes imágenes de Querubines con solos sus semblantes: aunque no es del presente instituto hacer una larga discusion, sobre si eran caras de hombre, ó de becerro. Finalmente, porque así se atiende á nuestros sentidos, y á la razon; pues representada la cabeza, donde está el asiento de la inteligencia, y siendo esta de muchacho, por lo que mira á la santidad, é inocencia, y añadiéndole alas; se representa con bastante propiedad lo mas principal de los Espíritus Celestiales, á saber, su inteligencia, su santidad, y su admirable eficacia y velocidad en su modo de obrar.




ArribaAbajoCAPITULO VI.

De las Pinturas de los Arcángeles, y principalmente de las de S. Miguel, S. Gabriel, y S. Rafael, y lo que se ha de notar acerca de ellas


I Siendo nueve los órdenes, ó coros de los Angeles, y habiendo tratado ya del modo como deben pintarse los Serafines, y Querubines, lo que he sacado principalmente de la Sagrada Escritura; no hay para que detenernos ahora en explicar, de qué manera se deben pintar los Angeles de los demás coros: no constando nada de esto por las Divinas Letras, ni por los Santos   —135→   Padres, ni por los Autores clásicos; ni tampoco el haberse aparecido á los hombres, los Angeles, que pertenecen á la clase de los Tronos, Dominaciones, ó Principados. Solo resta decir algo de los Arcángeles, los quales es tan claro, y notorio haberse aparecido á los hombres, que sería por demas, querer detenerme en probarlo. Vamos, pues, á hablar ahora de las Imágenes de los tres Arcángeles S. Miguel, S. Gabriel, y S. Rafael: que por lo que respeta á los otros quatro, dirémos acerca de ellos en el capítulo siguiente, lo que nos parece mas verisimil, y conforme á razon.

2 Empiezo, como es muy justo, por el Arcangel San Miguel: pero no es mi ánimo amontonar aquí los muchos timbres de su excelencia, y dignidad; puesto que solo me toca referir ahora, quáles son sus Imágenes, y lo que ocurre en ellas digno de notarse, y corregirse. Primeramente, suelen pintar á S. Miguel cubierta la cabeza con morrion, ó capacete, el pecho con coraza, y armado con un escudo, en cuyo plano se leen estas palabras: QUIS UT DEUS? Quién como Dios? Píntanle además con espada en mano, y esta muchas veces de fuego, ó como que está vibrando una lanza contra el Demonio, á quien tiene sujeto, y postrado á sus pies. Hasta aquí todo está bien, y conforme á razon: pues nos consta bastante por la Escritura haber peleado valerosamente el Arcangel S. Miguel por la gloria, y magestad de Dios; bien que esta pelea no fué corporal (que esta no la hay, ni pudo haberla entre Espíritus), sino espiritual, é intelectual. Estas son las palabras de la Sagrada Escritura298: Hubo una grande pelea en el Cielo: Miguel, y sus Angeles peleaban contra el dragon; peleaba tambien el dragon, y sus Angeles: y no prevalecieron, ni tuvieron estos mas lugar en el Cielo. Es comun sentencia de los Santos Padres,   —136→   y Expositores, que en este lugar se describe el combate sucedido, quando S. Miguel, Caudillo de los Angeles buenos, peleó contra Satanás, y demas Angeles rebeldes, ó por lo menos, que se hace evidente alusion á él: aunque lo que inmediatamente se manifiesta en aquella revelacion del Apocalipsis, sea acaso una cosa enteramente distinta, lo que no es ahora ocasion de exâminar. Vea el que gustase al Intérprete del Apocalipsis299, á quien tantas veces hemos citado, y elogiado. Y así, es muy del caso el pintar armado á San Miguel en esta ocasion, por ser muy propio de un guerrero llevar armas consigo. Está tambien muy puesto en razon, el que en el plano del escudo se le pinte aquel lema: QUIS UT DEUS? que no significa otra cosa, sino el nombre del mismo Arcangel: pues ni aun los muchachos ignoran, que el nombre de Michael, ó para expresarlo mas MI-KA-EL, no significa otra cosa, sino Quis ut Deus? esto es, Quién como Dios? Armado con tal escudo este soberano Príncipe, peleó contra Lucifer, y demas Angeles traydores, y rebeldes á la Divina Magestad. Igualmente parece bien el pintar á Satanás, ó á Lucifer vencido por S. Miguel, y á los pies de este Arcangel.

3 Solo me hace algun eco, el que se pinte al demonio en figura de hombre, sin que se le añada alguna cosa, que lo haga mas abominable; y me pareceria mucho mejor el que se le pintase en figura de una feroz, y monstruosa serpiente. Muéveme á pensar así, el que en el mismo lugar de la Escritura, que hemos referido, se describe al demonio en figura de dragon, con estas palabras: Miguel, y sus Angeles peleaban contra el dragon, peleaba tambien el dragon, y sus Angeles. Ni es esto lo que únicamente me hace fuerza, sino tambien el que refiriendo el Sagrado Texto   —137→   la victoria que alcanzó S. Miguel, añade300: Y fué arrojado aquel dragon grande, y antigua serpiente, que se llamaba diablo, y Satanás...... Y fué arrojado á la tierra. De lo qual, y de otras muchas pruebas, que podria alegar, y omito de propósito, se echa bastante de ver, que mas propiamente se pintaría al demonio á los pies de S. Miguel en figura de dragon, ó de serpiente. He visto tambien no pocas veces pintado al demonio medio cuerpo de hombre, aunque de horrorosa figura, y rematando despues en dragon: por ser constante, que aquellos gigantes, de quienes fingieron tantas cosas los Poetas, y de los quales cantó Ovidio301, que quisieron apoderarse del Reyno celestial, los acostumbraron á pintar de esta suerte. Sobre lo qual, me sería muy facil referir aquí varias cosas, si me fuera decoroso llenar muchas páginas de esta obra, mezclando cosas, que se alejan sobrado de mi intento principal. Vea quien tenga tiempo para ello, lo que escribió Claudio Minoes sobre aquello de Alciato302:


Sic & gigantes terra mater protulit.

Y que Lucifer, y sus sequaces, fueron los que verdadera, y no fabulosamente afectaron hacerse Dioses, y dueños del Reyno de los Cielos, nadie lo ignora, y bastante claro lo dice la Sagrada Escritura en aquellas palabras de Isaías, que aunque en el sentido literal se hayan escrito contra el Rey de Babylonia; sin embargo es comun sentencia de los Santos Padres, y Expositores, que se escribieron para significar cosas mas elevadas. Las palabras de Isaías son estas303: Tú que decías en tu corazon: me subiré al Cielo, exâltaré mi solio sobre los astros de Dios: me sentaré en el monte del testamento.

  —138→  

4 Acaso causará mas dificultad ver pintado al mismo Arcangel S. Miguel con las balanzas en la mano; cuyo origen ingenua, y llanamente confieso, que lo ignoro; pues, aunque sobre esto se oyen freqüentemente varias cosas, pero son ridículas, y verdaderamente absurdas, dignas de ponerse en la clase de hablillas, que cuentan las viejas: diré no obstante lo que me parece mas conforme, y verisimil. Está muy creido, y divulgado en la Iglesia, que el Arcangel S. Miguel, es á quien Dios particularmente ha encargado el recibir, y conducir al Paraiso las almas de los justos, segun lo que todos los años canta la misma Iglesia en su festividad: Archangele Michael, constitui te principem super omnes animas suscipiendas, y conforme á aquello del mismo lugar: Michael Archangelus..... cui tradidit Deus animas sanctorum, ut perducat eas in paradisum exultationis. A que añado, que en el mismo Sacrificio de la Misa, quando se habla de las almas de los Fieles Difuntos, se ruega expresísimamente, que el Caudillo S. Miguel las presente á la luz santa, &c. He dicho particularmente; porque es cierto, que este oficio de llevar las almas de los justos á gozar de la vista de Dios, y del descanso eterno, pertenece indistintamente á todos los Angeles, como dan de esto claro testimonio las piadosas preces, que usa la Iglesia en la recomendacion del alma, donde dice: Occurrite Angeli Domini, suscipientes animam ejus, offerentes eain in conspectu Altissimi. Y aquello de la misma Iglesia: Sed Jubeas illam à Sanctis Angelis suscipi, atque ad patriam paradisi perduci. ¿Mas para qué son menester tantas razones, aunque de tanto peso? constando claramente por la misma Escritura, que los Angeles hicieron este oficio con el alma del pobre Lázaro, quando se separó del cuerpo304. Sucedió (dice el Texto) que murió el   —139→   pobre mendigo, y que los Angeles lo llevaron al seno de Abrahan. De esto mismo se hace muchas veces mencion en las Historias Eclesiásticas. S. Antonio, segun refiere S. Gerónimo, vió como los Angeles llevaban al Cielo la alma de S. Pablo primer Ermitaño: y S. Severino Obispo de Colonia vió tambien, que los Angeles hacian esto mismo con el alma de S. Martin, segun lo cuenta el insigne elogiador de este Santo305. Lo mismo aconteció con otros muchos; de suerte, que sería yo muy molesto, si quisiera referirlos todos. Acaso por los monumentos de esta sabiduría sagrada, y recóndita, de que tenian conocimiento los Hebreos, fingieron los Griegos, y los Gentiles, que Mercurio, á quien por esto apellidaron Texto en griego, conducia las almas de los justos al lugar del descanso; y que arrojaba las demas á los Infiernos: de que tenemos un gravísimo testigo en Horacio, el qual hablando con Mercurio, cantó de esta manera306:


Tu pias lætis animas reponis
Sedibus, virgaque levem coërces
Aurea turbam, superis deorum
Gratus & imis.

Véase lo que nota sobre este lugar Dionisio Lambino, y lo que sobre aquel de Virgilio307:


Tum virgam capit: hac animas ille evocat orco
Pallentes...............................................

otó el mas insigne Comentador de este Poeta308. Baste haber referido, aunque de paso, estas cosas, que no son mas que delirios, y fábulas pueriles, y quede   —140→   ya sentado, que á todos los Angeles, y particularmente á S. Miguel, les incumbe el oficio de acompañar las almas de los justos.

5 Esto supuesto, viniendo ya á lo que decíamos poco antes, es cierto, que las balanzas son señal, y geroglífico de la equidad, y de la justicia. Es esta una cosa muy recibida, y la vemos usada con freqüencia en las estatuas profanas, como afirma un insigne Escritor de estas materias309. Lo mismo consta de la Historia Sagrada: pues en las visiones del Apocalipsis, leemos haberse aparecido á S. Juan310 un caballo negro: y que el que iba montado en él tenia un peso en su mano. Sobre cuyo lugar, aunque el muy esclarecido Intérprete P. Luis Alcazar, note, y amontone muchas cosas, que no dudo ser propias de la materia, y conformes á la mente del texto, y de la Sagrada Escritura, sin embargo, con licencia de tan grande Escritor, digo, que á mí me parece, que en este lugar se significa á Christo, en quanto es recto, y justo juez. Muéveme á esto, el que en otro lugar, del mismo Christo, ó, como allí se lee, del Verbo de Dios montado en un caballo blanco, se dice311: Y el que iba montado en él, se llamaba fiel, y veráz, y juzga, y pelea con justicia. De la union, y cotejo de estos dos textos, se da bastante á entender, que en aquellas balanzas se significa la equidad con que juzga Christo Señor nuestro, que es el mismo Verbo de Dios: bien que hay alguna diferencia entre una, y otra vision.

6 Atendido, y considerado lo dicho con reflexîon, y madurez, se puede colegir con mucha probabilidad, que el motivo de pintar á S. Miguel con las balanzas en la mano, no es otro, que para significar la exâcta justicia unida con cierta equidad, con la qual Dios, ó el   —141→   que justísimamente se llama Verbo de Dios, á quien, como dice S. Pedro en un Sermon312: Le constituyó Dios Juez de vivos, y muertos; juzga á los hombres, y á las almas. Dixe, no fuera de propósito, unida con cierta equidad; porque, ademas de ser bastante comun aquel axîoma, que Dios castiga menos, y premia mas de lo que merecen nuestras obras: consta tambien por otra parte, que Dios (tal es su dulzura, y bondad inefable) sabe juntar en su terrible juicio la benignidad, y clemencia con su severidad, y magestad: lo que dan á entender muchos lugares de la Escritura, que no traslado aquí, ni los refiero, por ser agenos del fin, que me he propuesto. Esto me hace venir á la memoria lo que observaron los Persas en sus juicios, segun refieren Herodoto, y otros. Quando alguno era acusado de algun delito, si este era de aquellos, que por su gravedad, y malicia, excediese los buenos servicios, que habia hecho el reo, se le condenaba; si no, se le absolvia: teniendo esto los Persas por equitativo, y razonable, y juzgando justa, y prudentemente de las cosas humanas. No digo esto, para que se piense (lejos esté un error tan grosero de las almas pías), que un solo pecado mortal, en que alguno por los juicios de Dios, que siempre son justos, aunque muchas veces ocultos, muriese, no sea bastante para su justísima condenacion, por mas que en el discurso de su vida hubiese hecho muchísimas obras buenas; particularmente, siendo en tal caso un grave, y enorme delito la misma impenitencia final: sino, porque la bondad, y benignidad de Dios no permite muchas veces que esto suceda; antes como es pío, y misericordioso, concede el don de la penitencia, y el de la perseverancia final al que se exercita mas en las virtudes, y buenas obras, aunque alguna, ó varias veces haya delinquido, singularmente,   —142→   si ha sido por fragilidad. He dicho todo esto con ocasion de ver, que al Arcangel S. Miguel, á quien nos encomienda la Iglesia, para que no perezcamos en aquel terrible juicio, le pintan asistiendo á él, y teniendo en su mano las balanzas.

7 De aquí se viene á los ojos, el absurdo, é intolerable error de pintar muchas veces dichas balanzas de S. Miguel, poniendo una alma en la una, y otra en la otra. Esta es una cosa muy ridícula, y verdaderamente absurda; pues segun esto, se obraría por casualidad, ó lo que es peor, injustamente: porque podria suceder, ó por lo menos imaginarse, que de este modo se salvaría una alma pecadora, y (para explicarme así) medianamente mala, si se pesára con otra peor: y al contrario, que se condenaría una alma buena, aunque inferior en méritos, si se pesára con otra de singular santidad. Sobre lo qual, no puedo dexar de poner aquí las palabras de un célebre Predicador Español, cuyo nombre, y fama durará perpetuamente. Este es el doctísimo P. M. Fr. Hortensio Felix Palavicino, de la Orden de la Santísima Trinidad, Redencion de Cautivos, insigne Predicador de nuestros Augustos Monarcas Felipe III. y IV. hombre bien conocido en toda España, y aun en toda la República literaria, el qual, describiendo lo mismo que vamos tratando, lo pinta con tan bellas palabras, y con cierta gracia, que le es natural, que sería hacerle injuria, si no las trasladase aquí del mismo modo, que él las escribió. Dice pues313: Es como el pintar de las Almas de S. Miguel, como suelen. Y en verdad, que como se expurgan libros, sería bien expurgar pinturas. Yo soy aficionado al Arte: pero si pesáran la Adúltera con los que la pesaban, sin tantas diligencias de Jesu-Christo, saliera justificada. ¿No veis como en nombrando pecados Christo, se salieron?   —143→   Yo sé que si se pesára la mugercilla fragil, á quien hacen la causa, con el Escribano, ó el Alguacil que se la hacen, que habia de ir por la puerta afuera. San Miguel no pesa unos con otros, sino buenas, y malas obras, culpas, y satisfacciones: ¡Oxalá pesando fuese pesada mi saña, y mi quebranto, y en balanzas se levantasen á una! Pero pesar unas almas con otras, era ocasionar grandes travesuras: porque toda la dicha de un alma estaría en el pesar de la otra: y no era menester vivir bien, sino acertar á caer con compañera á propósito. Yo soy flaco, y ruin, y temo el peso de la justicia; pero todavía veo almas en Madrid, que me diera la vida el pesarme con ellas........ Fuera andar á batalla las almas: porque no hubiera Mercader que no quisiera caer con un Mohatrero: así cada uno con quien juzgára mas á propósito. Hasta aquí elegantísimamente el Padre Hortensio. De donde se echa de ver el error de la Pintura, que tan claramente manifiesta este eloqüentísimo Orador.

8 Acerca de las Pinturas del Arcangel S. Gabriel, si hay algo digno de notarse, lo dexamos ya dicho, quando tratamos en general de los errores acerca de las Imágenes Sagradas314, lo que acaso trataré todavía mas de propósito en los libros, que se siguen. Solamente quiero advertir aquí, que el Arcangel S. Gabriel en las visiones del Profeta Daniel se describe, con vestidos de lino, y ceñidos sus lomos de oro muy fino: su cuerpo como chrysólito, su semblante como un relámpago, sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos, y lo restante del cuerpo hasta los pies, como metal encendido315. Que en dicha descripcion se demuestre, y señale al Arcangel S. Gabriel, que mas arriba se refiere haberse aparecido, y hablado al mismo Profeta316, consta claramente, así del mismo contexto de la Escritura   —144→   , como por los doctos comentarios de los Intérpretes317: pero semejante Pintura no es conforme al modo comun de pintar la imagen de este Santo Arcangel, sino solamente con respecto á aquella vision, que se refiere en el lugar citado. A que añado, lo que notaron muchas veces los Antiguos: á saber, que en el Viejo Testamento, quando se manifestaban los Angeles, se aparecian terribles, despidiendo de sí fuego á manera de rayos, lo que no sucede en las apariciones que leemos en el Nuevo Testamento, despues de haber Dios encarnado, ó estando ya próxîmo á tomar carne: pues se han dexado ver de los hombres mas plácidos, y menos terribles.

9 Finalmente, por lo que toca al Arcángel S. Rafael, no es menester advertir, ni amontonar muchas cosas. Todos saben muy bien, que este Espíritu Celestial se apareció, y se ofreció al Joven Tobías, y á su viejo Padre, en figura de un mancebo faxado por la cintura, y como dispuesto para caminar, y para guiar, y acompañar en el camino al mozo Tobías: todo lo qual cumplió exâctamente, como que Dios particularmente le habia enviado para exercer este oficio. Lea el que gustase el libro de Tobías, al qual, aunque los Hereges cavilosos, y pertinaces, no quieran ponerle en la clase de los Libros Canónicos; sin embargo le tributan admirables, y singulares alabanzas, segun refiere el pío, y erudito P. Jeremías Drexêlio318: allí encontrará mucho, ó todo lo que se puede decir del Arcangel S. Rafael, y allí verá al mismo tiempo los muchos motivos, que tenemos de dar á Dios muy humildes gracias, por la singular, y amorosa providencia con que trata á los que le sirven, y aman. Dos cosas solamente tendrán que corregir los Pintores sabios, y eruditos   —145→   en la Imagen de S. Rafael. La primera es, que muchas veces, quando pintan á S. Rafael acompanando á Tobías, pintan á este como muchacho, y no como joven ya de alguna edad. Facil es de demostrar, que esto no fué así, ni lo podrá ignorar el que lea la Escritura con alguna atencion, y sepa, que el mismo Tobías hizo aquel largo viage, acompañado siempre del Angel; y que al haber llegado al lugar destinado, se casó: todo lo qual convence, que no era muchacho, sino mozo de edad mas crecida. La segunda es, que quando se pinta solo al Arcangel S. Rafael, le pintan como victorioso con el pez pendiente de su mano. Pero, buen Dios! ¿y qué pez es este? Muchas veces he observado ser tal, que á lo mas, llenaría el plato de quien fuese parco en comer, ó por lo menos, de quien no comiese muy espléndidamente; esto es, un mujol, ó un barbo, ú otro pez de semejante tamaño, que no pesaría dos libras. Qualquiera que leyese la Historia de la Sagrada Escritura, conocerá claramente ser esta una cosa absurda, y ridícula: porque allí se lee319: Y salió (Tobías) para lavarse los pies: y he aquí, que salió un pez disforme, que queria tragárselo. Esto solo, sin amontonar mas razones, demuestra claramente, que el pez era muy grande; de suerte que lo que leemos de él, no pueda cómodamente adaptarse á un pececillo, que no es capaz de representar á aquella horrible fiera. Yo quisiera, que para que todo se representase mas al vivo, pintáran nuestros Pintores, no en la mano, sino á los pies de S. Rafael, un pez grande, y algun tanto horrendo, como dice la Escritura. No es de mi intento el averiguar, qué género de pez era aquel. Si alguno deseáre saberlo, podrá ver al R. P. Fr. Antonio de la Madre de Dios, Carmelita Descalzo, Autor de los Preludios Isagógicos, prælud. I. digres. 4. sect. I.