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ArribaAbajoCAPITULO VII.

Que las Imágenes Sagradas, que dan ocasion á los rudos de algun error peligroso, deben quitarse, y abolirse enteramente, si no se pueden enmendar con facilidad


I Ya dexamos dicho muchas veces ser constante, y con efecto así solemos experimentarlo, que las Imágenes, respecto de los rudos, son á manera de libros; así como estos, en que se refieren con todo cuidado, y exâctitud los hechos, y cosas memorables, sirven para la enseñanza de los hombres doctos, y eruditos, casi del mismo modo que si fueran Imágenes. Así como, pues, justamente se prohiben, no solo los libros, que contienen errores manifiestos, sí tambien aquellos que pueden dar ocasion, principalmente á los rudos, de algun error pernicioso; lo mismo, digo, debe observarse por lo que respeta á las Santas Imágenes. Ni en esto propongo yo alguna cosa nueva, sino lo mismo que estableció mucho antes el Sagrado Concilio de Trento, de quien son estas palabras129: Si se introduxeren algunos abusos contra estas santas, y saludables determinaciones,desea en gran manera el Santo Concilio, que queden totalmente abolidos; de suerte, que no se pongan á la vista ningunas Imágenes, que contengan algun falso dogma, y que den ocasion á los rudos de algun error peligroso. Quáles, y qué Imágenes deban comprehenderse   —55→   en esta clase, facilmente podría advertirlo, y manifestarlo; pero por ser casi infinito el número de estas, ó de otras que puede haber, y no ser cosa que se ofrezca luego al pensamiento; que en quanto á las demas irémos haciendo mencion de ellas en sus propios lugares; pondré aquí tan solamente algunos exemplos de las mas principales.

2 Primeramente, es un grande desatino, y un monstruo intolerable, reprobado mucho tiempo há de los hombres piadosos, y sabios (de que tratarémos mas largamente en su propio lugar130), la Pintura que algunos Pintores nos ponen á la vista de la Santísima Trinidad, uniendo de tal manera un conjunto de cosas, que en una sola cara se dexan ver tres narices, tres barbas, y tres frentes con solos cinco ojos, cuyo extravagante modo de pintar lo he mirado siempre con enfado, é indignacion. El piadoso, y erudito Juan Gerson Cancelario de París131, no sin dolor, y sentimiento, hace mencion de otra imagen de este jaez: Hase de poner gran cuidado (dice) en que no se pinte alguna falsa historia.Dicho esto en parte por cierta Imagen que hay en los Carmelitas, y por otras semejantes, que en sus vientres (esto es de las Imágenes de la Virgen María) tienen pintada,ó esculpida la Santísima Trinidad; como si toda la Trinidad hubiese tomado carne de la Santísima Virgen. A mi parecer, no hay en estas Imágenes devocion alguna, antes pueden ser causa de error, y de poca devocion. Hasta aquí son palabras de Gerson. Una de dichas Imágenes refiere un sabio Escritor, y testigo ocular132, haberla visto en la Cartuxa de Diest, adonde se decia que la habian traido de Francia en tiempo de guerras. No hubiera sido gran pérdida, si, como suele suceder en tiempo de guerra, la hubiera consumido el fuego entre   —56→   otras mas devotas, y mas bien executadas, á quienes suele alcanzar esta desgracia: puesto que dá ocasion patente, y manifiesta de errar en una cosa de la mayor importancia. Porque el decir que toda la Trinidad se encarnase en el vientre de la Santísima Virgen, es un error perniciosísimo, que defendieron en especial los que no admitian distincion real en las Personas Divinas, como fueron Noeto, Sabelio, Praxêas, y los que con estos afirmaban que el Padre Eterno habia sido crucificado; llamados por este motivo Patripasianos. Sobre lo qual pueden verse Tertuliano en todo el libro contra Praxêas, Optato Milevitano, S. Cipriano, S. Agustin, Theodoreto133, y otros, así de los antiguos, como de los mas modernos.

3 Y lo que vemos algunas veces en la historia de la Anunciacion de la Virgen, y de la Encarnacion del Señor (lo que hago memoria haber advertido en algun Breviario); sin duda es yerro, ó á lo menos una pintura, que dá ocasion á fatales, y perniciosos errores. Pues en ella, entre los rayos de luz que baxan desde el Cielo á la tierra, y hasta la misma Virgen, se ve pintado un cuerpecillo bien organizado, aunque pequeño, el qual baxa al sagrado vientre de la Virgen. ¿Y quién, por medianamente que esté instruido, dexará de conocer, que esta pintura abriga el herético error de Valentino, ó por lo menos, que dá manifiesta ocasion de semejante pravedad? Pues el error de Valentino, á quien siempre ha condenado la Iglesia por herege, era tal, que decia no haberse formado el cuerpo de Christo de la substancia de la Virgen, sino que el mismo Christo le hizo, y traxo para sí desde el Cielo, introduciéndose en la Virgen, como por una canal, ó   —57→   fistula, á la manera del agua que se desprende, y cae con suavidad. Lo que, segun la depravada costumbre de los hereges, intentaba probar por la Escritura, engañado por aquellas palabras del Apostol134: El primer hombre de la tierra, terreno: el segundo hombre del cielo, celestial. Por esto reprehende, y condena con razon esta Pintura S. Antonino135, como que abre camino para la heregía.

4 Descendiendo ahora á otra Imagen, que á juicio de hombres doctos136 dista tambien muy poco de contener error peligroso; y yo constantemente afirmo que en nada dista; á saber, á la que pintan algunos Artífices, ó por decirlo mejor, pintaron (pues no puedo menos de confesar llanamente, que jamas he visto semejante Pintura, aunque acaso la habrá en alguna parte): digo, que algunos representaron el sobreparto de la Santísima Virgen de un modo enteramente vulgar, y como que la Soberana Señora estaba sujeta á las leyes de la humana debilidad, y flaqueza. Esta Pintura contiene un error manifiesto contra la Fé, ó á lo menos dispone, y abre el camino para él. La Pintura es de este modo: Vese echada en la cama la Santísima Virgen, enferma, y pálida por los dolores del parto: dánle alguna bebida las comadres que le asisten; y otras cosas de este tenor, que en ningun modo pueden tolerar los corazones católicos. Porque es cierto, y de Fé, que la Sacratísima Virgen, así como concibió sin deleyte carnal, asimismo parió tambien sin dolor alguno. Maravillosamente explicó esto S. Cipriano, quando dixo137: La Santisima Virgen ella misma es madre, y comadre,y la que tributa reverente obsequio á su amada prole:ella tiene á su hijo en brazos, le abraza, le besa,le dá   —58→   el pecho; todo es asunto de gozo. No hubo en su parto dolor alguno, ni recibió daño la naturaleza: sus facultades no le permiten criadas que la sirvan, ni su pobre mesa, y expensas tenues, esclavos que la obsequien. Su estrecha casa, ó por mejor decir, pequeña choza, no ocultaba recámara, ni tenia retrete alguno. El simple techo, y sus paredes era toda la incrustacion, que circuía aquella pieza. No habia allí lugar alguno para aquellos lavatorios, que suelen prepararse para las paridas, pues que la Madre del Señor no habia padecido ninguna lesion en su naturaleza, por haber parido sin dolor, la que habia concebido sin deleyte carnal. Sin embargo, para satisfacer á la ley siguió la costumbre; y como si corriese en ella la misma razon que en las demás, estuvo retirada los dias señalados, y como dando á entender el cansancio del parto, se estuvo quieta. Pero en estos dias de separacion, no se abstuvo de la compañía de S. Joseph, que nunca llegó á tocarla, sino de la entrada en el Templo, y de lo demás prescripto por la ley. Hasta aquí son palabras de San Cipriano. Y no con menor elegancia, aunque con mas brevedad, reprehende S. Gerónimo138 este modo de pintar el sobreparto de la Santísima Virgen con estas palabras: Vaya afuera el pensar una cosa tal de la Madre del Salvador, y del varon justo S. Joseph. No hubo alli comadre alguna, ni intervino diligencia alguna de mugeres:la misma Señora envolvió al niño en pañales: ella misma fué la madre, y la comadre:y le colocó (dice la Escritura) en el pesebre, porque no habia lugar para ella en la posada. Por estas, y otras muchas razones, que podria añadir, se echa de ver con quánta razon reprueban esta Pintura todos los Autores Católicos139.

5 ¿Mas quién podrá sufrir la osadia de algunos Pintores,   —59→   que engañados por una vana sombra de piedad, se atrevieron á pintar á nuestro Salvador con la cartilla en la mano, aprendiendo de la Santísima Virgen los primeros rudimentos de leer, y de escribir? Christo Señor nuestro nada aprendió, ni pudo aprender de los hombres. Solo su Eterno Padre (como dice él mismo por S. Juan140) le enseñó. Lo que no es del presente instituto explicar cómo, y en qué sentido deba entenderse, contentándonos por ahora con la explicacion que nos da de este texto S. Agustin, quando dice141: No enseñó de tal modo el Padre al Hijo, como que le hubiese engendrado ignorante;ni quiere decir otra cosa el haberle enseñado, sino que le engendró ya sabio. Y poco despues hablando del mismo Verbo, añade: De aquel tiene la sabiduría, de quien tiene el ser: no que primero le diese el sér,y despues la sabiduría; sino que así como engendrándole,le dió el sér, así tambien engendrándole,le dió la sabiduría, &c. Por lo que debe enteramente desterrarse dicha Pintura, como que da manifiesta ocasion á la heregía de Nestorio, que ponia en Christo dos Personas.

6 A estas, y otras Pinturas, que podrian notarse aquí, y que yo de intento las omito, piensan algunos poderse agregar aquella, en que pintan á la madre de los hijos del Zebedéo, presentando á Christo sus hijos, quando todavía no eran jóvenes, sino muy niños, pidiéndole que les concediese algun lugar distinguido en su Reyno. Porque, dicen, que de este modo de pintar, aunque en sí no tenga nada malo, se podria argüir de esta manera: Hé aquí que Christo elige para Apóstoles á dos muchachos, lo que llevaban muy á mal, y se indignaban contra ellos los otros diez: luego no hay obstáculo, ni inconveniente alguno en que á los muchachos se les confieran los primeros beneficios. Pero esto júzguenlo los   —60→   demas. Baste por ahora advertir como cosa cierta, que los dos Apóstoles S. Juan, y S. Jacobo, hijos del Zebedéo, no eran muchachos, sino ya jóvenes, quando su madre les presentó á Christo, pidiéndole para sus hijos, no beneficios, digamoslo así, espirituales, ó eclesiásticos; sino los primeros puestos del Reyno, que todavía se lo imaginaban temporal, discurriendo que de este modo lo conseguirian, como lo interpretan muy bien algunos Santos Padres, y entre estos expresamente S. Juan Chrisóstomo142.

7 Tambien sin duda alguna se puede contar entre las Imágenes de que vamos hablando, aquella en la que, segun atestigua Molano143, se ve pintado á Carlos Martel recibiendo de S. Gil la absolucion de sus pecados, por la imposicion de manos; ó en la que (segun otra Imagen) se pinta á un Angel anunciando al mencionado Carlos la remision de sus pecados, con este verso:


Ægidii merito Caroli peccata remitto:

lo que se tomó de una historia apócrifa, y fingida, en que se refiere haber revelado un Angel, que por los ruegos de S. Gil se habia perdonado (con la condicion de no volver jamás á cometerlo) el grande delito que cometió el Rey de Francia Carlos Martel (si es así que este fué verdaderamente Rey de Francia, ó solamente tutor, y administrador del Reyno) el qual nunca se habia atrevido á confesarlo con persona alguna: en cuya historia se añade tambien otra cosa verdaderamente erronea, y contraria á la Fé; esto es, que qualquiera que habiendo cometido algun delito, por enorme que fuere, invocase, y tomase por Patrono á S. Gil, si en adelante se abstenia de cometerlo, podia creer con seguridad, que se le habia perdonado dicho   —61→   pecado. Y siendo esta Pintura, ó historia contraria á la Sagrada Escritura, y á la doctrina que nos han dexado Christo, y sus Apóstoles, conforme á la qual, para perdonarse debidamente qualquier pecado mortal, se requiere confesion, y absolucion Sacramental, con tal que haya arbitrio, y ocasion para hacerse: ni una, ni otra se pueden tolerar; antes deben reprobarse entrambas, como que contienen un falso dogma, ó que dan ocasion á un peligroso error.

8 Otras Pinturas hay, que contienen tambien crasísimos errores, como es la del Juicio final, en la que vemos pintados á la Santísima Virgen, al Santo Precursor de Christo, y á otros Santos, singularmente á los de mayor, y mas distinguido mérito, orando, é intercediendo por los réprobos, á quienes Christo condenó, y apartó de sí para siempre. Error es este condenado por la doctrina de la Iglesia, y de los Santos Padres, y expresamente por S. Agustin144, el qual seriamente, y de propósito arguye contra aquellos, que movidos de una falsa piedad, piensan que los hombres impíos, y aun los Infieles, condenados ya en el juicio final, se han de libertar de las penas del infierno por los ruegos, é intercesion de los Santos. Lo que reprobó tambien S. Gerónimo145 por aquellas palabras, que se leen en el Decreto de Graciano146: Sabemos que en esta vida podemos ayudarnos mutuamente con oraciones; pero quando fuéremos presentados ante el tribunal de Christo, ni Job, ni Daniel,ni Noé podrán rogar por ninguno. Cuyo error, entre otros, que produce el cisma, y la ignorancia, abrazan en el dia de hoy los Griegos modernos, como elegantemente lo afirma un Varon muy célebre, y erudito, y versadísimo, como el que mas, ea estas materias147, confirmándolo con testimonios   —62→   de Griegos modernos. Ni puede servir de fundamento, y apoyo á este error, la sentencia de aquellos, que defienden haberse libertado de las penas, y llamas eternas la ánima del Emperador Trajano por los méritos, y eficaces ruegos de S. Gregorio Magno: sentencia, que nuevamente sigue un hombre muy sabio, é intimo amigo mio, el R. P. M. Fr. Manuel Navarro Benedictino148, Catedrático jubilado de Prima de Theología de la Universidad de Salamanca. Porque aun dado que fuese verdadera aquella sentencia (la que yo he tenido siempre, y la tengo aun por falsa, dudosa, y de mala fé), afirman sus mismos defensores haber sido milagroso aquel caso, y acontecido de un modo extraordinario, y atendido (como dicen los Theólogos) el poder absoluto de Dios, y no el ordinario; y por tanto no puede servir de exemplo.

9 Otras Imágenes se me ofrecian ahora, que pueden ser ocasion de algun error peligroso; pero las omito, porque con el favor de Dios, trataré de ellas en sus propios lugares. Conviene, pues, que estas, y otras semejantes no las pinten, ni tengan los hombres píos, y timoratos; antes deben procurar abolirlas, si hallasen algunas de esta clase, ya fuesen pintadas, ó ya esculpidas: particularmente habiéndolo antes consultado con hombres doctos, y timoratos, y si fuere necesario, tomando parecer del Prelado, ó Superior. Otro juicio debe hacerse de otras Imágenes Sagradas, que aunque puedan ser causa de error, pero no de error peligroso, como manifestaré en el siguiente



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ArribaAbajoCAPITULO VIII.

Que la razon, y la prudencia exîgen, que no se pinten en adelante Imágenes Sagradas, que contengan manifiesto error, aunque este no sea contrario á la Fé,ó á las buenas costumbres, ni pernicioso para los hombres; pero que una vez hechas, ó pintadas, pueden de algun modo tolerarse


I Así como los Legisladores de las Repúblicas prohiben sabia, y prudentemente hacer muchas cosas, si no es con ciertas solemnidades; pero una vez executadas, las tienen por válidas, y ó bien las aprueban, ó las toleran: de la misma manera, segun yo pienso, se ha de juzgar de las Imágenes Sagradas. Ni de otro modo, á mi parecer, lo juzgaron los Padres del Santo Concilio de Trento en las palabras, que he producido, y alegado muchas veces de este Concilio: manifestando que si en esto se hubiesen introducido algunos errores, desea él en gran manera que se quiten: y en quanto á las Imágenes, manda, que ningunas se pongan á la vista, que contengan algun falso dogma, ó que puedan ser ocasion de ruina á los rudos. Con cuyo modo de explicarse el Santo Concilio, parece que solo condena aquellas Imágenes, que ó bien enseñan algun falso dogma, ó dan ocasion á los ignorantes de algun error peligroso. Y por lo que respeta á las demas, las dexa al zelo, y prudencia de los Superiores, y Prelados.

2 Dos clases hay de Imágenes Sagradas, que contienen error, ó pueden ser ocasion de él á los ignorantes. En la primera se comprehenden aquellas, que ó enseñan algun falso dogma, ó dan motivo, y ocasion de caer en él, ó en algun error peligroso. La segunda abraza las que en realidad contienen error, y muchas veces manifiesto, ó pueden dar ocasion de caer en él á los menos doctos; pero dicho error no   —64→   es pernicioso, ni induce á los hombres á algun sentimiento que les pueda ser nocivo. De las Imágenes de la primera clase hemos tocado algo en el capitulo antecedente, advirtiendo, que si algunas de dichas Imágenes se encontraban aun (bien que me consta no ser esto freqüente) debian enteramente abandonarse, abolirse, y desterrarse; singularmente despues de haberse consultado con hombres sabios, y con los respectivos Superiores. De las Imágenes de la segunda clase, hemos de tratar en este capítulo, y este es el principal objeto de mi trabajo, y el asunto de esta obra. Hay, pues, muchas cosas en las Imágnes Sagradas, que, ya por la incauta piedad de los hombres, ya (que es lo mas comun) por la impericia, é ignorancia de los Pintores, pueden con gran facilidad, aun los hombres de mediana instruccion, convencerlas muchas veces de error muy claro, y manifiesto, aunque este sea tal, que no perjudique, ni se oponga á nuestra Santa Fé, ni á sus Sagrados Dogmas. Y así, toda la mira, y cuidado de esta mi obra, y trabajo se dirige, y encamina en especial á desterrar, y alejar quanto sea posible de las Imágenes Sagradas estos errores (porque en quanto á los perniciosos, como advertimos antes, apenas quedan ningunos): y me parece que con mucha razon, por ofender estos los ojos de los hombres cuerdos, y doctos, y dar ocasion á los ignorantes de imbuirse en dichos errores; y para que, si por casualidad alguna vez se les quiere dar algun aviso sobre esta materia, se empeñen en defenderlos con tal teson, como si se tratase de defender á la Religion, ó á la Patria.

3 Ya me preguntará alguno, ¿quáles son las Imágenes de esta clase? A que, si bien podria responder con mucha facilidad, y manifestarlas muy por extenso; pero no quiero hacerlo, por no verme precisado de este modo á repetir una misma cosa dos, y tres veces, causando nausea á mis lectores. Y así, para hacer mas   —65→   claro, y perceptible lo que vamos tratando, no tanto propondré algunos exemplos, quanto los insinuaré, reservando para sus propios lugares (que cada uno tendrá el suyo) el tratar de ellos en particular, dexando para entonces el explicar estas, y otras cosas: siendo este (véome precisado á repetirlo muchas veces) el principal objeto del asunto, que me he propuesto. El pintar, pues, como ya advertí á los principios de este tratado, al inocente Isaac, no joven, sino muchacho, quando iba á sacrificarle su piadoso padre, no tiene duda que es error, como lo echará de ver qualquiera que lea con atencion, y aun solo con algun cuidado, la Sagrada Escritura. ¿Pero qué? ¿dirémos acaso que por esto dicha Pintura (que es bastante freqüente) se ha de quitar como perniciosa de la vista de los Fieles? Yo por lo menos no pienso así, ni me persuado que los hombres mas doctos sean de este dictamen. El pintar la Circuncision de Christo en el Templo, siendo el executor de ella, segun denotan los ornamentos, y la vestidura, el Sumo Sacerdote asistido de los ministros, y muchachos, que tienen velas encendidas en sus manos; y el que se representen otras cosas á este tenor en la execucion de aquel sagrado acto: es un error, que debe reprehenderse por muchos títulos, como con la ayuda de Dios, haré ver clarísimamente en su propio lugar. Pero, si por esta razon debieran quitarse, y abolirse muchas Pinturas, é Imágenes Sagradas, que nos ponen á la vista semejantes hechos del modo que acabo de referir; estoy persuadido á que esto, ó no podria ponerse en obra, ó por lo menos, no sin causar bastante turbacion, y escándalo á los párvulos, ó sin detrimento, y grandes gastos. Permítase, pues, á las personas, ó á los lugares el que puedan retener dichas Pinturas, particularmente no incluyendo error alguno perjudicial á la Fé; pero advierta el Pintor, que quiera ser tenido por erudito, que no debe en adelante pintar así dicho Misterio.

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4 No hay cosa mas comun, y freqüente, que pintar á los dos Ladrones, que de uno, y otro lado fueron crucificados con Christo nuestro Salvador, el qual para satisfacer nuestros pecados se dignó de ser tenido, y reputado como uno de estos malvados. Y es de advertir, que los pintan, no clavados en la Cruz, sino atados en ella con cuerdas, ó ligaduras, lo que convencerémos ser un error, por varios monumentos, y por conjeturas de mucho peso: mas, como este no es error pernicioso, ni contrario á la Fé, puede tolerarse, y disimularse en las Imágenes que ya están hechas; pero sería muy del caso, que los Pintores, y Escultores sabios enmendáran, y corrigieran en adelante este defecto. El que pinten tambien la Cruz de Christo figurada con dos palos unidos entre sí, de modo que formen quatro extremidades, y las de los dos Ladrones al modo de la letra T, es error de la misma naturaleza; y así debemos hacer de él el mismo juicio que de los antecedentes. Pero es mucho menos tolerable que ninguno de los referidos, el que cometen muchos Pintores esclarecidos, quando entre las piadosas mugeres, que llevaban aromas para ungir el Cuerpo de Christo, ponen á la Santísima Virgen. Porque es cierto, que aquellas mugeres, que con las aromas que habian comprado para ungir el Cuerpo del Señor, iban á tributarle este obsequio, y á exercer con él este acto de piedad; no tenian una Fé firme, y constante de su Resurreccion. Ni es de extrañar; pues no la tuvieron (que es mas) los mismos Apóstoles, ó á lo menos muchos de ellos, como podria manifestarlo aquí con pruebas irrefragables: pero ningun Católico, y pío podrá creer, que la Santísima Virgen titubease, ni siquiera un punto, en la Fé de la Resurreccion de su Hijo. Con todo, se puede de algun modo tolerar el error de dicha Pintura, singularmente no manifestándose en ella tan claramente dicho error, que no pueda tambien atribuirse   —67→   aquello al tierno afecto con que la Sacratísima Virgen amaba á su Hijo, y con que queria honrar al Santísimo Cadaver.

5 Mas de extrañar es todavía, á lo menos así lo parece, la Pintura que freqüentísimamente vemos de Jesu-Christo quando resucita, ó para hablar con términos de la escuela, en el mismo acto de salir del sepulcro; vemos en esta Pintura, no cerrado, sino abierto el sepulcro, y la losa no inmoble, y sin quitar, sino levantada. ¿Qué Católico ignorará que contenga esto un error craso, y manifiesto? porque Christo Señor nuestro, así como entró en el lugar donde estaban sus Discípulos, estando cerradas las puertas149, así salió tambien del sepulcro, no estando este abierto, sino cerrado con una grande piedra: de suerte, que entró Jesu-Christo donde estaban sus Discípulos, estando cerradas las puertas, y salió del sepulcro estando este cerrado; del mismo modo, que viniendo al mundo salió del vientre de la Virgen, quedando este totalmente cerrado, como es de Fé, y consta claramente por la misma serie del Evangelio, y por los Santos Padres, que podria alegar, los quales unánimemente sienten lo mismo: Ni antes que Calvino (son palabras de un gravísimo Escritor)150 hubiese caido en la heregía, á nadie le habia venido al pensamiento entender de otro modo el que Christo hubiese entrado en el lugar donde estaban sus Discípulos cerradas las puertas; sino del mismo modo, que habia salido del vientre de su Madre, quedando este cerrado, y del sepulcro,sin haberse quitado la piedra. A que alude elegantemente la Iglesia con aquellas palabras:


Qui natus olim è Virgine,
Nunc è sepulcro nasceris.

Salió, pues, Christo del sepulcro, como entró á ver á   —68→   sus Discípulos; cerradas aquí las puertas del quarto, allí cerrado el sepulcro con una grande piedra. Sin embargo, puede de algun modo tolerarse este error tan comun, y vulgar; porque habiendo acontecido muchas cosas en la Resurreccion de Christo, y entre estas, el que baxando un Angel del Cielo moviese la piedra de la puerta del monumento, ó sepulcro, como claramente lo dicen los Evangelistas151; los Pintores queriendo de un golpe representar muchas cosas á la vista, pintan levantada la piedra: no para dar á entender que Christo resucitó estando abierto el sepulcro, sino para significar que se quitó la piedra despues de haber Christo resucitado.




ArribaAbajoCAPITULO IX.

Que debe hacerse el mismo juicio de aquellos errores, que no tocan á las Imágenes Sagradas en lo substancial, sino en lo accidental; como son anacronismos acerca de los vestidos, de las armas, y de otras cosas semejantes, que se pintan sin tener bastante conocimiento, é instruccion de lo que se hace


I Lo que sabiamente, como siempre, dixo Ciceron del Orador, lo mismo con razon puedo decir yo de los Pintores, y Escultores, cuyas Artes, segun diximos arriba, tienen entre sí tan singular union, y parentesco con la Oratoria. Ciceron definiendo al Orador, dice152: Que nadie debe ser colocado en esta clase, si no está instruido en todas aquellas artes, que son propias de un hombre bien educado. Y refiriendo despues la instruccion, y qualidades, que debe tener el que justamente quiera ser contado entre los perfectos Oradores, añade;   —69→   Ha de leer tambien á los Poetas, debe tener conocimiento de la Historia,y ha de leer, y revolver todos los escritores de las buenas artes. Porque, así como con el pleno conocimiento de estas materias, se adorna, y forma un perfecto Orador, así de un modo muy semejante se viste, y enriquece un Pintor. Por el contrario, de no tener los Oradores, ó Pintores noticia alguna, ó de no estár bastante bien instruidos en los hechos, é historias, ¿en qué errores no incurren á cada paso? Pero dexemos á otros mas doctos el cuidado de instruir, y formar al Orador: que yo solo he de lidiar con los Pintores. Con efecto, muchos de estos ignoran enteramente la serie de los hechos, las historias de las Naciones, los ritos de las Religiones, las costumbres de las gentes, y otras cosas semejantes. De aquí nace, que queriendo pintar algunas historias, y sucesos memorables, ó sacar retratos de grandes personages, y cosas de este tenor, parece que no tanto pintan, quanto desatinan furiosamente, pintando cosas muy tontas, y ridículas.

2 Sería nunca acabar, si quisiera confirmar lo dicho con exemplos. Pero dexando á parte las imágenes profanas (que no es de este lugar el disputar, y tratar de ellas), exîge el asunto, que me he propuesto, poner á la vista algunos exemplos de las Sagradas. He observado varias veces, no sin risa, ó por mejor decir, no sin indignacion, que en las Pinturas de las guerras antiquísimas, de que habla la Escritura, se ven pintados los domésticos, ó criados de Abrahan armados del mismo modo que si fueran soldados Romanos de Julio Cesar, ó de Marco Antonio, peleando vestidos con capacete, y escudo, calzados á lo militar, y con la rodilla, y brazos desnudos: y lo que es mas, vése que el mismo Abrahan (no hablando ahora de los demas adornos) cubierto con la púrpura, y clámide Imperial, se postra ante Melchîsedech; y lo que todavía es mas   —70→   increible, y sin embargo lo vemos, que aquel gran Capitan Josué preciosamente guarnecido de pies á cabeza con aquel género de armadura, que los Españoles llamamos Corazas, va montado en su caballo, no solo ricamente enjaezado con aquel adorno, que nosotros llamamos Silla; sí tambien con aquellas sortijas de hierro para montar, á las que (por haber carecido de ellas) no dieron nombre los Griegos, ni los Romanos: aunque es verdad, que los Latinos modernos las llaman Stapedas, y nuestros Españoles Estribos.Cosas, á que no se puede dar otro nombre, sino el de invenciones de una imaginacion vana, y delirante; pues es bastante sabido, que aquellas antiguas Naciones, particularmente la Hebrea, no usó del mismo género de armas, como las que despues de muchos siglos usaron los Romanos; y aun estos, y en especial los antiguos, no usaron muchas cosas, que se inventaron despues con singular utilidad de todos, como son (por no detenerme en buscar exemplos) los adminículos de que acabo de hablar, que se han inventado con tanta utilidad de los que montan, y pelean á caballo, y que los Latinos modernos, atendiendo al fin para que sirven, llamaron Stapedas. Porque qualquiera, aunque no esté, ni medianamente instruido, sabrá muy bien, que los antiguos no tuvieron conocimiento de estas cosas, y que no se descubrieron hasta despues de la ruina del Imperio Romano, como han advertido, y notado hombres eruditísimos153.

3 Todo lo dicho, aunque no he hecho mas que tocarlo en general, y sin individuar cosa alguna en particular, como podia muy bien, abraza en sí unos errores bastante parecidos á los que cometió un Pintor,   —71→   por otra parte habil en su arte, pero negligente, y poco instruido: el qual para darnos una idea de los esquadrones Griegos peleando sobre Troya, pintó á los soldados, como sucede hoy, á unos jugando á los dados sobre el tambor, á otros jugando á los naypes, y á otros finalmente fumando con largas pipas aquella yerba de Indias, ó mas presto Americana, que llamamos Tabaco. Lo que, junto con las cosas que antes he referido, me hace venir á la memoria cierta Pintura, que he visto yo muchas veces con mis propios ojos; en la qual, representándose á aquel Santo, piadosísimo, y valeroso Rey Fernando III. Rey de Castilla, y de Leon, como está peleando para apoderarse de Sevilla, se ven tambien soldados armados con escopetas, y con mecheros para arrojar granadas, pegando fuego á la pólvora, sin embargo de que la invencion de esta es casi siglo y medio posterior al asalto, y entrega de Sevilla, habiendo esta acontecido en el año de 1248, como afirman comunmente nuestros Historiadores. Véase el Padre Juan Mariana154, y á mi amigo el Doctor D. Juan de Ferreras155, que con mucho cuidado trata de estas cosas: pero la pólvora no se inventó, como sienten los eruditos156, hasta el año de 1378. Qualquiera, pues, que contemple estas, y otras cosas, con tal que no sea enteramente ignorante, ¿qué podrá decir sino aquello de Horacio, que muchas veces tenemos el gusto, y otras nos vemos en la precision de repetirlo?


Spectatum admissi risum teneatis amici?

Pero pasemos en adelante.

4 Nada hay mas comun, y freqüente que pintar   —72→   las vestiduras de los Apostóles, y aun las de Christo; de manera que se represente la túnica de color encarnado, y la capa azul, ó de otro color, como amarillo, ú obscuro; dexando ahora á parte los vestidos de los Doctores de la Ley, y los de los Fariseos, que en esto cada Pintor obra segun su antojo, y fantasía: de suerte, que para dar á entender la autoridad, y gravedad de dichos Doctores, un Pintor (como yo mismo ví) les pintó con anteojos, de que en el dia de hoy usan los Literatos de alguna edad; sin embargo de que parece enteramente constante entre los hombres mas doctos (aunque movidos de la autoridad de Plauto, pongan en ello alguna duda Pancirolo157, y su Comentador), que el uso de dichos anteojos es tan moderno, que con razon se debe fixar su descubrimiento casi en el año de 1300, en cuyo tiempo, ó muy cerca de él, Alexandro de Spina, de la Orden de Predicadores, el qual, ó fué el primero que inventó este descubrimiento tan util, y casi necesario para la vida humana, ó si se habia ya inventado algun tiempo antes, lo restauró, y perficionó. Sobre lo qual puede verse el eruditísimo Filósofo Italiano Francisco Redi en la Carta, que escribió sobre esta materia al muy Ilustre Pablo Falconeri.

5 Nuestros Pintores, pues, como íbamos diciendo, pintan freqüentemente las vestiduras de Christo, y las de los Apóstoles (que en sus propios lugares dirémos con mas exâctitud de qué partes generalmente se componian) de color encarnado, azul, ú otro semejante: lo que es falso, y ridículo, segun yo puedo conjeturar. Porque, bien que no sepamos con certeza, de qué color eran los vestidos de los Judíos, con todo tengo por mucho mas probable, que usaron principalmente de dos; á saber del blanco, y del obscuro, ó pardo. Con efecto, que usasen comunmente del color blanco,   —73→   lo da bastante á entender lo que dice el Eclesiastés158: En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza. Donde exhortándonos el Sabio á un uso prudente, y moderado de aquellas cosas, que el mismo Dios nos ha concedido, no solo para socorrer la necesidad, sí tambien para poder tener en esta vida alguna comodidad, y aséo; de cuyos documentos está lleno todo aquel libro (aunque estas mismas cosas sean muy del caso, y acomodadas, especialmente en la Ley de Gracia, para aplicarlas, y entenderlas en un sentido espiritual, y mucho mas elevado): nos advierte en primer lugar, que el hombre, á quien instruye, debe procurar usar en todos tiempos de vestidos limpios, y aseados, que por tanto eran blancos; como lo da á entender quando dice: En todo tiempo sean blancos tus vestidos. Y lo que despues añade: Y nunca falte ungüento sobre tu cabeza, indica la costumbre de aquellas regiones muy recibida entre los Israelitas, de ungir la cabeza: lo que hacian los ricos con ungüentos, y aromas, y los plebeyos con aceyte comun, aunque (como es de pensar) limpio, y depurado: cosa que se significa bastante en varios lugares del Evangelio. Pues el mismo Christo, quejándose con Simon Fariseo de la menos benévola, y política acogida, con que le habia recibido en su casa, le echa en cara el no haberle ungido la cabeza con aceyte159: Entré (le dixo) en tu casa:::: no ungiste con aceyte mi cabeza. Y aun, el mismo Divino Maestro, como acostumbrasen los Fariseos dexar de ungir sus cabezas en dias de ayuno para parecer de este modo mas macilentos, pálidos, y menos aseados; avisándonos que se debe huir toda hipocresía, advierte por el contrario á sus Discípulos, que aun en los dias de ayuno tengan gran cuidado de ungir sus cabezas, y de lavarse su cara. Estas son sus palabras:   —74→   Tú quando ayunares, unge tu cabeza, y lava tu cara,para que á los ojos de los hombres no parezca que ayunas160. De lo que se infiere ser muy probable (por no decir evidente) que los Hebreos usaron de vestidos blancos; singularmente habiendo sido este color muy freqüente entre los Romanos, los quales acaso lo tomaron de los Orientales; y aun mas en los tiempos en que florecia la República: con esta diferencia, que los ricos, y personas de mas delicadez, usaban de togas (que era el vestido mas propio de los Romanos), no blancas como quiera, sino en tanto grado como la nieve: y los plebeyos, de togas menos blancas, y mas obscuras: lo que dió á entendar Séneca, quando dixo161:No debe parecerte extraño de que aplaudan lo malo,y corrompido, ni solo la gente sórdida, y baxa, sino tambien la mas principal, y culta. Pues estos se distinguen entre sí por las togas, no por el juicio. Y lo que hace mas al caso, y por donde se puede probar mejor que los Judíos usaron de este color, es por la Carta, que escribió el Apostol Santiago á las doce Tribus,que están dispersas; á saber, á aquellos que habian abrazado la Fé de Jesu-Christo, y advirtiéndoles que entre ellos no debia haber acepcion de personas por las vanas exterioridades del vestido, y demas adornos, les dice162: Si entrase en vuestra junta uno con vestido precioso, y anillo de oro; y entrase tambien un pobre con el vestido vil, &c. esto es, con un vestido de suyo blanco, pero ajado, sucio, y para explicarme así, muy usado. De que se echa de ver, que los Hebreos, y Judíos usaron de vestidos blancos, lo que antes diximos de los Romanos.

6 Aunque es verdad que entre estos, quando comenzó á decaer su República, ó despues de su total descaecimiento, dexaron de usarse las togas blancas, ó   —75→   cándidas, substituyendo el pueblo en vez de estas, otros vestidos, como especie de capas, ó herreruelos, ó solamente túnicas pardas, ó del color de la misma lana. Por lo que Suetonio, refiriendo los hechos de Augusto, dice163: Tambien determinó restituir el trage, y vestido antiguo:y como una vez hubiese visto en una junta del pueblo una muchedumbre de gente vestida con aquel trage negro, lleno de indignacion, y dando grandes voces: Hé aquí dixo:


Romanos rerum dominos, gentemque togatam.

Por lo qual mandó á los Ediles, que en adelante no permitiesen á nadie entrar en el foro, ó en el circo, sino con toga,y dexando los otros vestidos mas cortos. Lo que todavía estuvo mas en uso en los tiempos de los Emperadores posteriores, singularmente entre los plebeyos, como consta de Sparciano, y de Apiano; esto es, que el vulgo abandonando la toga, empezó á usar aquella especie de nuevos vestidos, de que hemos hablado ya; los quales facilmente podria manifestar haber sido de un color obscuro, ó pardo, y casi de color de gris. Sobre que puede verse Lipsio164, el qual trata copiosamente esta materia, como acostumbra.

7. De lo dicho se hace bastante claro, que los Judíos, aun en tiempo de Christo, particularmente los mas nobles, y ricos, usaron de vestidos, de color blanco, y los mas pobres, y plebeyos de un color obscuro, y que tiraba á negro, ó (lo que pienso ser lo mismo) del color nativo de la lana, que no es propiamente color de gris, sino (pues es dificil explicar con palabras las especies, ó variedades de colores) el que llamamos nosotros Pardo. Y como Christo Señor nuestro, aun en las cosas de menor monta, era exemplo, y dechado   —76→   de modestia, y de gravedad; tengo por muy probable que usó de este color en sus vestidos: siendo el color pardo el propio color de la lana, que no ha recibido ningun tinte; lo cierto es que no usó de color blanco. Lo que puede probarse, de que habiendo Pilatos Presidente de los Romanos, enviado á Christo vestido con su propia vestidura á Herodes Tetrarca de Galilea, que por motivo de la solemnidad de aquellos dias, se hallaba entonces en Jerusalen; el mismo Herodes, habiéndole antes despreciado, lo remitió á Pilatos, vistiéndole con vestido blanco. Todo lo expresa el Sagrado Texto165: Desprecióle Herodes con su Corte, é hizo burla de él vistiéndole con un vestido blanco, y le remitió á Pilatos.Luego Christo no llevaba antes el vestido blanco: porque de otra suerte, ¿qué hubiera hecho, ó intentado hacer aquel Rey impío vistiendo á Christo con un vestido blanco sobre otro tambien blanco? De este lugar, á mi parecer, se confirma el que los nobles entre los Judíos usaron de vestidos blancos; y que con aquella afrenta, intentó significar el malvado Rey, que Christo Señor nuestro no debia ser tenido por un seductor vulgar, ó del pueblo, sino por noble, y de la gente mas principal: de la misma manera que los Soldados Romanos, los quales como á este Rey de los Cielos, y de la Tierra, le hubiesen vestido con púrpura, le saludaban por burla, y mofa como á Rey de los Judíos.

8 Ni debe hacernos alguna fuerza para decir, que Christo no usó de vestidos de color pardo, sino blanco, lo que se dice de él en su Transfiguracion, y lo refiere el Evangelista San Matheo166: Sus vestidos se volvieron blancos como la nieve; esto es, que sus vestidos, que ya antes eran blancos, se volvieron enteramente cándidos: así como los Romanos, quando pretendian   —77→   la Magistratura, no contentos de la blancura, que ya tenian las togas, las entregaban á los lavanderos para que frotándolas con greda, procurasen volverlas mas blancas, y mas resplandecientes, que por esto les llamaban Candidatos, como saben aun aquellos, que solo desde los umbrales han saludado las bellas letras. Y aun mas claramente parece que se explica esto mismo en el texto de S. Marcos, donde se dice167: Sus vestidos se volvieron resplandecientes, y extrematnente blancos, como la nieve,quales no puede blanquearlos ningun lavandero en la tierra.Esto, pues, aunque tenga alguna apariencia de verisimilitud, vuelvo á decir, que no debe hacer fuerza á nadie. Porque con aquel milagro, de la mucha abundancia de luz, que lleva siempre consigo claridad, y resplandor, pudo ser que los vestidos de Christo, de suyo obscuros, ó pardos, resplandeciesen de modo, que á los ojos de los que los miraban, les pareciesen del todo blancos, y aun cándidos, y brillantes. Esto es lo que me parece da á entender S. Lucas, quando dice168: Y quando estaba orando, pareció otro su rostro, y su vestido blanco, y resplandeciente. Como si dixera: En aquella manifestacion gloriosa se vió el semblante baxo otra figura; esto es, como un Sol brillante; y su vestido, aunque de suyo pardo, apareció blanco, y muy resplandeciente. Esto es por lo que toca á las sagradas vestiduras de Christo: no poniendo duda alguna en que los Apóstoles, como que eran hombres humildes, y realmente vulgares, y acaso de los mas rudos, y groseros, usarian tambien en sus vestidos de un color obscuro, y casi negro. Quítese, pues, y vaya fuera esta brillantez, y variedad de colores, tanto en los vestidos de Christo, como en los de los Apóstoles; y píntenlos vestidos, no con ropage de color carmesí, ó de otros colores vistosos, y   —78→   brillantes, sino con vestidos pardos, y obscuros. Podria muy bien hacer ahora otras advertencias acerca de las partes de que se componian sus vestidos, y acerca de su forma, y materia: pero de esto, como ya llevo dicho, trataré mas oportunamente en sus propios lugares.

9 Y por no omitir cosa alguna de las que con razon deben tenerse por errores vulgares, ¿qué cosa hay mas freqüente, que al representar los convites del Viejo, y Nuevo Testamento, pintar á los convidados sentados á la mesa en sillas, ó bancos; sin embargo de que es mas que cierto, que los antiguos, particularmente los Orientales, de quienes pasó esta costumbre á las demas Naciones, no estaban sentados de este modo en sus convites, sino echados, ó recostados sobre camas, y lechos tendidos? Sería nunca acabar, si quisiera tratar esto ex professo, como dicen, y segun lo pide la materia; pero no es mi ánimo trasladar aquí á manos llenas, como podria, lo que otros han escrito. Vea si quisiere el lector erudito, y consulte lo que sobre esta materia nos han dexado escrito Gerónimo Mercurial169, Pedro Chacon170, Julio Cesar Bulengero171, y otros, que sabia, y eruditamente tratan este punto, los quales lo han sacado todo de Autores antiguos, de mármoles, así Griegos, como Romanos, y de otros monumentos de la antigüedad. Esta costumbre, que, como diximos, de los Asianos pasó á los Griegos, y de estos á los Romanos, la indican clarísimamente muchos pasages ilustres, así del Viejo, como del Nuevo Testamento. Y en primer lugar, sin ir muy lejos, tenemos en el Viejo Testamento la Historia de Esthér, donde se describe el aparato de aquel famoso convite, para el qual el Rey Asuero (ahora fuese este Xerxes, llamado Oxyares, como quiere Josepho   —79→   Scalígero172, ó mas bien Artaxerxes, llamado Longimano, como con mas fundamento conjeturan otros173, ó otro qualquiera, sobre que puede verse á un Varon docto, que trata esta materia con mucha erudicion)174: para cuyo convite, vuelvo á decir, Asuero (sea este quien se fuese) convidó á los mas principales, y Dynastas, y por lo que hace para nuestro caso nos dice en este lugar la Escritura175: Habia tambien dispuestas camas de oro, y de plata sobre un losado de pórfido, y de marmol blanco. En cuyo pasage reparará qualquiera lector por poco que esté advertido, que se dice, que para los convidados estaban aparejadas camas, y no sillas, ó asientos. Pero mas claramente se expresa en el mismo libro, en el que se pinta el mismo hecho, con las siguientes palabras, que no dan lugar á tergiversacion alguna176: El qual (á saber el Rey Asuero) como hubiese vuelto del huerto, y entrado al lugar del convite, halló que Aman habia caido sobre el lecho, en que estaba Esthér. ¿Acaso no adviertes, Lector sabio, como en este lugar se habla de cama, y no de silla, y que Esthér estaba echada, y no sentada? Así es sin duda: de suerte, que pasaría yo plaza de un ridículo Comentador, si quisiese añadir algo en confirmacion de una cosa tan evidente. Consulte sin embargo quien gustase los Comentadores, é Intérpretes de esta Sagrada Historia.

10 Ni nos favorecen menos los testimonios del Nuevo Testamento, en donde el Sagrado Historiador usa de propósito, no de la voz estár sentado, sino de la de estár recostado, cosa que á cada paso la vemos repetida en el Evangelio; de suerte, que sería por demas, y vergonzoso para mí, citar lugares en confirmacion   —80→   de lo dicho. Y sino, respóndanme los que por no tener instruccion alguna de estas materias, se quejan de que yo les propongo cosas nuevas, y extrañas; de qué manera puedan cómodamente explicarse dos lugares en especial del Sagrado Evangelio. El primero es, en el que hablándose de aquella muger, que regó con lágrimas los pies de Christo, los limpió con sus cabellos, y los ungió con ungüento, se dice, que estando detrás junto á sus pies, empezó á regarlos con lágrimas177. Porque, si Christo estaba sentado á la mesa, y escondia sus pies debaxo de ella, como es natural, segun el modo regular de estár sentado quando se come, ¿cómo pudo aquella muger, que estaba á las espaldas, y se acercó por detrás, no digo cómodamente, pero ni aun con incomodidad, regarle con lágrimas los pies, limpiárselos con sus cabellos, y ungirselos con ungüento? Esto es lo que yo no entiendo, ni han podido entenderlo los hombres mas sabios. Lo que sí, es facil de entender, si decimos que Christo Señor nuestro, y los demás convidados, no estaban sentados á la mesa, sino recostados en sus camas: Porque los que antiguamente (son palabras de un Autor muy grave, y erudito)178 estaban recostados en sus camas para comer, de tal suerte estaban echados, que tenian la cabeza hácia la Mesa, y los pies hácia la parte exterior, por donde los servidores traían las viandas.

II El otro lugar es aquel, en donde se dice de San Juan Apostol, á quien amó el Salvador con mucha singularidad179: Uno de sus Discípulos, á quien amaba Jesus, estaba recostado á la mesa al lado de Jesus. Lo mismo se repite en otro parage180 con estas palabras: Habiéndose vuelto S. Pedro, vió que seguía el Discípulo á quien amaba Jesus, el mismo que en la   —81→   noche de la cena estuvo recostado sobre su pecho. De cuyo pasage se infiere claramente, que Christo Señor nuestro en la última cena, no usó de silla, sino que estuvo recostado en una misma cama con su muy amado San Juan, aunque no comente así este lugar el erudítisimo Escritor que citamos arriba181, olvidado tal vez de lo que antes habia escrito. Entendido así este lugar, se compone facilísimamente, cómo pudo aquel Discípulo estár recostado, ó tener inclinada su cabeza, y cuello sobre el pecho de Jesus: y se entiende tambien como el mismo Christo inclinó en cierto modo la suya sobre el cuello de San Juan: lo que San Ambrosio parece suponer, y aun afirmarlo con estas elegantes palabras182: ¿No te parece (pregunta este Santo Padre) que el Señor se dexó caer sobre el cuello de S. Juan, quando este, inclinada la cervíz, estaba recostado en el pecho de Jesus? Por eso vió al Verbo en Dios, porque levantó su espíritu, á las cosas mas elevadas. De este modo, digo, se hace la cosa clara, y evidente, pero no del otro; antes por el contrario, ateniéndonos á este, no se puede componer sino con mucha dificultad, y violencia, aunque este es el modo que usan vulgarmente los Pintores ignorantes de las cosas antiguas, como notó oportunamente un Autor, á quien antes citamos183. Sin embargo estos, y otros semejantes errores, y defectos, no son tales, que por ellos deban quitarse dichas Pinturas, ó Imágenes de los lugares donde se hallen, ni que por esto los Pintores merezcan ser reprehendidos con mucha acrimonia: bien que será lo mejor, y mas acertado, que los que tienen mas conocimiento, é instruccion de las historias, y hechos antiguos, procuren evitarlos en quanto puedan, singularmente si quieren con justo título ser tenidos por Pintores doctos, y eruditos.



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